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El Hobbit Una Travesía Inesperada por LadyRed

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Notas del capitulo:

Bueno, este capítulo me quedo un poquito más largo de lo que pensaba, muchas gracias a Lube por sus recomendaciones, voy a ir usandolas a medida que las historia avanza :3

Capítulo 11 – Bilbo, Parte II.

 

 

 

1.Ambrosía.

 

 

 

Ambrosía, palabra derivada del griego anbrotós que significa “no mortal” o inmortal, nombre que se le daba a la comida y bebida de los dioses, de la cual se creía provenía el icor o sangre de los de los mismos, sustancia sagrada a la que no se permitía consumir a los humanos. Esta sería la palabra que Thorin usaría para describir la comida del señor Bolsón, al igual que todos los que la probaron, pues, en su mente, solía preguntarse que buen hado le había bendecido con semejante oportunidad. Escudo de Roble muy bien podía verse viviendo de los platos del Hobbit por el resto de su vida, lo cual, en general, molestaba a más de un sirviente que desde la llegada de Bilbo se había quedado sin trabajo.

 

 

 

Aunque uno de los mayores logros del castaño fue lograr que el cabeza dura de su “Majestad Bajo la Montaña” comiese verduras, pues el mismo Thorin había saltado a gritar, la primera vez que se las sirvió que esa era comida para elfos y que el no tenía que estarle soportando esos caprichos. Claro que no le quedaron muchas opciones cuando Bilbo literalmente le metió la cucharilla en la boca. Dis aun lo molestaba con eso. Lo que más le gustaba a Thorin era su guiso de pollo, el cual, la verdad, tenía más verduras que el mismo, razón por la cual jamás admitiría que le encantaba aunque le pusiesen fierro hirviendo en el cuerpo, claro, que cuando Bilbo le descubrió robando comida en medio de la noche no fue fácil de explicar. El comarqueño tenía de que estar orgulloso. Era un Hobbit orgulloso, que se podía hacer.

 

 

 

Si viesen las peleas que se hacían en la mesa por el guiso de pollo entenderían a lo que se refería, aunque normalmente no consentía las trifulcas en medio de la comida no podía evitar hinchar el pecho cuando les veía pugnando por tomar un poco de la cena que les preparaba. A Bombur le había fascinado especialmente su forma de cocinar cordero (como ya se habrán enterado antes, el de Dis tenía cierto sabor a tierra agría) y Fili y Kili peleaban constantemente por sus tartas. Para alguien que amaba comer y hacer comida como Bilbo, era atacado constantemente por la felicidad cuando le venían a pedir que les cocinase lo que fuese. Todo eso pasaba por la cabeza del Hobbit mientras veía a Thorin comerse un plato del ya mencionado guiso de pollo con una sonrisa satisfecha.

 

 

 

-. ¿qué? - preguntó el Rey, bastante a la defensiva cuando se dio cuenta de que lo estaba mirado - nada – murmuró Bilbo mientras pasaba una mano por la cabellera cana - ¿no y que era comida de elfos? - se burló un poco, aprovechando que estaban solos, a lo que Thorin se sonrojo, apartándole de un manotazo suave – hay excepciones... y no esperes que lo diga de nuev... - no había terminado de quejarse cuando Bilbo ya le había estampado un sonoro beso en la mejilla, raspando su mejilla lampiña contra su barba, gesto que le daba por hacer desde hacía un tiempo, y que terminó por acallar cualquier cosa en el cerebro de Thorin, dejándolo obsoleto – gracias por probar la comida para la fiesta.

 

 

 

Bilbo sonrió al ver la expresión confundida del Rey Bajo la Montaña y camino de vuelta a la cocina, contoneando sus caderas con una sonrisilla. Tal vez era cierto eso que le dijo Dis sobre que últimamente estaba siendo bastante atrevido, pero no podía evitarlo, era bastante divertido ver como la cara de Thorin enrojecía y ponía una expresión de bobo confundido que no se la quitaba nadie. Aunque tenía muchas cosas que hacer, así que mejor se comportaba y se ponía a trabajar.

 

 

 

2.El Mago y la Bruja que Descansan.

 

 

 

Gandalf miraba el pie de la montaña con aire ausente, hacia años que no había puesto un pie ahí, desde la época de la Desolación de Smaug, cuando la Montaña Solitaria fue conquistada por el dragón y el verde valle de Dale fue convertido en ruinas. Arriba del árbol se hallaba Ágata comiendo una manzana y masajeandose la piernas como siempre hacía, un tic nervioso, como lo llamaba ella. Sabía que de todos los que participaron en esa guerra probablemente los que perdieron más fueron Thorin y Ágata, el rey que fue despojado de su reino, de sus súbditos, de las riquezas de su pueblo, que tuvo que mendigar por ayuda, arrodillase ante otros, y la bruja invalida, que perdió a su pueblo, a su familia y que fue confinada a un bastón por el resto de su vida. No eran historias muy alegres que contar, sin mencionar que él y los elfos se vieron especialmente beneficiados con la caída del dragón mientras que las brujas sucumbieron, la Ciudad del Valle quedó destruida y los enanos casi no recuperan Erebor.

 

 

 

-. El chico está bien – dijo de pronto Ágata – pero no lo vas a reconocer, ahora viste ropas enanas y lleva una cuenta con un conejo de las nieves en el cabello, se ha dejado crecer el cabello hasta la media espalda y parece que el Rey y la Dama Bajo la Montaña han estado moviendo sus hilos para que pueda ser considerado parte de la Familia Real.

 

 

 

El Mago Gris alzó una ceja, sorprendido de hasta donde había llegado el pequeño Bilbo, más no hizo amago de levantarse ni de dejar su pipa de lado, quería darse un momento para relajarse y para pensar en lo que los había llevado allí. A él, más bien, pues Ágata se quedaba en Dale. Belladona e persona le había pedido, hace ya dos años, cuando aun la esperanza de que su hijo siguiese vivo era fuerte, que buscase a Bilbo y se lo devolviese, pues su corazón no aguantaba el estar lejos de su niño. Habían pasado cuatro años desde que la caravana que iba de La Comarca a Minas Tirith fuese atacada, jamás pasó por su cabeza que los Hobbits desaparecidos, sobre todo Bilbo, pudiesen estar en ese rincón de la tierra media. Bungo aun seguía culpándose por la desaparición de su hijo, ya no iba a fiestas ni reía con la misma frecuencia que ante, he incluso se presumía que había bajado de peso y que en su casa ahora solo se tomaban tres comidas.

 

 

 

Entonces Ágata se dejó caer, flotando en el aire como una semilla de diente de león por unos segundos antes de aterrizar sin hacer ruido sobre el verde pasto – bien, señor Peregrino, será mejor que nos movamos, nos quedan seis horas de viaje hasta Dale y ahí podrás dormir un rato antes de que tu nuevo viaje comience.

 

 

 

-. tengo especial curiosidad por saber como reaccionará Bilbo con todo lo que le voy a contar – dejó escapar como si nada el Mago Gris, pues sabía, como ya antes había demostrado, que Ágata poseía la habilidad de saber cosas, y no controlaba bien eso de no decirlas en voz alta.

 

 

 

-. no creas que voy a decirte que decirle al chico Gandalf, este es tu problema, no el mio, esta bien que me halla llevado bien con el cuando lo conocí, pero hasta ahí, ya te he ayudado suficiente con decirte como luce y que vida a llevado hasta ahora – aunque claro, tenía sus momentos de lucidez en los que una piedra daba más información que ella.

 

 

 

-. en realidad no me has dicho que vida a llevado hasta ahora, bien podría ser un esclavo y tu no me lo has dicho – gruñó el Mago mientras le ofrecía su brazo para que se apoyara pues sabia que esas horas de camino iban a ser una tortura para la mujer.

 

 

 

Ella bufó, indignada - ¿crees que lo adoptarían si fuese un simple esclavo? Aunque tengo que admitir que siempre ha tenido cierta afinidad por las labores del hogar, tengo fuertes expectativas para el futuro de ese chico – declaró la bruja hinchando el pecho con aire digno. El Mago negó con la cabeza, más no pudo evitar sonreír ante las palabras de Ágata. Ya se daba una idea de que expectativas hablaba.

 

 

 

3.Una Visita Inesperada.

 

 

 

Como se ha dicho antes, la presencia de Magos y Brujas era altamente apreciada en Erebor, pues estos habían formado parte fundamental de la derrota del dragón que hacia siglos los despojó de su hogar. De haber sabido que Gandalf el Gris llegaba esa misma noche las cosas hubiesen sido una calamidad, los arreglos se hubiesen hecho con meses de anticipación tan solo para que Thorin y el Peregrino Gris intercambiasen un par de palabras en el Salón de Reuniones. Pero como Gandalf no dijo nada sobre su visita, el día transcurrió con normalidad, el mismo Bilbo había decidido invitar a cenar a la Compañía de Thorin, como celebración en honor a una nueva alianza comercial con los enanos de las Colinas de Hierro.

 

 

 

-. ¡no puedo creer que algo halla entrado en esas cabezas duras! - había exclamado Dwalin feliz, mientras le ayudaba a servir la mesa, los ánimos en la casa estaban especialmente festivos ese día, y Bilbo, como buen Hobbit no dejaría pasar la oportunidad de prepararles un banquete, como antes había dicho, adoraba cocinar. A las siete llegó el resto de la compañía, cuando el Hobbit aun estaba arriba en su habitación, peinándose para la fiesta, a través del techo podían escucharse las risas de Bilbo y Dis – es increíble lo perturbador que puede resultar esto – había comentado Fili, sin apartar la mirada del techo, preocupado, preguntándose de que podrían estar hablando su madre y el castaño.

 

 

 

Thorin llegó a casa media hora más tarde, venía de la fragua, exhausto pero de muy buen animo, traía una pequeña bolsa de seda azul oscuro colgándole de la cintura como quien no quiere la cosa, y cuando le preguntaron que era simplemente les respondió con gruñidos. Por ningún motivo iba a dejar que se enterasen , ya lo harían más tarde si todo salia bien. Poco después bajaron Bilbo y Dis, ya arreglados y se dispuso a comenzar la reunión. Lo bueno de las fiestas de los enanos es que siempre se podían escuchar buenas historias, algo que Bilbo había aprendido a amar con toda su alma, se podía palpar ese sentimiento de familiaridad entre los invitados que te hacia sentir a gusto contigo mismo aunque no hubieses sido invitado, lo cual era mucho decir. Estas fiestas eran, sin embargo, muy diferentes a los bailes de la nobleza, los cuales se preparaban muy de vez en cuando, si había algún invitado importante y se le quería recibir con dignidad, y hay que tomar muy en cuenta la opinión de un Hobbit acerca de las fiestas, pues estos eran expertos en ellas.

 

 

 

Quien sabe en que momento Balin y Dwalin decidieron que era una buena oportunidad para avergonzar un poco al rey y decidieron contar algunas cosas de la infancia de este. Al pobre Bilbo se le iban a salir las lágrimas de tanta risa ¡pobre Thorin! Nadie se imaginaria la mitad de las historias que salieron de la boca de los mayores esa noche, el moreno quería que la tierra se lo tragase. Si sus familiares alguna vez se han ido de boca con alguna historia especialmente embarazosa podrán entender como se sentía Thorin en esos momentos, pero no les iba a discutir ¿por que? Se estarán preguntando, pues por que sería un gasto innecesario de saliva, sería como intentar convencer a Fili de que dejase de dormir con Kili o a Bilbo de que usase pantalones para ir y venir de la casa. Nadie pareció prestarle atención a la luz ambarina que titileo un par de veces frente a la ventana de la casa antes de apagarse, todos estaban demasiado ocupados en sus asuntos.

 

 

 

Por eso, cuando tocaron la puerta fue una gran sorpresa para todos. Bilbo miró a Thorin, y este simultáneamente miró a Dis, la cual se dirigió a los demás - ¿alguno de ustedes invitó a alguien más? - preguntó confundida, mientras se ponía de pie. Los demás negaron, pero Kili se levantó – voy a ver – le sonrió a su madre y fue a abrir. Thorin gruñó – de seguro es otro de esos imbéciles... - murmuró entre dientes, molesto pero cierto, más de una vez alguno de sus consejeros había irrumpido en las reuniones en su casa aun cuando se le aclaraba que era una fiesta más bien familiar. A veces pensaba que no tenían sentido del ridículo.

 

 

 

-.pues si es uno de ellos se va a tener que hacer de cenar, por que no pienso servirle nada – replicó Bilbo mientras meneaba su copa de vino con el ceño fruncido – no tengo que hacerle de esclavo a un maleducado que no sabe cuando no meterse en lo que no le importa.

 

 

 

-. fuertes palabras, Bilbo Bolsón ¿que ha sido de los modales que te enseñó tu madre? - la voz de Gandalf resonó en la habitación, haciendo que todos los presentes detuviesen lo que sea que estuviesen haciendo. El Hobbit se levantó de un salto, tirando su copa de la impresión, la cual no acabo de estrellarse gracias a los rápidos reflejos de Bofur – G-Gan...Gandalf... - balbuceó sorprendido, no había esperado verle allí.

 

 

 

-. ¡Mago sin vergüenza! ¿como se te ocurre venir sin avisar? ¡podríamos haber organizado los preparativos para recibirte! - le gruñó Balin, ignorando a Bilbo, sonrió, ignorando a Bilbo y levantándose para saludar al Mithrandir. Sin embargo su reacción no pasó desapercibida para el Rey Bajo la Montaña quien en vez de ir a saludar al mago dio la vuelta y se puso frente a Bilbo - ¿pasa algo saqueador? - murmuró en su oído, a lo que la atención del Hobbit fue devuelta hacía el.

 

 

 

El castaño parpadeó un par de veces antes de mirarlo a los ojos y negar – te lo contare después murmuró poniendo una mano sobre su brazo de manera tranquilizadora. No le pasó desapercibida la mirada que le mando el mago – ahora, si no les importa, me gustaría sentarme con ustedes, estoy un poco cansado. Rápidamente los enanos más jóvenes le ofrecieron asiento y comida y la noche siguió su curso, para todos excepto Bilbo que lentamente se fue retirando de la sala, con las manos temblandole y la cabeza adolorida, pues intuía por que el mago estaba ahí.

 

 

 

4.La Charla.

 

 

 

Thorin le dio vueltas en la mano a la pequeña cuenta de Mithril que había forjado aquella mañana, los detalles eran sencillos y bellos, tenía una sola esmeralda en el centro, y demostraba el enorme esfuerzo que hizo su fabricante para darle forma. Cuando Dis lo vio sonrió orgullosa como pocas veces, y se sentó a su lado, también mirando la cuenta – es muy hermosa Thorin – le alabó, colocando su mano sobre la cabeza de su hermano y atrayéndolo hasta ella, el mayor se dejó hacer como si en realidad fuese ella la primogénita y se acurrucó como un gato entre el cuello y el hombro de su hermana - ¿cuando se la vas a dar? - susurró mientras le acariciaba el cabello.

 

 

 

-. no lo sé... - le contestó Escudo de Roble casi ronroneando, pero pendiente de no soltar la cuenta, dejándola cerca de si - ¿por que no se la das hoy? Es una oportunidad inmejorable, podrías incluso conseguir la buenaventura del mago... - ante eso el moreno levantó la mirada hasta los ojos azules de su hermana – no sabemos si aceptará – replicó, levantando una ceja, aunque quería creer que si, que Bilbo diría que si a su propuesta y que, como extra, podrían obtener los buenos deseos del mago.

 

 

 

Justo en ese momento Bilbo estaba sentado en su sillón predilecto de la sala, mirando las llamas en silencio y con una mirada preocupada en sus ojos, de pronto fue consciente de todo lo que había pasado desde que Thorin le rescatase. Habían pasado cuatro años desde que se fue de la Comarca, sus padres debían de estar desesperados, si, solo si, no lo habían dado por muerto ¿y que pasaba con Paladín? Cuando su padre arregló su matrimonio no pidió su opinión para nada y en ese tiempo había pensado que estaba bien, por que no sabía nada del mundo, había confiado en que su vida estaba completa siguiendo los deseos de su padre por que el tenía experiencia, por que el sabía lo que era bueno para el, y si nunca hubiese pedido ir a Minas Tirith no hubiese sabido el gran error que estaba cometiendo. Paladín estaba enamorado de Eglantina, estuvo a punto de arruinar su vida, por que por más que le dijese que estaba bien, hubiese estado atado a un hombre que no amaba, obligando a darle hijos, condenándolo a la monotonía de la vida de un ama de casa, jamás hubiese conocido a la compañía, ni a Dis, ni a Fili ni a Kili, ni Thorin.

 

 

 

Se imaginó su vida si estos últimos y se sintió miserable. Pero el solo hecho de estar lejos de sus padres ya lo hacía sentir así. Este fue, sin duda, uno de los momentos de más indecisión de la vida de Bilbo, y Gandalf se dio cuenta de esto, por lo que ni corto ni perezoso se apresuró a buscar un lugar cerca de el en la sala, le gustaba esa habitación, era cálida y acogedora, podía respirarse el toque de Dis y Bilbo en el ambiente. Miró al mediano el cual hizo todo lo posible por no prestarle atención mientras parecía muy interesado en sus uñas.

 

 

 

-. debo decir, que jamás pensé que vería a un Bolsón viviendo entre enanos como tu lo hacer, Bilbo, estoy orgulloso – comentó como si nada mientras encendía su pipa, el castaño le miro en silencio, aun sin decir nada. Parecía decir “di lo que viniste a decir y punto”, por lo que el mago simplemente bufó – no te recordaba tan impertinente – declaró haciéndole ver que había entendido.

 

 

 

Bilbo sonrió, aunque no era una de sus mejores sonrisas a decir verdad – no se ni que pensar – confesó volviendo a mirar al fuego – estuve viviendo en Dale un tiempo ¿sabes? Un año, y en ese tiempo no podía pensar si no en volver a ver a mis padres, a Paladín, a Prímula y a Drogo ¡dios, no tienes idea como me hicieron falta! Pero cuando comencé a vivir aquí... bueno, no sé, yo...

 

 

 

-. te enamoraste de la vida aquí, lo se, puedo imaginarme como te sentiste maestro Bolsón, los enanos pueden ser muy buena compañía, si te relacionas con los correctos – aclaró el Mago, mirándole fijamente. Bilbo soltó una carcajada – oh, Gandalf, no tienes ni idea de como estoy de acuerdo contigo, si te contase la mitad de las cosas que he vivido aquí entenderías por que ya no soy tan Bolsón como antes, creo que ni siquiera un poco Tuk ¿te has enterado de que me enseñaron a hablar Khuzdul? Si, también fue una sorpresa para mi, y me regalaron esta cuenta.¿me entiendes ahora? ¡han sido cuatro años! Ya no se ni como podrían reaccionar mis padres al verme. Oh, de seguro que a mi padre le da un infarto, y mi pobre madre, por lo menos se que no es de corazón débil.

 

 

 

Estuvieron un momento en silencio, en el que ninguno de los dos se atrevió a hablar, el Mago por que sabía que lo que iba a decir iba a tener un gran impacto en el más joven, y por en realidad estaba sorprendido, las palabras de Ágata no abarcaban ni la mitad del cambio por el que había transitado Bilbo – Paladín se casó, Bilbo, un año después de que desaparecieras se presentó en la casa declarando que se había casado con Eglantina y que ella esperaba un hijo - Bilbo miró a Gandalf, sorprendido,aunque por un lado sabía que debía sentirse ofendido la noticia lo alegró enormemente - ¿en serio? - preguntó con una pequeña sonrisa, pensando que al final todo salió como debió de haber salido desde un principio.

 

 

 

Gandalf asintió – estaba de visita en tu casa en ese momento, por un segundo todos pensamos que Bungo los iba a matar, de no se por Belladona tal vez lo hubiese hecho, intentamos hacerle entender que había sido él quien preparó el matrimonio y que Paladín en realidad no les debía nada, pero no quiso escuchar, le prohibió la entrada a Bolsón Cerrado y casi rompe relaciones con los Tuk.

 

 

 

-. Oh, rayos... - se quejó Bilbo, preocupado.

 

 

 

-. pero no te preocupes, creo que tu madre puede ser muy persuasiva en casos como esos, los pobres oídos de los habitantes de Hobbiton se llevaron un buen escarmiento esa noche - Bilbo soltó una alegre carcajada, tal vez la primera desde que llegó el Mago, aunque en seguida su estado de animo volvió a decaer, pensando en lo mucho que extrañaba a su madre, a su olor a perfume, su cabello negro y rizado y esa sonrisa afable de mejillas rechonchas, le hubiese gustado poder verla en ese momento, pero claro, no podía.

 

 

 

-. Prímula y Drogo también tuvieron un hijo, el pequeño Dagon, se parece tanto a su madre y su tía que es simplemente encantador – le relató el Mago. Bilbo meneó la cabeza – me gustaría poder haberlo conocido. Entonces Gandalf dejo su pipa de lado y le miró largamente – todavía puedes... - Bilbo suspiró, llevándose las manos a la cabeza – Gandalf... - comenzó con un suspiro, frotándose en cuello – no Bilbo, tengo que decirte esto, tienes que tomar una decisión, tu familia te está esperando en la Comarca, tienes que volver...

 

 

 

-. ¿qué? - se escuchó la voz de Kili a sus espaldas, Mago y Hobbit se voltearon, sorprendidos, pues ninguno había escuchado la voz del muchacho. Bilbo se levantó, no pudiendo quedarse sentado ante la expresión herida del muchacho, que lo miraba con ojos de cachorro - ¿te vas ha ir?

 

 

 

-. tiene que volver con su familia, muchacho, era de esperarse – Bilbo miró al Mago con odio por haber respondido por el, y de esa forma antes de salir casi corriendo de la habitación, mandando todo al diablo. Kili estuvo a punto de ir tras el, cuando una mano le tomó por el hombro, tras el estaba Thorin, que también había estado escuchando la conversación, pero no se había atrevido a intervenir – yo iré con el, vuelve con tu hermano – le tranquilizó, a lo que el moreno asintió con expresión abatida.

 

 

 

Bilbo estaba en su balcón, un enorme balcón cuadrado que no recordaba donde había visto antes de que Dis se lo diese junto con su habitación, parado junto a la gruesa baranda de piedra y recostando sobre la misma, con la cara enterrada entre sus brazos, no quería pensar, no quería hacer nada, quería olvidarse de que Gandalf estaba abajo, que debía volver a la Comarca, quería olvidarse de todo. Así lo encontró el Rey Bajo la Montaña, que ya de paso también se sentía bastante incomodo, y que por un momento se planteó la idea de dejarlo solo, pero al final no pudo, su instinto protector pasó la incomodidad y tuvo que ir con el. Que se puede hacer, Thorin era débil en todo lo referente al Hobbit. El hijo de Belladona le escuchó desde que puso un pie en la habitación hasta que paró a su lado, recostándose también de la baranda de piedra, y pasando un brazo por los hombros delgados y delicados, enterrando su rostro en su cabello, pensando que extrañaría su aroma cuando se fuera.

 

 

 

-. no me quiero ir... - murmuró Bilbo, apenas abriendo los ojos para mirarlo - ¿eso me hace mala persona? - preguntó, quedito, intentando no parecer infantil, el rey suspiro – no, no lo hace, ni aunque fuera verdad – replicó levantando la mirada solo por que ya no se sentía capaz de mirarlo a los ojos, se separó de el y se detuvo a su lado, tronándose el cuello con parsimonia.

 

 

 

-. si quieres volver, quieres ver a tu familia, eso esta bien – declaró, tragándose el nudo que tenía en la garganta – ya sabíamos que querrías irte en algún momento...

 

 

 

-. ¡es que ese es el problema! ¿que no me estas escuchando? - Bilbo suspiró, Thorin no tenía la culpa de que tuviese los pensamientos en desorden – quiero quedarme, quiero seguir cuidando de Fili y Kili como hasta ahora, quiero... quedarme con ustedes – se sonrojó, y Thorin no se atrevió a comentar nada, decidiendo que mejor le dejaba hablar a ver si se despejaba un poco, el Hobbit suspiró, pasándose una mano por la cara – pero extraño a mi familia, no puedo, ni quiero, imaginarme por todo lo que han tenido que pasar mis padres, mis primos ¡por Aüle, tuvo que venir Gandalf a decirme que mi prometido se había casado con otra! - ante esas palabras el Rey, que hasta ahora había estado jugando con la cuenta de cortejo entre sus manos, se detuvo abruptamente.

 

 

 

-. pro... - tragó grueso, obligándose a hablar - ¿prometido? - pregunto, tratando de que no se le notasen los celos en la voz, por suerte, esa noche Bilbo no estaba especialmente perspicaz, por lo que no se dio cuenta – si, bueno... era algo así como arreglado, en verdad apenas nos conocíamos – por algún motivo el mediano sintió la necesidad de explicarse, lo cual hizo mientras daba la vuelta para apoyarse de espaldas y sobre los brazos. No se dio cuenta del suspiro que dejo escapar Escudo de Roble, ni de como se guardaba la cuenta en el bolsillo disimuladamente. Lo mejor era no arriesgarse.

 

 

 

-. ya veo... - ese no era precisamente el mejor momento de Thorin, para ser sinceros – escucha, no tienes por que decidir nada hoy ¿por que no mejor duermes y mañana por la mañana intentas decidirte por algo? - le ofreció el Rey Bajo la Montaña mientras. Bilbo le miró, sintiéndose repentinamente lejos, no dispuesto a eso se apoyó de su hombro con expresión abatida.

 

 

 

El moreno no lo resistió más y lo estrechó contra su pecho, muy celoso y muy molesto, pensando que a ese supuesto prometido podía ir llevándoselo los Orcos por que el no iba a ceder terreno – Thorin... -le llamo cerrando lo ojos y pensando de nuevo que le gustaban las diferencias entre el cuerpo de los Hobbits y los enanos, el Rey era muy fuerte y muy cálido y parecía que su cuerpo embonaba a la perfección ahí entre sus brazos - ¿puedes dormir conmigo? No quiero quedarme solo – le pidió mirándole a los ojos bastante avergonzado. El enano suspiró, retorciendo sus manos ante la repentina picazón por la que fueron atacadas – claro ¿por que no? - después de todo no era la primera vez que dormían juntos, sería muy extraño negarse justamente en ese momento. El Hobbit sonrió antes de separarse de el para ir al cuarto y cambiarse. Thorin desvió la mirada cuando le vio comenzar a quitarse la ropa, mirando al exterior, volvió a sacar la cuenta y la miró por un momento, pasó una mano por los detalles recordando las palabras de Dis.

 

 

 

-. Thorin – escuchó que le llamaba Bilbo, el muchacho se había puesto el camisón de la pijama y le esperaba junto a la cama, un poco preocupado. El moreno le sonrió antes de ir a acostarse con el. Una vez en la cama el más joven se abrazó a el, escondiendo la cara en su pecho, dispuesto a dormir el resto de la semana con tal de retrasar la decisión, aunque para los miembros de la familia Real ya era bastante obvia.

Notas finales:

les advierto de ante mano que estoy a punto de comenzar a clases por lo que no seré capaz de actualizar tan seguido, además de que me meterán en un curso por lo que no tendré casi tiempo de escribir


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