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Error por Sarabi22

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Notas del capitulo:

Bien, lo primero que tengo que decir es uau, nunca me habían mandado tantos reviews con tan pocos capítulos, estoy muy agradecida por ellos, el apoyo que me dais con ellos consigue que siga trabajando en la historia.

Lo segundo, por si alguien no se había enterado la maldición NO EXISTE, "Arcobaleno" es el apellido de Reborn y estoy pensando en hacer algo muy especial con esto.

Ahora espero que disfruteis de la historia tanto como disfruté imaginándomela.

-          ¡Doctora! ¡¿Cómo se le ocurre decirle eso al niño?! ¡¿No ve que tiene solo cinco años?! – la regañó Yuki, la mujer que le había dado la bienvenida a Tsuna y lo había llevado con la doctora, estaba hecha una fiera; el niño se había desmayado por el gran shock sufrido al saber que su madre le había abandonado definitivamente.

-          Vamos Yuki, cálmate. – le decía la otra con las manos en alto a su pareja, aunque claro eso era un secreto. – Te juro que no lo hice a propósito, aunque creo que he sobrestimado al niño…

-          ¡Tú! – Yuki se debatía entre darle una bofetada o estrangularla directamente, finalmente se dio la vuelta ofendida para coger el teléfono que había empezado a sonar, respiró hondo y suavizó su voz tanto como pudo. Como sea para dar un niño en adopción me cargo al idiota que llame pensaba siniestramente la mujer al punto de darle miedo a Aoi.

Mejor me voy mientras puedo pensó la mujer de ojos caoba dándose la vuelta silenciosamente y dirigiéndose al cuarto de Tsunayoshi. Tenía que arreglar ese embrollo o Yuki le sacaría los ojos si la conversación acababa mal. Tocó a la puerta de la nueva habitación de Tsuna.

-          ¿Tsunayoshi-kun? ¿Puedo pasar? – preguntó educadamente la morena, como no tuvo una respuesta pegó la oreja a la puerta intentando escuchar, pero lo único que oyó fue al niño sollozar sin consuelo. – Voy a pasar Tsunayoshi-kun.

Cuando entró lo vio todo a oscuras y en la cama un capullo de sábanas que de vez en cuando temblaba, dejó la puerta abierta para que entrase la luz del pasillo, hace un rato que había anochecido y el cielo estaba oscuro, dentro de poco deberían intentar otra vez que cenase puesto que la primera vez se había negado a abrir la puerta y salir de la habitación. Volvió a contemplarlo todo antes de acercarse al niño, era una habitación infantil ordinaria, literas con sabanas blancas, un armario de varios colores, una mesita de noche con una lámpara, un escritorio adaptado para niños pequeños con varias sillas y algunos cuadros para hacer más ameno el ambiente. Su orfanato tenía buenas condiciones gracias al dinero del gobierno, el orfanato de Namimori era el único en varios kilómetros por lo que niños de pueblos vecinos eran enviados allí, Tsuna compartiría el cuarto con tres niños más pero gracias a que habían hecho una excursión con el colegio no volverían en varios días. Eso le daría tiempo a Tsuna a adaptarse un poco.

-          Tsunayoshi-kun, ¿Me puedo sentar? – preguntó tentativamente la mujer al pequeño, este un poco más calmado sacó un poco la cabeza y la miró con sus grandes ojos marrones llenos de lágrimas asintiendo aún cuando el labio le temblaba amenazando con volver a echarse a llorar, la visión le partió el corazón y no pudo evitar abrazarlo fuerte a su pecho. El pequeño volvió a llorar, solo que esta vez Aoi le consolaba acariciando su cabeza.

Pasó poco tiempo hasta que se quedó dormido en sus brazos, enternecida, lo arropó cuidadosamente y cerró la puerta en silencio.

-          ¿Y bien? – preguntó Yuki una vez salió del cuarto del recién llegado.

-          Se ha quedado dormido. – le informó su novia con una pequeña sonrisa, la cual le contagió. – Por cierto, ¿Quién ha llamado?

-          La, próximamente, madre de Chrome. – le dijo con una enorme sonrisa, le tenía mucho cariño a la niña tuerta. – Dice que vendrá a recogerla mañana junto con su nuevo hermano mayor.

-          Debes estar feliz, esa mujer es muy cariñosa. – Aoi se había ocupado de entrevistar a la señora en persona, era madre soltera y dentro de poco se iría a Italia, le habían ofrecido trabajo en un restaurante como chef principal, quería adoptar a dos pequeños más o menos parecidos, a uno lo adoptó en un orfanato de Roma y ahora que había venido a Japón una temporada decidió adoptar a una niña para tener la pareja.

Era una mujer responsable y cariñosa, quizás un poco empalagosa a veces con su hijo mayor, el cual según Aoi, tenía una personalidad algo siniestra, quizás por haberse criado en la calle, pero era muy protector con Chrome por lo que había determinado que sería un buen hermano mayor.

Con una gran sonrisa Yuki se abrazó a su pareja y le dio un pequeño beso en los labios, era una caricia suave y ligera, Aoi tenía la sensación de que un copo de nieve le había caído en los labios. Cogidas de la mano fueron a sus correspondientes habitaciones yse fueron a dormir. Había sido un día agotador.

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.

.

Habían pasado varios días desde que Tsuna llegó al orfanato, como un pequeño animal había ido acercándose poco a poco a Yuki y Aoi, estaban comiendo juntos cuando sonó el teléfono del orfanato, Yuki se levantó a cogerlo.

-          Buenos días, orfanato de Namimori dígame. – saludó cortésmente la muchacha de pelo castaño y ojos negros. – Sí, hay un niño así aquí… No, aún nadie ha enviado una solicitud… ¿Está usted segura?... Entiendo, ¿Cuándo vendrá entonces?... Sí, de acuerdo, estará listo para entonces… Bueno deberá pasar un examen psicológico antes y presentar sus documentos de identificación, es solo para asegurarnos de que nuestros niños van a un buen hogar… Gracias por el cumplido… Pregunté por Yuki Aihara… Que tenga un buen día usted también, adiós.

La mujer volvió con una enorme sonrisa a la mesa y Aoi curiosa la miró y miró a Tsuna, él también la miraba como interrogándola, la mujer se rió y se volvió divertida a Yuki.

-          ¿Qué es eso que te trae tan sonriente? – preguntó con un tono burlón. – No me digas que nos ha tocado la lotería.

-          No, es una buena noticia para Tsunayoshi-kun. – respondió feliz y miró al niño con ojos alegres. – Dentro de poco puede que tengas una nueva familia.

El niño no sabía qué decir, una familia, una nueva familia… se estaba poniendo nervioso. No sabía si reír o llorar, pasó los dos días siguientes a que le dieran la noticia hecho un manojo de nervios, Yuki y Aoi se divertían viendo cómo iba de un lado para otro preguntando si les gustaría, si serían buenos o si vivirían en Namimori.

Finalmente llegó el día de la entrevista, si todo salía bien tendría una nueva familia muy pronto.

-          Tsunayoshi-kun, no estés tan nervioso seguro que te gusta tu nueva familia. – le decía Yuki intentando tranquilizarle mientras Aoi y el director hacían su trabajo.

-          Pero ¿Y si no les gusto? – preguntó preocupado el pequeño, bien sabía que era torpe y más si estaba nervioso; se había puesto una camiseta naranja nueva y unos piratas vaqueros también nuevos que Yuki y Aoi le habían regalado porque pronto sería adoptado, también llevaba sus tenis rojos de tela, él mismo los había limpiado tan bien como pudo para que parecieran nuevos, cosa que enterneció a las mayores.

-          Claro que les vas a gustar. – le aseguró Yuki poniendo las manos sobre los hombros del pequeño, luego oyó como la puerta empezaba a abrirse y le susurró al oído. – Mira ahí está tu nueva madre.

El pequeño no sabía qué hacer con sus manos, así que siguió el consejo que le había dado antes Aoi y las puso detrás de suyo, tímidamente alzó la vista, se quedó admirado por la dulzura del rostro de la bella mujer, Tsuna nunca había visto a nadie con el pelo blanco y plateado como la luna o la nieve recién caída, después se fijó en los ojos pestañas negras enmarcaban iris verdes, pero no tenía un solo color, era como una mezcla sutil y armoniosa de colores, el dorado que cercaba la pupila se entrelazaba y pasaba a verde finalmente cerca de la esclerótica, la zona blanca de los ojos, tenía un fino anillo azul-grisáceo. La boca de Tsuna hizo un círculo mientras la admiraba y sin darse cuenta alzó la mano para tocar el blanco pelo de la mujer, una melodiosa risa lo trajo de vuelta a la realidad. Se dio cuenta de lo que estaba haciendo se sonrojo, bajó la vista y la mano rápidamente y farfulló una disculpa, avergonzado de haberse dejado llevar.

-          No te disculpes Tsunayoshi. – le dijo la mayor. – Soy Sieren Di Notte, a partir de esta tarde seré tu nueva mamá.

El niño subió la vista con la misma velocidad a la que la había bajado y se quedó mirando a la señora enfrente suya. Mamá, mi nueva mamá pensó incrédulo, Nana nunca le había sonreído así ni le había hablado con tanta calidez. Cuando la mujer se arrodilló y extendió sus brazos para que la abrazase no pudo contenerse y corrió a abrazarse a Sieren.

-          ¿Puedo… – empezó a preguntar tímidamente mientras sentía como lo abrazaba Sieren. – ¿Puedo llamarte mamá?

La mujer se rio un poco antes de contestarle suavemente al oído.

-          Claro que sí, Tsu-chan. – no podía estar más feliz, ese era el mejor momento de su corta vida.

-          Mamá. – llamó el pequeño, la otra sabía que estaba probando el nombre, saboreándolo, tentando si respondería. Y como buena madre le preguntó qué pasaba, y así el ciclo se repitió hasta que finalmente se separaron.

-          ¿Adónde vamos? – preguntó el niño cogido de la mano de su nueva madre.

-          Al hotel a recoger mis cosas y luego iremos a la estación de trenes, cogeremos un tren con destino a Tokio, pasaremos la noche allí y pasado mañana por la mañana iremos al aeropuerto y cogeremos un avión con destino a Roma y de Roma iremos en coche a casa. – le dijo al niño mientras caminaban a paso lento hasta el hotel.

El pequeño tomó la información y la digirió lentamente, sin prisas, entraron al vestíbulo del hotel y cogieron el ascensor. Una vez allí su madre le volvió a preguntar.

-          Tsu-chan. – llamó captando la atención del niño.

-          ¿Qué pasa ma-mamá? – dijo sintiendo como la palabra se le atragantaba un poco, puesto que no estaba acostumbrado a ella.

-          Hay algo que quiero preguntarte. – le dijo mirándolo con una cara medio seria, Tsuna temía que si la respuesta que el daba era negativa ella se decepcionara, no quería decepcionar a su madre, no cuando acaba de conseguir una mamá cariñosa como ella. – ¿Sabes italiano?

Tsuna respiró tranquilo cuando supo que podía decir sin problemas, ni temor a equivocarse que sí, asintió de lo más sonriente. Sieren estaba impresionada, no esperaba que un niño tan pequeño supiera italiano.

-          ¿Aprendiste tú solo o te enseñó alguien? – preguntó francamente curiosa.

-          Aprendí yo solo. – le dijo orgulloso de sí mismo.

-          ¡Pero qué listo es mi pequeño Tsu-chan! – le elogió cogiéndolo en brazos fácilmente y saliendo del ascensor a su habitación, pues estaba en frente.

Era la primera vez que su madre, su nueva madre, le elogiaba de esa manera, se agarró a su cuello mientras ella sacaba la tarjeta de la habitación, abrió y cerró la puerta con el pie.

-          Tsu-chan, ¿Por qué no miras la tele un rato mientras te preparo un baño? – le preguntó la albina. – Debes estar cansado.

-          Vale mamá. – repetía la palabra cada vez podía y eso le hacía gracia, bueno no es que se le fuera a borrar el nombre por eso.

Sieren preparó rápido un baño de espuma para en pequeño, cogió ropa para él y la dejó encima del lavabo.

-          ¡Tsu-chan el baño está listo! – le dijo el niño corrió al llamado de su madre.

Notas finales:

Espero que os haya gustado, a partir de hoy pondré una frase en las notas finales, estará relacionada con la historia, más concretamente con el siguiente capítulo.

La frase de hoy es...

La familia no es siempre de sangre


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