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AL FINAL DE LA NOCHE por Amaya Kurau

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CAPÍTULO VII Contradicciones

 

Kaname podía escuchar y sentir como su corazón se encontraba desbocado y latía con fuerza contra su pecho. El del cazador latía igualmente aprisa, pero era el suyo el que parecía querer explotar. Todo su cuerpo y todos sus sentidos le gritaban lo mucho que deseaba al cazador.

Sentía como se incendiaba con sólo su cercanía y no podía seguir callando todo lo que llevaba dentro, tenía que demostrarle al cazador cuanto lo necesitaba.

 Aquel beso era maravilloso, en toda su existencia nunca había experimentado nada igual; lo desarmaba, le hacía dejar de pensar y hacía que sus instintos dieran paso a su verdadero yo. Y  aunque no deseaba nada más que prolongarlo por toda la eternidad; la falta de aire se hizo  presente y tuvo que separarse.

Miró el rostro del cazador. Zero tenía los ojos color carmesí, la frecuencia de su respiración había aumentado y un tenue rubor se había instalado en sus mejillas. No pudo evitar pensar en que era la imagen más hermosa que había visto, y lo mejor era que sólo él podía verla. Aunque tampoco era como que pudiera  pensar en nada que no fuera el cazador y menos si el joven lo miraba tan directamente a los ojos como ahora.

Esos ojos lo hechizaban, lo habían hecho desde el  momento en que cruzó por primera vez su mirada con aquellas joyas amatista; pero era ahora que se daba cuenta que cuando se transformaban en carmesí, lo enloquecían a tal punto, que lo único en lo que podía pensar era en amar al cazador de toda manera posible.

Ninguno de los dos decía nada, pero había algo más que los hacía no poder dejar de mirarse; tanto los ojos de cazador como los suyos estaban cubiertos por un velo cristalino que demostraba la necesidad que ambos experimentaban.

Después de unos segundos, Zero dejó escapar un sutil suspiro y desvió su mirada hacia su labio. Él sabía que aún estaba sangrando ligeramente, pues podía sentir como la sangre resbalaba hacia su mentón; así que se acercó nuevamente para besarlo, pero el cazador en vez de aceptar sus labios se dirigió hacia su cuello. Kaname se sorprendió por la repentina acción y contuvo la respiración, y con ello cualquier sonido que hubiera podido salir de su boca al momento en que Zero incrustó sus colmillos.

El cazador no tuvo consideración alguna; y su mordida le hizo recordar la primera vez en que había bebido de él. Una mordida decidida, agresiva, y cargada de necesidad; como si con ella se aferrara a la vida.

Kaname cerró los ojos y una expresión de profundo éxtasis se vio reflejada en su rostro cuando Zero comenzó a beber lentamente; pero luego tuvo que asirse a las sabanas con fuerza y morderse el labio inferior para acallar un grito de placer, cuando la desesperación se hizo evidente en el cazador; que comenzó a beber con más ansiedad y se aferraba con la mayor fuerza que podía a su camisa, atrayéndolo.

El tiempo fluía sin que ninguno fuera consciente de ello. Kaname podía sentir como el cuerpo de cazador se fortalecía bajo el suyo, mientras que él se iba debilitando. Pero el estar conectado de aquella forma con el cazador lo hacía olvidarse de sí mismo. Al sentir como su sangre era extraída de aquella forma y fluía hacia el joven, Kaname comenzó a experimentar el placer más indescriptible que jamás hubiese sentido.

Poco a poco, el deseo  y el placer se hicieron más intensos; y se dejó llevar olvidándose de cualquier cosa que le hiciera recordar que Zero y él sentían cosas completamente diferentes; terminó acallando aquella vocecita que en lo más profundo de su conciencia le gritaba que aunque ambos estaban necesitados, esa necesidad que tenían era diferente. Quizá la del cazador era sólo la sangre, pero él estaba seguro que la suya era el cazador. Lo necesitaba más que a nada, más que a nadie; lo necesitaba más que a la sangre, más que al aire, más que a la vida. El cazador lo era todo para él, y quería demostrárselo.

Y así finalmente dejó de pensar. Tenía los labios entreabiertos dejando ver sus colmillos extendidos y de su boca surgían suspiros entrecortados que delataban todas las sensaciones que estaba experimentando y además estaba tan excitado que esto se hacía evidente en su entrepierna, pero dado que no estaba completamente sobre el cuerpo del cazador, éste no se había dado cuenta de eso aún.

Kaname sabía que desde el momento en que había rozado sus labios, su propio autocontrol había comenzado a menguar, ya que su corazón, su mente, su cuerpo y su alma le gritaban apremiantemente su necesidad por el otro a cada segundo. Pero éste terminó por derrumbarse cuando Zero flexionó una pierna y con ella rozó su cadera. Kaname se estremeció y dejó escapar un suspiro y un ligero gemido. Eso pareció gustarle al cazador ya que lo atrajo más hacia su cuerpo, al tiempo en que con un movimiento rápido le daba la vuelta y las posiciones quedaban invertidas.

Kaname lo miró sorprendido. Zero estaba sobre él, descansando su peso sobre sus brazos; respiraba rápidamente y con cierta dificultad, pero no se debía a su anterior estado ya que sus heridas habían sanado por completo. Además lo miraba directamente y el velo cristalino en sus ojos le proporcionaba un intenso brillo. El brillo característico de la lujuria.

 

Zero…

No… esto no puede estar pasando…

Está completamente intoxicado…

No debí dejarlo beber tanto.

 

Kaname, al darse cuenta de la condición del joven, apretó con fuerza los puños y sus ojos volvieron a su borgoña original.

- Zero… espera… - el sangre pura intentó incorporarse, pero el cazador no lo dejó; en cambio sonrió sutilmente y se  acercó a su oído.

-  Shhh…

El joven dejó escapar ese sonido de manera tan sensual que lo hizo estremecer y a causa de ello dejó escapar un suspiro entrecortado. Zero al percatarse volvió a sonreír, pero esta vez más abiertamente, luego lo recorrió lentamente con la vista. Kaname no pudo evitar sonrojarse y más al ser consciente de que Zero estaba desnudo y de que se había percatado de su pequeño problema.

Intentó incorporarse nuevamente, pues estar  en esa posición lo incomodaba; sin embargo  fue inútil, ya que estaba muy débil por la sangre que le había dado, y éste ahora tenía más fuerza que él y estaba completamente intoxicado y eso sólo evidenciaba que no estaba pensando claramente.

-  Zero…

-  ¿Qué sucede Kaname-sama?

La voz de Zero sonaba diferente y estaba cargada de sensualidad y sus ojos no dejaban de brillar carmesí. Kaname no pudo evitar sentirse como una presa y eso lo alarmó. Zero se estaba dejando llevar por sus instintos y estaba actuando por primera vez como un vampiro frente a su presa.  Pero él no era la presa de nadie.

-  Déjame levantar. – le ordenó intentando sonar molesto, pero tuvo todo el efecto contrario, ya que al escucharse a sí mismo, su voz no sonaba para nada como una orden. Eso pareció causarle gracia al cazador.

-  ¿Por qué lo haría? – le dijo, y  sonrió  con suficiencia. Kaname frunció el ceño.

-  Porque no estás pensando claramente en lo que estás haciendo…

Zero siempre lo había retado, estaba en su naturaleza, pero ahora no le gustaba el cariz que estaban tomando las cosas. Volvió a intentar empujarlo, pero el joven no se movió y lo único que consiguió fue marearse por el esfuerzo.

Lo miró nuevamente a los ojos. Pese a todo lucia hermoso y si se trataba de ser honestos, su determinación estaba bastante menguada como para resistirse realmente, ya que aunque sabía que el cazador no estaba actuando como el mismo, el joven lo desarmaba completamente que ahora no deseaba nada más que volver a besarlo.

-  Pues yo creo que si – dijo el cazador sacándolo de su ensimismamiento, mientras comenzaba a deslizar sus dedos por su pelo, luego por sus mejillas, sus labios, siguiendo por su cuello y descendiendo. Los ojos del sangre pura se encendieron nuevamente en un carmesí intenso – Hmmp… Para ser un sangre pura, tu cuerpo es bastante honesto… me vez y tus ojos me dicen lo que deseas y no sólo tus ojos…

Kaname  sintió que ya había escuchado esa frase antes, pero no tuvo tiempo de replicar. Zero posó una mano sobre su miembro y eso lo hizo estremecerse y luego tensarse ahogando un suspiro de placer. Su respiración se detuvo y su corazón le dio un vuelco.

El joven siguió acariciándolo mientras volvía a besarlo. Era un beso apasionado, voraz, como si quisiera llevarse su vida con él.

Sin desearlo o quizá sí, sus caderas se rozaron. Kaname abrió los ojos con sorpresa, no sólo él estaba excitado, Zero también, podía sentir el calor emanando de su entrepierna y no pudo evitar dejar escapar un sonido de placer cuando su miembro rozó con el de Zero a través de la tela.

Quiso incorporarse para controlar la situación, pero Zero no lo dejó y continuó besándolo. Con su peso lo mantuvo donde estaba y él no luchó más. Nunca había estado en una situación así, ningún humano o vampiro se había atrevido a llegar a tanto. Pero era obvio, después de todo, Zero era diferente, y él por su parte no podía oponer mucha resistencia. El joven era más fuerte que él ahora, quizá no lo sabía o quizá sí, pero a pesar de odiarlo, no parecía querer matarlo.

El beso a cada segundo se hacía más intenso. El cazador jugaba con su lengua deleitándose en el sabor de su boca y sus manos comenzaron a desnudarlo mientras iniciaba un delicioso vaivén con sus caderas.

Kaname en medio de su éxtasis mordió el labio inferior del cazador, provocándole un estremecimiento. Luego llevó su mano a la cadera del joven y la otra hacia su cuello y lo atrajo más hacia él.

No supo cuándo, pero en algún momento Zero terminó de desnudarlo y sus cuerpos se hallaron entrelazados. Zero besaba cada centímetro de él y él se sentía al límite. Cada beso, cada caricia, eran como llamas ardientes sobre su piel. Le provocaban descargas eléctricas y le impedían mantenerse en silencio.

- Ahh…. Zero…

El cazador  parecía estar completamente concentrado en hacerlo experimentar el placer más intenso mientras él lo miraba, lo abrazaba y jugaba con su pelo. Cuando el joven besó su cuello gimió, cuando mordió y succionó sus pezones se estremeció y tuvo que ahogar un grito de placer mordiéndose el labio. Cuando Zero llegó a su abdomen, ya no pudo mantenerse en silencio.

El joven seguía acariciando su cuerpo y llevó sus dedos hasta sus labios. Kaname comenzó a besarlos y luego a succionarlos y cuando Zero rozó su miembro con sus labios, él perforó uno de ellos con sus colmillos. Entonces el cazador volvió a situarse a su altura y lo besó con pasión. Kaname se dejó arrastrar por ese beso y se abrazó a él con fuerza. Zero descendió lentamente su mano por su espalda hasta el final; y él se tensó cuando el joven comenzó a introducir sus dedos dentro de él, uno a uno. No era su primera experiencia con un hombre, pero sí de aquella manera.

-  Zero… ahh… es…espera…

-  Tranquilo… lo deseas tanto como yo…

Era cierto, pero no por eso estaba menos nervioso e incómodo, si es que esas eran las palabras correctas para describir lo que estaba sintiendo. Sin embargo cualquiera que hubiesen sido, pasaron a segundo termino  cuando el joven hizo rozar con fuerza su miembro con el suyo. El vaivén entonces se convirtió en frenesí y Kaname entrelazo sus piernas alrededor de sus caderas atrayéndolo con desesperación, con el cerebro embotado y el corazón completamente desbocado.

Cuando Zero terminó de prepararlo se acomodó entre sus piernas y sin previo aviso lo penetró con fuerza, presionando sus caderas con vigor intentado entrar en él lo más profundamente posible y dejando escapar un gemido de placer.

Kaname ahogó un grito de dolor y arañó su espalda. Zero sin aguardar, comenzó a embestirlo con fuerza dejando escapar al mismo tiempo sensuales jadeos.

Kaname se sentía desbordado, Zero lo estaba llevando al límite sin siquiera haberse acostumbrado a tenerlo dentro.

-  Ze… Zero… ahh… no… ahh… es… espera

-  ¿Qué?...

-  No… no puedo…

Zero redujo la velocidad y lo miró. Kaname abrió los ojos. El joven pareció comprender a que se refería y se detuvo. Luego llevó una mano hasta su miembro y comenzó a acariciarlo. Kaname volvió a estremecerse.

-  Déjame llevarte al cielo… - le dijo en un susurro.

-  ¿Al… al cielo… o al infierno?... – él en verdad no sabía hacia donde lo estaba arrastrando el cazador, no podía pensar siquiera en ello - … mi cuerpo… está ardiendo Zero.

-  Hmmp… bueno… quizá… el cielo es… un paraíso envuelto en llamas.

Sin decir más, Zero volvió a besarlo y él, que ya se había acostumbrado a tenerlo dentro,  se estremeció; luego él mismo comenzó a mover sus caderas. Zero dejó escapar un jadeo y comenzó embestirlo, primero lento y luego más rápido, y finalmente después de un rato, mas salvajemente.

Los sonidos de placer de ambos comenzaron a viciar el ambiente con su sensualidad. Kaname sentía a Zero como un animal en celo y eso aumentaba su lujuria; al punto que también él terminó por morderlo, perdiéndose  en el sabor de su sangre y llevándose a sí mismo al límite del placer. Lo quería más adentro, completamente dentro, que con cada embestida lo hiciera gemir de placer; que con cada embestida lo marcara como suyo, porque eso era, le pertenecía a este joven. Él, el rey de los vampiros, había sido atrapado por el líder de los cazadores y no le importaba. Nada podía importarle, mientras Zero lo embistiera tan deliciosamente como ahora, mientras lo llevara al cielo y al infierno al mismo tiempo con cada caricia, con cada beso; no le importaba nada, mientras pudiera sentir el cuerpo del cazador rosando el suyo, mientras pudiera sentir el sabor de su piel, el sabor de su sangre cautivando sus sentidos, mientras su aroma lo embriagara, podía morir en ese mismo instante siempre, siempre que el cazador lo hiciera suyo y tomara todo de él. Podía ir al fin del mundo por él.

Había dejado de ser el sangrepura poderoso que era y se había doblegado a ese joven, le pertenecía. Cada embestida lo hacía perderse más y más, estaba loco, loco de pasión, loco de amor, loco de felicidad. Estar unido así con Zero lo hacía sentirse como un volcán en erupción, pero también como una ave a la deriva en medio de una tormenta torrencial o como si estuviera al filo de un acantilado con un mar embravecido a sus pies golpeando contra las rocas y amenazando con engullirlo.

Zero lo saciaba, era su todo. Sus gemidos eran la melodía más hermosa; pero siempre las notas pueden alargarse y la cuerda tensarse, pero sólo hasta cierto punto; y ellos  habían alcanzado el cenit de su pasión. Zero lo abrazó con fuerza y en un último golpe Kaname se liberó y arrastró a Zero consigo.

Ambos se quedaron abrazados, con sus cuerpos perlados de sudor. Con las respiraciones entrecortadas y profundas y con los latidos a toda velocidad.

Zero volvió a besarlo y lo miró sin decir nada. Aún tenía los ojos carmesí, pero le sonrió; luego se acostó a su lado y antes de cerrar los ojos, le regaló una caricia.

Kaname quería dormir también, pero no podía. Estaba demasiado feliz así que se quedó observándolo por un largo rato; Zero era hermoso, ¿Cómo es que no se dio cuenta desde un principio? ¿Cómo es que le había hecho tanto daño?

 

<< ¿Estás feliz Kaname?... ¿Cómo puedes estarlo si todo fue una mentira? >>

Frunció el ceño y se incorporó para quedar sentado en la cama. Miró a Zero  cuya respiración era tranquila.

No lo fue… tu que sabes…

<< Quien no sabe nada eres tu… recuerda quien soy Kaname…  yo soy tu… soy tu conciencia>>

Vete, no quiero escucharte…

<< Ay Kaname…  no te engañes, él no te ama… no te hizo el amor. Sólo te poseyó  porque estaba intoxicado con toda la sangre que bebió de ti. No era tú amado cazador, sino un simple e insignificante vampiro más satisfaciendo sus necesidades >>

Kaname intentó tocar a Zero, pero se quedó con la mano suspendida en el aire, la cerró en un puño y la alejó del rostro del joven.

<< Cuando despierte y vuelva a ser el mismo; y te mire y vea lo que sucedió, te odiara más…  porque ¿Qué fue lo que sucedió?... un sangre pura hizo uso del poder de su sangre para manipular a un vampiro de nivel inferior>>

No…

<< Claro que sí, él ni siquiera dijo tu nombre mientras estaba dentro de ti, mientras te amaba… él te odia Kaname… te odia… y tiene todo el derecho a hacerlo.>>

Kaname movió la cabeza hacia la ventana.

-  Guarda silencio y regresa a donde perteneces – con esas palabras alejó a ese fantasma que lo acompañaba desde hacía tantos años.

Miró a Zero nuevamente y esta vez sí acarició su rostro. Era cierto, Zero no había dicho su nombre y también era cierto que estaba intoxicado, pero todo lo que sintió no podía ser mentira… el cazador lo había besado como nunca antes nadie lo había hecho… pero por otro lado, ¿Y si tenía razón?... si cuando Zero despertara… cuando los efectos de su sangre pasaran…

No podría soportar una mirada de reproche y aún menos una de odio… no después de lo que pasó… ¿Zero pensaría que se aprovechó de él?... no, eso era absurdo… pero…

El cazador comenzó a moverse. Él se quedó quieto, pero pudo sentir como su corazón empezaba a latir aprisa. Zero estaba despertando poco a poco.

Entonces se inclinó hacia él, depositó un suave beso en su labios, al tiempo en que veía como los parpados del joven dejaban entrever aquellas joyas amatista…

-  Lo siento – dijo, y colocó una mano sobre la frente del joven. Éste al mirarlo se quedó desconcertado e intentó alejarse, pero Kaname le sonrió con ternura – …todo está bien Zero… no sucede nada. No sucedió nada… - un halo violeta apareció – olvida todo lo que pasó…  

Notas finales:

Hola, nuevamente estoy por acá con otro capítulo más.


Éste es mi primer lemon yaoi, espero que no sea una decepción...


Gracias a todos los que siguen mi historia, espero leernos pronto.


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