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La boda del Rey por hitomi_G

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Notas del capitulo:

¡Al fin lo terminé! Estoy muy satisfecha con esta capítulo, aunque he de admitir que no es lo mejor que he escrito. Espero a ustedes les guste. Quería decirles que a partir de hoy les iré dejando una pequeña especie de trivia en las notas finales de los capítulos, a ver qué les parece.

No olviden mencionar si encuentran algún error para que pueda corregirlo pronto :9

¡Gracias por leer!~

LA BODA DEL REY

Capítulo 2: Oasis

El día había llegado, y todos los pretendientes del rey Haruka habían llegado al palacio con sus cosas. Faltaban sólo veinticinco días para el cumpleaños del príncipe.

El consejero estaba ocupado haciendo de guía para los visitantes sin que ellos supieran que en realidad su trabajo consistía en evaluarlos de cerca para darle su opinión al rey, comenzando por los hermanos provenientes del Reino del Norte. Ambos eran muy parecidos: pelirrojos, de tez cremosa y de buena complexión. El príncipe contrastaba más que su hermana debido a la cara de fastidio que llevaba desde el momento en que pisó tierra del País de la Arena. La joven resaltaba por una razón completamente diferente. Además de ser la única chica poseía una belleza natural increíble y una sonrisa amable delineaba sus labios. Sus ojos viajaban de un objeto a otro asombrados y algo cohibidos mientras se sujetaba de la túnica de su hermano.

-          ¿Cómo dijo que se llamaba, joven? – le preguntó al consejero.

-          Nagisa, su alteza. ¿Tiene alguna pregunta?

-          Sí, es sobre el rey, ¿cuándo podremos verlo?

-          No desespere su alteza, el recorrido para que se familiaricen con el lugar terminará pronto, y el último lugar al que iremos es al comedor, donde el rey Haruka les espera.

La chica susurró algo al oído de su hermano y siguió caminando con su mirada fantasiosa bailando por todas las habitaciones.

-          Disculpe señor – habló el duque de ojos azul profundo - ¿de quién es este retrato?

-          ¡Oh! Esos son los difuntos padres del rey. Han de saber que subió al trono hace apenas unos años, cuando su padre falleció en una guerra con la Nación del oeste. Su padre, el antiguo rey, era un hombre justo y sabio, y fue él quien mandó a construir esta parte del palacio para su esposa.

-          ¿Qué hay de la reina? – preguntó la princesa.

-          Lamentablemente tenía un cuerpo débil y falleció al dar a luz, aunque como podrán notar era de asombrosa belleza. El rey Haruka se parece mucho a ella.

Nagisa esperó a que todos observaran el retrato y luego prosiguió a explicarles sobre la servidumbre del palacio, que básicamente consistía en él y unos cuantos trabajadores que no rebasaban la docena. Los hermanos intercambiaron miradas asombrados al escuchar esto y preguntaron al consejero acerca de quién se encargaba de la cocina, la jardinería y demás.

-          El rey – contestó Nagisa sonriente. – El rey es una persona muy independiente. Es él quien cocina la mayoría de las veces y también se encarga de los jardines y las fuentes. Tenemos también un pequeño estanque y hay un oasis no muy lejos de aquí en donde pueden ir a bañarse y tomar agua si así lo desean. Aunque cada habitación cuenta con su propio baño.

Continuaron caminando detrás del chico rubio, que sonriente les enseñaba cada lugar y cada historia detrás de cada habitación y objeto. Varias veces fue interrumpido por la princesa del Reino del Norte y por el duque extranjero, pero ni una palabra del Príncipe Rin o sus acompañantes, ni tampoco del Rey Makoto.  Nagisa no lo dejó pasar, y se hizo un recordatorio mental de mencionarlo al rey en cuanto estuvieran solos.

-          Y finalmente este es el gran comedor. La mesa es para unas treinta personas y pueden tomar asiento en donde gusten. El rey vendrá en unos momentos. Por ahora me retiro. Disfruten su estancia.

Los soberanos del Reino del Norte ocuparon los asientos inmediatamente a la derecha de la silla que el rey iba a ocupar, mientras que el duque Yamazaki y el rey Makoto ocuparon los de la izquierda.

-          Supongo que deberíamos presentarnos. Mi nombre es Makoto, soy el rey del País del Este. Pueden llamarme por mi nombre, no hay necesidad de ser formales conmigo.

-          Te conozco, eres el que ayuda al rey Haruka a mantener al pueblo, ¿no es así? Supongo que querrás desposarlo para cobrarle la deuda igual que nosotros. – habló el príncipe Rin. El rey Makoto simplemente le sonrió y le invitó a presentarse. – Bien, mi nombre es Rin. Esta de aquí es mi hermana menor, Gou. Venimos del Reino del Norte.

-          Encantados – saludó la princesa.

-          Supongo que solo falto yo – dijo el duque con seriedad. – Mi nombre es Yamazaki y vengo de un lugar muy lejano al otro lado del mar. En mi país soy un duque y mi propósito al salir de ahí es encontrar un buen partido para casarme. Agradecería me enseñaran más sobre las costumbres de por aquí.

-          Ya tendrá tiempo de aprenderlas si es elegido – anunció Nagisa entrando de nuevo al comedor. – Sus altezas y majestades, es un placer presentarles a su majestad, el rey Haruka.

El rey entró a la habitación sin la solemnidad con que había sido anunciado y ocupó su lugar a la cabeza de la mesa. Poco después un sirviente llevó platos para todos y se dispusieron a cenar. No era la cuantiosa cena a la que todos estaban acostumbrados, pero era deliciosa, y consistía en caballas fritas acompañadas de algún tipo de salsa dulce que contrastaba con el sabor salado del pescado.

-          Esto es delicioso, su majestad. -  le elogió el rey Makoto.

-          No hay necesidad de llamarme así. Uno de ustedes se casará conmigo, así que supongo que lo mejor es que me llamen por mi nombre. Espero no les incomode yo les llame por los suyos.

-          Para nada.

-          Bien, entonces Makoto, muchas gracias. Yo he preparado la cena.

-          Es la comida favorita del rey – agregó Nagisa alegre desde el otro lado de la mesa.

Una vez terminada la cena los invitados fueron llevados a sus aposentos, y el rey y su consejero se dirigieron al jardín donde se encontraba el estanque para hablar un poco acerca de los pretendientes.

-          ¿Qué te han parecido Haru?

-          Nada especial.

-          ¿En serio? Me agrada la princesa, parece amigable. Y el duque en verdad se veía interesado en usted.

-          ¿Eso piensas?

-          ¡Sí! No creo que le sea difícil elegir de entre estas personas. Y además Makoto está aquí para ayudarnos. Seguro encontrará a alguien de su agrado.

-          Te escuché hablando de mi Nagisa.

-          ¡Makoto!

Tras la mención de su nombre, el consejero corrió a los brazos del Rey del Este, quien lo recibió con una gran sonrisa.

-          Tiempo sin vernos, ¿no crees?

-          ¡Así es! ¿Cómo has estado?

-          Muy bien, y por lo que veo también ustedes. Lamento no poder hacer nada por impedir que esto sucediera, Haru.

-          No, gracias por venir.

-          Me sorprendió que me lo pidieras. Cuando leí tu carta creí que bromeabas, pero luego llegaron las invitaciones para mí, Ren y Ran y estuve convencido. En verdad lamento no poder hacer nada más.

-          Aceptaste mi petición ridícula y dejaste tu país por mí. No digas que eso es poco.

-          ¡Es cierto Makoto! Además podrías ser elegido futuro esposo de Haru y entonces nos veríamos aún más seguido.

El rey Makoto se ruborizó, y agradeció al cielo que esa noche fuera de luna nueva, lo que reducía la visibilidad de todos. Bromeó con Nagisa sobre la imposibilidad de que eso sucediera y de cómo incluso sus hermanos menores eran mejores pretendientes que él.

-          Además no es posible – agregó. –  Mi país no es tan grande como este y no tenemos lo necesario para ofrecerle a Haru para saldar su deuda. En verdad solo estoy aquí para ayudarlo a elegir.

El rey Haru lo miró fijamente mientras decía esas palabras y luego regresó su mirada a los peces que nadaban cerca de la superficie del estanque. Era cierto, el rey Makoto era su amigo y ya había hecho todo lo que estaba al alcance de sus manos para ayudarlo. No solo había mantenido alimentados a sus súbditos, también había ofrecido parte del dinero de sus arcas para pagar la deuda y ahora le ayudaba en la difícil situación en que se encontraba.

-          Te elegiría por encima de cualquiera de ellos en cualquier momento, Makoto, pero debo pensar en mi pueblo y tampoco quisiera que tu país y tú se hundieran conmigo. Aunque sabes, si al final esto no resultara, solo me quedarías tú.

Makoto se detuvo a mirar al rey Haruka intentando descifrar si había algún tipo de intención oculta en sus palabras, deseando que así fuera, pero analizar a las personas nunca había sido su fuerte. Conocía a Haru dese que eran unos niños, y aunque podía entender sus silencios y acciones, aún le costaba un poco comprender sus palabras, porque nunca había sido de hablar más de lo necesario. Nagisa jugueteaba con unas flores cercanas fingiendo que no podía escucharlos, y soñando despierto con el mar.

La noche transcurrió serenamente, y al día siguiente todos los pretendientes fueron obligados a levantarse temprano para desayunar con el rey. Se les informó que se les daría el día para que pudiesen acercarse a él y comenzar a entablar conversación con el fin de promover la confianza entre ellos. El primero en hacerlo fue el príncipe Rin.

Encontró al rey acomodando unos jarrones que contenían unas plantas con espinas largas y puntiagudas. Le dio los buenos días y se detuvo a observarle. Usaba algún tipo extraño de guantes como protección en las manos para manipular dichas plantas, y era la primera vez que las veía.

-          ¿Eso es un cactus? – se atrevió a preguntar.

El rey le miró y asintió con la cabeza, para después remover un poco de polvo de la maceta en que yacía el cactus.

-          Un cactus de pera, para ser exactos. No es de por aquí, mi padre mandó a traer cuando yo era pequeño.

-          ¿Puedo? – señaló Rin y se acercó. Cautelosamente deslizó su dedo índice sobre el costado de una larga espina y luego repitió la operación en varias otras. - ¡Ay!

-          Cuidado.

-          Pudiste advertirme antes. Esta planta es algo extraña.

-          A mí me parece interesante. Conserva el agua dentro de ella y la protege defendiéndola con sus espinas como si fuesen pequeñas espadas. Y solo se ve por temporadas, pero sus flores parecen coronas y…

-          Bien, bien, ya quedó claro. Mira no vine hasta aquí a hablar del cactus.

El rey Haruka permaneció sereno ante la interrupción e invitó al príncipe a caminar a su lado. Llegaron a una pequeña banca de mármol donde fácilmente cabían ambos más otras tres personas y tomaron asiento conservando la distancia.

-          ¿Algo te molesta?

-          Todo, supongo. Mire, sé que no es culpa suya que mis padres se hayan precipitado, y sé que no le dejaron más opciones, pero quiero que sepa que es libre de echarme de aquí en cuanto desee. De hecho, no habrá algo que me haga más feliz que eso. Me siento algo culpable de su situación.

-          ¿Culpable?

-          Sí, sé que no fui yo quien decidió cobrar la deuda, pero fui yo quien sugirió el asunto de la boda para contentar a mis padres. Me es difícil hacerles cambiar de opinión, y no sabía que más hacer. No quería meterte en problemas Haruka.

El rey sonrió fugazmente y le agradeció que dejara de ser tan formal.

-          ¿Querías ayudarme?

-          Supongo que solo no quería que me odiaras. Mis padres insistían en casarme y yo sabía que aún estabas lejos de poder saldar la deuda, así que hablé con quien administra nuestro oro en el palacio y él me recomendó que sugiriera casarme contigo. Mataba dos pájaros con un solo tiro y así ya no te preocuparías de la maldita deuda. Pensé que por lo menos te daría algo de tiempo para pensar en otra solución. Pero luego organizaron todo esto ¡y ahora también mi hermana está involucrada!

-          Perdona.

-          No tienes por qué. Solo quería advertirte que no la elijas a ella. Alguien le espera en casa, ¿comprendes?

-          ¿Y a ti?

-          Si así fuera no habría tenido la necesidad de pedir tu mano en matrimonio. ¡Oye! ¿Ese es el estanque donde jugamos de pequeños?

-          Sí.

-          ¡Es justo como lo recuerdo! ¡Oh! Y por aquí fue donde resbalé y…

Los peces nadaron lejos de donde Rin había caído. Empapado se reía y le salpicaba agua al rey. Con el calor que había ya le hacía falta un chapuzón de agua fría como ese. El rey, sin inmutarse, le extendió la mano para ayudarlo a salir.

-          Asustas a mis peces, Rin.

El príncipe frunció el ceño malhumorado y aceptó la ayuda. Se quitó la túnica y le exprimió el agua dentro del estanque. Solo vistiendo sus pantalones comenzaba a sentirse algo incómodo. El aire desértico levantaba la arena caliente y la hacía pegarse sobre su cuerpo.

-          Siempre igual de indiferente, ¿no Haruka?

-          Puede ser – fue la única respuesta que recibió

Mientras tanto, en la biblioteca del palacio, el duque Yamazaki y el rey Makoto buscaban un tema de conversación. Makoto se sentía intimidado por ese par de ojos azules y ese par de cejas fruncidas debajo del turbante que llevaba el duque y no sabía de qué podría hablar con él. Se detuvo a observarlo mientras recorría con la mirada los libros y pergaminos de la biblioteca hasta encontrar uno que fue de su interés.

-          Debe haber estado por estas regiones ya por bastante tiempo, ¿no duque? Habla el idioma perfectamente, y por lo que veo lo sabe leer también. Es impresionante.

Los fríos ojos se desviaron del pergamino hacia Makoto y se suavizaron al tiempo que el duque esbozaba una sonrisa. El corazón de Makoto latió muy fuerte por unos instantes debido a la sorpresa, y decidido devolvió la sonrisa con gran calidez. El duque continuó leyendo el pergamino que tenía en frente y Makoto se aproximó a él. Le preguntó acerca de su lectura, y él le contestó que leía sobre la guerra que apenas unos años atrás había terminado en el País de la Arena. Mencionó también que sentía curiosidad por saber más de los padres del rey Haruka.

Yamazaki era todo lo que Nagisa le había descrito a Makoto y aún más. No solo era caballeroso y educado, también gozaba de una inteligencia admirable y fácilmente podía hablar de cualquier tema en una conversación. Tenía sus propias opiniones y criterios bien fundamentados, y si se le cuestionaba él sabía cómo contestar para defender su punto de vista. Cuando no podía seguir dando argumentos aceptaba su derrota con modestia, y parecía tomarse bien las críticas.

En adición a todas esas cualidades, Makoto reparó en que en realidad era apuesto. Aunque casi todo el tiempo mantenía una expresión seria era muy fácil hacerlo salir de su caparazón si se le trataba con amabilidad, y su sonrisa era blanca y encantadora. Tenía muy buen físico, perfecto para resistir las condiciones climáticas del País de la Arena, y una piel bronceada por el sol que contrastaba con el azul de sus ojos. Si iba a dejar que alguien desposara a su amado Haru, ese sería Yamazaki.

Continuaron conversando por largo rato hasta muy entrada la tarde, casi al atardecer. Makoto le pidió que lo acompañara a observar la puesta del sol, algo que siempre había disfrutado hacer con Haru pero que ahora le daba la oportunidad de conocer mejor a su rival.

Nagisa por otro lado se la había pasado entreteniendo a la Princesa Gou con historias acerca del rey y de sus súbditos. Los ojos le brillaban cada vez que algo le era preguntado, y contestaba todas las preguntas con alegría y entusiasmo. La princesa comenzó a darse cuenta de varias cosas, a pesar de ser quien menos había convivido con el rey. Desde su relación con Nagisa y los demás sirvientes hasta una buena descripción de su forma de ser, Gou no dejaba de asombrarse de todo lo que se iba enterando acerca del Rey Haruka.

-          Supongo que a pesar de su situación es un buen partido.

-          El mejor que podría encontrar, princesa.

Gou sonrió ante el comentario y trató de cambiar la conversación mientras apretaba en su mano derecha el relicario que le colgaba sobre el pecho y recordaba el rostro de quien se lo había entregado.

-          ¡Ahí estás Gou! Vamos, es mejor que te adelantes para darte un baño, yo saldré con Haru… con el rey a dar un paseo. – Rin se apareció de repente, sorprendiendo a los jóvenes.

-          Me pregunto a dónde irán – se dijo Gou a si misma mientras se daba la vuelta para irse.

-          Iré con ellos, los miembros de la realeza no deberían salir a solas. Nos vemos luego, princesa – se despidió Nagisa posando un beso en la mano de la doncella, para luego correr a alcanzar al príncipe Rin.

Logró alcanzarlo justo cuando se reunía con el rey Haruka en la entrada del palacio. Les hizo una advertencia educadamente e hizo que el rey regresara a sus aposentos en busca de un turbante que le protegiera mejor del abrumador calor del desierto. Quedarse a solas con el príncipe Rin no era precisamente agradable. A diferencia de su hermana, no hacía ni el intento de entablar conversación, y cuando Nagisa le preguntaba algo, las respuestas que obtenía siempre eran monosilábicas. Al rey todavía le tomaría algo de tiempo regresar, puesto que su habitación era la más alejada de todo el palacio, así que Nagisa optó por sentarse en un peldaño de la escalera de entrada a esperarle. Aburrido, se puso a juguetear soplando un mechón de cabello que le caía sobre la nariz, hasta que un par de dedos lo sujetaron detrás de su oreja.

-          No dejo de pensar, que te he visto en otra parte – le dijo el príncipe. - ¿Nos conocíamos?

-          Quizás me había visto cerca del rey Haruka y su padre. Visitábamos mucho el país de su Alteza cuando el rey anterior aún vivía y el actual no era más que un niño. Ya vivía con ellos para entonces y me llevaban a todas partes para que aprendiera mi labor como consejero.

-          Yo solo pregunté si nos conocíamos, no tenías que contarme toda una historia – se burló el príncipe. - Oh, aquí viene el rey.

-          ¡Haru! ¿Dónde te habías metido? Has tardado demasiado solo para ponerte una prenda.

-          Estaba por ahí. ¿Nos vamos, Rin?

El aludido comenzó a caminar detrás del rey fingiendo que no se percataba de la presencia del consejero unos pasos más atrás. Caminaron en silencio hacia una dirección desconocida. Haru no le había dicho a donde iban, pero por alguna razón Rin se sentía emocionado aunque no lo demostraba. De pronto llegaron al garaje del palacio y subieron a un automóvil sin techo que el mismo rey condujo por el desierto hasta  que gradualmente aparecieron algunas plantas y rocas  por el camino y, finalmente, llegaron a un lugar lleno de ellas. Los ánimos de Rin habían descendido gradualmente conforme avanzaban, en parte por el repetitivo paisaje y la decepción al final del recorrido, y en parte por el consejero del rey que por alguna razón seguía acompañándolos.

-          Aquí es – anunció el rey Haruka esbozando una pequeña sonrisa de orgullo.

-          Me has traído a ver… ¿rocas?

La expresión del rey cambió repentinamente a una de desilusión, e incluso había dejado caer los brazos a sus costados. Su mirada desarmó al príncipe. El consejero trató de ocultar su risa detrás de sus manos.

-          ¡Ah! ¡Vale, vale! Seguramente estas rocas tienen algún tipo de significado especial, ¿no? ¿Eso querías mostrarme?

Esta vez la risa del consejero no pudo ser retenida y estalló como el tintineo de mil campanas. Al príncipe le molestaba un poco, pero el rey se sentía demasiado incrédulo para hacer caso de la burla.

-          Observa más de cerca, Rin – dijo el rey por fin.

Algo escéptico, el príncipe se concentró en mirar las rocas. Al principio no pudo notar nada especial, pero luego de observar detenidamente se dio cuenta de que en los pequeños espacios entre ellas, e incluso de las mismas rocas, asomaban unos pequeños cactus floreados. Las flores eran amarillas y pequeñas, y en algunos especímenes eran reemplazadas por pequeños frutos rojos con espinas.

-          ¡Las flores!

El rey sonrió de nuevo y se acercó con guantes protectores en mano para proceder a desenterrar uno de los cactus. Le pidió a Nagisa que le llevara el terrario que tenía preparado en la parte trasera del automóvil y volvió a plantarlo ahí. Acto seguido, extendió el terrario con el cactus hacia el príncipe.

-          ¿Para mí?

-          Sí. Considéralo un regalo de cumpleaños adelantado.

El príncipe aceptó, con la condición de que le regalara también unos guantes para no herirse con las espinas, petición que Haruka le concedió gustoso. Le daría un par en cuanto regresaran al palacio. Durante el camino de regreso le explicó los cuidados que debía tener con su nueva adquisición y la mejor forma de trasplantarlo antes de que creciera demasiado para el terrario.

-          Pero no crecen en cualquier lugar – le advirtió. –. Probablemente sobreviva sin importar en dónde lo plantes, pero tal vez se quedará sola si no encuentras un lugar adecuado como esas rocas en donde pueda reproducirse.

-          ¿Había algo en especial en esas rocas?

-          Unos kilómetros más delante de ellas se encuentra el oasis del que les había hablado – mencionó Nagisa, para luego sumirse nuevamente en la búsqueda de nubes cercanas, actividad que le había mantenido en calma durante el trayecto.

El príncipe observó detenidamente al rey desde el asiento del copiloto. Le recordaba un poco de cuando eran niños y aunque solo se habían visto en un par de ocasiones habían convivido bastante y le agradaba saber que apenas había cambiado desde entonces. Recostándose con los ojos cerrados en el respaldo del asiento, sonrió.

Notas finales:

Eso ha sido todo por ahora, espero no les haya desilusionado por la falta de humor en mi fanfic... últimamente no sé porque no me llega la inspiración para escribir escenas chistosas ; n ;

Quería hablarles acerca de las parejas... He decidido que por ahora no estableceré ninguna pareja en concreto, pues mi propósito con este fic es que los personajes interactúen entre ellos y se vayan conociendo mejor para así irse enamorando poco a poco (¡ya sé que soy una cursi! D: ignoren mi romanticismo barato), por tanto no habrá pensamientos románticos entre ellos a menos que se haya establecido que un personaje ya siente algo por el otro (como en el caso de Makoto). Quisiera entonces que ustedes me vayan comentando qué parejas les gustaría basándose en como hago que los personajes se relacionen entre ellos.

Yo sé que querrán que su pareja favorita se quede junta y eso, qué más quisiera yo que complacer a todos, pero también quiero que le den una oportunidad a las otras parejas, ¿si? Así que espero que puedan dejar sus comentarios con respecto a esto y al final la pareja que más aceptación tenga será la que probablemente termine desarrollando un romance épico mejor que el de "Crepúsculo" al final del la historia xD.

Sé que esto ya se alargó, así que les dejo la trivia de este capítulo y les dejo seguir leyendo los otros fics que planeaban leer hoy je, je. Gracias si leyeron hasta aquí ♥

TRIVIA

1. La línea del tiempo del fanfic se suponía que tendría lugar en algún punto lejano de la historia, pero debido a mi falta de conocimiento sobre el manejo del tema decidí que mejor lo dejaría en una época reciente, aunque no exactamente la era moderna.

2. Al principio no me decidía si quien debía conducir el auto era Nagisa o Haruka, Al final elegí al delfín porque así lograría que fluyera mejor la última escena.

3. Nagisa llama a Makoto por su nombre completo en lugar de solo "Mako". Aunque estamos todos acostumbrados al "Mako-chan" de Nagisa preferí que le llamara por todo el nombre porque no me agradó como sonaba el "Mako" sin el honorífico, y puesto que no están en Japón no lo puedo agregar. Si prefieren que le llame "Mako" aún estoy a tiempo de cambiarlo para el próximo capítulo.

4. La idea de hacer esta trivia se me ocurrió cuando leía manga. Estaba leyendo las notas del mangaka y me pareció divertido que comentara sobre sus preocupaciones y cambios durante el transcurso de la historia, así que decidí intentarlo también.


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