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AL FINAL DE LA NOCHE por Amaya Kurau

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Capítulo XXXVIII

Ciclos

 

 

Kaname se había quedado profundamente dormido sobre su pecho. Él no había hecho nada por alejarlo. Sólo había dejado que el tiempo pasara sin inmutarse por ello. Incluso había dormido un poco abrazando al vampiro de manera protectora.

Para cuando abrió los ojos ya había amanecido. Lentamente movió a Kaname pero éste no despertó. Entonces estuvo tentado a llamarlo, pero al ver el perfil de su rostro, no lo hizo. En cambio se incorporó poco a poco con cuidado y tomándolo entre sus brazos lo llevó hasta el chaise cercano y lo recostó. 

Se quedó un instante mirándolo. El vampiro lucía muy apacible mientras dormía y parecía no tener intensión de despertar pronto.

En verdad Kaname era muy atractivo; pero aunque eso ya lo sabía, lo cierto era que irradiaba una belleza diferente, una que lo atraía cual fuerza magnética. Sin pensarlo se inclinó hacia él y acarició con la punta de sus dedos su rostro, luego posó sutilmente sus labios sobre los de él. Fue un simple roce; pero apenas lo hizo se detuvo y se alejó. Sus mejillas se arrebolaron al instante.

Estaba enamorado de Kuran; sin duda lo que sentía por él era demasiado fuerte, eso ya no podía seguir negándolo; no tenía siquiera caso preguntarse el cómo fue que pasó, ni desde cuándo o por qué; simplemente lo amaba; pero ¿por qué todo en su vida tenía que ser tan complicado?; había tantas cosas que los hacía diferentes, que los separaba; ¿qué es lo que había visto Kuran en él? ¿Qué había visto él en Kuran?. Se llevó una mano a la frente y se incorporó.  Miró un instante más al vampiro y luego se retiró la cazadora y lo cubrió con ella.

El vampiro siguió sin inmutarse ni un poco. Zero miró entonces hacia la ventana y se acercó a ella. Afuera todo estaba cubierto por una sutil capa de niebla que poco a poco iba elevándose. Volvió a suspirar sutilmente y entonces se dirigió hacia la salida del despacho.

 

<<<<<<<< ۞ >>>>>>>>

 

El sol descendía lentamente en el horizonte lanzando sus últimos rayos sobre el valle y arrancando destellos al rocío que había dejado una lluvia reciente. El ambiente estaba cargado de un intenso aroma a tierra y hojas secas mojadas, y no había más sonidos que el de algunas aves.

Él ya había visto ese paisaje; al menos eso le hacía sentir el ambiente que lo rodeaba, pero no recordaba dónde ni cuándo, y extrañamente el sol no lo molestaba ni un poco. Entonces al pensarlo un poco, lo comprendió; no era real, se trataba de un sueño.

En ese momento un ruido atrajo su atención y se giró. Recargado sobre un árbol se encontraba él mismo. Una sensación de desasosiego lo invadió y dio un paso atrás en el instante en que su otro yo caía al piso de rodillas.

¿De qué tiempo había sido aquello?, no lograba recordarlo con exactitud; pero era él. ¿Acaso eran sus memorias guardadas en lo más profundo de su mente que salían a flote?, pero ¿Por qué?, ¿Por qué ahora?. Volvió a dar un paso atrás para alejarse, sin embargo  la aparición de otra presencia se lo impidió. Había aparecido justo a su lado y avanzó hacia su otro yo. Su corazón le dio un vuelco al reconocerle.

-   ¿Te encuentras bien?

Era Libelle y ahora sabía que se trataba del recuerdo del día en que se conocieron.

-   ¿Quién… eres tú?

-   Mi nombre es Libelle y estoy de paso. ¿Quién eres tú?

-   Yo… yo soy… nadie…

-   Hmmp. No puedes ser nadie… No lo recuerdas ¿cierto?, No recuerdas tu nombre.

Volvió sentir la misma ansiedad que experimentó en esa ocasión.  Estaba siendo espectador de sus propios recuerdos, recuerdos que volvían a ser tan vividos.

Ese día ella lo había encontrado al borde de la inanición. ¿Por qué estaba así?, tampoco lograba recordarlo; sin embargo ella lo había reconocido antes que él a ella y vio su condición claramente.

-   ¡Qué te importa quién soy!, ¿Por qué no sigues tu camino?

-   Oh, eres bastante agresivo; pero, no podría dejar a un compañero solo cuando claramente está en apuros.

-   No pedí tu ayuda. Vete

-   ¿Necesitas sangre? – El Kaname del piso abrió los ojos con sorpresa y al instante levantó nuevamente la vista hacia ella. Libelle le sonreía con tranquilidad.

-   ¿Cómo es que… - El impacto de comprender lo que sucedía, le hizo alejarse de golpe y caer hacia atrás.

-   Soy igual a ti… ¿no te habías percatado de eso?... a mí me ha hecho muy feliz conocer a alguien más como yo…

-   ¿Tu…también?

-  Sí, ¿Creías que eras el único?... No te culpo, yo también lo creí una vez.

-   ¿Hay más?

-   Si…

-   Tu… ¿Sabías de mí?

-   No precisamente... Sólo fueron rumores los que me trajeron hasta aquí…

-   ¿Qué quieres de mí entonces?

-   Ya te lo dije, ayudarte.

-   Pero yo… he lastimado a muchas personas… y ellos… ellos se han…tuve que asesinarlos después...

-   Comprendo a que te refieres… Pero es inevitable que necesitemos de los humanos, ellos desafortunadamente poseen nuestra fuente de supervivencia. Sin embargo… no tenemos que llegar a lastimarlos indiscriminadamente. ¿Por qué no vienes conmigo? Te puedo mostrar una forma diferente de sobrevivir.

-   Olvídalo… no me interesa…

-   ¿Prefieres morir?

-   Si.

-   Ya veo…También eres bastante testarudo. Será una forma de morir muy dolorosa…

-   No me importa.

-   … No tienes ningún motivo, nada que te haga seguir adelante ¿cierto?... Has perdido la esperanza… – Ella miró hacia el horizonte. El suave viento agitó su largo cabello plateado y sus ojos amatistas reflejaron el carmesí del atardecer. – Yo en cambio quiero seguir viviendo. Hay algo que quiero proteger. Quizá si tú también encontraras algo que quieras proteger con todo tu corazón, encontrarías la paz y fuerza para seguir adelante…

>… Si decides continuar  puedes buscarme, Kaname.

-   ¿Ka…name?

-   Era el nombre de la ciudad donde nací. ¿No te importa si te llamo así?... creo que no podré olvidarme de ti en un largo tiempo, así que si no lo hago, tampoco olvidaré ese lugar que amé…

Kaname miraba aquella escena guardada en su memoria. Lo recordaba vagamente pero sabía que después de ese primer encuentro ella se marchó y él, después de un tiempo también decidió que quería seguir adelante. 

El escenario se disolvió frente a sus ojos y cambió a otro desértico. Tampoco sabía a qué tiempo pertenecía éste. Su otro yo miraba el horizonte sentado en  lo alto de un montículo.

-   ¿En serio tampoco vendrás esta vez?

-   No.

-   No hay nada aquí para ti.

-   …

-   Tienes que entender que los humanos tienen una vida muy corta, aunque quieras atesorarlos ellos se extinguen apenas en un suspiro…y ahora aún más… La población humana ha decrecido terriblemente por el cambio climático… Así que si quieres quedarte ahí solo, entonces hazlo…Yo estoy viajando en busca de otros como nosotros “gente que no puede morir”… Debe haber más en alguna parte.

   >… Adiós Kaname, y… no importa si también olvidas ese nombre, porque de todos modos, tampoco necesitas de un nombre ¿no es así?

Kaname se vio a sí mismo y comprendió que eso debía de haber sucedido hacía diez mil años. Un sobrecogimiento lo invadió. Era mucho tiempo, mucho tiempo para continuar viviendo. Su existencia entonces no era tan larga pero ya tenía sobre sus hombros el peso de la soledad y estaba cansado. ¿Por qué continuó adelante?

Un nuevo recuerdo acudió. En éste el sol irradiaba sus rayos con fuerza. Su otro yo se encontraba refugiado bajo la sombra de un gran árbol mirando a lo lejos. Él de antemano sabía de qué se trataba. Aquel pueblo en que vivió durante algunos años, cuidando de sus habitantes que al final lo habían echado gritándole con desprecio que era un monstruo, había quedado atrás.  

-   ¿Kaname?

Un estremecimiento lo invadió. Ella estaba parada a unos metros de ambos y le habló. Un largo velo la cubría del sol e iba sola. No había cambiado absolutamente nada; recordaba que ese había sido su primer pensamiento al verla.

-   ¿Tu?

-   Kaname… es natural que los humanos le teman a seres poderosos, tan diferentes a ellos. Es por eso que nuestra gente debe vivir lejos de ellos. Además es por su propio bien… Hay un lugar con gente como nosotros, ven conmigo…

Ese día, como lo rememoraba en su recuerdo, ella le extendió su mano y él la había tomado. Había seguido a Libelle y desde ese momento ella se convirtió en alguien sumamente importante para él. Ella le ofreció un nuevo comienzo.

El entorno volvió a  cambiar; ésta vez a una habitación amplia, un laboratorio en sí; plagado de tubos y recipientes de cristal y objetos metálicos. Su otro yo se encontraba parado frente a una mesa dándole la espalda.

-   No tienes por qué hacer ese tipo de experimentos – nuevamente Libelle estaba allí; recargada en el marco de la puerta. – Dime,  ¿Qué es lo que hace por nosotros y por la humanidad?... ¿Por qué hacer esto por los humanos? Ellos necesitan esto aún menos que nosotros. Además no planeamos estar en contacto con ellos por ninguna otra razón más que las necesarias. No queremos asustarles innecesariamente.

-   ¿Has renunciado a tu deseo de lograr la coexistencia con ellos?. Si detenemos a los sangre pura que están causando problemas quizá…

-   Era sólo un ideal… y eso que estas investigando podría volverse en nuestra contra. Además llevas mucho tiempo investigando y no has obtenido un resultado satisfactorio.

-   Al contrario, he logrado encontrar nuestro punto débil.

-   ¿Qué?

-   Esto es todo lo que he logrado por el momento. Pero puedes ver algunos progresos…

-   Hmm – ella avanzó hasta la mesa y observó con atención lo que le había indicado. 

Ese recuerdo pertenecía al tiempo en que todo comenzaba a salirse de control. Ella llevaba años siendo la líder del clan; el primero en ser formado por vampiros; y era respetada. Pero también para entonces muchos de los miembros iniciales ya se habían marchado para crear sus propios clanes y algunos de ellos, más conscientes de su poder, comenzaban a transformar humanos de manera indiscriminada. A causa de eso, ella había dejado de sonreír hacía mucho tiempo y el brillo de su mirada se había opacado. Libelle a quien le agradaban los humanos y que deseaba, más que nada, la coexistencia pacífica con ellos, veía como frente a sus ojos ese sueño se desmoronaba poco a poco.

Todo volvió a desvanecerse dando paso a otro escenario. Otra habitación. Su otro yo estaba recostado en una cama. Libelle a su lado lo observaba con una mirada impasible.

-   Kaname… despierta… Esa fue la primera vez que vi a uno de nosotros colapsar de esa manera… y eso sucedió porque continuamente te rehúsas a buscar voluntarios dispuestos a convertirse en sirvientes.

-   No… no podría hacerlo. Ellos…

-   Ya te lo dije, es inevitable; pero tú eliges como hacerlo… Anda, bebe, y no te preocupes, te haré pagarme el favor de inmediato…

Esa reminiscencia también estaba almacenada en alguna parte de su memoria. Sabía que llevaba mucho tiempo sin alimentarse pero no quería volver a lastimar a ningún humano ni contribuir más a la creación de vampiros que a su vez lastimarían a otros. Libelle cada día sufría más por lo que su especie estaba ocasionando. Sin embargo ese día él finalmente se había rendido, y acercándose al brazo de ella, se lo llevó a los labios y clavó sus colmillos sin dudar. Libelle apenas y había reaccionado cuando fue mordida.

El yo de sus recuerdos levantó su mirada hacia ella sólo para descubrir que lo miraba con cierta ternura y tristeza. Cuando terminó de beber bajó la mirada con vergüenza y culpa.

-   Yo tengo que amar a alguien en particular… - dijo de pronto. Ella guardó silencio pero al cabo de un rato suspiró.

-   Absurdo… ¿Crees que si consigues hacer eso engañarás al demonio de la sangre y de esa forma no serás capaz de poner a otros en peligro con tus colmillos?... Eres un tonto… no hay forma de que puedas hacerte eso a ti mismo por toda la eternidad…

El Kaname de los recuerdos guardó silencio y apretó con fuerza sus puños contra sus piernas.

-   ¿Sabes?... creo que he comenzado a entenderte un poco más… ese día, cuando decidiste venir conmigo, ni siquiera dijiste una palabra en tu defensa en contra de tus vasallos cuando te echaron de ese pueblo… no tratarás de decir que fue porque te dio pereza o algo así ¿verdad?... – Kaname siguió sin decir nada. 

   >… Hmmp... Eres un buen niño… Kaname.

Ese recuerdo se desvaneció y dio paso a otro.  Uno que estaba grabado en su mente a fuego.

La tarde estaba llegando a su fin y el sol comenzaba a ocultarse poco a poco en el horizonte mientras el viento hacía mecer a su alrededor las espigas de los trigales con un suave murmullo. También podía escuchar la risa de niños humanos a lo lejos. Libelle se encontraba parada de espaldas a él, rodeada de libélulas que lanzaban iridiscencias carmesí ante los rayos cada vez más débiles del sol.

El yo de sus recuerdos se apeó de su montura y se fue acercando a ella.

-   Ya ha llegado el tiempo de ciega. Los hombres han estado trabajando desde temprano, las mujeres han llegado después con los niños – dijo ella sin girarse.

-   ¿Has estado aquí desde entonces?

-   Estaba paseando cerca del lago, pensando en todo lo que está pasando; en mi pasado que cada día se vuelve más distante y difícil de recordar y pensando también en lo que han sido capaces de hacer los de nuestra especie… dime Kaname, ¿tú también crees que no deberíamos intervenir y convertirlos a todos?

-   No. Pero los humanos son criaturas ambiguas; con una gran fortaleza, capaces de amar y odiar con una increíble intensidad. Viví mucho tiempo entre ellos y ya sabes cómo terminó todo siempre. Pero aun así no los odio… y no podría condenarlos a esta constante sed y oscuridad… jamás querría eso para ellos… ¿y tú?

-   No, tampoco podría…

-   Ojalá pudiéramos olvidarnos de todo lo que está sucediendo.

-   Eso es imposible Kaname… Si nosotros no hacemos algo, nadie podrá hacerlo. Por tanto, es nuestra responsabilidad… ¿Sabes?, he estado pensándolo y ahora  sé de qué forma podría ayudarlos.

-   ¿De qué hablas?

-   Pues de que al igual que tú, yo… yo tampoco odio a los humanos Kaname… Todos nosotros  hemos nacido de humanos después de todo. Aunque sucedió que nosotros nacimos como una mínimamente… no, como una muy diferente criatura en lugar de eso. Pero a pesar de ello, mis padres me amaron en definitiva. Mis padres fueron personas muy fuertes. Ellos estaban dispuestos a pelear para protegerme aun a costa de sus propias vidas… Aun cuando ellos eran unas existencias significativamente frágiles comparadas conmigo; y esa es la razón… Kaname… por la que yo no puedo perdonar a quien olvida cuál es su propósito en la vida y juega con las débiles pero a la vez, fuertes vidas humanas que instintivamente mantienen la esperanza. De ningún modo podría seguir mirando en silencio. Quiero ser útil a la gente – ella se giró y le dedicó una sonrisa y una caricia - y útil también para Kaname.

-   ¿Qué harás?... Has dicho que sabes cómo los ayudarás... Sabes que cuentas conmigo ¿no es así?

-  Si, por ello necesito que te quedes aquí.

-   ¿Eso quiere decir que me abandonarás?

-   ¿Abandonarte?....Yo siempre te acompañaré, incluso aunque estemos en lugares  distintos… te lo prometo… siempre nos encontraremos y no estarás solo.

Quizá ese día ella ya sabía lo que él planeaba pese a que nunca le dijo nada. Ella se veía cansada, pero ese día él le había sonreído ignorante de todo. Le había sonreído y la había besado. Si hubiese sido capaz de verlo en ese momento, se hubiese dado cuenta que aquel beso era un poco diferente a los demás. Sin embargo no prestó atención; le hizo el amor y también ese acto estuvo cargado de una sensación superior de entrega. Ella ya había tomado su decisión. Él la amaba demasiado y eso lo cegó.

Todo volvió a desvanecerse. El nuevo recuerdo tenía como ambiente un enorme valle.  Ambos montaban sobre un caballo blanco. En la lejanía podía verse despuntando un enorme castillo. Él, como espectador, sabía de antemano lo que miraban. Cientos de  exhúmanos carentes de voluntad se dirigían hacia ese lugar.

-   Hay más y más de ellos… - dijo el yo de sus recuerdos.

-   Así es… Es una pena que algo como esto esté ocurriendo justo cuando los humanos finalmente habían comenzado a repoblar toda esa pérdida que sufrieron debido al cambio climático… tal que ahora, más de la mitad de nuestra raza ha elegido la ideología de trasformar la totalidad de la población humana en miembros nuestros, humano por humano… No, de hecho… no es cosa de transformarlos en miembros iguales de la misma raza… ellos están transformando a la humanidad en sus esclavos sumisos… de eso se trata…

   >… Mira el castillo que están haciendo construir a sus esclavos… se ha vuelto mucho más grande ¿no?...

Ambos guardaron silencio mientras observaban aquella construcción; hasta que ella volvió a hablar.

-   Así que ve Kaname… - su voz sonó fría y autoritaria.

-   ¿Qué…

-   ¡No me digas ¿Qué?¡… has dicho que habrías de detenerlos de una sola vez, aun si tuvieses que luchar en contra suya para ello ¿no?. La única forma que existe de evitar la multiplicación de los exhúmanos transformados es cortando todo desde la raíz y de esa forma simultáneamente estaremos lidiando con el problema de los esclavos que pierdan a sus líderes. 

   >… No quiero dañar a nuestra raza ahora que finalmente nos conocemos los unos a los otros, pero…

   >… Caigo en cuenta de que estoy dejando una sucia responsabilidad sobre tus hombros… perdóname… Kaname… 

-   Estoy bien… aun así, ¿qué hay de ti?. Luces un tanto pálida este día… ¿te encuentras bien?

Él había extendido su mano hacia ella y había acariciado suavemente su mejilla. Ella había tomado su mano y la había oprimido con fuerza contra ella, como si quisiera detener el tiempo. Ese día tampoco fue capaz de verlo con claridad.

-   No te preocupes… estamos trabajando juntos y dando lo mejor de nosotros, así que… por ahora yo volveré al norte, la situación se ha complicado allá.

-   ¿Liam te acompañará?

-   No, él se dirigirá hacia otra base.

-   ¿Confías en él?

-   No, no confió en él, pero es un buen aliado en esta situación.

-   Él te ama.

-   Lo sé y conoce mis sentimientos al respecto y también sabe a quien amo yo,

Esa fue la última vez que hablaron y ese último beso también fue su despedida. Pese a toda la situación que vivían con los constantes enfrentamientos y sólo los encuentros esporádicos. En ese momento se sintió el ser más dichoso sobre la tierra ya que ella lo amaba y se lo había demostrado mientras estaban juntos. Para entonces se había permitido flaquear y desear por primera vez la felicidad pese a que sabía que pronto tendría que renunciar a ella; lo que no sabía era quien daría el primer paso.

-   Bien, entonces me esforzaré y terminaré aquí cuanto antes e iré a tu encuentro. Te amo.

-   Y yo a ti... Tú eres un buen niño Kaname... Tú vas a hacerlo bien aun cuando no esté yo al lado tuyo.

Si tan solo hubiese hecho caso a su presentimiento, si tan solo no la hubiese dejado ir. Esos eran reproches que todavía hoy, en medio de su soledad solía hacerse. Si las cosas hubiesen sido diferentes ¿Qué hubiese pasado?; era imposible saberlo. Un sangre pura es un ser poderoso, pero no un dios. Dios es el único que podría cambiar el pasado y eso no lo pueden hacer ellos. Un sangre pura está condenado a vivir eternamente atado a todo aquello que va perdiendo durante su existencia; sin poder cambiar nada y sin poder realmente forjar un futuro.

El ambiente de su recuerdo se desvaneció y el nuevo recuerdo frente a sus ojos le hizo tambalearse.

Era de noche. El cielo se encontraba despejado y una enorme luna llena plateada iluminaba lúgubremente el lugar.  Como en aquella ocasión, podía sentir la presencia de Libelle a su alrededor.

Frente a él se elevaba un alto horno de fundición y su yo del pasado se encontraba parado frente a él de espaldas. Aun sin ver, él ya sabía lo que el otro observaba. El cuerpo de Libelle estaba allí tendido con una expresión apacible adornando su rostro mientras poco a poco se iba endureciendo y fracturando.

Se adelantó unos pasos y entonces pudo ver el rostro de sí mismo en ese pasado distante. Era un rostro inexpresivo, pero en su mirada podía ver reflejada incredulidad y dolor. Y él mismo recordaba que también había sentido temor y había sido consciente de que su cuerpo era recorrido nuevamente por un sentimiento de soledad y abandono.

Ese día había sido incapaz de llorar su perdida. Para él en ese momento todo había sido irreal. Ella lo había abandonado, no podía pensar en otra cosa. No tenía idea desde cuando había planeado hacerlo, pero se había sacrificado y tomado su lugar. Y ahora lo que emanaba de aquel horno, que era la esencia de ella, no era ella en sí; pues sólo podía sentir en eso, el deseo de matar vampiros.

Vio como su otro yo se acercó más a ella y deslizó la punta de sus dedos por la mejilla de la sangre pura. Estaba fría.

-   Ella… lanzó su propio corazón al horno y aun así se giró sin problema y nos entregó su sangre. No sé mucho de ustedes, pero ¿no se supone que son monstruos incapaces de morir no importa que suceda?

No había respondido a lo que ese humano dijo; pues en su mente solo podía recordarla sonriendo en medio de ese campo de trigo, y mientras hacía eso, el cuerpo frente a él se convirtió en una lluvia de cristales y cenizas.

Aun recordaba incluso lo que pensó en ese momento y lo recitó a sabiendas que nadie lo escucharía. Después de todo no eran más que simples recuerdos.

-   ¿Por qué lo hiciste?... se suponía que lo haría yo… yo que no tenía intenciones de aferrarme ni a mí mismo ni a nada… ¿Por qué lo hiciste?... sabias lo que yo sentía y aún asi te esforzaste por mostrarme un mundo que era incapaz de ver… ¿para que lo hiciste si al final me ibas a dejar solo de nuevo?... fuiste importante para mi… no creí que pudiera suceder… Yo creí… yo ahora lo sé… todo el tiempo que pasamos juntos… por todo ese tiempo un poco de apego nació en mí y… al final te amé, en verdad lo hice, esas palabras no fueron mentira... Quería crear un mundo diferente para ti... Y ahora te has ido... Pero por todo ese tiempo que pasamos juntos…  yo… lamento haberte perdido…

   >…¿Cómo fue que no me di cuenta a tiempo de tus intenciones?... Sin duda cumpliste magníficamente tu deber, pero yo… por primera vez yo no puedo perdonarte… ni a aquellos por los que te sacrificaste… vampiros y la nueva gente que cargará con el llanto de muerte.

Irremediablemente volvía a revivir el dolor que experimentó ese día. Observó como su yo del pasado cerraba los ojos y apretaba los puños con fuerza mientras una expresión de dolor aparecía en su rostro. Fue entonces que el metal dentro del horno salió de éste y se dirigió aprisa hacia él con intención de atravesarlo, pero antes de tocarlo se detuvo. Ese metal ya no era ella, pero todavía recordaba quien era él. Después de eso se giró hacía aquellos humanos.

-   Ya se… ustedes también quieren darse prisa y luchar ¿cierto?... Ustedes, los que tomaron la sangre y carne de ella con el fin de adquirir el poder suficiente para protegerse a sí mismos… Ustedes son los que sobrevivieron… Sus enemigos son aquellos tontos que continúan creyendo que sus vidas no podrán ser arrebatadas por ustedes.

    >…  A ustedes yo les concederé sabiduría y fabricaré armas a partir de la esta fundición. A todos y cada uno de ustedes les daré una misión. No podrán escapar de sus obligaciones, estarán atados a ellas por siempre. De ahora en adelante ustedes serán… cazadores de vampiros.

No sólo los había ayudado. Había impuesto una carga mayor sobre ellos y sus descendientes. Ellos buscarían derramar sangre tal como los vampiros y de esa forma se crearía un instinto de odio que prevalecería por toda la eternidad. Esa fue su maldición hacía ellos y hacia él mismo. Ese había sido su más grande pecado. Había ayudado a esos humanos para destruir a los suyos y había condenado a sus descendientes a ser asesinos aun antes de nacer. Sin elección. Odiando a los vampiros por instinto, incapaces de perdonar su inhumanidad.

Durante cientos de años había derramado tanta sangre por su propia venganza. Sangre de vampiros y de humanos por igual. Encaminándose poco a poco a la desesperación.

Los escenarios que pasaron frente sus ojos posteriormente fueron rápidos: los tiempos cambiantes con las estaciones sucediéndose unas a otras. Pueblos incendiados, sangre esparcida por doquier. Humanos huyendo de los campos de guerra; vampiros sedientos de sangre cazándolos y cazadores de vampiros cazándolos a ellos. Vampiros sangre pura cayendo uno a uno por su mano. Aliados y amigos pereciendo también. Desesperación a cada lugar donde miraba.

-   Hasta que llegó la aparente paz…

Kaname al escuchar esa frase se estremeció y se giró de golpe. Todo a su alrededor se disolvió y fue cubierto por una bruma blanca; pero, allí estaba ella, Libelle; parada  a unos pasos; con su largo cabello plateado y sus hermosos ojos amatista que lo miraban directamente.

-   ¿Tu? ¿Qué?... ¿Qué haces aquí?... Tu, estás muerta…

-   Sí, lo estoy.

-   ¿Entonces como?... hmmp… cierto, lo había olvidado, esto es un sueño.

-   Humm… En parte…

-   ¿De qué hablas?

-   He visto lo mismo que tu… y si estoy aquí es porque formo parte de ti y de tus recuerdos, ¿has olvidado que lo prometí?... aunque quizá esta sea la única vez que pueda hablarte de esta manera.

-   No comprendo.

-   Es una cualidad de los vampiros, que estoy segura has experimentado antes. Pero no importa tanto eso ahora.

-   ¿Qué es lo que deseas?

-   ¿Qué es lo que deseo?... ¿Por qué me preguntas eso?, estoy muerta… la pregunta más bien sería ¿Qué es lo que deseas tú?

-   ¿Yo?

-   Sí, ha pasado mucho tiempo… no puedes seguir culpándote por lo que sucedió entonces.

- ¿Culparme?

- Si. Hay cosas que son imposibles de controlar incluso para un sangrepura.

-   Hmmp… parece que sigues sin tener mucha idea de nada de lo que sucede conmigo…

-   ¿Lo crees?... bueno, quizá… pero ya te lo dije, estoy muerta… mi tiempo se congeló hace casi diez mil años… así que eso ya es irrelevante para mi… no puedo cambiar nada.

-   Si no deseas algo, entonces ¿Por qué estás aquí?

-   ¿Por qué?... Quizá por mi deseo de hablar contigo al menos una vez más y porque... supongo que la culpa que sentí me ató. Así que creo que lo más adecuado en este momento sería, disculparme.

-   ¿Qué?

-   Si, por todo lo que ha sucedido desde entonces. Lo he visto todo durante mucho tiempo en silencio a través de cada una de las armas que fueron creadas a partir de mí.

>...Yo realmente quería algo diferente, no sé en qué momento todo se distorsionó. No fui tan fuerte… - ella levantó su brazo y observó la palma de su mano y luego el dorso.  - Aunque casi nada queda de mi conciencia, aún existe lo suficiente para preguntarme si tomé la decisión correcta y también lo suficiente para aferrarme a este mundo sólo un poco más.

-   Libelle…

-   Lamento no habértelo dicho – ella lo interrumpió y lo miró con cierta tristeza - también lamento haberte mentido Kaname, pero no quería que tú te sacrificaras… Desde que comenzaste a experimentar con eso, supe cuál era tu objetivo.

-   ¿Por qué nunca me dijiste que lo sabías?

-   Una excelente pregunta cuya respuesta no conocí en realidad.

-   Yo te amé.

-   Lo sé, pero... después de tanto tiempo, me pregunto cuánto te amé yo a ti en realidad... Hubo muchas cosas que nunca nos dijimos… yo antepuse mis propios deseos a ti y  tú desesperadamente buscabas algo o alguien a quien pudieses sentirte unido y que te impulsara a continuar. La soledad suele ser terrible para nosotros los sangre pura ¿no crees?…

-   Te equivocas… no fue por no sentirme solo, yo te amaba, todo lo que hice fue por ti

-   ¿Y tu? ¿Qué hay de ti? …

-   ¿De mí?

-   Si… y podríamos continuar hablando de eso, lamentablemente no me queda mucho tiempo Kaname, quizá sólo el suficiente para decirte algo.

-   ¿Que?

- Que me olvides. Olvídame por favor Kaname; olvídame y continúa adelante por ti, por tus propios deseos, no por los de alguien más. Eso es lo que yo en verdad siempre quise para ti. Quise que fueras feliz y quise darte un mundo diferente; un mundo como el que yo vi cuando era muy joven, un mundo en que pudieras ver la luz aun siendo un vampiro… Pero no fui capaz de hacerlo y sólo te traje dolor. Fui egoísta y te até a esta vida por mis propios deseos… yo sabía que tú estabas cansado pero yo puse sobre tus hombros una carga muy pesada que serviría como una soga que te impediría morir. Tu no tenías un motivo para hacerlo y yo te impuse uno… Eso no es amor, es egoísmo…La que estaba realmente cansada era yo… No podía lograr que viviéramos en paz, no podía darte lo que deseaba y los humanos a quienes amé, cada día nos temían más y nos odiaban; los vampiros a quienes también amé, sólo buscaban su destrucción… La paz era casi imposible y yo estaba cansada… Los humanos eran frágiles; necesitaba ayudarlos y sacrificarme también se convirtió mi salida…

-  Yo… yo quería lo mismo para ti y jamás te lo dije… pero he luchado por eso… nada de lo que vivimos fue mentira… fuiste y serás siempre  importante para mi

-   Pero has sufrido.  Caíste en una terrible desesperación, mayor aun a aquella en la que estabas cuando te conocí… Esa vez estabas solo y no tenías nada a que aferrarte. Sólo culpa y desprecio hacia ti, te dominaba… Por eso debes dejar de hacerlo… debes dejar de culparte y de odiarte por lo que eres… siempre quise decirte que no tienes la culpa de haber nacido así. Sé que más de una vez te has preguntado, ¿Cuál es la razón por la que naciste de esta manera?... ¿sabes?, yo te tengo la respuesta…

Ella extendió su brazo hacía la derecha y él lentamente desvío su vista en esa dirección. Frente a sus ojos se desplegó un paisaje nevado. Dos niños se encontraban parados en lo alto de una colina junto a un trineo. Eran Zero y su hermano.

-   Tu corazón late más rápido aun sin darte cuenta. Tu corazón de hecho comenzó a latir así desde ese día y un poco de la luz que yo desee poder ofrecerte, comenzó a inundarlo.

-   Zero…

-   Sí, ese fue el día que le conociste…

-   Se parece a ti…

-   Si…

-   ¿Por qué?

-   Supongo que pueden haber muchas posibles respuestas y ninguna ser la correcta. Tal vez sólo se trate de un juego de eso que llamamos destino.

Todo se desvaneció y se volvió blanco de nuevo. Una expresión de profunda pena se reflejó en el rostro de ella.

-   Kaname… perdóname por dejarte solo… por imponerte una carga como la que dejé sobre tus hombros… perdóname por ser egoísta y por no decirte todo lo que en verdad quería… pero sobre todo, perdóname por no haberte amado lo suficiente.

-   No tengo nada que perdonarte…

Ella sonrió sutilmente agradecida, pero con una expresión triste aún.

-   Gracias… supongo que este era el motivo por el que seguía atada... Y aunque suene extraño dado que sólo soy una reminiscencia, me siento tranquila, en especial porque creo que a partir de aquí estarás bien - volvió a mirar sus manos – falta muy poco, pero ahora podré descansar completamente…

Ella se acercó a él; acarició su rostro  y le sonrió con ternura. Él sintió un nudo en la garganta y sus ojos comenzaron a escocerle. Había rogado tanto tiempo por una oportunidad de volver a verla, por poder retroceder el tiempo  y ahora ella estaba allí.

Era cierto, él había guardado resentimiento y gran dolor hacia ella. Habían quedado tantas cosas inconclusas entre ellos. Pero aquí, parados frente a frente, nada de eso tenía importancia ya.

Ella sin dejar de sonreír, se alejó lentamente de él. El ambiente volvió a transformarse y ella nuevamente estaba parada en medio de aquel campo de trigo, pero ahora de frente a él. El viento agitaba su pelo y el sol le arrancaba destellos cobrizos.

-   ¿Sabes?, me alegro que finalmente hayas encontrado aquello que tanto anhelabas, Kaname…

- Libelle

- Fue... mucho tiempo, pero ya no tienes de que preocuparte… todo estará bien... Lo sé… Adiós…

Ella volvió a sonreír y entonces su cuerpo se convirtió en docenas de libélulas doradas con iridiscencias carmesí que revolotearon por unos segundos antes de convertirse en brillos y desaparecer.

Lagrimas comenzaron a resbalar por las mejillas de Kaname.

“¿Libelle?... es un nombre extraño”

“Si… En el lugar donde nací había muchas libélulas cerca del rio… mi padre solía decir que eran criaturas muy antiguas con gran significado… a través del tiempo muchas civilizaciones humanas las han tenido en estima… pero lo más importante es que él, al saber de mi condición, quería que yo no olvidará … me dijo que ellas seguirían existiendo por muchos tiempo más y que por eso, cada vez que viera una podría recordarlos a él y a mi madre; podría recordar los momentos que pasamos juntos y lo hermoso de nuestra ciudad… ahora cada vez que veo una de ellas puedo hacerlo, puedo recordar mi nombre y el de ellos...

.

.

.

Abrió lentamente los ojos y lo primero que vio fue el techo artesonado del despacho. Se sentía desorientado y físicamente muy débil; aun así sentía como si un gran peso lo hubiese abandonado.

Lentamente se llevó una mano a la frente y se cubrió los ojos; fue entonces que se percató de que no sólo había sido en su sueño, en verdad había estado llorando. Levantó su mano y miró sus dedos húmedos. Libelle había desaparecido por completo. Le había hablado en su sueño, le había mostrado sus propios recuerdos y finalmente se había despedido. 

Una expresión triste se reflejó en su rostro, pero luego cambio a una serena. Fue en ese instante que el rostro de Zero le vino a la mente y le hizo incorporarse de golpe. Ahora recordaba; después de beber su sangre se había quedado dormido sobre su pecho, pero ahora estaba en el chaise. ¿Dónde estaba el cazador?

Miró a su alrededor. Estaba sólo. Bajó la vista hacía su regazo; la cazadora del joven estaba allí; al parecer Zero lo había cubierto con ella. Se incorporó y concentrándose comenzó a buscar su presencia. 

No estaba; no podía sentirla cerca. ¿Acaso?... ¿Acaso se había marchado?.  Aprisa salió del despecho.

-   ¡Zero! – instintivamente lo llamó, pero no obtuvo respuesta.

Una sensación de temor comenzó a invadirlo y subió corriendo las escaleras con la esperanza de que sus sentidos lo estuviesen engañando. Al llegar a la habitación que ocupó Zero. Abrió la puerta de golpe. Estaba vacía.

 -   Maldición…

 Un síntoma de vértigo sacudió su cuerpo y tuvo que recargarse en el marco de la puerta para no caer. ¿Cómo es que se había descuidado de tal manera?. Zero ya había externado sus intenciones de querer volver. No debió relajarse. Ahora se había ido y él tenía que alcanzarlo; de lo contrario…

Estaba por girarse cuando el brillo en el buró al lado de la cama, atrajo su atención. Era la Bloody Rose. Él mismo la había dejado allí y al parecer Zero no se la había llevado consigo. Se adentró en la habitación y fue hasta ella.

Zero está desarmado…

Frunció el ceño, debía darse prisa. Oprimió con fuerza la pistola contra su pecho; luego abrió el cajón del mueble, allí había guardado a Artemis. En el instante en que iba a tomar la barra un destello de energía  sacudió su cuerpo. Era la presencia de Zero. Fue apenas un instante, pero allí estaba. La había sentido claramente. Dejó caer ambas armas sobre el mueble y casi corrió hasta la ventana. Descorrió las cortinas de un solo movimiento y al hacerlo la luz lastimó sus retinas por lo que se cubrió los ojos con el brazo.

Estoy seguro que no me equivoqué, era la presencia de Zero.

En efecto, ahí estaba nuevamente, era débil pero ahora podía sentirla con claridad. Sonrió y tomando impulso saltó por la ventana. 

 

/////////////

 

El amarillo opaco lo cubría todo a su alrededor. Esos campos de siembra eran enormes y parecía que la siega comenzaba en algunas zonas. El trigo se mecía al vaivén del viento provocando la ilusión de estar frente a un enorme mar dorado.

Salió de la mansión porque quería tomar un poco de aire y pensar. Y después de un rato de andar, sin darse cuenta había llegado hasta ese lugar y ahora se encontraba parado en medio de los trigales. La neblina había desaparecido en su totalidad hacía un par de horas y el sol había comenzado a brillar con más fuerza  Estar allí, así, le provocaba una sensación de nostalgia y a la vez le recordaba uno de esos tantos sueños raros.

 Rozó con la palma de sus manos las espigas y la sensación lo estremeció.

 Kaname…

 “Te amo y no puedo evitar sentirlo… lo eres todo para mi”

 Se llevó una mano al cuello y volvió a ruborizarse.

 

-   Ze… Zero

 Al escuchar esa voz, el joven cazador nuevamente se estremeció. No lo había sentido llegar. Se giró lentamente hacía él y se asustó al verlo.

 -   ¿Pero que rayos?…  

Corrió hasta él. Kaname se encontraba a la sombra de un árbol, recargado en el tronco. Se veía más pálido de lo usual y parecía a punto de desmayarse.

 -   Zero…

-   ¿Por qué estás aquí?

-   Yo… pensé… pensé que te habías marchado.

-   Idiota, ¿Por qué haría eso y te dejaría?

-   Tú dijiste…

-   Sé lo que dije, pero tú todavía estas muy débil y ayer bebiste muy poco.

-   No… quería hacerte daño.

-   Aun así. Deberías estar descansado. Mírate, apenas puedes sostenerte en pie.

-   Ya he descansado lo suficiente.

-   Necio… Y sabes que el sol no es bueno para un vampiro cuando esta tan débil. Podría lastimarte y disminuir tu energía.

-   Tu… el sol a ti…

-   Yo estoy bien, el sol sólo me molesta un poco, quizá es porque no nací siendo vampiro…

-   Ya veo…

-   Andando, hay que volver…

Zero lo ayudó a regresar a la mansión abrazándolo por la espalda y apoyándolo en él. Caminaron lento y en silencio. Kaname de vez en cuando lo miraba de reojo disimuladamente.

-   En verdad creí que te habías marchado… - dijo Kaname de pronto y suavemente mientras avanzaban.

-   ¿Por eso saliste a buscarme? - El tono de voz de Zero era tranquilo aunque con un ligero matiz de fingida ironía y no lo miró.

-   Sí, lo hice…

-   No me conoces lo suficiente entonces. – Kaname rio entre dientes ante el comentario y Zero sintió un nudo en el estómago.

-   Más bien eres demasiado impredecible y continuas siendo muy rebelde. No siempre haces caso a lo que dicen tus mayores -. Zero  frunció ligeramente el ceño y sonrió con ironía.

-   Perdóname por seguir siendo un inmaduro, señor milenario que se comporta como un niño de diez años.

Kaname volvió a reír suavemente y ninguno volvió a hablar hasta que llegaron a la mansión. Zero le ayudó a subir las escaleras y si bien Kaname hubiese podido hacerlo por sí mismo, se dejó guiar por el cazador.

Una vez estuvieron en la habitación que había estado ocupando, Zero se detuvo en medio de la estancia, y sin soltarlo se acercó un poco más a él. Sin mirarlo a los ojos tocó con la punta de sus dedos su rostro examinando la piel. Kaname tenía manchas rojas que poco a poco se iban desvaneciendo. Esa acción estremeció al vampiro.

-   El sol no te causó mucho daño – dijo y se alejó de él.

Kaname se lo quedó viendo. Parecía un sueño, incluso su conversación previa había sido de lo más causal. Sin embargo algo le sucedía a Zero, era extraño que después de todo lo ocurrido el día anterior no estuviera molesto.

Desde que se encontraron el joven evadía su mirada, pero parecía tranquilo, demasiado que no pudo evitar sentir temor por lo que pudiera estarse avecinando. Y la inquietud sólo aumentó cuando Zero se quedó mirando el piso en silencio, pensativo. Él sabía que estaba comenzando a sentirse nervioso pues él mismo se sentía igual. No podían fingir que nada había pasado, lo habían intentado, pero era imposible. Él le había dicho a Zero que lo amaba y le había mostrado una parte de él que jamás creyó poder mostrar a alguien. Zero le había ofrecido su sangre; él la había bebido y había requerido de toda su fuerza de voluntad para contenerse y sólo beber lo suficiente como para que sus heridas sanaran; pero no sólo había sido su sangre, Zero le ofreció algo más preciado, le ofreció gentileza. Le había ofrecido un poco de lo mucho que deseaba. No, era imposible, ya no podían dar marcha atrás.

-   Ka… Kuran,  - la repentina voz del cazador que seguía con la vista en el piso, lo atrajo a la realidad y él sintió un tirón en el estómago – Kuran, tú… ¿en verdad tú… me amas?

Kaname abrió los ojos sorprendido. Ahora las mejillas de Zero estaban teñidas claramente de carmín.

-   Si… - Fue su respuesta inmediata y cargada de total seguridad.

-   ¿Por qué?

-   ¿Por qué?

-   Sí, ¿Por qué?

El tono de voz de Zero era firme y sereno.

-   No… no sé si existan las palabras adecuadas para expresar el por qué. Te amo por tantas cosas Zero. Te amo porque eres especial, porque posees una gran fortaleza,  porque eres valiente, honesto, noble, gentil y luchas por proteger lo que amas. Te amo porque tienes una alma pura que no ha sido manchada incluso siendo un vampiro…  Pero principalmente Zero, te amo porque has inundado mi vida con tu luz… Y ahora puedo decirte con total  seguridad que te amo desde el momento en que te conocí…

 Zero frunció el ceño.

-   ¿Desde entonces?... Hmmp….

-   Es cierto.

-   Si es así, ¿Entonces por qué me causaste tanto daño?

-   Porque yo, a diferencia de ti, si soy un monstruo…

Al escuchar esto, Zero sintió una sacudida en su interior y levantó al instante el rostro y lo miró a los ojos. Kaname parado frente a él tenía una expresión de tristeza en el rostro y sus ojos un brillo de anhelo. No se movía, sólo lo miraba. Zero sintió una opresión en el pecho que lo conmovió, pero casi al instante agitó la cabeza en negación.

-   No puedo… no puedo aceptarlo…

-   Zero…

-   Tu siempre me usaste, manipulaste mi vida… hiciste que me gravara en la mente el hecho de que estaba vivo sólo por tu gusto y necesidad… todos tus actos atrajeron mis desgracias…

-   Lo hice por Yuuki… tal vez no puedas comprenderlo pero yo había prometido que la protegería a costa de lo que fuera… mi error fue ese… La quería tanto y por eso protegerla era mi prioridad que hacer lo que fuera necesario, quitar del camino o usar a quien fuera para lograrlo, no tenía importancia. Y Ahora sería capaz de hacer lo mismo y más por ti.

-   Es una extraña manera de amar ¿no crees?... Yo jamás estaría de acuerdo con algo así… yo no soy Yuuki. Yo no podría perdonar que por mi causa alguien más sufriera…

-   No soy perfecto…

-   Hmmp… que fácil decir eso.

Zero apretó los puños. Kaname decía con tanta facilidad que lo amaba y él no lograba comprender por qué, cómo o desde cuándo; como tampoco podía comprender por qué si él se sentía igual, no era capaz de hacer lo mismo y en cambio lo cuestionaba. Tenía el deseo de decirle “te amo también”, pero no podía, era más fuerte la parte en él que quería golpearlo y echarle en cara todo su dolor; la parte en él que no quería doblegarse y que quería estar completamente seguro de que esto no era una mentira más. Su mente se encontraba hecha un caos entre lo que sentía y sus dudas.

-   Zero – El vampiro volvió a atraer su atención. - Antes de ti sólo amé a una persona, pero la perdí; no fui capaz de protegerla. Tampoco fui capaz de proteger a Yuuki y aunque soy un sangre pura, muero de miedo de tan solo pensar que algo malo te pueda suceder a ti y me frustra como no tienes idea el no tener ahora el poder suficiente para protegerte.

   >…Nunca he conservado a alguien a mi lado y no conozco otra manera de amar más que esa… posesiva, egoísta, dependiente… Zero, por favor perdóname, es lo único que puedo decir. No lo merezco, lo sé. Todos estos treinta años he estado pensando como compensarte por el daño que te causé; pero pienso en tu familia, en tu humanidad y me doy cuenta que sólo mi vida lo haría de cierta forma; sin embargo soy egoísta y no quiero morir, quiero seguir viendo tus ojos, quiero seguir mirándote aunque sea de lejos, aunque me odies; pero, si tú decides lo contrario, también estaría bien, si es por tu mano, tampoco me importaría morir.

-   ¿Desear tu muerte?, ¿Odiarte?… - Zero desvió la mirada y sonrió ligeramente. - Sí, debería. Yo en verdad me he esforzado en odiarte… lo cierto es que… a pesar de todo… no puedo.

Al escucharlo Kaname abrió los ojos con sorpresa e impulsivamente se acercó más a él. Zero al sentir la cercanía retrocedió hasta quedar de espaldas contra la puerta. En otro momento esa evasión le hubiese dolido a Kaname pero en este momento no; el cazador le había dicho algo que había deseado escuchar desde hacía tanto tiempo y además le estaba permitiendo hablar y decir lo que sentía.

 -   ¿No me odias?, yo siempre creí que…

-   No… no te odio… quizá lo hice pero en algún momento ese sentimiento desapareció. Sin embargo tampoco me es fácil perdonarte… son tantas cosas; además somos tan diferentes.

-   A mi esas diferencias sólo me hacen amarte más. Son esas diferencias las que me hacen verte como lo más bello que he conocido en mi vida… Sé que no me crees, pero Zero, a pesar de todo, a pesar de mí mismo; desde el primer momento en que te vi dejaste una huella imborrable en mí, eso no es mentira; como tampoco lo es el hecho de que después poco a poco te fuiste adentrando en mi corazón. No me di cuenta desde el principio, fui tan ciego; pero creo que te he amado desde ese entonces, desde que te conocí, o quizá, quizá sólo he existido con el objetivo de llegar a conocerte para amarte.

Zero se llevó una mano al rostro y cubrió sus ojos con ella. Kaname no se movió pero vio como éste apretó el puño de la otra mano.

-   ¿Zero?

-   Todo es tan complicado.

-   Ze…

-   ¿Por qué no puedo odiarte?, ¿Por qué me preocupa lo que te pueda suceder?. Se supone que lo hacia todo por Yuuki, ¿en qué momento dejé de pensar en ella como el motivo para seguir adelante?, ¿en qué momento ella dejó de ser la excusa para estar cerca de ti? … todo parece haber sucedido en otra vida… no quiero creer en ti, pero…

Kaname emocionado por esas palabras se acercó más a él. Zero retiró la mano de su rostro pero para entonces Kaname ya había podido percibir el ligero aroma saldado de las lágrimas que querían escapar de sus ojos. Zero lo miró a los ojos con cierta desesperación.

-   Zero, te he mentido, te he usado, he manipulado tu vida y no sabes cuánto me arrepiento de eso. Si pudiera cambiar el pasado lo haría. Quisiera no ser un monstruo. Quisiera poder tocarte sin temor a ensuciarte con estas manos que han causado tanto daño a lo largo de mi existencia. Desearía tantas cosas, pero no merezco ninguna de ellas. Aun así quiero que sepas que no he mentido en decirte que te amo. En verdad de amo. Te amo Zero y soy tan egoísta que quisiera que tú me correspondieras.

-   Yo soy un idiota… y  además debo estar loco.

-   No, para mi tú eres perfecto… y lo que más deseo es seguir amándote por siempre.

-   Entonces… ámame.

 El impacto de esas dos palabras le robó el aliento a Kaname. Su pecho se inundó de una gran energía. ¿En verdad había escuchado eso?

 -   ¿Qué… qué has dicho?

-   ¡Que me ames! – Zero casi gritó aquellas palabras y bajó la mirada. La expresión de Kaname se transformó en un poema de emociones – Ámame Kaname y demuéstrame cuanto lo haces. Por favor tómame y destruye por completo esa resistencia que quiere surgir dentro de mí y apartarte. Ámame Kaname y permanece a mi lado porque… a pesar de todo, apesar incluso de mi mismo, creo que... yo también te amo.

 

 

Notas finales:

Hola, un poco atrasado pero aquí lo tienen. Espero lo hallan disfrutado. Por cierto, creo que serán en total cuarenta y cinco capítulos (demasiados ¿No?). Gracias por su paciencia. Les mando un beso y espero me honrren también con sus comentarios. Nos leemos en unas semanitas si no hay complicaciones.


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