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El Hobbit Una Travesía Inesperada por LadyRed

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Notas del capitulo:

Para los lectores y lectoras, lamento mucho la tardanza, es que he estado tan pegada con Relatos de los Elfos que casi no he tenido tiempo para escribir nada más, sin mas, espero que les guste este capitulo en el que invertí mucho esfuerzo.

Capítulo 2 – Persecución.

 

 

 

Si a Thorin Escudo de Roble le hubiesen dicho alguna vez que estaría corriendo por el mercado de Dale buscando desesperadamente a un Hobbits, abría despanzurrado a esa persona con Orcrist una y otra vez. Pero no, ahí estaba ahora, el  y Dwalin se habían separado acordando llevar al chiquillo enfermo a la casa de Frerin (que era donde le tenían desde un principio) para vigilar sus heridas y curarle la fiebre lo quisiera o no, y esa era su última palabra. La escena que le había descrito su hermano era por demás de ridícula, un Hobbits, saltando de una ventana, aterrizando en un tejado vecino y saltando a un puesto de frutas ¡por favor! De no ser porque luego llegó Fili y contó exactamente la misma historia ninguno de los guerreros se lo hubiese creído, no es que desconfiasen de Frerin, no que va, pero es que era bien sabido que al Enano le gustaba gastar bromas, no de donde se explicaba la inmadurez innata de Fili y Kili si ni su madre ni su padre eran así, tanto el cómo Frerin habían hecho de padres sustitutos cada uno dependiendo de la situación cuando Dis o Vil faltaban, podía entender cómo debían sentirse sus sobrinos, pues él había tenido que hacer de padre para sus dos hermanos menores desde que sus padre murieron presa de la enfermedad del oro a los pocos del nacimiento de la “mujer de la casa” como se burlaba Bofur en ocasiones pues su madre había muerto también, pero presa de una peste promulgada por las lluvias en Dale, una plaga horrible, que además mato a su abuela y sus tíos, tuvo que pasar por mucho, días horribles en los que, además de dirigir Erebor, tuvo que aprender a cuidar de su familia.

 

Todo empeoro cuando Smaug atacó Erebor he hicieron falta casi doscientos magos y brujas, tres ejércitos de diez mil hombres y (por más que odiase admitirlo) la ayuda de los elfos, para liberar a la destruida ciudad, por lo menos eso le enseño una lección a más de un Enano, ahora tenían todo el oro de la ciudad resguardado en enormes bóvedas protegidas por hechizos dados por los magos, los cuales quedaron prácticamente desaparecidos, al igual que las brujas, gracias al asesinato del dragón, el cual llevó a cabo Thorin, después de semanas de lucha, Erebor ganó muchos aliados (pues al igual que los Enanos, muchos humanos recuperaron sus territorios), aliados que, con el paso de los años comenzaron a exigir más que ayudar y que poco a poco se fueron distanciando. El Enano suspiro, no valía la pena seguir pensando en eso, ya tenía suficiente con tener que velar también con el bienestar de Dale como para amargarse más por malos entendidos que habían quedado ya muy atrás. Por otro lado, se concentró en su tarea: buscar al Hobbits. Bilbo Bolsón se llamaba, si no mal recordaba ¿Cómo podía una cosita tan sobresaliente camuflarse tan bien entre la multitud de humanos? El Rey Bajo la Montaña bufó resistiendo el impulso de pegar el grito al cielo, había guardado la espalda para, de encontrarse con el chiquillo, no asustarle demasiado, también se dijo que debía ser comprensivo, después de todo, había pasado quien sabe cuánto tiempo siendo rehén de los Orcos (bestias inmundas) y se jugaba su trono a que de seguro jamás había salido de La Comarca.

 

Pequeño, solo, y extrañando a su familia, no eran los mejores factores para aprender a confiar en la gente, una especie de sentimiento cálido se adueñó del pecho del rey de Erebor ates de que pudiese detenerlo, ahora en verdad se sentía culpable por haber estado tan molesto con el Hobbits hacía rato, pues, en verdad, todo aquello no era su culpa, más bien, tenía que agradecer que tan solo hubiese huido, pues estaba seguro que de haber estado en su lugar, se habría ido a punta de espada.

 

En ese momento el susodicho Hobbits se hallaba caminando entre la multitud como una hoja en otoño, presa de un nerviosismo extremo, estaba solo, aún era de día pero no todo el tiempo sería así, tenía hambre, sueño, le dolía todo y se sentía mal, vagamente se preguntó por qué eso le pasaba al él y si alguien se apiadaría de su persona, aunque ya no tenía muchas esperanzas, ahora, con la cabeza más fría y definitivamente la fiebre más alta, Bilbo se permitió preguntarse qué era se lugar donde había estado, bien, no lo habían encerrado, ni atado, ni nada, pero ¿de verdad hubiese podido confiar en aquellos Enanos que de nada le conocían? Había escuchado muchas historias sobre los Enanos y su carácter familiar y cálido, como también de su explosividad y mal humor, también estaba la gente grande, cuando estuvo en Bree fue testigo de muchos actos violentos (léase roces verbales entre borrachos) los cuales le habían hecho huir despavorido de no haber estado con Gandalf.

 

Y ahora estaba solo. ¿Qué iba a ser del? No sabía hacer más que coser, cocinar, leer y traducir, o al menos esas creía eran sus únicas cualidades, esas y dibujar. No sabía trabajar en forjas, no tenía la fuerza suficiente para arrear ganado, cuando estaba en Bolsón Cerrado sus tareas en la finca se limitaban a dar de comer a las gallinas y demás animales, además de cuidar a los perros y a los gatos que tenían para cuidar la casa. Tal vez, solo tal vez, si desde un principio no hubiese dejado que su padre le limitase a las tareas de una mujer no se hallase en tan precaria situación.

 

Suspiro, compungido, la cabeza le daba vueltas. Necesitaba con urgencia un lugar donde descansar, tal vez incluso pudiese salir de Dale, buscar a Gandalf a los alrededores, la bruja de morados cabellos que iba en la caravana le había explicado en un momento de distracción de los Orcos, que si los Enanos no los erradicaban en Dale, de seguro los elfos lo harían, pues por esos lares abundaban de los tres. De ser el caso, no entendía como quien-sabe-cuantas porquerías armadas lograron arrastrarles cual ganado hasta la otra punta de la tierra media. Suspiro, de pronto se sentía mareado, aquella cosa que los Orcos le obligaron a beber le estaba haciendo mucho daño, no sabía ni quería saber que era, lo hizo pasar semanas en las que no se hubiese podido mover de no ser por que aquellas bestias le obligaban a caminar, vomitando sangre, recibiendo azotes en los pies y la espalda “para que se apresurase”, muchas veces, Bilbo se preguntó por qué simplemente no lo habían matado de una vez, hubiese sido mucho más sencillo. Se recostó de la pared de piedra deslizándose hasta quedar sentado y escondiendo la cara entre las piernas, resistiendo las ganas de llorar, necesitaba los besos en la frente de buenos días de Belladona, las siestas sobre el pecho de su padre, necesitaba algo que le hiciese sentirse seguro.

 

De pronto sintió una mano grande y áspera acariciar su cabeza, la sintió áspera cuando le rozó la oreja, abrió los ojos verdes como esmeraldas sintiendo un escalofrío atravesarle la espina dorsal y levanto la cara para encontrarse con aquel Enano de ojos turmalina, estuvo tentado a echarse para atrás cuando el mismo Enano le detuvo, susurrándole palabras de calma que surtieron efecto inmediato.

 

Nuevamente aquella sensación de culpabilidad invadió al rey Enano, los otros Hobbits había llevado bastante bien el tratamiento y habían congeniado excelentemente con la gente de Dale ¿Qué tanto había sufrido aquel chiquillo para quedar marcado así? Sintió como le miraba con grandes y temerosos ojos verdes, hermosos y limpios, como si la maldad que lo ataco no hubiese bastado para corromper su alma, aquello le sorprendió, había visto a hombres más fuertes sucumbir ante el primer llamado de la oscuridad, la enfermedad del oro es un muy buen ejemplo de lo que las riquezas podían hacer con su pueblo ¿cómo se las apaño ese pequeño Hobbits para no sucumbir en la ira?

 

Thorin le revisó de pies a cabeza ante la sorpresa de Bilbo que simplemente se encogió, muy a su pesar sintiéndose aliviado bajo sus roces, era justo lo que necesitaba, justo lo que había deseado momentos antes – Hey, oye ¿te encuentras bien? - le pregunto preocupado el Enano y su voz gruesa envió un estremecimiento por su espina dorsal, haciéndole sonrojar. Así mismo asintió, intentando apartar su mejilla de la enorme palma curtida del Enano, más este no le dejó y le tomo una temperatura y sus pulsaciones: estaban aceleradas he irregulares.

 

Suspiró - escucha – suspiró el Rey Bajo la Montaña – sé que debes estar asustado, pero tienes que venir conmigo a la casa de curación, eso que hiciste fue muy peligroso teniendo en cuenta el estado en que te encuentras, podrías haber sufrido un ataque y el sol te está quemando la piel, ven, vamos, si quieres yo te llevo.

 

Nuevamente el pequeño Hobbits volvió a su actitud recelosa, no entendía que le estaba diciendo el Enano, le estaba hablando en Khuzdul, aquello sí que era extraño ¿no que los Enanos no compartían su respetado idioma con los demás fuera de su gente? - no te entiendo – le dijo con dificultad, su garganta le dolió por la falta de uso. El rey le miró, cayendo en cuenta de lo que había hecho ¿qué pasaba con él, acaso se había vuelto loco? - te pregunte… si estabas bien – mintió a medias, mejor no le decía que le había regañado – y que no debiste salir de la Casa de curación.

 

¿Casa de Curación? ¡Dioses, que idiota había sido! Bilbo se dio un golpe mental, sin atreverse a demostrar cualquier cosa en su expresión, aun sintiendo la sangre subirle a las mejillas, Thorin suspiro, dándose una idea de lo que pasaba por la mente del chiquillo y tomando nota metal de hablar con Balín sobre aquel Hobbits, le estaba confundiendo.

 

El Rey Bajo la Montaña le ayudo a levantarse, viendo en el proceso que sus piernas parecían no poder con su propio peso – sé que estas nervioso, pero tienes que venir conmigo ¿de acuerdo? Bilbo miró al rey Enano, preguntándose porque era tan amable con él, aunque suponiendo que de seguro era su trabajo. Después de todo, nadie era tan amable por nada.

Notas finales:

Dejen Reviews,  no les cuesta nada. Comenten o cantare el Hakuna Matata! (?)


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