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Sujetos de prueba por Yoshita

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Notas del capitulo:

Y así hemos llegado al final de esta historia, con nuestro último sujeto de prueba nuestro querido Cocinero del amor ha encontrado a ese Marimo que le ayude. 

Muchísimas gracias a todos y todas por haber leído. 

Sin mas ni mas, el sujeto 7. 

PD: quiero, personalmente, agradecer a Rorona Misaki quien, en su fic "historia de tres hermanos" me hizo fan del KillerxSabo. 

Día 7. 
 
¿Sujeto de prueba 7?: Roronoa Zoro
 
Oh. Amado y deseado por todos. Grandioso y maravilloso. Oh, domingo. 
Se desperezó en la cama y se quedó en la misma posición. No vio luz entrar por la ventana abierta. 
Miró la hora. Eran apenas las ocho. Para ser domingo se había levantado muy temprano. 
El chillido de mensaje nuevo de su celular lo sobresaltó. 
"Gracias Sanji, todo salió bien anoche, Ace y yo estamos juntos ahora". 
De sobra sabía que el remitente era Marco y de sobra sabía que era Zoro quien le había dado su número. 
El teléfono chilló de nuevo, esta vez con el tono de llamada. 
-¿Diga?
-¡Sanji! ¡Sanji, Sanji, Sanji!
-¿Molestas desde tan temprano Ace?
-No quepo en mi de la alegría, ¡estoy saliendo con Marco! ¡Ya estamos juntos! ¡Anoche fue tan...!- oyó como rebotaba algo y se imaginó a Ace cayendo sobre su colchón- ah Sanji, Marco es... Ah... Estoy feliz...- podía sentir la sonrisa de estúpido que debía tener. 
-Ya lo creo...- murmuró. 
-¿Y...?
-¿Qué?- ¿así de incómodo se había sentido Marco cuando él le había hecho lo mismo el día anterior?
-¿Qué de qué? ¡Pues Zoro! ¡¿Cómo vas con eso?!
-Peor que tu...
-Ay Sanji, si te dedicó esa canción anoche. 
-Vale, lo se... Pero no se como decirle.
-Arriésgate. 
-¿Y si me rechaza?
-¡¿¡Es que acaso eres estúpido!?!- oyó a Ace y a Sabo gritarle. Al parecer Ace no estaba solo. 
-Dame... Trae acá Ace...
-No... Nhhh... Grrrr... Mmm... Suelta- oyó a los hermanos forcejear por el teléfono hasta que Sabo ganó la batalla. 
-¡Escúchame, Kuroashi Sanji, y escúchame bien! ¡O te declaras a Zoro hoy o mañana rodarán cabezas! ¡Es una promesa!
-Pero...
-¡Nada de peros! ¡Harás lo que digo!
-Lo haré- un foco se iluminó en su mente- pero también tu debes prometerme algo. 
-Lo que sea- afirmó confiado. 
-Saldrás esta tarde con Killer. Los dos. Solos. En una CITA- marcó la palabra con ganas. 
Pudo sentir al chico tragar saliva al otro lado de la línea. 
-Buena jugada Sanji- Ace le había arrebatado el teléfono a Sabo- Sabo acaba de asentir. 
-¡No hice tal cosa!
-Ven para acá, te invitamos a desayunar y de una vez vemos como Sabo hace su llamada. 
-Que lástima que no tengo el número de Killer- oyó a Sabo decir con satisfacción. 
-Oh, por eso no hay problema- afirmó Sanji- llamaré al Marimo, él lo debe tener. Y si no dile al novio de Ace, de seguro Marco lo tiene, son compañeros de clase. 
-Buena idea Sanji- afirmó Ace- llamaré a Marco. 
-Y yo al Marimo- y colgaron. 
 
Tocó dos veces hasta que Luffy le abrió la puerta. 
-Sanji, ¿viniste a cocinar?
-No, tus hermanos me invitaron a desayunar. 
-Ah, vale... ¡Ace, Sabo! ¡Llegó Sanji!
-Luffy-ya, ¿todas las mañanas gritas igual?- un joven moreno salía frotando sus ojos y se encaminaba a la cocina. 
-¿Law?
-Buenos días, Kuroashi-ya. 
-Torao se quedó anoche conmigo porque su padre lo dejó por fuera. 
-¿El maestro Doflamingo?
-Si- afirmó Trafalgar- se le dio por dejarme fuera sólo porque salí en la tarde. 
-¿Y Garp acepta esto?
-El abuelo y el viejo Shirohige salieron por dos semanas, tenían trabajo. 
-Veo...- tomó también un vaso de agua mientras esperaba a los dos revoltosos chicos. 
Cuando oyó estruendos por las escaleras, supo que venían esos dos. 
-Hola, buenos dí... ¡¿Qué hace Trafalgar Law aquí?!- exclamaron ambos hermanos. 
-Torao se quedó anoche conmigo. 
-¿¡Que qué?!- Ace amordazó a Trafalgar con un tenedor mientras Sabo ocultaba a Luffy tras su espalda- tienes un minuto para hablar. 
-¿Eh?- el moreno intentaba rascar su cabeza mientras bostezaba. 
-¡El tiempo corre! Dime, ¿intentaste hacer algo con Luffy anoche?
-¿Dormir es una respuesta válida?
-Quiero la verdad. 
-No te la juegues Trafalgar- Sabo enfrentó los ojerosos ojos grises- no querrás vértelas con nosotros. 
-La verdad es que no- bostezó de nuevo- son muy desesperantes, hey Luffy-ya, ¿qué hay de desayunar?
-¿¡Cómo te atreves...?!
-No se- se sacó un moco- Ace no ha hecho nada. 
-Yo lo hago- musitó Sanji para escapar de la inminente pelea y se encaminó a la cocina. 
-Empieza a rezar por tu vida...
-Ace, Sabo, Torao no hizo nada, solo dormimos. 
-Demasiado incómodo, diría yo, pero eso es lo de menos. Aunque Luffy-ya encontró mi camisa muy cómoda. 
La pareja de hermanos celosos 1 y 2 voltearon a ver al chiquillo Monkey. Lucía una bonita camisa amarilla con mangas y capota negras y un jolly roger en medio, negro también. Se notaba a leguas que era ajena, le quedaba enorme. 
-¿Me la puedo quedar?
-¡Ni de broma!
-Si, si puedes. 
-¿¡Qué?!
-Gracias Torao. 
Sanji maldecía por lo bajito mientras calentaba las tostadas. Encontró naranjas en la nevera para hacer un jugo y preparó omelettes para los 5. Si, 5. Estaba contando a Trafalgar Law. Se enfocó tanto en la comida y en lo que pensaba decirle al Marimo que olvidó la pelea que estaba teniendo lugar justo a su lado. 
Cuando vio que estaba todo preparado y listo para ser pasado a la mesa, llamó a los comensales. 
-Dejen esa bobada y pasen a la mesa- tuvo a los tres hermanos rápidamente sentados y comiendo y a Trafalgar Law recuperándose de dos hermanos mayores celosos- vamos Law, siéntate y come. 
-Definitivamente gracias, Kuroashi-ya. 
-No hay de qué- dijo sirviendo los dos desayunos restantes (si, porque sabía que si dejaba los otros dos platos, el trío ASL se los comería en un instante) y poniéndolos sobre la mesa, frente a cada uno de ellos. 
Comieron en relativa calma y cuando acabaron, Ace y Sabo se encargaron de acomodar la cocina porque dijeron que era mucho que lo hiciera Sanji solo de nuevo. 
Cuando se sentaron en la sala a oír la música mañanera, salió a colación el, bueno, los temas de antes. 
-¿Qué le hiciste a Luffy anoche?
-Soltarlo y apartarlo de mi lado de la cama una y otra vez para poder dormir- dijo ojeroso. 
-Mientes- afirmó Ace con confianza. 
-¡Ah, por favor! Tienen edad suficiente para afrontar que estoy saliendo con este pequeño mono, además Portgas-ya también tiene novio. 
-Es diferente...- intentó rebatirlo pero no hallaba palabras.  
-Ja, pero yo no. 
-Por ahora- agregaron Ace y Sanji. 
-Llama a Marco, yo llamaré a Zoro. 
Ambos tomaron sus teléfonos y llamaron a sus respectivas parejas, bueno, en el caso de Sanji, al Marimo. 
Sabo tamborileaba sus dedos en el apoyabrazos del sofá mientras Luffy se recostaba en las piernas de Law y comenzaba a jugar con sus pendientes y sus tatuajes. 
-Vaya, lo olvidé, el Marimo debe estar durmiendo. 
-Deja que... ¿Hola? Si, hola Marco- el chico les hizo señas de que callaran- si, bastante bien- sonrió- ya, no creo que fuera tan malo... ¿¡Serenata?! Eso es otro calibre... Podrás dormir mas tarde... Eh, ¿que si voy a ir?- miró a Sanji y este afirmó con la cabeza- si, esta tarde voy para allá... ¡Pizza! ¡Pidamos pizza!... Mejor en la cama... ¡No sean malpensados!- les gritó a los otros oyentes que tenía, quienes intentaban de manera fallida ocultar sus carcajadas- vale, nos vemos... ¡Espera! ¿Tienes el teléfono de Killer?... Es que Sabo lo quiere... ¿Que si a Killer o a su número? Jajajaja, a ambos- Sabo estaba que hervía- vale, Sabo, anota- a regañadientes anotó, al igual que Sanji hizo en su teléfono a escondidas, nunca se sabían las trampas de Sabo...- bien, gracias... Adiós, nos vemos... También te quiero- murmuró y colgó- ahora llama. 
-Ya voy... ¡Ay no!- gritó- ¡se me borró el número!- exclamó con preocupación fingida- ¡No podré...!
-Tranquilo- Sanji sonrió victorioso- lo guardé yo también por si sucedía ALGO- recalcó- ahora llama- le dictó el número y Sabo marcó a regañadientes. 
-¿Hola? ¿Killer?... Soy Sabo... Si, bien... Me lo dio Marco... ¡No soy tierno ni lindo!... Tu... Eh... ¿Qué vas a hacer en la tarde?... Nada y pues... Pensaba que... ¡Podíamos ir a algún lado!- exclamó de golpe encogiéndose de hombros y cerrando los ojos- ¿eh? ¿Habías pensado en lo mismo?... Bueno, pues si... ¿Almorzar?- miró a los 4 chicos. Todos asintieron con la cabeza- me parece bien... Vale, nos vemos- colgó y suspiró- hecho, ahora habla con Zoro. 
-Nos veremos en la tarde, tenemos turno, habrá tiempo. 
-No. Hazlo ya- demandaron. 
-Pero está durmiendo...
-Levántalo, eso es dulce. 
-Ya verán que no cuando me de la golpiza del siglo...- sacó su teléfono y marcó el número del Marimo. Sonó el tono una, dos y tres veces y contestó la máquina: "en este momento está haciendo el vago intento de llamarme y no tengo las ganas de contestar, deje su mensaje si quiere y si se me pega la gana, lo llamaré de vuelta". Colgó- creo que no quiere que lo molesten. 
-Entonces ve a verlo. 
-¡De ninguna manera! ¡Quiero vivir!
-Sanji...
-Ya, ya...- suspiró- iré, pero no le veo la gracia, nos veremos en la tarde. 
 
 
Sabo estaba nervioso y totalmente enojado con sus queridísimos querubines del amor. Justo antes de que Sanji saliera por la puerta y se fuera a su casa para lo que sea que fuese a ir, salió él a verse con Killer. No soportaba la vergüenza de haber sido descubierto; si, sentía una atracción hacia Killer, pero no al calibre de invitarlo a salir... No aun. 
Se acomodó la chaqueta y los rizados cabellos claros para levantar la mirada y hallar el parque que Killer le había mencionado. 
Miró su reloj. Faltaba un cuarto de hora para la hora acordada, así que se sentó en el borde de la fuente y dejó su mochila en el suelo. 
Miró al cielo pensativo, ¿qué debía hacer si Killer sentía un interés en él? ¿Debería dejarlo o pararlo? ¿Y si intentaba besarle? ¿Y si lo lograba?
-¿Cuántas figuras has encontrado?- le dijo una voz justo en frente. 
Bajó la mirada para buscar al dueño y vio a Killer demasiado cerca para su gusto. 
Intentó retroceder, pero al estar en un orillo, su equilibrio falló y cayó al agua fría de la fuente de manera estrepitosa... Llevándose a Killer con él al intentar buscar soporte. 
Un apagado "splash" llegó a los oídos de las personas que estaban alrededor de la fuente. 
-¡Quita! ¡Quita!- le gritaba Sabo mientras manoteaba de manera fallida al chico rubio encima de él. 
-Qué agresividad...- se burló mientras se ponía de pie y escurría su cabello. 
-¡Fue tu maldita culpa! ¡Me asustaste! Ahora mírame, ¡estoy empapado!
-También yo- se carcajeó suave. 
-¡¿Qué es tan gracioso?!
-Tienes una hoja en la cara- acercó su mano con cuidado a la mejilla de Sabo y quitó la estorbosa hoja de allí- listo. 
El chico refunfuñaba bajo e intentaba contener las ganas de asesinarlo en ese momento bajo un cuidado puchero. 
-Si lo que intentas es parecer enojado, no está dando resultado. 
-Arg...- se quejó y se cruzó de brazos- no podemos ir a almorzar así, nos sacarían de inmediato. 
-Ni siquiera nos dejarían entrar- añadió Killer- vamos a mi casa, podemos pedir algo y de una vez podemos cambiarnos por ropa seca. 
Sabo se lo pensó. La casa de Killer. Hasta donde sabía, vivía solo porque sus padres estaban en otra ciudad. Eso traduce a: la casa está sola. Eso significa: tentar al destino. ¿Y quería él tentarlo? Probablemente. 
-Vamos. 
-Uff, pensé que te había dado hipotermia y habías muerto de manera instantánea. 
-Eso quieren todos- le sonrió y caminaron juntos, emparamados, a la casa de Killer. 
 
Eran las 3 y todavía tenía tiempo de pensar qué le diría a Zoro cuando lo tuviera en frente. O mejor... ¿Le diría algo o sólo lo besaría? Es mas... ¿Lo besaría? No dejaba de darle vueltas al asunto, además que era domingo y solían salir temprano... Juntos. Si Zoro se atrevía a tomar la iniciativa y confesarse primero, estaba claro que él le correspondería. El quid de la cuestión era que, si Zoro no daba el primer paso, ¿cómo haría él para hacerlo? Suspiró, definitivamente con el Marimo todo era a ciegas. 
-Maldito Marimo- exhaló el humo hacia arriba y sacudió el cigarro en el cenicero de la mesa de centro- maldito y mil veces maldito. 
 
 
Recogió las hojas. No es que fueran muchas, pero no debía perderlas, eran las partituras de esa noche, las de Sanji... Bueno, para Sanji. 
Relajó los músculos un poco antes de abandonar su habitación. Fue a la cocina y tomó un poco de jugo y comió galletas de las que tenía en el gabinete. Se sentó frente a la pantalla del televisor y lo encendió, pasando canales sin destino alguno, deteniéndose en uno de deportes. Le restó importancia el que fuera casi en la mitad y lo dejó, igual, sólo iba a pasar el rato hasta que llegara la hora de trabajar. 
Estiró lo brazos y bostezó de manera ruidosa. 
Pensó en Sanji. Pensó en la canción de la noche anterior y en la divertida cara de sorpresa del cocinero al ver que era para él. Se sintió mal al no haber podido hablar con Sanji luego del trabajo, pero ese día si no lo dejaría pasar: enfrentaría a Sanji de frente y expondría su divertido punto en cuanto a sentimientos amorosos se refiera, porque era novedad para él (y para Killer y Marco, pero ellos ya estaban acostumbrados a sus excentricidades) enamorarse. Y precisamente de Sanji, el mujeriego cocinero del amor. Pero nada perdía con intentar. 
Suspiró. Se tomó otro vaso con jugo y volvió al sofá. 
-Ayer le dije que lo quería y ahora no tengo ni jodida idea de que decirle- suspiró- Marco tiene suerte. 
Miró el reloj. Iba siendo hora de alistarse e irse al restaurante, apostaba a que el viejo Zeff lo echaría a patadas donde volviera a faltar o siquiera llegar tarde. 
Se encaminó a la habitación y se desnudó para tomar una ducha. Luego, mientras se secaba el cabello, alistó el traje de esa noche y se fijó que tenía ambos corbatines sucios. 
-Maldita sea, y yo que odio las jodidas corbatas...- tomó la negra que estaba en el perchero del closet y la puso sobre la silla. 
Se retiró la toalla y se vistió con calma, tomándose su tiempo. No era que no quisiera ir a trabajar o ver al cocinero, el caso era ese: ver al cocinero. ¿Qué le diría? ¿Cómo carajos iba a justificar lo que había hecho la noche pasada? Miró la hora y se fijó del botón titilante en la pantalla de su teléfono. 
-¿Me llamaron? Nadie lo hace...- miró el registro- ¿el cejillas? ¿Pero qué...?- suspiró derrotado y le devolvió la llamada. 
-¿Hola?
-¿Qué pasó cejillas?
-¡Ah, Marimo!- oyó una puerta cerrar- ¿qué te trae por mi celular a estas horas de la tarde?
-Tengo una llamada tuya. 
-¡Ah si! Te había llamado para que me dieras el teléfono de Killer, pero ya hablamos con Marco. 
-¿Killer? ¿Hablamos?
-Eh... Retamos a Sabo, tenía que salir esta tarde con Killer. 
-Haaa, Killer debe estar feliz- replicó- no para de hablar de los curiosos rizos rubios de Sabo, es desesperante. 
-Bueno, el caso es que en este momento deben estar en medio de una cita... Si todo va bien. 
-Lo dudo... ¿Vas saliendo?
-Voy a casi medio camino. 
-¿Te importaría esperarme?- le preguntó tomando sus cosas y cerrando la puerta- voy saliendo. 
-Para nada...- respiró agitado. 
-Entonces nos veremos- colgó. 
 
En el momento en que pusieron pie en el Baratie fue que comenzó la tormenta. Los cristales tintados de la fachada se agitaban con violencia, amenazando con estallar en cualquier momento. Las gotas caían con fiereza sobre la ciudad y el cielo iba tornándose oscuro con más rapidez. 
-Eso se... Llama suerte...- opinó el cocinero en el momento que se apoyaba sobre sus rodillas para recuperar el aliento. 
-No lo... Dudes... Siquiera...- añadió Zoro- correr valió la pena. 
-Es cierto...
-¡Déjense de shows y pónganse a trabajar!
-Haaa, el viejo no aguanta nada. 
Se miraron por un momento y quedaron en silencio. 
Sabían que debían decirse algo, sabían que debían confesar una verdad que... Siendo sinceros, ya era notoria. Sabían que tenían que aclarar ciertas cosas algo delicadas... Lo que no sabían era como hacerlo. 
-Yo... Debo preparar el piano. 
-Y yo debo... Ir a la cocina. 
Se fueron por caminos separados, cada uno a su sitio de trabajo, pero sus mentes seguían conectadas. Amos pensaban lo mismo. No podían dejar pasar el tiempo. 
 
Cuando eran casi las 7,comenzaron los truenos. Eran como continuos sacudones que movían la ciudad y con ella el restaurante. 
Afuera llovía. Más que llover, era como si se desbordara una represa y el viento, el viento parecía querer destruir todo a su paso. Los pocos comensales que entraban al Baratie dejaban sus sombrillas y abrigos en la entrada, mientras, calados hasta los dientes y tiritando de frío, tomaban una mesa y pedían algo caliente. 
Pero fue casi a las 8 que se fue la luz. 
Muchos estaban asustados, pero Zeff sabía como calmar los ánimos y habló en la tarima donde estaba Zoro. 
-Lamentamos las incomodidades. Hemos hablado con la planta de electricidad de la ciudad y nos informaron que la luz tardará en volver. Por seguridad hemos decidido cerrar por ahora. Hemos llamado a un servicio de taxis que pueden venir a recogerlos si desean, la comida que pidieron va por cuenta de la casa, por las molestias causadas. Les pedimos perdón y que, con orden, vayan abandonando el restaurante a medida que los taxis van llegando. Gracias por entender. 
Se bajó de la tarima y fue a la cocina mientras que los meseros, Sanji incluido, ayudaban a las personas a salir. 
 
-Tendré que caminar horas bajo la lluvia- se quejaba mientras veía a Sanji trancar la puerta del servicio. 
-¿Y crees que te voy a dejar, Marimo?
-¿Perdona?
-Que te vienes conmigo- lo tomó de la mano y salió a la intemperie, donde la lluvia caía a cántaros. 
Ambos abrazaban sus mochilas evitando que sus pertenencias se mojaran y, aun con las manos entrelazadas, escapaban de la incipiente tormenta que amenazaba con ahogarlos en cualquier momento. Saltando charcos entre acera y acera, un auto pasó demasiado cerca para el gusto de los chicos. Un tropezón de la llanta en un hueco inundado lanzó una especie de ola en miniatura que se precipitó sobre ambos. 
-¡Cuidado!- y con los ojos cerrados, sintió como el cuerpo fornido y musculoso del músico lo protegía del agua. 
-¿Zoro?- lo miró entrechocar los dientes y tiritar del frío y sonrió, de verdad que era idiota- de verdad eres idiota- se hizo eco de sus pensamientos- gracias Marimo idiota. Ahora vamos, o morirás congelado- se carcajeó. 
-T-t-t-tu ca-ca-cállate co-co...
-Ya, ya, buen intento- se burló y lo volvió a tomar de la mano. 
 
Mientras intentaba de manera fallida secar sus manos para buscar las llaves, rogaba que la luz ya hubiera vuelto. 
-Ma-ma-mantén abierta mi mo-mo-mochila. 
-Ya, y el que tar-tar-tartamudeaba era y-y-yo. 
-Ca-calla Ma-marimo mi-mi-mierdoso. 
Sacó las llaves y las sintió deslizar entre sus dedos, pero las sujetó antes que cayeran y abrió la puerta. 
-Aho-ahora Ma-marimo, quítate la ropa- le pidió mientras comenzaba a desabotonar su chaleco. 
-¿Qué?
-No voy a de-dejar que entres escurriendo agua- logró desnudar su torso y dejó caer la ropa mojada al suelo. 
-Ah...- comenzó a desvestirse. 
-Siento que pisé algo asqueroso- musitó al quitarse los zapatos y los calcetines. Finalmente retiró su pantalón, quedando de manera provocativa en ropa interior. Y Zoro estaba igual- ya Marimo, pasa. 
Entraron con la ropa en la mano y Sanji encendió su mechero, buscando el interruptor. 
Algo hizo "tic" en la habitación. 
-La luz no ha vuelto- musitó Zoro. 
-Tendré que ir a por las velas... ¿Dónde estaban...? Creo que por la alacena...- murmuraba para si mientras Zoro rodaba los ojos y sonreía- deja la ropa sobre el lavadero- le señaló con el dedo y luego lo llamó a la cocina- ten Marimo, sostén esto- le largó el encendedor- voy a buscar las velas...- se agachó para revisar el interior del gabinete- acércate más Zoro- le pidió y el moreno obedeció, agachándose a su altura para brindarle mas luz- debajo de esto... Si- sacó su mano sosteniendo una caja repleta de velas y pequeños candelabros. 
Acomodó, aproximadamente unas 15, y le dio dos a Zoro. 
-Ve a tomar un baño, hay ropa en mi habitación, yo haré la comida. 
-¿Pero, y tu?
-Haré la comida, ¿no escuchaste?
-¿Te vas a quedar desnudo, mojado y en el frío con esta tormenta?
-¿Algún problema?
-Idiota- cogió una vela y caminó por el pasillo hasta perderse de vista entre la oscuridad. 
Un relámpago inundó la sala de estar del rubio. Suspiró. 
Ubicó las velas restantes en la cocina y la sala de manera que tuviera buena visibilidad e iluminación al cocinar. 
Abrió la nevera (que estaba descongelándose debido a la falta de luz eléctrica) y chequeó algo que pudiera cocinar rápido. Tomó un poco de carne y cerró. 
-Y para colmo de males te metes a la nevera, si eres terco- y con delicadeza colocó una peluda cobija en la espalda del cocinero quien, antes de darse la vuelta y reprender abochornado al estúpido ese, lo vio alejarse al cuarto de baño con dos velas en las manos. 
Palpó sus mejillas (que de seguro estaban sonrosadas) y se fijó que estaban frías, al igual que sus labios. La cobija que la había puesto el Marimo le estaba ayudando a entrar en calor. 
-Gracias Marimo- susurró contra su abrigo. 
 
Cocinó la carne un una salsa simple e hizo arroz para acompañar. No había segunda intención tras ello, simplemente se le había antojado; acababa de darse por vencido en cuanto a lo del arroz se refería, ya iría al gimnasio. 
Zoro llegó vistiendo una holgada pantaloneta negra de dormir del chico rubio y una camisa de botones blanca totalmente abierta. 
-¿Qué no tienes frío?- intentó, de manera fallida, alejar sus ojos del cuerpo trabajado del músico. 
-No, había agua caliente, eso me ayudó. ¿Y tu? ¿No te estarás congelando?
-Para nada, el calor de los fogones me ayudó... Y también la manta que me trajiste... Gracias. 
-No hay de que- Sanji sintió la sonrisa en el tomo de voz y se aceleró. Tenía que aclarar las cosas con el Marimo. 
-¿Podrías poner los vasos y los palitos? Ya va a estar la comida. 
-Ah, vale- tomó dos vasos y los palitos que Sanji le alcanzaba y los puso sobre la mesa. Acomodó varios candelabros sobre esta para que pudieran ver lo que comían. 
-Toma asiento Marimo, ya está lista la cena- se acercó con dos platos en la mano y la manta se precipitó al suelo- ups. 
-Idiota- murmuró de nuevo y se levantó de su puesto para colocar la cobija de nuevo en los hombros de Sanji. 
-Gracias...
-Ya, ven y comemos. 
-Uh, uh, falta el jugo- volvió a la cocina y tomó la jarra de limonada para servirla en los vasos que Zoro había colocado- ahora si- se sentó- buen provecho Marimo. 
-Buen provecho Ero-cook. 
-Ese apodo lo usas poco- le reclamó risueño mientras probaba un trozo de carne. 
-Estabas cocinando casi desnudo; si eso no es pervertido, no se que lo sea. 
-No se si es un insulto o un cumplido. 
-Come, lo sabrás luego- se carcajeó suavemente y siguió con el arroz.  
-Realmente es una cena agradable- musitó antes que un relámpago aturdiera sus oídos y un trueno iluminara la estancia. Se encogió en la cobija. 
-Lo es... ¿Te dan miedo los truenos?
-No, pero me ponen los pelos de punta. 
-Entonces deja de ser tan masoquista y siéntate mas cerca. 
-¿Y me vas a proteger tu?- bufó con un creciente rubor en su rostro. 
-No, pero así no te sentirás solo- añadió serio.
"En verdad se preocupa por mi", se dijo el cocinero mientras sonreía y arrastraba su silla a la de Zoro. 
-¿Mejor?
-Un poco, si. 
-Entonces come. 
Terminaron de comer en silencio, uno agradable que se ambientaba con las fuertes gotas cayendo fuera. 
Cuando Sanji recogió los platos y se dispuso a lavarlos, fue fácilmente levantado de la cintura y puesto fuera de la cocina. 
-¿¡Pero qué te traes?!
-Yo, nada. Tu, vas a ir en ESTE INSTANTE a tomar un baño y ponerte ropa abrigada. Y no quiero que me discutas- dijo mientras le alcanzaba las mismas dos velas que Sanji le había dado. 
Sopló un poco su mechón hacia arriba y no tuvo opción mas que darse por vencido. 
-Lo que tu digas- suspiró resignado- pero no quiero que destruyas mi cocina... O bueno, lo que Ace dejó de ella. 
-Eso explica las quemaduras...- murmuró mientras Sanji entraba al cuarto de baño. 
 
Abrió el grifo y dejó que el agua caliente lo acariciara. De verdad estaba congelado, Zoro lo había notado. 
-Zoro...- comenzó- quiero decirte que yo... Que me gustas de una manera que jamás pensé que me gustarías. ¿Qué piensas?- se quedó mirando la llama de la vela- si, eso creí. Aunque se que Zoro me ama, no tengo el valor necesario para decirle que también yo lo hago. Que cosas, ¿no?- murmuró y cerró el grifo. 
El agua paró de caer y descorrió la puerta para salir con precaución de no pisar nada que pudiera ser peligroso. En la casi profunda oscuridad pudo volver a tomar la cobija y envolverse en ella para evitar un cambio brusco en su temperatura corporal y por ende una gripa. O peor, un Marimo latoso y desesperante persiguiéndolo para que se abrigara. 
Caminó a la habitación a tientas y, a tientas, buscó ropa, una pijama, abrigada que le sirviera para esa tormentosa noche. 
Salió con las dos velas y las puso en la mesa. 
-Gracias por lavar los trastes Ma... Ri... Mo...- la última palabra duró siglos en la boca de Sanji para acabar de ser pronunciada mientras veía a Zoro con una cuchara en la mano y la olla del arroz en la otra, quitar los residuos del fondo y comerlos. 
-¿Qué pasa?- miró la olla- vi que la dejaste sobre el fogón, no podía dejar perder esto- lo miró de nuevo- ¿quieres?- vio entre la luz de las velas como Zoro le ponía la cuchara enfrente para que comiera del arroz que había raspado. 
-Eres tu... Siempre lo fuiste...
-Perdona, ¿qué?
-¡Eres tu!- saltó en su puesto de emoción. 
-Vale, me asustas- dejó la olla y la cuchara a un lado- ¿quisieras explicarte cocinero?
-¡Me gustas!- saltó y lo abrazó del cuello- ¡me gustas Zoro! ¡Si, me gustas!- besaba el rostro del músico con efusividad y no paraba de carcajear. 
-¡Sa-sanji!- tartamudeaba entre el rubio- también... ¡Ay! Jaja, también me gustas- lanzó carcajadas mientras Sanji lo besaba y con cuidado, caminó de espaldas hasta sentarse en el sillón con Sanji en sus piernas- ¿a qué se debe esto?- preguntó entre risas. 
Sanji cambió su expresión. 
-Te lo diré, pero debes prometer que no te vas a enojar. 
-¿Por qué lo haría?
-Yo se por qué y pronto sabrás tu también. 
-Habla. 
-Bueno, todo empezó con mi receta nueva- contó desde el comienzo: de cómo Nami lo había convencido de semejante idea tan ridícula, de cómo Robin se había unido a ayudarla y de cómo todos los chicos habían colaborado- pero Luffy se tragó todo el arroz- recordó lo sucedido en la última semana y de las parejas que había logrado formar, se sentía satisfecho con eso- y Law ni siquiera se dignó a ayudarme- informó al Marimo de los extraños lazos familiares de sus compañeros de clase y de cómo llegó a ser parte de este al empezar a salir con él- y Usopp rompió una de mis cucharas- agradeció de nuevo al Marimo de haber reparado su reloj- y Franky no solo rompió la cuchara también sino la olla- recordó la ayuda brindada por Zoro en su concierto- y Ace incendió media cocina mientras yo me bañaba- terminó de contar su día con Marco y luego paso a la cita de Sabo- finalmente, hallé al elegido. 
-...- Zoro lo miró fijo- ¿estás hablando en serio? ¿Necesitaste que raspara tu olla de arroz para darte cuenta que te gustaba?
-¡No, no, no!- exclamó y negó con las manos- fue la gota que colmó el vaso, algo así como un detonante. Fue lo que me impulsó a decirte que me gustabas. 
-Ah...- intentó asimilarlo- aun no la capto, pero creo que no es necesario- tomó el rostro de Sanji en sus manos y lo acercó al suyo- sujeto de prueba 7, resultados: exitoso- murmuró contra los labios del rubio antes de acortar la distancia que los separaba por completo. 
-Nota: alga a la vista todos los días de ahora en adelante- respondió Sanji mientras recuperaba su aliento y los labios del músico volvían al lugar donde deberían estar: sobre los suyos. 

Notas finales:

Los espero en mis próximos trabajos. 

Gracias por leer. 

Hasta pronto. 


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