Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Estrella Fugaz por geminisnocris

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

"Todos encontramos nuestro destino en el sendero que escogemos para evitarlo"

Misterios que quedaran el aire que poco a poco iran tomando sentido... 

 

Por ahora a leer!!!!

 

La estrella fugaz cap. 3

 

Historias paralelas segunda parte

Dos historias más.

 

 

La reunión había durado más de lo que Shion rey de Lemuria podía haber deseado, diez de los astros más antiguos se debatían entre mapas y coordenadas sin sentido sobre la enorme mesa de cristal en la sala de guerras, mientras tanto, el peliverde se había desecho de su túnica que sentía lo ahogaba y ahora sentado en su enorme y marmolado trono, reposaba su rostro sobre una de sus manos, una corazonada que esperaba fuera tan falsa como la próxima solución a sus problemas lo había hecho recurrir a uno de sus guardias de confianza, repasaba mientras tanto con sus orbes rosados los rostros de aquellos hombres, de los cuales parecían salir palabras en otras lenguas, esperando, meditando, orando.

Cuando la puerta del salón finalmente se abrió y la silueta delgada del guerrero se dibujó indudablemente, el rey se levantó de su trono y ante la mueca de frustración que el joven le había brindado detuvo todo el movimiento de los viejos, se dejó caer de nuevo a su asiento acolchado por algunos almohadones aterciopelados y colocó ambas manos sobre su rostro, los espectadores de aquella tan sensible actitud de su rey no pronunciaban palabra alguna, simplemente se apartaron para que el joven guerrero celestial avanzara y colocara su rodilla sobre el frio y blanco piso.

— ¿Se ha ido solo?—la pregunta había salido en un hilo de voz que puso en duda al joven en querer contestar—Maikel… ¿Atla se ha ido solo?—Shion apartó ambas manos de su rostro y observó al joven respirar precipitado.

—No mi señor… Yuzuriha lo acompaña…

—Sabes donde ha…

—Los gemelos malditos mi señor…—un coro de voces bajas se dejó escuchar tras las palabras de aquel joven lemuriano.

— ¡SILENCIO!—el grito de su rey rebotó por los anchos pasillos del castillo dejando a todos con el aire contenido—iré  por él… ya perdí a un hijo… no perderé a dos...

—Mi señor…—Shion detuvo sus pasos y volteó hacia el joven—no sé si esto le servirá de ayuda pero… según he leído, una tribu de seres celestes fueron alguna vez nuestros aliados…

Los Kailash…—murmuro y se devolvió para sujetar al joven por sus hombros—como no pude pensarlo antes—una casi imprescindible sonrisa se dibujó en sus labios—usted tres—señalo a un trio de ancianos—iremos al otro lado de la luna… los demás, no paren de investigar, si ellos no pueden hacer algo no nos quedaremos de brazos cruzados… debo encontrar a mis hijos ahora…

Sus órdenes habían sido claras, y el joven guerrero le siguió con cercanía cerrando tras de ellos las enormes puertas de la habitación.

 

—x—

 

Los largos y cadavéricos dedos de aquella milenaria mujer que lucía como una anciana, tamborileaban sobre el recuesta brazos de la ancha silla donde descansaba desde que sus guardianes habían partido, su cabello ahora de un grisáceo casi luminoso, caía como una cascada tras su espalda, frente a ella, un enorme ventanal le otorgaba una vista esplendida de la tormenta que aun azotaba la pequeña ciudad a las afueras de Grecia, su castillo, oculto de la sociedad sobre una colina abandonada, le brindaba bajo la protección de sus tres guerreros y su hermano una vida alejada de casi cualquier perturbación. En ese momento el único sonido junto a los truenos que rugían sobre las nubes, era el crujido del fuego en la chimenea casi a sus pies. Un suspiro escapó de sus labios y sus orbes purpura divagaron sobre el dije de estrella que balanceaba entre sus dedos, trasladándola años atrás cuando por primera vez había perdido la oportunidad de recuperar su vitalidad y belleza embriagante, pero los pasos precisados que logró reconocer como alguno de sus niños—como ella solía llamarlos—habían detenido sus pensamientos.

La puerta de madera resonó provocando un eco entre las paredes de piedra oscura y la vista de la mujer se clavó sobre el peliplateado que respiraba agitado y húmedo mientras torpemente colocaba una rodilla en el piso. Inmediatamente se puso de pie y con sus casi garras afiladas acaricio el rostro húmedo y pálido de Minos volteándolo con suavidad hasta atrapar esos orbes dorados.

— ¡Mi señora!—la voz que salió de su garganta tenia tono de preocupación y temor al mismo tiempo, la mirada indescifrable que ella le estaba brindando lo ponía nervioso y la noticia que traía consigo no era para nada alentadora, Minos barajó mentalmente un par de palabras, pero por donde fuera no había manera de maquillar el asunto, mucho menos para ella.

—Habla Minos…—murmuro Pandora acercándose, casi rosando con esos labios resecos la boca de su guardián—que sucede ¿encontraron el cometa?

—Si…—la respuesta había sido fácil para el muchacho—pero Radamanthys…—venia lo más difícil, y lo supo cuando la anciana afianzo su agarre al escuchar el nombre de su hermano, justo cerca de su mandíbula, presionado hasta hacerlo sangrar.

— ¿Qué con él?—la pregunta había sonado ya de por si intimidante por parte de Pandora— ¿Qué sucede con Radamanthys?

—Asmita… —la mujer dio unos pasos atrás soltando a Minos mientras fruncía con rabia su entrecejo—aún está vivo y mi hermano…

—Maldita estrella fugaz… esto es tu culpa Hades… —lo interrumpió Pandora caminado con lentitud hacia la chimenea, cojeando mientras recogía furiosa su negro vestido, dejando a sus espaldas a su guerrero poniéndose torpemente de pie—vamos Minos, traeremos a tu hermano y acabaremos con ese rubio de una vez por todas… bien se dice que si quieres que algo salga bien tienes que hacerlo tú misma—el peliblanco asintió y la siguió sosteniendo su mentón, presionando su adolorida mandíbula.

—x—

 

El poder que utilizó para trasladarse hasta el otro extremo del pueblo había desgastado hasta la última gota de su vitalidad, ahora la lluvia golpeaba con crueldad su rostro lastimado, cuando trató de levantarse un recuerdo fugaz lo atacó obligándolo a sujetar con fuerza su cabeza, resbalando hasta chocar con unas afiladas piedras…

Tranquilo…—la voz casi como un ronroneo de aquel extraño lo hizo sentirse protegido—todo está bien…

—Mi hermano… —logró hablar entre quejidos mientras sentía la parsimoniosa caricia de una húmeda esponja sobre su cuerpo— ¿Dónde está?

—Tranquilo… está en la otra habitación… confía en mi…

Nunca había sido ciego y a decir verdad nunca se había sentido tan vulnerable, esa sensación de no saber que sucedía a su alrededor, tantos sentimientos confusos que recorrían su mente, imágenes que había visto justo antes de entregar por su propia voluntad su vida a la oscuridad.

—No tengas miedo, yo te cuidaré—un par de lágrimas que sintió borradas por las manos de aquel al que jamás le vería el rostro y por el cual el sacrificio que haría no sería suficiente para pagar su gratitud— ¿Cómo te llamas?

—Soy Asmita…

—Bueno Asmita… mi nombre es…

El fuerte golpe en su cabeza no solo había abierto una herida, sino también un sinfín de recuerdos dolorosos encajonados en lo más profundo de sus pensamientos, con la oscuridad impuesta sobre sus ojos trató de levantarse de nuevo y gatear hasta sostenerse de un árbol, su ceguera jamás le había sido tan incómoda como en ese momento, las lágrimas que quedas salían de sus ojos se confundían con las gotas de lluvia que sutilmente acariciaban sus mejillas.

Deuteros…—pronunció el nombre con suavidad.

La debilidad palpable en sus piernas lo hizo caer una vez más de rodillas, sus dedos se mezclaron con el lodo bajos sus manos, sobre su ropa, entre su cabello, la frustración comenzaba a sofocarlo, recordó entonces que debía regresar a esa casa, sacar a ese cometa de ahí y salvar a su hermano a como diera lugar, Shaka no recordaba nada, no merecía revivir el dolor que Hades y Pandora les habían infringido, principalmente a él y a su hijo…— Alone…—el niño que hasta donde el sabia, había muerto al nacer, cerró sus ojos presionando con suavidad su vientre, justo sobre la gigantesca y única herida que le recorría casi en su totalidad y que a pesar de su poder regenerativo no había desaparecido.

Asmita el más cercano al astro mayor…—se escuchó como un eco en su mente, sus parpados cedieron a ese tono tan reconocido y pudo finalmente observar con terror el escenario que le rodeó casi once años atrás.

—Hades…—cuando intentó moverse sus manos estaban sujetas con una herrumbrada cadena—suéltame…

—Tranquilo…—siseó el pelinegro cerca de su oído—solo dolerá al comienzo—sintió las manos de ese hombre recorrer su espalda atravesando su ropa, frotando sus piernas, besando su cuello—mi hermana me dejó jugar contigo un rato… mientras ella se divierte con tu hermano…—sus ojos celestes se abrieron aún más llenos de furia.

—No te atrevas a tocarlo…

—Todo depende de ti…—murmuró luego de pasar su lengua sobre el pálido cuello de la estrella.

—No comprendo…

—Deja de forcejear y ser un buen niño Asmita…—con fuerza Hades tironeó de su ropa interior dejándolo desnudo, acarició sin pudor cada centímetro de su piel, lo recorrió hasta agacharse y devorar su miembro con ansias.

Asmita mordía sus labios evitando dejar escapar un solo gemido de su boca, soportando cada roce que sentía lo quemaba, tragando su propia sangre al atrapar su lengua entre sus dientes, sintiendo finalmente como era penetrado sin piedad, una y otra vez, sujetándose de las cadenas que lo mantenían prisionero, pero si ese era el dolor que tenía que soportar para salvar a su hermano, con gusto lo haría una y otra vez.

—No me hagas reír Asmita—esa voz lo trajo de nuevo a la oscuridad de su actualidad— ¿esto es todo lo que pudiste hacer?

—Radamanthys… aun… tengo…

Aún tengo… aún tengo—repitió con cinismo Radamanthys mientras lo giraba y presionaba su cuello sobre el fango amarillento—deja de engañarte… tú ya no tienes nada…

—Te equivocas, aún tengo la posibilidad de salvarlo…—la fuerza de Asmita se comenzó a restablecer a tal punto de girarse sobre el rubio  y administrarle la misma tortura con sus manos—soy un ser astral… una estrella fugaz…—su cuerpo se iluminó por un momento con una aura dorada y abrió sus ojos de un celeste casi cegador, Radamanthys estaba sorprendido por como ese ciego había recuperado casi en su totalidad la fuerza de su místico poder y ahora lo sometía con una fuerza brutal—pertenezco a los Kailash… que no se te olvide que…soy un guerrero celestial…—murmuró esta vez cerca de su oído propinándole un golpe certero en su pecho y desapareciendo una vez más.

—x—

El dolor punzante cerca de su corazón no le permitía moverse, estaba tendido boca arriba en el suelo empapado recibiendo las gotas de lluvia sobre su herido cuerpo, una vez más Asmita había escapado de sus manos, la historia se repetía de nuevo como hace mas de once años atrás, pero aunque el panorama no era alentador para Radamanthys de algo si estaba seguro—estúpido ciego—murmuró poniéndose de pie, apartando los rastros de sangre sobre su pecho totalmente regenerado—utilizaste todo tu poder para hacerme una herida sabiendo que soy inmortal…—una estruendosa carcajada resonó junto a un par truenos—te encontraré… y te juro que lamentaras cada golpe… o mejor dicho Shaka lo lamentará por ti.

—x—

Ambos gemelos se habían quedado en silencio ante las palabras de aquel pelilila, lentamente habían girado hasta quedar cara a cara con él, sus orbes verdes profundizaban en cada rasgo del jovencito que lucía enormemente confundido y aun débil que intentaba levantarse de la cama para visiblemente escapar de ese lugar.

—Tranquilo…—Kanon fue el primero en hablar dando unos cuantos pasos hacia él, levantó sus manos mostrando que no traía consigo algún tipo de arma para dañarlo, aun así su ropa aun manchada de sangre traía consigo un dejo de desconfianza que no pasó desapercibido para Saga que tras de él media cada uno de los movimientos del más joven—mi nombre es Kanon, yo… te traje hasta acá ¿recuerdas algo de eso?—Mu observaba de uno a otro ahora de pie con su entrecejo fruncido y negando en cada palabra, alejándose con suavidad—muchacho… ¿Cómo te llamas?

— ¿Son servidores de Pandora?—la pregunta ya de por si extraña hizo a los gemelos tirarse miradas complicitas y algo confusas—yo… yo soy Mu…—la inseguridad y el temor en la voz de ese muchacho era casi cautivante, su pecho desnudo aun cubierto por una rota y sucia túnica se agitaba subiendo y bajando con rapidez, brindado un casi imprescindible tintineo.

—Bien Mu…—esta vez fue Saga quien se acercó, tratando que su ronca voz y su sola presencia no fuera tosca o imponente para el extraño— yo soy Saga… somos tus amigos, no queremos hacerte daño…

—Son…son iguales…—murmuró con congoja el menor observando de uno a otro en varias ocasiones, casi ignorando las palabras de ambos peliazul.

—Somos gemelos Mu…—Kanon había logrado acercarse mientras Saga le hablaba, ahora lo tenía de nuevo cerca como cuando lo cargó en sus regazos, lo sujetó de sus delgados brazos y lo presionó  con suavidad casi reconfortándolo, clavando sus orbes verdes en los del menor—todo está bien… tranquilo, puedes confiar en nosotros… no conocemos a nadie llamado Pandora… ¿puedes recordar algo más?

Un silencio casi incomodo rodeó a los tres dentro de la habitación, en ese momento Mu realmente no tenía las fuerzas suficientes para poder escarparse como deseaba y tampoco quería hacer tan evidente su debilidad, además estaba confundido y al mismo tiempo asombrado, los únicos humanos que en su vida había visto, estaban en la enorme biblioteca de su reino y en su mayoría eran dibujos, además, algo en ese hombre que ahora lo sujetaba y le hablaba en un tono casi paternal, le brindaba una sensación de estar realmente protegido, finalmente negó con suavidad cerrando sus ojos—no comprendo que sucedió… en verdad—levantó su cabeza revelando su vista ahora cristalina liberándose del agarre del gemelo y acercándose a la ventana a paso lento, apartando con suavidad la tela de la cortina, dejando que la claridad aun gris de la tormenta ingresara a la habitación—esto es ¿la tierra?—preguntó aun de espaldas a los gemelos que lo observaban.

—Asé es… estas en la tierra—Saga se había aproximado con cautela, aunque lucia como un joven sencillo e inofensivo podía tener oculto algún poder entre sus manos, además ese brillo sobrenatural que emanaba de su piel posiblemente seria alguna pantalla para algo más poderoso—Mu… —el joven volteó su rostro con el ceño fruncido— ¿de dónde vienes?

Antes de contestar observó sus manos, había perdido un poco más de color, ahora eran más pálidas y estaban frías, tanteó su cabello aun enlodado y palpó su ropa sucia y húmeda, luego recorrió con sus dedos la parte de su cuerpo de donde no quedaba un solo rastro de aquella herida profunda, revelando ante un asombrado Kanon una piel sana y limpia—Lemuria…—murmuró acercándose a Saga, atreviéndose a acariciarle su rostro en un movimiento casi involuntario y curioso, delineando sus cejas azuladas y su mentón —ustedes son iguales por fuera pero…—caminó en dirección a Kanon que se mantenía abstracto ante él—son totalmente diferentes por dentro…—acarició la mejilla de este último con delicadeza perdiéndose en sus esmeraldas, tratando de viajar más allá que lo que sus ventanas del alma le permitían—debo volver… a mi hogar…

—Yo… voy a ayudarte—las palabras parecían salir casi de forma inconsciente de la boca de Kanon cada vez que Mu estaba demasiado cerca de él, ese sentimiento de rodearlo y protegerlo era estremecedor casi incontrolable, Saga levantó su ceja divertido y asombrado acercándose y apartando el extraño visitante de su hermano que parecía como poseído, observando como su gemelo sacudía la cabeza como librándose de su poder hipnótico.

—Vamos… ven conmigo—Saga lo tomó con suavidad del antebrazo llevándolo fuera de la habitación—necesitas cambiarte esa ropa—Mu aún seguía ido hacia el gemelo, como dibujando algún recuerdo en especial. De repente se soltó con fuerza de Saga y caminó de nuevo hacia Kanon que lo observaba confundido

—Tú me cargaste… ahora lo recuerdo…—sujetó de nuevo  el grueso brazo de Kanon acercándose lo más que podía, tintineando sobre su piel y rodeándose de una aura dorada apenas visible y débil—tu eres mi guardián…

— ¿De qué hablas?—Kanon observaba a su hermano en espera de alguna respuesta.

—El rayo de luz…—Saga se acercó curioso—el rayo me separó de mis hermanos… tú me guiaste hasta ti…

—No comprendo…—la confusión era extrema en el gemelo menor—yo no he hecho nada…

—El poder está dentro de ti Kanon… eres un guardián—sonrió el más joven colocando una mano en su pecho.

—Ya lo escuchaste Kanon... tu eres su guardián—dijo Saga sonriendo y aproximándose, jalándolo con suavidad una vez más para despegarlo de su hermano—cuando te des un baño y te cambies te presentaré a unos amigos míos—Mu lo observó con el entrecejo fruncido.

— ¿Amigos?

—Amigos… otros humanos…

—Pero…

—Tu guardián estará contigo, no debes de preocuparte—Saga observó a Kanon quien lo observaba con los ojos entrecerrados— ¿verdad que si hermano?—Mu lo observaba esperando la respuesta.

—Sí, claro…—suspiró cansado, sintió la mano de su hermano, había muchas cosas por explicar—estas cosas deberían pasarte a ti—fue la última expresión antes de zafarse la camiseta e intentar darse un baño

—x—

A la hora indicada Yuzuriha había esperado paciente a Atla junto a las burbujas de escape, debían ser rápidos, Shion no debía enterarse de sus planes o todo se vendría abajo, con seguridad habían tomado una de las pequeñas naves redondas—de donde había salido su nombre—sacándolas con facilidad, nadie cuestionaría lo que el príncipe mayor de Lemuria hiciera, mucho menos si iba con la mejor arquera del lugar, sin perder más tiempo abordaron la extraña capsula que los llevaría a su destino y con el poder del joven pelilila se habían abierto paso en un portal reduciendo la distancia de manera impresionante, ahora estaban justo a unos metros del abandonado asteroide, con el mapa sobre las piernas de la rubia y un par de singulares brújulas, ambos, principalmente el príncipe, inmutados.

—Atla…—la voz de Yuzuriha se escuchaba firme pero distante, para el joven príncipe la historia de los gemelos malditos era solo eso, una historia contada de generación en generación para asustar a los niños lemurianos a la hora de dormir— ¿estás bien?—las suaves manos de la rubia le estrujaron las suyas que aún no se despegaban del volante.

—Todo bien Yuzuriha—murmuró con suavidad abriendo la escotilla de seguridad y saliendo del estrecho transporte, pero ni bien había caminado un par de pasos sobre una roca en la que habían aterrizado cuando unas manos sujetaron su boca y brazos con una tremenda facilidad, tanto el príncipe como su atacante rodaron sobre el duro suelo inerte, sin aflojar alguno de los agarres que ambos se propinaban, finalmente Atla logró dominar la situación colocando bajo su peso el extraño encapuchado que lo había atacado, Yuzuriha se mantenía el margen de la situación de brazos cruzados, eso le brindó aún más malicia al pelilila que escuchó una conocida carcajada.

—Kiki…—dijo apartando la capucha y dejando al aire libre los mechones rojos brillantes de su segundo compañero— ¿Qué rayos haces aquí?—le brindo una mirada de reproche al más joven quien solo reía.

—Mi señor Atla… no recuerdo que mi padre le enseñara tan malas técnicas militares para escapar sin ser divisados…—el orgulloso príncipe iba a reclamar pero la imagen frente a él lo dejó inmutado.

Sobre el abandonado lugar, justo en medio del asteroide congelado como lo llamaban en el mapa, se erguía un gigantesco castillo plateado, casi podría decirse que su estructura era cristalina y la manera en como giraba la enorme roca sobre la cual había sido construido la daba una pizca de misterio, el extraño sol que proyectaba sus rayos contra la gigantesca edificación le hacía ver imponente y peligrosa, tragó grueso mientras Kiki se giraba para quedar también impresionado, a su lado Yuzuriha sonreía, Atla sintió las palmas de su amiga en su hombro y la observó con astucia recorrer el camino hacia el lugar.

— ¿Se quedaran jugando a vienen?—la pregunta de la rubia acompañada con semejante imagen a sus espaldas era como un fotografía de un libro de historia—vamos… no perdamos más tiempo—Atla se levantó tirando de Kiki y se fueron tras Yuzuriha.

Ya de cerca el espectáculo era aún más fascinante, tres enormes corderos alados con gigantescas cachamentas, de musculatura perfecta custodiaban la entrada al edificio y a cada lado una torre de donde pendían unas campanas mudas, a cada paso que daban el paisaje era todavía más intrigante, finalmente los tres se encontraron de pie frente a la gigantesca puerta cerrada por una curiosa serie de candados, Atla dio un paso adelante, acarició los símbolos que estaban tallados en esta, algunos reconocidos, otros desconocidos por su antigüedad, un curioso ojo en medio le llamó la atención y al presionarlo, de un momento a otro frente a sus asustados ojos los cerrojos fueron abriendo de uno en uno formando una cadena de ensamblajes que a su vez formaban la figura de un enorme robot metálico, que sin pensarlo dos veces apenas hubo completado su autoconstrucción lanzó contra el trio de lemurianos un fuerte ataque, se dispersaron a la orden del príncipe, pero al parecer sus ataques eran por así decirlo adivinados.

— ¿Piensan que con esos movimientos tan predecibles lograrán derrotar a los gemelos más…?—habló la pesada máquina.

Hakurei… deja esos estúpidos juegos viejo decrepito…—otra voz parecida a la anterior interrumpió el discurso del robot, apareciendo a las espaldas de la maquina un anciano de cabellos largos y grises con una túnica parecida a la de su rey—pero que tenemos acá…—murmuró avanzando hacia Atla, observando cada uno de sus rasgos y sus facciones— ¿acaso no eres el hijo de Shion?

— ¿Shion?—la pregunta fue acompañada por la aparición de otro hombre exactamente igual pero vestido en una especie de armadura que se asemejaba al gigantesco robot— ¿qué hace el príncipe de Lemuria en este perdido asteroide? ¿Acaso tu padre eliminó el destierro?—el pelilila observaba de uno a otro y luego al robot que hacia los mismos gestos que el viejo.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     

—No…—la respuesta tosca de Atla los hizo dar un paso atrás con el ceño fruncido—pero puedo ayudarles a volver…—la mano de Yuzuriha se afianzo a su capa, el solo asintió hacia ella para poder seguir—si me ayudan a encontrar a mi hermano…

— ¿Tu hermano?

— ¿No estarás hablando del pequeño Mu cierto?—pregunto el de la túnica, Atla asintió— ¿qué sucedió?

—Hace unas horas fue su primer viaje a la tierra y…

—No…

— ¿Perdón?—los tres muchachos se voltearon a ver.

—No podremos ayudarte…—el segundo gemelo que ocasionaba la voz del robot se negó de inmediato sin dejarlo terminar.

—Pero aún no ha hablado… no saben toda la historia…—defendió la rubia a su príncipe que se había quedado atónito, según los libros esos gemelos eran los únicos que podían ayudarle a volver antes de tiempo y rescatar a Mu de las manos de Pandora—pero… por favor—Yuzuriha se había adelantado y sujetado la mano del gemelo envuelto en una túnica que se marchaba.

— ¿Sabes por qué fuimos desterrados?—preguntó el dueño del robot, los tres negaron—Sage… cuéntales…—su gemelo suspiró con pesar.

—Vamos niños… esto será largo—el primer gemelo se adelantó junto a su hermano mostrándoles el camino hacia dentro del castillo, los tres lemurianos se voltearon a ver con recelo, pero no tenían otra opción, acabarían con todas las posibilidades para convencer a ese par de ancianos para que los pudieran ayudar.

 

—x—

 

El interior del castillo era impresionante, las paredes estaban fabricadas por una especie de polvo estelar, este flotaba en el aire produciendo la ilusión de muros de cristal, más adelante, una cantidad exagerada de armaduras y espadas colocadas en un orden especifico de rango y materia prima adornaban casi toda la habitación, la mesa a simple vista parecía de madera, pero al acariciarla respondía con un breve tintineo.

—Siéntese por favor—hablo de nuevo Sage, los tres jóvenes tomaron asientos alrededor de la mesa, un curioso robot trajo consigo una vajilla delicada y una tetera caliente, pero con torpeza sirvió de uno en uno, si Yuzuriha no hubiese estado despierta le hubiese quemado la pierna— ¡basta Tuercas! debo disculparme… no recibimos visitas a menudo—con rapidez pasó un toalla hacia la joven —en fin… ¿Qué buscaban?

—La razón de nuestro destierro… ¡viejo estúpido!—Hakurei grito con fuerza desde el rincón mientras se acercaba—maldición…mira niño—se refirió hacia Atla con desprecio—tu amado padre nos hecho de Lemuria por viajar de un lado a otro sin su consentimiento, diciendo que nosotros habíamos abierto un portal hacia la tierra y habíamos puesto a todo el planeta en peligro—se cruzó de brazos tomando el té de su hermano, todos guardaron silencio—por esa razón no podemos ayudarte…

El silencio se extendió por unos minutos más, los jóvenes no habían probado él te ni mucho menos dado una mordida a las galletas que el torpe robot de forma casi parecida a un cangrejo había puesto sobre la mesa.

—Ustedes son la única opción para poder viajar hasta la tierra…—Atla rompió la concentración de todos  con sus palabras casi en un murmuró—yo… no puedo hacer nada…—sus manos presionaron con fuerza la taza aun humeante y un par de lágrimas rodaron por sus ojos—él es mi hermano menor… si tan solo conociera otra forma…

—Bien… ya basta…—Hakurei se puso de pie con fastidio terminando de golpe su bebida—hace más de doscientos años ayudamos a un cometa… Pandora encontró el túnel que habíamos construido y estuvo a punto de encontrarnos, tu padre, jamás se ha equivocado en mandarnos al exilio… si lo hacemos de nuevo el castigo será la muerte segura… ¿entiendes?

— ¡Mi padre no debe enterarse!—se exaltó el de cabellos lila poniéndose de pie tironeando los brazos del anciano—por favor…

De nuevo el silencio se hizo presente entre todos, Kiki se había puesto de pie dispuesto a defender a su príncipe y Yuzuriha no se había quedado atrás.

—Por un demonio Hakurei—Sage quien se había mantenido en silencio se puso de pie y tomó a su hermano de ambos brazos apartándolo de Atla—viviremos siglos en el exilio antes que al astro Rey se le ocurra arrebatarnos la vida…—susurró más como una advertencia, hizo a un lado a su gemelo para observar a los chicos—iremos… te ayudaremos a salvar a Mu…—la estruendosa carcajada de Hakurei los inmuto a todos.

— ¿La última aventura?

—La última aventura—sonrió Sage— ¿entonces qué dices?—su hermano cerró los ojos por un momento antes de contestar— ¿Y?

—Digo que eres un viejo testarudo y manipulador y que obviamente diré que si… ahora aparta tus asquerosas y arrugadas manos de mis hombros y acompáñame a buscar algunas armas para defendernos—Sage sonrió levantando el pulgar hacia los más jóvenes que no tardaron en seguirles el paso, para él, las palabras de ese muchacho habían removido un recuerdo y la verdadera razón de su exilio personal.

 

—x—

 

Cuando Kanon salió del baño para terminarse de arreglar se respingó al encontrarse observado, las esmeraldas del pelilila lo seguían fielmente de un lado a otro, el joven se había arrodajado en medio de su cama con algo de ropa holgada pero limpia que pertenecía a Saga, cepillaba su cabello aun húmedo con suavidad zafando hasta el último de los nudos, el gemelo detuvo su paso, vestía solo un buzo con su torso desnudo y sus puños descansaban sobre sus caderas con su cabello aun enmarañado y húmedo, Mu solo sonrió deteniendo el cepillo

— ¿Qué pasa?—la pregunta de Kanon había sonado casi tonta haciendo ensanchar la sonrisa del más joven.

—No son como los dibujan en los libros…—el gemelo levanto una ceja formando una muda interrogante—los humanos… es decir… son más altos y…

—Increíble…—la suave voz de Saori abriéndose paso en la habitación junto a Saga y Aioros interrumpió al pelilila quien se calló observando con sus esmeraldas la joven que se acercaba a él—es hermoso…—sus mejillas se tiñeron de rosado.

—Mu… ella es Saori…—habló Saga, la joven saludo con un gesto de su mano— y el Aioros… los tres estudiamos las estrellas… somos astrólogos —esa revelación le había parecido impresionante, había escuchado alguna vez que los humanos los estudiaban pero jamás se imaginó encontrarse cara a cara con alguno de ellos, su cuerpo comenzó a brillar asombrando aún más a los tres hombres y a la chica.

— ¿Qué sucede?—Aioros se acercó aún más— ¿por qué este brillo?—sonrió tras su pregunta.

—Ustedes están llenos de sueños y esperanzas…—aclaro Mu colocándose de pie—eso nos da poder y energía… aun así—oscureció su rostro—me es imposible regresar de nuevo por mi cuenta y debo esperar que mi hermano venga por mí—fijó su vista hacia la ventana aun gris—sé que lo hará—murmuro más para sí mismo.

—Mu… entonces tu…—hablo Saori para verse interrumpida por el joven.

—Soy un cometa…—Mu los observó sonreír haciendo que su brillo se intensificara.

Unos golpes se escucharon en la puerta, el joven se detuvo con su entrecejo fruncido, volteó de inmediato a Kanon y este a su hermano que negó lentamente con su cabeza aclarando que no esperaban a nadie más, todos caminaron casi en fila hasta la sala, los golpes parecían disminuir su intensidad, pero justo cuando el mayor de los gemelos extendió una de su mano sobre la manija plateada una luz se filtró bajo la hendija de la puerta y suavemente se abrió, dejando a su paso la silueta del joven y ciego rubio enormemente herido cayendo a sus pies. De forma casi automática y sin proponérselo el gemelo menor se posicionó frente al pelilila quien le sujeto su antebrazo, pero ante el asombro de todos se abrió paso hasta el rubio que estaba en el suelo.

—Está bien—dijo cuándo sintió las manos de Kanon en su muñeca—está bien… no es un enemigo…—se acercó hasta agacharse y tomo con suavidad la cabeza sangrante del ciego para colocarla en sus regazos, la acarició apartando el líquido enrojecido que escurría por la comisura de sus labios.

—Sabía que no me había equivocado—murmuró levantando la mano que Mu tomo con ternura—tu eres un cometa… —un par de lágrimas borraron un rastro de lodo cerca de las mejillas del rubio—escúchame… —Mu se agachó hasta acercar su oído a la boca del herido—debes salir de aquí… Pan… Pandora te está buscando… Rada… Radamanthys…—un breve quejido lo hizo callar por un momento.

— ¿Quién es Radamanthys?

—Tu… debes huir… ellos… ellos saben dónde estás—sintió el calor del lemuriano tratando de sanar sus heridas y lo detuvo—yo ya no puedo restablecerme… debes huir, busca a Shaka… huyan a la montaña más alta—dijo finalmente para luego de un cegador brillo convertirse en polvo estelar y flotar sobre el aire.

El joven se quedó en el suelo, observando como las ultimas partículas eran arrebatadas de sus manos por una brisa fría, tras de él, ambos gemelos y sus amigos estaban confundidos, impresionados, y atemorizados, para los iguales era la segunda vez que escuchaban el nombre de esa mujer.

—Hay que hacer algo... Saga—Kanon sonaba frustrado—que demonios significa todo esto…—pero su hermano estaba igual de asustado.

—Kanon… toma a Mu, llévalo a Grecia, escóndelo en tu casa, ganaremos algo de tiempo—Saga se apresuró a guardar algo de ropa de su hermano en una valija—buscaremos a…

—Yo sé quién es Shaka—habló Aioros—es el compañero de mi hermano… y mi alumno.

Kanon tomo a Mu del suelo y lo zarandeó sacándolo de su ensañamiento—Mu… ya pasó, no pudimos hacer nada…

—Yo quería… yo pude…—un par de lágrimas escaparon de sus ojos con furia.

—Escúchame…—Kanon lo colocó de frente atrapando sus ojos verdes—déjalo ir… hay que irnos… si no nos vamos su muerte será en vano ¿quieres eso?—todos lo observaron repitiendo por primera vez lo que se había negado a escuchar y creer—Mu… —el joven asintió pesaroso.

—Toma las llaves de mi auto…—los gemelos se observaron por un momento, luego y sin pensarlo más se fundieron en un fuerte abrazo—tranquilo…

—Solo… ten cuidado… esas personas parecen ser peligrosas—sintió las manos de Saga entre su cabello jalándolo hasta presionar sus frentes—por qué esto no te pasó a ti…

—Nos pasó a ambos—sonrió Saga y Kanon presiono sus brazos—te buscaré… te lo prometo… ahora váyanse, nos encargaremos de buscar la forma en como devolver a Mu a su lugar de origen, pero deben irse de aquí.

— ¿Qué harán?—pregunto el pelilila—Pandora los puede matar…

—Iremos al observatorio… solo váyanse si—se apresuró Saori—eres realmente hermoso, no permitiremos que te hagan daño.

Desde la puerta los tres científicos los vieron perderse bajo la tormenta con rapidez.

 

—x—

 

Una espada dorada, un arco plateado y una daga de acero, sin contar el saco que Sage ató a su espalda para cargar a tuercas, aparte de todo eso, estaban listos, solo esperaban la señal de Hakurei quien los guiaba hasta el centro del castillo, donde un extraño lugar se mantenía bajo llave, lejos del escrutinio de los curiosos, apenas y entre las hendijas de la enorme puerta se escapaban algunas ráfagas de viento que comenzaban a poner nerviosos a los tres jóvenes que se acercaban.

— ¿Está preparado su ilustrísima?—se mofo Hakurei antes de abrir, el pelilila se abrió paso entre sus amigos y se posiciono justo al lado del viejo.

—Siempre he estado preparado… señor Hakurei

—Digno hijo de Lemuria—se carcajeo abriendo la puerta, dejando ver un túnel oscuro parecido a un huracán visto desde arriba, movido por vientos furiosos y girando a una velocidad incalculable y peligrosa—¿ahora qué opina su majestad?—hizo una graciosa reverencia sin perder de vista los puntos casi unidos del joven, casi escuchando el trago grueso que daba.

—Listo…—murmuro Atla casi en un hilo de voz— ¿Qué debo de hacer?—se cruzó de brazos disimulando su nerviosismo con éxito.

—Nada del otro mundo—se acercó Sage sujetando con fuerza su fiel robot—solo lanzarse y rogar al astro rey que caigamos en un lago… ¿recuerdas cuál era el punto de llegada?—su gemelo negó—en fin… ¡solo se golpearán gallinas! En unos minutos luego estarán como nuevos…

—Mi señor Atla… usted—pero las palabras de Kiki murieron en su boca cuando Hakurei empujo sin consideración al príncipe— ¡está loco anciano!!!-

—Ha… deberían de agradecérmelo, jamás hubiera saltado—se rio el anciano presionado su espada y lanzándose tras el pelilila— ¡nos vemos en la tierra!-grito perdiéndose en la oscuridad.

—Es ahora o nunca muchachos—habló Sage—solo cierren sus puños hacia el frente y todo será más rápido…—se quedó pensativo por un momento—que lastima que el joven príncipe se haya perdido de esa instrucción, la caída fuese menos dolorosa—se lanzó sin pensarlo más, dejando a los dos jóvenes inmutados y preocupados por su príncipe, ambos no perdieron más tiempo y se lanzaron tras los demás.

—x—

Había viajado con rapidez, surcado cielos a la velocidad de la luz, entrenado junto a los mejores guerreros de su estirpe, pero nada, ni algún cuento fantasioso lo había preparado para eso, la fuerza con la que los vientos lo azotaban lo hacían tambalearse y perder la coordinación entres sus piernas, y mas aun luego de sentirse empujado por el viejo Hakurei que inclusive se había mofado al pasar a su lado, ahora caía literalmente de espaldas y no podía darse vuelta, cuando logró girar escuchó un ensordecedor ruido, luego una luz casi cegadora y por último el impacto sobre la húmeda superficie terrestre, tan fuerte y profundo que sintió en sus pies lo que supuso como el fondo de un lago, se empujó con fuerza nadando hasta la superficie, casi perdiendo el conocimiento se aferró a un par de brazos que lo socorrieron.

—Pero que hermosa sorpresa—la voz de aquella vieja antes de caer inconsciente lo hizo estremecer, pero las agiles manos de Radamanthys y Minos lo sujetaron en el aire—príncipe de Lemuria… nos volvemos a encontrar…

 

 

 

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer!!! wuaaa me quedo super largooo


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).