Dancing Queen.
Extra.
John no podía dejar de verlo. No había otra cosa en todo el maldito y gran salón, adornado con tantos colores pasteles. Sherlock era algo que no podía dejar de verse. Se veía tan elegante, tan distinguido.
Bueno, en ese sentido, el detective siempre se veía de esa manera. Pero era en esos momentos, que aquel hombre parecía mil veces más grande, más inteligente, y porque no decirlo, más hermoso de lo que nunca el doctor lo había visto antes.
“Sexy” le había oído decir a la dama de honor. Le gustaría saber que era lo que su compañero pensaría de eso.
Sherlock había resultado ser un padrino excepcional, hasta había conseguido hacer lagrimear más de un hombre en el salón con su discurso. Así como también causo sonrisa y risas por más de uno de sus muchos desvaríos.
John estaba completamente seguro de aunque esa no había sido del todo su intención, Sherlock había sabido jugar muy bien sus cartas. En todo caso, el detective no podía pedir acerca de cómo acabo saliendo todo, nadie en su sano juicio podía llegar a pedir más después de todo; el discurso, que en su humilde opinión, fue simplemente perfecto, en pensamientos y sentimientos.
John había tenido muchas ganas de abrazar a su compañero en más de una ocasión mientras hablaba.
Los aplausos no se hicieron esperar, y las copas se alzaron al mismo tiempo para desear lo mejor a la pareja que ese día se unían en matrimonio.
Pero no fueron los únicos aplausos, no… Y no todos eran dirigidos a la pareja, esa noche. Luego de interpretar un más que excelente pieza con su violín, regalo especial de su parte. John a veces olvidaba que Sherlock podía llegar a componer tan bien como deducía.
—¡Brillante! —Fue la exclamación más sincera de la que John podía hacer gala en esos momentos, y a pesar de las varias copas de vino que ya tenía encima.
—¿Sabes que sigues haciéndolo en voz alta, no?
John sonrió, y estiró su copa hacia su compañero en un brindis ficticio a sus palabras.
—¿Acaso quieres que deje de hacerlo? —Pregunto burlón.
—No, está bien así.
Sherlock sonrió, volviendo a abrochar el botón de su chaqueta, y alisando las solapas luego de tocar su hermosa pieza para la pareja. A su alrededor las personas dejaban atrás el vals, y comenzaban a llenar la pista de baile, mientras el compas de una música más distendida comenzaba a llenar el lugar.
—Creo que la Dama de honor está esperando que la saques a bailar.
John pudo haber arrojado todo su vino, sobre su traje y sobre el de su compañero, si hubiera tenido la boca llena en esos momentos –afortunadamente no fue ese el caso–, pero es que la cara de Sherlock había sido algo increíble de ver.
—No le veo lo gracioso… Oh, ya sé. ¿Por qué no vas tú a bailar con ella?.
—Porque no soy yo por quien ella esta babeando, Sherlock. Deberías haberla visto, mientras tocabas el violín, falto poco para que saltara con la intención de devorarte.
Estuvo a punto de decir que sí, que lo había notado, pero el escalofrío que recorrió su espina le impidió cualquier tipo de movimiento, negativo u afirmativo.
Sherlock vio hacia la otra punta de la pista de baile, donde la mencionaba mujer lo observaba con una sonrisa dulce en sus labios. Y no podía ser más que obvio para él, que ella estaba esperando algo más de que solo la invitación de su parte para un simple baile.
—Bien, creo que eso es todo mi trabajo, John… será mejor que regrese a casa.
—¿Qué? ¡No!. No puedes irte, esto recién empieza… Y no puedes irte por ella. Eso es definitivo.
—Pues no voy a estar aquí parado toda la noche, soy un blanco demasiado muy fácil.
—Eres un completo idiota, eso es lo que eres, Sherlock Holmes. —John sonrió, negando suavemente. Dejo su copa en una de las mesas cercana y se quito el saco de manera pulcra. —Anda, vamos a bailar… al menos así, esa pobre chica dejara de tener falsas esperanzas.
El detective tuvo ganas de reír, pero aceptó el ofrecimiento de su compañero y amigo, e imitando al rubio, dejó el saco de su tuxedo sobre el respaldo de una de las sillas.
—¿Qué paso con eso de que ‘la gente comenzara a hablar’? —Preguntó Greg Lestrade al verlos llegar al centro de la pista. El rubio simplemente se encogió de hombros, mientras elevaba la mano de Sherlock entre la suya, haciéndolo girar en el lugar al son de la música.
—No es como si no tuvieran ya bastante material, Greg.
—¿Que mas da otra mancha más al tigre?. —Completó el detective con una marcada sonrisa, que no era más que una mueca.
—Y yo que estaba tan esperanzado en que Janine seria de tu tipo… —Contraatacó el Inspector, mientras Molly se movía a su ritmo tambien.
La mujer sonrió, pensar en que ‘tipo’ de persona le gustaría a Sherlock seria remitirse solamente a la figura conocida del doctor Watson. De seguro no había otro tipo de persona ‘ideal’ para el detective.
—Ella estará bien. ¿No lo crees así, Sherlock?
—Creo que ella estará perfectamente bien, Señora Lestrade. —Con un movimiento que John ayudo a ejecutar, Sherlock giró hasta quedar a un lado de Molly, casi arrebatándosela a Greg en medio del baile. —Creo que pronto conseguirá con quien irse. Así que no hay razón por la que debamos preocuparnos por ella.
Greg y John permanecieron en medio del salón viendo a Molly y al detective dar vueltas entre los demás invitados del salón.
—Jamás pensé en vivir lo suficiente para saber que Sherlock es bueno bailando.
—¿De verdad crees que Sherlock no puede ser bueno en todo lo que se proponga? —John preguntó, curioso y divertido de la cara que Greg tenía en esos momentos.
—¿Pero bailar?
—Si supieras la mitad de lo que yo sé…
—No, gracias… Creo que optare por quedarme con la dulce incertidumbre. Tú pareces muy acostumbrado a esto, sin embargo.
—Si no bailas conmigo, será mejor que vayamos a sentarnos Greg, estamos llamando demasiado la atención aquí parados…
Greg rompió a reír, realmente divertido.
—¿Llamamos la atención, por solo estar parados y hablando? Y que hacían ustedes cuando entraron tomados de la mano a la mitad de la pista…
—Bailar. —John contesto con inocencia. —Por cierto, felicidades señor ‘oficialmente’ casado.
—Bien, gracias… Y pensar que no creí hacer lo mismo por segunda vez, creo que no puedo estar más contento de ello… ¿Hablando de eso, crees que Sherlock me devuelva a mi esposa?
—Tu recuperas a tu esposa, y yo a mi compañero de baile, esta aburrido esto de ser el que se queda de pie mientras todos bailan y se divierten.
Greg asintió, y ambos rodearon a la pareja danzante. Molly reía, pues según el detective una de sus primas estaba sumamente celosa por que consiguió casarse con un Detective Inspector del Scotland Yard; aunque eso era lo más suave que Sherlock había deducido de la mujer. Cambiaron de compañeros de baile, antes de que la música variara a algo mucho más movido, por lo cual, y para terror de Greg ninguno de los cuatro dejó el salón por varias horas.
Fin del Extra.