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El Hobbit Una Travesía Inesperada por LadyRed

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Notas del capitulo:

Me da rabia con las viñetas, en el editor de documentos se ven normales pero cuando voy a pasarlas quedan en forma de circulo ¿es recomiendo algo? Cuando cambien de computadora prepárense para estresarse, sobretodo si pasan de una windows a una linux

Capítulo 4 – De la Ciudad a la Montaña.

 

 

 

 

 

Bilbo había pasado tres semanas en cama, siendo continuamente visitado por FilI, Kili y Dis y, muy de vez en cuando, por Thorin, los chicos parecían haberse acoplado al pequeño Hobbit e forma práctica y ya lo trataban con total familiaridad. El Rey parecía reacio a compartir más de tres monosílabos con él por sesión, aun así, entre ellos se formaba un ambiente de comodidad bastante ameno que hacían que Bilbo suspirase por algún motivo que le era desconocido. Dis le había dicho que su hermano era un troll cuando quería, pero a él no le parecía extraño su comportamiento, después de todo, apenas se conocían.

 

 

 

 

 

Frerin le había dicho que debía tomarse un bebedizo de hierbas calmantes para tratar el dolor de sus pies y le había asegurado que estas no le harían daño a la cualidad de su vientre, como sabía Frerin que era fértil no tenía ni idea, y realmente no quería ni saberlo, le daba demasiada vergüenza pensarlo. Aquella noche se había cambiado para dormir temprano, habían ido a visitarle también varios miembros de la caravana en la que viajaba y Doña Dalma (una vecina suya de la temporada que vivió en Casa Brandy) le había hecho estofado de champiñones. Estaba comiéndoselo sobre la cama cuando llamaron a su puerta. De seguro son Fili y Kili, pensó muy seguro antes de levantarse a abrir sin molestarse en cambiarse (esa cantidad de confianza se habían ganado los chicos), no tenía más que un ligero camisón blanco.

 

 

 

 

 

Todavía tenía algo de salsa en los dedos y se la estaba limpiando a base de lengüetazos cuando abrió la puerta. Al otro lado se hallaba Thorin, al verlo se sacó los dedos de la boca de golpe - ¡Oh Elbereth, lo siento! - chilló avergonzado, prácticamente cerrando la puerta en las narices de Rey. Más rojo que un tomate corrió a buscar algo con que cubrirse, tomo camisola y una manta y se las puso encima, peinando su desordenado cabello castaño con sus manos. Corrió hacia la puerta y se detuvo cuando su mano estuvo sobre la perilla, suspiro y se pasó una mano por el cabello, la abrió. El Rey Enano seguía exactamente en la misma posición, con la misma expresión confundida, le sonrió, nervioso y le hizo señas para que pasase.

 

 

 

 

 

Thorin miró el estado de la habitación (en lo que llevaba de estadía allí parecía haberse vuelto una casa para el chiquillo) y se sorprendió al encontrar el plato de comida sobre la cama. Bilbo reparó en ese mismo detalle ¡Oh Aule qué vergüenza! De seguro ahora pensaba que era un desaliñado – discúlpeme señor, como ve estaba cenando, no esperaba visitas más que... bueno, tal vez sus sobrinos – murmuró jugando nerviosamente con sus dedos, el moreno asintió, sintiéndose como siempre fuera de lugar. Sus sobrinos, bueno, no es como si hubiese dicho eso con mala intención... o por lo menos eso quiso creer, miro hacia los lados buscando un lugar en que sentarse terminando por escoger una silla al otro lado del cuarto.

 

 

 

 

 

Bilbo abrió la boca para decir algo pero se interrumpió, volvió a cerrarla comenzando a jugar con su cabello ¡había dejado que le viese en camisón! ¡Y en uno tan vulgar! Su padre le mataría si llegaba a enterarse - ¿quiere agua? Es lo único que tengo, disculpe – le dijo intentando disimular su incomodidad, el Rey asintió, recorriéndole con la mirada de arriba abajo una vez que se dio la vuelta, el camisón le llegaba hasta los tobillos pero no evitaba que sus ojos notasen las turgentes posaderas y las caderas anchas, que no dejaban de llamar poderosamente su atención. Se dio un golpe metal al ver por dónde iban sus pensamientos y bufó ruidosamente, llamando la atención del jovencito, que le miro con una ceja alzada. El simplemente negó con la cabeza, tenía que aprender a ser menos obvio.

 

 

 

 

 

 

 

Y... dime ¿cómo te ha ido desde la última vez que vine? - le preguntó, curiosos, el Rey Enano y Bilbo simplemente se encogió en hombros – bastante bien, la verdad. He estado hablando con varios de los que iban en la compañía he incluso me encontré con una antigua vecina de cuando vivía en Los Gamos, fue ella quien me hizo el estofado – mientras hablaba, tomo el plato hondo y lo puso sobre su mesa de noche para poder acomodar la cama con comodidad, al ver la comida no pudo evitar tomar un champiñón con sus manos y metérselo en la boca, lamiendo rápidamente sus dedos antes de continuar sacudiendo las sabanas. El Rey Enano sintió su ojo temblar suavemente. Aule, aquello estaba mal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ya veo – repuso Thorin con voz áspera - ¿y qué más? - le alentó a continuar. Bilbo pareció pensarlo un rato mientras levantaba el colchón para acomodar la sabana bajo el mismo – bueno... - comenzó luchando por estirar la funda. El Rey se percató de eso y se levantó – déjame ayudarle – le ofreció tomando por el otro lado la sabana y ayudándole a estirarla para acomodar el otro lado el mismo. El castaño le miro sorprendido antes de soltar una ligera carcajada - ¿qué pasa? - pregunta el Rey, confundido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Oh, nada – contestó Bilbo, intentando no reírse, fallando estrepitosamente – es solo que me imagine a cualquier hombre de mi familia intentando ayudar en la casa... jajajajaja, no, no, no, demasiado extraño - se burló el castaño negando rápidamente con su cabeza, sacudiendo sus respingones risos en el acto. Aquello hizo que Thorin recordase el estado en que le habían encontrado, braga tipo falda incluida. Se puso más incómodo si cabe, apurando el trabajo lo más posible, tirándose en la silla una vez que acabo.

 

 

 

 

 

 

 

Bilbo le miró confundido por aquel cambio de humor repentino y termino de arreglar la cama. Podía sentir la mirada del Enano sobre si y eso le hacía estremecer, por un momento se restauró un silencio palpable entre ambos y el Hobbit no pudo evitar preguntarse qué habría dicho que le puso así. Thorin miro la habitación, perfectamente ordena y sus ojos fueron a parar sobre un libro a las patas de la silla donde estaba sentado. Era un manual de cultivo que tenía marcados varios temas con frases como “incorrecto” o “puede mejorarse”, eso le llamo la atención, en ese momento Bilbo volvió su atención al Enano, sonrojándose cuando vio el libro - ¿tiene curiosidad, Thorin? El Señor Dwalin me ha dicho que en las Montañas Solitarias tienen un huerto en la superficie, de lo que, déjeme decirle, no era consciente antes.

 

 

 

 

 

 

 

si bueno... - Thorin carraspeó, incomodo, sin dejar de leer las notas hechas en el libro por el castaño – no fue algo de lo que estuviese plenamente de acuerdo cuando me lo sugirieron, pero debo admitir que ha dado buenos frutos – le aclaró – no sabía que fuese tan ávido a la jardinería...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

si, la verdad, solía ayudar a mi madre y al sirviente de la casa, y cuando este no podía trabajar en el suyo propio iba a su casa a ver en que podía servir – el Rey de Erebor levanto una ceja ante ese argumento, jamás había escuchado de alguien que fuese a la casa de sus sirvientes a hacer su trabajo – como sea, esas no son más que notas sin importancia, la mayoría de los Hobbits tenemos lo que ustedes llaman pulgar verde (aunque no entiendo del todo a que viene esa expresión) el sirviente que acabo de mencionarle, el señor Gamyee, podría darles comida para un año con un cultivo de jardín.

 

 

 

 

 

 

 

El rey le miró con una sonrisa por su emoción creyendo que exageraba pero si atreverse a decirlo. Siguió leyendo las notas escritas sobre el papel alzando la vista únicamente cuando el Hobbit le ofreció – Gracias – le dijo viendo como apartaba un poco las sabanas de la cama para sentarse lo más cerca del Enano posible.

 

 

 

 

 

Estuvieron un rato en silencio, Bilbo comenzó a recoger las cosas que se hallaban fuera de lugar con una rapidez ilustre, sonrió, imaginándose las reacciones de Fili y Kili si estuviesen allí, de seguro se escandalizarían y obligarían al menor guardar cama, intentando ordenar y haciendo más desastres en el proceso. La verdad es que le picaban las manos por levantarse y ayudar al Hobbit, pero algo le decía que esa ayuda no sería bien recibida - ¿Fili y Kili han hablado contigo ya sobre la posibilidad de que te mudes con nosotros a la montaña? - decidió ser directo.

 

 

 

 

 

De pronto los libros en las manos del castaño fueron a parar al suelo - ¿¡q-qué!? - preguntó sorprendido. Thorin meneó su cabeza, suponiendo que entonces sus sobrinos no le habían dicho nada. El castaño le miraba con sus ojos verdes escandalizado, como si hubiese predicado la destrucción de la tierra media - ¿y-yo, vivir con ustedes? ¿Está loco? No se ofenda señor ¡pero ya han hecho demasiado por mí! ¿Cómo podré pagarles, si ni siquiera tengo dinero?

 

 

 

 

 

 

 

Basta muchacho – detuvo su verborrea sorprendido de que pudiese hablar tan rápido – no te estamos pidiendo que nos pagues, puedes venir y quedarte en nuestra casa unos días, ya está por vencerse el contrato de renta del cuarto – le explicó, Bilbo le miró con pesar, cuando por fin lograba acoplar aquel cuarto a sus necesidades, bien, eso sí que era tener mala suerte.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero... - cuando le fue a interrumpir el de ojos azules le detuvo – no, ni se te ocurra decir nada sobre paga – le replicó.

 

 

 

 

 

 

 

El castaño se sonrojo y le miró, jugando con sus dedos – pero... es demasiado, en algún momento tendré que resarcirle...

 

 

 

 

 

El Enano le miró y sonrió – no se diga más, mandare a Fili y Kili para que te lleven mañana... - se dirigió a la salida cuando de pronto pareció recordar algo – no... Digo, no tienes nada más a parte de las camisas que te dio Dis el otro día ¿no?

 

 

 

 

 

El Hobbit negó, llevándose por reflejo las manos a la camisa que traía puesta sobre el camisón, eran grande y tenía agujeros, pero muy fácilmente podía decir que era la cosa más cómoda que había usado en su vida, lo mismo con el camisón, los tejidos Enanos eran suaves y frescos y se sentían tan ligeros como la seda, era de verdad delicioso.

 

 

 

 

 

 

 

Bien – retachó el Enano y haciendo una inclinación de cabeza se despidió del más joven, que simplemente miró la puerta, suspirando.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Aquella mañana el sol brillaba con energía, hacía tiempo que Bilbo no podía decir que disfrutaba de una caminata bajo su luz, sonrió, extendiendo sus brazos para sentir mejor la briza, sus largos risos marrones ondearon felices al igual que la, ahora blanca, falda de su braga (Dis le había explicado que el ancho pantalón marrón se había desgarrado al punto de quedar irrecuperable) escuchó una risa a sus espaldas y vio a Kili montando un pony con Fili sentado a sus espaldas, llevando las riendas de la montura.

 

 

 

 

 

 

 

¿Seguro que se encuentra bien señor Bolsón? Puedo bajarme del pony y darte sitio – le ofreció (por quien sabe qué vez) el Enano de morenos cabellos. El simplemente les sonrió, peinando sus respingones risos, alborotados por la brisa – estoy bien cariño, no te preocupes – claro que Bilbo sabía que Fili y Kili eran mayores que él, pero no tenía ningún problema en fingir lo contrario y... tratarlos como lo que era, mental mente sí, pero lo eran a fin de cuentas: niños.

 

 

 

 

 

 

 

Pasaron un momento de silencio entre el sonido de los cascos del pony y los propios del bosque - ¿no ha pensado en buscar trabajo, señor? - preguntó Fili de pronto, haciendo que el castaño de detuviera de golpe - ¿y-y-yo? ¿T-t-trabajar, pero en qué? No digas tonterías muchacho – se rio, Kili le miró sorprendido.

 

 

 

 

 

-¿por qué dice eso? Todavía es joven, tiene aptitud física y si se le prepara bien podría ser un gran minero, incluso con un poco de comida en esos brazos huesu... - Fili le dio un golpe en la cabeza a su hermano menor, finalizando así la verborrea. Bilbo les miró y no pudo evitar reírse un poco – no entiende, no es que no tenga edad de trabajar ¡es que no se supone que trabaje! No me han criado para eso, lo más que podría hacer seria cuidar la casa de alguien, cuidar niños... - susurró dando una honda bocanada de aire. A veces le avergonzaba tener que explicar esas cosas, pero es que en la Comarca era como una ley autoimpuesta: los fértiles no trabajaban.

 

 

 

 

 

 

 

Tal y como una mujer humana ¿sabes que esa filosofía dejó de usarse en varones de contextura débil desde hacía años, verdad? Incluso los humanos les dan trabajo y tratamiento a los enfermos que no pueden cumplir funciones de peso – le informó el mayor de los hermanos. El Hobbit se sonrojó, viendo por donde iba la conversación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Si, lo sé, pero es que yo no estoy enfermo, simplemente no me criaron para cumplir las funciones de un hombre en la casa! - explicó por fin, con un nudo en la garganta. El rubio sin querer jaló las cuerdas del pony haciendo que el mismo se detuviese con fuerza. Bilbo se detuvo también, dándoles la espalda, tenía las orejas rojas – e-e-e-eso... eso es... eso – balbuceó Fili sin mucho sentido, Kili miró la escena divertido.

 

 

 

 

 

 

 

Bilbo les miró avergonzado mientras se palpaba el vientre, aquello fue como si un foco se prendiese en las cabezas de los muchachos – aaaaaahh... - dijo Kili al entenderlo todo, para él no parecía tan extraño, después de todo, dada la escases de mujeres enanas habían desarrollado formas alternativas de mantener a la población, cualquiera dentro de su población podía embarazarse, con la pócima adecuada, claro está – la verdad es que se veía venir, pero caemos en lo mismo señor Bolsón, ser mujer, o tener la facultad de engendrar hijos no debería ser un impedimento para poder trabajar y dar sustento a la familia, o a la casa, nosotros mismos contamos con varias formas de lograr que un Enano quede embarazado pues la cantidad de mujeres enanas es cada vez más escasa, si cada Enano que ha dado a luz a un hijo dejase de trabajar nos quedaríamos sin trabajadores, sin minas, sin comida... sería simplemente...

 

 

 

 

 

 

 

Lo que Kili quiere decir – intervino Fili – es que un sistemas así no puede progresar, en especial si una parte de la población masculina es fértil, no digo que ahora estén mal, pero puede causar problemas – le resumió. Bilbo suspiró – lo sé, el problemas es que las familias no se amoldan, recuerdo que cuando tenía veinte años se proclamó un permiso a todas las mujeres para que estas ayudasen en el campo y en los trabajos y aun ahora esa ley está vigente pero... no se ha hecho nada por cambiar. Un Hobbit respetable debe ser capaz de mantener a su familia, esposa e hijos incluidos, debe saber mantener el orden en su hogar, debe ser capaz de encontrar un buen matrimonio para sus hijas e hijos bendecidos, y nunca le debe negar la ayuda a un vecino. No me miren así, hace años que no sabemos lo que son las guerras o las epidemias, yo incluso pensaba que los Orcos no eran más que un cuento de camino antes de salir de la Comarca. Cuando llegue a Bree y vi a los Hobbits que vivían allí no pude evitar escandalizarme ¡mujeres trabajando en un bar, como contadoras, como historiadoras! Jóvenes fértiles que se ganaban la vida en los mercados vendiendo mercancías varias... aunque debo admitir que me gustó mucho estar allí.

 

 

 

 

 

 

 

El mayor de los Enanos sonrió – me lo imagino, Kili y yo hemos ido un par de veces a Bree, es hermosa cuando no llueve y las tabernas están llenas de borrachos malolientes.

 

 

 

 

 

El castaño asintió con una sonrisa ante aquello – sé de qué hablas ¡un tipo incluso intento levantarme la falda en una ocasión! Fue aterrador – admitió riéndose – dulce Aule... - se burló Kili, riéndose.

 

 

 

 

 

 

 

 

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Aquella noche Bilbo se acostó temprano, se hallaba enrollado entre un capullo de pieles mientras Fili y Kili preparaban un par de conejos que había cazado hacia poco. Miró las estrellas absorto, desde muy joven le había gustado quedarse simplemente trazando caminos entre sus formas, entre aquella oscuridad y el silencio del bosque casi sentía que podía tocarlas, era relajante, y le daba mucho sueño después de unos momentos, pero intentaba ignorarlo, pues sabía que tendría pocas oportunidades de ver el cielo cuando entrase en la Montaña. Una vez allí volcaría todos sus conocimientos en resarcirles a esos Enanos toda la ayuda que estaba recibiendo, desde ropa, comida y alojamiento, ni siquiera veía probable que durase mucho, estaban siendo demasiado buenos para no buscar algo a cambio.

 

 

 

 

 

Definitivamente esos meses con los Orcos le habían hecho pensar de manera más cruda, pero así también le hicieron madurar en varios sentidos, ahora comprendía muchas de las cosas que su padre le dijo antes de que saliese con la caravana a Bree: el mundo no es como la Comarca, la gente no siempre estará de tu lado, ellos tienen muchas costumbres diferentes.

 

 

 

 

 

La que más le había impresionado fue la primera “el mundo no es como la Comarca” pues aunque sonase tonto a él le costó aprenderlo, saber que en otras partes las mujeres trabajaban, que para los humanos el concepto de fértil no siempre era bienvenido, que los elfos tenían muchas más costumbres de las que hubiese podido creer y leer en los libros, que probar cosas nuevas jamás sería lo mismo que qué le dijesen que porque a alguien le paso algo eso era así, y hasta ahí, aquel viaje desde el momento en que se sentó en su carromato le cambio, y le hizo refutar muchas de sus enseñanzas, darse cuenta de que en el mundo real, necesitaría saber cómo defenderse y lo poco que sabía no era suficiente, que no bastaba con subirse a un árbol y esperar que todo acabase. Belladona habría estado orgullosa de el por eso, no estaba seguro de Bungo, pues a él siempre le gustó la calma y la paz como a cualquier Bolsón. Definitivamente, su sangre Tuk estaba ganando terreno. Extrañaba la Comarca con todo su ser, pero no se iría hasta haber pagado su deuda. De seguro se haría un escándalo, ya se imaginaba a Lobelia gritando y reclamando que era un vagabundo y que no les tenía consideración alguna.

 

 

 

 

 

Si, sería divertido volver, ya extrañaba a sus padres, de seguro que Bungo y Belladona estaban preocupados.

Notas finales:

Me disculpo con aquellas personas que han esperado a que actualice esta historia, pero como aclare en una nota pasada, Relatos de los Elfos me tiene absorbida, aun así no se preocupen, no pienso dejar de escribir en esta historia, y hasta estoy planeando subir un fanfic de Star Trek cuando termine con Relatos de los Elfos.

 

 

 

Saludos, y gracias por leer.


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