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El color del mar por OlivierCash

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Notas del capitulo:

Debido a que mañana voy a estar en un lugar sin Internet, subo el capítulo un día antes :)

 

Antes que nada recordar que la obra original fue escrita y dibujada por Masami Kurumada y el Lost Canvas por Shiori Teshirogi

 


Ese domingo, Defteros salió a hacer una compra rápida a una tienda que estaba abierta las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Mientras caminaba hacía su casa, con la bolsa de plástico repleta de productos ya que la compra no había sido tan pequeña como había querido, sintió como que algo se movió a su lado, lo pudo ver por el rabillo del ojo.


 


No fue como cuando algo pasa volando por el viento, sino que se pareció más a algo flotando. Miró en varias direcciones para ver si encontraba algo más, pero todo parecía normal. En ese momento se dio cuenta de que estaba justo en frente de la casa de Shion.


 


De nuevo, le pasó, pero al igual que la vez anterior, no pudo ver nada. No era la primera vez que veía objetos moviéndose de manera estaña, pasando de forma disimulada cerca suyo. Esos sucesos solo se daban cuando pasaba una cosa. Y esa cosa era que Shion estuviera o deprimido o muy enfadado, o ambas cosas.


 


Defteros suspiró y decidió hacerle una visita para ver que le ocurría y asegurarse de que estuviera bien. O al menos calmarlo un poco antes de que cualquier persona volviera a difundir leyendas de fantasmas. Siempre que Shion se enfadaba o deprimía, estas leyendas se multiplicaban.


 


Se acercó a la puerta y llamó al timbre. Lo único que pudo hacer más, fue quedarse de pie, esperando a que Shion bajara a abrirle. Conforme se fue acercando, si prestaba atención, pudo escuchar como sus pasos se iban acercando. Así hasta que le abrió por fin.


 


 


Cuando le abrió le miró un poco con cara de poco amigos, sin embargo se relajó en seguida y se le quedó mirando con su cara seria habitual, aunque un poco más triste de lo normal.


 


—Defteros—murmuró sorprendido de verlo.


 


—Buenas días—saludó el nombrado—¿Cómo estas?


 


Con solo verlo, se dio cuenta de que lo que estaba era deprimido, eso si, con algo de ira acumulada. En verdad se le veía bastante triste, si hubiera sido otra persona, seguramente habría estado llorando. Pero él era demasiado orgulloso como para permitirse llorar.


 


—Hoy no llevo un buen día.


 


—Ya lo veo...


 


Defteros señaló con la cabeza hacía una de sus laterales, por ahí había visto pasar algo que flotaba de una manera extraña. Shion captó a la primera a lo que se refería y pareció concentrarse para evitar que eso siguiera ocurriendo.


 


—Pasa—invitó Shion.


 


Se apartó y se metió dentro, para que Defteros pudiera entrar. El de pelo azul así lo hizo y fue a la pequeña sala de estar que había junto a las escaleras, para sentarse ahí. No era la primera vez que estaba en esa casa y tenía la suficiente confianza con Shion como para hacer algo así.


 


—Voy a preparar algo de café—le dijo Shion, mientras subía a la cocina.


 


Defteros dejó la bolsa de plástico en el suelo, junto al sillón, un poco apartada para que no molestase. Mientras esperaba a que el rubio bajara, le echó un ojo al lugar. Estaba muy ordenado, ni siquiera parecía que Manigoldo viviera ahí, lo único que podría delatar su presencia, era una taza con imágenes de unos cangrejos adorables. La taza se encontraba pegada, sin duda se había partido en mil pedazos.


 


Shion no tardó mucho en bajar con dos tazas de café, las dejó sobre la mesa de cristal que había frente al sillón y se sentó al lado de Defteros. Hubo un detalle que Defteros notó, Shion no había puesto los posavasos.


 


—Esa taza se la regalé a Manigoldo, pero al idiota se le cayó antes de abrirla y me tocó pegarla—explicó al notar que Defteros miraba con curiosidad la susodicha taza.


 


Entonces Defteros cayó en que no había visto a Manigoldo y este solía pasar los domingos a la mañana con Shion. Entonces, algo había pasado entre ellos y Shion se había deprimido.


 


—¿Qué te pasa?—preguntó por fin Defteros.


 


El rubio miró cabizbajo su taza de café.


 


—He discutido con Manigoldo.


 


La respuesta fue clara y concisa. Y Defteros solo asintió sin saber que decirle al respecto. Alguien le había comentado que esos dos no llevaban una temporada muy buen y en ese momento se había chocado de lleno con esa situación. Y a decir verdad desconocía como podía ayudar a Shion, puesto que este no le iba a decir que era lo que le pasaba con Manigoldo.


 


—Vaya...lo siento mucho—tanteó—Espero que no fuera muy grave...


 


El rubio se encogió de hombros y decidió tomar un poco de su café. Defteros hizo lo mismo, ya que se había molestado en hacérselo.


 


—Es...complicado—admitió Shion—Simplemente, Manigoldo se contradice de una manera muy rara y ya no se como tomármelo.


 


Defteros instantáneamente supo, que eso sería lo único que Shion le contaría al respecto. A decir verdad, puesto que estaba intentando animarlo, hubiera agradecido que Shion le hubiera dado alguna información más, por pequeña que hubiera sido. Pero bueno, Shion era una de esas personas que parecían saber mucho de muchos, pero poquísimos sabían ciertas cosas de él.


 


Por lo que, siendo que ya no le iba a sacar mucho más, por lo menos Defteros decidió estar con él hablando de cosas sin importancia, por el simple hecho de pasar el rato y que no se sintiera solo. Ese día no tenía nada que hacer y no tenía que trabajar, por lo que podía permitirse emplear su tiempo en Shion.


 


—¿Cómo era Asmita de pequeño?—preguntó Defteros en un momento dado, de verdad tenía curiosidad de saber eso.


 


El rubio se le quedó mirando un poco pensativo, a decir verdad, cuando habían sido pequeños él y Asmita no habían tenido la mejor relación del mundo, por ello prefería tener cuidado a la hora de responder esa pregunta.


 


—Era alguien muy solitario,ahora también lo es un poco, pero antes podía llegar a ser hostil por ello—se quedó callado cuando sintió que no se estaba haciendo entender bien—Digamos que aunque ahora es un poco solitario, no le importa hacer amigos, incluso le agrada, antes no era así, fue cambiando poco a poco—suspiró—La verdad es que no conseguimos llevarnos medianamente bien hasta que crecimos, por ello no te puedo decir mucho, lo veía como alguien a quien no soportaba—se lamentó.


 


De pequeño siempre intentó llevarse bien con Asmita, pero no lo logró. A lo mejor eran demasiado orgullosos para ello o veían el mundo de maneras muy diferentes. Incluso lo más probable es que fuera por ambas razones. El asunto era que de pequeños no se llevaban del todo bien y Asmita nunca le había creído sobre lo de las voces que escuchaba.


 


—Ya veo, bueno, todos cambiamos mucho conforme crecemos—dijo Defteros—Me alegro que ahora ya os llevéis bien.


 


Continuaron hablando durante un buen rato, tanto que sin darse cuenta, comenzaron a tener algo de hambre. Todavía era un tanto pronto para comer, pero tenían hambre y eso les dio igual, por lo que ambos acabaron un poco de comida rápida. Shion no estaba con ganas de cocinar. Incluso se lo comieron en la mesa del café. Luego Shion dejó los platos para fregar, dijo que ya los fregaría más tarde, cuando Defteros se fuera. Así estaría entretenido un rato más.


 


—Creo que aprovecharé para limpiar ya que no esta Manigoldo, de normal le obligo a él que limpie porque le jode bastante, pero hoy quiero entretenerme. Ademas, así podré aprovechar para buscar unas cosas que hace tiempo que no veo—comentó, un tanto distraído organizando sus pensamientos.


 


—Eso me recuerda a una cosa—comentó Defteros, algo contento—¿Sabés que me salió el otro día mientras limpiaba?—pregunto, aunque sabía que Shion no lo adivinaría. El rubio solamente negó, esperando a que Defteros respondiera—El pañuelo que me diste el día que nos conocimos.


 


Shion se sorprendió ante eso, en verdad no se había esperado que Defteros todavía guardara ese viejo pañuelo que le prestó ese día y que nunca volvió a ver. Aunque a decir verdad, le tenía cierto cariño a ese pañuelo, pero tenía otras cosas mil veces más importantes.


 


—¿Aun lo guardas?—preguntó sorprendido.


 


—Si—contesto Defteros, siendo bastante obvia esa respuesta—En su día quise devolvértelo, pero al final siempre se me olvidaba cogerlo o donde lo guardaba—admitió Defteros—Ya sabes, esas cosas que pasan.


 


—Creme, puedes quedártelo.


 


Defteros asintió, no lo diría en alto, pero había tenido intención de devolverle ese pañuelo a Shion, especialmente ya que lo había encontrado. Sin embargo, por alguna razón, se sintió bien al saber que este se lo daba. A lo mejor ya se había acostumbrado a ese pañuelo y ya lo sentía como suyo. Sin dudarlo, para Defteros tenía más valor del que tenía para Shion.


 


La conversación avanzó por asuntos más banales durante un rato más. Hasta que de repente, Shion dio una pequeña vuelta de tuerca, que avergonzó un poco a Defteros.


 


—Antes me has hablado de Asmita—comentó Shion—Pero, ¿habéis quedado ya?


 


El de pelo azul miró hacia otro lado como quien no quiere la cosa, la verdad era es que no lo había hecho. Tenía ganas de hacerlo, pera cada vez que cogía el móvil dispuesto a enviarle un mensaje. Se llenaba de dudas. Temía mandar la intención equivocada, porque no podía dejar de pensar en si podría molestar a Aspros si se llevaba demasiado bien con su prometido o si pasaba demasiado tiempo con él. Por ello las veces que estuvo dispuesto a enviarle algo a Asmita, todo acabó en agua de borrajas.


 


—No—admitió con cierta vergüenza.


 


—Me preguntas a mí por él, pero no te atreves a hablarle—comentó Shion, para luego dar un largo suspiro—Si tienes dudas sobre él, ten una conversación con él.


 


Ojalá le hubiera resultado tan fácil como parecía en las palabras de Shion. Pero por alguna razón, no lo era. Quería quedar con él, el propio Asmita le había dicho que vale, pero no se atrevía a dejar las cosas claras y poner un momento concreto para hacerlo. No quería parecer precipitado o Dios sabe lo que no quería parecer.


 


—Lo haré, no te preocupes—se excusó Defteros—No se porque te interesa tanto mi relación con Asmita—comentó Defteros.


 


Shion estaba un poco entretenido escribiendo algo en el móvil, pero asintió cuando le habló. Por lo que supuso que le había escuchado, lo que no tenía tan claro era que le hubiera entendido.


 


—Si, eso dicen todos y luego, no quedan ni nada—dijo Shion, pues si que le había entendido—Simplemente os conozco a los dos y ya que parecéis querer ser amigos, pero ninguno de los dos parece que vaya a dar el siguiente paso...—se quedó unos momentos callado—¿La semana que viene vas de mañanas, no?


 


Defteros asintió ante esa pregunta sin saber bien que tenía que ver con todo eso, a lo mejor quería quedar con él un día de esos o quien sabe qué. En ese momento que se fijó bien, se percató de que el modelo de móvil de Shion, era exactamente igual al suyo, pero no comentó nada al respecto porque no venía a cuento.


 


—¿Por qué lo preguntas?


 


—Por nada en especial, simple curiosidad—respondió Shion, dándole largas.


 


—Vale—dijo Defteros, ya estaba demasiado acostumbrado a que Shion le ocultara cosas como para que le extrañara en ese momento. Por ello decidió volver al tema en el que estaban—Te aseguro que no pasara eso y que le diré de quedar—insistió Defteros.


 


Por instinto, posó la mano sobre el bolsillo en el que solía llevar el móvil. Sin embargo, este no se encontraba ahí. Algo alarmado lo llevó al otro bolsillo, tenía que estar ahí, pero tampoco. Se preocupó, no podía ser, no podía ver que hubiera perdido el móvil.


 


En ese momento, cuando estaba agobiado, se le ocurrió levantar la cabeza y mirar a Shion, el cual le observaba con una extraña sonrisa y un móvil en la mano. Entonces una bombilla se le encendió en la cabeza, por supuesto que ese móvil era igual al suyo, era lo que tenía que fuera su móvil. Y Defteros sintió que se le helaba la sangre, porque como Shion viera alguna de las conversaciones que tenía ahí, no le volvería a hablar en la vida.


 


Para su fortuna, Shion no le cotilleó más de lo necesario el móvil y se lo pasó cuando Defteros se dio cuenta. Este lo cogió rápidamente para ver que era lo que había hecho Shion. No estaba enfadado con él, más bien estaba asustado. Asustado por lo que podría haber visto y por como le había quitado el móvil sin que se diera cuenta y a decir verdad, sin acercarse a él, algún día le tendría que preguntar seriamente sobre sus habilidades.


 


Sintió gran alivio al ver que lo único que había hecho era enviarle un mensaje a Asmita quedando el martes de la semana que estaba por comenzar, a la tarde, frente a la entrada del puerto, para pasear a sus perros.


 


—¿Qué has hecho?—preguntó Defteros, incrédulo.


 


El rubio simplemente se encogió de hombros y miró hacía otro lado. La discusión con Manigoldo le había afectado más de lo que Defteros había esperado, ese comportamiento no era propio de él. Y en ese momento, lo único que podía hacer era esperar la respuesta de Asmita. La esperó con bastantes ganas y sin dejar de mirar el móvil.


 


Por su parte, el mencionado Asmita. Se encontraba tumbado en su sillón y junto a él, estaba Manigoldo sentado en su sofá. Parecía que habían pillado esa perezosa costumbre después de comer.


 


Ese día habían cambiado el lugar al que iban a comprar la comida, lo habían comprado en un griego, que era como un turco, pero algo diferente, especialmente en las salsas. Les había gustado y en esos momentos estaban en plena digestión.


 


El silencio en el que se habían visto envueltos, fue interrumpido por el sonido del móvil de Asmita. Este lo sacó de su bolsillo para mirar el mensaje. Manigoldo le echó una ojeada de curiosidad. Asmita tenía una aplicación en el móvil que le leía los mensajes, por lo que cuando le dio, Manigoldo lo escuchó.


 


—¿Por fin él ha dado el primer paso y te ha pedido una cita?—cuestionó Manigoldo, divertido.


 


—No es una cita Manigoldo—aseguró Asmita, hasta él mismo sabía que era inútil, Manigoldo le insistiría de todas maneras.


 


—Si que lo es—insistió, ya solo por molestar un poco.


 


—Vale Manigoldo, es una cita—le dio la razón Asmita tan tranquilo, solo para ver si así se callaba un poco—Pero ahora callate, que tengo que responder y no me apetece que se te oiga de fondo.


 


Manigoldo asintió, haciendo con su mano el gesto que imita a que su boca estaba cerrada con una cremallera y que obviamente, Asmita no vio. Pero le bastó con no escucharle.


 


En ese momento, llevo su dedo a donde había que pulsar para enviar una nota de audio y así responder a Defteros.


 


—Por mi perfecto, así que el martes nos vemos.


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