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Error por Sarabi22

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Notas del capitulo:

Ciao! Hace mucho que no nos vemos. Estaba revisando este capítulo y lo voy he vuelto a subir, ahora editado y espero que mejorado.

Alice, al contrario que Sabina, no tenía un pasado tan oscuro, es más, su infancia había sido bastante feliz. Todo lo feliz que puede ser la infancia de la hija de una pareja de mercenarios, sobre todo cuando tu madre tiene la mecha muy corta y es peligrosa y tu padre es un manipulador sin remedio.

Ella e Iván habían crecido juntos, su “tía” Balalaika era una mujer estricta pero cuerda, su “tío” Chang le intentaba enseñar a ser como su padre y como él mismo; era, para los estándares de las triadas chinas, un tipo paciente y simpático.

Sus otros “tíos” Dutch, Benny y su novia Janet, le solían enseñar lo que sabían sobre la vida, la informática, etc. Eran buenos con ella, la adoraban, sobre todo Janet.

Sus padres le enseñaban sobre armas, autodefensa y, bueno, a ser una mercenaria profesional en general; y lo que podrías considerar una educación normal en cualquier país del primer mundo, siendo sus maestros su madre y su padre respectivamente.

Aunque su madre pensaba que era una tontería, su padre dijo textualmente “La inteligencia abre más puertas que tus pistolas Rebeca.” Fue una de las pocas veces que su padre había utilizado el nombre real de su madre, en vez de su diminutivo.

Era la única vida que conocía, de un lado para otro, media vida en el mar y un camarote lleno de libros y la otra media en Roanapur.

Pero estaba orgullosa de ser capaz de tener una educación que muchos hubieran deseado en su ciudad natal, aunque sabía que Iván siempre iba diez pasos por delante de ella. Le había enseñado a jugar al ajedrez y siempre que jugaba con él perdía estrepitosamente, al menos no tenía tan mal perder como su madre… la mayor parte del tiempo.

En ese momento estaba hablando con ella por teléfono, mientras revisaba por última vez la pistola que Balalaika le había regalado. Comprobó el cargador, lleno; contaba con dos repuestos, y la bala de la recámara también estaba en su sitio para un tiro adicional.

—Sí mamá. – le dijo medio ausente, a Revy le gustaba preguntar por los combates de otros a veces.

—Más te vale limpiar el suelo con ese gilipollas Alice. —le dijo con una voz medianamente seria —.  Esa niñata de Fabiola le contará todo a la zorra de Roberta y definitivamente no la quiero restregándome por la cara que a mi hija la venció un niño bonito.

—Puedes apostar todo tu dinero por mí mamá. —a Alice le gustaba cuando Revy la llamaba “hija”, eran ocasiones sumamente raras y la llenaba de orgullo que su madre esperara cosas de ella, grandes cosas para ser exactos.

—Alice, ten cuidado. —ese era su padre, preocupado de que le pudiera pasar algo a su niña bonita; como siempre—.  Te queremos y estoy seguro de que nos sentiremos orgullosos de ti—. “Eso es jugar sucio papá.” Pensó la morena mientras enfundaba las pistolas y agarraba el móvil con las manos, Rock le había dado a entender que quería que ganase, igual que su madre.

—Tan diplomático como siempre papá —. Le dijo por teléfono, bajó las escaleras deprisa y se sentó en la entrada para ponerse las botas militares. No la dejaban llevarlas dentro de la casa de los Sawada —. Sabes que odio perder tanto como mamá.

—Pero tú eres más racional —. Eso era cierto, antes de colgar el mayor añadió algo más —. Janet y Jonny nos van a conectar para que veamos el combate, haz que tu madre se sienta orgullosa de ti —. A Alice le dio un vuelco el corazón y las mejillas se le colorearon de un rosa pálido —. Todos te estaremos apoyando, —. Rock no tenía que esperar a que preguntase qué se le pasaba por la cabeza, sabía exactamente las palabras que su hija quería oír —. Yo siempre he estado orgulloso de ti, hija. Desde el mismo momento que naciste —. Para Rock la mera existencia de Alice ya era un milagro, su milagro y el de Revy.

Con una sonrisa de oreja a oreja casi inaudita en su cara, la adolescente hizo un sonido afirmativo.

Iván no esperaba ver a Alice en el recibidor con una sonrisa dulce en la cara, más bien un ceño fruncido y los brazos cruzados, tal vez incluso un tic nervioso en el pie. Parpadeó un par de veces, incluso se mordió la lengua con tanta fuerza que pudo probar su sangre, pero la sonrisa en el rostro de Alice no había desaparecido. Esa fue la primera vez que pensó que Alice era bonita.

Entonces se percató de la presencia del ruso y le miró como si hubiera visto un fantasma. Había cortado la llamada y se acercó al rubio con la velocidad del rayo.

—Tú no has visto nada —. Siseó con sus caras a centímetros, le había cogido de las solapas del abrigo para que cualquier cosa que dijeran quedara como un susurro y diera, si alguien los veía, una sensación de pelea.

—Claro que no Alice, claro que no —. Le confirmó con una sonrisa sarcástica —. Pero no sabía que tuvieras tantas ganas de besarme querida —. Le replicó de forma ingeniosa.

—Deberías cuidar esa lengua tuya o puede que un día de estos te la arranque a mordiscos.

—No sabía que fueras sádica princesa —. Subió las cejas con sorpresa fingida y una sonrisa astuta, pareja de la que se extendía en el rostro de Alice.

—Como dicen, “Dios los cría y ellos se juntan.” —. Dijo suavemente —. No soy la única sádica aquí presente.

Lo soltó antes de que pudiera darle otra de sus respuestas afiladas, y salió por la puerta como si no tuviera que esperar a nadie, esperando que nadie notara sus mejillas sonrojadas.

.

.

.

Tarde, Gokudera llegaba tarde. Muy tarde, y a todos se les estaban poniendo los nervios de punta.

Finalmente el susodicho llegó, haciendo explotar. Más propiedad de la escuela destruida… Hibari iba a matarles.

—Perdón por la espera, décimo —. El torso vendado, la camisa azul solamente tenía un botón abrochado, la mitad del anillo de la tormenta colgaba de su cuello a la vista de todos —. Hayato Gokudera, presente —. Tenía una cara que gritaba lo serio que era para él la pelea de los anillos.

—¡Hayato! —. El alivio invadió a Tsuna de pronto.

—¡Cabeza de pulpo! —. Ryohei también estaba presente, quien había insistido en ir a pesar de que Colonello le había dicho expresamente que no.

Todos estaban aliviados de ver que por fin había llegado, por un segundo pensaron que le había ocurrido algo grave.

—Reconocemos que él luchara porque llegó dentro del tiempo designado —. Anunció Cerbello I.

—¡Bien! —. Exclamó Ryohei, por un segundo pensó que no iba a llegar.

—¡¿Dónde cojones estabas?! —. Le gritó Angelo, enfadado por la tardanza de su amigo. Le salían chispas de los ojos y parecía que iba a fulminar a su amigo con la mirada, Tsuna intentó calmarle.

Lambo e I-pin estaban en casa, el moreno había pescado un resfriado que lo había dejado en la cama con fiebre probablemente para una semana, lo cual era en opinión de Hayato patético para un guardián de Vongola. Haru y Hana se habían ofrecido a ayudar a la china a cuidarlo, por si acaso habían dejado a Fon y Colonello con ellas, uno por sus conocimientos en medicina china y a ambos por protección.

Sieren por su lado había quedado con un informante de Shinjuku que tenía fama de ser un manipulador y un capullo con complejo de dios. A veces se cuestionaba por qué seguían siendo amigos… aunque el moreno no dejaba pasar la ocasión de invitarla a su casa a tomar el té, siendo ella una de sus muy escasos amigos.

—Nos tenías preocupados, ¿Te habías dormido o algo? —. Preguntó Takeshi con una sonrisa floja.

—¡Claro que no! —. Le gritó el otro hecho una furia. Se volvió a Tsuna con una sonrisa amable —. Lo siento, décimo. Me ha tomado algo de tiempo estar listo…

“Pues como sea por la ropa…” pensó Alice molesta. ¿Quién venía arreglado a una pelea? Una cosa es que Sabina lo hubiera hecho porque la iba a ayudar (ropa no conductora de electricidad), sin embargo, otra cosa era lucirse y eso era precisamente lo que parecía estar haciendo ese peli-plateado.

—Ya veo —. Le respondió el castaño aliviado, mientras revisaba de arriba abajo la cantidad de cartuchos de dinamita que llevaba en todos los cinturones y bolsillos… un número ciertamente peligroso cabría decir.

—Ahora estoy completamente preparado —. Le dijo sonriente, “Si con esa cantidad de dinamita te pareciera que no lo estás sería preocupante…” pensaron sus propios aliados y más de un enemigo —. Deje que yo me encargue.

—Bien —. Su tono era amable y ligero —. Pero… —. Al volverse el timbre de su voz se volvió serio de nuevo y miró al grupo contrario con recelo. Quienes exhibían sus sonrisas arrogantes y su sed de sangre llenaba el lugar.

Extrañamente, ni Basil ni Ieyasu estaban presentes. Quizás fuera por pereza, pocos sabían que estaban en el hospital con Sabina y aunque se lo hubieran dicho nadie en su sano juicio lo creería si no lo vieran sentado en la silla del cuarto de hospital, leyendo una revista de deportes.

Basil se sentía tentado de echarle una foto, al final, si compartía la sangre de su maestro no podía ser tan malo… o eso empezaba a pensar el muchacho de ojos azules.

—Yo pensar que él estar asustado y huir —. Dijo Lásmita, esforzándose tan poco en su construcción de frases como siempre, igual que su madre… o que su padre para el caso, a fin de cuentas ninguno había pisado jamás Japón. Tendría que llevarles algo de regalo… Nah.

—Creo que debería haber huido —. Comentó Iván, mirando de reojo a la morena de ojos ambarinos —. La sed de sangre de Alice es más alta de lo normal hoy… —. Exhibía una sonrisa que solo podía caer en la categoría de carnívora.

“Su oponente es una experta en pistolas y cuerpo a cuerpo…” pensó Tsuna preocupado.

Hayato no era malo en el cuerpo a cuerpo pero sus armas eran de distancia media… estaba en desventaja con Alice quien podía usarlas tanto a quemarropa como a distancia media. “Espero que Hayato esté bien.”

—Antes de explicaros el campo de batalla, tenemos algo que informarles —. Dijo Cerbello I, inexpresiva como de costumbre —. Una de las Cerbello tuvo que ser cambiada por problemas de salud —. Informó impasible, parecía que Lambo no era único que había cogido un resfriado…

—Encantada —. Saludó la parecía ser Cerbello III, aunque no parecía muy feliz.

—Se parece a la que remplazaron —. Comentó Ryohei. “¡Si son idénticas!” pensó la familia Arconaleno-Di notte.

—Cerbello tiene muchas piezas de repuesto —. Concluyó Reborn. Casi parecían clones, siempre le había dado mala espina esa organización.

—Esta noche el campo será toda la tercera planta —. Informó Cerbello I —. También incluye la parte oeste que está conectada con esta área. Y no solo los pasillos, sino también las clases de esta planta.

“Bien, este es mi tipo de terreno, con una gran cantidad de obstáculos.” Pensó el chico de ojos verdes. Pero claro, también era el tipo de terreno de Alice.

—Sin embargo…  —. Empezó una de las Cerbello otra vez.

Un temblor sacudió el suelo, las puertas de una de las aulas y de pronto todo salió por la ventana en pedazos y atravesó la ventana, cayendo finalmente al vacío. ¿Qué demonios acababa de pasar? Fue el pensamiento colectivo.

Cerbello III trajo una especie de máquina extraña que tenía aspecto de ventilador. Y Cerbello I dedicó los siguientes minutos a explicar para qué servía y cómo funcionaba.

—Hemos puesto Turbinas de Huracán, como esta, en varios lugares del campo de batalla —. A todos les sonó raro ese nombre —. Tiene cuatro rejillas de ventilación y están diseñadas para crear una poderosa ráfaga al azar-

—Quieta ahí —. Reborn la cortó en seco —. ¿Quién va a pagar todo esto? Porque te aseguró que Vongola no, Nono no es estúpido, ni nosotros tampoco. Y a esto añádele las reparaciones y el material dañado que tenéis que comprar de nuevo —. Las mujeres fruncieron el ceño desaprobatoriamente. Y para ese momento Reborn ya había contactado con Timoteo, quien estaba al borde de una taquicardia al ver las facturas que le estaban enviando, eran ricos sí… pero el dinero no crecía en los árboles.

Tras unos breves minutos un mensaje llegó al teléfono de Cerbello I y III, no habría más preparativos extraordinarios, para nadie, se buscarían un sitio con las condiciones adecuadas y punto. Fin de la historia, Vongola no iba a desperdiciar más dinero por las idioteces de una organización en la que nadie confiaba.

Tsuna sonrió, parecía un ángel pero por dentro estaba bailando de felicidad, las Cervello estaban fuera de juego, “Gracias papá”.

—Es un verdadero campo de tormentas… —. Comentó Angelo, quien aunque feliz por la intervención del abuelo, seguía preocupado por los cacharros que habían instalado.

—Y esta vez, habrá un tiempo límite para la pelea —. Siguió informando Cerbello I, descolocada aún por las palabras de su jefe. ¿Cómo había llegado esa información tan rápido a los oídos del Vongola? Debería haber tardado un poco más… un informante moreno y de ojos rojos sonrió mientras jugaba con su tablero de ajedrez y una mujer de pelo blanco tomaba té en su sillón, a muchos kilómetros de la escuela secundaria Namimori —. Quince minutos desde el inicio de la pelea, a menos que uno de ellos tome posesión del Anillo de la Tormenta, las bombas dentro de las Turbinas de Huracán explotaran en turnos y destruirán el piso completamente.

Tsuna se echó las manos a la cabeza, Hibari iba a matarle; y Hayato, conociéndole, posiblemente se matase solo por ser demasiado testarudo.

“Ósea, que mañana no hay escuela.” Pensaron los estudiantes y profesor de la secundaria.

—Y yo pensaba que papá era sádico… —. Murmuró Angelo mientras Tsuna se quejaba casi a gritos de lo irrazonable de todo esto.

—Chicos, mañana vendréis a casa para que os demos clases particulares —. Les informó Reborn, sonriendo de forma siniestra. Sí, su era definitivamente sádico…

Lo que ninguno de ellos sabía era que el informante de Sieren se había auto-invitado a la casa de los Arcobaleno-Di Notte. Pero la única preocupación de Sieren era otra (su famiglia luchando a muerte con unas jueces sádicas e irritantes a niveles estratosféricos, un grupo de asesinos, en el cual se incluía una Arcobaleno, etc.)

—Si ambos mueren solo significa que ninguno era lo suficientemente acto como para ser el guardián de la Tormenta —. Fue la primera vez que Cerbello III había hablado, excluyendo ese escueto saludo del principio.

—Espero que os deis cuenta de que en el peor de los casos destruiréis también el Anillo de la Tormenta —. Les advirtió Reborn. Sin embargo, ellas hicieron como si no hubiera abierto la boca, le estaban empezando a tocar la moral.

Nono iba a oírle, ¿A quién es su sano juicio se le ocurría poner estas locas a juzgar?

—¿Soy el único que quiere presentar a sus rasgos faciales a un elemento fundamental en la construcción de muros y edificios, repetidamente? —. AKA ‘Quiero estrellarles un ladrillo en la cara”. Reborn le puso una mano en el hombro, en señal de camaradería.

—Es lo más bonito que te he oído decir en días —. Le dijo Tsuna a su hermano —. Aunque yo, sinceramente, preferiría presentarlas a un pez selacio marino, del suborden de los escuálidos, muy voraz, de gran tamaño, cuerpo fusiforme y hendiduras branquiales laterales, boca grande situada en la parte inferior de la cabeza y provista de varias filas de dientes cortantes.

—Veo que has estado prestando atención a mis lecciones de biología —. Le alabó Reborn cuando dio la perfecta definición de tiburón.

—¿Una pelea a muerte? —. A Hayato se le dibujó una sonrisa —. Suena interesante.

—¡Vamos a hacer un corro, al extremo! —. Gritó Ryohei, dos segundos después estaba en el suelo, desmayado.

—Solo lo he puesto a dormir —. Dijo Shamal, que nadie sabía de dónde había salido, con una sonrisa floja —. He venido a burlarme de tu pelea, Hayato~.

—Muérete pronto —. Fue la única bienvenida que le dio su “alumno”.

—¡Que frío! —. Se quejó el doctor y puso la mano en el pecho como si lo hubieran herido —. No estará por aquí la bella Sieren para… —. Se cortó en seco cuando sintió el aura asesina de Reborn –. No importa… ¡Pero mira cuántas bellezas aquí reunidas!

–Te acercas y te pego un tiro.

–Absténgase de tocarnos.

–Yo cortar a este pervertido por la mitad si él acercar más.

–No dejaría que me tocaras ni aunque me pagases un billón de dólares.

Shamal estaba en una esquina oscura y abrazando sus rodillas por el frío tratamiento de las “beldades” presentes en la sala.

Cerbello l les hizo un gesto a casi todos, mientras que Cerbello III pedía a los combatientes que se quedaran dónde estaban, y bajaron a la segunda planta, donde les indicaron que no traspasasen una línea imaginaria en el suelo.

—Debido a que el campo de hoy es muy amplio, transmitiremos la pelea hasta el área de espectadores —. Habló Cerbello I. Una multitud de láseres desde el suelo al techo se hicieron presentes en el pequeño espacio de la segunda planta al que habían bajado, todos juntos en ese pequeño espacio; era algo incómodo —. Y habrá láseres infrarrojos entre el área de los espectadores y el campo de batalla para prevenir cualquier interferencia —. Las paredes estaban llenas de televisores de plasma de alta definición y cables que desaparecían tras las paredes. Los rayos rojos no tardaron en aparecer.

Ryohei se despertó en aquel momento confundido y gritando “¡Al extremo!”, Angelo se tapó los oídos, tentado de decirle a Shamal que lo volviera a sedar. Nadie estaba feliz por la indirecta manera en la que les decían que no podían intervenir incluso si sus vidas estaban en juego.

—Hemos confirmado que los dos tienen la mitad de los Anillos Vongola de la Tormenta —. Afirmó Cerbello I. ¿Qué no darían los allí presentes por mandar a esas dos a paseo y luchar como Dios manda sin estupideces que provocaban daños colaterales, costaban dinero y a más de uno le parecían absurdos?

Y así la pelea de la Tormenta dio comienzo.

Notas finales:

Espero que os haya gustado!!

Frase del capítulo: "Con libertad, libros, flores y la luna ¿Quién podría no ser feliz?"-Oscar Wilde.

Ciao!


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