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El Hobbit Una Travesía Inesperada por LadyRed

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Notas del capitulo:

¡no me maten por favor, soy pobre (?)!

Capítulo 3 – Una Familia Animada.

 

 

Thorin tomo la mano de Bilbo con sumo cuidado viendo que su tacto no le alterase mucho, le había puesto su abrigo sobre la cabeza para evitar que le diese más sol del que ya de por si había tomado, estaba seguro de que Dis mataría a alguien cuando le tomase la temperatura, parecía un pollo asado y caminaba con pasos lentos y torpes. El de ojos azules no pudo evitar preguntarse si por aquello podría ponerse peor que cuando llegó a la Sala de Curación. Por supuesto que sí, se dijo, no tienes tanta suerte Escudo de Roble, algunas de las personas de Dale le miraban con el Hobbits como preguntándose quien sería aquel jovencito. Jovencito, aquella palabra resonó en su mente como un eco y recordó la ropa que traía cuando le encontraron ¿Qué hacia un Hobbits con un vestido? Bien sabía que su raza les resultaba tan extraña a los Enanos como los Enanos a ellos, pero jamás pensó que sus diferencias fuesen tantas. Thorin suspiro, pasándose una de las callosas manos por el puente de la nariz - hey, muchacho - le llamó, el castaño le miro con lentitud, tenía los ojos verdes oscurecidos por la sombra de su abrigo - ¿qué edad tienes? - le pregunto, no se veía mayor que Fili y Kili.

 

- cumplí cincuenta este año - le contesto con voz tímida y ronca por el esfuerzo, Thorin se esforzó por no abrir los ojos de manera desmesurada ¡cincuenta años! Pero si no era más que un niño ¿qué demonios hacia viajando con aquella gente? Se dio cuenta de cómo su pregunta había puesto incomodo chico por lo que decidió callarse un poco y no molestarle más - ¿cómo se llama esta ciudad? - pregunto de pronto el muchacho.

 

Thorin le miro, un tanto aliviado de que decidiese hablar y se apresuró a responder - estamos en Dale, la Ciudad del Valle, bajo las Montañas Solitarias - le aclaro con su mejor tono solemne. El pequeño Hobbits asintió antes de acomodarse el abrigo de nuevo. Estuvieron un rato en silencio y el Rey de los Enanos no pudo evitar recorrerle con la mirada, aquella camisa le quedaría holgada pero sus piernas lucían perfectamente aquel pantalón negro... ¿qué infiernos estaba pensando? ¡Santo Aüle pero si no era más que un niño! Un niño... con una extraña y atrayente aura, unos ojos como esmeraldas bellísimos y que usaba vestidos. El Rey comenzaba a preguntarse si no le había contagiado la fiebre.

 

Bilbo miró al rey con una pequeña sonrisa, consciente de que lo que quería era no incomodarle y apretó su mano para darle apoyo, Thorin le miró un segundo de reojo preguntándose si no estaría asustado, malentendiendo el motivo de su apretón, pero también fijándose en que su temperatura era cada vez más alta - tendremos que ir de nuevo a la casa de curación, para que te bajen esa fiebre -murmuró el Rey de Erebor. El castaño le miró con sus ojos verdes y un rubor que no era precisamente por la fiebre invadió sus mejillas - supongo... que todavía no me he disculpado por huir de esa manera de la Casa de Curación ¿verdad?

 

- no fue tu intención, debimos dejar a alguien que te explicase que sucedía, cualquiera en tu estado hubiese reaccionado igual - bueno aquello fue extrañamente sorprendente, aquel Enanos no parecía molesto por su descortesía ¡y hasta la justificaba! ¿Qué clase de cosas aprendían los Enanos? El pequeño Hobbits meneó su cabeza lleno de preguntas y curiosidad, aunque secretamente divertido de aquella actitud, de seguro su padre le habría recriminado que de todas formas les debía perdón y que lo más correcto sería reivindicarlo lo más pronto posible. Aunque posiblemente no pudiese hacer nada hasta que mejorase, pero ya encontraría que hacer.

 

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Llegaron a la Casa de Curación minutos más tarde siendo recibidos por una preocupada Dis que demandaba saber el estado de aquel paciente fugitivo. Frerin se había rascado la cabeza tembloroso, como dudando si declarar la crudeza de la fiebre, por si su hermana les recriminaba no haber hecho un buen trabajo, además no estaba seguro si el Hobbits reaccionaria bien a su examen, por lo que se sorprendió gratamente al comprobar que el chiquillo no hacía ademan de resistirse, manteniendo sus ojos verdes en Fili y Kili todo el tiempo, y riéndose de vez en cuando de las gracias que hacía para distraerlo. Había algo extrañamente familiar en aquella escena, y Dis volteó un par de veces a ver como reaccionaba Thorin ante aquello, parecía sentirse fuera de lugar, pero no por lo que ella creía, según pudo notar cuando el pequeño insistió en entablar conversación con él.

 

La enana se rio y se rasco la barba con suavidad, su hermano era un atolondrado. El mismo le miro como si tuviese monos en la cara, conocía esa mirada, era la de "has un maldito comentario y Smaug parecerá una lagartija" no es que en ella surtiese efecto, normalmente era al revés, pero no por eso le daba menor risa. De pronto fue consciente de la mirada del Hobbits sobre él y le sonrió - ¿qué sucede pequeño? - le pregunto con una sonrisa, inclinándose hacía el. Frerin le había dado un bebedizo para la fiebre y largas carreras de humo corrían fuera de sus orejas, su cara estaba más roja que un tomate, por completo.

 

- n-no, nada seño-señorita - se estremeció Bilbo, avergonzado por lo que había pasado por su cabeza - vamos pequeño, háblame - le alentó divertida. Oh, Aule, los Hobbits eran tan lindos, no le extrañaba que los eruditos les describiesen como criaturas de divertido aspecto, sonrosadas y rechonchas. El pequeño pareció dudar un rato en si hablar y fue entonces cuando noto la mirada que le dirigía a su barba - ¿te da curiosidad mi barba, pequeño? - le pregunto divertida.

 

El chiquillo se estremeció y estaba segura de que de no haber estado ya de por si rojo por culpa del bebedizo su cara se habría puesto como una amapola - s-si no le importa ¡¿podría tocarla?! - preguntó Bilbo, exaltado de pronto, y la Dama Bajo la Montaña se rio, arreciendo su mejilla para que tocase, tras ella, Fili y Kili se evitaron reír por la presencia de su tío a sus espaldas, sabían que un movimiento en falso y Thorin los mataba. El pequeño Hobbits acarició con delicadeza la corta barba de la mujer enana, examinando las cuentas que colgaban de su ensortijado cabello con detenimiento, había tenido ganas de hacerlo con Thorin, pero los ojos del Rey Enanos le daban miedo y no quería molestarlo - estas cuentas representan la familia - le explico Dis, previendo su pregunta. El chiquillo la miro por un largo rato, y luego la adorno señalado, la cuenta era de Mithril y estaba adornada con trozos de Turmalina, aquella se la había dado Thorin cuando cumplió cincuenta años, las otras dos, una de oro con rubíes y otra de cobre con coríndos, se las habían dado Fili y Kili cuando se hicieron mayores de edad.

 

El Hobbits acarició la superficie de Mithril con ojos curiosos, de alguna forma sus pensamientos se desviaron nuevamente al Rey Enanos (que en esos momentos no sabía que era Rey) pero deshecho aquellas ideas, eran ridículas - son muy bonitas - le elogió y la Enana sonrió orgullosa como era, mirando a su hermano mayor con las cejas alzadas - ¿quieres ver las mías pequeño? - le pregunto Kili, vivaracho, aquel pequeño Hobbits le había caído bien.

 

El chiquillo (cuya cara comenzaba a recuperar su color normal) asintió y el Enanos menor se sentó a sus piernas, procediendo a explicarle a Bilbo en que consistía cada cuenta y quien se la había dado. Frerin miró la escena curioso, lo que descubrió mientras auscultaba al Hobbits dormido más aquella extraña aura maternal que parecía recorrerle habían terminado de confirmar sus sospecha. Kili por otro lado se sonrojo cuando el Hobbits rascó su cabeza de forma fraternal, justo y como hacía su madre cuando quería dormirle, Bilbo no parecía haberse dado cuenta, mientras examinaba la estructura de oro de su trenza izquierda.

 

El Hobbits sonrió, aquella era una familia muy animada.

Notas finales:

espero que les guste!


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