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El Hobbit Una Travesía Inesperada por LadyRed

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Notas del capitulo:

este capítulo tiene dos partes pues los de Thorin y Bilbo son un poco más largos que el resto de los que ha habido hasta ahora. Gracias a Lube por aportar su idea, espero que halla cumplido tus espectativas.Saludos!

Capítulo 9 – Thorin, Rey Bajo la Montaña

 

 

 

 

 

1. Piso

 

 

 

 

 

Thorin Escudo de Roble era el ser más duro de toda la tierra media y no había ser que le quitase su carácter. Era un Rey justo que se preocupaba por las necesidades de su pueblo, pero la enfermedad del oro de su padre y de su abuelo le dejaron como cabeza de la familia, habiendo muerto su madre y su abuela por la plaga, tuvo que hacerse cargo de Frerin y Dis desde que estos eran nada más que bebés, y ahora, encima, perdía a su cuñado, casi un hermano y la adoración de sus sobrinos, los cuales eran como hijos para él. Tener que ver como Kili se consumía por las pesadillas, y como sufrían Dis y Fili fue la gota que colmó el vaso. Siendo sus hermanos y sus sobrinos lo más valioso que tenía se juró jamás dejar que nada atentase contra su bienestar.

 

 

 

 

 

Cuando conoció al Hobbit no pudo si no preguntarse de dónde demonios había salido. Pequeño, lampiño, usaba vestidos de seda, se peinaba por lo menos por diez minutos por la mañana, y era el equivalente a un ama de casa empedernida. Pobre aquel que osase cambiar una sola de sus cosas de lugar, porque vería el mundo arder.

 

 

 

 

 

Hubo cierta ocasión en la que Dis, Fili, Kili y él tuvieron que salir para ayudar a reforzar los cimientos de una construcción en la que terminaron por completo empapados presa de la lluvia torrencial que cayó horas después de que el proyecto comenzase, afortunadamente lograron salvar el trabajo antes de que la lluvia les azotase hasta el punto de no ver por donde caminaban, en resumidas cuentas, terminaron llenos de lodo. Justo ese día el diligente Bilbo se había levantado temprano pues tenía planeado pulir el piso, nada demasiado fuerte, si no contabas con el hecho de que la casa contaba con más de cincuenta habitaciones, dos pisos y quinientos doce metros cuadrados de terreno en cada uno, ya para cuando terminó esta tan cansado y adolorido que se dijo era capaz de matar al próximo que entrase por esa puerta. Para su mala suerte este resulto ser Thorin, que aunque no suena para nada trágico, casi entra con las botas puestas. Si, las mismas botas que usó cuando estaba resolviendo el problema de la construcción, las mismas que traían puestas cuando caminó por el barro y la suciedad. Y casi toca su piso, su hermoso y brillante piso recién pulido.

 

 

 

 

 

Bilbo no fue consciente de lo que hacía cuando ya tenía en las manos una de las espadas del mismo Rey Enano requisadas de su propio cinto, la cual mantenía todo lo cerca posible de su gaznate sin llegar a cortar.

 

 

 

 

 

 

 

- Fuera -.

 

 

 

 

 

 

 

Aquella fue la palabra más llena de ira y odio que Thorin jamás había escuchado en su larga vida y los ojos verdes como joyas astrales del Hobbit parecían decirle “¿sabes que Escudo de Roble? Muérete con todo mi odio”. Por un segundo el Rey estuvo tan desconcertado que ni se atrevió a moverse hasta que el orgullo dominó su cuerpo y se atrevió a tomar el abre cartas por la hoja, apartándola de su cara con una mirada peligrosa, la misma que había hecho suplicar por piedad a millones de enemigos, no así a Bilbo.

 

 

 

 

 

 

 

- ¿Qué te has creído para hablarme así? - le siseó lo más amenazante posible – soy tu Rey, a lo menos deberías guardarme respeto – antes aquella afirmación Bilbo arqueó ambas cejas antes de sonreír lo más dulcemente que pudo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

- Oh, pero no has sido usted quien ha limpiado aquí, señor Escudo de Roble, así que no me va venir a desmandar usted, por lo menos no en este asunto. Lo diré una sola vez Thorin – de pronto su voz de volvió por mucho más vibrante y amenazadora – o se quitan, tú y los demás esas botas del demonio y las dejan en la entrada los hago fiambre por más familia real que sean.

 

 

 

 

 

 

 

Cabe mencionar, que el cepillo en ese momento estaba, por algún motivo, convenientemente cerca de la mano del Hobbit, que emprendió a golpes contra su cabeza, espada y escoba en mano. Lo admitía, está bien, a veces Bilbo daba miedo. Sobre todo con esa manía suya de quitarte las cosas sin que te dieras cuenta.

 

 

 

 

 

2. Decir las Gracias

 

 

 

 

 

Bilbo nunca había bajado a las minas propiamente, la única vez que se le vio bajar por aquellos lares fue cuando casi cae por la escalera de seguridad cuando estaba bajo los efectos del ciervo azul de la Arpía. Por eso cuando Fili y Kili llegaron, muertos de hambre y de sed a la casa, explicándole que Thorin coordinaba la reparación de las zonas de trabajo de la última mina que se había desplomado.

 

 

 

 

 

 

 

- ¿Están seguros que están bien que baje? - les preguntó mientras se arreglaba para salir, pues los chicos le habían presionado para que le llevase el almuerzo al Enano mayor, y no parecían dispuestos a parar hasta obtener su objetivo. Tenía que admitir que la complicada arquitectura enana le maravillo hasta el dolor de cabeza, tanto o más que las mismas minas de oro y de zafiro sobre las que tuvo que pasar para llegar al lugar que le había dicho, en las cuales, para su completa vergüenza, se perdió, teniendo que bajar hasta la construcción más cercana para preguntar dónde se encontraban las minas de plata.

 

 

 

 

 

 

 

Al verle más de un Enano dibujó en su rostro la misma expresión de confusión que el Rey y el señor Dwalin cuando le vieron por primera vez. Esta vez no le extrañaba, llevaba un ligero vestido de verano color limón y un sombrero de paja tejida (el cual, presunciones aparte, había hecho el mismo y le había quedado hermoso) que llevase una canasta llena de comida, además del obvio hecho de que era un varón con vestido debía de llamar mucho la atención.

 

 

 

 

 

Un Enano, que recordaba había estado en el grupo que visitó a Thorin semanas atrás, se acercó a él, posando su enorme mano sobre su hombro desnudo - ¿qué haces aquí muchacho? Podrías lastimarte, esta es zona de construcción – le dijo el Enano, que si no mal recordaba se llamaba Bifur, mientras le escudriñaba de arriba a abajo. El simplemente le sonrió, tímido antes de acomodarse unos de los risos tras la oreja.

 

 

 

 

 

 

 

- Oh, no es nada, los sobrinos del señor Thorin me mandaron a traerle el almuerzo, los muy holgazanes, en estos momentos le estoy buscando – le explicó un poco cohibido, sobre todo por la mirada dura que le dirigió después de escuchar cómo había llamado a Fili y Kili, no entendía por qué reaccionaban así, no es como si estuviera diciendo nada que no fuese verdad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

- Entiendo, entonces supongo que debería llevarle con el – medio gruñó el Enano con una sonrisa un poco tensa en los labios. Pero Bilbo ya había convivido con Enanos por quien sabe cuántos meses (no llevaba la cuenta) por lo que ya estaba acostumbrado a esas sacadas de colmillos, Thorin, por lo menos, las hacia bastante seguido y eso no le permitía hacerle poner los pies sobre la tierra. Aquel Enano no iba a ser el primero en alterarle.

 

 

 

 

 

 

 

Bifur le guío, los más indiferentemente posible hasta el lugar donde había visto a su Rey por última vez, refiérase a una de las partes más hondas de la mina, por no decir la más peligrosa, tal vez ver un poco de ello le haría ponerse en su lugar al muy falta de respeto. No se creía que cuidar de unas cuantas flores y limpiar un poco el piso se pudiera comparar al duro trabajo de las minas. Ya aprendería.

 

 

 

 

 

Para su mala suerte esta idea no pareció gustarle del todo a su Rey, que desde el momento en que vio al Hobbit bajando la escalera de trabajo junto con Bifur el alma pareció írsele a los pies - ¿¿¡se puede saber qué demonios haces aquí!?? - grito alterado el Rey Bajo la Montaña. Al Hobbit por su parte, este hecho no pareció alterarle en lo más mínimo.

 

 

 

 

 

 

 

- Bueno, tan solo pensé que como cierto señor había dejado su comida en casa y no parecía dispuesto a parar para buscarla sería buena idea traérsela – oh, al parecer se equivocó, al Hobbit si le había afectado la forma de hablar de Thorin, solo que no como había creído.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

- ¿¡Tienes idea en los problemas que te estas metiendo!? ¡Este sitio se puede desplomar en cualquier momento! - gruñó Thorin - ¡y tú! - dijo, de pronto volteándose hacia Bifur - ¿en qué diablos estabas pensando cuando lo trajiste aquí?

 

 

 

 

 

 

 

Antes de que el Enano pudiese responder (porque de verdad le había tomado desprevenido aquella reacción por parte del Rey (ni siquiera cuando Fili y Kili bajaban era tan extrema) Bilbo ya había tomado la palabra de nuevo – ¡pues lo siento, pero creo poder cuidarme yo solo! - replico el menor.

 

 

 

 

 

 

 

- ¡No, no puedes, ese es el maldito problema! - Bifur estuvo a punto de informarles de que estaban llamando un poco demasiado la atención, pero se dio cuenta de que hablar con ellos sería inútil, por lo que se retiró lo más discretamente posible, vagamente miró hacía el ojos de la cueva en la que estaban excavando, era honda y contaba con una saliente hacia la superficie de unos diez metros, desde allí se podía ver el sol.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

- ... ¡pues ahora que estoy aquí podrías por lo menos darme las gracias Enano imbécil! - gruñó Bolsón, importándole más bien poco que estuviese hablando con un Rey y que su mismo pueblo le estuviese escuchando. Thorin gruñó y se llevó las manos a la cabeza. Más de uno de los obreros sonrió ante esa escena, el Hobbit debía de tener estándares muy altos si pensaba que su orgulloso señor le daría las gracias en medio de una discusión.

 

 

 

 

 

 

 

Por este mismo racionamiento más de uno casi se va de lado cuando el Rey, rojo como un tomate, tomo por el brazo al castaño hasta dejarlo lo más cerca posible para inclinarse y susurrar algo justo en su picuda oreja, a lo que Bilbo sonrió, con una malicia que le puso los pelos de punta a más de uno antes de tocar con su índice la nariz del avergonzado Rey – que tal, no era tan difícil ¿o sí?

 

 

 

 

 

Bifur no pudo si no preguntarse qué clase de embrujo había lanzado el Hobbit sobre su señor.

 

 

 

 

 

2. Beso.

 

 

 

 

 

Este episodio da a lugar unas cuantas semanas luego de su predecesor, para fastidio de Fili y Kili, pues parte del lio les envolvía, de nuevo, a ambos, solo que esta vez les prestaba como espectadores auditivos. Era tal la pelea que su madre se había ido temporalmente a la construcción a “buscar paz”. Si bien deben recordar la principal preocupación de Thorin prescindía en que Bilbo no se hiciese daño en la mina, pues bien, ese día ocurrió lo que tanto venía temiendo: el desplome de la mina, no fue uno grande y desastroso como el anterior, pero si hubieron muchos heridos entre los cuales se hallaron Escudo de Roble y el señor Bolsón.

 

 

 

 

 

Este último, sin embargo, no se hallaba tan mal, no así como el primero, el cual, por quien sabe que asares del destino, atino a cubrir a su compañero, ganando así varios horribles golpes en la espalda y un camino directo a la inconsciencia, cuando les encontraron estaban ambos sepultados bajo una enorme roja, por lo que Balin no pudo si no maldecir el milagro que era que Thorin no se hubiese quebrado la columna. Ahora ambos parecía intentar decidir de quien era la culpa aquel incidente y se recriminaban los unos a los otros el haber salido heridos. Al menor de los hermanos le hizo cierta gracia cuando escuchó al Hobbit gritar “¡¡yo puedo cuidarme solo, debiste haber corrido!!” pensando que parecían un viejo matrimonio.

 

 

 

 

 

 

 

- ¡¿En verdad, aun después de lo de hoy sigues insistiendo con eso?! ¡Maldición, Bolsón, si no te hubiese cubierto habrías muerto! - le gritó Thorin, sentado en su cama vistiendo nada más que unos pantalones negros y un largo vendaje que cubría por completo su abdomen y su hombro izquierdo, lleno de ungüentos y pastas curativas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

- ¡Pudiste haberte matado! - de pronto los ojos de Bilbo estaban llenos de lágrimas, se frotó la cara con el dorso de la mano en un banal intento por contenerlas antes de romper en llanto. Thorin se sobresaltó, mirando a todos lados como buscando ayuda, pero estaba solo. Se recordó que en momentos así era necesario tener dignidad, por lo que simplemente levantó su mano, apoyándola de la espalda del más joven, el cual ni corto ni perezoso se lanzó a su pecho.

 

 

 

 

 

 

 

Contuvo el impulso de separarlo cuando le sintió aferrarse a él, aun llorando. Entonces entendió que lo mejor sería dejarle tranquilo y que se desahogase, aunque en ningún momento le pasó por la cabeza que el angustiado pudiese ser el Hobbit, aunque era verdad que fue el mejor parado, cuando despertó en lo único que pudo pensar fue en si se encontraba bien, además, y gracias a que ambos estuvieron horas antes en la Casa de Curación pudo ver la piel bajo el vestido del Hobbit, cuando todos le creían dormido, mientras este se cambiaba, descubriendo así la enorme cantidad de colores que ahora tenían la usualmente blanca. Paso sus brazos en torno a la cintura del más joven, acomodándolo sobre su pecho, preguntándose cómo habían pasado de la pelea a eso, inconscientemente acarició su espalda por sobre una de las marcas violáceas, adormeciendo a su portador, estuvieron así un rato, tanto que la respiración de Bilbo comenzaba a hacerse cada vez más lenta, consecuencia de las caricias procuradas a su espalda y al rítmico sonido del corazón de Thorin, recodó una de sus conversaciones con el mago gris y la bruja púrpura que iban en su caravana y como le habían explicado que en comparación al cuerpo de los Hobbits el de los Enanos era completamente ajeno. Ahora entendía a que se había referido, además del vello y de que eran obviamente bastante más grandes. El calor corporal, la dureza de sus pieles, los erráticos latidos de sus corazones. Bilbo podía verse conviviendo con ellos por un largo tiempo.

 

 

 

 

 

Sin darse cuenta fue levantando poco a poco el rostro hasta estar cara a cara con el Rey, quien no hizo nada por romper la conexión de sus miradas. Poco a poco, el Rey fue subiendo su mano hasta enterrarla en los risos castaños del Hobbit, entonces Bilbo se hizo hacia adelante y lo besó. Fue un simple roce de labios, que mando una descargar voraz a través de los cuerpos de ambos. Thorin cerró los ojos, acariciando los rosados labios del menor con la lengua, los cuales se abrieron a él, gustosos, dejando que tomase posesión de su boca.

 

 

 

 

 

Bilbo se estremeció, embargado por la dulce sensación de los besos de Thorin, abrazándose a su cuello con placer mientras le sentía recorrer aquella húmeda cavidad con un estremecimiento, siendo consciente, a la vez, de la mano que bajaba poco a poco por su espalda, presa del éxtasis, llevado por sus ansias quiso participar y se dejó llevar, correspondiéndole al Rey con pasión. El Enano ya no pensaba en nada que no fuese Bilbo, su olor, su calor, la forma de su cuerpo, acercó su cabeza y apretó más el beso, sus lenguas jugando la una con la otra sin control. Tentativamente su mano terminó de bajar y apretó a gusto una de las nalgas del saqueador, sintiéndola redondeada y firme.

 

 

 

 

 

Solo cuando Bilbo gimió, aun sin romper el beso, se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Alarmado, rompió el beso, tomando una gran bocanada de aire y pasándose la gruesa mano por el rostro. Bilbo se dejó caer de popa frente al Rey, con la respiración igual de agitada y las mejillas enrojecidas, los ojos muy abiertos y llenos de sorpresa. Ambos tenían los labios rojos e hinchados.

 

 

 

 

 

El Enano se quitó la mano de los ojos para encontrarse al pequeño tembloroso, que mantenía una mano sobre sus labios, mirando al vacío - ¿Bilbo? - preguntó, preocupado, admitía que se había pasado un poco de la mano, pero...

 

 

 

 

 

Antes de que pudiese agregar nada más el chico se puso de pie en un salto y salió corriendo. Fili y Kili, que habían estado en la puerta escuchando y se habían extrañado ante el repentino silencio se pusieron de pie al mismo tiempo, mirando a su tío, extrañados - ¿qué pasó? - preguntó Kili, sorprendido.

 

 

 

 

 

Thorin no fue capaz de contestar.

Notas finales:

Muchas gracias por leer, hasta la próxima.


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