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El Hobbit Una Travesía Inesperada por LadyRed

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Notas del capitulo:

XD no me maten, tengo buenas excusas para no haber actualizado! solo que no las diré aquí

Capítulo 5 - El Miedo en la Montaña.

 

 

Uno de los inconvenientes de transitar por el Bosque de los Lindares de la Montaña Solitaria eran los restos de los viejos hechizos de la Guerra de La Montaña Solitaria, las brujas solían llorar a la naturaleza para que las ayudase, muchos de sus secretos se pensaba provenían de los elfos, por eso muchos de ellos las repelieron hasta que se dieron cuenta de lo mucho que convenía a su pueblo amigarse con ellas. Lastimosamente, luego de poco, pero provechos años de convivencia las brujas quedaron casi extintas, pero las quemaduras fueron profundas y los Enanos ya no escatimaban en formas de ayudar a su reducida población.

 

Volviendo al tema del bosque, este quedo muy dañado a causa de la explosión mágica, muchos árboles mutaron de maneras extrañas y de formas inimaginables, de vez en cuando se podía ver un hechizo descarriado correr por ahí con libre albedrío. Eso fue lo que paso esa noche, mientras Fili y Kili dormían un cervatillo azulado se acercó al campamento, sus partas apenas y tocaban la hierba y la misma se deshacía e humo, el suelo quedaba marrón y duro a su paso para luego forrarse de finas hojas vírgenes, suaves y más claras, pero que a simple vista parecía dulce y duradera, la piel del cervatillo azulado parecía estar hecha de estrellas las cuales se prendían y se apagaban, su suave nariz aspiraba el olor a humo que llegaba desde las chimeneas de Dale, altamente alejada de ellos. Y la suave luz que despedía llamó a la atención del pequeño castaño, envuelto en su capullo de mantas, sus ojos verde vida comenzaron a abrirse lentamente, enfocándose maravillados en el sacro brillo de la criatura.

 

El cervatillo se inclinó sobre él, mirándole con sus agudos y perfectos ojos color cian y soplo, entonces desapareció, su cuerpo pareció hacerse partículas elementales, las estrellas parecieron volverse un remolino que se adentró dentro de su pecho haciéndole brillar, sus pupilas se dilataron y se sentó, sobre las mantas que lo envolvían y toco su pecho con aire ausente, se levantó apartando las mantas precariamente y se puso de pie.

 

Sus pies de Hobbit se arrastraban entre la maleza creando un suave ruido de arrastre, el primero en despertar fue Kili, que escucho el rumor de las hojas cuando el chiquillo se alejó entre la maleza, lo primero que hizo fue mirar si su hermano estaba bien, el rubio dormía a pierna suelta, con la boca abierta y roncando estruendosamente, el más joven sonrió y le aparto unos cuantos mechones de la cara que amenazaban con meterse en su boca si continuaba tomando aire de aquella manera, lo segundo que hizo fue mirar hacia la cama del Hobbit, no estaba. El heredero de Durin se recostó de nuevo, escondiendo la cabeza entre el espacio entre el cuello y el hombro de Fili y cerró los ojos dispuesto a volver a dormirse.

 

Un momento.

 

¡¡¡EL HOBBIT NO ESTABA!!! El castaño se levantó con tal rapidez que su coronilla chocó contra la quijada de Fili, empujándolo tan fuerte que chocó contra el suelo - ¡maldición! - gritó consternado el Enano menor mientras buscaba su arco y su carcaj, pensando que alguna criatura pudo haberse llevado a su invitado - ¿Kili? - le llamó su hermano aun medio dormido, sintiendo su nerviosismo como propio, con toda la rapidez posible se sentó, intentando espabilar. Esas cosas no se le deban bien.

 

- ¡El Hobbit no está! - le gritó mientras le lanzaba su espada, la misma golpeo en el pecho del rubio el cual se levantó de un salto al entender - ¿¡qué!? ¿¡Cómo que no está!? - pregunto a la carrera.

 

- ¡¡no lo sé, solo muévete!! - le grito echándose a correr en dirección al rastro de las pisadas.

 

- espera - le detuvo.

 

En dirección contraria a la que había ido Bilbo se hallaba un camino de flores muy, muy pequeñas de diferentes colores, espeso y que comenzaba desde quien sabe dónde, justo por donde había pasado el cervatillo.

 

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El cuerpo del castaño se movía de forma ausente, y una esfera azul, brillante, daba vueltas a su alrededor y dejaba un rastro neblinoso, como si estuviese hecho de maná, parecía guiarle hacía el centro del Bosque, en su mente Bilbo estaba en la Comarca, rodeado de mujeres mientras tejía un traje de bebé, Lobelia había dicho algo que lo había hecho molestar y tuvo que salir de la casa antes de gritarle para que dejase de molestarlo, cuando cruzo al Bosque vio a su madre que le rogaba que volviese a la casa, estaba herida y llena de sangre, de pronto apareció Thorin y la ayudo a llevarla con el doctor, junto a este estaba su padre, platicando las mejores maneras de cocinar un conejo, entonces llegó Paladín y empujo al Rey de Erebor gritándole que no tenía derecho a estar allí, aquello, sumado a la molestia inicial por las palabras de Lobelia le hizo explotar y le gritó que no se metiera él en lo que lo le importaba, de ahí saltaron en su defensa Fili y Fili y Frerin y Dis, alegando que no aceptaría que se metieran con su Hobbit, luego la habitación se puso oscura y ya no había nadie junto a él, entonces apareció la bruja de morados cabellos que lo había cuidado cuando fue capturado por los Orcos, estaba desnudo y su piel resplandecía en un extraño tono lila, tapaba sus pechos y su sexo con sus brazos y le miraba con ojos vacíos y tristes, tan agudos que sintió que le atravesaban el alma, en su mente su voz le decía "no te dejes intimidar" y eso le confundía, entonces Ágata desapareció y Bilbo estaba sentado en un sillón rojo con un traje ceremonial y forrado de joyas enanas, Thorin estaba apoyado en sus piernas, aquello le avergonzó, pero no hizo nada por cambiarlo.

 

Cuando volvió a abrir los ojos estaba acostado en una cama mullida y cálida en una habitación solitaria con un gran ventanal, se levantó de la misma, tan solo traía puesto un camisón blanco, igual al que le dio Dis, pero sin mangas, hacía calor, era verano. Tras la ventana había un balcón cuadrado y que tenía un sillón y una mesa cerca de las varas, sentados en ella se hallaban Esmeralda y Prímula, esta última traía a un pequeño bebé rechoncho en brazos, de enormes ojos azules como turmalinas relucientes, creo en Bilbo un sentimiento tan profundo y tan intenso que le dejo mareado.

 

Pero de pronto pudo escuchar las voces de Fili y Kili, al principio lo atribuyo a una alucinación pues los chicos no estaban por ningún lado, tal vez solo era su mente, jugándole una mala pasada, después de todo, hace nada había estado con ellos. Aquello hizo que una luz se prendiese en su cabeza.

 

Fili y Kili.

 

Hasta hace poco había estado con ellos ¿dónde estaba?

 

¡¡BILBO!!... - la voz de Kili sonó por algún rincón de su mente.

 

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Lo que pasa es que Bilbo no era de la desesperación que sufrían los dos jóvenes Enanos. Casi inmediatamente después de que vieron el rastro de la criatura del bosque el mayor logró dar con el rastro de Bilbo, su hermano estaba hecho un desastre, corriendo desesperado por el bosque con tal pavor que por un momento llegó a pensar que había algo oculto tras su máscara de preocupación. Una sombra había cruzado por los ojos azules del Enano, pero ninguno de los dos fue consciente. La criatura que se había llevado al Hobbit era llamada por los elfos "Aras Elw" que significaba Ciervo Azul en su idioma. Kili y él se habían dado un golpe al escuchar eso, malditos elfos sin imaginación.

 

El susodicho cervatillo no era más que un as de energía que tomaba posesión de los cuerpos de los viajeros con menos oportunidades de defenderse, bueno, aquella parecía ser la definición de Bilbo, el pequeño Hobbit, no tenía ni aptitud física ni habilidad con las armas, no se extrañaría si también le viniese con que jamás había visto una de aquellas criaturas. Eran conocidos por ser las mascotas de criaturas todavía peores, en su tiempo fueron llamadas Arpías, y solían devorar a los viajeros mientras el sol no saliese, muchos hombres y mujeres de Dale habían sido atacados por una Arpía que se escondía en alguna parte del bosque, pero jamás cerca del sendero a la Montaña Solitaria. Debían admitir que aquella había sido a irresponsabilidad más grande que habían cometido pero es que, bueno, el chico también debía de haber tenido una suerte horrible.

 

Haber tenido el alma en un hilo no fue suficiente, al parecer alguna entidad pareció estar especialmente molesta con ellos esa noche, pues justo cuando lograron encontrar el rastro del Hobbit, este se perdía dentro de una caverna. Kili jamás odio tanto a una. Tuvieron que hacer una antorcha improvisada para poder ver dentro de la misma y luego de que Fili entrase para comprobar que era seguro, ambos emprendieron el camino.

 

Luego de lo que al menor le parecieron horas y horas y horas (maldición, ya estaba harto) se toparon con una abertura lo suficientemente grande para que pasase un hombre grande, Fili saco de su morral una cuerda que sujeto como pudo de una estalagmita y la amarro a la cintura de su hermano para que bajase. Kili se deslizó con todo el cuidado posible por las húmedas paredes raspando sus manos con la fría piedras, maldiciendo cada vez que pasaba, al bajar cayó en un charco que le mojo los pantalones. Genial, pensó irónico le dio la señal a su hermano para que bajase y para su enorme fastidio este logró esquivar el charco.

 

El mayor extendió la mano hacia el para que le diese el fuego y él lo hizo gustoso, sus manos comenzaban a arder.

 

El espacio en la caverna era angosto he incomodo, y el Enano rubio tuvo que dirigir la fila jalando de la mano a su hermano para que no se quedara atrás, cabe decir que al ser tan bajo el techo del pasadizo tuvieron que ir casi de cuclillas - ¡¡será mejor que sigas vivo cuando te encontremos, maldito Hobbit, porque si no te perseguiré hasta el infierno!! - gruñía el menor de los hermanos a lo que Fili tuvo que contenerse para no reír, la verdad es que él también estaba molesto.

 

La imagen que los recibió al final del túnel no fue del todo grata. Kili apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando Fili ya le había lanzado una daga a la bestia con forma de mujer humana, la cual se hallaba hincada, el Hobbit semiinconsciente en sus piernas estirado tal cuan largo era, sus hombros aprisionados por la enorme zarpa de largas garras mientras la otra levantaba su cabeza exponiendo el cuello sobre el cual ya comenzaba a clavar sus filosos colmillos. La daga del rubio mayor se clavó justo en la frente de la Arpía, que emitió un sonido estridente mientras dejaba caer al Hobbit sobre una saliente rocosa la cual se encontraba entre una pequeña quebrada, presa de la sorpresa.

 

¡¡BILBO!! - gritó Kili corriendo hacia él. La Arpía derrapo y se levantó arrancándose el cuchillo de la frente y lanzándolo a un lado, se lanzó en su dirección y Fili embistió contra ella. El moreno los pasó de largo y corrió hacía donde estaba el pequeño Hobbit, que seguía con sus ojos verdes desenfocados, en su cuello se podían ver las marcas de los dientes de la Arpía, de las cuales corrían finos hilos de sangre - ¡maldición! - gruñó desesperado mientras se arrancaba un trozo de camisa y se lo ataba alrededor del cuello - ¡¡Fili!! - llamó cuando vio que la bestia de piel verde le derribaba.

 

Miró al piso y se percató de la luz, miro hacia arriba, había una saliente por la que se filtraba la luz de la luna sobre el agua, procuró quitar lo más rápido de allí al pequeño castaño.

 

Mientras tanto su hermano la pasaba mal. Cuando la bestia de escamas verdes se levantó cuan alta era (incluso más que un hombre de edad madura) tan solo le quedo defenderse con garras y dientes, la Arpía le soltó un zarpazo directo a la cara que esquivo a duras penas sacando con rapidez su espada y batiéndose contra ella, giró la espada en sus manos he intento clavarla en su abdomen, pero ella también fue rápida y lo redujo en menos de un segundo, doblando su brazo tras su espalda haciéndole caer de dolor, sintió el roce de una de las garras de la Arpía contra su cuello y esperó el corte, el cual nunca llegó.

 

Kili se dejó caer sobre el suelo con Bilbo y con un veloz movimiento tomo una flecha y posicionándola en su arco la disparo a donde mejor golpease, tuvo suerte y se clavó en el hombro de la bestia y no en la cabeza de su hermano, la bestia instintivamente soltó al Enano para sacarse el proyectil del cuerpo dándole el tiempo necesario al mayor para volver a tomar su espada que había caído estruendosamente en el suelo, por mala suerte resbalo y antes de que la Arpía pudiese enterrarle las garras de nuevo se volteó, utilizando el arma como escudo y frenando el ataque.

 

Sintió las gotas de sudor frío bajarle por el cuello cuando el acero comenzó a quejarse, entonces sacando más fuerza de quien sabe dónde y con un gruñido de esfuerzo empujó hacia adelante obligando a la bestia a retroceder, entonces se levantó de un salto y lanzó otra estocada. En ese momento la Arpía se dio cuenta de que su hermano intentaba llevarse su cena. Mal.

 

La bestia de piel verde dio un salto ignorando ahora completamente al Enano rubio que, por impulso, saltó y se sujetó de la cadera huesuda de la bestia que cayó al suelo, llevándole con ella, entonces, segada por su sed de sangre le dio una patada con su pie de siete dedos (muy parecido al de los perros) quitándoselo de encima, no había tenido tiempo de levantarse cuando una flecha se clavó nuevamente en su hombro derecho, seguida de una en su izquierdo, en su pecho y en su ojo.

 

Aun así no cayó y trató de levantarse con nuevos ánimos cuando de pronto, el frío del metal de una espada enana y un chorro de sangre negra y pestilente corriendo por su boca. Aprovechando la distracción de la bestia el Enano le había apuñalado por la espalda, al ver aquel chorro de sangre su única reacción fue la de retorcer su espada con saña ante de sacarla del cadáver, asqueado. Cuando la Arpía cayó al suelo nuevamente su cuerpo comenzó a retorcerse salvajemente hasta que, después de un rato, simplemente se convirtió en polvo.

 

Entonces pasó algo que ni Fili ni Kili se explicarían nunca. Bilbo (que había cerrado sus ojos en una especie de desmayo) los abrió de golpe y emitió el grito más desgarrador que hubiesen escuchado antes, el pequeño Hobbit se retorció tan, o peor que la Arpía segundos antes hasta que sus ojos se pusieron en blanco y entonces se desmayó de nuevo. De su pecho salieron un grupo de lucecitas azules, que giraron en espiral sin dejar de subir hasta que se perdieron de la vista. Solo en ese momento Kili se permitió soltar el aire que había estado reteniendo. Su hermano se dejó caer, exhausto y con un corte en la frente presa de su caída de hacía unos segundos y un rasguño superficial en el cuello. Soltó su espada y se echó a reír.

 

- ¿qué demonios acaba de pasar? -.

 

Notas finales:

hasta la próxima ~


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