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Amor(?) por RosaSalvaje

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Notas del capitulo:

Al fin termina este fic. Espero les guste.

 

Todos los personajes son propiedad de su autor.

Minos ingreso a Ptolomea finalmente, buscando con su mirada la figura del pisciano que como de costumbre, estaba sirviendo los alimentos. Sin pensarlo mucho fue enseguida a degustar sus alimentos como acostumbraba, siendo atento con el peliceleste. Sin percatarse de que estaban siendo observados por otro de los señores del inframundo, quién aún seguía furico tras enfrentarse a Minos hacía tiempo atrás.

Pasaron días siendo observados por la fría mirada de la garuda, quien tenía tramado algo. Uno de esos días en que la afluencia de almas fue mayor Aiacos aprovecho para ingresar a Ptolomea, y como un depredador intento tomar nuevamente a Albafika.

-       ¡Sucio espectro, aléjate de mí! – pronuncio un  conmocionado Albafika entre el forcejeo que se daba entre ambos, la fuerza de garuda era mayor, pero aun así no se dejó dominar tan fácilmente.

-       Sí que das pelea, pero no eres la gran cosa, no sé cómo una rata dorada puede dominar y ablandar a Minos- murmuro al tenerlo al fin sometido contra uno de los muros, lamiéndole lascivamente el cuello a su antojo – es una pena que esta vez no planeo hacerte mío – el espectro concentro su cosmo en la palma derecha y atravesó de un solo intento el abdomen del menor, al retirar su mano la sangre broto de las entrañas del peliceleste, pues en su estancia con Minos por gracia de Hades se le había concedido un cuerpo temporal para que pudiese vagar con conciencia plena. Aiacos dejo allí contra la pared al menor, retirándose a Antenora, no sin antes disfrutar de aquella vista, imaginándose el dolor que le causaría a su hermano.

Albafika trato de detener el sangrado de su cuerpo, haciendo presión con sus manos, pero de poco servía. Recordó que en los escritos de Minos sobre casos similares los cuerpos temporales desaparecían tras recibir un severo daño. Resignado trato de aguantar más tiempo.

Minos regreso a la hora acostumbrada, haciéndosele extraño no encontrarse a Albafika en la entrada, dio un vistazo a la cocina y no lo encontró allí, ni indicios de su presencia. Comenzó así a buscarlo, encontrando a su peliceleste querido sentado en el suelo de uno de los pasillos. Sonrío un poco acercándosele – Albafika, estas… bie..- no pudo ni terminar aquella frase, dándose cuenta del charco de sangre en el cual el pisciano se encontraba, se arrodillo enseguida comenzando a tratar de hacer presión en el lugar que Alba mantenía cubierto con sus manos, suponiendo que allí estaba la hemorragia – no hables por favor, manten tus fuerzas. Hare lo que sea para mantenerte bien – dijo aquello, sintiendo una cálida mano sobre su mejilla, levantando su rostro y encontrándose con el ajeno que le sonreía con calma.

-       Minos, yo lo siento. No creo aguantar por mucho tiempo. Quiero disculparme contigo – tosío mientras salía un hilillo de sangre corria de sus labios – no me dí cuenta antes, tuvo que pasar esto para que pudiera decírtelo.

El espectro negó con su cabeza, no quería perderlo ahora que al fin se había dado cuenta de que amaba al pisciano – Albafika, por favor. Resiste –

-       Te amo – murmuro el pisciano, besándole los labios por decisión propia entre lágrimas amargas. Dejando un sabor metálico en la boca ajena mientras su figura se desvanecía en brazos del mayor.

Cuando aquel cuerpo se disipo por completo y aquella alma regreso bajo la protección de Athena el juez comenzó a llorar amargamente, murmurando para si mismo – yo también te amo mi querido Albafika –

Desde aquel día el juez se despidió nuevamente de las emociones, pues el único ser capaz de hacerle sentir vivo se había ido de su lado, más no le olvidaría jamás, ya que estaría esperándolo en su siguiente reencarnación para enamorarle nuevamente y buscar ser felices juntos


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