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El Hobbit Una Travesía Inesperada por LadyRed

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Notas del capitulo:

No me odien, pero es que e estado con la soga al cuello de cosas que hacer y ahora encima tengo que comenzar un curso el 15 xD feliz año tardío a todo y todas quienes leen mi fic y espero que lo disfruten, Lube cariño, no me odies

 Capítulo 13 – El Comienzo del Viaje – Parte I.


 


Hablando._


 


No habían avanzado mucho, apenas estaban a unas tres horas de Erebor.


 


Aburrido...


 


Bilbo había comenzado a sentirse muy aburrido... a eso de los cinco minutos.


 


Comenzaron hablando de la Comarca, pues Fili y Kili se dieron cuenta de que distraer a Bilbo de la idea de acercarse a Dale era de extrema necesidad, pues aunque el joven Hobbit había vivido muchas cosas buenas en esta ciudad, para ninguno de los miembros de la familia real era un secreto las profundas pesadillas que los días de hambre plantaron en su mente, y que aun se mantenían vigentes. - ... es algo así como el trigo, no es todas partes puedes plantarlo, lo mismo pasa con los Hobbits, no somos aptos para movernos mucho de un lado a otro, incluso en muchas de las escasas excepciones que hay en nuestra gente. No todos somos proclives al cambio – les había dicho en primer lugar. Oh, y había puesto esa sonrisa, esa que hacía que Thorin tuviese ganas de regalarle el mundo, no es que en algún momento dudase de lo que sentía por Bilbo, pero verle poner esas sonrisas solo hacia que sus sentimientos por el creciesen cada vez más.


 


- entonces debemos suponer que eres una gran excepción a la regla ¿no, amigo mio? - le había preguntado Dis con una sonrisa sincera, se había recortado ligeramente la barba para que el viaje se le hiciese un poco más llevadero, pues incluso con las cómodas ropas de viaje que reemplazaban su ostentosos pero muy queridos vestidos el calor y la incomodidad de cabalgar todo el día hacían mella en ella – siempre he sido un bicho raro amiga mía, la diferencia es que ahora tienen pruebas de ello – alzó las cejas picaramente el Hobbit antes de darle una rápida mirada a Thorin, quien luchó por no sonreír. Ese chiquillo pendenciero...


 


- como sea que fuese, a mi padre nunca le gustó dejarme salir de Hobbiton, incluso las visitas a mis parientes en los Gamos tenían que ser hechas en compañía de mis tíos, solía decir que en el momento en que pusiese un pie solo fuera de la casa me descarrilaría por completo – murmuró Bilbo con un pinchazo de culpabilidad. Thorin pensó en decir cualquier cosa contra eso, pero luego recordó la forma en que Bilbo lo besaba, metiendo sus pequeñas manos dentro de su ropa como si quisiera arrancársela... y pensó que en verdad, de alguna forma, Bungo Bolsón podría tener razón, aunque no es como si fuese a decírselo, ni a él ni a Bilbo, no quería que su amante le matase, gracias.


 


- si, lo mismo decíamos de Kili – comentó Fili como si nada, llamando a la risa de varios de los miembros de la empresa - ¡Hey! - se quejó el moreno, mirando a su madre como buscando apoyo, la mujer bufó – a mi no me mires, un mes fuera de casa y ya habías destruido seis de los ocho cuartos para invitados del palacio de Bard, habías escapado con su hija a una fiesta en los Bajos de Esgaroth, rompiste las vasijas del viejo Gobernador, limpiaste de hojas el árbol sagrado de...


 


- si, si, si, ya, déjenme en paz – frunció el ceño el menor de los Hermanos y adelantó el paso, murmurando quien sabe que. Bilbo abrió muchos los ojos antes de suspiras, frotando sus parpados. Elbereth, siempre pasaba lo mismo con ese chico. Mejor lo dejaba estar. En ese momento sintió una mano sobre su espalda y le sonrió a Thorin, quien simplemente volvió su vista al frente, pero con el característico brillo satisfecho que tenían sus ojos cuando se daba cuenta de que había logrado animar a Bilbo. El Hobbit casi sonríe de nuevo, de no ser por que al mirar de reojo se da cuenta de que Gandalf le está mirando de esa forma en que parece que te dice “se hasta el más recóndito secreto de tu alma” y como Bilbo estaba un 100% seguro de que en el mismo momento en que su padre tomase atención en los enanos el mago le diría todo lo que sabía de su relación con el Rey, decidió ser discreto, por lo menos lo suficiente como para no levantar sospechas. Entonces Ori le hizo un par de preguntas sobre los tocados que había cosido para las hijas del Orrin, el Jefe Minero, y se olvido, por un rato, de viaje que estaban emprendiendo. Claro que hubiese sido más fácil si no hubiese tenido los brazos y las piernas en constante queja por los continuos zarandeos de Molly.


 


Caminos._


 


Después de cuatro horas más de viaje el cuerpo de Bilbo le exigió estirarse y tuvo que bajarse del poney pese al inicial desacuerdo de los demás. Suspiró los primeros diez minutos y luego sintió como si sus piernas fuesen a reventar. No que el fuese lento, que va, pero el paso por el que caminaban los demás (si es que iban caminando) era mucho más agresivo de lo que estaba acostumbrado, suspiró, jalando las riendas de la poney, para después acariciar el pelaje rojo sintiendo cargo de consciencia, la pobre Molly no tenía la culpa de que a él le doliesen las piernas, probablemente ella estaba mucho más cansada que él, teniendo que llevarlo junto con todas sus cosas. Suspiró, apoyándose en el cuello del equino, frunciendo el ceño cuando la falda se le cruzó por las piernas y casi le hace tropezar.


 


- ¿todo en orden Bilbo? - preguntó entonces Dis, que iba a su lado – claro – contestó él – estoy bien – la verdad es que no lo estaba y ya comenzaba a extrañar su cuarto, la cama mullida y la chimenea de piedra pulida, pero no iba a decirlo en voz alta, no quería que los demás pensasen que era débil y de seguro que si se lo decía a Thorin terminaría sin poder separarse de Molly en lo que quedase de viaje – ¿estas seguro? Puedo llevarte, Lapislázuli todavía no está cansado – le sonrió la enana, rascándose ligeramente la barba – no Dis, es en serio, todo está bien – zanjó manteniendo la calma, no queriendo ser grosero con ella. La enana se quedó mirándole de esa manera en que le miraba Belladona cuando se metía en un aprieto y tenía que mentir, como diciendo “se la verdad jovencito, cuando tu vas yo ya he ido y venido diez veces”. Santos dioses ¿es que era una especie de hechizo lanzado a las madre? Lo dudaba, ninguna magia duraba tanto, incluso las leyendas de los antiguos Eldar declaraban que siempre terminaba siendo convertida en otra cosa, por eso volteó y trató de no mirarla mucho a los ojos, esos ojos azules siempre lo convencían, así fuesen Thorin o Fili y Kili, siempre lograban hacerlo cambiar de opinión con esas miradas penetrantes. Si, mejor fingía demencia.


 


La situación no mejoró mucho cuando comenzó a llover, ni cuando el terreno se volvió húmedo e inestable, llenándolos de barro hasta los oídos a todos, machando, Oh Valars, manchando su falda, se tragó un gruñido, aquel vestido se lo había regalado Yana. Bueno, Bolsón. Ya está arruinado ¿que puedes hacerle?, pensó resignado mientras se soplaba un mechón de la cara, no quería llevarse las manos sucias al cabello. Maldijo en khuzdul cuando, al pisar mal sobre una roca que había quedado enterrada en el barro, la misma se desprendió del suelo, haciéndole derrapar hacia adelante. Apretó los ojos para contener las lágrimas de rabia que se formaron en sus ojos mientras se sobaba su adolorido trasero, tratando de sujetarse de la silla de Molly, más el animal se había asustado y había comenzado a hacer cabriolas, él intentó calmarla, murmurándole con suavidad, pero es que la poney no se quedaba quieta y casi termina pateandole la pierna, por lo que se apartó de un saltó, haciendo que se le llenaran de más barro las piernas, entonces Fili y Kili corrieron hacía él. El mayor fue hasta Molly, logrando calmarla después de un segundo, mientras que Kili fue directamente hasta donde estaba luchando por levantarse. Se sacudió con fuerza cuando el muchacho intentó tomarlo del brazo para levantarlo y lo hizo por si mismo, sacudiendo el barro de su falda, cosa inútil pues la misma ya estaba bastante insalvable y sus piernas se sentían frías y le picaban. Apretó los ojos de nuevo y volvió a soplar aquel maldito mechó, esta vez sintiéndose peligrosamente cerca del llanto, entonces sintió una mano en su hombro, apretando con delicadeza – cariño, creo que tenemos que hablar – le susurró Dis con una sonrisa apenada.


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- ¡pero no quiero usar pantalones! - el rugido de Bilbo bien pudo haberse escuchado por toda la llanura, más de uno se miró entre si, sorprendido de la fuerza que la voz del pequeño podía llegar a poseer. Dis por su parte suspiró, se habían apartado un poco del grupo para hablar, hallándose escondidos tras la privacidad de una roca lo suficiente grande como para cubrirlos. Tenía que hacer que Bilbo entendiese que, pese a las costumbres de su pueblo, lo mejor sería adoptar una forma de vestir más ligera, para que pudiese caminar con comodidad, sabía que jamás podrían convencerlo de usar zapatos y es que en realidad no los necesitaba, ella misma había comprobado la dureza de la planta de sus pies, pero por lo menos valía la pena intentarlo – son dos días de aquí a Dale, cariño. No puedes seguir con esa ropa, puedes tener un accidente – le dijo la mujer enana con calma, pasando sus dedos por su barba con ligereza.


 


- p-p-pero... - oh, y ahí está el ligero temblor de labios. Diablos, aquello iba a ser más difícil de lo que pensaba – pero nada – le cortó ella, poniendo sus manos en sus hombros – Bilbo, por favor, trata de entenderlo, este viaje no va a durar dos días, serán, por lo menos doce meses de aquí a Bree, y otras tres semanas de allí a la Comarca ¿quieres pasar todo ese tiempo cayéndote y lastimándote? ¿y que pasa si tenemos que huir? - le preguntó tomando sus manos entre su cara, el pobre chico se veía tan triste que comenzaba a asustarla. Por lo mismo, no pudo evitar hundir sus hombros apesadumbrada, no queriendo ser débil y ceder se dio la vuelta, haciéndole señas a Kili. El muchacho la miró, acercándose después sin hacer comentarios y escuchando atentamente las instrucciones que procedió a susurrar en su oído. Asintió después de un rato, llevándole un viejo conjunto con un par de tijeras, aguja e hilo que guardaban junto al equipaje. Sonrió cuando vio que intentaban hacer la mujer y él Hobbit, sentándose a ayudarles. Media hora después los demás se habían puesto cómodos y Fili fue hasta ellos para ver que, a todas esas, estaban haciendo, porque, demonios, dudaba que estuviesen tratando de convencer a Bilbo, se esperaría tal nivel de terquedad de Thorin, no de él. Más cuando intentó dar la vuelta por la pared de roca tras la cual estaban escondidos – para atrás – le detuvo la mujer enana haciendo un alto con la mano a lo que se resigno a dar la vuelta para volver con los demás, mascullando por lo bajo.


 


Thorin le miró sonriendo antes de volver a su charla con Balin, escuchando de vez en cuando las quejas del Bilbo, a las cuales su hermana contestaba con diversión, se preguntaba que estaban haciendo, más decidió no intervenir, y que bueno que lo hizo, pues hubiese sido despachado inmediatamente por su hermana y sobrino menor. Al fin, después de una hora salieron Dis y Kili con sendas sonrisas en sus rostros, sentándose junto a la fogata que apenas comenzaban a armar los demás ya estaba comenzando a oscurecer y lo mejor sería encender el fuego, la mujer enana miró al rey y le guiñó un ojo con picardía - ¿por qué tengo que usar el chaleco? - escucharon que preguntaba el Hobbit tras ellos y Thorin casi se cae de donde estaba sentado al voltearse y ver las fachas en las que iba.


 


Dis le había cortado el cabello, casi como lo tenía antes solo que un poco más largo a los lados para poder sujetar la cuenta, habían arreglado uno de los trajes de la mujer para que el chico pudiese ponérselos, cortando las piernas y los muslos para que estos pudiesen ajustarse mejor al cuerpo del castaño, habían hecho lo mismo con una de sus blusas y le había cedido un chaleco a juego con el pantalón, reconocía ese conjunto (Dis lo había utilizando en incontables ocasiones cuando salían de viaje) y y era tan viejo que comenzaba a preguntarse como es que todavía servía. Le habían cortado el cabello hasta más arriba del los hombros (no pudo evitar una punzada de decepción ante este hecho) pero lo habían dejado lo suficientemente largo a los lados como para sujetarlo por detrás de la cabeza con la cuenta. Parecía incomodo hasta la médula y no dejaba de jalarse los pantalones.


 


- necesitas algo que te proteja del viento, las mantas no son siempre suficientes – se encontró contestando, sorprendiéndose a si mismo de lo calmada que había sonado su voz, como si todo aquello no le afectase en lo absoluto, era de cierta forma, gracioso. El Hobbit le miró, frunciendo el ceño, sintiendo los bordes de su boca temblar, como si quisiera sonreír, pero no se lo permitió, no queriendo cederle terreno a Thorin, por lo mismo, simplemente camino hasta la fogata (las primeras estrellas ya comenzaban a mostrarse en el cielo) mientras que los demás parecían ignorarles por completo, estuvieron en silencio por un segundo, en los que el menor no dejó de jalarse la ropa, hasta el que el Rey se decidió por tomar su mano, procurando acariciarla de la forma más reconfortante posible – te sienta bien – le alabó muy, muy, bajo, tanto que incluso al agudo oído Hobbit del castaño le costó entender sus palabras. Una fuerte tonalidad rojiza se instaló en la cara del más joven mientras luchaba valientemente contra la sonrisa idiota que rogaba por dejarse ver en su rostro. Apretó de manera afectuosa la mano del mayor, recostándose en su hombro.


 


- pensé que estarías decepcionado, ya sabes, por mi cabello – le respondió acariciando su cuello con su nariz sin poder evitarlo. Thorin suspiró – no voy a negar que me había encariñado de cierta manera con el hecho de poder trenzarlo, pero dado que no estas acostumbrado a viajar es mejor que lo lleves así – le contestó reacio a admitir ese tipo de cosas, más no pudo evitar pasar sus dedos por los ahora cortos mechones, si, iba a extrañar trenzarlo, esa era una de las mayores muestras de afecto para los de su pueblo, no a cualquiera se le estaba permitido hacerlo, cuando le había permitido trenzarlo por primera vez las manos le habían temblado. Sin poder resistirse Thorin dejó un pequeño beso en la frente del Hobbit y le sonrió – no tienes que preocuparte por eso – y era verdad, dudaba que alguna vez Bilbo dejase de parecerle hermoso.


 


Noche._


 


_.No paró a preguntarse que pasaba, ni siquiera cuando sintió las labios del mayor contra su cuello, o sus manos moviéndose contra sus caderas, levantando la falda de la túnica con lentitud, se estremeció al sentir como sus dedos acariciaban sus muslos, la cara externa e interna, como le iba desabrochando los botones en la espalda con la otra con perturbadora maestría, no recordaba haberse sentido así de raro antes, soltó una risa cuando Thorin bajó la prenda por sus hombros, besando cada centímetro de piel descubierta, rozándole con su barba. Se preguntó vagamente si aquello estaba bien, después de todo, jamás pasaban de un par de besos. Su mente se quedó en blanco cuando el Rey de Erebor se inclinó y besó uno de sus pezones, procediendo a morderlo. Se estremeció, tragándose un gemido, su miembro medio erguido entre sus piernas, miró al mayor confundido, tratando de no cerrar los ojos antes la sensación que provocaba en su cuerpo el reguero de besos que comenzaba a dejar por su abdomen, deteniéndose en su ombligo antes de enterrar su lengua allí, se tapó la boca para evitar gritar, sus piernas saltando a causa del espasmo que rompió en su cuerpo como un rayo. Escuchó la risa arrogante del mayor, profunda y ronca como ninguna que hubiese escuchando antes, de pronto estaba mareado y el corazón parecía querer salirse de su pecho, apretó los ojos mientras el otro terminaba de quitarle la ropa, dejandole expuesto. Un fuerte sonrojo cubrió su rostro cuando fue consciente de este hecho, una de las ásperas manos del enano de posó en su pecho, acariciando, bajando lentamente hasta donde su miembro comenzaba a punzar, quiso pararle, pensó en pararle, pero la idea le pareció tan tentadora que no pudo moverse, menos cuando la misma mano se cerró en torno a su sexo y comenzó a acariciarlo lenta y tortuosamente, haciéndole boquear en busca de aire. Se impulsó hacia adelante, pugnando por sentarse y parpadeando ante otro estremecimiento.


 


- aahh... - dejó escapar, abriendo los ojos, sorprendido de si mismo - ¿ah? -quiso preguntar algo pero entonces la mano del mayor apresuró su ritmo, haciendo que llevase las manos hasta sus hombros, apretándolos, temblando de miedo y excitación, sus caderas comenzando a moverse dentro del puño del enano con suavidad, sin saber como estar o como existir, ni nada, preguntándose que era ese ardor extraño que comenzaba a sentir en la pelvis, y que poco a poco comenzaba a invadir su sexo, apretó los ojos, moviendo más rápido las caderas, sintiendo la lengua de Thorin penetrar en su boca, saboreando hasta el último rincón con endemoniada maestría haciéndole olvidarse hasta de su nombre “oh, Valars, thorin, thorin, thorin” alcanzó a murmurar, sintiendo como aquel ardor invadía todo su cuerpo y le hacía sentir explotar._


 


Se despertó con un jadeo silencioso, parpadeó, confundido antes de mirar hacia todas partes, cada uno de los miembros de la compañía descansaban en profundo silencio, se sentó (no sin un poco de lucha contra los brazos de Thorin) e instintivamente se llevó las manos al cabello, solo para recordar que Dis se lo había cortado hacía apenas unas horas. Frunció el ceñó obligándose a estirar los músculos cuando se dio cuenta de que tenía un problema. ¡oh, maldición, que no sea...!, rogó en su mente antes de bajar la mirada, mierda, si era. Con un sonrojo más potente que los fuegos del Monte del Destino apoyó sus manos sobre sus muslos y comenzó a flexionarlos de la misma forma que había visto hacer a Thorin en las veces en que el mayor había quedado atrapado en esa situación, aliviándose enormemente al ver como después de un rato se calmaba.


 


Gruñó frustrado, masajeando su cuello, mirando a su familia. Todos estaban dormidos, aunque dudaba que no saltasen como pescados fuera del agua a la menor señal de peligro, no entendía como eran capaces de hacer eso, el tardaba por lo menos cuatro horas en despertar por completo, ni siquiera las veces en que Dis de la dio de graciosa y lo sacó de la cama a punta de baldes de agua helada había logrado despertarle completamente, siempre quedaba en ese estado somnoliento medio hipnotizado como si por alguna obra del destino de pronto hubiese podido ver el flujo elemental del universo, resolviendo los más profundos enigmas de la mente, cuando en realidad lo único que podía pensar era “hambre” y “Thorin” y “... debería decirles que no jalen eso por que sino se rompe la alacena y luego les cae encima toda la... no, ya la rompieron”. En mayor medida, porque no le dejaban pensar otra cosa, siempre tenía que comer el segundo desayuno lo hacía solo, sentado en el sillón de la pequeña sala de estar o en el Gran Comedor, porque ellos solían decir que con uno solo bastaba, lo mismo iba con la merienda el té de la tarde y la segunda y tercera cena, para una sociedad que podía ser tan desastrosa en un banquete y que podía acabar con almacenes completos de comida le sorprendía que tuviesen esa filosofía. Sacudió la cabeza, diciendose que tenía que hacerle cabeza a tonterías y tratar de dormirse.


 


Pero el problema es que no podía.


 


Maldición.


 


Se dio vueltas bajo la manta mil y un veces antes de decidir que no valía la pena despertar a Thorin con tanto jaleo. Una vez fuera de la gruesa capa de pieles se estiró, preguntándose vagamente que horas serías. Bueno, no pudo evitar pensar, si algo e aprendido deben ser como las tres de la mañana, y es que realmente no era tan difícil ver la posición de la luna. A veces le sorprendía cuan poco Hobbit era ahora.

Notas finales:

se les quiere (patético intento de que no me maten) recuerden que esta es solo la primera parte, buscare de actualizar lo más pronto posible.


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