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Error por Sarabi22

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Notas del capitulo:

Hola, siento no havber actualizado poero ya estoy aquí con un plato fuerte, Tsuna va a conocer a Reborn y a Angelo. Ya veremos cómo se porta nuestro hitman favorito.


Por cierto me parece que no lo habéis entendido bien así que os lo explicaré mejor, cuando me refería a la historia de Sieren y Reborn quería decir puclicarla en Fanfic.es, en esta historia solo se dan pinceladas de vez en cuando, a ver si os animais a leerla. Voy a empezarla ahoray abajo os dejo el link.


Se me olvidaba decir que la nana que le canta Sieren a Tsuna es Ricordando il Passato de Umineko, para quién le interese.


Espero que os guste el nuevo capítulo.

-          ¡Papá, mamá ha vuelto! – gritaba un niño de pelo negro corto, patillas rizadas y ojos verdes mientras corría al dormitorio de sus padres en busca de su padre.

-          Angelo, te he dicho varias veces que no grites. – le regañó su padre, quien había ido al cuarto que compartía con su esposa para coger su sombrero de fieltro. – Venga vamos a darles la bienvenida a tu madre y a tu nuevo hermano pequeño.

-          ¡Sí! – el niño estaba muy contento, no tendría que esperar a que viniera alguno de sus tíos autoproclamados para tener más compañía aparte de sus padres, se preguntaba cómo sería su hermano.

Reborn no podía impedir que las comisuras de su boca se alzaran un poco ante la emoción de su hijo, tan inocente… Y ahora… ¿Qué clase de chico será Tsunayoshi? Se preguntaba interiormente mientras llegaban al salón dónde Sieren estaba ya, intentando que Tsuna saliera de detrás suya.

-          Tsu-chan, venga sal, no te van a morder. – intentaba tranquilizarlo la mayor cuando vio a su marido y a su hijo entrar por la puerta del salón. – Reborn, ¿Tenías que ponértelo? ¡Vas asustarlo!

-          Si ya lo está. – respondió el mayor a la queja de su mujer, Angelo corrió hasta donde estaba su madre, quien se agachó para abrazarlo.

-          ¡Mamá! – le dijo en sus brazos. – Bienvenida, ¿Y mi hermano? – preguntó el niño curioso, Sieren señaló con la cabeza a la personita detrás de él.

-          Él es Tsunayoshi. – presentó. – Tsuna para abreviar, venga sal y dile hola a tu nuevo hermano, Tsu-chan.

-          ¿Tsu-chan? – repitió Angelo extrañado por la forma en que llamaba a su hermano.

Un niñito castaño asomó la cabeza detrás de Sieren, y miró a Angelo. Cuando Tsuna vio los ojos de Angelo pensó que eran tan bonitos como los de su madre, Angelo salió de los brazos de su madre y miró al niño a los ojos, se analizaron durante unos segundos.

-          Soy Angelo. – le dijo con una sonrisa y le tendió la mano. – Tú serás mi nuevo hermano menor ¿No?

-          Sí, soy Tsu-tsuna. – volvió a presentarse por sí mismo el pequeño, tomó la mano que le tendía Angelo y dejó de ocultarse detrás de Sieren, pero no soltó la camisa roja de Sieren en ningún momento, como si estuviera listo para volver a esconderse en cualquier momento.

-          Oh… – se oyó de pronto, era una voz profunda, llena de matices, oscura como la noche, al igual que los afilados ojos de su propietario. – Tienes agallas para no presentarte a tu padre o eres muy tonto claro.

-          ¡Reborn! – le regañó Sieren, Angelo no dijo nada pues estaba acostumbrado a esas respuestas, después de todo era su padre.

Tsuna sintió como se le congelaba la sangre y un antiguo instinto animal surgió desde lo más profundo y se escondió temblando detrás de Sieren. Por amor de Dios, ¡Es solo un niño! No tenías que atemorizarlo así ¡Tonto! Pensaba la albina sabiendo que Reborn podría leerlo en su cara. El mayor se encogió de hombros como si no fuera con él, el instinto protector de la albina había salido a relucir, suspiró y se acercó quitándose su amado sombrero conforme se agachaba.

-          Soy Reborn, tu nuevo padre. – le dijo al niño que al oír a alguien suspirar había subido la mirada para ver por encima del hombro de su madre. Sieren, quien quería que esos dos en especial se llevasen bien, sacó a Tsuna de detrás suya y lo puso delante de ella, pero sin quitar sus brazos alrededor del niño. Angelo, un poco celoso, se abrazó al brazo derecho de su madre. – Sieren, no me lo voy a comer.

-          Te advertí que fueses amable o dormirías en el sofá los próximos días. – le recordó, al mayor se le pusieron los pelos de punta al imaginar siquiera dormir en el sofá y no al lado de su esposa, se prometió despertar cada mañana a su lado, todo a causa de ese incidente. Ugh… pensaba al recordarlo fue lo peor que le había pasado y para asegurarse de que no volvía a pasar cada mañana comprobaba que ella estaba a su lado.

Con cara resignada y otro suspiró le puso el sombrero a Tsuna, finalmente esbozó una leve sonrisa.

-          Bienvenido a casa, Tsuna. – se lo dijo con su profunda voz, Sieren reconoció un toque casi paternal en ella, sonrió amplia y maternalmente, Angelo le dio a Tsuna otra gran sonrisa soltándole el brazo a su madre y cruzándose de brazos.

-          E-estoy en casa. – el pequeño quería llorar de felicidad, su deseo se había cumplido era exactamente lo que había imaginado, una madre amorosa, un buen hermano y un padre protector. Gracias. Fue el pensamiento que le dirigió al dios que había cumplido su deseo, el cual creía perdido, roto e inalcanzable.

.

.

.

Después de un rato enseñándole la casa y las instalaciones circundantes, como el almacén de armas o los establos.

-          ¿Por qué la biblioteca está separada del resto de la casa? – preguntó Tsuna a nadie en particular, tenía mucha curiosidad por ese detalle.

-          Lo sabrás en cuanto lo veas. – le había respondido Angelo con cara de aburrimiento, él solo quería enseñarle cosas a Tsuna para que pudieran jugar los dos juntos, por ejemplo a nadar, así podrían ir a la piscina que estaba al lado del estudio de su padre, el cual estaba unido a la casa pero daba al jardín, al igual que el estudio de su madre.

-          Guau – eso fue todo lo que salió de su boca cuando vio estanterías repletas de libros y más libros, Reborn llamó a los niños para que no se quedasen atrás.

-          Si no os dais prisa los dejaremos aquí. – había dicho, después de explicarle a Tsuna que en el segundo piso darían clases, por lo que podía esperar a mañana para verlo.

-          Ya vamos. – había contestado Angelo en respuesta, cogió a Tsuna de la mano y corrió tras sus padres. Esto para Angelo era normal pero no para Tsuna por lo que se sonrojo un poco, Angelo se dio cuenta y se paró. – ¿Qué pasa Tsuna?

-          Es que no estoy acostumbrado a coger a la gente de la mano. – confesó avergonzado con la esperanza de que el otro lo soltase, mas el niño italiano solo sonrió y volvió a tirar mientras hablaba para no perder a su padre de vista.

-          Bueno, aquí es normal que una persona que sea mayor que tú te coja de la mano para que no te pierdas ni cometas ninguna tontería como lanzarte a cruzar un paso de cebra sin mirar. – le explicó poniendo el ejemplo más obvio que pudo. – También para saludar nos damos un beso en la mejilla o si son dos hombres los que se saludan un apretón de manos, no es porque seas mi hermano que te llame por tu primer nombre a mis amigos también los llamo por su nombre y mamá a ti te llama por un apodo, suele ponerlos, por lo que aquí nos llamamos por nuestro primer nombre o por un apodo. Hay que darse prisa o papá nos dejará atrás. – advirtió acelerando todavía más el paso.

Tsuna no sabía cómo iba a adaptarse a esa estructura social tan distinta a la japonesa, ellos se solían llamar por el apellido y con honoríficos, se saludaban con una inclinación de cabeza… ¡Básicamente no tenían casi contacto físico entre ellos! Ya me acostumbraré pensó el niño con la esperanza de que así fuera, sin más se dispuso a seguir el nuevo ritmo que había marcado Angelo, su nuevo hermano mayor.

Notas finales:

Ciao, espero que os haya gustado, he intentadopensar en cómo actuaría Reborn en una situación así, no sé si está muy logrado, me gustaría que me dieseis vuestra opinión.


 
El link de la historia de Sieren y Reborn es: http://fanfic.es/viewstory.php?sid=51516
 
La frase del capítulo es, *Redoble de tambores*:
 
 
La amistad vale casi tanto como la familia.

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