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Sujetos de prueba por Yoshita

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Notas del capitulo:

Gracias, gracias, ¡mil gracias! Por sus reviews y su apoyo. No he podido contestarles a todos por cuestiones de tiempo, pero son muy bien recibidos. 

Para todos aquellos que me apoyan, viene el 4 sujeto, disfruten. 

Día 4. 
 
Sujeto de prueba 4: Franky. 
 
Jueves. Jueves y apenas el sujeto de prueba 4. Subió las escaleras y abrió la puerta al taller. 
-Hey Franky, te traje el desayuno. 
-¡Súper! Gracias Sanji. 
-Con gusto- se volteó a salir y descubrió la puerta trancada- Franky, no puedo salir. 
-Oh, debió ser el viento, el profesor viene a la hora del almuerzo, espéralo. 
-Woah, espera un momento, no puedo quedarme hasta que el profesor venga, tengo clase. 
-No tengo llaves Sanji, no puedo hacer nada por ti- volteó a mirarlo mientras se quitaba los anteojos oscuros- ¡esto será súper! ¡Voy a tener compañía!
-Ni lo sueñes- intentó abrir de nuevo la puerta, pero fue en vano- ¿y ahora qué hago?
-Espérame, con tal, son sólo 4 horas. 
"Sólo 4 horas" musitó en su mente con un grito ahogado y una risa histérica. Pensó en las opciones que tenía: 1. Romper la puerta de una patada. 2. Saltar por la ventana. 3. Pedir a gritos ayuda. Y 4. Quedarse con Franky. 
Por mas que fuera tentado tumbar la puerta, saltar por entre los árboles y gritar como un desquiciado, la opción mas civilizada era quedarse en el taller, además ¿qué eran 4 horas de clase?
-Está bien- se dio por vencido- me quedo. 
-Súper. Oye Sanji, puedes poner Play al reproductor. 
-Claro- se encaminó al escritorio y puso a reproducir la música de Franky, quien tenía rock, metal y electro, muy... "Franky", pensó. 
-Y entonces... ¿Cómo van?- empezó Franky.  
-¿Nosotros...? Pues bien, vamos a tener nuevo maestro de química porque Vivi-chan era muy joven. 
-¿Quién es ahora?
-Es uno de los papás de Law. 
-¿Uno de los papás?
-Si, ¿sabías que también lo es el maestro Doflamingo?
-No tenía idea, que súper tener un padre maestro. 
-No lo creo, está al pendiente de lo que haces, no tienes privacidad. 
-Es un buen punto, aunque conociendo a Law...
-Si, pero conociendo a Doflamingo...
-Bueno, ¿y el resto?
-A ver... Vaya que te has perdido cosas, aunque ya sabías que Luffy sale con Law y al parecer Ace está enamorado de Marco. 
-Ningún "al parecer", de verdad que lo está. 
Sanji se carcajeó. 
-Si, verdad que lo está. 
-Eh... Nami-chwan y Robin-chan están muy hermosas. 
-Mi morena siempre lo está. 
-Ya, ya- bufó- eh...
-¿Qué hay de Zoro?
Sanji se tensó, no era que no supiera, el quid de la cuestión era que era Zoro, el musgo que se estaba colando en su mente. 
-Bien, aun no me creo eso de que está becado, pero es un buen pianista. 
-Es un súper pianista, de los mejores que he oído. 
-Si- sonrió- tienes razón, además aunque el Marimo no lo demuestre, es buena persona- suspiró- es amable, pero también un imbécil. 
-Lo se, pero amor es amor, ¿no Sanji? Sigue siendo tu querida alga. 
-Si... Espera, ¡¿¡QUÉ!?!
-Si, estás súper enamorado de Zoro, ¿no?
-¿¡De dónde sacas eso?! ¿Yo? ¿Enamorado del Marimo? ¡Jamás!
-Sanji, deberías dejar de ser tan terco y darte cuenta antes de que lo lastimes a él y te lastimes tu mismo- cortó un trozo de madera. 
-¿A él? Ese Marimo es sólo un amigo- torció el gesto. 
-¿Lo ves? Acabas de hacer una mueca, en realidad te gusta Zoro. 
-Dejemos así, ¿vale?- zanjó el tema. Su teléfono comenzó a vibrar. Lo tomó- ¿hola?
-¿¡Dónde estás?!
-¡Nami-chwan! Eh, quedé atrapado en el taller de carpintería con Franky, no puedo salir hasta el almuerzo, cuando viene el profesor a revisar. 
-Con Franky...- oyó a la chica pensar al otro lado de la línea y cuchichear algo con Robin- nos veremos entonces, Sanji-kun- y antes de colgar, musitó- aprovecha. 
Sanji cerró su teléfono y suspiró, no debió haberle dicho a Nami que estaba con Franky. 
Suspiró de nuevo, no había nada que perder. 
-Eh, Franky- lo llamó- ¿podrías venir a mi casa esta tarde? Es que esta mañana pateé un armario por equivocación y lo rompí. 
-¡Súper idiota! Claro, te lo repararé. ¿Por qué lo pateaste?
-Es una larga historia... Bueno, ni tan larga...
 
Se levantó del sofá luego de que Zoro se hubiera marchado tras arreglar su reloj. Comió un poco de cereal y fue a bañarse con agua tibia. Se quedó pensando en Zoro. 
-¿Por qué ese Marimo- cogió el jabón- ha hecho todo esto por mi? Ese día... Cuando me trajo del Baratie, ese día... Fue tan dulce... Jodido Marimo imbécil- se quitó el jabón- ¿qué me estás haciendo?
Salió del baño y se colocó su pijama antes de tirarse a la cama y dormir como una marmota. 
A la mañana siguiente sintió como si hubiera dormido siglos. Se desperezó y se estiró, abriendo los brazos cual bailarina y luego se puso de pie. 
Comenzó de nuevo a pensar en Zoro y en un ataque de rabia, lanzó patadas a diestra y siniestra por toda su habitación, haciendo un roto en la puerta del armario principal. 
-Mierda- susurró- el viejo me va a matar. 
 
-Sanji... Oi, Sanji- Franky pasaba una mano por su inexpresivo pasmo- ¡Hey Sanji!
-¿Qué? 
-No me dijiste que pasó...
-Ah, tuve un impulso de ira y pateé todo, no me di cuenta que había dañado la puerta del clóset. 
-Vaya imbécil... El uno para el otro- susurró volviendo a la pulidora. 
-¿Qué dijiste?
-¿Yo?- se hizo el inocente- nada- y comenzó a silbar. 
 
Estaba cayendo dormido cuando la puerta se abrió. 
-¡Kuroashi! ¿Qué hace usted acá?
-Maestro Mihawk, eh, yo, quedé encerrado en la mañana cuando vine a traerle el desayuno a Franky. 
-No se si eso sea válido, pero andando, fuera, ya no puede perder mas clase. 
Salió seguido de Franky y se encontró con el brillante sol de medio día, sintió que se liberaba. 
-¡Sanji-kun!
-Hola Nami-chwan- musitó. 
-Te ves terrible- comentó Usopp- ¿te parece si vamos a almorzar?
-¡Por favor!
 
La inexpresiva cara de Trafalgar Law se llenaba de comida mientras el chico sentado en sus piernas se atragantaba con lo que tenía en frente. Simultáneamente, los hermanos del individuo ya mencionado tamborileaban sus dedos y asesinaban con la mirada al sillón de su hermanito pequeño, sillón de carne y hueso que de cuando en cuando limpiaba su rostro y el de Monkey D. Luffy, el comensal. 
La mano de Usopp reposaba en el hombro de Portgas D. Ace y la mano de Sanji en el hombro de Sabo para evitar que hiciesen una tontería y los demás comían con tranquilidad. 
-Relájense ya- les dijo Nami al borde del desespero- nada va a pasar. 
-¡Eso dices tu!- le gritaron los hermanos celosos. 
-A ver, si hablamos de romances, ¿tienen envidia de Luffy por conseguir pareja primero que ustedes?- retó la chica de cabellos naranjas. 
-¡De ninguna manera!
-Además Ace no se queda atrás- añadió Franky- ¿no vas a salir con Marco esta tarde?
Su rostro se tiñó de nuevo de carmín y ocultó su mirada del resto. Sabo se puso de pie. Su sombría mirada podía asemejarse a dos agujeros negros como vórtice de atracción de toda la maldad posible. Su sonrisa era inexistente y sus brazos temblaban. 
-¡Ni mier...!- Nami lo golpeó antes de que las cosas empeoraran. 
-Hay que conseguirle a alguien a este idiota antes que acabe con la vida de dos inocentes estudiantes. 
-Nami-san, tendremos, de nuevo- miró a Sanji y este se estremeció con la mirada de Robin- que hacer de querubines. 
-¿Pero quién...?
-¡Yo!- entraron tres chicos a la terraza: uno de pelo verde que parecía cansado, un rubio con peinado curioso cual palmera playera y un chico rubio también al cual no se le veían los ojos. 
-¿Y ustedes qué hacen aquí?
-No teníamos clase. 
-Vagos- añadió Sanji. 
-Miren quien habla, el viejo me ha echado la bronca porque últimamente llegas tarde al restaurante, dice que todo es culpa mía. 
-¿Por qué tu?
-Porque es mas fácil echarle la culpa a alguien mas. 
-¿Y por qué no me echó la culpa a mi?
Zoro se encogió de hombros. 
-No se. 
-Hola Ace- Marco, con sigilo, se había acercado al chico por detrás, haciéndolo sobresaltar. 
-Ho-hola Ma-Marco... ¿Cómo...?
-Bien- se sentó a su lado y quitó la mano que Usopp tenía en el hombro del chico- ¿y tu? Te noto algo nervioso. 
-Cruel- le susurró Usopp, Marco sólo le respondió con una sonrisa. 
-Entonces... ¿Cómo estás?
-Bien. 
-Vamos a salir esta tarde, ¿no?
-Si...
-¡Bien!- pasó una mano sobre los hombros del chico y lo abrazó- ¿te gusta el helado?
-Eso es idiota- le respondió Luffy dejando de comer- Ace ama el helado tanto como te quiere a ti- y siguió comiendo. 
-¡LUFFY!- Ace logró esconder su cara roja de vergüenza entre sus rodillas- si, me gusta el helado- musitó. 
-Tanto como te gusto yo. 
El moreno levantó la mirada y lo fulminó, inflando sus mejillas llameantes y apretando los puños, un claro puchero de enfado. Iba a replicar, pero Sabo despertó. 
-Maldita Nami...- susurraba al tiempo que sobaba su cabeza. 
El chico rubio de pelo en la cara se agachó a su altura y lo miró con curiosidad antes de que alzara la vista. 
-¿Y éste? ¿Qué le dio?
-Le pegué- dijo Nami con orgullo. 
-Jodida chica...- alzó la vista y se encontró con la extraña expresión de un rostro parcialmente tapado por pelo rubio. Le miró curioso y ladeó su cabeza- ¿de dónde sacaron este trapero?- preguntó con tranquilidad. 
-¡A quién llamas trapero, vagabundo!- replicó el muchacho irguiéndose de su posición. 
-¿¡Vagabundo?!- respondió poniéndose en pie- ¡vagabundo ese coso que se apoderó de mi hermanito!- señaló a Trafalgar, quien ni siquiera se inmutó- ¡Zoro! ¿¡Quién mierdas es este tipo?!
-Killer- respondió como quien no quiere la cosa, sentado al lado de Sanji, robándole el almuerzo. 
-¿Y se supone que es...?
-Es compañero mío- añadió Marco- ambos estamos en la Escuela de Ciencias Forenses. 
-Oh... ¿Analizas asesinatos...?- Sabo fulminó sus ojos y sonrió con maldad- ojalá seas un experto... ¡Para que investigues tu propio caso luego de que me deshaga de ti!- comenzó a corretearlo por la terraza mientras el resto comía tranquilamente. 
-Así comenzaron mamá y papá, o en este caso papá y papá- musitó Usopp. 
Todos asintieron. 
 
-Sigue- le abrió la puerta a Franky y sonó su teléfono- ¿hola?
-Sanji-kun, ¿cómo vas?
-Bien, supongo, Franky está conmigo. 
-¡Bien! El es el cuarto, ¿no? Aprovecha y recuerda que Franky... No es muy cuidadoso que digamos. Cuida tu preciada cocina. 
-Gracias Nami-chan, pero no creo que Franky sea el indicado- susurró- hoy me dijo que yo estaba enamorado de Zoro, al igual que Usopp me lo dijo ayer. 
La chica contuvo un grito ahogado, sin haberles dicho nada, los muchachos ya estaban colaborando, es que era jodidamete obvio que había un interés de por medio entre esos dos y ella no desaprovecharía la situación.
-Entonces te dejo Sanji-kun, tengo que estudiar- y colgó. 
 
-¿Hola?
-¿Zoro?
-¿Ahora que quieres, Nami?
-Sólo quería avisarte que Franky está en la casa de Sanji-kun y es posible que necesite ayuda para organizar luego de que se vaya, entonces... Pues... Tienes que ir a ayudarle. 
-¿Al cejillas? ¿Te has vuelto loca?
-No, para nada, ¿o acaso quieres que sea Franky quien se quede con el corazón de Sanji?
-¿De qué estás hablando? Y apúrate que tengo clase. 
-Está bien, iré al punto. Estás enamorado de Sanji. 
Silencio al otro lado de la línea. Una sarta de vulgaridades inentendibles y un suspiro lo cortaron. 
-No es cierto. 
-No sabes mentir, Zoro. 
Suspiró de nuevo. 
-¿Cómo supiste? ¿Fue Marco? ¿Killer?
-¿Yo misma? ¿No has pensado lo obvio que eso se ve?
-Mmm...- lo pensó por un momento- no, para nada. 
-Eres idiota, apúrate a decirle a Sanji que lo quieres... ¡Espera! Tienes que ir a su casa, tiene que hacerte la prueba de rigor. 
-¿Entonces tengo que presentar audición?- preguntó con sorna. 
-No es eso, pero es algo que sólo tu puedes hacer. Zoro, ¿podemos vernos mas tarde? Te contaré todo. 
-Salgo a las 4:30, espérame afuera. 
-Entendido, no te pierdas- colgó antes de ser insultada. 
 
-Es este- le señaló el clóset con el agujero en la mitad y las miles de astillas regadas por el suelo. 
-Vaya, ni siquiera arreglaste eso. 
-Era en la mañana e iba tarde Franky, no podía tardar mucho. 
-Si, si. 
-¿Tienes lo que necesitas?
-Todo, ¿puedes traerme agua?
-Si, claro- salió de la habitación y sirvió un vaso con agua para Franky y uno para él. Lo llevó con cuidado y entró. Le indicó a Franky con un gesto que le dejaba el vaso en la mesa y salió. 
Se sentó en el sofá y encendió la televisión para distraerse un rato. 
 
-Sanji...- lo llamó Zoro con delicadeza. 
-Mmm...- respondió, "¿el Marimo?"
-Hey, si sigues acostado así tendrás problemas de espalda. 
-No eres quien para reprocharme nada- se acomodó y lo miró- ¿y tu qué? ¿Qué haces en mi casa?
-¿No puedo?- entró a la cocina y se sirvió jugo. 
-¿¡Quién te has creído!? ¿¡Entras como si fuera tu casa y robas de mi nevera!?- estaba histérico. 
-¿Es que no es mi casa?
-Ya se me hacía, estás perdido de nuevo. 
-No- se acercó a Sanji- ¿no soy recibido aquí? ¿Qué acaso no es esta mi casa también?
-¿¡Qué?!
-También lo es- agachó su rostro peligrosamente al del cocinero- y tu también. 
-¿Qué...?- Zoro se tragó el resto. Lo había besado. Con toda la calma del caso. Con suavidad. Con ternura. Con cuidado de no asustarle, acariciaba los labios con los suyos. Sonrió en medio del roce y continuó probando los labios de Sanji. 
-Sanji, Sanji...- susurraba. 
 
-Sanji... ¡Sanji! ¡Levántate, hombre!
El control estaba en el suelo y en la pantalla había un reality de música. Franky estaba frente a él, agitando enérgicamente su mano en su cara. 
-¡Súper! Ya despertaste. 
-Un sueño...- se dijo mientras tomaba su cabeza y ponía unos dedos en sus labios. Ahora que ya no había marcha atrás- lo lamento por dormirme, no volverá a pasar. 
-Estás cansado, lo siento, duerme mientras termino de...- lo detuvo un rugir de estómago. Franky lo miró culpable. 
-Ya haré la cena, tu acaba. 
-¡Súper! ¡Comida de Sanji!- y volvió a la habitación. 
-¿Cómo pude quedarme dormido...?- musitaba mientas sacaba los trastes- ¿y mas encima soñar con el Marimo...?- refunfuñaba mientras prendía un cigarro- mira que ya...- soltaba de vez en vez de manera que no se distinguiera una palabra de la otra. No se detuvo mucho en pensar que hacer era sencillo: el arroz pegado a la olla. Comenzó a prepararlo y añadió pollo a la comida para variar, había comido carne últimamente y necesitaba el sabor del pollo. Improvisó una salsa y cuando estuvo listo, llamó a Franky. 
-¡Súuuuuuuupeeeeeeer! ¿Es tu receta especial de la que tanto hablan los chicos?
-Si, disfrútala. 
-¡Yeah!
Comió con ganas la comida de Sanji mientras contaba lo que le había estado haciendo a la puerta. 
-¡Tenía muchas astillas...!- peleaba- ¡no se cómo hiciste para...!- le reprochaba- ¡malditas piernas tuyas...!
Sanji sonrió para sus adentros. Esas piernas suyas eran las que luchaban con Zoro cuando se les daba la cosa violenta... Que era seguido, la verdad, se sentía extrañado de que en esa semana no se hubieran dado ningún golpe de los usuales. Esas peleas... Ver a Zoro sostener esa espada con la boca le causaba curiosidad y sentía la imperiosa necesidad de ayudarle a sostenerla, sentía que Zoro se ahogaba... Pero no, era un experto, un jodido experto en el uso de las tres espadas. 
Por un momento sintió celos, celos de la espada... Como quiera que la llamara, la espada que estaba en su boca. Si, celos. Porque ella probaba los labios de Zoro, cosa que él no podía hacer. Suspiró. 
-¿Amor, Sanji!?
-¡Para nada!- se levantó de sopetón- voy a lavar los trastes.  Tu sigue con lo tuyo. 
-Pero no he acabado...
-Entonces acaba y luego me llevas eso a la cocina. 
Se fue enfurruñado consigo mismo y se desquitó con la loza, la refregaba con ira y enfado y vergüenza, su rostro era completamente carmín. 
-Ten- le dejó el plato- gracias, estaba súper rico- antes que Franky se marchara de la cocina, Sanji le pidió el favor que había estado pidiendo esa semana. 
-Hey, ¿puedes ayudarme en algo? Necesito soltar ese arroz que quedó pegado en la olla, ¿puedes?
-¡Déjamelo a mi!- Franky tomó una cuchara (no la que Zoro le había dado, esa estaba guardada con cuidado en un sitio que sólo él sabía) y la olla en sus manos, comenzando a hacer fuerza para lograr su cometido. 
-Ey Sanji, ya acabé de reparar tu puerta, cuando termine de recoger el resto, me...
Crack. Doble crack. 
Sanji se giró. 
La cuchara estaba rota en tres. 
La olla estaba torcida. 
El arroz seguía pegado a ella. 
-Woah, Sanji, hombre lo siento, pero, jaja, eh, me tengo que ir, quedé con Robin de... ¡Yo que se! Adiós- y al igual que Usopp el día anterior, desapareció por la puerta con sus cosas en la mano. 
-¿¡Por qué a mi?!- preguntó al cielo. 
 
-Y ay donde me entere que te perdiste. 
-Ya déjalo, es sólo subir escaleras. 
-Pero las vas a subir tu. 
-Cállate Nami- le dijo Zoro mientras entraba al edificio de Sanji. 
-No me callo Zoro, eres un idiota. Anda, ve antes de que...
-Whoa chicos, ¿qué hacen aquí?
-Zoro vino a ver que no le hicieras nada a Sanji-kun. 
-¡Mentira!- exclamó sonrojado. 
-Ya Zoro, los tres sabemos que te gusta Sanji- añadió Franky- y sabemos que Sanji siente lo mismo, lo sabemos todos excepto él, tal para cual, ¿no? Ambos son despistados. 
-¡Cállate! Yo no soy...- subió las escaleras refunfuñando. 
-¡Zoro!- le gritaron sus acompañantes. 
-¡¿Qué?!- exclamó desesperado. 
-Es la otra torre...
 
-Mira que irse así...- recogió los pedazos de cuchara y la olla. 
-¿Se puede?
-¿Marimo?
-Si, ¿se puede?
-Eh...- miró su alrededor- es que, pues, estoy arreglando y ya... No... Espera y ya... Espera, ¿qué haces aquí?
-Nami- respondió entrando de manera zarrapastrosa, hallando un apartamento vuelto de pies a cabeza y a un cocinero recojiendo basura. -¿¡Pero qué mierdas pasó por aquí?! ¿Un huracán?
-No pero casi. Exactamente, Franky. 
Zoro resopló. Iba a matar a Franky. 
-Deja y te ayudo. 
-No Marimo, no le deberé favoras a nadie...
-¡No seas terco!
-¡No seas imbécil!
-¡Deja que te ayude!
-¡No!
Tomó la escoba de las manos del rubio y caminó a la habitación. 
-Arreglaré aquí te guste o no- cerró con fuerza la puerta. 
-Marimo...
-¿Qué?
-¿No deberías estar en el restaurante trabajando?
-Tengo el día libre. 
 
-¿¡Dónde mierdas se metió ese músico?! ¿¡Y dónde está el mocoso?!
 
Recogió escombros por casi media hora hasta cansarse de todo el ajetreo y se recostó en la escoba. Jamás había barrido tanto en su vida, ni cuando ayudaba a Mihawk a limpiar el dojo. 
Miró a su alrededor: el cuarto del cocinero. Era pulcro y ordenado, como era de esperarse, además, el escritorio estaba lleno de libros, Sanji era muy dedicado a lo que hacía, después de todo, era muy inteligente y para nada vago. 
Respiró profundo. Olía a él. A tabaco. A comida. A... Él, simplemente. 
Dejó la escoba apoyada en la pared y se sentó en la cama, acariciando la suave tela del cubrelecho donde dormía. 
-Soy un jodido acosador... Pero no como Marco, Marco se pasa- sonrió para si mismo. Marco y Ace, Ace y Marco... Hacían bonita pareja. Al igual que Luffy y Law, y Robin y Franky, dudaba que hubiera alguien que se aguantara a Nami, Killer y Sabo parecían pareja vieja y Usopp no hablaba sino de Kaya. Amor. Suspiró. ¿Amor? ¿En qué momento?
-Ni idea, sólo lo hallé y ya. 
-Y esta vez no te perdiste, ¿o me equivoco?
Tragó en seco y detuvo su respiración. ¿En qué momento había entrado Sanji a la habitación?
-¿Qué hallaste Marimo?
-Nada, algo que... ¿Andaba buscando?
-No me preguntes- tomó la escoba y el recogedor- anda, mejor sigue ayudándome. 
-Te diste por vencido, ¿no?
-No me molestes- refunfuñó
El teléfono de Sanji sonó. 
-¿Hola?
-Yohoho Sanji-san, que bueno que contestas. 
-¿Qué quieres Brook?
-Pedirte perdón. 
-¿Por?
-Yohoho, no podré acompañarte en tu recital de contrabajo mañana, tengo un compromiso, debes buscar otro pianista. 
-Pero...- sus ojos se aguaron. 
-Lo siento Sanji-san, será la próxima- y colgó. 
-¿Qué voy a hacer...?
-Hey cocinero- Zoro tomó sus hombros, levantándose de la cama- ¿estás bien?
-No...- sollozó. Era importante para él, esa presentación. Y ya no tenía acompañamiento. 
-Oye...
-No tengo acompañamiento. 
-¿Eh?
-Estoy solo Zoro, ¡solo!
-Deja el drama y habla claro- lo sentó en la cama y se sentó a su lado- ¿qué pasa?
-Tengo una presentación importante mañana. 
-Si...- lo incitó a seguir. 
-Y Brook iba a tocar el piano para acompañarme. 
-Si...- sus ojos se abrieron ante la casualidad. ¿Podía ser posible?
-Y no puede acompañarme. El fin, no tengo pianista. 
Zoro se puso en pie frente a Sanji y cruzó sus brazos. 
-Imbécil. 
-¿Por qué?- replicó con los ojos aun llorosos. 
Zoro extendió sus brazos a lado y lado y sonrió con suficiencia. 
-¿Qué? ¿Te crees muy Marimo? ¿Acaso piensas que eres...? ¡La solución!- Sanji gritó de repente- ¡Zoro, toca conmigo por favor!
-Eh... No. 
-¡Ay por favor Marimo! No seas así. 
-Tienes que darme algo a cambio. 
-¡Lo que sea! ¡Sólo di que si...!
-Lo pensaré... Si- sonrió. 
-¡Yes!- se lanzó con efusividad a los brazos de Zoro, quien lo acogió gustoso. Lo apretó con posesividad mientras Sanji levantaba sus piernas, quedando colgado del cuello de Zoro y sostenido por los brazos del espadachín músico, los cuales rodeaban su cintura. Bajó los pies y se separó con una sonrisa de imbécil en su carmín rostro. 
-Gracias, gracias, ¡gracias!
-Ya, deja la emoción- le revolvió los cabellos- ¿qué obra es?
-No recuerdo- dijo dándose la vuelta- ya te doy la partitura... Aquí, es esa- se la alcanzó- ¿podemos ensayar mañana en...?
-Ven a la Universidad. 
-¿Puedo?
-Obvio. 
-¡Yay! Gracias Zoro, gracias, gracias, gracias. Te amo- se dio cuenta de lo que había dicho- bueno, no así, es que me libraste de esta y...
-Si, si, si, calla- le dijo riendo- vamos a la sala, tengo hambre. 
-Ya, Marimo tragón. 
Salieron y Sanji colocó a hacer arroz para Onigiri, el favorito de Zoro. ¿Que cómo se acordaba? Ni él sabía. 
-Hey Marimo, está servido. 
-Voy- pasó a la mesa- ¿onigiri?- lo miró, Sanji sólo le sonrió. 
-Si, es tu favorito, ¿no?
-Si... ¿No vas a comer?
-No, ya comí. 
-¿Seguro?
-Seguro. Anda Zoro, disfrútalas. 
-Que se aproveche- y comenzó a comer las bolas de arroz junto con el té rojo que el cocinero le había traído.
Sanji se sentó en el sofá y mientras lo miraba, se quedó dormido. 
 
-Cocinero, hey cocinero- Zoro pegaba leves cachetadas al rostro adormilado de Sanji. 
-Mmm, cinco minutos mas... 
-No soy tu madre, anda, arriba, ve a dormir a tu habitación. 
-¿Me tenías que levantar? ¿Por qué no me llevaste?
-¿Querías que te alzara?
-Si- se revolcó en el sofá- álzame. 
Zoro no se hizo de rogar y lo levantó en volandas. 
-A mi habitación- levantó un brazo con propiedad y señaló al horizonte. 
-Si... Idiota. Te levanté para preguntarte si podía quedarme esta noche. 
-Si, ¿por...?
-Está lloviendo y no tengo paraguas. 
-Ya, puedes quedarte en la habitación que quieras. O puedes llevarte uno de mis paraguas. 
-Tengo pereza- abrió la inmaculada puerta a la habitación del rubio y lo dejó en la cama. 
-Gracias Marimo- le susurró mientras se acomodaba en las cobijas. 
-Siempre...- le acarició el cabello y cuando lo supo dormido, le besó la mejilla con suavidad y se fue al cuarto adyacente. 
 
Sujeto de prueba 4, resultados: fallido por destructor. 
Nota: alga a la vista. Muy a la vista, se añade. 
Notas finales:

Gracias por leer


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