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En la cala por Ruu Ochibisan

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Notas del capitulo:

Bueno, pues aquí dejo el segundo capítulo. Me ha quedado algo corto, pero ya pondré más contenido en el siguiente, espero que os guste <3

Cuando despertó al día siguiente lo primero que pasó por su cabeza es que todo había sido un sueño, pero a las pruebas tenía que limitarse para ver que no era así.

Las magulladuras de su cuerpo seguían ahí, y el recuerdo de los ojos carmesí de aquel ser era demasiado nítido como para tratarse de un sueño.

Sabía lo que había visto.

Otra cosa es que se estuviese volviendo loco o que el golpe le hubiera hecho tener aquella increíble visión, pero él sabía lo que había visto en la cala.

 

Cuando fue al médico con sus amigos, prácticamente obligado por ellos, le dijeron que su cabeza estaba perfectamente, que no debía preocuparse. Sólo le dijo que tuviera cuidado para que sus cortes sanaran lo antes posible y que si podía intentara no bañarse en los próximos días.

Él lo intentaría, pero sabía que en cuento pudiera, volvería a zambullirse en el agua.

Y hablando de agua… ¿Qué debía hacer? ¿Volver a la cala?

Ya había tenido mucha suerte al salir vivo de su encuentro con ese… tritón o lo que fuera, pero… Tenía curiosidad.

Pues claro que tenía curiosidad. Se había encontrado con una criatura mítica y se habían mirado a los ojos. Incluso se había lanzado sobre él.
¿Quién se quedaría de brazos cruzados sin hacer nada? Además, quería volver a la cala. Era un lugar perfecto. Le gustaría poder mostrárselo a sus amigos y descubrir más sobre ese extraño ser.
Puede que pudieran convivir ¿O no? O pude que no volviera a verlo nunca más, en cualquier caso, la cala estaría a su disposición.

Se hizo el desayuno, caballa, obviamente, y se preparó para salir. Esta vez iría sólo, sin decir nada a Makoto y los demás, así podría estar más tranquilo sabiendo que no estarían preocupados por él.

Su estrategia era simple.
Salió de casa con lo justo y necesario para no tener que cargar con peso de más durante el largo trayecto a excepción de un cubo, y se encaminó hacia el mercado. Compró un par de kilos de pescado que guardó en el cubo que traía consigo junto con hielo que le dio el vendedor, del cual Haruka era un fiel comprador de caballa, para que el calor no lo estropease, y se dirigió, ahora sí, hacia la cala donde se había encontrado por primera vez con el tritón pelirrojo.
La verdad es que a Haruka la mera idea de pensarlo ya le parecía ridículo.
Pese a todo no dudaba en su cometido, y tras recorrer la playa bordeando la costa, subir la colina que llevaba al acantilado, descender con cuidado la pendiente apartando la frondosa vegetación, sortear varios obstáculos y lamentar un par de tropiezos, Haru estaba de nuevo en aquella pequeña cala de aguas cristalinas, que cerca estaba de parecer un trozo de paraíso desprendido del cielo.

Se acercó con cautela a las aguas, dando pasos lentos y discretos, con el cubo de pescado entre sus brazos, buscando con la mirada algún resquicio de la presencia del tritón  en el lugar, pero no parecía que se encontrara allí. Aun así Haruka no iba a arriesgarse.

XxXxXxXxXxXxXxXxX

Para un joven tritón que ansiaba más libertad que el resto de su manada y que solía vagar solo por el mar, buscando valerse por sí mismo, la vigilancia del territorio era algo tan necesario como comer o dormir.
La marea estaba alta aquella mañana y el tritón aprovechó para inspeccionar los alrededores de su territorio para cerciorarse de que ningún otro humano había encontrado la ruta que llevaba directamente a su cala, y por fortuna, parecía ser así.

Ahora su dilema principal era enfrentar al humano con el que se había encontrado y al cual no había podido matar.

Nadó con rapidez y volvió a la cala, con una cautela con la que no estaba acostumbrado a actuar, no en lo que denominaba su territorio.
Asomó la cabeza escondido detrás de una de las rocas que sobresalían y olfateó el aire. No parecía que ningún humano estuviese por allí.
Miró un poco más confiado, y efectivamente, allí no había nadie. Estuvo esperando de la forma más paciente que podía, acechando a ras de la superficie, cuando escuchó un leve crujir de las ramas que hizo que volviera a ocultarse detrás de la roca saliente, Observando con cuidado de no ser descubierto.


El humano de ojos azules había vuelto.
No sólo eso, sino que llevaba algo con él, y a juzgar por el olor que desprendía, parecía pescado fresco.
El joven pelirrojo no había comido en demasía la última semana desde que se había intensificado el turismo y con él la pesca, y con tantos humanos merodeando por la zona, era muy complicado cazar sin exponerse a ser descubierto, así que al ver aquel cubo cargado de alimento el estómago del tritón reaccionó al instante, emitiendo un gruñido demandando comida.
Se llevó las manos al vientre intentando sin éxito apagar aquel sonido, pero se alargó hasta un par de segundos, suficientes para delatar su posición.
Como fuera, había llegado el momento de actuar.

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Un repentino sonido hizo que detuviese su lento caminar y enfocara su vista hacia el lugar de donde provenía el ruido, buscando al causante del mismo.
Contuvo su respiración, esperando con angustia un ataque del mismo estilo que había sufrido el día anterior, pero pudo soltar el aire que había retenido en los pulmones cuando de detrás de una roca se dejó ver un rostro aparentemente humano, conocido perfectamente por Haruka pese a que ayer sólo lo tuvo delante unos segundos.

El tritón lo observaba siendo consciente de que él también estaba siendo visto, y eso de alguna manera le tranquilizó. Descartó un ataque por el momento.
Sus ojos rojos abiertos más de lo normal, observando cada uno de sus movimientos con lupa le ponían en tensión.
Notó como la mirada del contrario de desviaba cada varios segundos de su cuerpo para centrarse en lo que llevaba entre los brazos, y eso le dio la oportunidad perfecta para llevar a cabo su simple y potencial plan: Ofrecer comida al “monstruo” para que no se lo comiera a él. Parecía lógico.
Dio un paso al frente y extendió sus brazos, ofreciendo al ser marino el contenido de éste.
El tritón no reaccionó por el momento, sólo observaba el cubo y olfateaba el aire, pero tras pasar unos cuantos segundos, comenzó a nadar hacia el chico, muy lentamente, quedando poco a poco al descubierto, lejos de la roca con la que se ocultaba.
Volvió a olfatear el cubo, aun desconfiado, sin atreverse a recortar la distancia entre ambos para llegar hasta él.
Haruka movió su pie para intentar acercarse pero al instante el tritón emitió un sonido similar a un rugido, que le advertía que no se acercase más, al tiempo que volvía a retroceder para esta lejos del humano.

El chico de ojos azules entendió la voluntad del tritón a sí que sólo se acercó a la orilla para dejar el cubo con el pescado y después volvió a alejarse, sentándose a unos metros del agua. Pensó que si le veía reposando comprendería que no quería atacarle ni nada por el estilo.
Y en efecto, aquel ¿Chico? Si es que se le podía denominar así, se acercó en cuanto Haru estuvo más alejado y cogió el cubo, analizando rápidamente lo que había dentro para comenzar a comer con ansia. Estaba hambriento.
Haru lo observó comer en silencio, cómo despedazaba los peces con sus dientes afilados sin importarle lo más mínimo llenarse el rostro de sangre o mancharse con las tripas de los animales muertos.
De vez en cuando levantaba la vista para mirarle directamente a los ojos, cómo queriendo decirle que le estaba vigilando.
Cuando terminó de comer apenas quedaban las espinas y las colas de los peces.


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Suspiró con satisfacción una vez hubo llenado su estómago. Había gastado muchas energías desde la noche anterior y esas presas le habían proporcionado todo lo que necesitaba para reponerse, y encima no había tenido que gastar sus fuerzas en cazarlas.
Miró al humano que le había traído la comida y frunció el ceño, pero no por enfado, sino por confusión.
Supuestamente los humanos eran seres despreciables y destructivos, pero ese ejemplar parecía bastante sumiso e incluso le había traído comida... así que no terminaba de entender la situación.
Se quedaron mirándose de nuevo. El humano no parecía tener intención de acercarse, así que un poco más confiado, el tritón comenzó a acercarse a él.
Salió del agua lo suficiente para poder apoyar las manos sobre la arena de la superficie y así erguirse para quedar a la misma altura que el humano, ahora que estaba sentado.
“Es guapo” fue lo primero que pensó cuando le vio. Después de todo de cintura para arriba tenían la misma anatomía y sus rasgos eran parecidos dentro de lo que cabía, así que no era raro que aquel sujeto le resultara un ejemplar hermoso, aunque fuera un vulgar humano.
En cierta forma le recordaba a una raza de su propia especie. Los que tenían cola de delfín. Por alguna razón algo en aquel chico le recordaba a ellos.

Estuvieron en silencio durante varios segundos. El humano movió la cabeza hacia la derecha para cambiar de postura su cuello, que comenzaba a agarrotarse, y el tritón imitó su gesto como si fuera un espejo.
Movió la cabeza hacia la izquierda y nuevamente el pelirrojo le imitó.
No sabía muy bien por qué lo hacía. Sin darse cuenta estaba fascinado con el humano, y él parecía sentir lo mismo ante su presencia, después de todo, era la primera vez que estaba frente a uno sin temer por su vida o estar en tensión. Simplemente se miraban como dos seres en igualdad de condiciones.

-De cerca no pareces tan peligroso –Le dijo el chico humano. No terminaba de entender sus palabras.
Alzó una ceja en señal de confusión, a lo que el muchacho de ojos azules suspiró suavemente. No parecía sorprendido por su reacción.
Comenzó a alargar la mano, como con intención de acariciarle la cabeza, aunque no estaba lo suficientemente cerca.
El pelirrojo retrocedió. No iba a dejarse acariciar por un humano por muy tranquilo y bueno que pudiera parecer.
Se arrastró hasta el agua y volvió a sumergirse, aprovechando para volver a respirar. Era complicado establecer conexión con un ser que no respira en el mismo medio que tú.

Volvió a mirar al humano antes de retirarse de la cala para volver al mar, haciendo un suave movimiento de cabeza antes de retirarse como muestra de gratitud, y tras eso, desapareció entre las aguas oscuras del fondo.


XxXxXxXxXxXxXxXxX


Se había ido antes de que pudiera reaccionar, y se había quedado con las ganas de aprender más sobre esa criatura, pero no podía quejarse, no sólo no le había atacado, sino que parecía haberse ganado su gratitud, aunque fuera de una forma muy superficial.
Como fuera, ahora podría nadar en esas aguas cristalinas sin preocuparse, y así lo hizo. Estuvo un par de horas en el agua, y le hubiera gustado estar allí todo el día, pero debía volver para comer, ya que no se había traído nada, y eso sin mencionar que el trayecto hasta su casa era bastante largo y complicado y que Makoto ya habría ido a su casa a buscarle y al no verle estaría preocupado, como siempre.
A Haru no es que le importase mucho mantener preocupado a su amigo de ojos verdes, ya que a veces actuaba como una madre sobreprotectora, pero si podía ahorrarle la angustia, lo haría.
Le mandó un mensaje desde el móvil avisándole que estaba bañándose y que ya estaba de camino a su casa.

Cuando llegó a su casa no le sorprendió encontrar a Makoto, Nagisa y Rei dentro, esperándole. Habían comprado fideos instantáneos y habían hecho la comida, cosa que Haru agradeció bastante.
Mientras comían el chico de ojos azules se preguntaba si debía insistirle a sus amigos a cerca de la cala y del tritón que había en ella, y cuando le preguntaron qué había estado haciendo toda la mañana prefirió contestar simplemente “nadar” y no sacar el tema de la cala ni nada que tuviera que ver con el chico pelirrojo.

Los próximos días repitió su visita matutina a la cala con un cubo lleno de pescado, y el tritón siempre parecía estar “esperándole” o al menos no le sorprendía que apareciese por allí.
Todos los días intentaba tocar la cabeza del pelirrojo, y aunque había conseguido reducir la distancia, no se había dejado tocar. Siempre retrocedía hasta el agua cuando lo intentaba y al poco de eso acababa desapareciendo, entonces Haruka aprovechaba para nadar, y así todos los días.

La tarde la pasaba descansando o con sus amigos, y por la noche solía salir con los chicos para disfrutar de las ferias de verano y comer en los puestos que ponían.

Antes de darse cuenta había pasado una semana y volvía a ser lunes, aunque poco importaba el día de la semana que fuera.
Como cada día, Haruka se levantó temprano y compró pescado pera hacerle una visita al pelirrojo. Ahora que lo pensaba, todavía no tenía un nombre por el llamarlo ¿Debía preguntárselo? Bueno, o intentarlo, porque no había conseguido mantener una conversación con él todavía, pero... tampoco lo había intentado.
Bueno, de alguna forma podrían llegar a entenderse, se veía que el tritón era bastante inteligente.
Cuando llegó a la cala se encontró con el tritón tirado sobre la arena húmeda de la costa, asomando la mitad de su cuerpo fuera del agua, con sus branquias sumergidas lo justo para poder respirar. Se acercó a él como siempre hacía, con el cubo de pescado, pero en esta ocasión el pelirrojo no retrocedió ni se puso alerta como siempre hacía, simplemente levantó un poco la vista para mirar al moreno por unos instantes, y volvió a su postura inicial, con desgana.
Parecía que le pasaba algo.
Se sentó a una distancia prudencial y le ofreció en cubo con comida como siempre hacía, pero esta vez no hubo respuesta por parte del contrario.
Sorprendido, Haruka se acercó un poco más para que el pelirrojo pudiera coger el pescado si estiraba su brazo, pero no hubo respuesta nuevamente.
Fue recortando la distancia y el tritón no mostraba interés en él, hasta que Haruka acabó sentado a su lado, a unos pocos centímetros de distancia. ¿Estaba enfermo? A lo mejor estaba herido. Lo examinó con la vista y aparentemente no tenía ninguna herida y el agua no estaba teñida de sangre.

Igual... ¿Estaba triste? No sabía si aquellos seres podían sentir tristeza, al menos al mismo nivel que un ser humano, pero era bastante probable.
Temerosamente acercó su mano a la cabeza del pelirrojo, temblándole el pulso. Estaba nervioso, pero si el tritón no le había apartado ya, no tenía razón para hacerlo ahora.
Recortó la distancia entre ellos y enterró su mano entre el cabello húmedo y lacio del chico, acariciando su cabeza con cuidado.
Suspiró con alivio al ver que no se había resistido ni parecía molesto, así que continuó con las caricias, observando sus reacciones, o la falta de ellas.

-Hoy no estás muy hablador hoy ¿Eh? –Comentó, sintiéndose bastante raro por decir aquellas palabras. Estaba más acostumbrado a que se lo dijera a él.
Obviamente no esperaba ninguna respuesta.
Estuvo sentado a su lado con las piernas sumergidas en el agua hasta que llegó la hora en la que debía volver. Dejó el cubo donde había estado sentado y se despidió con un suave “Hasta mañana”, dejando a su pesar al pelirrojo allí, en la misma postura que antes. No podía evitar preocuparse ¿Estaría bien sólo?


XxXxXxXxXxXxXxXxX


Había decidido aprovechar la calma de la puesta de Sol para visitar a su manada, que no debía estar a más de tres horas nadando rápido. Rin era un ejemplar fuerte y no le importaba hacer ese recorrido en una noche, aunque tuviera que volver al amanecer.
Guiándose por su instinto no tardó mucho más de lo que se imaginaba hasta dar con su familia.
Su hermana rápidamente se acercó a él para abrazarlo, y él rápidamente correspondió, pero la sonrisa que adornaba su rostro desapareció cuando su hermana alzó la vista y puso ver sus ojos llorosos y una expresión realmente abatida.
Se temió lo peor.
Comenzó a contar a los miembros de su familia, identificándolos , pero le faltaba uno. Uno importante.

-¿Dónde está nuestro padre?  -Fue la pregunta que quedó sin respuesta, y ese mismo silencio fue la evidencia de que sus temores eran ciertos.

Se quedó en silencio, inmóvil, tratando de asimilarlo.
Abrazó con todas sus fuerzas a su hermana, apretándola contra su pecho. Ahora tendría que ser él quien cuidara de ella, y la manada necesitaría un líder, alguien que garantizase la seguridad del grupo.
Pero Rin no se sentía preparado para asumir tal responsabilidad. Hasta el momento sólo se había preocupado de su propia subsistencia y en la vida solitaria que llevaba... Esa noticia acababa de cambiarlo absolutamente todo.

Notó como las lágrimas se mezclaban con el agua del mar, mezclándose y desapareciendo, más el dolor no desaparecía con ellas.
Lloró en silencio. Ni sollozos ni llanto amargo, sólo un nudo en la garganta.
Desearía haber pasado más tiempo con su padre.

Desearía haberse podido despedir de él.

Notas finales:

¿Qué tal? Espero que no os hayáis muerto del asco (?) Más intriga en el capítulo 3 ¿Me mandáis vuestras opiniones?

Nos leemos ~ 


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