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El color del mar por OlivierCash

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Notas del capitulo:

Saint Seiya pertenece y ha sido dibujado por Masami Kurumada y el Lost Canvas por Shiori Teshigori.

Si uno se fija bien en el mar, no es tan azul como se piensa en un principio. El mar esta teñido de cientos de colores que cambian constantemente dependiendo de la luz del Sol. Desde su posición, podía ver diferentes tonos de verde, azul y amarillos en su mayoría, por no hablar de los morados o los colores tierra.


 


Era por eso que le gustaba ese pequeño bar que se encontraba por una zona poco transitada del Paseo Marítimo. En ese punto el Paseo Marítimo se volvía tan estrecho que ya ni pasaba ningún vehículo por él.


 


En esa parte no había playa, solo rocas. Por lo que en esa zona estaba prohibido bañarse, eso si, muchos pescadores solían pescar desde esas rocas. O incluso buscaban entre las propias rocas, las cuales se encontraban repletas de cangrejo. Y de vez en cuando aparecía alguno que otro pequeño pulpo.


 


A lo lejos se veía la otra parte de la ciudad, o más bien, de ese pueblo grande. Las casas se volvían azules conforme más alejadas estaban. Si uno daba un barrido por la ciudad, llegaba hasta el puerto, el cual que encontraba en una anormal tranquilidad. Los barcos no zarpaban, las velas solo se movían por el tenue viento que soplaba, no había nada de movimiento y todo se veía tan silencioso. Y lo peor de todo, nadie sabía cuando acabaría eso. Al igual que nadie sabía de momento, quién había provocado esa explosión.


 


Él tenía más de un sospechoso y la verdad, esperaba que solo hubiera sido un simple accidente, soñar era gratis y por el momento, algo que podía permitirse.


 


—Te veo de mejor humor del que esperaba—Habló una voz frente a él.


 


Parpadeó varias veces para volver a la realidad y poder ver a ese joven de pelo azul celeste y poseedor de una belleza indescriptible, que le miraba con su cara seria habitual.


 


—Hola Albafika—saludó Shion, una vez volvió al mundo real—.Si me hubieras visto la noche de la explosión, si habrías podido apreciar el mal humor en el que estabas pensando.


 


Sin comentar mucho más al respecto, Albafika se sentó frente a él, dando la espalda al mar.


 


—¿Tú como lo llevas?—preguntó Shion.


 


—No muy bien, llevo días sin poder trabajar, es complicado vender pescado cuando no te llega el pescado—contestó Albafika—.La diferencia es que yo puedo hacer alguna que otra llamada y mañana vuelvo a trabajar—Shion le miró con curiosidad ante eso, por lo que Albafika decidió sacarle de sus dudas—.Es tan fácil como pedir que me traigan el pescado de un pueblo cercano.


 


El rubio asintió sintiendo estúpido por una solución tan obvia.


 


—Cierto...—admitió—.Por lo demás, ¿qué tal te va?


 


Ellos eran amigos, en la actualidad no se veían tanto como antes, pero seguían siendo amigos. Había cosas que seguían igual entre ellos, por ejemplo, Shion era de las personas que más frases lograba sacarle a Albafika. Y Albafika era una persona que con su simple presencia, lograba calmar a Shion.


 


—He estado mucho peor.


 


Esa era la particular manera que tenía Albafika para decir que, dentro de lo que era él, le iba bien. Y Shion se alegró poder escuchar eso.


 


—¿Sigues yendo por esa floristería?—preguntó Shion.


 


—Si, me llevo bien con el dueño y su hija—contestó—.Además, de vez en cuando me relaja volver a hacer algo de adorno floras, o regar plantas. Hace años que no tengo ni un cactus en mi casa.


 


Shion lo sabía, recordaba a la perfección el día que Albafika prácticamente había tirado las flores que tenía en casa a la calle. Recordaba como él temía que algún día se arrepintiera de todo eso y por ello, se encargó de coger cada una de las plantas y llevárselas a su propia casa. Le dio pena que ni él ni Manigoldo tuvieran mucha mano con las plantas. Sus buenas intenciones acabaron o muy secas, o podridas por el exceso de agua.


 


Por ello se dijo que si algún día veía a Albafika con ganas de alguna planta, él sería el primero en comprarle una y mantenerse lo más alejado de ella para que pudiera vivir con prosperidad.


 


—¿Ahora te ha dado por volver a tener alguna en casa?


 


Albafika negó al instante. Todavía no se sentía ni con ganas ni ánimos para eso.


 


—Prefiero ir un momento, hacer algún centro o ramo y luego olvidarme, que volver a vivir rodeado de flores.


 


—Hace años dijiste que me harías un centro de flores, todavía sigo esperando—comentó Shion en broma.


 


—Cierto, la verdad es que ya va siendo hora de que te lo haga.


 


El rubio negó de una manera muy exagerada y un tanto estratificara ante eso. Solo lo había comentado como una broma, no quería causarle molestias a Albafika con eso.


 


—No hace falta que lo hagas, solo lo decía en broma.


 


—Pues yo lo digo en serio—insistió Albafika—.Si tengo que hacer un centro de flores, prefiero hacértelo a ti que hacerlo por hacerlo.


 


—Pero no quiero que hagas un centro de flores solo por mí.


 


—Lo iba a acabar haciendo de todas formas, mejor dártelo a ti.


Al final, Shion decidió que no quería continuar llevándole la contraria a Albafika, por lo que cedió y acabó asintiendo.


 


—Muy bien, como quieras.


 


Albafika le dedico su sonrisa de victoria cuando Shion por fin cedió. Si Albafika podía sentirse orgulloso de algo, era que dentro de lo que era Shion, solía dar su brazo a torcer bastantes más veces de lo que era habitual para el rubio.


 


—Creo que usaré flores rosas, combinan con tus ojos y dudo que a Manigoldo le haga gracia eso de tener algo de color rosa en casa.


 


Pese a su relación fallida con Manigoldo, Albafika no le guardaba ningún rencor. Era más, incluso extrañaba su presencia, era una pena que después de romper, Manigoldo había huido espantado. Como si no quisiera herirlo. A ver, en su momento no se lo tomó bien, mas, conforme el tiempo fue avanzando, se dio cuenta de lo buena idea que había sido romper, para ambos.


 


Pero a Shion no era el tema de Manigoldo lo que había hecho que mirara a Albafika de una manera tan incrédula, sorprendido por algo, muy sorprendido por ese algo.


 


—Mis ojos no son rosas—murmuró Shion, muy, pero que muy, inquieto.


 


—Si que lo son—aseguró Albafika, sin comprender el porque Shion parecía haber visto un fantasma en ese momento—.Siempre me ha parecido un color curioso, ¿nunca te lo he mencionado?


 


El rubio negó ante eso, se le notaba extraño, con la cabeza en otra parte. Albafika no tenía nada como para verle los ojos rosas, debía ser un error, tenía que serlo.


 


—Mis ojos son marrones—aseguró Shion, mirando a Albafika como si hubiera cometido el mayor pecado del mundo.


 


Ante eso incluso Albafika dudó, a lo mejor estaban en un lugar con luz rosada y le pareció que el color de Shion era rosa. Y como le llamó la atención, se quedó con que eran de ese color. Por ello se le quedó mirando fijamente, si eran marrones como Shion juraba perjuraba, de ese color tendría que verlos.


 


—Son rosas—dijo Albafika, todavía miraba fijamente a Shion a los ojos—Para mi son rosas.


 


Shion asintió muy pensativo. Así que Albafika le ocultaba algo. Bueno, a decir verdad él mismo no era el indicado para reprocharle a Albafika por ocultarle ese tipo de cosas, de todas maneras, él nunca se lo había dicho a Albafika.


 


No estuvo mucho tiempo pensando sobre ese tema, no quería verse sospechoso. En cuanto pudo, cambió de tema totalmente. Albafika se dio cuenta, sino lo hubiera hecho, habría sido bastante estúpido por su parte. Mas, no le dijo nada al respecto y continuaron hablando como si no pasara nada.


 


Comieron en ese bar, de todas maneras no tenían prisa. Y a Shion, Manigoldo le había dicho que se iba a comer con Asmita, por lo que prefería comer con la compañía de Albafika, que solo en casa.


 


—¿Cómo esta Manigoldo?—preguntó Albafika en mitad de la comida.


 


El de cabellos celestes solía preguntarle directamente sobre Manigoldo, nunca daba rodeos con ese tema. Al contrario que Manigoldo, quien parecía tener ese tema como algo tabú. Le daba pena por el estúpido de su pareja, quien no se daba cuenta de que Albafika no le guardaba ningún rencor por su relación fallida.


 


—Bien, como siempre—contestó Shion, a decir verdad, no tenía demasiadas ganas de hablar sobre Manigoldo, continuaba bastante molesto con él—.Aunque últimamente esta bastante de malas por todo lo que pasa en el puerto, entre los robos y lo de la explosión...Esperemos que ahora tal como esta el puerto, no roben nada, que los pescadores le tienen un miedo a eso…


 


—Muchos pescadores que venían a traerme pescado se quejaban de los robos—comentó Albafika—.Me imagino que ahora se estarán subiendo por las paredes.


 


El rubio asintió ante eso, ese tema parecía ir de mal a peor. En esos momentos tenía demasiadas cosas en la cabeza que le provocaban dolor de cabeza.


 


—¿Te pasa algo con Manigoldo?—preguntó Albafika de repente.


 


Debía haber sido demasiado obvio con el tema, puesto que Albafika no era de los que hacían ese tipo de preguntas. Ahí estaba uno de los mencionados temas que le provocaban dolor de cabeza.


 


—Estoy algo enfadado con él, nada más.


 


Pero si era algo más y Albafika sabía lo suficiente de los dos como para olérselo. El de pelo celeste había visto muchas veces a Shion enfadado con Manigoldo, tantas que ya sabía distinguir la causa de cada enfado. Y pese a llevar años sin ver ese tipo de enfado, todavía no lo había olvidado.


 


—¿Ha vuelto a hacerlo?—preguntó, tan impasible como de normal—.Porque como lo haya hecho estando contigo, lo suyo ya no tiene remedio.


 


Le apenaba, no lo demostraba. Pero a Albafika le apenaba que eso le pasara a Shion.


 


—No lo sé—admitió Shion muy, pero que muy frustrado—.No tengo ni idea—apretó sus puños, por no golpear lo que más a mano tuviera.


 


Lo que más le gustaba cuando salía a correr inmediatamente después de comer y antes de entrar a trabajar, era que podía disfrutar del Paseo Marítimo para él solo. A esas horas no pasaba ni un alma por él.


 


Podía disfrutar de no tener que ir evitando a la gente, y aun mejor, podía disfrutar del agradable aroma del mar, de su melódico sonido, del ambiente que se creaba a su alrededor. Sin duda, amaba el mar, desde pequeño le había gustado. Desde que era pequeño le había encantado, había quien le decía que si viviera junto al mar se le acabaría pasando, que a la gente que vivía en ciudades con playa al final había quienes le acababan pillando hasta asco. Ni mucho menos era su caso, al contrario, sentía que cada día, el mar le gusta un poco más que el día anterior.


 


A lo lejos del paseo, pudo ver una persona caminando por paseo. Siempre que corría, cuando se cruzaba con alguien, se distraía imaginándose quién sería. O como sería su vida. Mas, conforme se fue acercando, se dio cuenta de que en ese caso no le haría falta imaginarse nada, conocía a esa persona. Eso fue lo que le impulsó a correr más rápido y con una radiante sonrisa en la cara.


 


Conforme se acercaba, notó que la otra persona le había reconocido y se quedó quieto para esperarlo. Él, por su parte, corrió aun más rápido. Tanto que cuando por fin llegó hasta su lado, notó como le faltaba un poco de aire.


 


—No deberías haber corrido tanto solo para saludarme—le reprochó Shion con una sonrisa amistosa.


 


Dohko aspiró un poco de aire, esperando a que su respiración se regulara. Una vez hecho, miró a Shion con una gran sonrisa.


 


—Tenía miedo que te diera por huir de mi—aseguró Dohko, fingiendo que lo decía serio, mas al decirlo con esa sonrisa, su seriedad se esfumaba.


 


—Nunca me darías tanto miedo como para que quisiera huir de ti—aseguró Shion, siguiéndole la broma a Dohko.


 


—¿De verdad que no?—preguntó Dohko, mientras con sus manos hacía ademan de asustarlo.


 


El rubio soltó unas suaves carcajadas y negó ante eso.


 


—Cien por cien seguro, me das tanto miedo como un lindo gatito.


 


—La gente me suele comparar más con un tigre—aseguró Dohko, moviendo sus manos como si fueran unas zarpas.


 


—¿Y si para mi un tigre es un lindo gatito?


 


—Entonces tienes un concepto muy extraño de las cosas.


 


Tras esas palabras, se quedaron en silencio unos segundos, para acabar riéndose a carcajadas. Una vez que dejaron de reírse, pasaron a los típicos saludos y a contarse un poco lo que habían hecho ese día. Shion le contó a Dohko que había estado comiendo con un amigo. Dohko ni le preguntó que amigo era, Shion conocía a tanta gente que a veces cuando le hablaba de esas personas, Dohko sentía que le explotaba la cabeza. Por su parte, Dohko había pasado un día totalmente tranquilo y sin ninguna novedad.


 


En ningún momento tomaron asiento, se quedaron en el mismo punto en el cual se habían encontrado. Total, Shion había estado mucho rato sentado y Dohko había salido a correr un poco.


 


—Hace días que no te veo por la tienda— apuntó Dohko.


 


—No puedo ir a trabajar y estos días he aprovechado para hacer otras cosas—contestó Shion—. Aun así, tengo intención de pasarme en algún momento, extraño mis pastelitos de limón.


 


—¿Cómo va lo del puerto?—preguntó Dohko.


 


Hasta el momento lo único que había oído sobre el tema, habían sido rumores. Por lo que se dijo que esperaría hasta cruzarse con Shion, quien sabría de primera mano lo que pasaba. Y así fue, Shion le contó lo poco que sabía.


 


—Voy a estar un tiempo sin trabajar—se lamentó Shion—Aunque no te preocupes, seguiré pasándome por la tienda para verte—aseguró Shion, sonriendo un poco—Si lo pienso bien, nos vamos a pasar la mitad de las fiestas juntos.


 


Las ganas que tenía Dohko de que fueran las fiestas y poder pasar tanto rato cerca de Shion, eran inabarcables. Para su desgracia, las palabras de Asmita le pasaron por la cabeza y eso le fastidió un poco el momento. Sabía que Asmita tenía razón, sabía que Shion tenía a alguien. Y aun así, quería pasar tiempo con él. No tenía ninguna segunda intención, solo quería disfrutar de su compañía. Solo quería intentar olvidar que nunca serían nada más que amigos.


 


—Que sepas, que esta vez no me he olvidado que el sábado tenemos ensayo—dijo Dohko, tras estar unos segundos callado—Y que no me importa que no te pases por la tienda, lo que realmente me importa, es que estés bien.


 


El rubio le miró algo sorprendido por esas palabras, la sorpresa se transformó en una sonrisa de gratitud.


 


—Gracias, te aseguro que lo estoy.


 


Dohko le miró no muy convencido de esas palabras. No sabía el qué era, mas había algo en Shion que se le hacía raro, notaba a la legua que algo le tenía deprimido. A simple vista parecía estar perfectamente, pero Dohko lo conocía demasiado bien.


 


—No se yo—comentó.


 


El rubio fue a decirle algo, mas se calló cuando Dohko le dio un pequeño golpe en sus puntitos. Era su manera de picarlo, de decirle que no le creía y bueno, en resumen era el comodín que usaba cada vez que podía.


 


Y si, Shion sabía perfectamente que Dohko estaba colado por él. Mas que nada porque el no notarlo era ser más ciego que Asmita. Pero se hacía el tonto, porque para su desgracia, estaba enamorado de Manigoldo y a Dohko solo lo veía como un amigo, su mejor amigo y nada más. Lo había intentado, había intentado quererle, mas no lo había logrado. Por ello siguió haciéndose el idiota, porque Manigoldo era jodidamente celoso y eso le ponía de los nervios. Así que no quería ni imaginar como se pondría si descubría que sabía lo que Dohko sentía por él.


 


El saber algo, el saber tantas cosas, el poder intuir el futuro. Todo eso no le servía para nada con Dohko. Porque a decir verdad, no tenía la menor idea de como manejar ese tema.


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