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AL FINAL DE LA NOCHE por Amaya Kurau

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Notas del capitulo:

 

 

EPÍLOGO 

Amanecer

 

En la larga noche que trascurre, podría mentirme y fingir que nada sucedió;

decirme que todo fue una ilusión,

que no me dejé envolver en tus alas y me perdí en tu mirada;

olvidar que te entregué mi corazón.

 

Pero nada ganaría, sólo más dolor.

Pues en esta noche que trascurre, me he perdido tantas veces que ya no sé ni quién soy.

     

 Pero a pesar de todo quiero volar hacia ti y volverte a ver.

Sin miedo a no alcanzarte. Sin miedo a que me olvides.

Aun si he perdido mis alas, entregadas o arrebatadas.

Después de tanto tiempo quiero que la noche termine, quiero ver el amanecer.

Ver tus ojos y perderme en tu mirada.

Fundirme en ti y en tu alma

Quiero robar tu corazón y amarte hasta que salga el sol.

 

 

 

Primavera, varios siglos después…

 

 

Arrojó el libro a la chimenea y esté se fue consumiendo lentamente por el fuego, convirtiéndose en cenizas.

Allí había descubierto información valiosa. Sin ella quizá no hubiese podido concluir la investigación que Kaname-sama le encomendó. Pero ya no era necesario, como tampoco lo eran el resto de los reportes que allí encontró. Si nada hubiese cambiado en esos años, incluso hubiese llegado a creer que podrían utilizarlos, pero afortunadamente no fue así.

Todavía hoy recordaba el día que llegó a sus manos de la persona menos esperada.

 

Era mediados del otoño del año siguiente en que todo aquello había ocurrido. Todos se encontraban haciendo su máximo esfuerzo, tanto vampiros como cazadores, para restablecer el orden; y Kaname-sama trabajaba más que nadie. Reuniones, reformas, acuerdos y una que otra ocasión, enfrentamientos.

Kaname-sama parecía tener muy claro su objetivo, sin embargo, su consumo de tabletas de sangre había aumentado de manera alarmante. Todos los más allegados a él se habían percatado de eso, pero él no parecía tener interés alguno en ocultarlo. De hecho, su mirada se mantenía triste pese a que conservaba su porte y elegancia. A pesar de todo ninguno se atrevió siquiera a sugerir la idea de proveerlo. Para todos era claro que Kaname-sama necesitaba de Kiryuu-kun, quizá siempre lo haría.

Ese día Ichijou fue hasta su laboratorio; que más que laboratorio se había convertido en biblioteca, dado que seguía investigando en libros antiguos, tanto de la sede como del senado, pistas que lo llevaran a descubrir la manera para lograr la cura del vampirismo; y le dijo que tenía información valiosa pero que debía ir con él a recogerla.

Al principio creyó que estaba bromeando, pero no fue así. Ambos se dirigieron esa tarde a lo que eran los terrenos de la academia Cross. Que por deseos de Kaien-san, no sería reconstruida por el momento, y allí se encontraron con Okami Shion.

Por algún motivo estaba libre de la prisión del Senado donde había sido recluido, y su primera reacción al verlo fue lanzarse contra él. Sin embargo, Ichijou lo detuvo.

-   Espera Hanabusa – dijo - no vinimos a pelear aquí.

-   ¿Qué rayos hace él, libre?

-   Yo hice que lo liberaran…

-   ¿Lo sabe Kaname-sama?

-   No.

-   ¡¿Y por qué es que tu…?! Si Kaname-sama se entera.

-   No lo hará. Si he dejado que Okami sea liberado, es porque él tiene información valiosa para nosotros.

-   ¿Qué información valiosa podría darnos alguien como él?

-   Información sobre lo que has estado investigando.

Aquel vampiro, que se había mantenido impasible frente a ellos, se llevó una mano al interior de la gabardina y extrajo lo que parecía ser un libro y se lo extendió a Ichijou.

-   Como lo prometí – dijo inexpresivamente - Allí están todos los resultados de sus investigaciones.

-   ¿Eso es cierto? – preguntó Ichijou sin abrirlo.

-  Que tu acompañante lo revise para confirmarlo – dijo refiriéndose a él – No miento. No tendría por qué.  De hecho, tu abuelo obtuvo los beneficios de una de ellas. Las tabletas de sangre. Gracias a eso la familia Ichijou cobró más poder y renombre en la sociedad de vampiros.

Ichijou miró detenidamente al pelirrojo.  A él en cambio le costaba trabajo comprender de lo que estaban hablando esos dos.

-   ¿Por qué de buenas a primeras decidiste entregármelo a mí? – había preguntado Ichijou.

-   Por haber salvado mi vida esa tarde; porque supongo que ustedes sabrán darle un buen uso y porque creo que Liam-sama querría que Kiryuu lo tuviese…

-   ¿Por qué él querría algo como eso?

-   No lo sé. Le serví desde que era niño, pero nunca comprendí su sentir ni su manera de actuar. Él me entregó ese libro de anotaciones antes de que todo iniciara y no me dio ninguna instrucción al respecto. Quizá él sabía lo que sucedería ese día, quizá siempre lo supo y por eso lo hizo.

-   ¿De qué hablas?

-   No lo sé, es solo que Liam-sama no era lo que creen. Comenzó a actuar diferente desde que conoció al hermano de Kiryuu, Ichiru. Antes sólo llevaba una vida tranquila y luego, después de conocerlo a él… Quizá si sus caminos nunca se hubiesen cruzado nada de lo que pasó hubiese sucedido.

-   Lamentablemente eso nunca lo sabremos.

-   Tienes razón. Porque no importa cuanto haya yo querido a Liam-sama o cuanto ustedes quieran a Kuran Kaname; sólo somos piezas en el tablero de ajedrez de los sangre pura y, quizá nunca sabremos quién ganó en realidad esa partida.

-   Pues para mí no hay ni hubo ningún juego. Cada uno defendió lo que amaba.

Después de decir aquello, Ichijou le había dado la espalda a Okami,  alejándose con el libro hacia él. Ese vampiro por su parte, después de volverse hacia el horizonte mientras el viento mecía su pelo, desapareció en un parpadeo.

Esa fue la última vez que supieron de él.

 

-   ¿Hanabusa?, ¿Qué haces?, hoy es el día, se nos hará tarde.

La voz de Kain lo sacó de sus recuerdos y lo hizo girarse hacia la puerta.

-   Ya estoy listo - dijo.

-   Pues démonos prisa o Shiro se molestará si lo hacemos esperar –  Kain que ya llevaba en el brazo su abrigo.

-   Sí, claro. – Aidou hizo un gesto de fastidio - Ese chico me gustaba más cuando era niño, ahora se parece demasiado a Yagari-san.

-   Hmmp… y tú sigues sin agradarle mucho que digamos…

-   Es lo mismo de mi para él.

-   Jajajaja… Lo dices sólo porque estás celoso. En primera fuiste tú quien le presentó a Lisa.

-   Pero no para que la enamorara. Ella es mi sobrina… - Aidou volvió a hacer un ligero puchero y también tomando su abrigo se dirigió hacia él. Kain volvió a sonreír y se hizo a un lado para dejarlo pasar.

-   Por cierto, ¿Quemaste algo en la chimenea, Hanabusa?

-   Papeles innecesarios – respondió éste, saliendo de la habitación. Kain miró su espalda mientras se alejaba por el pasillo y luego dio una última ojeada a la estancia y también salió cerrando la puerta tras de sí.

 

[….]

 

Cruzó la alta verja metálica y avanzó lentamente por la vereda. El viento mecía suavemente la copa de los árboles y el ambiente tranquilo parecía embargarlo incluso a él.

Después de andar varios minutos, llegó hasta la orilla del acantilado y cerró los ojos. Allí el viento se sentía con mayor intensidad. Olía a hierba húmeda, a bosque y absurdamente, a vida. 

-   Ya no es necesario que sigas vigilando - dijo repentinamente -  Puedes ir a visitar a tus padres si lo deseas.

-   Mi madre se molestaría si supiese que he dejado mi puesto – dijo la voz tras él.

-   Tu madre haría lo que yo le ordenase – recalcó él sin girarse, mirando el enorme lago que se extendía frente a él.

-   Lo siento Kaname-sama.

-   ¿Y ahora por qué te disculpas?

-   Por mi insolencia.

Él se giró y miró impasiblemente a la joven que estaba frente a él.

-   Está bien, Yoruno – dijo - Me acostumbré lo suficiente a los modos de tu padre. Anda. Después ve a la asociación. El presidente y Aidou necesitarán tu ayuda.

-   ¿Usted no irá?

-   No, ya me he disculpado con tu hermano antes. Así que está bien.

La joven de pelo negro y ojos azules que hasta entonces había fungido como su guardaespaldas, hizo una reverencia y se alejó.

Se parecía en su andar y habilidades a su madre, Seiren. Pero en todo lo demás, incluso en su carácter, se parecía a su padre y ni que decir a su hermano mayor.

Cuando la joven se perdió de vista. El volvió a mirar hacia el horizonte. El sol lastimaba sus retinas; pero como poco a poco descendía camino a ocultarse y sus rayos comenzaban a disminuir en intensidad, podía tolerarlo.

Después de unos segundos de estar observando, cerró los ojos y alzó ligeramente el rostro hacia el cielo. Por primera vez se permitió sentir verdaderamente esa poca calidez sobre su piel. Un vampiro no podía andar a la luz del día sin perder energía y posteriormente ser lastimado por los rayos de sol. Pero para él, eso ya no importaba. Tranquilamente aspiró nuevamente el aroma que lo rodeaba. Una sutil esencia a flores de cerezo llegó a él. Cierto, nuevamente era primavera.

Volvió a abrir los ojos lentamente; luego se giró y se encaminó entre las lápidas hasta llegar a aquellas por las que estaba en ese lugar.Cuando las tuvo enfrente, recorrió con la vista lentamente cada una de ellas.

Tantos años le había tomado; tantos años en que había soportado en silencio la soledad. Pero finalmente hoy era el día, finalmente hoy se firmaría el acuerdo de paz y coexistencia entre humanos y vampiros; y en poco tiempo se crearían nuevos centros de convivencia y la vacuna contra el vampirismo se pondría oficialmente en circulación. En cuanto al metal, desde hacía años que el horno se había apagado.

Una sonrisa se formó en sus labios. Su tarea había terminado. A partir de ahora era responsabilidad de humanos y vampiros salir adelante. Él había trabajado por realizar las reformas requeridas y la creación de nuevas leyes; y también había pactado los acuerdos. Pero, sobre todo. Gracias a Aidou había creado una esperanza para los vampiros también. Finalmente había cumplido con su promesa. Ya nada lo ataba.

Una fuerte ráfaga de viento golpeó contra él y agitó su ropa y pelo, pero él no se inmutó. Se acercó a una de las lápidas y deslizó la punta de sus dedos por las letras grabadas en ella.

-   Yuuki – dijo al posar sus dedos sobre el nombre – mi pequeña Yuuki. Lo lamento, ha sido mucho tiempo ¿no?... Yo, yo realmente quiero creer que puedes escucharme, deseo tanto que sea así. Porque,  si puedes hacerlo, entonces podrás saber cuánto lo siento. Sé que el día que te marchaste prometí que estaría pronto contigo. Lamenté no haber cumplido mi promesa en ese entonces y lamento no poder cumplirla ahora.

   >… Lo siento, no podré estar a tu lado porque quiero estar con él… quiero estar con Zero porque lo amo, lo amo con todo mi ser… Sé que le hice mucho daño; y sé que quizá por eso mismo el destino no permitió que en ese entonces estuviese con él; pero, aun así, no puedo dejar de pensar aun hoy que si lo hubiese atesorado desde un principio, estaría conmigo…

   >… Yuuki, no me arrepiento del tiempo que pasé contigo, jamás lo haría, pero sé que comprenderías si estuvieses aquí… Lo sé… sé que comprenderías cuanto lo amó aun cuando se ha ido… por eso es que quiero seguirlo… porque él es todo para mi….

Detuvo la palma de su mano sobre la lápida y la miró un largo rato mientras recordaba la sonrisa de la pequeña niña que él cuidó, a la que le leía cuentos, la que lo esperaba en la nieve, la que se sonrojaba al verlo a los ojos, la que siempre intentó iluminar su vida.

-   Yuuki… gracias por todo. Pero, sobre todo, gracias por guiarme a él. Si no hubiese sido por ti, quizá jamás hubiese estado cerca de él… Por eso quiero pedirte… Por favor guíame nuevamente a él. Si sabes donde ésta, por favor guíame. Te lo ruego…

Después de esa suplica, se mantuvo observando un poco más esa lápida, luego se incorporó dejando una última caricia sobre el mármol y se situó frente a la lápida que estaba al lado de la de Yuuki. Al verla su mirada se entristeció. El emblema de una rosa se encontraba tallada en la parte superior y le seguían el nombre de Cross Kaien.

El cazador no había logrado ver el resultado de todo su trabajo, falleció medio siglo después de la muerte de Zero. Aún recordaba sus últimas palabras.

Kaname-kun, lamento no poder seguir apoyándote; pero sé que lo lograrás. Por favor no desistas. Donde sea que Zero se encuentre, él te estará esperando. Porque que sé que él te amó con todo su ser. El siempre deseó proteger a aquellos que amaba. Aún recuerdo el día en que me dijo que le importabas y que deseaba protegerte, y aunque no me haya dicho que te amaba, sé que era así, porque era mi hijo y lo conocía. Y sé que, aunque fue muy poco tiempo, también tú lograste hacerlo feliz, algo que tanto Yuuki como yo deseábamos. Gracias Kaname-kun. Gracias por mostrarle luz en ese bosque oscuro en que se encontraba”

Se acuclillo frente a la lápida y posó la palma de su mano sobre ella.

-   Kaien… perdón por no haber vuelto en tantos años.

Miró el ramo de azucenas blancas que había sobre la lápida. Al parecer, aunque no habían vuelto a ver a Isaya-san, él seguía visitando este lugar. Una sutil sonrisa apareció en sus labios.

-  ¿Sabes? - continuó - Lo hemos logrado… Finalmente creo que podrá haber paz… Aquello que deseaste se cumplirá; y tal y como dispusiste, la academia Cross volverá a ser reconstruida ahora que se ha logrado. Y yo, yo finalmente podré estar con él. Fue mucho tiempo el que esperé por este día, pero finalmente ha llegado.

  >… Kaien, gracias por todo. Tu siempre supiste de mis sentimientos por él, ¿cierto?... Tú te percataste antes, incluso que yo, de lo que sentía. En verdad eras capaz de ver más de lo que yo, siendo un sangre pura milenario.

Volvió a deslizar la punta de sus dedos por la lápida y luego se puso en pie y paseó su vista por el cementerio. Era un lugar antiguo y muy tranquilo. Volvió a mirar hacia la lápida de Cross. Tantos conocidos habían partido en ese tiempo.

Primero fueron los padres de Satoru; Sayori y Takeumi. Humanos que habían contribuido fervientemente al proyecto de coexistencia. Especialmente Sayori, que como senadora facilitó enormemente el establecimiento de las bases para los acuerdos posteriores con el gobierno humano.

Después de ellos, fue Kaien. Quien, aunque no volvió a fungir como presidente de la asociación, le brindó todo su apoyo para iniciar los acuerdos con la misma.

Después de Kaien fue Satoru, quien siempre fue humano y que continuó con la labor de sus padres hasta el último día de su vida.

Tiempo después, fue Yagari-san quien se marchó. Él fue presidente de la asociación en todo ese tiempo, dado que Kaito rechazó la oferta; y fue precisamente gracias a él que muchos acuerdos se llevaron a acabo. Él, Kaname, siempre supo que todo lo hacía por Zero a quien quiso como un hijo, pero también sabía que lo hacía por sus propios hijos. Para quienes deseaba un mundo en paz.

Unas décadas después de la partida de Yagari, fue que finalmente se encontró la cura. Pese a lo previsto, varios vampiros se ofrecieron como candidatos para pruebas y luego para usarla. Algunos de ellos fueron Ichijou y Seiren. Quienes se convirtieron en humanos.

Después de eso, ella sólo tuvo que esperar un poco para reunirse con aquel al que amó. En cuanto a Ichijou, él pasó esos años como humano al lado de Kaito. Después, también ambos se marcharon. Kaito antes que él.

En ese tiempo restante, Ichijou fue su mano derecha; y hasta el final conservó esa sonrisa característica suya. Siempre albergando la esperanza de que pronto volvería a reunirse con Kaito. Hasta el último día de su vida amó al castaño y hasta el último día de su vida fue feliz. Verlo le dolía a veces, en especial al recordar a Zero. Pero aun así, a pesar de sentirse aún más sólo con su partida, le alegraba haber podido cumplir el  deseo de su amigo.

Pero para él, esos años habían sido peor que una eternidad. Cuando la cura se descubrió, no pensó que fuera a tomar tanto tiempo llegar hasta este día.

-   Pero hoy… hoy finalmente le volveré a ver…

Dejó la tumba de Kaien y lentamente se acercó a las de la familia Kiryuu. Allí se encontraban sepultados los padres y hermano de Zero. Y aunque no hubo un cuerpo, también estaba la lápida de Zero. Kaien así lo había deseado; por sí mismo y porque además, había muchos humanos que apreciaban a Zero; y un lugar que visitar, sin duda los reconfortaría. Pero para él, verla la primera vez le provocó náuseas y un profundo dolor. Su Zero no está allí, su Zero se había convertido en cenizas. El destino se lo había arrebatado.

Se acuclillo y acarició la lápida y pasó sus dedos por el nombre grabado en él. Los humanos eran afortunados. Al menos tenían un lugar donde llorar a sus seres queridos, al menos no tenían que esperar tanto para reunirse con ellos. Pero los vampiros eran diferentes. Ellos no creaban tumbas pues en ellos el tiempo se llevaba los recuerdos y al morir no quedaban más que cenizas que a veces el viento esparcía borrando de golpe su existencia. Como si en primer lugar fuesen un error que la naturaleza pasó por alto y que sólo al darse cuenta de ello justo al final, se precipitara a borrar cualquier indicio de su paso por este mundo. Pero incluso entre los vampiros, en un sangre pura, al no morir, los recuerdos podían desaparecer pero el dolor permanecía eternamente. Él ahora ni siquiera tenía la oportunidad de volverse humano.

En casi toda su existencia, nunca había creído que hubiese un lugar al que las almas fueran después de morir, ni siquiera había pensado que tenía un alma y mucho menos había creído en la existencia de algún tipo de dios. No creía en eso porque no podía concebir la idea de que él hubiese nacido de esta manera y que ese tipo de dios fuera un ser completamente cruel por condenarlo a vagar por este mundo eternamente en soledad. Pero cuando conoció a Zero, creyó que finalmente la vida se había compadecido de él. Ahora quería creer en ese dios y en ese lugar especial, porque esa era su única esperanza para volver a verlo, para estar reunido con él en la eternidad.

Así que debido a eso, ésta tumba se convirtió en el lugar donde concentró sus recuerdos y esperanzas. Por eso a pesar de saber que el cuerpo de Zero había desaparecido, quería creer que en este lugar había algo de él y que sería la puerta que lo llevaría a su lado. Por eso mandó sembrar rosas azules a su alrededor; y los primeros años venía continuamente aquí y se pasaba horas hablando con su recuerdo. Por eso creía que éste era el lugar ideal.

Se llevó una mano al pecho y extrajo del interior de su gabardina la Bloody Rose. Continuaba siendo hermosa aun con las fracturas que portaba; y para él, emitía cierta calidez. La llevó hacia su rostro y posó su frente sobre ella cerrando los ojos. Ésta arma lo había acompañado durante todo ese tiempo en todo momento y ahora le ayudaría a cumplir su promesa.

-   Zero… - susurró con suavidad y su expresión se tornó aún más serena.

“…te amo y no puedo evitar sentirlo como tampoco puedo evitar creer que el conocerte era mi destino. Y ahora sé también que desde que vine a este mundo y hasta que me convierta en polvo, siempre fui y seré sólo tuyo. Te pertenezco Zero; tú eres mi luz, eres mi vida y mi razón de existir…”

Sin abrir los ojos ni alejar el arma, Kaname sonrió tristemente al recordar aquella confesión. Ese fue el comienzo de los días más felices de su vida. Recordó la manera en que Zero lo abrazó aquella noche, recordó como lo dejó beber su sangre y recordó cuando le suplicó que lo amara.

“…Ámame Kaname y demuéstrame cuanto lo haces… Por favor tómame y destruye por completo esa resistencia que quiere surgir dentro de mí y apartarte… Ámame Kaname y permanece a mi lado porque… a pesar de todo, a pesar incluso de mí mismo, creo que… yo también te amo”

Todos los recuerdos estaban tan vividos en su memoria. Las expresiones de Zero mientras hacían el amor, la manera en la que decía su nombre, la manera en que lo miraba.

Zero lo rescató de ese abismo de soledad aquella tarde nevada en que lo conoció; pero lo hizo sentir vivo nuevamente esa tarde en que hicieron verdaderamente y por primera vez el amor. Y sin duda debió odiarlo, pero en vez de eso lo rescató y lo envolvió entre sus alas.

Zero… mi Zero…

Suaves lagrimas humedecieron sus pestañas.

“¿Por qué no puedo odiarte?, ¿Por qué me preocupa lo que te pueda suceder? Se supone que lo hacía todo por Yuuki, ¿en qué momento dejé de pensar en ella como el motivo para seguir adelante? ¿en qué momento ella dejó de ser la excusa para estar cerca de ti? … todo parece haber sucedido en otra vida… no quiero creer en tus palabras, pero…” 

“Te amo, te amo y ojalá mis padres y Yuuki me perdonen, pero no pudo estar sin ti. Te necesito. Quiero que te quedes conmigo Kaname, quiero estar a tu lado hasta que, como tú lo has dicho, éste mucho se convierta en nada”

“Lo único que pasará es que tú y yo siempre estaremos juntos. Eres mío Zero, ya no puedes dejarme. Me perteneces como yo te pertenezco a ti. Te amo… ¿Tú me amas?

Te amo Kaname”

-   Zero…

Las lagrimas finalmente comenzaron a descender por sus mejillas. Esas confesiones, esas promesas, todo dolía igual que siempre.

Lo que había venido después parecía ser un sueño demasiado lejano. Su separación, los enfrentamientos, ese castillo desmoronándose frente a sus ojos y esa carta que aun hoy conservaba en su memoria con cada detalle, con cada palabra…

-   Zero… por favor déjame volver a verte… Quiero estar contigo, Zero… Ya no hay nada que me até aquí… Todo este tiempo pensando en ti, llamando tu nombre, soñando contigo… Por favor Zero… no puedo vivir un día más sin ti…

La imagen de Zero sonriéndole acudió a su memoria y entonces él también sonrió.

“Te amo Kaname… soy y siempre seré tuyo, no importa qué, no importa cómo, no importa dónde; nada cambiara eso”

Separó el arma de su rostro y se incorporó. Luego cerró los ojos tranquilamente y llevó la pistola contra su pecho.

 

El disparo resonó con fuerza en el cementerio y una parvada de aves salió volando de entre los árboles, despavorida.

Kaname cayó de rodillas al piso con los ojos completamente abiertos y con la respiración detenida…

Una fuerte ráfaga de viento sopló trayendo consigo una lluvia de pétalos de flor de cerezo y el tiempo pareció detenerse en ese instante al igual que su corazón.

Luego, luego todo pareció quedarse sumido en un total y profundo silencio.

Su brazo con que sostenía el arma, estaba siendo sujetado con fuerza y el disparo había sido desviado…

Repentinamente los engranes del destino parecían comenzar a girar de nuevo y lentamente bajó la vista.

El mundo volvía a tener sonido.

El entorno volvía a tener color.

-   No… no… no lo hagas…. No lo hagas…

Una cabellera plateada recargada contra su pecho hizo que su corazón diera un vuelco.

Atrayendole consigo,  cayó de rodillas al piso al tiempo que tambien dejaba caer la pistola; y sin darse cuenta, lagrimas surgieron y resbalararon  copiosamente por sus mejillas.

Esa voz….

-   ¿Ze….¿Zero?

Sus labios comenzaron a temblar y su respiración se volvió errática ¿Era un sueño?, ¿estaba soñando, o verdaderamente estaba muerto?

El joven levantó el rostro y lo miró asustado. Él volvió a abrir los ojos desmesuradamente al ver ese color amatista. No, no era un sueño; tampoco estaba muerto. Ese era su Zero.

En ese mismo instante lo atrajo hacia su cuerpo y lo abrazó con fuerza y desesperación contra su pecho y comenzó a llorar.

Sus sollozos pronto se volvieron audibles y su cuerpo comenzó a temblar descontroladamente.

-   Ze…ro… Ze... Zero…

No podía hablar. Su voz se había quedado atascada en su garganta.

El joven se aferró a las solapas de su gabardina mientras era abrazado y levantó el rostro nuevamente hacia él.

-   Sí, soy yo… he vuelto…

Al escucharlo, Kaname se separó un poco para mirar ese rostro que tanto amaba… no podía creer que esto fuese real…

Zero alzó ambas manos y tomó su rostro mientras lo miraba angustiado.

-   ¡Lo siento!, ¡lo siento! - comenzó a suplicar – ¡lo siento!… ¡casi te pierdo!… ¡perdóname!… ¡Kaname, perdóname!

-   ¡Esto… ¿Cómo…?!, ¡yo… yo creí… creí…! - Kaname no podía respirar. Zero en respuesta  se acercó y comenzó a besarlo con tal desesperación que Kaname no tardó en corresponder. Un beso completamente desesperado hasta que les hizo falta el aire. Al separarse, Kaname comenzó a acariciar el rostro del joven - ¡Zero… esto no es un sueño!… ¡eres real!, ¡estás aquí!…

-  ¡Estoy aquí!, ¡al fin!… ¡Kaname… perdóname, por favor perdóname!… ¡tú me llamabas, me llamabas una y otra vez, pero no podía despertar!… ¡perdóname!… ¡casi te pierdo!…

Al escucharlo, Kaname finalmente pudo tener un poco de lucidez en medio de su desesperación y lo alejó nuevamente un poco de si y lo observó. Zero no tenía herida alguna, pero traía la misma ropa que la última vez que lo vio. Ésta estaba rasgada y manchada de sangre y sólo su pelo era un poco más largo, pero fuera de allí, era su Zero.

-   ¿Por qué?...  – cerró los ojos y sujetó los hombros del joven con fuerza - Yo… creí… yo creí todo este tiempo que tú... que tú estabas muerto…

Al verlo, Zero sujetó sus muñecas y separó sus brazos de si y lo atrajo contra su pecho y lo abrazó de manera protectora… estaba asustado y Kaname también fue capaz de sentirlo.

-   Fue por ti que no lo hice… - dijo.

-  Yo te busqué… te busqué por días… No podía sentir tu presencia… No podía sentir ni un rastro de ti…

-   No sé bien que pasó… solo sé que no quería dejarte…

-   ¡¿Por qué no volviste antes, entonces?!

-   Lo intenté. Te juro que lo intenté... Tú me llamabas… tu voz me llamaba… pero por mas que lo intentaba, no podía salir de allí.

-   ¿De qué hablas?, ¿dónde estuviste?

-  No estoy seguro... Yo estaba muy mal herido y no podía más... Estaba en mi limite y realmente creí que moriría. Cuando vi ese techo derrumbarse sobre mí, creí que era el fin. Pero entonces… la imagen de tu rostro acudió a mí y supe que no podía morir. Yo quería volver contigo. 

   >... Luego no sé exactamente qué pasó. Sentí que mi cuerpo se hacía liviano y  luego como caía en un pozo demasiado profundo y comencé a perder la consciencia de mí mismo. Todo pareció apagarse en mí y no supe más…

   >… No sé cuánto tiempo pasó; pero en algún momento, repentinamente en medio de esa oscuridad, tu voz comenzó a hacer eco… Al principio era apenas un susurro, pero fue haciéndose más clara, más y más. Tu llamabas mi nombre una y otra vez… pero no podía salir de allí y sentía tanta desesperación porque no podía llegar a ti. No quería dejarte… lo prometí… prometí que no lo haría… pero no podía volver…

Kaname no dijo nada; simplemente se aferró más a él y aspiró su aroma. Zero olía a rosas…

Sin pensar, y sin siquiera decir algo, buscó el cuello ajeno y al instante lo mordió. Zero no se movió y sus ojos se nublaron por el placer al sentir los colmillos de Kaname incrustándose en él nuevamente. Había añorado tanto por eso.

Kaname bebía con ansiedad viendo sus recuerdos, al tiempo que lo sujetaba con fuerza por la cintura y lo pegaba más a su cuerpo.

Zero no pudo contenerse más, sus ojos se tornaron carmesí; y también mordió al vampiro. La sangre tibia fue deslizándose por su garganta y sin más comenzó también a ver los recuerdos de Kaname. Todos ellos.

El tiempo transcurrido era algo de lo que él no era consiente hasta ese momento. Pero habían sido demasiados años. Lagrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas al comprenderlo; y también al experimentar los sentimientos de Kaname. Dolor, desesperación, miedo, tristeza. Kaname había experimentado todo eso durante años, nuevamente solo.

Lo abrazó con más fuerza.

Kaname… mi Kaname… perdóname…

El sangre pura al percibir esos pensamientos en el joven, se separó de él. Con los ojos también en carmesí, lo miró y sonrió por primera vez. Su Zero estaba allí, frente a él y no era un sueño. Era real, completamente real.

Acarició el rostro de Zero y nuevamente sonrió. El joven cerró los ojos disfrutando de su caricia y besó la palma de su mano que se paseaba por su mejilla y apenas lo hizo, la dejó para luego acercarse casi con brusquedad y besarlo nuevamente en la boca.

Era un beso apasionado y de inmediato buscó su lengua con la suya. Kaname lo atrajo más hacia sí. Quería tomarlo, tomarlo allí mismo.

Su pecho iba a explorar en cualquier momento de pura felicidad. Su Zero estaba de nuevo con él. ¿Era un milagro?, ¿Un juego del destino?, no lo sabía, pero ésta vez no lo dejaría marcharse. 

Perdóname Yuuki… no esperes por mi… y mucho menos por él… él es mío… únicamente mío…

-   Ze…ro… - suspiró en medio del beso y al instante se desmaterializó junto a él en docenas de murciélagos; desapareciendo del lugar.

 

Cuando Zero se apartó en busca de aire, se encontraban en una habitación elegante, pero no pudo verla a consciencia ya que Kaname de inmediato lo arrastró consigo hacia la cama a la vez que lo desnudaba.

Él se sentó en su regazo y comenzó a hacer lo mismo con él, con desesperación. Todo su cuerpo pedía por el vampiro, le exigía por ese vínculo que lo complementaba y por cuya necesidad había logrado despertar de su sueño en ese ataúd formado de enredaderas, en medio de una de las celdas subterráneas en las ruinas de la academia Cross.

Besó nuevamente a Kaname. En su condición podía sentir, incluso más que antes, su calor, su sabor, su aroma. Y quería todo, quería que Kaname le hiera el amor, que bebiera su sangre, que lo devorara por completo.

Kaname tenía esa misma necesidad y giró quedando sobre Zero en la cama.

-   Te extrañé tanto… gracias Zero... gracias por volver…

-   Yo también te extrañé…

Los dedos fríos de Kaname recorrieron su piel, pero para Zero eran como fuego marcándolo.

Todo ese tiempo había gritado el nombre de Kaname, lo había buscado en esa oscuridad. Quería volver a verlo, estar con él. Pero ese sueño involuntario en el que cayó para sanar y reponer su energía, lo había mantenido cautivo… Pero ahora, ahora volvía a sentirlo.

Kaname besó su cuello y acarició su espalda recorriéndola cada centímetro. Él lo atrajo más contra sí y pudo sentir lo excitado que se encontraba el vampiro. Así que separó las piernas dándole acceso. Quería tenerlo dentro ya… quería fundirse en uno con él… quería pertenecerle por completo nuevamente….

Kaname leyendo en el rostro de Zero esa necesidad, fue besando su pecho y descendió por su abdomen hasta su miembro, el cual capturó entre sus labios y comenzó a lamerlo. Zero cerró los ojos con fuerza y arqueó un poco la espalda; luego con sus manos sujetó la cabeza de Kaname enterrando los dedos entre sus cabellos. Kaname continuó en un ritmo primero lento, luego más rápido y lento nuevamente, volviéndolo loco de placer y de necesidad al mismo tiempo. Luego comenzó a prepararlo aumentando más su éxtasis.

Zero se retorcía y su respiración se volvió jadeante.

-   No… para… ahhh… para... yo… yo… Kana…me… yo… yo te necesito… en mi…

El vampiro se alejó de miembro de Zero y se acercó nuevamente a su rostro y besó su cuello al tiempo que alzaba sus piernas y sin más, lo penetraba. Zero iba a gritar de placer, pero Kaname ahogó ese grito y el suyo propio en un beso apasionado.

El vampiro no se detuvo, al instante estuvo dentro de Zero, comenzó a moverse con total frenesí… también el necesitaba de Zero tanto… Todos esos años se volcaban ahora en una necesidad apremiante… en un hambre voraz y una sed sofocante. Golpeó una, dos, tres… hasta que perdió la cuenta y su mente únicamente fue invadida por la expresión en el rostro de Zero y los sonidos que brotaban de su boca. Sonidos hermosos. Sonidos que sólo él había provocado, que sólo el provocaría… Sonidos únicamente para él.

Se aferró con fuerza a las sabanas y continuó embistiendo. Zero se aferraba a sus brazos marcándolo con sus dedos y a sus caderas con sus piernas. Él no podía cerrar los ojos. La imagen de Zero era tan irreal en esa realidad. Era hermoso. El sudor mojaba su cabello plateado. Su cuello y pecho estaban perlados por el mismo. Prácticamente escuchaba los latidos desenfrenados de su corazón sincronizados con el suyo y de las pulsaciones en sus venas llamándolo.

Se inclinó sobre su cuello.

-   Te amo Zero… como hombre… como vampiro… - Susurró cerca de su oído y  luego, nuevamente mordió su cuello. Zero gritó ante el placer y también buscó el cuello ajeno y lo mordió…

El intercambio llevó a ambos al éxtasis y Zero se estremeció y llegó arrastrando a Kaname consigo.

 

Cuando Zero despertó, aún era de noche. Las cortinas se mecían suavemente debido a que el ventanal del balcón estaba abierto. Y a la habitación se filtraba un suave aroma a hierba.

Se giró buscando a Kaname, pero se encontraba solo en la habitación. Al instante se asustó y se incorporó de la cama. Pero justo en ese momento el vampiro apareció en el balcón e ingresó a la habitación. Llevaba la camisa a medio abotonar y en la mano traía consigo a la Bloody Rose. Al verlo le sonrió.

-   Ya has despertado.

-    ¿Dónde, fuiste?

-   A recuperarla – dijo mientras le mostraba la pistola –  La olvidé en el cementerio y supuse que querrías conservarla…

-   Ya no soy un cazador… pude ver muchos de tus recuerdos en tu sangre - Kaname se acercó y la dejó en su regazo.

-  Yo también vi tus recuerdos. Pero es tuya. Yo la creé para ti, ¿lo has olvidado?… Además, ella siempre me dio esperanzas en el tiempo que no estuvimos juntos. Anoche recordé aquello que me dijiste en esta misma mansión la mañana posterior a estar juntos. Me dijiste que nunca la dejarías atrás sin un motivo. Que era tuya y que para mí tenía que ser un recordatorio de que volverías…. Y era verdad…solo que yo no pude verlo claramente, nuevamente…

Zero lo miró a los ojos unos segundos; luego tomó el arma y la acarició. Entonces sus ojos se volvieron carmesí y de la Bloody Rose salieron algunas enredaderas que se enroscaron en su brazo y se incrustaron en su piel. El aroma de su sangre invadió la estancia y al instante las fracturas del arma desaparecieron. Kaname lo observó por unos instantes y luego sonrió.

-   Ya no eres un vampiro cualquiera, Zero.

-   Al parecer no…

-   Zero, tanto Artemis como la Bloody Rose son las únicas armas que existen ahora y lo harán hasta que ambos desaparezcamos.

-   ¿Crees que volvamos a usarlas?

-   No, pero serán un recordatorio para ambos de todo lo que perdimos y de todo lo que ganamos.

-   Si.

Kaname se inclinó sobre él y lo besó castamente en los labios.

-   Lamento haberte dejado solo tantos años, Kaname; y no estar allí para ayudarte a lograrlo.

-   Supongo que es algo que tendrás que compensarme muy bien.

-   Hummp.

El vampiro se alejó nuevamente y miró el exterior a través de una de las ventanas.

-   ¿Por qué no lo hiciste Zero? – el joven levantó la vista hacia él y vio como Kaname se llevaba la punta de los dedos a los labios. Lo miró ligeramente desconcertado.– Pude verlo en tus recuerdos, él te ofreció su sangre. Si lo hubieses hecho…

-   Él me dijo que lo hiciera para que mis heridas sanaran… pero… ¿en verdad crees que podría hacerlo?

-   Zero…

-   Yo no podría beber más sangre que la tuya, Kaname. Al menos eso es lo que siento… Y en ese momento no pensé en lo que podría suceder, sólo no quería traicionarte.

El vampiro lo miró conmovido.

-   Bueno… eso ya no importa. Ahora que te tengo aquí, a mi lado nuevamente, me alegro que no lo hayas hecho…

Zero le sonrió y lo sujetó de la camisa y lo atrajo hacia sí. Kaname sonrió y lo siguió a la cama.

-   ¿Sabes?... En ese momento quise preguntarle por qué se había dejado capturar, pero al final no pude hacerlo.

-   ¿Crees que él lo hizo a propósito?

-   Si, lo hizo. Pudo haber esquivado el lobo, pero no lo hizo.

-  Ya no pienses más en eso. No, mejor dicho, no quiero que pienses más en él. No quiero que pienses en nadie que no sea yo… Me lo debes…

-   Bien… entonces llévame lejos… - Zero le susurró mientras besaba su cuello sugerentemente.

-   ¿Cómo?

-   Continuemos juntos a partir de aquí Kaname... No te pido que empecemos de nuevo porque no quiero olvidar nada de lo que nos permitió estar juntos... Pero ya no quiero separarme de ti… no quiero pensar en nadie que no seas tú y... tampoco quiero que pienses en nadie más que no sea yo…

-   ¿Así que Kiryuu Zero también es posesivo?

-   Kiryuu Zero es posesivo con aquello de lo que se sabe dueño.

-   ¿Así que eres mi dueño?

-   Lo soy, como tú lo eres mío. Y… - le dio un beso corto en los labios y lo miró a los ojos con un intenso brillo en los suyos – … de nuestras cadenas Kuran… yo hace mucho tiré la llave lejos.

Kaname sonrió y volvió a situarse sobre Zero mientras lo besaba, esta vez con más tranquilidad. Después de todo, el tiempo era algo de lo que disfrutarían de ahora en adelante. Y aunque aún había muchas cosas, de lo que había sucedido en esos cientos de años, de las que hablar. Estaba seguro que todo iría bien…Ya no había ninguna duda y jamás la habría.

Algo si había cambiado ese día trágico hacia tantos años. Ese día trágico en que Yuuki se sacrificó. Pero fue algo que no comenzó allí, sino que siempre estuvo, sólo que hasta ese día lo descubrió. Descubrió lo que sentía por Zero. Un sentimiento doloroso pero igualmente hermoso, que le hacía desear intensamente ir a él para tomarlo y entregarse sin reservas. Amándose por toda la eternidad. Así como ahora. Tocando el cielo y el infierno al mismo tiempo. Así era Zero, era un vendaval. Era su todo y lo amaba, porque lo salvó de todas las maneras posibles en que alguien puede ser salvado. Porque le hizo sentir y experimentar cosas que nunca imaginó.

Finalmente se había desecho de las alas para poder estar a su lado para siempre, pero no eran las alas del cazador las que había cortado, sino las suyas; y se las había entregado para que hiciera lo que quisiera con ellas. Pues él, después de miles de años solo, ahora sólo quería estar así, a su lado, abrazándo a su cuerpo hasta que el tiempo los convirtiera en cenizas a ambos.

Nunca más volvería a sumergirse en la oscuridad de la noche. 

Nunca más estaría solo.

 

FIN

 

 

 

 

 

Notas finales:

Hola a todos. ¿Creyeron que el capítulo anterior era realmente el final?... Pues no. Por si no se percataron, nunca puse finalizada la historia. Y como alguien me escribió antes "No creere que ha terminado hasta que no vea la palabra fin" (algo asi). Pues aquí está. 

 

Al principio, en realidad si quería dejar un final donde Kaname perdiera a Zero, después de tanto no lo creí justo. Algo que muchos sintieron (estoy segura). Leí las reacciones de todos al leer el anterior capítulo y se que a muchos no les gustó y otros en verdad lo respetaron. Les agradezco enormemente externaran su sentir de manera tan honesta. 

 

Pues bien. Ahora si. Este fue el final. Muchas gracias por leer "Al final de la noche"

 

Su Autora:

 

Kurau Amaya

 

 


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