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Enredos de oficina por RedGlassesGirl

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Notas del capitulo:

En este capítulo se habla mucho de la ciudad de Sapporo. Todos los lugares que se nombran son destinos turísticos reales y queda bastante explicado cada uno de ellos en la historia por Yuuri u otros personajes. Si quieren saber más sobre ellos también pueden googlearlos. No estoy incluyendo notas sobre cada cosa para no interferir tanto con el texto. Decidí tampoco incluir notas sobre las comidas típicas que se nombran por la misma razón.

 

Enredos de oficina – Capítulo 2

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Con toda la tristeza que el corazón roto de un padre puede soportar, he empacado todas mis cosas y las de P en su maleta propia. Ya hice un recuento tres veces de que esté todo lo que necesita, incluyendo una lista con indicaciones de cómo darle sus medicamentos. Me siento triste aunque aún es sábado y me quedan días con él, pero he preferido tener las cosas organizadas con tiempo. Mi culpa aumenta porque he quedado con Murata para ir a ver un partido y dejare solo a mí querido amigo esta noche. Gracias a eso ahora está disfrutando el lujo de dormir aplastándome mientras veo las noticias recostado en el piso.

Se hace la hora de salir así que dejo a P en su cucha, tomo lo mínimo indispensable y me voy. Las calles de mi vecindario son más tranquilas que las zonas céntricas de Tokyo, pero al llegar a la estación de trenes comienza a aumentar la cantidad de gente de forma abismal. Viajo parado sintiéndome ajeno a los oficinistas que me rodean, por suerte yo no trabajo nunca horas extras los fines de semana. En este momento estoy en mi versión deportiva, pantalones de jean y una sudadera azul con bolsillos delante.

Murata me espera frente al estadio, cuando me ve sonríe y me saluda con la mano. Envidio su popularidad con las chicas, aunque siempre ha sido un chico con anteojos súper inteligente, su personalidad es todo lo contario al estereotipo que uno esperaría. Ken es alegre y bastante atractivo, con un sentido de la moda mucho mejor que el mío y facilidad para hablar con todas las personas. Además, tiene una actitud un tanto extraña y suele comportarse de forma tonta para resultar más simpático. Pero es como suele decir mi hermano, si eres inteligente la ventaja es que puedes fingir ser idiota, lo contrario es imposible. Hacerse el tonto para pasarla bien, ese sería un buen resumen sobre su personalidad.

—¿Esperaste mucho?

—¿Ya vas a comenzar con el dialogo de cita de nuevo? Si vas a enamorarte de un hombre, que no sea tu mejor amigo.

—¿Disculpa? Yo no soy el que admitió que no le importaría salir con chicos durante la secundaria alta solo con tal de incrementar su popularidad.

—Touché. Igualmente, para cómo está tu situación tal vez podrías comenzar a pensar si jugar para el otro equipo es de alguna ayuda.

—No estoy interesado en los hombres, gracias. Lamento dejarte sin esperanzas.

Gracias a la estupidez de siempre de mi amigo la gente comienza a mirarnos. Parece que las chicas apreciaban a un hombre joven solo bien vestido esperando en este lugar, pero ahora creen que somos una pareja, no es algo que nos pase seguido pero no es la primera vez. Lo apresuro a que entremos al estadio mientras hablamos.

—¿Tienes mi entrada? —me pregunta Muraken.

—Sí, las compre el mes pasado.

Él suspira y se queja como siempre: —Nunca vas a curarte, a veces me arrepiento de haberte insistido para que retomaras el béisbol en el instituto.

—¿Por qué? Ya te dije que estoy bien así. Y el béisbol no tiene nada que ver con mi baja popularidad.

—Eso es lo que tú crees.

—Estas exagerando.

—Muchas de las chicas con las que has salido no piensan lo mismo, Sr. de las conversaciones aburridas unilaterales.

—¡Hey! No me digas que has estado ligando con las chicas que me han dejado.

—Es un poco triste que admitas que te han dejado… —dice en voz baja— Tal vez me he visto con algunas.

—¡Eso es romper todos los códigos de la amistad masculina!

—¿Códigos de la amistad masculina? —se ríe—. No ha sido nada serio, no lo tomes tan a pecho.

—A diferencia tuya, yo no puedo no tomar mis relaciones enserio.

—Nada de sexo sin amor, ¿verdad? —Ken me mira por sobre sus anteojos sonriente.

Me ruborizo un poco, me exaspera que pueda hablar de todo tan a la ligera. —Lo lamento si no puedo cambiar mi forma anticuada de pensar de siempre.

—No te ofendas. Dame las entradas —me pide riendo a costa mía, se las doy y se acerca al molinete para que las corten.

Entramos al estadio y la mayoría de los asientos ya han sido ocupados. Comienzo a emocionarme y me adelanto mientras Ken me grita que deje de actuar como si fuera un niño. No le hago caso, es imposible que deje de emocionarme cada vez que entro a un domo. Algunas gradas arriba están vacías, me ubico en el medio y me quedo parado mientras Muraken sube hasta aquí. No hay nada como esa sensación que llena mi pecho al recordar el rugido de la multitud durante un partido, las luces del estadio, ver la cancha de béisbol desde arriba. ¿Cómo se sentiría estar parado allí, sería diferente a lo que siento aquí? Tal vez nunca pueda comprenderlo, aunque intente multiplicar este sentimiento por millones.

Mientras yo estoy en mi propio mundo, Ken llega agitado luego de saltar varios escalones.

—Oye, pareces estar en peor forma de lo que deberías.

—No es eso. No solo no soy como tú que vive obsesionado por ejercitar su cuerpo, si no que vengo de un gran almuerzo con mis padres. Creo que fue mala idea apresurarme tanto.

—No vayas a descomponerte justo el día del partido —mi amigo se queja con la mano sobre su boca de que me preocupo más por perderme el partido que por cómo se siente. ¡Pero lo último que querría seria terminar en una guardia de hospital cuando ni siquiera he visto el primer lanzamiento! —Es raro que veas a tus padres juntos, era alguna ocasión especial.

—Querían convencerme de ir a un omiai[1].

—¡¿Omiai?! —comienzo a reírme sin poder evitarlo—. Justo tú, un omiai. Me tomas el pelo pero tus padres también están desesperados por conseguirte una esposa. Aunque un omiai es algo extremo, es tan anticuado.

—Ni que lo digas. Pero cambiando de tema, ya que ninguno de los dos tenemos nada más que decir de nuestra vida amorosa, ¿qué tal el trabajo? ¿Qué paso con tu proyecto?

—Cierto. Hace tanto que no nos vemos que te has enterado de algunas cosas pero no de otras. Para hacerte un resumen rápido: lo perdí, tuve que trabajar en muchas otras cosas durante unos meses y ahora lo he recuperado a medias.

—Algo había escuchado sobre que tienes un nuevo compañero de trabajo bastante extraño.

—No es extraño, es extranjero. Aunque bueno, sí, resulta extraño al fin y al cabo.

—No lo veo así, ¿no te parece que es más interesante tener la oportunidad de conocer gente diferente?

—Bueno, viéndolo así estaría bien. Pero no nos llevamos muy bien al principio y aunque las cosas han mejorado no me parece que podamos llegar a ser muy cercanos.

—Eres demasiado cerrado, si no dejas de alejarte de la gente todo el tiempo no conseguirás crecer como persona. No te digo que lo invites a ver el béisbol, es más, me parece la peor idea de todas. Lo espantarás apenas lo conozcas.

—¡Déjame en paz con el béisbol!

Nuestra charla continua relajada, me gusta estar con Ken. No tengo muchas amistades pero las que he mantenido a lo largo del tiempo no se comparan con lo unido que me siento a esta persona. La próxima vez lo acompañare a un partido de futbol para compensarlo.
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El partido termina con mi equipo ganando por varios puntos, estoy aun emocionado festejando a los gritos junto a Ken cuando se me cae el celular del bolsillo trasero sobre el asiento. Me doy cuenta de que esta sonando porque vibra y se desplaza sobre la silla, ¿me han llamado y no lo he escuchado? Es casi imposible escucharlo con tanto ruido y jaleo en el domo. Tengo dos llamadas perdidas, son de hace unos pocos minutos, deben de haber llegado al mismo tiempo que cuando el contador marcaba el último minuto y la tribuna ganadora enloquecía.

Es un número desconocido y perdí el último tono leyendo la pantalla. Lo sostengo en mi mano mientras observo el festejo de los jugadores, puedo reconocer algunos de mis favoritos corriendo por el campo, ¡no podría sentirme menos contento y emocionado que ellos! Mi mano vibra y atiendo en medio del barullo. No puedo escuchar la voz al otro lado. Ken me tira del brazo y me grita que es inútil usar el teléfono aquí, tiene razón, me disculpo antes de cortar pero no sé si la persona que llama me ha escuchado. En unos pocos minutos el clamor de la multitud se detiene y la gente empieza a conversar más calmada o a caminar hacia las salidas.

Bajamos por las escaleras y Murata me pregunta quién era, pero aún no lo sé. Como no me gusta usar la función de texto, decido devolver la llamada cuando nos alejamos de la gente.

—¡Hola! Quería saber quién habla y por qué llamaba. Era imposible entender antes. ¿No es un número equivocado, verdad? —aún hay gente que va y viene en los pasillos, pero ahora es posible escuchar mejor.

—¿Shibuya Yuuri? —la voz en el teléfono es conocida— soy--

—¿Wolfram?

—Si —la pausa que hace es larga y me pongo incomodo porque no sé qué decir—. ¿Estás en un lugar que puedas hablar?

—Ah, sí. ¿Se escucha demasiado el ruido? Estoy en un estadio, pero ahora si puedo escucharte.

—Bien. ¿Tienes las copias impresas de las traducciones 22 y 23?

Tengo que pensar un momento de que me está hablando y realmente no lo recuerdo con claridad, lo que menos estaba pensando era en trabajo.

—Mm, sí, creo que sí. Deberían estar con el resto de las copias. Deje todo preparado para el viaje, así que las llevaré junto con el resto de las copias.

—Las necesito antes de que viajemos. Encontré demasiados errores, no se me ocurrió leerlas antes con más detenimiento. Están mal traducidas, no podremos usarlas. No necesito las que están impresas, esas puedes descartarlas, lo que necesito son los archivos digitales porque no tengo una copia en mi máquina.

—Tengo una copia en la mía —respondo rápido, me preocupa la situación porque esas traducciones son una de las cosas más importante que tendremos que entregar—. Pero están en casa y no tengo impresora.

—Eso no es problema. Solo necesito pasarlas a buscar y puedo encargarme del resto.

Le paso la dirección y colgamos. Me he olvidado de preguntarle cuánto tardará en llegar, pero supongo que tengo el tiempo justo tiempo para viajar hasta casa.

—Hey, Yuuri. ¿Quieres ir a tomar algo a algún lado? ¿O que tal un ramen? —me pregunta Murata que al parecer vuelve del baño.

—No puedo. Tengo que ir para casa, se ha complicado algo del trabajo y hay algo que debo solucionar ahora —le explico y ya me estoy yendo. Necesito apresurarme en volver para encontrar las cosas antes de que Wolfram llegue.

Murata se sorprende y me pregunta: —¿Desde cuándo tu trabajas fuera del horario de oficina?

—¡Parece que desde hoy! ¡Tendremos que dejarlo como excusa para salir la próxima! ¡Adiós, nos vemos! —Saludo con la mano mientras me voy trotando para la estación.

Los trenes están abarrotados de gente. Pasan veinte minutos y la cantidad de gente sigue siendo enorme, no puedo subir ni en el primero ni en el segundo. Si no hago algo rápido perderé también el próximo, así que me escurro entre la gente repitiendo: perdón, permiso, gracias, voy a pasar, y logro llegar casi hasta la línea amarilla. Cuando llega el tren la marea de gente que baja me aleja pero logro subirme a base de fuerza bruta. ¡Bienvenidos a Japón, a esto le llamamos lata de sardinas!

Apenas puedo sacar la mano para ver la hora en mi reloj deportivo. Han pasado cuarenta minutos. Temo que haya llegado a casa y me esté esperando, si tiene auto demorara menos que en transporte público y aquí no puedo usar el teléfono. Aun no puedo recordar exactamente que copias son las que tienen errores. Atando cabos imagino que si puede entender lo que dice Wolfram es de Alemania, por como luce tiene sentido. También tiene sentido porque ha venido para tomar parte en un proyecto que tiene que ver con una cafetería alemana. Tenía mis sospechas pero no he asociado esas cosas antes. Aunque tal vez me estoy apresurando otra vez con mis especulaciones.

Estoy a unas cuadras de casa, es tarde y la calle esta vacía. Suena mi teléfono y creo que es el mismo número de antes, no lo he agendado.

—¿Hola?

—Hola —saluda a continuación hay un gran silencio—. No puedo encontrar la dirección. —Su voz parece cargada de un poco de vergüenza.

—¿Dónde estás? No se cómo ayudarte, aún no he llegado, estoy a unas cuadras —contesto mientras troto. No estoy acostumbrado a hablar mientras corro así que se me va el aliento.

—En realidad, no sé dónde estoy.

Me rio lejos del teléfono tratando de no hacerlo evidente. Veo una figura parada en la siguiente esquina. Es él, si ha estado dando vueltas se ha perdido la casa por nada, solo hay que doblar en la esquina.

—¡Wolfram! —lo llamo. Me sostengo las rodillas un momento cuando llego a su lado. Me puse a correr sin entrar en calor y han sido casi un kilómetro desde la estación de trenes—. Aquí estoy.

—No era necesario que vinieras corriendo.

Me limpio el sudor de la frente y siento el aire frio de la noche. —No importa, me gusta correr. Estoy acostumbrado.

Creo que nota que digo la verdad solo al ver mi ropa. Nunca lo había visto vestido normal fuera del trabajo, parece el maniquí de una vidriera, seguramente esa misma ropa a mí se me vería totalmente diferente. Dejo de pensar en mis complejos y me contento con que al menos tengo mi cuerpo entrenado, me basta eso para sentirme bien.

Wolfram tiene un papel en la mano, lo tomo y me fijo como tenia anotada la dirección mientras él me pregunta: —¿Dónde demonios se supone que esta la casa, nada tiene numero aquí?

—La dirección está bien. ¿No recordaste las indicaciones que te di?

—Una casa amarilla en una esquina, doblar y luego buscar la tercer entrada.

—Esta es la casa amarilla —apunto a la que está detrás de el— y dando la vuelta aquí a unos metros esta mi casa. Vamos.

—Encontrar direcciones es complicado aquí, más aun si es un barrio y no hay a quien preguntarle. ¿Siempre es así de tranquilo?

—Sí, siempre es así. ¿Vives en el centro?

—Rento en un edificio alejado de las avenidas, pero está rodeado de tiendas 24hs y suele haber gente hasta la media noche en las calles.

—Bueno, estamos en Tokyo después de todo, es normal que haya más gente hasta tarde fuera.

Llegamos a mi casa, yo también rento en un lugar con varios departamentos pero soy el actual dueño de la plata baja. Así que tengo patio y entrada propios, pero además de esos lujos no tengo nada distinto al resto de los otros pisos.

—Con permiso —dice Wolfram al entrar.

—Ya llegue —saludo, Bielefeld debe pensar que hay una persona más en la casa, pero todo mi cariño es para el tierno P que dormía con el hocico apoyado en el escalón de la entrada. Lo acaricio una vez suavemente y apenas me mira, está más interesado en la persona detrás de mí. —Tendrás que esperar hasta que encuentre las copias.

—No hay problema.

—¿Quieres un vaso de agua o algo? —le pregunto en voz más alta yendo hacia el interior del departamento.

—No, gracias —su voz viene del recibidor, en el apuro no lo he invitado a pasar a la cocina o el comedor, pero ya es tarde para formalidades así que decido buscar los papeles rápido.

Me da curiosidad porque P se ha quedado con él, así que me asomo al pasillo. Me sorprende ver que mi perro parece haber tomado mucho interés en él. Wolfram está sentado en el escalón y P se le sube encima moviendo la cola, no me preocupo de que sea tan cariñoso porque al parecer le gustan los animales. Vuelvo por las copias, recordé que están en otra parte de la maleta que había empacado y efectivamente las encuentro en ese bolsillo. Cuando vuelvo al recibidor, Wolfram tiene a mi perro en brazos panza arriba y sonríe de una manera que nunca le había visto mientras le rasca la barriga.

—Aquí está el CD. —Me siento incomodo de interrumpir, aunque no es que este viendo algo que no debería o a mi compañero de trabajo siendo romántico con su novia. Él asiente pero no deja bajar a P hasta que acaricia un par de veces más debajo de su barbilla. Este perro viejo parece haber recordado que es sentirse un cachorro. —Creo que se ha emocionado, lo siento por eso.

—No hay problema —repite su frase de cabecera. Tengo la sensación de que es una respuesta que usa para evadir conversaciones innecesarias.

—¿Seguro te encargaras tu solo del resto?

—Sí, estará listo para cuando viajemos. —Sonríe con confianza. Me gustaría que se quede un poco más, ahora si me interesa conocer a esta persona, si le gusta mi perro ha pasado una de las pruebas importantes. Pero una invitación como esa ahora no sería adecuada—. Gracias, es hora de que me vaya si quiero terminar con esto.

—Está bien, buenas noches.

—Buenas noches —es lo último que me dice y se va.

Es una persona extraña, no parece antipático ni un mal tipo, pero se mantiene distante. Si fuera un poco más simpático podría ser de esa gente que vive rodeada de otras personas que las siguen a todas partes. Un biseinen súper popular. [2]
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Las palabras de mi madre resuenan en mi cabeza:

—Sabes Yuu-chan, papá y yo no tenemos problema en cuidar de Pochi, pero más te vale que la recompensa sea buena.

Dijo eso con tanta seriedad mientras sostenía a P en brazos que no dudo que lo cuidaran bien, pero no deja de sonarme a chantaje estilo yakuza. Mi madre nunca cambiará no importa cuántos años que pasen y parece que mi padre tampoco. Solo espero que no haga ninguna estupidez borracho, el pobre P esta viejo para soportar juegos brutos.

Me bajo del taxi aun recordando consejos que mi padre me daba borracho cuando era más chico. No olvido pedir factura extendía, a partir de este momento todo corre por cuenta de la compañía. Lamentablemente, yo pago y luego me lo devuelven, así que no dejo de sentirme algo perturbado por estos gastos que vacían mi billetera y normalmente evitaría. Ser tacaño es un repelente natural para mujeres, pero no puedo evitarlo, no estoy acostumbrado a derrochar mi dinero.

Arrastrando mi valija con ruedas entro en la terminal. Encuentro a mi compañero y algo me molesta. —¿No tienes ropas de invierno? —es lo primero que se me viene a la mente preguntar—. Oh, lo siento, hola.

—Buenos días —me dice con una mirada de reproche, al parecer considera importantes las formalidades aunque estemos en confianza—. Esta es ropa de invierno. Tampoco hace tanto fio.

—Vamos a Hokkaido, a Sapporo, asumo que no lo conoces. ¿Es donde se hace el Yuki Matsuri? Medio metro de nieve por todos lados, castillos de hielo con hermosas luces, muñecos, la magia de la nieve. Morirás de frio.

Wolfram se toca el borde de su sweater liviano algo más preocupado y murmura “no lo sabía”. Alguien tendrá que comprar más ropa apenas llegue ¡y eso no ira por cuenta de la compañía! Me pregunto si su sueldo es igual que el mío. Tampoco sé si decir que es como yo, una persona que lleva una vida simple y ahorra la mayoría de lo que gana. ¿Eres un derrochador Wolfram?

Tomamos el avión y nos toca sentarnos junto a dos personas mayores. Esto sonara a que soy un niño y que Muraken tiene razón, pero ayer no pude dormirme hasta la madrugada porque estaba muy emocionado pensando en este viaje. Inevitablemente me da sueño, no creo que mi compañero me extrañe si me duermo ya que está conversando con el pasajero de al lado.

Me despierto por los golpes en mi hombro. Lo primero que veo son ojos verdes furiosos. Tienen una expresión en su rostro poco común para el hombre que, hasta ahora, me ha mostrado pocas expresiones extremas.

—¿Quieres despertarte de una vez, enclenque?

¿Enclenque?

—¡Vamos, rápido, muévete! ¡Tenemos que bajar! —me asusta su actitud y me muevo lo más rápido que puedo, bajamos a las apuradas.

—¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué corres? —le pregunto mientras apenas puedo seguirle el paso por el pasillo para buscar las maletas.

—No soporto ni un minuto más de conversación con la vieja que se me ha pegado.

Este Wolfram enojado es mucho más rudo, está rompiendo todas mis fantasías sobre su personalidad.

—Vaya, eres popular en todos lados.

—¡Como si ser popular con la tercera edad fuera un mérito! —me deja sin palabras—. Hubiera preferido viajar en tren aunque lo aborrezco si sabía que pasaría así todo el viaje.

—¿No te gusta viajar en tren? —La pregunta debería hacer sido: ¿no te gusta conversar con la gente? El cambio de tema parece sentarle mejor y recobra la calma.

—No. Me da nauseas, me mareo. Es aún peor en los barcos.

—¿Y los vehículos donde vas sentado al revés? como los colectivos o los trenes en la ciudad.

—Puedo sopórtalo si tengo una ventana, o si me siento de costado.

Ah, es ese tipo de persona. —Debe ser difícil. —No puedo comprenderlo en eso, no tengo ninguna clase de problemas con los transportes.
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Mi habitación es hermosa, tiene todo lo que podría pedir y más. Incluso hay suficiente espacio para recostarme en el piso a hacer mi rutina de abdominales y flexiones de brazos. Como no necesitaba demasiado espacio en la valija para mis camisas y el único pantalón de vestir que traje, también he incluido una muda de ropa cómoda para entrenar. La primer reunión es cerca de las tres de la tarde y apenas son las 11.30, así que tengo tiempo para relajarme. Me cambio a mis pantalones de jogging y mi sudadera favorita.

Recuerdo que mi plan era llamar a casa de mis padres apenas llegara, así que antes de olvidarme de nuevo coloco la computadora sobre el escritorio. Tengo suerte de que mi padre siempre ha trabajo con computadoras y está acostumbrado a la tecnología, así puedo realizando las llamadas más cómodamente de esta manera, al usar el altavoz puedo ordenar mis cosas mientras hablamos.

—Hola, ¿pa?

—Yuu, ¿ya llegaste al hotel? —es la voz de mi madre, puedo escuchar a mi padre de fondo diciendo algo que no llego a entender.

—Sí, acabo de llegar. Han sido pocas horas de viaje.

—¡Me alegro! Yuu… —por la voz de mi madre parece que algo va mal—. Papa y yo no queremos preocuparte, pero necesitamos avisarte que tu perro no parece estar bien.

Justo antes de que pudiera reaccionar escucho golpes en mi puerta. Tardó en reaccionar porque continuo pensando en lo que ha dicho.

—¡Un momento! —le grito a la puerta—. Mamá llaman a la puerta, no cuelgues, es solo un momento mientras veo quien es.

—¿Qué dijiste? —no me escucha tan lejos de la computadora, pero los golpes son insistentes y no puedo ignorarlos.

—¿Quién es? —Pregunto antes de abrir pero nadie responde, entorno la puerta, me sorprendo de encontrar a Wolfram— ¿Qué pasa?

—¿Qué haces con esa ropa? —parece sorprendido por cómo me veo, lo último en lo que puedo pensar ahora es en lo que tengo puesto.

—No importa, ¿Qué pasa?

—¿Yuu? ¿Me escuchas? ¿Yuu-chan? —la voz de mi madre se escucha por el altavoz. Por la cara de Wolfram creo que supone en una primera impresión que tengo una mujer en mi habitación.

—Estoy al teléfono. —No tengo ganas de esperar a que me diga a que vino—. ¿Puedes esperar un momento? No, mejor pasa y espera dentro, es algo importante y no puedo colgar.

Le dejo la puerta abierta y vuelvo a la computadora. Mi madre no ha dejado de hablar todo este tiempo así que le bajo el volumen.

—Basta, ma. Aquí estoy. ¿Qué es lo que le pasa a P?

—¿Yuuri? No podía escucharte. No sabemos, pensamos que dormía pero ha estado tirado sin moverse mucho desde esta mañana. Estaba bien cuando lo dejaste en casa, pero se ve muy decaído. Shouma le está dando sus medicinas.

Intento no darle vueltas a si le ha llegado su hora, es inevitable que le pasen estas cosas por su edad pero no dejo de culparme por dejarlo solo. Tal vez no recuerda las visitas a casa, espero que no lo tome como si lo he abandonado. Pensar en lo peor me deprime.

—¿Puedes llevarlo al veterinario?

—Si —escucho como mi madre le dice a mi padre si puede sacar el auto—. Lo llevaremos ahora.

—Gracias. Llámame al celular, estaré esperando.

Corto la llamada rápido y tomo un respiro, Wolfram esta aun esperando.

—Disculpa eso, ¿Qué es lo que necesitabas?

—¿Era tu perro? —me pregunta y me alegra su consideración.

—Sí, esta viejo, es inevitable que tenga decaídas.

Wolfram no me dice nada pero parece que le entristece la noticia. Se recompone rápido y se acerca. Me doy cuenta que tiene mucha ropa puesta, ¿ya tiene frio estando dentro del hotel?

—¿Qué haces con estas pintas? ¿Ya te has bañado? Y veo que no has acomodado tu equipaje. —Su acoso y su análisis me toman desprevenido—. Si no te organizas, no llegaremos a hacer nada a tiempo.

—Pero aún faltan unas horas para la reunión.

—No, no estoy hablando de la reunión. De ser eso te habría obligado a cambiarte apenas contestaste a la puerta. He venido a buscarte para almorzar.

—¿Almorzar?

—Tengo que invitarte. —Parece feliz y orgulloso, pero se molesta por tener que explicarme cuando no entiendo—. Me han dado a mí el itinerario y los datos de las reservas. Así que tengo que llevarte a almorzar.

Se ve contento de ser el que manda. Pero su actitud enérgica parece ser porque quiere levantarme un poco el ánimo, no debo tener la mejor expresión en este momento.

—Te veo en el hall de entrada en quince minutos, no me hagas esperar.

Cundo sale de la habitación no sé qué es lo primero que voy a hacer. Aun no puedo pensar con claridad. Termino por cambiarme lo más rápido que puedo, me pongo mi camisa blanca y los pantalones negros, tomo un abrigo pesado y bajo.

—Llegas tarde. —Mi compañero parece más conforme con mi apariencia, pero no está impresionado.

—¿No habías dicho quince minutos? Estoy a tiempo.

No es necesario viajar a ninguna parte, el restaurante al que vamos queda cruzando la calle. Es un lugar bonito. Es mi primera visita turística pero no la estoy disfrutando tanto como me gustaría porque estoy preocupado. La carta está repleta de especialidades tradicionales, todo suena bien, pero no tengo tanta hambre. Cuando levanto la vista Wolfram está concentrado revisando el menú.

—¿Están listos para ordenar? —nos pregunta el mesero, ha venido al ver que yo ya no revisaba la carta.

—Sí, un ramen de la casa para mí.

Wolfram no pide nada, esta rígido mirando la carta.

—¿Señor?

Levanta los ojos y un rubor cubre sus mejillas. —¿Podría traerme la cara en inglés por favor? —parece que le ha costado decir eso.

—¡¿He?! ¿No entiendes la carta? —se enoja conmigo por evidenciarlo y me clava la mirada. Le da la carta rápido al empleado que se disculpa repetidas veces por no haberla traído desde el principio. Supongo que pensaron que no había problema con el cliente extranjero ya que estaba con un japonés.

—Hay algunos kanji que aún no he aprendido bien. [3]

—¿Cómo? ¿No puedes leer kanji? —cuando más lo evidencio más parece herir su orgullo. —¿Y porque no me lo dijiste? Un momento, si no entiendes los que lees, ¿cómo has hecho hasta ahora para vivir aquí? ¿Y el trabajo? ¿Es esa la razón por las que has tenido tantos problemas?

—¡Por supuesto que puedo leer kanji! —Se defiende de mis acusaciones— Es solo que aún me cuesta aprenderlos todos. ¡Estoy trabajando en ello! —Ha vuelto a hacer eso de voltearme la cara. Hace mucho no me ignoraba tan evidentemente.

Ahora lo comprendo, todo este tiempo ha estado usando más el inglés para comunicarse en el trabajo. Aunque su japonés hablado es muy bueno, no parece ser tan bueno para la escritura o la lectura.

—Si necesitas ayuda puedes preguntarme lo que sea.

—Tal vez lo haga.

Me rio un poco de su actitud. Cuando traen la carta nueva parece más relajado, como no tengo nada que hacer lo observo, la primer página que revisa es la de los postres.

—¿Cuál era el sukiyaki?

—¿Quieres sukiyaki? De haber sabido no pedía un plato para mí solo, esa comida está hecha para compartir. Es una fuente grande con fideos, verduras y otros ingredientes. Varía mucho según el lugar.

—Mmmh… —frunce el ceño—, ¿teppanyaki?

Sus ojos verdes son muy claros, casi transparentes. —Ese normalmente viene acompañado de un espectáculo, es un salteado a la plancha y lo preparan frente tuyo. A veces hay fuego, llamas grandes, fwwosh. —No parece convencido de querer algo tan ostentoso.

—¿Ya está listo para pedir señor?

—Si —dice con confianza y cierra la carta de un golpe—. Pollo teriyaki, agua y los cinco postres de la carta.

—¡¿Los cinco postres?! Si estas pidiendo por mi paso, no me gusta mucho lo dulce.

—¿Quien está pidiendo por ti? —me dice sorprendido—. Son todos míos.

Su elección de palabras es muy infantil. Llega mi ramen, el cerdo se ve bastante jugoso y trae abundante cantidad de piezas, suma más puntos extras porque el caldo es fuerte y sabroso.

—¿El ramen lleva carne? —me pregunta Wolfram y se me cae el trozo que estaba por comer dentro del caldo.

—¿Como que si lleva carne? —pregunto anonadado.

—El que probé tenía, pero solo era una porción y muy delgada. Tenía maíz dulce y lucia distinto a ese.

—¿Maíz dulce? —no puedo creerlo—. Oh no, caíste en la trampa del turista. Dime por favor que has probado ramen en otro lado luego de eso —Wolfram niega con la cabeza y llega su comida, lo primero que hago es revisar la calidad de su plato, quiero que al menos que coma bien aquí—. El ramen es… el ramen es especial. Hay mil maneras de hacerlo, pero los lugares que sirven en verdad un buen ramen son pocos. Lo mejor que puedes comer lo encontraras en algún puesto pequeño en un lugar alejado de la zonas turísticas. Si ves un larga fila afuera y tienes al menos veinte minutos de espera, ¡ese es el lugar correcto!

Wolfram parece tener dificultades con la salsa y los palillos, las verduras se le resbalan por el plato. Hasta ahora nunca había notado que cometía tantos errores en su vida cotidiana.

—Así que eso que has comido, pues es basura. Te han engañado completamente. El mejor ramen lleva muchas porciones de cerdo, gruesas y jugosas. La mejor carne es la que se deshace en la boca. —Para este momento el luce bastante triste, creo que lo que ha comido no se parecía en nada al ramen de mis sueños que estoy describiendo—. Los fideos deben ser frescos ¡Y nada de maíz dulce! Eso es un nunca-jamás-ni-lo-sueñes. No te decepciones, podemos ir a comer ramen cerca del edificio algún día cuando volvamos. La media hora de espera valdrá totalmente la pena, lo prometo.

—Mmmh, ok —me dice poco animado mientras le tiembla la mano.

—¿Necesitas un tenedor?

—¡No!

—No seas caprichoso, deben tener tenedores aquí.

—No es necesario —antes de que pueda llamar al mesero me detiene—. Necesito tomar costumbre.

—¿Qué edad tienes? —Mi pregunta salida de la nada lo sorprende. Es algo que vengo preguntándome desde hace bastante.

—34.

—¡¿Eres más grande que yo?!

—¿Qué edad tienes? —me pregunta más interesado.

—33, aun me falta medio año para los 34, cumplo en Julio. No puede ser que seas más grande que yo, ¡te ves muy joven! ¿O es que yo me veo más grande? Las chicas de secundaria que me ven andando en bicicleta al trabajo se burlan de mí, pero siempre pensé que era porque ya no soy un adolescente, no porque realmente me veo como mi padre. He vivido engañado…

—Estas bien —me dice Wolfram totalmente convencido aunque sigue concentrado en comer su plato—. Tienes un bonito rostro, por supuesto que no luces viejo.

No puedo evitar sorprenderme por su sentido de la estética. Siendo yo un tipo promedio, nunca escucho comentarios como “tienes un rostro bonito”.

—No creo poder tomar un cumplido de alguien que parece un príncipe salido de un cuento, ¿sabes? No hay duda de porque se pelean por ti las mujeres de nuestro piso, aunque la mayoría no se animan a acercarse porque luces totalmente inalcanzable. No se puede comparar tu cabello dorado, rostro perfecto y hermosos ojos verdes con el promedio doble-negro japonés. No podemos luchar contra eso, es como el día y la noche.

Una vez que termino de soltar la lengua noto que me mira extraño, me doy cuenta de que he hablado de más. Siento que hemos retrocedido en nuestra relación, la situación se ha puesto algo incomoda.
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Estoy de vuelta en el hotel y no dejo de pensar como arruine el ánimo del almuerzo hace un rato. Aunque cambiamos el tema y continuamos hablando de otra cosa Wolfram parecía incomodo conmigo. Suspiro y me resigno a que seguramente ahora comenzara a volverse distante de nuevo. Tendré que cuidar más mi actitud de familiaridad con él, realmente no tengo idea como hacer caso al consejo de Ken para ser más amistoso sin parecer raro. Golpean a mi puerta.

—¿Quién es? —pregunto antes de abrir. Wolfram sonríe ampliamente al verme, se ve más feliz que nunca, tanto que casi me deja ciego con una sonrisa del millón de dólares. Empuja la puerta y entra como si fuera su propia habitación.

—Yuuri, ¿qué haces que no estas vestido de nuevo?

—¿He?

—No me digas “¿he?”. Vine a buscarte para la fiesta y aun no estás listo.

—Pero si estoy listo. —Wolfram enarca una ceja ante mi respuesta.

—¿Vas a ir así?

—¿Qué tiene de malo mi ropa? —me puse otra camisa blanca limpia y aunque solo traje un par de pantalones negros son de vestir y van con todo.

—Todo —responde brutalmente— No puedes ir a una fiesta de noche con la ropa de la oficina. Vamos. —Me toma de la muñeca y me arrastra al pasillo.

—¿A dónde?

—A mi habitación. Encontrare algo para ti.

Su habitación es igual que la mía pero las cosas están ordenadas de manera diferente. Comienza a revisar su maleta y me causa curiosidad una revista que hay sobre la mesa. ¿Una revista de modas? Cuando se da vuelta y me ve que la tengo en la mano me la quita y la tira en la maleta, creo que no le ha gustado que la haya visto.

—Ponte esta camisa, puedes quedarte esos pantalones. ¿Qué es eso? —Pregunta al ver mi reloj y toma mi muñeca—. Quítatelo, no combina para nada. ¿No usas joyería verdad? —otra vez está revolviendo la valija.

—¿Joyería? Sobre eso, mis recuerdos son malos, no soy el tipo de hombre que sabe que comprar de regalo a una mujer…

—Vamos, rápido, cámbiate. —me reta cuando ve que no me he movido. Si él no tiene problema, entonces me cambiare aquí mismo—. El negro te sienta bien —me dice conforme con mi nueva apariencia, pero no creo que una camisa negra haga la diferencia. Además es de seda, demasiado ostentoso para mi gusto. Parece que tenemos la misma talla de ropa.

—No sé si me siento cómodo con esto…

—Estás bien. —Me sorprende cuando se acerca y me desabrocha el primer botón de la camisa, me coloca un collar al cuello. Tiene olor a colonia de hombre—. Con esto ya casi estamos. Aún tenemos veinte minutos, estaremos justo a tiempo.

—Sé que es una fiesta de coctel, ¿pero es esto realmente necesario?

—Por supuesto que sí. Si quieres tener éxito tienes que empezar por dejar una buena impresión a primera vista. Además, no podría dejar ir a mi compañero ir vestido así, terminaría avergonzadme a mí mismo.

Es verdad que Wolfram se ve diferente. Pero para mí, que ya me he acostumbrado a su presencia constante, su apariencia es magnífica no importa lo que lleve puesto. Recién ahora veo que su ropa es más elegante, su camisa también es de seda como la que me ha prestado, así que ya no me siento tan ridículo si el usa algo parecido. El verde oscuro queda bien con sus ojos, sus pantalones son blancos y no lleva joyería, solo un reloj dorado que siempre usa. En realidad es bastante simple, pero yo no tengo buen gusto para combinar así las cosas.

—¿Ya podemos irnos?

—Claro que no, aun no te has peinado.

—¿La peluquería también está incluida? ¿También vas a maquillarme? —pregunto irónicamente.

—¿Quieres? —su respuesta me asusta porque lo dice serio, peor luego se ríe. Su forma de bromear es complicada de entender.

Lo del cabello no es tan extremo como pensaba, no sé qué me ha puesto pero ha tardado solo unos minutos y ahora mis mechones se separan de una forma diferente a la habitual. Tengo el típico cabello negro, lacio y fino japonés, así que nunca he necesitado usar ningún producto especial en él para mantenerlo bien.

—Bueno, ahora si estás listo —cierra el frasco pequeño con el producto para el pelo y lo tira sin cuidado a su valija—. ¿Quieres verte? —no parece ser una pregunta porque me arrastra al baño.

La persona frente al espejo podría ser mi hermano perdido. Me veo tan diferente a primera vista que me da vergüenza pensar que saldré hoy así. Luego lo asimilo rápido y no voy a negar que mi autoestima ha subido algunos puntos y estoy contento de verme tan bien.

—Mucho mejor, ¿ves? No necesitas arreglarte demasiado para cambiar tu imagen. —Me dice mi nuevo estilista profesional tomándome por los hombros.

Es la primera vez que puedo verme junto a él frente al espejo, no quedamos como una pareja tan dispar como pensaba.

—¿Te interesa la moda? —la pregunta parece incomodarle un poco.

—No realmente.

Todo esto indica lo contrario, pero no tengo interés en esas cosas así que no seguiré preguntando.
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El lugar al que vamos esta en este mismo hotel, es un salón que ocupa todo el piso más alto y tiene salida a la terraza. Hace mucho frio, así que ni se me pasa por la cabeza la idea de salir afuera, además allí solo están los fumadores y prefiero evitarlo. Cuando llegué a la mayoría de edad me encontré habilitado a beber o fumar con total libertad y sucumbí ante el ADN de mis padres, así que por herencia resulté ser un bebedor casual. Pero el cigarrillo realmente ha sido un no rotundo en mi vida.

Estaba nervioso por mis ropas, así que aún tengo un nudo en el estómago. El lugar está lleno de gente, las luces son bajas y el ambiente tiene distintos tonos de colores. Mi nerviosismo fue disminuyendo poco a poco al estar entre una multitud de personas que no me son familiares y no me prestan demasiada atención. Hay una barra al otro lado de la habitación, es libre, como no sé nada de cocteles me decido por un simple vaso de cerveza. No puedo ver a Wolfram, nos separamos apenas entramos.

Tengo una habilidad nata para ocultar mi presencia hasta volverla completamente cero, así que durante las fiestas mi campo de fuerza de impopularidad mantiene a la gente alejada. Me pregunto cómo se supone que este lugar este bien para una reunión de negocios si apenas se puede escuchar lo que se conversa por la música. No me siento cómodo, pero pienso en lo que diría mi hermano: “si es por trabajo tienes que esforzarte en hacer bien lo que sea”. ¿Cómo sería hacerlo bien aquí? ¿Tengo que emborracharme y fregar el trasero de alguna secretaria como el tipo de al lado para ser exitoso? No parece destacar en excelencia en su carrera laboral, pero tal vez si anote un tanto esta noche.

Observando la sala me doy cuenta que el tipo que veo con una mujer pegada a él es nada menos que Wolfram. Me quedo mirando pero cuando sus ojos encuentran los míos corro la vista. Estoy en el tercer vaso de cerveza y decido que será el último, así que lo tomo más despacio. Mi curiosidad puede más, así que vuelvo a mirar si aún está ahí con la chica y me sorprendo al ver que aún me está mirando fijo. Aunque está conversado con varias personas me clava la mirada cada vez que puede, no estoy seguro si ir, pero me hace una seña con la cabeza.

La mujer que solo pude observar de lejos es muy bonita, usa mucho maquillaje pero no resulta vulgar y también lleva bastante joyería puesta. Su cabello es largo, lacio y negro. Tiene un aire sofisticado y parece ser un poco mayor que yo. Su escote es prominente, el vestido deja ver con detalle todas sus curvas. Es mi tipo, así que estoy celoso de que Wolfram haya conseguido su atención con tanto entusiasmo, sus pechos presionan contra su brazo mientras se pega a él. Igualmente no sé porque me lamento, es obvio que en cualquier situación siempre sería Wolfram el que se lleve la atención antes que yo. El resto de las personas que forman el grupo son tres hombres. El primero aparenta al menos diez años más que nosotros y está enojado por la presencia de Wolfram, me parece que tenía algo con esa mujer y ha sido desplazado. El segundo es muy joven y tiene una actitud demasiado alegre. Y el último hombre es un extranjero que aparenta nuestra edad, pero su actitud es muy seria y está claramente molesto por algo. Todos están bien vestidos y bastante arreglados, tienen una apariencia que encaja perfectamente con este lugar. Agradezco profundamente a Wolfram el haberme ayudado, creo que si estuviera aquí con mi ropa normal me sentiría muy mal.

—Él es mi compañero que he mencionad antes, Shibuya Yuuri —me presenta Wolfram. La mujer apenas me mira—. Ellos son los representantes de Süus.

¡¿Ellos son el cliente?! Wolfram me mira con cara de ¿dónde has estado todo este tiempo? Dar excusas de porque no estaba aquí desde el principio seria comenzar con el pie izquierdo, así que lo mejor será solo presentarme.

—Mucho gusto. Soy el otro encargado administrativo de este proyecto. Shibuya Yuuri.

En el bolsillo trasero de mi pantalón tengo las tarjetas de presentación.

—¡Tú también eres muy joven! —Exclama de una manera demasiado efusiva el más joven del grupo. Es japonés, pero su forma de hablar es muy informal—. ¿Cuántos años tienes? Ah, lo siento, no me he presentado. Hemos hablado mucho por email, soy Hideki Kei, el manager del proyecto. Ellos son Takada Masaru-san y Martin Feras-san. Y esta mujer hermosa es Clara Tai.

Conozco a todas estas personas, pero nunca nos habíamos visto, ahora puedo ponerle un rostro a cada email. Feras es extranjero, ¿pero ella realmente es Clara? Nunca hubiera esperado una mujer asiática al tener un nombre extranjero. Me pregunto si habrá nacido en Japón u otro país totalmente diferente. Yo he vivido toda mi vida en Japón, pero en realidad nací en Boston. Murata Ken nació en Hong Kong, pero como yo ha vivido toda su vida aquí. Sé que no puedes dejarte llevar por las apariencias en cuanto a las nacionalidades. Hideki desplaza al resto y se acerca a mí de forma audaz, es de los que hablan con fluidez.

—Takada-san es el encargado de publicidad y medios sociales. Es quien se encarga de la apariencia general del negocio. Feras-san es nuestro contacto internacional, es supervisor del proyecto en general bajo las órdenes de la sucursal central en Alemania. Gracias a él podemos mantener la consistencia de la franquicia aunque estemos en otro país totalmente diferente. —Me siento un poco abrumado por su actitud tan resuelta, así que solo puedo asentir con “hum” y “aham” por el momento—. Clara es nuestra economista, es quien está encargada de los presupuestos e inversiones. Sin ninguna duda alguna ella es el centro de atención, en todo sentido.

Se ríe con la boca muy abierta y siento que invade un poco mi espacio personal. Me doy cuenta que tengo los labios apretados, empiezo a ponerme rígido y sé que estoy hablando muy poco. Wolfram me mira intensamente, quiere que haga algo. A pesar de que el último comentario de este chico fue algo descarado, Clara no parece afectada, apenas nos mira sin interés y se vuelve para decirle algo a Wolfram en voz baja con actitud coqueta. Me doy cuenta de que no está exactamente sobria. El hombre mayor japonés llamado Takada se me acerca, a diferencia de su mala actitud hacia Wolfram conmigo se comporta mucho más agradable.

—Déjame disculparme por mi compañero —me dice por lo bajo y apunta a Hideki haciendo un gesto de que ha bebido de más. Aunque él parece centrado siento el olor a alcohol en su aliento, seguramente yo también lo tengo—. Estábamos discutiendo sobre el nuevo menú justo antes de que llegara. El diseño está listo y la traducción al japonés ya ha sido aprobada. Quería agradecerle personalmente por todo lo que ha hecho para que lográramos llegar a la fecha de entrega a tiempo. Ha sido un excelente trabajo.

No he sido yo solo, Wolfram estuvo involucrado hasta último momento en eso. Algo me dice que Takada no le ha agradecido nada a él. Mi sentido de la justicia hace que desprecie un poco a este hombre que no es imparcial solo porque está enojado al perder su oportunidad de conquista.

—No hay porque. También debo agradecerle por todo el esfuerzo que ha hecho y la ayuda que nos ha dado. El diseño ha quedado muy bien. Wolfram se ha encargado de todos los detalles de las traducciones, así que no puedo aceptar todo el mérito por eso. Es una serte que su principal idioma fuera el Alemán.

—¡Eres de Alemania! —Clara se ha emocionado y sonríe demasiado—. Aunque debería haberlo sabido, aunque no quisieras contestarme antes. ¿De que parte eres?

La conversación ha dado un giro más personal, el hombre que hasta ahora no ha dicho una palabra frunce el ceño. Ella se está comportando egoístamente.

—Bielefeld —responde Wolfram cortante. Parece molesto.

—¡¿Enserio?! —su voz es aguda—. Tu apellido es el nombre de la ciudad, ¿está relacionado de alguna manera? Así parecería que tuvieras tu propio país.

Mientras ella ríe yo pienso que no es un país, es una ciudad. Aunque las preguntas personales deberían ser normales en una reunión así de informal, no parecen estar relajando el ambiente. Pero gracias a esto me he enterado algo nuevo de mi compañero que no sabía. Aún tengo bebida en mi vaso.

—Volviendo al tema del menú —interfiere Takada.

—¡Ah, cierto! ¿No estábamos discutiendo el tema de la cerveza? —Hideki pregunta con su sonrisa habitual—. ¿Shibuya-san, le gusta la cerveza?

—Sí, tomo ocasionalmente. Tal vez demasiado seguido —admito con sinceridad. Aunque no creo tener un problema de alcoholemia.

—¡Eso es perfecto! Entonces eres un conocedor del tema.

—No sé si puedo decir que soy un conocedor del tema realmente…

—No hay porque ser modesto, basta con que sepas lo básico para poder aportar buenas ideas, ¿verdad?

—No hay necesidad de molestarse en otras opiniones, tenemos aquí mismo a alguien de Alemania. Seguramente Bielefeld san sabe mucho de cerveza —interrumpe Clara. ¡No debo fantasear con pechos apretándose contra nada!

—Prefiero las bebidas blancas. —Eso fue un trago amargo para cortar con la dulzura, Wolfram parece no ser considerado con las mujeres que no le gustan—. Creo que Yuuri puede opinar mucho mejor sobre el tema que yo.

¿Es eso un pie para dejarme la conversación? No estoy seguro que sea verdad que no sabe nada del tema. Me clava la mirada. Está bien, entiendo, es mi turno de continuar la conversación por mi cuenta ya que he llegado tarde.

—¿Por qué habría de incluir cerveza el menú de una cafetería? —mi pregunta llama la atención de Feras pero quien me responde es Hideki.

—Bueno, siendo que las sucursales alemanas tienen un menú más amplio, se han tenido que seleccionar ciertas cosas que se incluirían en Japón y ciertas que no. Según los planes, esta será la primera de muchas sucursales en este país. El año que viene deberíamos abrir dos más y en el trascurso de los seis meses siguientes tendría que aumentar a un total de siete.

El que continúa la conversación es Takada. —El menú básico para Japón incluye tres tipos de cervezas, pero esta idea no ha sido bien recibida luego de la supervisión general de la gente de mercadotecnia. Asumen que la gente de este país no consumirá esos productos.

Por primera vez Feras interrumpe para decir algo, su acento en japonés es muy tosco, mucho más que el de Wolfram. —Excluir la cerveza del menú no es posible, es una insignia de la marca.

La conversación continúa entre Hideki y Takada.

—El problema es la perdida de dinero invertido en un producto que no vende bien. Son tres variedades muy diferenciadas una de la otra, han sido seleccionadas para tres tipos distintos de consumidores para cubrir las opciones básicas. Teniendo en cuenta que en Alemania dependiendo de la sucursal hay entre siete a quince variedades por local, la estrategia para Japón está pensada para aminorar costos desde el principio. Eso reduce la posibilidad de pérdida, pero aun supone problemas.

—No se puede comparar el consumo regional que tiene la cerveza en Alemania con el que tendrían aquí los mismos productos. La campaña de marketing ha sido diseñada con mucho cuidado, nos ha tomado tres meses de trabajo readaptar la imagen para venderlo en el mercado japonés. Esta apuntado a los hombres de mediana edad, pero asi y todo la idea parece no ser redituable. Las estadísticas en general dicen que los productos extranjeros tienen perdida, a excepción del vino.

—¿Por qué no incluyen una cerveza japonesa? —pregunto y atraigo la atención de todos. Me siento un poco intimidado así que tomo un sorbo de mi vaso y como nadie habla continuo—. No sé qué es lo que dicen las estadísticas, pero me parece que los japoneses consumen mucha cerveza. Es una opinión personal así que tal vez no tiene demasiados fundamentos, pero la gente aquí consume más cerveza japonesa que extrajera; incluso podría poner como ejemplo la opinión de mi propia familia sobre apoyar los productos originales japoneses pro sobre otros. Con una sede en esta ciudad tal vez podría ser una buena idea incluir en la carta la marca Sapporo. Aunque también están Asahi y Kirin dentro de las más populares, incluir la cerveza típica del lugar es un buen enganche tanto para los turistas como para la gente del país.

He logrado captar la atención de Clara por primera vez, me mira intensamente y hasta se suelta de Wolfram para cruzarse de brazos. —Incluso si es solo una marca de cerveza extra incluida, ¿tienes idea del gasto que sumaría a la tasa de inversión del negocio? Incluso las sumas serán mayores a largo plazo con el nacimiento de nuevas sucursales. Probablemente solo estés pensando en el costo del nuevo producto, pero es más complicado que eso. También están los gastos de transporte y reposición, entre otras cosas. Y al pactar con una compañía externa, esos gastos serán independientes de los del resto de nuestros productos propios. No tenemos mucho tiempo para resolver cambios tan grandes. ¿Realmente vale la pena arriesgar más dinero siendo que ya esperamos perdidas con los productos iniciales?

—Reemplazar una de las opciones alemanas por la japonesa no es posible, los productos aprobados no pueden cambiarse. Además, no creo que quitando uno de los productos originales para reemplazarlo por uno de otra marca aminore demasiado el gasto —dice Takada.

—El costo del producto nacional es mucho es más barato que el extranjero —dice Feras, es la primera vez que parece que hablara libremente—. La marca se fabrica en esta misma ciudad, por lo que el gasto en trasporte no será grande. Solo dado el caso de que el plan funcione y se extienda a las demás sucursales se tendrá que pensar en calcular el extra por traslado a larga distancia. Nuestro local está basado en el modelo alemán, pero hemos readaptado no solo el menú, si no el ambiente en general al mercado japonés. Incluir un producto enteramente nacional podría ser una buena idea.

Increíblemente está de acuerdo conmigo, mientras el resto le da vueltas al tema la idea parece quedar en pie. Incluso Clara, quien resulto ser mucho más profesional y seria de lo que esperaba, parece haber estar considerándolo seriamente. Wolfram me mira y me hace un gesto de aprobación mientras hablamos, eso me da más confianza que todo lo demás.
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La fiesta ha llegado a un punto de no retorno, esto ya no es una reunión laboral para nada. Se parece a las fiestas luego del horario de oficina de la compañía, incluso veo un par de personas con corbatas atadas a la cabeza. Esperaba que al ser un lugar donde vendrían clientes y trabajadores de varias empresas sería algo más serio, pero estaba equivocado. Estoy mucho más relajado después de que la conversación anterior terminara tan bien. ¡He pasado mi primera prueba de hombre de negocios!

Pero mi pequeño momento de gloria ya ha pasado, ahora soy el mismo chico tímido de siempre. Como me he quedado solo, he vuelto a la barra y estoy probando algo extraño de color azul que me ha servido el barman. Ha incluido un pequeño show de malabares con las botellas y todo. Vuelvo a recordar mi pequeño éxito profesional y personal de la noche y sonrió, no tengo con quien brindar pero alzo el vaso en soledad.
—Chin, chin —dice alguien y el vidrio golpea contra vidrio. Un hombre joven que no conozco me sonríe—. Es un poco triste estar solo, ¿te molesta si me siento aquí?

En realidad no estoy solo, pero tengo sospechas de que Wolfram ha dado el brazo a torcer con Clara y no pienso entrometerme. —Puedes sentarte si quieres.

Tiene el cabello negro y largo por los hombros, se ve a la moda y parece del tipo popular con las chicas. Me recuerda un poco a Ken.

—¿Cómo te llamas?

Es descortés no presentarse antes de preguntar mi nombre, pero dado que estamos en un bar y con varias copas encima supongo que no importa. —Shibuya Yuuri.

—Shibuya. ¿En qué compañía trabajas?

—SAG…

—¡Enserio! Yo también trabajo para Sistemas Administrativos Globales —deja en claro que sabe cómo se llama la compañía, así que le creo—. ¿En qué piso estas? Yo trabajo en el 7mo. Me llamo Terada Misato, mucho gusto.

Me extiende la mano con una sonrisa y me volteo hacia él para estrecharla. No parece un mal tipo y no soy buen conversador pero tampoco sé cómo rechazar a la gente cuando se me aproxima.

—Trabajo en el 5to. —Creo que debería intentar sacar conversación—. ¿Cuál es tu deporte favorito?

—¿Mi deporte favorito? ¡No es una pregunta típica! Normalmente alguien preguntaría en que proyecto trabajo. —Lamento no ser normal. Aunque algo le resulta gracioso porque se ríe, o es que tiene demasiado alcohol en la sangre. Yo también me siento algo mareado—. Mmmh, mi deporte favorito, a ver. No creo tener ninguno en realidad, pero a veces veo algún partido de básquet y reviso las noticias en la gaceta de deportes en general. ¿Tú tienes algún deporte favorito?

¿Cómo dijo que se llamaba? A, si, Terada, eso. Terada se pone cómodo recostado contra la barra y se acerca un poco más.

—Me gusta el béisbol.

—Béisbol, he. Los uniformes están bien, son muy masculinos. Y realmente te interesa o solo lo usas para romper el hielo o como frase de ligue.

—Si hablar de béisbol me sirviera como frase de ligue no habría pasado casi toda mi adolescencia soltero.

Se ríe, es increíble que esta persona encuentre más simpático lo que digo que cualquier chica en nuestra primera cita. Me echo un poco hacia atrás y sigo tomando mi bebida. —¡No puede ser! Que desperdicio, te ves cómo alguien que atraería la atención fácilmente.

—No soy lo que se diría popular…

Siento que me están observando. Veo a Wolfram parado al otro lado de la habitación con un vaso vacío en la mano, parece molesto por algo.

—Pero te ves bastante bien. Cuando te vi aquí pensé que enseguida se acercaría alguna chica a hablarte. Pero pasó tiempo y seguías solo, así que imagine que no te molestaría que un hombre venga a hablarte.

—Ah, no me molesta. Creo que está bien charlar de vez en cuando.

Me pone una mano en el hombro y como se acerca más para hablarme me vuelvo a sentar mirando hacia la barra. La mesada está sucia, hay varias marcas de agua circulares y vasos vacíos. El ruido es fuerte, pero el chico de pelo largo me habla cerca bastante fuerte así que puedo entenderle bien.

—Me gusta tu camisa. Te queda bien.

—Gracias. —Pero no es mía. Me resulta extraño que me halague, comienzo a tener una sospecha.

—Oye, ¿no te gustaría ir a otro lugar? Conozco otro bar lejos cerca de aquí que--

—Lo siento pero él no va a ningún lado —dice una voz detrás mío. Es Wolfram, tiene una mirada severa—. Yuuri, ven conmigo.

Me toma por el codo y me aleja de la barra, no pude despedirme ni pensar mucho en lo último que estaba pasando. Llegamos a la ventana que da al balcón, hay muchas estrellas en el cielo nocturno, está despejado. Unas pocas personas fuman afuera.

—Yuuli —me dice con mirada severa. ¿Acaba de pronunciar mal mi nombre? —Escucha, me caes bienn así que te daré un conshejo.

—¿Estas borracho?

—¡Esso no importa! Escúchamee, no puedess andar ligando con compañeros de trrabajo o clientes. Eso solo te traerá problemass. Y como soy tu compañero, a mí también.

Solo en la última frase pudo pronunciar bien todas las palabras.

—Li-ligando. ¡¿Ligando?! ¿Me intentó ligar un tipo?

—¿De que estas hablando? Si era más que evidente. No me importa lo que hagas, no voy a juzgarte por eso, pero piensa en lo que te he dicho.

—Oye, espera un momento, donde está la chica.

—¿Qué chica?

—Clara, ¿no estabas con ella?

Wolfram se sorprende. —¿Porque estaría con ella? Cuando terminamos de hablar del proyecto me encontré con alguien que conocía de otro trabajo, he estado con el todo el tiempo.

—Me pareció que te molestaba mientras conversábamos, pero luego pensé que si te había parecido bien ir a otro lado con ella.

—No especules acerca de mí. No me gusta tener relacione con gente con la que trabajo. —La forma en que lo dice me da a entender que ha tenido problemas con eso—. Y te recomiendo que si quieres que te vaya bien pienses en hacer lo mismo y mantengas a tus citas lejos de la oficina.

Y yo que pensaba que era un casanova, me ha sorprendido que sea tan centrado.
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Esta mañana me ha despertado un llamado de mi madre, P está bien. Gracias a eso mi estamina está al máximo y me he recuperado rápido de la resaca de anoche. Golpeo la puerta de la habitación de al lado un par de veces pero nadie contesta. Insisto.

—¡U-un fantasma!

—¿A quién le dices fantasma? Y por favor no grites, me duele la cabeza. —Wolfram no está en su mejor momento, esta blanco como una hoja de papel. Parece tener baja presión por las mañanas, o mucha resaca.

—Te traje la camisa por si la quieres guardar ahora, aunque preferiría quedármela y lavarla primero. Aquí está el collar. Gracias por prestarme tus cosas.

—De nada. Puedes quedarte la ropa si quieres, devuélvemela cuando volvamos. Solo ten cuidado al lavarla, no la metas al lavarropas.

—No tengo ropa tan delicada, creo que la llevare a lavar a algún lado.

—Como tú quieras —le resta importancia medio dormido—. Voy a ducharme, nos vemos en el hall de entrada en una hora, aún tenemos mucho tiempo antes de ir a la prueba de la sucursal.

—Ok.

Nuestro último compromiso durante este viaje es entregar la documentación impresa en el local y nos invitaran a probar todos los productos del menú. No estoy especialmente emocionado por esa atención especial, no me gustan las cosas dulces y no soy una persona que disfrute tanto el comer mucho. Tomamos un taxi para ir al lugar. Esta mañana nos despertamos con nieve varios centímetros de nieve y tenemos que viajar lejos del hotel.

—Mira, es la torre del reloj —comento mirando por la ventanilla del auto.

—¿Es un lugar importante? —me pregunta Wolfram.

—Oh claro que si —dice el conductor del taxi—, es prácticamente el emblema de nuestra ciudad. Es de los pocos edificios occidentales que han sobrevivido de esa época.

—Toda la ciudad parece ser un poco diferente a lo que he visto de Japón. Es más parecido a Europa.

—¿Son turistas? ¿De dónde vienen?

—No, soy japonés. Y él es de Alemania, pero trabaja aquí conmigo, así que no venimos por turismo si no por negocios. Pero nunca antes había venido a Sapporo.

—Entonces deberían volver y visitarla. La torre tiene un museo y también hay una tienda de regalos. El reloj suena cada hora. Además de eso, hay algunas exposiciones como la de las muñecas, pero no ofrece mucho más a los visitantes. Es algo triste, pero es lo que tenemos. Si puedo recomendarles algo, no se vayan sin visitar la fábrica de chocolate.

—¿Fábrica de chocolate? —hay emoción en la voz de Wolfram, cuando volteo a verlo sus ojos resplandecen.

—Sí, es la fábrica Ishiya Seika. También funciona como museo y ofrecen un tour con degustación incluida. La fábrica está dentro del parque Shiroi Koibito, si no han probado los dulces con ese mismo nombre, no los dejen pasar.

—Ah, sí, recuerdo esos dulces, mi madre los compraba seguido cuando era pequeño.

—¿Qué son los shiroi koibito?

—Unas galletas dulces con chocolate blanco dentro —mi explicación parece ilusionarlo más, no puedo ignorar su mirada de cachorro abandonado—. Si quieres podemos visitar el lugar por la tarde. Luego del almuerzo tenemos casi un día entero libre porque el vuelo es mañana por la mañana.

—No es que este desesperado por ir —dice aparentando que no le importa tanto.

—Si te comportas así la gente no sabrá si estás enojado o feliz.

La primera sucursal de Süus es muy hermosa. Tiene un estilo antiguo y moderno al mismo tiempo. No soy exactamente el adecuado para especular sobre esto, pero creo que a las chicas les gustara mucho este lugar. Imagino que vendrá más gente de mi edad o más joven, pero incluso podría ser un local visitado por colegialas. No está abierto al público, así que somos invitados especiales y estamos completamente solos al entrar.

La chica que nos ha abierto la puerta no es conocida, pero el hombre de actitud alegre que aparece tras el mostrador si lo es.

—¡Hola! Los estábamos esperando —nos saluda Hideki. Su personalidad no ha sufrido muchos cambios respecto a la de anoche, sigue luciendo una sonrisa enorme y hablando un poco fuerte.

—Hideki, buenos días —le saludo y Wolfram me imita en la reverencia.

Él se acerca y me toma las manos con firmeza, las estrecha sacudiéndome. —Es un poco tarde para decir buenos días —se ríe.

A pesar de que me he tomado la molestia de enseñar etiqueta japonesa a mi compañero extranjero no podrá usarla con este chico, es un caso bastante particular.

—Veo que han llegado. —El segundo hombre que aparece a recibirnos es Takada. Parece más tranquilo hoy y sin resentimientos con Wolfram. Ambos se hacen una reverencia, me siento orgulloso de que le he enseñado bien y la atmosfera es buena. Wolfram apoya sobre la mesa un sobre y le entrega el material que trajimos.

—Aquí están las copias impresas de las traducciones y el resto de los documentos. Y también hay un back up digital por las dudas. Son los mismos archivos que pueden descargar online, están actualizados, pero es bueno tener una copia a mano.

—Bien, perfecto. Muchas gracias. Hideki, ¿podrías por favor pasar los archivos del CD a la máquina del local?

—¡Por supuesto! —dice mientras hace un saludo marcial con su mano a la altura de sus ojos. Nos quedamos solos con Takada cuando desaparece detrás del mostrador.

—¿Tienen hambre? Es la hora del servicio especial.

—Un servicio especial para unos invitados especiales.

La voz femenina es conocida. Hoy ella lleva una camisa de manga corta hasta los codos abotonada casi hasta arriba, solo deja ver un lindo pendiente sobre su cuello. Está usando anteojos y una pollera negra ajustada hasta las rodillas. Tiene una apariencia totalmente diferente a la de anoche, es sexy pero de una manera profesional.

—H-hola. —Ella me sonríe. Se me encienden las mejillas y me rasco la cabeza nervioso. Es una costumbre que no puedo sacarme.

—Hola. —Mi compañero parece más paciente el día de hoy aunque no habla mucho.

—Bielefeld-san. Que gusto verlo. —Lamentablemente, la atención de Clara me dura poco, ella voltea hacia Wolfram y no parece haber nada más de su interés aquí.

La comida es buena pero hay pocos platillos principales y la mesa está llena de cosas demasiado dulces que no pienso tocar. Estoy algo taciturno.

—¿Qué te pasa? —me pregunta Wolfram cuando estamos solos.

—Nada —suspiro—, solo estaba pensando en mi mala suerte en el amor.

—¿Amor? —No suena como una palabra linda o romántica en su boca—. No sé si sea amor, pero ayer fuiste bastante popular.

—Si estás hablando del tipo del bar no cuenta, no me siento halagado por interesarle a los hombres. Aun no sé qué pensar de eso, ni siquiera me di cuenta que estaba ligando conmigo. El popular aquí eres tú, no yo.

—No estoy hablando de ese tipo. Todos estaban mirándote.

—¿He? Mirándome, ¿quiénes?

—¿Ni siquiera pudiste notar eso? Eres demasiado distraído, o demasiado tonto.

Creo que está entrando en mucha confianza como para comenzar a insultarme. —Entonces, ¿qué es lo que no noté?

—Había mucha gente mirándote. Pensé que era lo que buscabas. —No parece tan interesado en lo que me dice sino en la comida, otra vez es un pastel con demasiada crema—. Posando así en la barra solo, parecías están invitando a que se te acerquen.

—¿Posando? ¿Quién estaba posando? No soy ningún modelo o algo parecido. Además, estaba mareado y no me gustan los lugares con demasiada gente. Y no soy alguien que se destaque por su apariencia, por más que ayer tuviera un servicio completo de un estilista.

—Pues yo creo que estas muy bien.

La soltura con la que lo dice me impresiona tanto como su opinión sobre mi apariencia. ¿En serio piensa eso? No es la primera vez que lo dice. Creo que hay algo mal con su sentido de la belleza.

—Oye… ¿Cuántos postres piensas comerte?

—¿Hu?

—No me hagas ¿hu? ¡Has arrasado con casi todo lo de la mesa! ¿Tienes una especie de vórtice dimensional en el estómago o qué? Empezare a decirte Doraelefeld si sigues así. A, no, eso sería si sacaras artefactos raros del estómago, no si desapareces dulces. [4] ¡Como sea! ¿No era que ibas a ir a la fábrica de chocolates?

—¡Claro que iré! —por un momento dejo ver su emoción y luego se recompuso—. Solo si tengo tiempo.

—No necesitas esconderlo más, ya me he dado cuenta lo que te gusta. Eres un niño por dentro.

—No soy un niño. Y se controlar mi temperamento.

—Yo no dije nada de tu temperamento. ¿Es algo que te dicen seguido? —Parece que di justo en el clavo. Ya que estamos hablando de manera sincera, me siento en confianza para preguntar—. ¿Tienes hermanos o hermanas?

—Sí, dos hermanos mayores.

—Yo también tengo un hermano mayor. Así que somos ambos los menores de nuestras familias. ¿Te llevas bien con ellos?

—Más o menos.

—Yo también.

Wolfram ha resultado ser bastante más simpático de lo que creía y he encontrado una cosa en común con él. Me distraigo mirando por la ventana, está despejado y hay al menos treinta centímetros de nieve en la vereda.
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Y aquí estamos, el museo del chocolate. Un lugar que parece pensando para ser visitado en pareja, pero esta vez no he venido con Ken, que siempre me arrastra a estos momentos incomodos. Mi nuevo compañero es un rubio extravagante que atrae las miradas de todos. Extrañamente no es porque sea hermoso, sino porque parece estar sobreexcitado por el azúcar.

—Y-Yuuri, ¡¿Qué es eso?! —está apuntando unos robots extraños que se mueven y hacen un sketch cómico bastante extraño.

A estas alturas he dejado de responderle, no puedo seguir su ritmo. Me siento en una banca y estiro las piernas, el frio me las ha entumecido. Para llegar aquí tuvimos que tomar un tren y caminar quince minutos hasta el parque. Luego de pagar 600 yenes pudimos entrar al museo y recibimos algunos obsequios además de poder comprar en las tiendas. Echo la cabeza hacia atrás y veo que aún está cerca.

—Oye, ¿ya terminaste? Si puedo elegir yo ahora me gustaría visitar la fábrica de cerveza. —Wolfram se acerca y apoya las manos en el borde del banco—. ¿Y las cosas que te dieron?

—¿Los dulces? Ya los he comido.

—¡Te los comiste! ¿No llevaras nada para tu familia, tus hermanos o algo?

—Mi familia no está en Japón —me dice apoyados sobre sus codos en la banca.

—Oh, lo siento. No pensé que estuvieran lejos. —Me siento un poco mal de saber que está solo, pero a él parece no importarle—. Entonces, ¿quieres venir a la fábrica de cerveza conmigo?

Su sonrisa es más bonita cuando esta relajado. —Seguro, vamos.

Tengo un mapa en el bolsillo, lo revisamos sentados en el banco y nos apresuramos en ir hacia nuestro próximo destino. El viaje de vuelta es más rápido, sabemos que necesitamos llegar antes del horario de cierre. Tomamos un colectivo y el recorrido tiene cierto atractivo turístico así que disfrutamos mirando el paisaje por la ventanilla. El edificio tiene aspecto europeo, le pido a Wolfram que me tome una fotografía con el celular frente a los barriles que adornan en la entrada. No soy de tomarme demasiadas fotografías, pero he recordado que mi padre me había hablado de este lugar así que quería tener un recuerdo. No podemos hacer más nada aquí luego de visitar la fábrica, así que decidimos ir al paseo de compras que está en el pabellón de al lado.

Todo está adornado con luces, tiene una cúpula de vidrio enorme y las columnas también están iluminadas. Hay un enorme árbol de navidad en el centro, supongo que Tokyo ya deben de haber terminado de armar las decoraciones también. El año pasado conseguí una cita a último momento, pero creo que este año no será una velada romántica. No me pone particularmente triste.

—Hay mucha variedad de cervezas y envases especiales. —No estoy seguro de cual llevar, así que tomaré una de cada una.

—¿Vas a comprar tantas?

—Sí, no puedo volver de Sapporo sin cerveza para toda la familia, todos toman. Además es la marca favorita de mi padre. Y como mi hermano me ha traído unos regalos grandes en uno de sus últimos viajes, no soporto que luego me eche en cara que no soy igual de considerado.

—Hum, tener hermanos a veces es difícil. Ya se ha hecho de noche —me dice mirando al techo. Los vidrios de la cúpula están negros.

—¿Quieres volver al hotel?

—Sí, aunque es una lástima tener que volver. Pero mañana tenemos el vuelo temprano.

—Al final, las cosas han resultado muy bien —le digo mientras recuerdo todo lo que ha pasado en tan solo dos días.

—Si —Wolfram sonríe. La estoy pasando bien con él, así que creo que no estaría mal compartir un último momento entre hombres para fortalecer la amistad.

—¿No quieres festejarlo? —le pregunto y levanto un pack de cervezas de una despensa que tengo cerca.

—¿Quieres tomar algo?

—¿Por qué no? Podemos comprar esto, o podemos ir a un bar para no tomar andando por la calle. He visto un lugar en el segundo piso que tenía cervezas extrajeras, tal vez encuentras algo que conoces.

—No, prefiero que me recomiendes algo de Japón. Según lo que me dijiste ayer, me han timado varias veces por no conocer cómo funcionan las cosas aquí. Así que debería aprovechar que me expliques lo que sabes.

Me rio. —Así que me he convertido en el guía de turismo oficial de Japón. ¡Ok, allá vamos! Lo primero será la cerveza, luego tendremos tiempo para pensar en ramen u otras cosas.

Tardamos un poco en encontrar el lugar pero lo logramos. Es el mismo bar con aspecto rustico que había visto antes, nos sentamos en la barra uno al lado del otro. El lugar está atestado de gente y es bastante ruidoso.

—¡Una botella por favor! —Mientras espero que nos la traigan decido explicar a Wolfram como son nuestras costumbres—. Dijiste que no te gustaba mucho la cerveza, ¿pero no es algo tradicional de Alemania?

—No es que no me guste, si no que no tengo la costumbre tomar tanta. Prefiero el vino, o el licor. Pero es la bebida número uno del país y por supuesto que he ido a muchos festivales.

—No voy a mentirte, no se casi nada de Alemania. Pero puedo explicarte cómo es que tomamos los japoneses. —La botella llega a la mesa junto con dos vasos helados—. Primero, como japonés beber con tus compañeros de la universidad o del trabajo es muy importante. Es lo que te ayuda a volverte cercano a otros, incluso beber con los clientes es muy importante. Es la forma más fácil de relacionarte sinceramente con otras personas. Ah, eso ha sonado a algo que diría mi padre. Pero lo importante es que significa que estamos compartiendo algo de hombre a hombre, que ahora somos amigos.

Wolfram está muy interesado en lo que digo pero se está riendo de mi torpeza para explicarme.

—Segundo, es importante invitar la bebida al otro, es una cuestión de respeto. Así que yo te serviré a ti y tu tienes que servirme a mí siempre que el vaso este vacío.

—Amigos, ¿eh? Supongo que deberíamos brindar por eso —me dice mientras sirve mi vaso.

—Eso suena bien. ¡Por la alianza Alemania-Japón. ¡Kampai!

—¡Kampai!

Dos botellas vacías después tanto Wolfram como yo nos reímos fácilmente de cualquier cosa. La cerveza ha funcionado bastante bien como lubricante social incluso entre dos culturas totalmente distintas.

—Así que he estado haciendo todo mal. Se supone que para acercarme a los japoneses debería haber usado el alcohol —se lamenta Wolfram.

—Eso nos hace sonar un poco como alcohólicos, pero si, el alcohol es la parte fundamental de la socialización aquí.

—Ya lo veo, no has parado de soltar la lengua desde que tomaste el quinto vaso.

—¡¿C-cómo?!

—Los japoneses siempre me parecieron bastante reservados, pero me equivoqué. Ahora puedo ver cómo eres de verdad.

—No puedes echarme en cara ser reservado cuando tú te comportas igual. Incluso a veces te das aires de superioridad muy fácilmente. Por eso te odiaba al principio.

—¡Me odiabas! No sé de qué me sorprendo, yo te odiaba a ti también —él se está riendo con fuerza, de mí por supuesto.

—Pero está bien ahora. No me pareces un mal tipo.

—Tu tampoco, aunque te comportes extraño.

—Yo no me comporto extraño.

—Claro que sí, haces caras estúpidas todo el tiempo.

—¡¿Caras estúpidas?!

—Aunque es algo lindo, supongo —su forma de alagarme sigue siendo muy extraña—. Creo que estoy contento de haber encontrado un amigo.

No puedo evitar ruborizarme un poco, me rasco la cabeza nervioso.

—A eso me refiero con caras estúpidas.

—¡Basta! Y deja de reírte tanto si solo vas a hacerlo a costa mía.

—No creo que eso sea posible mientras continúes siendo tan enclenque. —Se levanta de la barra y toma su saco—. Es tarde, deberíamos ir volviendo.

Pagamos mitad y mitad, tomamos las bolsas con las compras y nos vamos. Al final termine comprando el pack grande de varias latas de cerveza antes de que saliéramos.

—¡Esta nevando!

—Oh, es muy bonito.

—Sí, lo es. Pero tenemos que apurarnos a llegar a la parada del colectivo rápido, si se desata una tormenta estaremos en problemas.
Corremos por la calle con cuidado, el piso está cubierto de agua-nieve y tenemos que sostenernos entre nosotros porque resbala. Hace tanto frio que se me pasa el mareo del alcohol rápido. En cuestión de minutos nos atrapa la lluvia a medio camino.

—¡No veo nada, así no poder conseguir un taxi!

—¡No parece estar pasando ninguno! —me grita Wolfram, me toma del brazo y me arrastra bajo una cornisa para alejarme del agua, la nieve y el viento—. ¿Qué vamos a hacer?

Estamos empapados, la campera que llevo puesta está congelada y comienzo a temblar. Wolfram está igual, sus rizos rubios están pegados a sus mejillas y su aliento es blanco.

—No creo que podamos llegar al hotel rápido —me dice y se abraza sí mismo—. Creo que lo mejor es buscar un lugar para pasar una noche.

—Pero el vuelo es mañana por la mañana.

—Llegaremos a tiempo si nos despertamos temprano, solo tendremos que empacar rápido para llegar al aeropuerto. Prefiero eso a una pulmonía. Tienes los labios azules.

—T-tienes razón —mi voz se corta, mis dientes castañean. Es la primera vez que me quedo quieto desde que comenzó a caer la lluvia fuerte y he perdido mi calor corporal por completo—. ¿Puedes ver algún lugar cerca?

Vemos unas luces a una cuadra de distancia y tenemos suerte, es un alojamiento abierto.

—Espero que tengan habitaciones. ¡Hola, hay alguien!

Una mujer mayor aparece y se sorprende por nuestra apariencia. —Oh por dios, ¿Qué hacen fuera con esta tormenta? —Mira a Wolfram y automáticamente pregunta—: ¿Son turistas?

—No, solo es una casualidad que quedáramos varados en este lugar, estamos aquí por trabajo. ¿Tienen habitaciones libres? ¿Acepta tarjeta?

—Lo siento, solo efectivo. Y me queda solo una habitación doble, pero tiene camas separadas. Si no les supone un problema, necesito que uno de los dos registre sus datos.

—¿Qué te parece? —le pregunto a Wolfram.

—S-solo quiero darme un baño. T-tengo dinero para ambos —está pálido y se limita a tiritar rígido.

—La tomamos —acepto y me acerco para llenar los datos en el libro de huéspedes.

La habitación es pequeña y la calefacción ya estaba encendida así que es un alivio entrar a este ambiente caliente. La señora del alojamiento nos ha dado bolsas nuevas para las compras, las de papel que teníamos se han desintegrado y tuvimos que cargar parte de las cosas en las manos. Encontramos batas y toallas sobre las camas.

—¿Te importa si uso el baño primero? —me pregunta Wolfram.

—No, puedo esperar. Estaré bien si me saco la ropa mojada y uso la bata dentro.

Mientras se baña me cambio y por fin puedo relajarme sentado en la cama. Las cosas se han tornado extrañas teniendo que compartir una habitación, pero me alegro que nuestra relación se haya fortalecido lo suficiente como para no sentirme tan incómodo. No es como ir juntos a un onsen o un baño público, pero se siente similar. Podría considerarlo otro paso más en fortalecer nuestra relación de hombre a hombre. Abro una lata de cerveza y Wolfram sale del baño cuando he tomado la mitad.

—¿Ya estas mejor? —le pregunto y le extiendo una lata, él la acepta.

—Sí, me siento mucho mejor. Deberías entrar rápido, un baño caliente evitara que te enfermes. —Abre la lata de cerveza y se sienta en la cama. Me recuerda a un actor de películas americanas con esa bata y la toalla en su cabeza. Tendría que cambiar esa cerveza por un vaso de coñac para ser perfecto—. He dejado la ropa en el baño, está demasiado mojada para traerla aquí.

—Llevaré la mía también entonces. ¿Tu reloj tiene alarma?

Asiente con la cabeza y lo busca, confió en que se encargara de ponerlo a la hora adecuada para que lleguemos a tomar el vuelo. Tendremos que dormir temprano y levantarnos a la madrugada. El baño caliente me cala hasta los huesos, mi piel estaba fría como el hielo cuando entre y sentí como si me quemara. Aún tengo la lata de cerveza en la mano, la única razón por la que la estoy tomando es porque tengo sed, pero será la última de la noche, ya he bebido demasiado. Mi ropa y la de Wolfram cuelgan por todos lados en el baño, el único lugar libre que dejo es el inodoro porque es algo que usaremos, pero hay una camisa hasta en el lavamanos. Definitivamente tiene un sentido de la moda mucho mejor que el mío, puedo darme cuenta analizando todo lo que es suyo. Cuando vuelvo a la habitación lo encuentro dormitando sentado.

—Tenemos que ir a dormir ahora o no nos quedaran muchas horas para descansar.

—Solo estaba esperando que se seque mi cabello.

—Eres muy cuidadoso con tu apariencia.

—No, no me importa tanto. No lo haría si fuera lacio como el tuyo.

Imagino como sería el resultado si sus ondas estuvieran enmarañadas, ¿sería como un afro? Comienzo a sacarme la bata para dormir, es demasiado áspera.

—¡¿P-porque te estas desnudando?!

—¿Desnudando? Tengo puesta la ropa interior aunque este mojada, no estoy desnudo. Me incomoda esta bata, así que no dormiré con ella. ¿No te molesta que esté mojada? Hace calor con la calefacción encendida, así que está bien si quieres sacártela, no vas a enfermarte.

Lo piensa y no parece muy cómodo pero igualmente se la quita. Estoy acostumbrado a estar desnudo frente a otros hombres porque me gusta ir a los baños públicos seguido con Ken, somos habituales de uno que queda cerca de nuestro restaurante favorito. Pero ahora que lo pienso, los extranjeros no tienen esa costumbre. Igualmente, no tiene nada que no conozca y de lo que pueda avergonzarse. Sus músculos incluso me impresionan, quisiera saber qué tipo de rutina es la que hace. Mi confianza en mi físico acaba de mermar, no esperaba que me superara en ello pero es interesante saber que se ejercita.

Mañana es el viaje de vuelta a casa. Me pongo a calcular una nueva rutina para incrementar la cantidad de abdominales y flexiones de brazos que haré por día y me duermo en cuestión de minutos.
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Continuará…

 

Notas finales:

Aclaraciones:

 

[1]Omiai: también conocido como miai, significa “mirarse el uno al otro”. Es una tradición japonesa donde se presenta a dos personas para considerar la posibilidad de casarse. Es una forma anticuada y muy formal de conseguir pareja, normalmente la familia se ve muy involucrada.

 

[2]Biseinen: el termino más conocido es bishounen que significa literalmente “niño hermoso” y se utiliza para adolescentes, pero biseinen significa “hombre hermoso joven” y es el equivalente para hombres un poco mayores. Wolfram tiene  34 en esta historia, así que ha pasado a ser un biseinen.

 

[3]Kanji: la escritura japonesa se compone de tres partes, dos silabarios llamados hiragana y katakana y los kanji que son símbolos con significados conceptuales. Existen unos 50,000 kanji, pero muchísimos no tienen uso ni en el chino ni el japonés (Japón tomo esta parte de la escritura del Chino, pero sus pronunciaciones y simbología es diferente). Los niños de primaria aprenden unos 4,000 a 5,000 kanji básicos durante su educación y un adulto japonés necesita conocer unos 6,000 básicos. Hay muchos son técnicamente específicos y no son de común conocimiento popular ya que no son necesarios para la vida cotidiana, pero se necesita cierto nivel para poder leer el diario o textos complicados. Un extranjero necesita saber al menos unos 2,500 para desenvolverse más o menos bien, pero es conveniente saber alrededor de los 4,000 básicos. Los kanji son un problema hasta para los mismos japoneses, es normal que se equivoquen al leer un símbolo, que se encuentren con uno que no conocen o incluso que no sepan exactamente como escribir algo de lo que hablan. A un extranjero que quiera ser traductor o interprete se le suele exigir saber más que la cantidad que sabe un ciudadano promedio japonés. Es más fácil hablar el idioma que leerlo o escribirlo.

 

[4]Doraelefeld: es un juego de palabras entre Doraemon y Bielefeld. Doraemon es un personaje de anime clásico súper conocido, es un gato azul sin orejas. Su habilidad especial es sacar cosas del bolsillo que tiene en la panza, Yuuri se confunde lo del bolsillo con lo del vórtice dimensional en el estómago que dijo antes y hace un mal chiste para tomarle el pelo a Wolfram.

 

 

 

 

 

 

 

 


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