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El pecado original por Etsuko Kagayaku

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Notas del capitulo:

Tardé demasiado y no tengo excusa. Simplemente no me llegaba la inspiración para este cap. Lo lamento demasiado. Acepto que quieran matarme de la forma mas lenta y dolorosa.

 

Música: (http://www.youtube.com/watch?v=HaJjOxDXxmg)

En la remota primavera de mi vida, jubilosa primavera,
Dirigí mi paso errante a una mágica ribera.
La ribera solitaria, la ribera silenciosa
De un perdido lago ignoto que circundan y oscurecen
Las negras rocas
Y espigados pinos que las auras estremecen.
Pero cuando allí la noche arroja su manto fúnebre
Y el místico y trémulo viento de su melodía,
Entonces, ¡oh!, entonces quiere despertar de su aflicción
Por el terror del lago triste, despertar el alma mía.

Y ese horror que habitaba en mi espíritu satisfecho;
Hoy, ni las joyas ni el afán de riqueza,
Como antes, llevarán mi pensammiento a contemplarlo,
Ni el amor, por más que fuese el amor de tu belleza.
La muerte estaba en el fondo de la ola ponzoñosa,
Y una tumba en lo más hondo, pérfidamente adornada
Para quien hubiera dado tregua a su amargura,
Un descanso, a los dolores de su espíritu afligido,
Y en un Edén transformado
El perdido lago ignoto, lago triste y escondido.

Palabras perdidas en su mente, por mas que el que estuviera frente a sus ojos tuviera el poder de hipnotizarlo con su vos, ese día era diferente. Las palabras querían salir de su boca, pero una fuerza mayor obligaba a sus labios permanecer cerrados en contra de su voluntad. El pesar recorría su corazón.

Odiaba ese sentimiento que lo hacía sentir miserable, pero al mismo tiempo mas vivo que nunca. Desde la muerte de sus padres y los conflictos escolares habia perdido la capacidad de sentir algo bueno dentro de su ser. Lo único que había sentido desde que había llegado al pueblo era lujuria, el pecado capital mas reconocido. Mas ese sentimiento no era bueno.

Lo que sentía era una extraña furia y desesperación, mezclada con desasosiego.

¿Por qué lo creía un buen sentimiento?, simplemente porque era un sentimiento puro dentro de un corazón mas oscuro que el mismísimo cielo sin estrellas. Algo que lo carcomía por dentro pero que lo hacian sentir vivo al ser un dolor real, un dolor mas profundo que cualquier otro.

Por primera vez sentía desesperación por una persona que no fuera la propia.

Porque no había vuelto a hablar con su amigo desde el día que se había quedado en su mansión. A pesar de que le había prometido al rubio volver a verse, eso no había ocurrido. No porque tuviera miedo, pero un sentimiento de intranquilidad lo azotaba cada vez que pensaba en el blondo. Maldecía a Claude por haberle dicho esas cosas acerca de su amigo. El único que tenía y apreciaba.

Las palabras del de ojos dorados cruzaban su mente todo el tiempo. Alois no era quien aparentaba, pero...¿Por qué?, ¿Que es lo que lo hacía diferente a los demás?. De por si el rubio tenía una mentalidad especial que lo atraía, si no fuera por eso no habría seguido hablándole.

Pero había algo mas profundo, algo detrás de toda esa fachada que el rubio era. Algo oscuro, que no le aterraba, pero lo dejaba intranquilo.

Ciel.

Su nombre pronunciado por los labios del mayor lo sacaron de su ensoñamiento.

¿Me estás escuchando?, hace quince minutos que estoy tratando de llamar tu atención.-Le dijo el de ojos ambar mientras fruncía el ceño.

Suspiró y soltó el primer pretexto que sabría lo 'sacaría de clases'.

Lo siento Claude, no me siento muy bien el día de hoy.

El mayor lo miró, claramente enfadado con la excusa barata que le había dado. Mas el hombre lo miró con impresión al tocar su frente y darse cuenta que su temperatura estaba alta.

Tienes la temperatura elevada, lo mejor será que te recuestes por un rato.-Le aconsejó el adulto.-En el baño detrás del espejo se encuentra el botiquín, saca una aspirina y recuéstate. Las clases acabaron por el día de hoy.-Le aconsejó el adulto mientras de manera distinguida se sacaba los anteojos y se cruzaba de piernas.

Se impresionó al saberse con temperatura. Al parecer sus pensamientos habían hecho estragos con su ser. Mas no demostró su impresión y decidió salir directo hacia el baño, pero una pregunta azotó su mente.

Claude, tu dijiste que cuando te mudaste aquí, trabajabas como psiquiatra. ¿Acaso tenías un estudio personal en el pueblo?

El mayor lo miró con desconfianza, no pudiendo comprender esa pregunta tan repentina hecha en mal momento.

No, yo trabajaba en esta misma casa, los pacientes venían aquí.-Le respondió el mayor un poco desinteresado mientras acomodaba un mechon de su cabello detrás de su oreja.

Ciel asintió levemente y salió directo hacia el baño. Pequeñas ideas comenzaban a invadir su mente mientras caminaba por el pasillo, su mirada se desvió hacia el gran ventanal que abarcaba todo el lugar que recorría. Nuevamente veía el bosque donde se encontraba la mansión del rubio y cerca de esta, la mansión Michaelis. Ya entendía el por qué el rubio lo había visto o 'espiado'.

Entró al baño y se fijó detrás del espejo donde se encontraba el botiquín. Lo abrió encontrando diversos medicamentos hasta que encontró el que buscaba. Sacó un ibuprofeno y procedió a llenar de agua el vaso de vidrio. En cuanto lo llenó se puso la aspirina en la boca, sintiendo en sus papilas gustativas un sabor amargo, con rapidez comenzó a tomar agua tratando de evadir ese sabor.

Hizo una mueca de desagrado, dejando el vaso de lado. Mas un movimiento errado de su brazo, hizo que tirara el botiquin con todos los medicamentos al suelo.

Chasqueó la lengua enojado y se arrodilló en el suelo dispuesto a juntar todo lo que había tirado.

Mas que aburrido comenzó a juntar todo, mas...un frasco extraño lo dejó desconcertado. Lo tomó entre sus manos y procedió a leerlo.

—Cladribina...

Sus ojos se abrieron con impresión. Hace un tiempo atrás unos médicos habían ido a dar una charla a su colegio. En un momento apropiado salió a flote la charla de farmacología. Si mal no recordaba, la cladribina era un medicamento usado para los pacientes con...

Leucemia.-Susurró asombrado.

Ahora si su mente se encontraba trabajando con rapidez. ¿Que hacía eso en el botiquín de Claude?, acaso Claude...Increíble.

No puede ser...¿Claude padece leucemia?.-Se preguntó a si mismo.

Y es que no era para menos, hace días veía al hombre taparse su boca para toser. Muchas veces-Aunque no quisiera admitirlo-Se preocupaba por el de ojos ambar, el cual a la noche podía oírse como salía de la habitación para dirigirse a quien sabe donde. Seguramente al baño para consumir el medicamento, el cual se inyectaba por intravenosa. Eso era mas que claro al ver la jeringa que había caído del botiquín.

Ciel ¿Te encuentras bien?, escuché un gran golpe.

Su corazón comenzó a latir con rapidez. Al no responder, Claude comenzó a mover la manija de la puerta tratando de entrar. Suerte para él que había puesto seguro. Juntó lo que restaba y lo colocó nuevamente detrás del espejo.

Con sudor frío recorriendo su cuerpo salió del baño. Encontrándose con un par de ojos que lo miraban con preocupación.

¿Te encuentras bien? por un momento creí que te habías desvanecido.

Ciel lo miró, y no pudo evitar que por sus ojos cruzara una mirada de lástima. Nunca lo diría en vos alta, pero le había tomado afecto a ese extraño sujeto. Claude se había preocupado mas por él, que su tía siendo de su propia sangre.

Estoy perfecto, solo...estuve a punto de resbalarme. Pero no importa, iré a acostarme.

Evitó mirarlo nuevamente y salir directo hacia su habitación. Pero el moreno lo detuvo y le dio la vuelta.

Saldré por un rato, debo hacer unos trámites. ¿Estarás bien tú solo?

—Si, no te preocupes.

El hombre le sonrió y depositó un beso en su frente. Dejándolo completamente atónito.

Escuché que a los niños les gusta ser consentidos cuando están enfermos. Cuando vuelva prometo hacerte tu postre favorito.

Esa era otra cualidad que el hombre tenía. El sujeto de manera desapercibida le iba sacando información. No con mala intención, sino para conocerlo mejor. Ya sea sus comidas preferidas, sus hobbies predilectos, los libros que le gustaba leer y los colores que prefería usar.

Claude quería entablar una buena amistad con él. Y tal vez lo dejaría, el sujeto no parecía tan malo. Por primera vez confiaría eso a su suerte.

Pasó de alto el 'niño' y le dedicó una dulce sonrisa que dejó desconcertado al de ojos ambar. Porque si Claude, siendo un hombre frío, podía sonreírle, entonces él también podía hacer el intento.

Cuídate, ¿Si?.-le pidió mientras salía directo hacia su habitación, cerrando de un portazo y sintiendo el corazón acelerado ante esa gran hazaña como es el demostrar devoto cariño.

Por la ventana de su habitación pudo vislumbrar a Claude saliendo con su auto. Una vez que lo perdió de vista, salió de la habitación.

Se maldecía a si mismo y a la pereza que tenía. Tener que buscar por toda la mansión sería agotador. Todavía no la conocía por completo, había lugares que él no había visto. Y es que a pesar de ser moderna, era gigantesca.

¿Que era lo que buscaba?, simplemente había llegado a una conclusión con lo que Claude le había dicho ese día. Era psiquiatra y Alois era uno de sus pacientes, Claude atendía a sus pacientes en su hogar. Si estaba en lo correcto los psiquiatras documentaban absolutamente todo en cada una de sus sesiones. Por lo tanto, en alguna habitación de la mansión, había documentos y demás acerca de Alois. Recorrió la mansión de arriba hacia abajo.

Estaba a punto de abandonar su búsqueda, hasta que sintió una rara llamada. No como si alguien dijera su nombre, sino ese tipo de llamado que sientes dentro tuyo, totalmente atrayente. Caminó como si se supiera el mapa de la mansión de memoria, y se encontró con una rara puerta al final del pasillo, esta se encontraba en el tercer piso. Bastante alejado de lo demás. Descubrió con emoción que no se encontraba bajo llave.

Abrió la puerta con lentitud y se adentró en la habitación. Se notaba a kilómetros que nadie había estado ahí hace años. El sol apenas entraba a la habitación por unas cortinas color bordó que tapaban las ventanas. Sobre los muebles había capas de polvo interminables, que ya parecían estar adheridas a los muebles.

El escritorio estaba completamente ordenado, e igual con polvo que el resto de la habitación.

Se encaminó hacia la biblioteca en donde podían apreciarse carpetas con archivos y demás documentos importantes.

Con sus manos comenzó a buscar por cada uno de ellos hasta que hayó el nombre de su amigo.

Tomó la carpeta entre sus manos y se sentó en la silla detrás del escritorio, escuchando el rechinido de esta al sentir peso luego de años. Estaba nervioso, se sentía estúpido al no tener el valor de abrir y leer los documentos que tenía entre sus manos. Lo que leyera determinaría su relación con el rubio por así decirlo. ¿Que sería lo que descubriría?

Tenía que hacerlo rápido. No sabía cuanto tardaría Claude en volver y no quería imaginarse como reaccionaría el hombre al verlo husmeando entre sus cosas. Si bien el hombre parecía pacifista, nunca sacaba del margen el hecho de que le inculcaba cierta suspicacia.

¿Estaba bien lo que haría? es decir, estaría violando la privacidad de su amigo. Le había dicho que le dijera todo a su tiempo si aún no confiaba. Y ahora se encontraba ahí, contradiciéndose así mismo a punto de descubrir toda la verdad sobre el rubio. Eso estaba fuera de su moralidad...¿Moralidad?

La moral no existe.

Procedió a abrir la carpeta, encontrándose con el primer documento.


Enero 26 de 2005.

Paciente:Alois trancy

Edad:cinco años.

Primer día. Caso 105. 15/01/05

El paciente muestra estar en una grave conmoción emocional producido por los hechos recientes. Muestra grandes problemas de ansiedad y se niega a entablar una conversación. Ha tenido severos ataques de pánico cada cierto intervalo de días.


Segunda sesión. Caso 105. 03/02/05

Luego de tres semanas de arduo trabajo ha dicho sus primeras palabras luego del incidente. Lo único que repite es el nombre de su padre. Pasó el resto de la sesión murmurando frases inentendibles y tratando de autolesionarse. Tuve que suministrarle un Inhibidor Selectivo de la Recaptación de Serotonina.


Tercera sesión. Caso 105. 10/02/05

El paciente asegura ver a su difunto padre en su hogar. Sufre un severo caso de esquizofrenia paranoide producido por el incidente.


Cuarta sesión. Caso 105. 15/02/05

Se comenzará de manera inmediata la mediación con fuertes antidepresivos. Luego de ser trasladado al hospital por intento de suicidio...

Ciel sintió que su corazón se estrujaba. ¿Su amigo con tan solo cinco años había tratado de suicidarse?

Cerró la carpeta, ahí no decía nada mas importante acerca del rubio. Volvió a colocar la carpeta en su sitio y volvió a sentarse en la silla. Su cabeza daba vueltas en lo que acababa de leer. No podía creer todo lo que había pasado el rubio. Como era posible que con cinco años un niño tuviera tantos desordenes mentales. Mas importante, ¿De que incidente hablaba las anotaciones de Claude?

Caso ciento cinco.-Susurró para si.

El 'caso' era nada mas para personas con antecedentes penales. Claro que tal vez se equivocaba.

Su mirada se centró en el escritorio, donde encontró un reproductor con un cassette dentro. Lo tomó entre sus manos y este también decía 'caso 105'. Procedió a encenderlo. Lo primero que escuchó fue la vos de Claude.

Quince de mayo. Sesión número treinta y cuatro. Paciente Alois trancy.

La vos de Claude se escuchaba bastante ensombrecida.

Dime Alois. ¿Haz vuelto a ver a tu padre?

—El...él sigue estando allí.

Su corazón volvió a estrujarse al escuchar esa vos infantil que caracterizaba al rubio, la vos de este se oía demacrada, como si guardara un terrible rencor.

El día del incidente, ¿Donde te encontrabas?

Ciel parpadeó confundido, eso no parecía una sesión que haría un psiquiatra común. Mas bien parecía un procedimiento policial. Se asemejaba a un interrogatorio.

...Acabemos con esto...Yo los asesiné a todos.

Luego de eso se oyó un golpe seco y el ruido de un cuerpo cayendo al suelo. La grabación se cortó por completo.

Se sobresaltó y soltó la grabación, dejándola en su lugar.

Eso había sido realmente perturbador. Por alguna razón comenzaba a sentirse incómodo en ese estudio donde apenas había iluminación. Sintió un ruido de un motor en la parte trasera de la mansión. Se asomó sigilosamente por la ventana, viendo a Claude estacionar su auto.

Con rapidez miró a su alrededor, procurando haber dejado todo en su lugar. Luego de percatarse de que todo estaba en el correcto orden. Cerró la puerta y fue hacia su habitación.

Se adentró y aún vestido se acostó en la cama. Cerró los ojos y a continuación luego de al menos media hora escuchó el ruido de su habitación al abrirse.

Los pasos retumbaron hacia su cama. Donde sintió un peso extra en el colchón. Al parecer Claude se había sentado a su lado.

El de ojos ambar le acarició el rostro levemente y él se estremeció ante el tacto de sus manos cálidas en contraste con su rostro frío.

No fingas que estas dormido Ciel.-le dijo divertido el moreno.

Bufó y se dio la vuelta, encarando al mayor.

¿Como lo supiste?

—Eres un mal actor.

El mayor rió levemente y él volvió a bufar.

—¿Te enojaste?

—Si, vete.-Le respondió de manera irónica el menor mientras se daba la vuelta hacia la pared, cerrando nuevamente los ojos.

Entonces creo que no podrás comer el postre que te preparé, el cual tiene mucho chocolate...

—Tal vez no me enojé tanto.

...

Luego de comer el postre preparado por Claude, delicioso cave decir. Salió de la mansión, ese día iría a visitar al rubio. Obviamente Claude ya no le decía nada acerca del blondo, para el mayor era tema cerrado.

Quería respuestas, quería saber que le había sucedido al rubio. Por qué la grabación se había cortado de esa manera. ¿A quien había matado su amigo?. Esas y miles de preguntas azotaban su mente sin cesar.

Prendió un cigarrillo mientras caminaba hacia la mansión del rubio, no tenía prisa. Mientras divagaba entre sus pensamientos, llegó. Estaba a punto de tocar la puerta cuando una mano le agarró el hombro por detrás.

Se dio la vuelta un poco sobresaltado y con impresión vio a su amigo, el cual tenía los ojos cubiertos por su flequillo.

No viniste a visitarme en estos días.-Susurró el rubio mientras abría la puerta de su mansión y lo invitaba a pasar con un asentimiento de cabeza.

Tragó duro y se adentró en la mansión, encontrando todo mas oscuro que de costumbre.

Yo...Tuve algunas dificultades.

El rubio lo miró a través de sus cabellos sin decir palabra alguna.

De pronto Ciel se fijó en las ropas de su amigo, estas estaban completamente mojadas.

¿Que te sucedió? estás completamente mojado.-Susurró mientras se acercaba a él y tocaba su pecho.

Estoy bien...Estoy bien.

Ciel se sentía intranquilo, Alois tenía la mirada perdida en un punto fijo de la pared. Parecía conmocionado.

—Ven, debes cambiarte.

El rubio parecía un títere, se movía nada mas porque él lo accionaba. No entendía que era lo que le sucedía, no entendía que era lo que le había pasado y porque se encontraba completamente mojado.

Lo adentró en la habitación y busco en su ropero un pantalón y una camisa limpia. Una vez con las ropas en sus manos, sentó al rubio en la cama y comenzó a desnudarlo. Secretamente admiraba su lechosa y sedosa piel. Se sentía extraño atendiendo al rubio de esa manera.

Lo vistió por completo y tocó su mejilla, sintiendo al rubio totalmente helado.

Alois.-Susurró.

¡Estoy bien, se ha ido hace mucho tiempo, yo lo envié nuevamente al infierno!, ¡Ya no está!, ¡No puede hacerme daño!.

El rubio comenzó a gritar esas frases mientras él lo miraba con impresión. Alois estaba completamente ido, no estaba con él en ese momento.

De pronto el rubio comenzó a llorar de manera desconsolada mientras repetía un nombre entre murmullos, como si estuviera reviviendo una antigua escena.

Papá, por favor, papá. No lo hagas.-El rubio lloraba y comenzaba a rasguñarse el pecho.

Ciel al ver el daño que se infringía su amigo. Lo tomó por sus hombros.

¡Alois, cálmate!, ¡Estoy aquí!, escúchame, soy Ciel.-Le pidió mientras tomaba su rostro fuertemente, obligándolo a que lo mirara.

De pronto todo cesó, las lágrimas dejaron de caer y el brillo volvió a los ojos del rubio.

Ciel.-Susurró Alois mientras se lanzaba a sus brazos, pero se soltó de él tan solo unos segundos como si quemara.

El rubio se levantó con toda la furia que albergaba su ser y comenzó a caminar de un lado a otro en la habitación.

¡No viniste a verme, me dejaste solo!, ¡Lo prometiste Ciel!, ¡Lo prometiste!.-Le gritó el rubio para luego golpear la pared con uno de sus puños.

—Cálmate.

—No voy a calmarme, dijiste que volveriamos a vernos, pasó una semana y tú no volviste.

El rubio comenzó a llorar nuevamente y él...Simplemente no lo resistió mas.

Fue hacia él y lo abrazó fuertemente por la cintura, quedando su cabeza en el pecho del blondo. Escuchó el jadeo de sorpresa del rubio y sonrió.

No voy a mentirte, descubrí varias cosas que me inquietaron y tengo muchas dudas. No te tengo miedo pero me haz dejado intranquilo. No volvi porque tenía que analizar mis pensamientos. Pero ya estoy aquí y no volveré a irme. Te lo juro.

El rubio trató de zafarse del abrazo, pero terminó cediendo y correspondiendo fuertemente.

No vuelvas a dejarme...Te necesito.

El rubio se separó del abrazo y miró fijamente a Ciel. Este sin esperarlo sintió unos labios presionando los suyos.

Alois lo besaba como si se le fuera la vida en ello, quería separarse, pero...Los labios del rubio se sentían muy bien.

Correspondió al beso, jugando con la lengua del rubio y sintiendo un raro tacto en su boca, se separó del rubio y este con una sonrisa le sacó la lengua mostrándole su piercing. Sonrió y volvió a besarlo con voracidad.

Cayeron en la cama, el beso comenzó a subir de tono. El rubio se separó y lo miró con lascivia.

Sabes delicioso.

Ciel sonrió.

¿Vas a comerme?

Esta vez el rubio sonrió.

Voy a comerte.

El rubio volvió a besarlo mientras sus manos se deslizaban a su pecho. Se separaron por falta de aire y sintieron la respiración agitada del contrario.

Alois bajó a su cuello y lo mordió fuertemente, haciéndolo gemir de manera brutal. Sus piernas se enredaron en las caderas del rubio y comenzó a jadear al sentir la pícara lengua del niño recorriendo todo su cuello.

Pero...Sucedió algo que no se esperaba.

Recordó a ese hombre pecaminoso que lo había vuelto loco desde que había llegado al pueblo. Sintió un extraño dolor en el estómago y de pronto se sintió culpable.

Sentía como si estuviera traicionando a Sebastian.

No, espera.

Se separó del rubio el cual lo miró con impresión.

—Yo no puedo...Yo...

—¿Esto es por el padre Michaelis?

Ciel desvió la mirada.

Y dices que no estás enamorado.-Le soltó serio.

No lo estoy.

—Acéptalo Ciel, te estás enamorando de él.

La mirada de Alois se oscureció nuevamente y las lágrimas comenzaron a caer nuevamente. El rubio se encontraba realmente inestable.

Quédate conmigo Ciel, por favor. Siempre quédate conmigo, te necesito.-El rubio lo abrazó nuevamente.

Ciel no entendía a que venía nuevamente el tema.

Dime que lo estarás Ciel. Dime que estarás por siempre a mi lado...

Ciel suspiró y procedió a hablar.

—Estaré siempre a tu lado...Alois.

Unas pocas palabras podían bastar para firmar su sentencia de muerte. Porque no tenía ni la mas mínima idea acerca de la mentalidad del rubio. Porque no sabía de lo que este era capaz...Porque no sabía de la pequeña obsesión que comenzaba a desarrollarse en su cabeza.

La obsesión por una persona puede llegar a grados insospechados y es sumamente peligrosa.

Alois había tenido una vida miserable y ahora Ciel era su único apoyo emocional.

Porque ahora para Alois...Ciel era de su propiedad.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero les haya gustado. Creo que está de mas decir que en esta historia también habrá AloisxCiel

 

Besos mis lectoras :3


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