Hacia dos días que había recibido esa carta, no sabía la razón pero aun no se atrevia a abrir el sobre, sabia que había lastimado a el marimo, pero él tenia una razón para hacer lo que había hecho, no había actuado como macho.
Sanji suspiro, y cambio la carta de bolso, estaba recién bañado, listo para preparar el desayuno, antes de salir de la habitación, que ahora solo compartia con Violet, se puso el collar que Zoro le había regresado, aun recordaba la mirada del peliverde cuando lo vio por primera vez con esas tres espadas al cuello, seguramente había pensado que se estaba burlando de él, pero esa no era la razón.
-¿Ya te vas Sanji-kun?- Pregunto Violet medio adormilada.
-Descansa amor…-Susurro Sanji saliendo de la habitación.
El alba anunciaba el inicio de un nuevo dia. El rubio camino hasta llegar a la cubierta del barco, era necesario pasar por la cubierta para llegar a la cocina.
En su camino a la cocina obviamente se encontró con Zoro entrenando, tuvo deseos de detenerse y observarlo como lo hizo en el pasado, pero sabia que no podía, ya bastante daño le había hecho. Asi que solo se limito a caminar por el pasillo hasta llegar a su santuario, se encerro en la cocina y como todos los días se dejo caer al suelo, se abrazo a sus rodillas y las lagrimas fluyeron nuevamente con los recuerdos.
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La mañana acaba de llegar, aun le dolia un poco la espalda después de la noche que había pasado en la torre del Sunny a lado de su amor… Suspiro, si tan solo pudiera decírselo.
Salio de su habitación y camino directo a la cubierta, en ella se encontró a SU hombre, uno musculoso, con cabello verde, SU amante. Se sento sobre un peldaño de la escalera para contemplar mejor a su hombre, sentía la necesidad de gritar un enorme “TE AMO” al viento, pero no podía.
-Mi amor…-Dijo Zoro acercándose a Sanji, mientras secaba su sudor con una toalla.
-Marimo-kun.-Sanji salto a brazos de Zoro, y unieron sus labios en un beso dulce.
Se separaron y caminaron rumbo a la cocina, esa era su rutina.
Entraron en la cocina, Zoro se sento en el sillón y observo a Sanji hacer la comida de ese día, de vez en vez algún ingrediente dulce volada a donde el marimo se encontraba y este lo devoraba.
-Sanji… Te amo…-Cada mañana estaba esa frase, y siempre tenia la misma respuesta.
-Zoro…-Acompañado de una sonrisa.
Era la mejor de las rutinas, no sabían quien había dicho aquella estupidez de que la rutina aburría. Quien lo haya dicho era porque no sabia lo precioso de estar al lado del ser amado.
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Como extrañaba Sanji esa rutina, el marimo en su cocina, ese lugar al que nadie tenia permitido entrar mientras el estuviese cocinando.
-Estupido Zoro, de verdad necesitabas palabras para saberlo.- Sollozo el rubio antes de ponerse de pie para preparar la comida.
Un simple curry estaba en el plato de todos, estaba bueno como siempre, pero esta vez ni el hambriento capitán se termino su racion.
-Sanji, esta comida sabe a tristeza.- Murmuro el capitán saliendo de la cocina.- Ahora entiendo porque Zoro lleva días sin comer.
Sanji agacho la mirada, el marimo no probaba bocado que fuese preparado por él. Zoro se escabullia dentro de la cocina y se cocinaba cualquier cosa, Sanji lo hubiese sacado a patadas si tan solo tuvieran la misma relación que en el pasado, pero ahora ni siquiera había peleas, todo era silencio y sin miradas.
-Pero si la comida esta muy buena.-Dijo Violet dando otro mordisco a su comida.
Sanji suspiro y salio, sabia la razón de su tormento y era hora de acabar con él.
Subio corriendo a la torre de vigilia y se encerro. Se sento en uno de esos sillones y saco cuidadosamente y con miedo la carta que estaba en su bolsillo.
Leyo cuidadosamente cada una de las palabras, lloro con cada una de las letras y cuando por fin hubiese terminado de leer todo, se levanto aun con los ojos llorosos y salio de la torre, no se tomo la molestia de ponerse “presentable”, tenia ganas de darle un gran golpe al marimo, cuando llego a la cubierta del Sunny, todos se le quedaron viendo, Zoro se descoloco un poco, y por unos instantes pensó en correr hacia él, pero se contuvo. Violet tuvo la misma intención pero la mano de Robin en su hombro la detuvo.
Sanji por fin cayo en cuenta de lo que había hecho, pero lo hecho, hecho estaba.
Todos estaban en total silencio, incluso el capitán estaba serio, nadie se movia, temian romper la quietud que aun había.
-¿Hace cuanto que no te veía entrenar dia y noche Zoro?- Pregunto Sanji limpiándose las lagrimas y sacando un cigarrillo.
Zoro no contesto, solo se quedo en silencio, siempre había entrenado dia y noche, ¿Qué mosca le había picado al cocinero?
-Sabes, esa cicatriz tuya me gusta.- Dijo el rubio señalando la enorme cicatriz que cruzaba el pecho del peliverde.
Zoro abrió la boca en un intento vano de decir algo, no había palabras que pudiera decir.
-¿Sabes la razón cierto?- Pregunto Sanji, dando grandes caladas al cigarro que en cuestión de segundo estuvo casi a la mitad.
-¿Qué te pasa Sanji-kun?- Pregunto preocupada Nami por el cocinero.
Sanji guardo silencio.
-Zoro ven conmigo.-Esa proposición era ambigua, Zoro descarto el doble sentido y se quedo inmóvil sin hacer nada.
-Espadachin-san, creo que ustedes se lo merecen.-Exclamo Robin ante la evidente desconfianza del marimo.
-¿Qué esta pasando?- Pregunto Violet, ella era la nueva tripulante y por lo tanto no estaba al tanto de la situación.
-Nada, Violet-chan.- Respondió Sanji, pero sin ese tono meloso que solia ocupar con sus damas.
Zoro dejo la enorme pesa en el piso, solto un enorme suspiro, tan profundo y triste que por un momento parecio un indefenso chiquillo, y camino a la torre de vigia. Subio uno a uno los escalones, con una enorme lentitud, no quería llegar ahí, no quería estar en un lugar pequeño con ese hombre, sus sentimientos era tan enormes que seria cuestión de segundos para que su orgullo se fuera a la mierda.
Cuando por fin llego a la torre, se recargo en un pared, la mas alejada de la entrada por donde segundo después llego Sanji, ya sin lagrimas ni cigarrillo.
-¿Qué quieres?- Pregunto secamente y con un voz ronca Zoro.
-Querias una explicación, te dare una explicación.-Dijo Sanji caminando a paso lento hacia Zoro.
-No te me acerques.- Corto el marimo el caminar del rubio.- Y solo para que lo sepas, no te pedí explicaciones, nunca lo hice y no empezare a hacerlo ahora.
-Zoro…-Fue solo una palabra la que dijo Sanji, y solo esa palabra, su nombre dicho por esos labios, con ese tono de amor y dolor, fue suficiente para hacer a Zoro bajar su guardia.
El peliverde se dejó caer al piso, totalmente desarmado, amaba a Sanji y estaba dispuesto a dejar que le diera “el tiro de gracia” con esa explicación.