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La Estrella Fugaz por geminisnocris

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Notas del capitulo:

lamento la demora, ciertos problemas tecnicos...

 

Un heroe debe morir... ¿pero cual de ellos?

 

Un héroe debe morir

 

(Primera parte)

 

—x—

 UN HEROE DEBE MORIR

 

Los parpados le pesaban, aun así su fuerza de voluntad le hacía tratar de abrirlos, su cuerpo estaba adolorido y cuando trató de moverse, sus costados y cada centímetro de su cuerpo se lo reclamaron, deseaba con toda su alma que aquello que había visto antes de caer inconsciente fuera solo una pesadilla, que su última mirada hacia el pelirrojo que estaba tras unos arbustos hubiese sido comprendida, deseaba que todo fuese una mala jugada de sus pensamientos sumada a las infinitas ganas de encontrar a su hermano. Trato de girar su cabeza pero algo se lo impedía manteniéndolo atado y al mismo tiempo provocándole un intenso dolor, finalmente abrió sus ojos y la oscuridad lo consumió, trató de llevarse sus manos a la cara, para ayudarle a sus parpados a despertar, pero un tirón brusco las dejo en su sitio ajustándolas cada vez más casi obligándolo a ponerse de pie, fue en ese instante que lo supo y su corazón se lo reafirmó, Pandora en verdad lo había atrapado.

Un ruido del exterior lo hizo incluso parar de respirar, unos pasos arrastrados de algo o alguien que se acercaba cada vez más lo tenían con los nervios de punta, su corazón se aceleró de forma inmediata, el ruido de unas llaves pesadas y la línea de luz que poco a poco se fue convirtiendo en un enorme destello lo cegó casi por completo, frunció su entrecejo y cerró sus ojos con fuerza, el ruido aumentó y lo que lo producía se acercó, de repente se vio obligado a abrirlos al sentir sobre su piel el roce de una avejentada mano.

—Tranquilo…—siseo la anciana y acarició el torso descubierto del pelilila que se removía aunque las oxidadas cadenas se lo impidieran y lo maltrataran—Atla… Atla… —saboreó la temblorosa voz de aquella espantosa mujer.

—Pandora…—respondió con su mandíbula tensa, tratando que sonara tan despreciable como se le hacía siquiera nombrarlo— ¿dónde está mi hermano?… ¿qué le has hecho?—preguntó mientras aquellas manos recorrían con más afán su cuerpo que hasta ese momento se dio cuenta que estaba totalmente desnudo. La mujer detuvo su recorrido y lo observó sin un solo cambio en su rostro, sin demostrarle siquiera alguna emoción que delatara sus palabras, el solo esperó.

—Realmente esperaba que tú me lo dijeras—contestó con esa voz temblorosa—príncipe de Lemuria…

Atla suspiro desconcertado, eso quería decir que ahora su hermano estaba en otras manos, perdido, hambriento, solo, pero por lo menos lejos de esa bruja, sonrió y un sonido más parecido a una suave carcajada salió de su garganta—Entonces por mí que siga perdido…—murmuró.

Pandora se volteó con furia buscando sus ojos, esos verde esmeralda que sentían la traspasaban como una flecha en cada parpadeo, se acercó casi hasta rozar su boca y respiro el aire que los dividía, presionado con sus largas uñas las mejillas pálidas del muchacho.

—Ríe ahora… niño…—sus ojos purpura refulgieron como centellas, tomó su mentón y con su otra mano sacó una daga dorada de su escote, sin esperar más trazó una línea sobre la carne del lemuriano, una línea que el joven persiguió con su mirada por todo su brazo hasta el centro de su pecho, dejando luego fluir su sangre roja y espesa, pero majando sus labios para que no lo escuchara quejarse del ardor que el corte le provocaba—vamos hermoso gime para mi…—murmuró cerca de su oído.

—Jamás…—susurró.

Atla cerró sus ojos, volteó su rostro y suspiró con pesadez, soportando cada caricia mortal de esa arma de oro sobre su piel, entonces abrió sus orbes de nuevo y la traviesa luz de la antorcha que la mujer había traído consigo iluminó un poco los rincones oscuros de la habitación donde se encontraba, las paredes se llenaron en ese momento de cadenas y grilletes, de espadas y pedazos de hierro herrumbrado, de lamentos y sangre, entonces, entre los escombros que se regaban contra el suelo resalto un escudo que él conocía a la perfección, su entrecejo se frunció con rabia e incredibilidad y negó suavemente—Asmita…—murmuró entre dientes, sintiendo cada vez más el ardor sobre su cuerpo, giró su rostro y la mujer lo observo con una siniestra e incompleta sonrisa—tu…

—Así es… Asmita…el grandioso guerrero celestial—dijo con un tono de burla— él vivió aquí como tú lo harás en los próximos cien años con la única diferencia que tu sangre me servirá para mantenerme viva… fuerte… y joven mi querido cometa—Pandora se acercó y de un estante a su lado tomo una copa para llenarla con la sangre del príncipe, pasando luego su dedo sobre la herida ya cicatrizada e introduciéndolo en su boca, cerrando sus ojos para disfrutar del elixir que probaría—el pobre… exhaló hace unas pocas horas…— Se dio media vuelta con una sonrisa en su rostro y poco a poco bebió de la copa a medio llenar, dejándose envolver de un aura dorada, que la recorrió de pies a cabeza, obligándola a caer al piso y sostener su pecho con brusquedad.

Aun así Atla ya no veía nada, ya no escuchaba nada, su corazón se había reducido a nada con lass palabras de esa mujer—“exhalado…hace pocas horas…”— cien años, cien años no borran un recuerdo en un ser de tanta longevidad, ellos estaban vivos, Asmita y de seguro Shaka, habían estado vivos y su propio padre los había dejado botados en la tierra en su primer recorrido, su mejor amigo había sufrido por su causa y ahora él estaba dispuesto a soportar la tortura que esa mujer le aplicara, desde ese momento Atla… ya estaba muerto, su hermano lo entendería, todos lo entenderían, quería que encontraran a Mu y se olvidaran de él, quería borrar el dolor que nacía desde su alma—lo siento…—murmuró y una lagrima se escapó recorriendo su rostro y perdiéndose entre su pecho desnudo, cayendo sobre el piso de roca fría que en ese momento lo soportaba bajo sus pies.

Once años…—murmuró para si la mujer aun en el suelo mientras recuperaba su aliento—once años que me convirtieron en una mujer espantosa por culpa de mi hermano… sin fuerzas, solo para mantenerme de pie y respirar…—se puso de pie dejándose ver casi desnuda, su cabello apenas era gris y sus rasgos de vejez se habían convertido en un rostro casi liso, su mirada purpura estaba viva una vez más. Cerró sus ojos y una aura dorada la recubrió por completo—Volveré mañana mi niño…—dijo antes de tomar la antorcha y dejar al cometa sumido en una inmensa oscuridad, una inmensa oscuridad que lo cubría desde antes que el brillo del fuego se alejara.

 

—x—

 

Cuando abrió sus ojos celestes un fuerte dolor de cabeza la rodeó, trato de estabilizarse pero unas manos la sujetaron con fuerza, su cuerpo aún estaba herido y sus huesos se regeneraban con lentitud, escuchaba murmullos pero no reconocía voces y las imágenes aún estaban borrosas, sintió como era sentada con suavidad y poco a poco el rojo intenso de una cabellera larga se apodero del paisaje, levantó su mirada y los orbes grises de su amigo la recibieron junto a un hermosa sonrisa.

— ¿Me escuchas Yuzuriha?…—ella asintió y se puso de pie torpemente tironeada por Kiki.

Cuando hubo recuperado su estabilidad totalmente, el paisaje la envolvió, su boca ligeramente se abrió ante la majestuosidad de las montañas, el canto de los pájaros, el viento que cargaba aun con el frio de la reciente tormenta, el lago, pacifico e imponente se abría a sus anchas como un gigantesco ojo y el cielo, parecía quebrarse cuando algunos nubarrones negros eran cortados por el viento dejando pasar el sol, estar ahí era un sueño, era imposible de creer, se dejó caer de rodillas enterrando sus dedos entre la tierra blanda que la recibió, al fin habían llegado, su travesía casi estaba completa, clavó sus ojos en el suelo, y suspiró, cuando se hubo cerciorado que todo en su cuerpo estaba totalmente regenerado, observó de nuevo a su alrededor, frunció su entrecejo y buscó la mirada de Kiki, algo no estaba bien, alguien muy importante hacía falta.

— ¿Dónde está?—preguntó, pero el pelirrojo apartó su mirada obligándola a ponerse de pie y sujetarlo de su túnica sucia—Kiki… Atla… ¿dónde está?—él se negó a hablar de nuevo, lo vio tensar su mandíbula y cerrar sus ojos.

—Se lo llevaron…el… de una u otra forma…me pidió que no nos arriesgáramos— murmuró inseguro, bajo su rostro recordando la mirada profunda de su príncipe mientras era arrastrado y perdía la conciencia.

Yuzuriha lo soltó incrédula de cada una de sus palabras, negó con suavidad y cerró sus puños con fuerza dejándolos caer en el estómago del pelirrojo de manera incesante, una y otra vez.

Él no se quejó, era su responsabilidad, lo sabía, era también su príncipe, la sintió venir y la dejo desahogar su furia contra su cuerpo sin poner resistencia, él estaba tan dolido como ella.

Ambos ancianos observaban con sus brazos cruzados la escena de los más jóvenes, finalmente se decidieron a intervenir, cuando observaron que el pelirrojo no pondría resistencia.

 

— ¡Ya basta!…—Hakurei frunció el entrecejo con rabia y tomó a Yuzuriha de los brazos mientras Sage tomaba a Kiki y lo apartaba hacia un lado sobre unas rocas— no resolverán nada dándose de golpes el uno al otro como pequeños en una rabieta sin sentido.

— ¡Pero como puede ser posible!  ¡Atla jamás se dejaría atrapar¡ ¿Cómo pudo ordenarte eso?-gritó la rubia forcejeando para liberarse—era nuestra responsabilidad…mantenerlo a salvo—murmuró—no entregárselo a esa mujer…

—No hubo nada que pudiésemos hacer niña… Pandora estaba con dos de sus guardianes y nosotros aun nos recuperábamos de la caída…todo paso demasiado rápido… —Hakurei la sometió con fuerza acercándola hasta susurrar en su oído—si no hubiese sido por ese cabello de fuego… estaríamos todos en manos de esa endemoniada mujer y no podríamos buscar a ninguno de los príncipes…—Yuzuriha se soltó furiosa y les dio la espalda de brazos cruzados.

—No podemos perder más tiempo en estúpidas discusiones hermano—Sage se sentó en el suelo a desarmar su equipaje, armas, algunas provisiones y artefactos creados por ellos—ya no podemos hacer nada más que seguir nuestro camino…

—Atla es nuestro príncipe…—Yuzuhira se giró indignada hacia el anciano—usted no…

—Ustedes lo subestiman…—Sage se puso de pie y coloco el arco sobre el pecho de la joven con fiereza—Atla… no es solo un príncipe niña…es un guerrero y luchará hasta que lo encontremos… lo sé… si quería que nos salváramos es porque sabe que lo encontraremos—se regresó a su asiento a buscar las partes del cangrejo mecánico de su hermano y se sentó de nuevo.

—Pero… él…

—Yuzuriha…lo encontraremos ya verás… y a Mu también—Kiki se acercó y le tomo la mano—ninguno se dejara vencer…—la sintió estremecer y la estrecho entre sus brazos.

—Muchachos…—rezongó Hakurei a su igual mientras los veía de reojo—primero se quieren matar y ahora se dan de abrazos… en mis tiempos eso era debilidad—dijo abriendo un caja y sacando un par de artefactos que parecían espejos redondos de mano, los más jóvenes se acercaron hasta el anciano y los observaron con curiosidad.

— ¿Qué es esto?—pregunto el pelirrojo balaceando entre sus dedos el vidrio circular que parecía un mapa de constelaciones.

—Una brújula celeste muchacho—le contesto uno de los viejos arrebatándoselo de las manos.

— ¿Y exactamente para qué sirve?—ambos ancianos negaron rodando sus ojos con fastidio.

—Es para localizar a los príncipes… —dijo Hakurei ahora ensamblando a tuercas con cuidado junto a su hermano—con eso nos daremos cuenta donde están—Kiki levantó sus puntos.

—Pero… solo veo un punto celeste casi en medio…—murmuro colocando el artefacto contra luz—como es que…—la rubia se acercó y tomo la brújula de manos del pelirrojo.

— ¿Qué significa esto?—pregunto con una mueca de frustración en su cara— ¿por qué solo hay una marca?… ¿eso qué quiere decir…?

—Tranquila niña—Hakurei se acercó y coloco una mano sobre el hombro de la joven—aunque estuvieran muertos veríamos su luz… lo que pasa es que uno de los príncipes esta fuera de nuestro alcance… no está en este lugar…—ambos gemelos se voltearon a ver y negaron con suavidad.

—Pero… ustedes dijeron que solo Pandora…—Kiki se acercó hasta Sage y busco su milenaria mirada.

—NO… nosotros en ningún momento dijimos que solo Pandora era la única enemiga—aclaró el anciano poniéndose de pie mientras su pequeño robot se sacudía para terminar de ensamblarse—puede existir algún otro enemigo del cual no tengamos total conocimiento—Yuzuriha y Kiki se voltearon a ver con espanto y enojo.

—Tendremos que separanos—ordeno Sage tomando una mochila—yo me voy con la chica… andando rubia, seguiremos buscando en el bosque algún rastro de Mu.

—El príncipe Mu…—siseo la rubia, el anciano negó con fastidio sacando otro de sus aparatos raros y perdiéndose entre la maleza.

—Nosotros iremos por Atla…—dijo Hakurei lanzando un par de espadas al pelirrojo—andando… cabello de antorcha—ordeno y su pequeño robot trazo un camino de luz entre la maleza.

— ¿Cabello de antorcha?

—Creo que se refiere a tus rizos rojos—Kiki se detuvo y observó a Yuzuriha que se acomodaba su arco.

—Volveré con el… lo prometo…— se acercó y tomo sus manos, las presiono con fuerza sobre su pecho.

—Sé que lo harás… yo… siento haberte…

—Ya… ya…—Sage se había regresado y estaba de brazos cruzados observando la escena—primero casi se matan y ahora van a abrazarse—dijo molesto—no tenemos mucho tiempo andando… tendrán todo el tiempo del mundo para esas cosas…cuando regresemos a Lemuria.

—Regresa…—murmuro Kiki, ella solo sonrió y asintió con un suave movimiento de cabeza

Los gemelos se despidieron con un movimiento de sus manos y los dos grupos se internaron en el bosque, cada uno con una misión incierta, cada uno con un príncipe entre sus pensamientos, morir, vivir, pero a toda costa, regresar con ellos.

 

—x—

 

Tanto Saori como Saga y Aioros habían regresado al observatorio pensando en lo que acaban de presenciar unos momentos atrás, la llegada del extraño joven y la muerte del rubio en sus brazos, la mención de esa Pandora y la búsqueda de la forma en como regresarían a ese pelilila a su hogar que hasta ahora sabían que existía, ya no sabían cuánto tiempo tenían de verse las caras, de sostenerse teorías individualmente sobre un pizarrón y terminar justo donde comenzaban.

—Creo que lo primero que debemos hacer es encontrar a Shaka—Saga fue el primero en romper el extraño silencio que los acababa de rodear—Aioros…

—Él es compañero de mi hermano… tiene que ser el mismo… es el único que conozco… el chico tiene un don con las estrellas—el castaño se puso de pie y observo por la ventana—iré a la universidad… ustedes no se muevan de aquí por si mi hermano viene...—tomo su chaqueta y las llaves de su auto, les dio un último vistazo a sus amigos y sonrió.

—Saga…—la pelilila tomo la mano del gemelo— si no lo encontramos ¿qué haremos?

—Todo está bien Saori… solo tengamos fe en Aioros… sé que el encontrará a Shaka, debemos hacer algo para regresar a Mu a su hogar y apartar a mi hermano del peligro—la observo por un momento y besó su frente—fue una promesa…

—Lo se… estaré a tu lado pase lo que pase—Saga sonrió y asintió.

 

—x—

 

Cuando había llegado a su casa junto con Shaka, el joven castaño había buscado a su hermano sin éxito en cada rincón, luego de un rato, un mensaje en el congelador avisando su ausencia el resto del día lo tranquilizó un poco más, ahora veían en la inmensa pantalla de su habitación el video una y otra vez junto a un recipiente lleno de palomitas y algunos refrescos gaseosos, Aioria no entendía nada de astrología, pero Shaka sentía que su corazón le palpitaba mil veces por minuto regresando la imagen del impacto una y otra vez, sus ojos se abrieron un poco más al colocar el zoom.

— ¿Lo viste?— de repente se puso de pie y toco la pantalla justo donde el cometa explotaba —Aioria, ese rayo de luz… no es normal…—el castaño masticaba con parsimonia cada roseta y asentía.

— ¿Y tú que crees que sea?

—Es como… como si viniese desde la tierra… como si fuese…interceptado…como—se acercó a la pantalla y por un momento sintió que sus lentes ya le estorbaban, acaricio con la yema de sus dedos la línea fina de luz— es como…

—¡Atla!

Se alejó con rapidez cuando escuchó claramente una voz en su cabeza, se apartó las gafas y observo con mayor claridad la imagen, Aioria había dejado a un lado las palomitas y observaba al rubio con un poco de desconfianza.

—Oye… ¿estás bien? No es para tanto sabes… ¿Shaka?…Shaka… estas… brillando…

—Yo… ahora recuerdo…—dijo el rubio con su entrecejo fruncido interrumpiendo sus palabras, observando sus manos que despedían ese brillo anormal—Asmita… esa luz… Atla… yo…—se giró hacia el castaño pero este estaba alejado y lo observaba con un cierto recelo, se observó sus manos de nuevo—Shaka… Asmita… no deben bajar la guardia—escuchó el grito en su cabeza, la voz de Shion, se arrodillo en el suelo y presiono sus sienes con fuerza mientras cerraba sus ojos—Pandora no puede ganar… Atla debe volver…—abrió sus ojos y el escenario de cien años atrás lo atrapo por completo.

****

Atla debes escapar… nosotros mantendremos ocupado a Hades…—Asmita hablaba con parsimonia, sostenía al príncipe por su costado y caminaban entre los muros de piedra húmeda, justo frente a su hermano.

—No tan rápido… estrellas fugaces… —giró, y el rostro de Minos los atrapo con su sardónica sonrisa—por qué no se quedan a jugar un rato…—camino y cada paso fue como un golpe en sus oídos

****

—Shaka… Llamare a mi hermano… no… no te muevas…—el castaño solo lo observaba sujetar su cabeza y titilar de una manera curiosa, se alejó y comenzó a buscar su teléfono.

—Atla…—murmuró con una mueca de dolor—Asmita…

 

*****

El túnel estaba descubierto, el príncipe estaba a salvo, solo un par de pasos y saldrían hacia el rey de lemuria, sus cuerpos aún estaban en proceso de regeneración, sus piernas resentían el roce de la ropa y Asmita era pesado, su hermano estaba casi inconsciente sobre sus hombros, un paso más, solo uno más… pero justo al frente la figura de Radamanthys les cerro el paso, la luz al final del túnel se desapareció y con ella, su regreso a casa.

—No hay un lugar donde te puedas esconder Shaka… guerrero celestial…— lo vio venir, pero el arma que lo inmovilizo provino de otras manos.

 

*****

 

No puede ser… pero… ¿Dónde estoy?—Se incorporó del suelo y se observó en el espejo de la habitación, acaricio su rostro, era él claro, no podía ser otro, ¿había sido todo un sueño?—debo buscar a mi hermano…—de nuevo otro dolor de cabeza y una aura amarilla lo rodeo en suelo donde se dejó caer.

 

—x—

 

Aioria escuchó del ruido cuando marcaba a su hermano y trató de devolverse, pero justo cuando daba un paso más la voz de Aioros resonó por el otro lado del teléfono.

—Hermano…gracias al cielo—suspiró alborotándose sus cabellos — tienes que venir a la casa…inmediatamente.

¿Qué sucede?

—Es Shaka… está actuando muy extraño…

Estoy en la universidad pero voy de camino… no lo dejes que se vaya…— Aioria asintió.

—Lo intentare…—murmuró colgando el teléfono

 

—x—

 

Su ropa aún estaba enlodada, de la cicatriz en su pecho no quedaba nada más que la camisa rota. La lluvia había cesado y el sol amenazaba con abrirse paso entre las nubes que se negaban a partir, sus pasos eran firmes, así como la motivación personal que lo agobiaba, no podía fallarle a su señora, no ahora que estaba tan cerca de recupera a ese cometa, se apartó la chaqueta  y la corbata que lo sofocaban, habían regresado al pueblo luego de encadenar a ese pelilila en el calabozo y ahora corría tan rápido como sus piernas se lo permitieron , de todas formas para él no había cansancio, para Radamanthys solo existía la motivación personal de su señora Pandora, entró al pueblo como un perro, olfateando en el aire, buscando el rastro de Asmita, se detuvo justo frente a la casa de los gemelos, con su ambarina mirada recorrió cada centímetro de la residencia, pero lo que había ahí era solo su olor, Asmita había desaparecido, dio unos pasos más atrás y giro al cielo, iría por Aiacos y Minos, entre los tres… de repente se detuvo, como si las respuestas estuvieran en el aire—Shaka… —murmuró al sentir  la breve vibración de esa conocida energía, dibujó una sonrisa y caminó una vez más, debía ser rápido antes que se extinguiera, recorrió las casas, de una en una, percibiendo la reciente explosión de energía, se detuvo, y una puerta llamo su atención, dio un paso más y tocó.

 

—x—

 

Aioria estaba recostado sobre la pared, observaba a Shaka en el suelo, con su entrecejo fruncido y su cabello brillando y elevándose en una suave brisa, se acercó pero el rubio alzo una mano para que se mantuviera alejado, unos suaves toques en la entrada de su casa se escucharon y el castaño respiró de tranquilidad.

—Es Aioros… él me dijo que vendría no te muevas…—Shaka asintió aun en el suelo.

Bajo las gradas con rapidez y llegó hasta la puerta, buscó las llaves y entre los nervios que lo rodeaban logro abrirla.

—Hermano… estaba tan…—pero calló ante la presencia del extraño ante su casa— ¿Quién es usted?

—Mi nombre no te importa niño… ¿Dónde está?… vine por la estrella fugaz…

— ¿Qué? ¿De… de qué habla?—Aioria dio unos pasos atrás tomando un bate que ocultaban tras la puerta, se giró con rapidez y lo coloco a la vista del hombre que negó en lentitud con una sonrisa—no sé de qué habla… pero si da un paso más le juro que no dudare en atacarlo…

—Humanos ordinarios…—siseo con desprecio mientras se adentraba en la casa—son solo un estorbo para mi señora Pandora… entregame a la estrella y tendré lastima de matarte…

— ¿Qué dices…? ¿Lastima...? Yo… te dejare dando lastima…—mascullo Aioria tomando el bate entre sus manos—no tienes derecho a venir a mi casa e insultarme de esa forma…

— ¡Alto Aioria!… Radamanthys…—ambos hombres voltearon a ver hacia el pasillo—nos volvemos a encontrar…

Shaka caminó con firmeza, sus mejillas estaban húmedas, sus puños cerrados, su corazón desbocado.

— ¿Shaka?-el castaño lo observaba impresionado.

—Vete Aioria… esto es entre él y yo…—sus ojos brillaron con fuerza y el resplandor en su cuerpo ardió cada vez más.

Aioria asintió pero cuando dio un paso atrás Radamanthys lo tomó de su cuello con una de sus manos y lo colocó contra la pared sin perder de vista al rubio mientras que con la otra producía una esfera de luz purpura.

—x—

— ¿Papa… tú crees en los ángeles?—la pequeña se aferraba al torso de su padre mientras veían las estrellas desde la terraza de su casa.

—Algunas veces me los imagino jugando a lanzarse esferas brillantes que se convierten en gigantescos cometas—de repente una luz cruzo el cielo— ¿lo ves? de seguro deben estar jugando en este momento.

—Yo también quiero ir a jugar con ellos algún día... y tocar un cometa…

—No creo que te los presten…—rio su padre—deben de ser hermosos… y delicados

— ¿Los ángeles?

—Los cometas Tamy…

—Yo quiero uno papá… ¿si atrapáramos uno me dejarías conservarlo?

— Claro… algún día encontraré uno para ti… Tamara…

Sonrió ante el pequeño recuerdo que le quedaba como anillo al dedo en la ocasión. No sabía cuánto había conducido, solo que las horas en carretera le parecían eternas. El sol ya se asomaba casi por completo, aun así, algunas nubes oscuras se mantenían rebeldes sobre el firmamento, las copas de los arboles a la orilla del extenso camino parecían estar adornadas de pequeños cristales y cada vez que el sol se habría paso, estos comenzaba a titilar mecidos por la brisa. A su lado, aparentemente sumido en sus pensamientos, observó al joven pelilila dibujar con sus delgados dedos algunos símbolos extraños sobre el vidrio ligeramente empañado, el viento que apenas y se filtraba entre la ventana, le mecía de un lado a otro las hebras de su largo cabello lavanda, Kanon regresó su mirada al camino y siguió manejando, tenía intenciones de hablarle, de decirle que todo estaría bien, que su hermano se encargaría de ayudarles, pero en realidad no sabía cómo decirle, como consolarlo, eran un par de desconocidos unidos accidentalmente por una explosión y una muerte de la cual él no tenía ni el mínimo conocimiento ¿cómo había parado en esa situación? siendo un guardián de un ser extraterrestre, ¿por qué el? que no había podido si quiera cuidar a su familia, él era un hombre que se había vuelto huraño a la sociedad, que había pasado oculto en un claustro auto infringido, que no era capaz ni de llevar una relación con alguna mujer ¿hace cuánto no hacia el amor?  Ese muchacho tenía que estar equivocado, él no era esa persona en la que podía confiar, desde la muerte de su hija él se había convertido en un verdadero cobarde.

Mu soltó un suspiro y se reacomodo en su asiento, observo la vista tras el parabrisas y se abrazó a si mismo tratando de alivianar el frio que lo rodeaba, aunque este realmente salía de su corazón, cerró sus ojos y bajo su rostro, negó con suavidad frunciendo su entrecejo de vez en cuando.

—Yo no estoy equivocado…—soltó con suavidad pero al mismo tiempo con firmeza—Kanon lo observó de reojo.

— ¿De que no estas equivocado?

—Tu eres mi guardián…—abrió sus ojos y levanto su mirada hacia el gemelo que en ese momento iba y venía con sus ojos del camino a su lado, con su entrecejo fruncido y una duda impuesta en su rostro—las cosas no suceden por casualidad Kanon… no eres un cobarde… tu familia…

—Un momento…—el peliazul frenó de repente y estaciono la lado de la carretera, coloco ambas manos sobre el volante, luego descansó su frente en el  y dejo escapar fuertemente un largo suspiro— ¿puedes leer mi mente?—Mu abrió sus ojos y asintió.

—Yo… no quise…—habló entrecortado, no sabía que mal reaccionarían los humanos a algo tan normal en su mundo y en ese momento él no estaba en condiciones de enfrentarse a alguna batalla si lo ameritaba.

—Lo hiciste… leíste mi mente… ¿porque lo haces? tú no puedes andar por ahí rebuscando en mis pensamientos sin mi autorización…—Kanon lo observo con su rostro lleno de desconcierto, se sentía hasta cierto punto invadido.

—Lo siento… de verdad yo…—lo vio salirse del auto sin dejarlo terminar de hablar y él siguió sus pasos—Kanon…—se acercó al peliazul que estaba de pie con sus manos en los bolsillos perdido en su interior, observando el cielo casi despejado.

—No lo vuelas a hacer…—Mu se detuvo en seco— es incómodo… ¿comprendes?—el pelilila asintió.

—No lo haría si no gritaras en mi mente…—murmuró con su rostro altivo, dio un par de pasos atrás cuando el gemelo se acercó—yo… tus pensamientos son como gritos de agonía en mi cabeza… no puedo evitarlo…

— ¿Gritos de agonía? ¿De qué hablas?

—No solo tu mente, también tu corazón… está lleno de una tristeza increíble… —colocó su mano sobre su pecho y Kanon persiguió sus dedos que resbalaban sobre la camisa, el cerró sus ojos— cumpliste una promesa Kanon…

— ¿De qué hablas?

—Atrapaste un cometa…—sonrió abriendo sus esmeraldas.

—Pero ella ya no está aquí…—lo observó con esa oscuridad en sus ojos— solo vámonos Mu, hay que esconderte—el peliazul aparto sus manos y se regresó al auto, observando con recelo al joven que se había quedado de pie, lo vio regresar con suavidad y sentarse a su lado ¿había sido duro con él? trato de serenarse y sin pensarlo tomo una de sus manos presionándolas con suavidad—no vuelvas a meterte en mi mente, hay cosas que jamás comprenderías... ¿de acuerdo?—Mu asintió.

—Solo… ¿puedo hacerte una pregunta?

—Dime—contestó poniendo el auto en marcha una vez más.

— ¿Qué es hacer el amor?—el peliazul lo observo y el solo sonrió levantando unos de sus puntos— hay cosas que son nuevas y que no están en…

—Cuando estemos en un lugar seguro prometo que te explicaré—Mu asintió y comenzaron de nuevo su travesía.

—x—

 

Aioros conducía de manera casi sobrenatural, a una velocidad imprudencial, tenía un nudo en el pecho, le daba terror que su hermano saliera lastimado por alguno de esos seres raros y esa corazonada lo inundo desde el momento en que el menor colgara el teléfono, freno haciendo girar su auto y abrió la puerta de golpe.

— ¿Qué está sucediendo?—observo de uno a otro y a su hermano sujetándose del fuerte brazo del rubio—Aioria… herma…—se quedó quieto, sus manos y piernas estaban paralizados, era como si no pudiese hablar o moverse.

— ¡Aioros… Mantente alejado!…—Shaka dejo de brillar al intentar detener al científico.

Radamanthys frunció el ceño al verlo opacarse, debía aprovechar cada descuido del rubio para capturarlo y si podía, matarlo de una vez, lanzó contra el suelo al castaño y la esfera que había fabricado la dirigió hacia Shaka que había perdido toda cualidad de ser estelar, alzó sus brazos e hizo su ataque,  lo vio retroceder y se agachó por si su oponente de repente recuperaba alguna de sus habilidades.

Desde el suelo Aioria observo impresionado la bola de energía y se lanzó con la intensión de ayudar a su compañero, de repente la sangre corrió hasta los pies del rubio quien sonrió satisfecho y levantó el rostro, pero su felicidad fue borrada cuando frente a Shaka, Aioria se había puesto de pie y había recibido de lleno el ataque causando una terrible herida en su pecho.

—Aioria… ¿por qué?—Shaka se hizo a su lado y lo sostuvo entre sus brazos, inconsciente.

Aioros aún estaba en el suelo incrédulo de todo lo que estaba pasando y ahora su hermano estaba herido, se incorporó cuando sintió de nuevo la movilidad en sus extremidades y se acercó hasta el rubio junto a Aioria, le aparto el cabello sudado en su frente y observo a Shaka, su mirada ya no era la misma, ya no era el chico tímido tras los lentes transparentes, había algo más ahí.

—Shaka… que…

—Sostenlo…—murmuro entregándolo en sus brazos, se puso de pie y cerro sus ojos, el brillo de su cuerpo regreso una vez más, y abrió sus manos para concentrarlo con mayor fuerza en una esfera amarilla.

— ¿Sabes que es lo malo contigo Shaka?—Radamanthys se había puesto de pie y se rodeaba de una aura purpura—eres como tu hermano…

—Tú no sabes nada… de Asmita—murmuro con rabia.

—Tus sentimientos te dominan… ¿sabes cómo se gana una pelea? Con frialdad… con fuerza bruta…con…

Finalmente la luz que escapó de las manos de Shaka, choco estrepitosamente contra el pecho del hombre que alguna vez lo sometió contra su voluntad a él y a su hermano, dejándolo inconsciente a varios metros de la casa luego de destrozar una pared, cuando recupero su aliento de nuevo observó hacia Aioros, y se acercó de nuevo.

—Debemos irnos… no tardara en regresar…—tomo a Aioria y lo cargó—vamos no podemos perder más tiempo…—apresuro al castaño.

—Claro…—murmuro Aioros con su corazón en la mano, corrió hacia su auto y acomodo a su hermano en el asiento trasero junto al rubio, no tardo en encender el vehículo y salir a toda velocidad— ¿Dónde iremos…?—pregunto manejando entre las calles del pueblo.

—A un lugar donde podamos recostarlo…—Shaka se había dado la tarea de ayudar a Aioria—solo un cometa puede ayudarlo… la herida es muy profunda

—Mu… ¿cierto?—Shaka levantó la vista asombrado—él está entre nosotros ahora… buscaremos a Saga y Saori… y te reuniremos con el cometa del que hablas... Tu hermano nos lo pidió…

—Asmita… ¿Dónde está?—Aioros bajo su mirada.

-x-

Luego de salir del palacio junto a los tres escribanos y su más fiel servidor, Mikel, su mano derecha y a veces, algo más que un soporte militar, se habían embarcado hacia el lado más oscuro de la luna, vigilando celosamente la grieta en el tiempo que el lemuriano había abierto para poder llegar al satélite terrestre y reencontrarse con un viejo amigo, la oscuridad fue rodeando el transporte hasta ser necesaria la iluminación artificial. El lugar se veía desolado, solo unos gigantescos cráteres alteraban el relieve plateado, el aterrizaje fue perfecto, las puertas se abrieron y sus rosados orbes recorrieron todo el paisaje.

—¡Shijima!— grito Shion una vez que sus pies acariciaron la arena, dio unos pasos más ataviado en su túnica de guerra, esa que dejaba al descubierto su torso y la pechera de oro que cubría justamente su corazón, a su izquierda y bajo su puño, su espada relucía casi como el sol, sus cabellos verde oliva estaban sujetos en una coleta al final casi rosando su espalda baja, sus botas doradas eran silenciadas  en cada paso que daba sobre la suave superficie lunar, a su lado, en silencio y a la expectativa de cualquier atentado contra su rey, su joven guardián, vestido de la misma forma, solo que cada parte de metal que lo cubría brillaba en un tono plateado, su cabello era de un color oscuro y estaba atado en una cola semi alta, los flecos que caían sobre su frente le daban un aire de inocencia pero al mismo tiempo no perdía la soberbia que adornaba el azul de su mirada , un poco más atrás los tres ancianos cargaban los antiguos papiros.

De repente la oscuridad se hizo más fuerte, Shion colocó la mano sobre el hombro de Maikel y lo detuvo, ambos esperaron y de la suave arena lunar emergió una entrada a un reino subterráneo.

—Mi señor…—el joven sacó su espada y se hizo al frente del rey.

—Está bien Mikel…— el peliverde sonrió y alboroto sus cabellos oscuros en un gesto de ternura, el muchacho bajó su arma y lo siguió de cerca, haciendo señas a los otros que se mantuvieran lo más cerca que pudieran.

—x—

Al principio desde donde estaban solo podía observarse una pequeña compuerta, pero conforme se acercaban el tamaño de esta se incrementaba, finalmente y frente a ella pudieron observar con exactitud los magníficos tallados en el material que parecía madera, su inmenso tamaño y su sola sensación de imponencia era cautivante.

—Shion…—sonó la voz de ese que viajaba entre las atmósferas de la tierra—¿Qué deseas Shion?—su timbre era sereno pero no así blando—tantos años después vienes a buscarme… te has tardado para darme el pesame o es que no tenías cara para venir a disculparte…

Shion no bajo su rostro altivo ni dio un paso atrás cuando las gigantescas puertas se abrieron y el alto rey de los Kailash caminó a paso firme hasta él.

Sus largos cabellos rojizos se hondeaban con la imprescindible brisa que corrió tras la apertura de aquella entrada, envuelto en una túnica del color de sus cabellos y con la misma armadura que el lemuriano bañada en oro se acercó hasta quedar a menos de medio metro, sus ojos estaban cerrados y su mandíbula tensa.

 Mikel observaba con recelo cada movimiento del pelirrojo, media las distancias y mantenía sobre su espada una de sus manos dispuesta a sacarla con rapidez para socorrer a su señor, pero ni su sexto sentido de la batalla lo alerto de la rapidez con la que Shijima aparto su túnica y coloco la suya en el cuello del lemuriano, despertando del letargo en que se había visto envuelto se  colocó a las espaldas del pelirrojo dejando descansar el filo de su espada en su costado, no sin antes sentir en su garganta el frio metal de una cuarta espada.

—Baja tu arma…—siseo un joven tras de él.

—Jamás…

— ¡FUDO!— Shijima alzo su voz y el misterioso joven envuelto en una capa café soltó a Mikel

— ¡MIKEL!—esta vez Shion llamo a su guardián, el joven solo chasqueo su lengua sin perder de vista al misterioso encapuchado—esto es entre Shijima y yo…—finalmente el soldado soltó un suspiro y se alejó del pelirrojo.

Una vez libres ambos reyes se enfrascaron en una batalla de filo y sangre por unos eternos minutos, uno desahogando la ira que sentía y el otro simplemente consiguiendo una inmerecida indulgencia, finalmente Shion cedió, mostrando su espada hacia el pelirrojo que aun con sus ojos cerrados respiraba con furia, Shijima la tomó con desprecio y colocó su filo junto con la de él en el cuello del lemuriano, el peliverde no se movió un solo centímetro.

— ¿Qué deseas rey de lemuria…? No tengo más hijos que puedas ofrecer en sacrificio por los tuyos—siseó con desprecio acercándose a su oído.

—Solo necesito que me guíes hasta la tierra… no te pido guardias… mucho menos tu presencia… solo indicame cómo puedo llegar a la tierra lo más rápido posible…—Shion habló despacio y cerró sus ojos cuando el filo abandonó su cuello, vio al pelirrojo darle la espalda, pensar o tal vez meditar la que le diría.

—No tengo un solo recuerdo de mis hijos… Shaka y Asmita…—su voz se entrecortó y negó con lentitud—yo… quiero ir por su espada… quiero matar a esa mujer y colgar su cabeza en el salón… junto a la tuya Shion…

El rey de lemuria suspiró con pesar y Mikel tenso su mandíbula cuando lo vio asentir lentamente.

— ¿Que deseas hacer entonces?

—Bajaremos contigo… yo y mi mejor guerrero, Fudo…—presento al chico que se apartó la capa y dejo al aire sus cabello verdes limón y sus ojos bicolor, en su cintura se aferraba un látigo y en su mano una magnifica espada de fuego, hizo una suave reverencia y se acercó a su rey— partiremos ya mismo… Shion—llamo y el lemuriano alzo su vista poniéndose de pie— esta vez se hará lo que yo diga… y como yo diga…—Shijima se giró y caminó hacia el interior del castillo seguido de su guerrero.

—Regresen…a Lemuria—murmuro Shion viéndolo partir—no pienso perder más lemurianos…

—Ya escucharon al rey de vuelta a la nave… ya conocen el camino…—Mikel hizo señas a los ancianos que no dudaron un segundo en abordar de nuevo, sintió las manos de su señor en su antebrazo.

—Tu también Mikel…

—No mi señor… lo protegeré con mi vida si es necesario—renegó y se liberó de su agarre—jamás lo dejare solo señor Shion…—el rey sonrió y le acaricio su rostro.

—Entonces vamos…

La nave de los ancianos levanto vuelo, tanto el rey como su guerrero tragaron grueso y se encaminaron al interior del subterráneo castillo.

—x—

No hacía mucho había llegado al observatorio con su hermano y el rubio, ahora desde lejos los observaba junto a Saga y Saori, sorbiendo una taza de café mientras empacaban algunas cosas de importancia para ir en busca del cometa y el gemelo.

— ¿Dices que soltó una esfera de luz contra un tipo que estaba en tu casa?—Saga negaba incrédulo

—Así es y dijo que solo Mu podría salvar a mi hermano, él solo pudo detener la hemorragia y evitar su muerte pero… —Aioros los observó aterrados—solo el cometa puede sanarlo totalmente.

—Debemos hablar con él—Saori se acercó con tranquilidad y toco el hombro del castaño—necesitamos saber a qué nos enfrentamos muchachos—los hombres asintieron.

—x—

 Aioria se quejaba en los regazos del rubio, Shaka solo apartaba sus castaños rizos sudados de su frente, no se había apartado ni un solo momento de su lado, en silencio dejaba escapar una que otra lágrima por su hermano, tanto que había luchado, tantas torturas para que se repitiera la misma historia y esta vez él solo tendría que luchar contra ellos, la noticia del cometa solo había empeorado la situación y justificado la presencia de Radamanthys en  esa casa, la muerte de Asmita lo había sorprendido, eran tantas cosas,  realmente estaba asustado.

—Shaka…—la voz de Aioros lo hizo voltear su mirada y observarlos a todos con su entrecejo fruncido, los vio sentarse a su alrededor y esperar en silencio— ¿puedes recordar algo… sabes quiénes somos?—el asintió y luego negó—yo soy…

—Aioros, lo sé… y él es tu hermano Aioria… es todo lo que se de ustedes—interrumpió observando del castaño herido a ellos—no se… como paso ni porque estaba en esa casa… mi hermano y yo vinimos hace cien años a este lugar tras Atla… somos estrellas fugaces, guardianes de los cometas… fuimos prisioneros de Pandora y Hades durante muchos años…

— ¿Recuerdas como escapaste de sus manos?—Saga se sentó a su lado y le dio una taza de humeante te.

—Mi hermano… estaba a punto de traer una criatura al mundo…—contesto tomando el recipiente y sorbiendo un poco.

—Un momento… tu hermano… ¿un hombre?—Saori se sujetó de Saga que estaba a su lado, Shaka asintió.

—Él estaba… esperando un hijo de Hades… un hijo que no debía de nacer…

 

Flash back

 

—No puedo más…—Asmita cayo de rodillas junto a Mino y Aiacos—siento que no podré…

Shaka lo observaba junto a Radamanthys, el rubio lo sostenía amordazado mientras su hermano era llevado a un mesa de mármol arrastrando un enorme vientre, a su lado Pandora y Hades preparaban un ritual, tomarían al niño que crecía dentro de él, una fusión entre una estrella y un brujo poderoso, un ser indestructible, la estrella forcejeó unas veces más y entre los brazos de los guardianes logró levantar su rostro, una mirada bastó para que Shaka cerrara los ojos.

El resplandor que salió del cuerpo de su hermano los hizo a todos perder la visibilidad por unos minutos, minutos que fueron suficientes para salir de ese lugar y correr al bosque, todo había sido demasiado fácil, aun así la ayuda de alguno de esos infernales seres estaba totalmente descartada para él.

—Ya no puedo más…—Asmita se aferró a su brazo con fuerza dejándose caer, habían recorrido casi dos horas de camino—sacalo tu… solo corta…mi piel…—se sacó un arma dorada de su cintura y se recostó en el pasto.

Shaka se observó con espanto las manos, su hermano colocó el puñal en una de ellas y mordió una rama para soportar el dolor, asintió y comenzó la tosca cirugía, no hubo un llanto, no hubo nada, solo sangre y dolor, la herida se fue cerrando en el inconsciente Asmita, mientras el cargaba al niño rubio entre sus brazos, inerte, lo envolvió entre su túnica sucia y lo acostó entre las rocas, no sin antes besarlo con suavidad y en un intento en vano colocar sangre en su boca, el sonido de una explosión a lo lejos solo podía significar que Radamanthys estaba tras su rastro, tomó a su hermano con rapidez y salieron a la carretera.

—Alto…por favor… mi hermano—habló, casi en un susurro tirándose al primero auto que pasaba.

Este se detuvo y de el bajó un joven cabellos azulados, tomó su mano y a su hermano y lo acostó en el asiento trasero arrancando a toda velocidad.

—Todo está bien los llevaré a un hospital… soy médico.

 

Fin flash back

 

Todos guardaban silencio, Saori limpio un par de lágrimas rebeldes y lo observo enternecida, cuanto dolor no pudieron soportar en casi cien años, un ser de otro planeta esperando un hijo, cuantas torturas.

—Yo… recuerdo que desperté en un hospital… —Shaka había dejado a su bebida enfriar— que mi hermano estaba… a mi lado, ese hombre nos ayudó nos sacó de ese lugar y nos trajo a vivir aquí…a este pueblo…se parecía a ti— volteo hacia Saga observándolo con devoción—se llamaba…

—Deuteros… el doctor Geminis…

—Si… él, él nos devolvió la vida…amó a mi hermano… y mi hermano a él tanto que… sacrificó su vitalidad por uno de sus sobrinos…—el peliazul lo volvió a ver con sus ojos entrecerrados—el chico iba a morir…

—Un momento Shaka…hace once años mi hermano y yo habíamos sufrido un accidente… ¿recuerdan?— Saga se acercó al rubio y lo observo con sus esmeraldas buscando más respuestas.

— Claro… fue una tragedia... estábamos en la universidad aun, tu tío estuvo a punto de… caer en depresión por eso, los amaba como si fueran sus hijos…—Aioros recordó y Saori los veían de uno a otro

— Kanon estaba muerto…solo respiraba por las maquinas… lo desconectarían en unos días…—Saga comenzaba a atar cabos.

—Asi es Kanon mi hermano lo fue a ver…—Shaka se giró y los observo a todos— yo sabía lo que haría, le daría su esencia de vida… para cuando llegué tu hermano estaba despertando del coma y Asmita estaba a su lado apagando su brillo… yo lo detuve, pero… ya era demasiado tarde…y cuando lo intenté apartar alzó su destello cegándome por completo a mí y a Deuteros… que estaba a su lado…borrándonos la memoria por completo o no sé lo que causaría en él… desperté en tu casa hace unos momentos con Aioria frente a mí a punto de morir…

—Quiere decir que… ¿no recuerdas nada luego de eso?…—el negó con suavidad— es como su hubieras pasado once años dormido…—Saori lo observo incrédula.

—Eso explica el por qué Mu lo llamó su guardián…

— ¿Tu hermano vive?—pregunto observando de uno a otro.

—Shaka… escuchame…Asmita llego hasta Mu…—Aioros se hizo a su lado y coloco su mano sobre su hombro—nos pidió que te buscáramos… creo que él sabía que solo tú puedes ayudar al cometa a regresar a casa… él hablo sobre…

—La montaña más alta…—el rubio fijo sus zafiros en los azules del científico—iremos por Mu y salvaremos a Aioria… mientras Kanon este con él… estará a salvo… mi hermano… vive dentro de él… es un legítimo guardián…Kanon es un guardián…

 

Notas finales:

gracias por leer... y tratare de actualizar la proxima semana

 

Karin-San made for you!


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