Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Último beso por Fullbuster

[Reviews - 189]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Portada (Click para ver imágen)

Renji Abarai POV

 

Me encontraba de rodillas en aquel cuarto oscuro lamiendo el miembro de ese ricachón de la sociedad de almas mientras le escuchaba gemir y me exigía continuar con sus palabras obscenas y lascivas, porque así me trataban todos… como si fuera su puta personal y en parte lo era, pagaban mucho porque cumpliera con mi trabajo y odiaba este trabajo, lo habría dejado si hubiera podido. Creí que convirtiéndome en shinigami podría escapar, pero no fue así. Sólo podía salir de aquí de dos formas… pagando mi deuda o muerto.

 

- Sigue – me gritó el hombre cuando paré a coger aire antes de ahogarme y tuve que volver a continuar con lo que estaba haciendo, metiendo entero de nuevo su miembro en mi boca mientras él presionaba mi cabeza para que lo metiera hasta el fondo – así puta, sé que te gusta – sonreía y gemía.

 

Estaba a punto de atragantarme con las arcadas cuando me dejó subir provocando que tosiera un poco antes de tener que volver a meter su miembro en mi boca, moviéndome de arriba abajo dándole más placer. Disfrutaba, se le notaba en los jadeos, en como encorvaba la espalda, en los gritos, en como agarraba mi cabello con fuerza y hundía su miembro una y otra vez en mi boca hasta que se corrió. Intenté alejarme, pero él me retuvo volviendo a presionar mi boca contra su miembro para evitar que el líquido saliera fuera.

 

- Bébelo encanto – dijo – lo quiero todo dentro de ti, quiero que lo dejes bien limpio.

 

Tuve que tragarme todo aquel espeso y salado líquido, lo odiaba, odiaba cuando me pedían estas cosas, pero no tenía más remedio si quería pagar mi deuda y poder irme. Me dio arcadas tragarlo, me sentía asqueado y quería que me soltase de una vez la cabeza para poder respirar con normalidad.

 

Lamí su miembro limpiándolo de su semen como él pedía y entonces me soltó con una sonrisa mientras caía hacia atrás intentando respirar. Lanzó el dinero al suelo donde yo estaba mientras se subía los pantalones y cerraba su bragueta.

 

- Eso por la mamada – me dijo y miré el dinero esparcido en el suelo, aunque yo intentaba no atragantarme aún con aquellas nauseas que tenía.

 

Cogió mi rostro con fuerza para que le mirase y tras explicarme que hoy no tenía mucho tiempo, mañana vendría para algo más que una simple mamada. Solía pasar así, siempre venían primero buscando cosas pequeñas y al final, acababan pidiéndome lo que fuera.

 

El hombre se marchó dejándome allí solo en el suelo y de verdad que cada vez que acababa un trabajo, me sentía asqueroso, me sentía como la peor basura del mundo por tener que hacer esto, pero era algo a lo que tras tantos años, casi me había acostumbrado. No me acostumbraba al hecho de tener que hacer estas cosas, porque a eso nunca te acostumbras, pero sí a la sensación de sentirme así de vacío, solo y asqueado de mí mismo.

 

Cuando fui a recoger el dinero, mi jefe entró por la puerta y me pidió que le diera el dinero, así que tuve que recogerlo del suelo y entregárselo. Se supone que era para pagar la deuda, pero yo a estas alturas empezaba a dudarlo, porque llevaba años trabajando aquí, casi desde que era un niño y la deuda no parecía disminuir en gran medida. Claro que siempre se inventaban algo nuevo, teníamos que pagar el lugar en el que “trabajábamos” así que nos cobraba la habitación que utilizábamos y luego empezaba siempre a descontar en todo, los preservativos también los pagábamos nosotros supuestamente, incluso todos los juguetes que los clientes nos pedían utilizar, aunque estaban en la habitación, nos lo descontaban de lo que cobrábamos, así que al final, casi le debía más dinero de lo que me daban, era imposible pagar la deuda y me empezaba a desilusionar ¡A este paso nunca saldría de aquí!

 

- Muy bien Renji – me dijo el jefe – así me gusta que traigas mucho dinero al club – comentó y no quise decirle nada, no merecía la pena – ven aquí Renji – me pidió y le obedecí, me levanté del suelo y fui hasta él, quien me cogió la cara con una mano para que le mirase atentamente – si me haces una buena mamada, te descontaré todo esto de tu deuda – me pidió y ¿Qué podía hacer? Era el jefe, bastante que me lo descontaba… si es que era verdad que mi deuda bajaba.

 

Se sentó en una silla y me arrodillé frente a él bajándole un poco el pantalón para empezar con mi trabajo. Era el jefe, así que más me valía que quedase contento por mi propio bien, no era la primera vez que me llegaban rumores de que golpeaba hasta casi la muerte a todo aquel que no lo hacía bien, aquí sólo quería a los mejores, a los que les diéramos un gran placer, porque era la forma de mantener a los clientes contentos y a gusto.

 

Suspiró y le vi cerrar los ojos mientras se relajaba. Alguna vez gimió y muchas otras, me pidió que siguiera mientras me halagaba diciendo cosas como que le encantaba mi boca o que hacía un gran trabajo ¡Algo raro en el jefe dar halagos! Cada vez me moví más rápido intentando que se corriera, porque gemía mucho, sé que no tardaría mucho, pero entonces se levantó y me cogió del cabello con fuerza dirigiéndome hacia un sillón del otro lado. Me tiró contra él y caí de frente, creí que iba a golpearme porque había hecho algo mal, pero no, puso su mano en mi cabeza aplastándome con fuerza contra el mullido asiento mientras mis rodillas tocaban el suelo y él terminaba de quitarse el pantalón.

 

Me preparó un poco la entrada y sé que me iba a penetrar, me había puesto en posición, por lo menos en la que él quería y no podía hacer nada más que dejarme, necesitaba contentarle para que me dejase en paz cuanto antes. Escuché como se rasgaba el papel del preservativo y le vi colocárselo.

 

Entró en mí hasta el fondo con un gemido y contraje mi rostro por el dolor del principio. Se movió, cada vez más rápido y puestos a contentar al jefe, había que hacerlo bien. Grité y jadeé, más de la mitad de todos ellos fingidos y es que eso es lo que mejor se me daba, había aprendido a fingir muy bien, había tenido años de práctica. El jefe pareció creerse que me daba placer, tanto, que llegó a emocionarse y todo, aunque claramente yo fingía que disfrutaba.

 

- Eso es puta, gime y disfruta – me decía – no probarás una polla como la mía en la vida.

 

Grité más alto cuando lo dijo como si eso me excitase, como si  sus palabras e insultos realmente hicieran alguna clase de efecto en mí y a él le encantaba escucharme. Al final se corrió en mí y yo agradecí que siempre fuera obligatorio ponerse protección, porque si algo odiaban en el club, era que alguno de sus chicos se quedase embarazado, no era rentable para el negocio. Alguno se había quedado por tener pareja y había misteriosamente… desparecido silenciosamente, yo imaginaba que estaban muertos, así que uno de mis grandes miedos, era quedarme embarazado como los demás donceles del local.

 

Salió de mí dejándome moverme por fin y me miró con esa sonrisa pícara mientras me comentaba que ya entendía porque la mayoría de clientes pedían citas conmigo ¡Así que me estaba probando! Quería saber si los rumores eran ciertos y era bueno en esto ¿No lo sabía ya con tantos años en este negocio? Él me había probado muchas veces, pero supongo, que ésta es la primera vez que realmente me felicitó de verdad. Para mí casi era un insulto, porque ser el mejor prostituto dando placer a otros… no era precisamente mi sueño deseado, no quería ser el mejor en esto, en fingir mis jadeos, en fingir que disfrutaba y es que hacía ya demasiado tiempo, que el sexo para mí no significaba nada, había probado todo, lo había hecho todo, nada me llamaba ya la atención, el sexo me aburría.

 

- Arréglate y sal al salón, ahí fuera tienes un cliente muy importante esperándote – me dijo – quiero que le hagas disfrutar como nunca, porque queremos que vuelva ¿Queda claro? – me preguntó.

 

- Si señor – le dije

 

Me lavé entero y es que no soportaba el semen sobre mí, lo odiaba, me resultaba asqueroso, porque no era algo que yo desease, era algo que me obligaban a aguantar y lo aguantaba… los primeros minutos mientras el cliente disfrutaba viéndome embadurnado con su líquido como si fuera algo excitante, en cuanto se iban, yo me lo quitaba todo, porque no quería nada de esa gente en mí.

 

Me miré al espejo una vez más antes de salir y es que podía parecer muy obediente, pero realmente, el jefe ya había tenido muchos problemas conmigo, decía que era demasiado rebelde y no le gustaba nada, así que a veces me hacía un poco el obediente para conseguir que me dejase tranquilo una temporada, para que dejase de centrar su vista en mí y poder recaudar información y la verdad… todos esos ricachones tenían muchos secretos, nadie me destaparía a mí porque sabían que yo podía hundirles con todo lo que sabía. Me lo guardaba todo, nunca dije nada porque sólo sacaría todo lo que sabía si alguna vez lo necesitaba de verdad.

 

Salí al salón una vez arreglado y mi jefe estaba hablando con un chico alto y moreno, de cabello a media melena que de espalda parecía muy guapo y eso me sorprendía, porque aquí no venían muchos jóvenes, sólo viejos ricachones en busca de algo de sexo o alguna mamada de vez en cuando, los jóvenes tenían a sus elegantes novias, aunque a veces sí venía alguno buscando cosas extrañas como sadomasoquismo o que fuera yo quien entrase en él. ¿qué me iba a pedir aquel chico?

 

Cuando llegué hasta ellos y se giró a mirarme, sus ojos se abrieron como platos al igual que los míos ¡mi capitán! ¿Qué hacía el distinguido Kuchiki Byakuya aquí? ¿En un prostíbulo? ¿En el mundo real? Si él apenas salía de la sociedad de almas, en realidad… apenas salía de su gran mansión para ir a la oficina y de la oficina de vuelta a casa.

 

- Renji, éste es el señor Kuchiki – me dijo y yo me presenté como si no le conociera de nada, no quería que mi jefe supiera que yo era un Shinigami, prefería que siguiera pensando que sólo era la puta preferida de los clientes. – Kuchiki ha venido buscando desahogarse un poco ¿por qué no le das tú una buena atención? – me preguntó aunque realmente… era una orden.

 

- Claro, sígame señor Kuchiki – le dije y él me siguió aunque aún veía en su mirada que no terminaba de creerse que era yo.

 

Abrí la puerta del dormitorio que a mí me habían asignado y Kuchiki entró en él, aunque no se sentó, sólo observaba la habitación de arriba abajo.

 

- ¿Qué haces en este lugar Abarai? – me preguntó refiriéndose a mí por mi apellido.

 

- Shh no me pregunte – le dije – pero usted no se preocupe por nada, sólo debe disfrutar ¿Qué quiere que le haga? – le pregunté.

 

- Quiero que me contestes qué haces aquí Renji.

 

- Ya se lo he dicho, no pregunté nada sobre esto y yo no le preguntaré que hace usted pidiendo esta clase de servicios.

 

- No puedo hacer esto contigo Renji – me dijo

 

- ¿No te atraigo? – le pregunté irónico

 

- No me gusta mezclar el trabajo con el placer.

 

- No lo mezcles – le dije sentándome encima de sus piernas y besándole – no diré nada de esto si usted promete guardar también mi secreto. Nadie tiene por qué enterarse. Yo me ahorro las burlas por mi trabajo y usted no tendrá que afrontar la vergüenza de haber venido a este sitio y encima… disfrutará de mí.

 

- ¿Cuánto voy a tener que pagarte por lo que te pida, Renji? – me preguntó y me reí porque todos me preguntaban al final, después del placer, pero él no.

 

- La primera vez es gratis – le dije – prefieren que el cliente quede satisfecho y vuelva, así que no me lo compliques ¿vale? Sólo disfruta, haré todo lo que me pidas – le susurré sensualmente a la oreja.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).