Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Simplemente mi Bocchan por Haruka Eastwood

[Reviews - 62]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola! 

Yo aquí de nuevo :3 trayendoles el capítulo cinco nwn editado muajaja y también queria aprovechar para agradecer sus hermosos rw los cuales por falta de tiempo no he contestado pero pronto lo hare.

¡Sin más preámbulos a leer! 

Capítulo 5: Perdóname dulce amor

 

“Este camino sin retorno que he elegido seguir me condenara a la muerte o me dejara siquiera saber lo que es la felicidad, aquel fugaz sentimiento que tantos anhelan, pocos alcanzan y ninguno conserva”

En los límites entre el cielo y el infierno se encuentra un inmenso árbol, imponente por donde le mires; prácticamente hermoso y acogedor. No existe nada perfecto y el árbol no era la excepción, aquellos frutos rojos que le adornaban con suma elegancia, que te tientan a tomar uno, comerlo y degustarlo siempre son prohibidos. ¿Por qué? la respuesta es simple más no verídica, ya que supuestamente aquel árbol nació en el Edén y su fruto te hace un pecador y un caído “si eres humano” pero, ¿y a un demonio? Se dice que te mata, no hay más…

La tierra que rodea al árbol está cubierta por el pasto más verde que existe en todo el inframundo, y a unos cuantos metros detrás de este se encuentra un rio, pero no es un río cualquiera, por el no corre agua, sino sangre de humanos sanguinarios, cuyas almas yacen ahí “Todo un perfecto contraste”. Se dice que si logras atravesarlo serás capaz de ver un imponente portón blanco, el cual es la entrada al cielo. Hasta ahora muchos demonios lo han intentado debido a que la escritura suprema dice lo siguiente “Aquel ser impuro que atraviese el mar de sangre será despojado de todo pecado y las puertas del cielo serán abiertas a tus pies”, pues bien el rio no se ve ancho mas cuando te metes corre el rumor de que se convierte en un océano y te ahogas o las almas te aclaman para que compartas su condena.

Bajo aquel árbol se encontraba una hermosa mujer de enormes pechos y caderas voluptuosas, con un largo cabello negro azabache y unos hermosos ojos rojo carmín, portaba un largo vestido negro que acentuaba su blanca piel. Dormía plácidamente en aquel lugar prohibido. Hasta que sintió una mirada sobre ella, lentamente abrió los ojos pero no logro ver a nadie, lo dejo pasar por alto, pero esa sensación no se iba, hasta que una suave voz la saco de su letargo.

—Alessia-sama su padre la está buscando —exclamo con respeto la voz de una diablesa de cabello castaño y ojos cafés; cuyo atuendo denotaba que pertenecía a la servidumbre. Aquel ser reverenciaba a la morena, dispuesta a retirarse, dedicándole una mirada un tanto atemorizada.

La nombrada se levanto con pesadez, deslizando una mano por su fino rostro en señal de hastió, en un burdo intento por alejar el sueño que aún la agobiaba. Comenzó a caminar hasta estar frente a un enorme palacio completamente blanco, aun así mantenía un aspecto bastante lúgubre, desde lo alto varios centinelas custodiaban el lugar. Unos seres espeluznantes, grandes y de color negro sobrevolaban la estructura, mientras que animales similares a las panteras caminaban por los jardines; el cual era rodeado por un sinfín de rosa rojas. Al verla pasar los demonios le hacían reverencia mientras admiraban su hermosura.

La diablesa ignoro todo acto, caminando a paso firme y elegante por entre los pasillos, recorriéndolos en completa calma, hasta llegar al solón principal donde su padre seguramente la esperaba, abrió lentamente la puerta y a paso sigiloso entro como si de un felino se tratase. 

—¿Qué se le ofrece padre? —cuestiono con un tono frio y orgulloso, mientras su mirada escudriñaba su alrededor con aíre altivo.

La figura que se erguía frente a ella era nada más y nada menos que Lucifer, al cual rodeaba un aura tan obscura que hacía imposible apreciar su verdadera forma, a acepción de unas enormes alas de murciélago que sobresalían de su espalda y unos cuernos sobre su cabeza.

—Mi hermosa Alessia, tengo un favor que pedirte —ronroneo mimoso dirigiéndose a la mujer frente a él.

A cada paso dado provocaba un sonoro eco, dejando ver su figura mientras tomaba la forma de un apuesto hombre de cabello azabache y seductores ojos carmesí, mientras que su atuendo era un pantalón negro de cuero ceñido a sus piernas y una camisa del mismo color que deja al descubierto su pecho, por ultimo unas botas negras de tacón alto. Su aspecto era similar al de Sebastián, solo que varios años mayor.

—¿En que puedo servirle padre? —le miro seriamente para después hacer una reverencia.

—Hace tres años se fue tu hermano al mundo humano, dentro de unos meses se cumplirá el plazo que acordamos para su llegada —suspiro pesadamente, con un deje de hastió y una sonrisa siniestra se dibujo en su rostro —ve por el al mundo humano y tráelo, se aproxima una guerra y el inframundo no puede estar sin su rey.

Su tono de voz era por demás autoritario, con un sesgo de sensualidad en él, mismo que no daba pauta a negativas. Se acerco a su hija y con gentileza acaricio su pálida mejilla con el dorso de la mano.

—¿Otra guerra padre?

Pregunto asombrada la diablesa, observando cómo Lucifer caminaba alejándose de ella. Se sentó en un trono hecho de lo que al parecer eran huesos de humanos y cruzando las piernas se relamió los labios antes de volver a hablar.

—Así es, últimamente los ángeles se han metido en mis territorios y evidentemente fueron aniquilados, pero antes de eso se ha logrado sacarles valiosa información. Por otro lado el acuerdo de paz que se impuso hace más de un milenio se ha estado incumpliendo y se han hecho presentes las amenazas.

Intento hablar naturalmente, pero sus orbes demostraban la enorme rabia que sentía hacia aquellos seres que se hacían llamar “ángeles”. Dejo salir un profundo suspiro. Enfoco su mirada en su hija quien parecía sorprendida, mientras una diablesa al servicio de Lucifer se acerco con sigilo depositando una copa en la mano del moreno, para después llenarla con vino.

—Pero padre debe de haber una forma de detener esto, en la pasada guerra… falleció Craig y… y madre —susurro al tiempo que tartamudeaba esto último mientras evadía la mirada hacia otro lado—. ¡Además esos malditos ángeles iniciaron todo eso argumentando que nosotros teníamos a la tal Rachel!

El demonio mayor no hacía más que verla con detenimiento, esperando el momento indicado para hablar, fue entonces que un vago recuerdo de su esposa surco su mente, a pesar de que su apariencia fuera casi idéntica a la de su esposa, su carácter no tenía nada que ver, Alessia era fría, sarcástica, soberbia y orgullosa, lo último que haría sería someterse a algo o alguien, mientras que su madre era sumisa y callada. «Valla contraste» pensó antes de responderle a la chica.

—Pronto será tiempo de que sepan la verdad, pero será hasta que traigas a Emerick, tienes diez días mortales —dijo esto haciendo un ademan con la mano para que la diablesa se marchara en busca de su hijo.

—Así será padre —susurro mientras salía de ahí y se dirigía al mundo humano.

Alessia se adentro a un profundo y espeso bosque donde al término de este había un enorme acantilado, dejo salir su aura demoniaca, tomando su verdadera forma salto y fue tragada por una siniestra sombra negra la cual le llevaría al mundo humano. Cuando abrió los ojos se encontraba en un callejón; era de noche y mirando al cielo pudo contemplar la luna llena, pues bien era la primera vez que salía del inframundo y todo aquello era nuevo: la brisa helada que tocaba delicadamente su blanca piel, un aroma fresco que rápidamente inundo sus pulmones y aquel singular ajetreo que provocaban los humanos.

Por unos instantes se sintió en completa libertad, no deseaba dejar de sentir aquellas sensaciones que comenzaban a poblar su cuerpo, que le hacían sentirse viva. Por lo que prefería recorrer el lugar y después buscaría a su hermano. Al parecer había llegado a un lugar llamado Londres.

Era ya medio día y Alessia disfrutaba de recorrer las concurridas calles de la ciudad, iba tan inmersa en sus pensamientos y admirando la vista que no noto cuando se encontraba en unas callejuelas, chocando así estrepitosamente con alguien y cayendo al suelo de bruces.

—¿Por qué no te fijas?  —reclamo en un tono de superioridad y arrogancia mientras se levantaba y sacudía sus ropas; portaba un elegante vestido azul cielo con pequeños bordados en negro y un sombrero en la misma tonalidad.

—Lo lamento mucho señorita —dijo una suave voz apenada por el accidente.

La diablesa le examino rápidamente notando que era una chica de unos 16 años aparentemente, con un hermoso cabello rubio como el sol, el cual era largo y lo mantenía levemente sujeto con una peineta; aquella chica poseía unos enormes ojos esmeraldas, mientras que sus ropas le indicaban que no era de la nobleza.  

—N-no te preocupes —tartamudeo Alessia, sorprendiéndose de su comportamiento por segundos, para después volver a mirar a la chica sonrojándose en extremo ante la dulce mirada que le dedicaba la joven—. Fui muy torpe y no me fije al caminar.

La joven le dedico una mirada tierna y coqueta a la vez.

—Eres muy hermosa —inquirió la menor sonrojándose por sus palabras—. ¿Puedo preguntar su nombre?

El sonrojo de la azabache abarcaba la totalidad de su cara, ensimismada por la belleza de la chica sentía como su corazón latía tan rápido que pareciera que quería salir de su pecho en cualquier segundo, a no ser que ya se haya dado a la fuga. Cuando aquella dulce voz la devolvió a la realidad preguntando por su estado, ya que de un momento a otro su mirada parecía perderse y ver hacia la nada.

—Estoy muy bien gracias —dijo intentando normalizar su tono de voz a uno más tranquilo—. Mi nombre es Alessia Michaelis, un placer conocerte.

—Al contrario el placer es mío —le dedico una radiante sonrisa a la mayor—. ¿Te gustaría pasear conmigo un rato? Ya que veo que no eres de por aquí… podrías perderte —afirmo con un toque de inocencia en su voz.

—Claro —sonrió con dulzura—. Pero aun no me has dicho tu nombre.

—Alba, simplemente Alba —dijo mientras la tomaba del brazo para avanzar.

Al salir de aquellos callejones ambas caminaron por un hermoso parque, observando las hermosas flores que decoraban el lugar, mientras platicaban amenamente. Las horas pasaban y ellas seguían riendo y charlando, como si su tiempo se detuviera y solo existieran ellas dos.

—Debo irme Alessia, pero ¿podría verte mañana aquí mismo? —su mirada denotaba una gran tristeza y en su voz se escuchaba aquel tono de suplica con el que le pidió verla.

Pero la menor no recibía respuesta alguna, todo indicaba que sería rechazada, por lo que sus ojos se escondieron tras el flequillo y bajos sus hombros. Estaba dispuesta a irse pero se detuvo observando a Alessia quien le regalo una sonrisa como confirmación. Por instantes se sintió feliz; junto todo el valor que tenia y para jalar un poco a la diablesa, robándole un rápido beso en la comisura de sus labios.

Ante tal acción fue incapaz de articular palabra alguna, por lo que se limito a asentir con la cabeza levemente mientras sonreía de manera única, tiñendo sus pálidas mejillas de un intenso carmín al igual que sus ojos.

Los días pasaban y esa extraña sensación crecía en el pecho de la morena conforme ocurrían sus encuentros con la rubia. Una sensación de paz que la inundaba cada que estaba con Alba, sentía unos deseos inmensos de besar aquellos rosados labios de la blonda de manera posesiva y demandante, abrazarla y jamás soltarla. Anhelando reclamarla como suya.

—Alessia, ¿me estas escuchando? —inquirió un poco molesta la menor ante el extraño comportamiento de su acompañante

—Sí, lo siento —mientras decía esto se inclino lentamente y beso los delgados belfos de Alba, quien no tardo en corresponder dulce contacto que poco a poco fue subiendo de tono.

La mayor coloco sus manos sobre la nuca de su acompañante para así profundizar aquel ósculo, donde lamio con suma sensualidad el contorno de los labios de Alba, profundizando aquel delicioso contacto donde sus lenguas jugueteaban con la ajena en una danza lujuriosa. Se tuvieron que separar por falta de aire y un delgado hilo de saliva aun las conectaba. Ambas se sonrojaron después de esto y evadieron la mirada de la contraria de forma inocente e infantil. Donde la menor tomo delicadamente el brazo de la diablesa, re-pegándose a su cuerpo de manera sugerente

—¿Quieres ir a mi casa? —sugirió tímidamente, a lo que la oji rojo dijo un rápido “si” asintiendo levemente con la cabeza, mientras volvía a besar los labios de la chica, esta vez con más dulzura.

Estaban frente a una amplia casa, si bien no era una mansión era mucho más grande que cualquier casa “común”, la cual era de un color blanco y en el jardín se podían apreciar unas rosas rojas las cuales hacían sentir una cierta familiaridad a la azabache, recordándole su hogar. Al entrar se percato que la decoración era muy sencilla pero bastante elegante, pasaba su mirada por cada rincón, pero una sensación extraña se hizo presente, como si le dijera corre o sal de aquí, acaso… ¿estaba preocupada? Pero eso era imposible por lo que lo dejo pasar de largo. Esos pensamientos no podían significar nada, pero por si acaso, agudizo sus sentidos, aún así no logro encontrar nada fuera de lo normal; simplemente era una casa común y corriente, su invitada era humana… lo único anormal ahí era ella. Alejo sus extrañas ideas finalmente y se sentó en aquel amplio sillón rojo.

“No confíes en nadie por que cuando menos te lo esperes serás traicionado por la persona menos esperada; dicen que a quien más amas es quien más dolor te provoca…”

Deseaba que todo esto fuera una cruel pesadilla, finalmente creí en alguien y me traicionaron de la manera más vil que existe, tan baja, tan vulgar incluso para un demonio como yo. Aquella felicidad momentánea que logre sentir se fue de mis manos como el aíre entre mis dedos. Observe como te acercabas a mi seductoramente y me dabas un pasional beso que me robo el aliento haciendo que bajara mi guarda, sentí mi cuerpo pesado tras eso, no entendía nada, me negaba a creer lo que vendría. En cuestión de segundos aquella seductora mirada que me cautivo cambio y me miraste con odio, irradiabas desprecio al tiempo que clavabas en mi pecho una daga plateada cubierta con veneno, el cual al contacto con mi piel parecía que me quemaba.

Mi voz me abandono en ese instante y gruesas lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Con la mirada te exigía una explicación del porque, pero no fue necesaria. Pude ver claramente tus alas en tu espalada, eres un ángel… y no me percate de ello, al contrario, en estos pocos días lograste que te amara y quise probar lo que es la felicidad a tu lado, anhelaba olvidar mi pasado y permaneces junto a ti, tal vez fui ambiciosa al pensar en que me correspondías… desee lo que desde un principio se nos he negado por nacer como demonios.

Al menos sabía lo que significaba amar o eso intentaba creer, me propuse aceptar todo y morir por ti, pero tus últimas palabras me lo impidieron.

—Maldito demonio, me das asco

Tu vos denotaba molestia y asco, como si el tenerme frente a ti fuera repugnante, de ser así no me imagino el sacrificio que tuviste siquiera que hacer para permanecer a mí lado, más aún lo difícil que debió haber sido besarme. Observo con detenimiento tus ojos los cuales destilan odio. ¿Qué no deberías ser un ser de amor y bondad? Suelto una risilla forzada ante mi comentario, ya que se supone que la mala aquí soy yo.

—El hecho de llegar a besarte provocaba una repulsión inmensa en mí, pero pronto todos los de tu especie morirán cuando obtengamos al hijo de ambos mundos.

—Parecías disfrutar el besarme —le suelto cada palabra con odio, conteniendo mi rabia, aun en esta situación le miro con prepotencia pero parece ignorar lo dice, aun así me intriga lo del hijo de ambos mundos.

—Déjame contarte algo, es un secreto, pero ya no importa porque estas a punto de morir, un ser tan despreciable como tú no debería existir —su sonrisa denotaba triunfo al igual que su voz—. Veras mi dulce Alessia, “princesa del inframundo”, todo ocurrió hace más de dos mil años, cuando el ángel más poderoso que existía fue capturada por el hermano menor de Lucifer, su nombre era Rachel, al ser la más cercana a Dios su poder era inmenso y su pureza incomparable, aun no se sabe con qué propósito la capturo, y fue así como comenzó la primera guerra, pero hace unos tres años fueron encontrados y asesinados.

—Todo eso es mentira, ¡Él nunca secuestro a nadie! —sentí como mí mirada se torno felina, adoptando un tono rosado, dejando salir mí aura demoniaca producto de la rabia—. Maldita perra, ¿acaso solo has venido a contarme un cuento?

Me soltó una bofetada tan fuerte que mi rostro se giro, mientras un hilillo de sangre resbalaba por mis labios.

—Te ignorare maldita zorra, solo mientras termino de hablar —musito arrogante para después mirarme seriamente—. Es curioso no te parece, aquellos dos seres tan poderosos fueron asesinados por un solo ángel cuando declararon que estaban enamorados. Ella resulto ser una vergüenza para nosotros, por enamorarse de su captor, en fin. Todo eso fue posible ya que sus poderes fueron transmitidos a un descendiente. Después de tres años lo hemos localizado, pero por alguna razón tu hermanito es el perro guardián de ese odioso chiquillo. Si logra despertar sus poderes es capaz de llegar a un equilibrio o aniquilación, pero antes de que eso suceda, mataremos al rey del inframundo, tomaremos al niño y los demonios desaparecerán —una sonrisa por demás perturbadora se dibujo en su rostro—. ¿Acaso no es magnífico?

—Solo si logran capturarlo y en caso de que lo logren ¿Y como pretendes despertarlo? —dije intentando distraerla.

—Basta con el sacrificio de tu hermanito o tuyo, lástima que estas prácticamente muerta, por lo que será el.

Rabia, coraje, o ira, no supe diferenciar cual emoción predominaba en mi en ese instante. Yo soy un demonio, pero ella era despreciable, mas no yo, cuando me dio la espalda, con sumo esfuerzo saque la daga de mi interior y la apuñale con la misma, debo admitir que me complació verla retorcerse de dolor en el suelo, hasta hacerse polvo, que forma de morir tan vulgar tienen los ángeles de morir me dije.

Siempre cargaba un par de almas conmigo, cosa que en estos momentos agradecía bastante, mas nunca creí necesitarlas. Metí las almas a mi boca mientras sentía como la movilidad regresaba a mi nuevamente, pero mi herida no sanaba por completo, era a causa del veneno, no importaba lo que hiciera, igualmente moriría. Me coloque una larga capa negra y salí de ahí, tenía que encontrar a Emerick lo más rápido posible.

—Afortunadamente vuelvo a sentir tu esencia, pensé que habías desaparecido —me dije internamente pues los dos días anteriores no era capaz de sentir a mi hermano. Ya estoy cerca de donde se encuentra, estoy llegando a un espeso bosque.

—No me lo perdonare si mi bocchan muere —susurro mientras contemplaba la marca del contrato en su mano, la cual parecía desvanecerse a cada segundo.

Estaba dispuesto a salir corriendo para llegar a la mansión cuando de entre los arboles salió Grell, Will y Undertaker. Sebastián simplemente los vio con molestia puesto que tenía prisa, pensando pasar de largo, pero rápidamente le bloquearon el camino, provocando que soltara un bufido de evidente molestia.

—Si me disculpan, después jugare con ustedes —los miro con una sonrisa burlona, denotando supremacía.

—Ji ji ji que mayordomo tan impaciente tenemos aquí —dijo el sepulturero con su clásica voz risueña, para después poner un semblante serio.

—Parecer un perro sin correa ¿Dónde está tu amo? —indago William mientras acomodaba sus gafas.

—Mmm Sebas-chan ¿y si me das un besito? —se escucho la voz chillona de Grell, al tiempo que corría para abrazar a Sebastián, quien lo esquivo haciendo que el shinigami cayera al suelo.

—Como ya les he dicho, no tengo tiempo para jugar con ustedes, debo ir con mi bocchan, ¿serian tan amables de no estorbar? —pregunto prepotente dejando salir su aura demoniaca.

William y Undertaker intercambiaron miradas serias antes de hablar.

—Hay una alteración muy extraña en el libro de vida de Ciel Phantomhive y venimos a ver a qué se debe —los ojos del mayordomo se comenzaron a tornar de un rosa purpureo mientras dejaba salir su aura demoniaca denotando un severo enfado.

—Por eso he dicho que no tengo tiempo para jugar con ustedes —inquirió amenazante, provocando que Grell se escondiera detrás de William.

Ante esto Undertaker intento calmarlo con un ademan de sus manos, dándole la espalda a los presentes dispuesto a avanzar hacia la mansión Phantomhive.

—Mayordomo-kun, creo que no es el momento indicado para pelear, debemos ir con el Conde y rápido —su aspecto siempre sereno denotaba una gran seriedad sorprendiendo a los presentes, quien simplemente asintieron.

—Más vale que no me estorben —dijo Sebastián encaminándose dirección a la mansión seguido por esos tres.

Cuando el demonio entro a la mansión fue seguido por los tres shinigamis hasta el cuarto de su bocchan, donde este se encontraba inerte en la cama, frio y pálido, como si estuviese muerto… sus cuatro empleados rodeaban aquella amplia cama con lagrimas en los ojos contemplando lo que parecía ser el cuerpo sin vida de su joven amo. Un escalofrió atroz recorrió la espina dorsal del demonio, observando rápidamente su contrato, que poco faltaba para desaparecer. Sentía un enorme nudo en la garganta, su rostro palideció al tiempo que se acercaba a su bocchan y delicadamente toco su mejilla con el dorso de la mano.

Los presentes no decían nada, pues no tenían palabras que expresar en un momento así, se limitaban a observar la escena con melancolía.

—Bocchan… despierte… por favor —dijo con la voz entre cortada Sebastián el cual miraba atónito aquella escena sin podérselo creer. La persona que mas amaba en este mundo estaba ante él, prácticamente sin vida.

En esos momentos quería gritar, agarrarlo fuertemente entre sus brazos al tiempo que le decía cuanto le amaba, pero ni las palabras, y mucho menos las acciones salían. Simplemente observaba, con la mirada perdida. Todo lo que pudo hacer es recargar su cabeza en el pecho del menor y sentir lo frio que este se encontraba. Sus latidos eran apenas audibles.

—Sebastián —le miro Tanaka con los ojos vidriosos—. Antes de quedar en ese estado el joven amo me pidió que le dijera que lo sentía mucho —volteo a ver a Finny, Bard y Meyrin haciéndoles una señal para que salieran de la habitación, estos simplemente obedecieron sin rechistar, saliendo sigilosamente del lugar, dejando ahí al demonio, los tres shinigamis y a su amo.

—Ciel aun no ha muerto —susurro quedamente Sebastián cerca del oído de su amo, al tiempo que se ponía de pie junto a la cama del pequeño— el contrato sigue…

—Pero que disparates estás diciendo demonio ¿te has vuelto loco acaso? —dijo fríamente Will—. Ha llegado a la última hoja de su libro de vida el cual dice “Fin”

—¡Tu eres el que se ha vuelto loco! ¡Maldito shinigami!

—¡Basta! —grito el pelirrojo interponiéndose entre ambos.

—Will dame el libro del Conde —interrumpió Undertaker toda aquella escena— El mayordomo no está del todo equivocado… porque…

Antes de que pudiera terminar aquella frase la ventana del cuarto de Ciel se abrió completamente dejando ver una figura completamente negra iluminada levemente por la luna llena. Aun así se apreciaba que poseía unos ojos de un color carmesí. A paso felino se adentro a la habitación, todos los presentes se pusieron en guardia, a acepción de Sebastián quien reconoció aquella aura, aquel dulce aroma y esos sutiles pasos de felino.

Lentamente camino hacia ella mientras hacia un ademan indicando a los shinigamis que se calmaran, pero decidieron ignorarle sabiendo que aquella poderosa aura demoniaca era de temer y no debían tomarlo a la ligera. Una pequeña ráfaga de aíre se adentro al lugar dejando la cabeza de aquella figura negra completamente al descubierto dejando ver así a una hermosa diablesa. Sorprendiéndose al percatarse del parecido que tenían ella y el moreno.  

—Mi amado hermano —ronroneo la morena al tiempo que con sus brazos rodeaba el cuello de Sebastián y le daba un dulce y pasional beso a este. Mientras los presentes veían asombrados aquella escena.

—¿Qué haces aquí Alessia? —le miro indiferente pero rápidamente esa mirada paso a una de extrañeza total ante la presencia de su hermana menor.

—No queda mucho tiempo Em (forma cariñosa que ella tenía para referirse a Sebby) se acerca otra guerra y los ángeles no tardaran en llegar por el chiquillo de ahí —le susurro al oído mientras veía el cuerpo inerte de Ciel sobre la cama—. Acabo de enviar un mensajero de la muerte explicándole todo a padre.

—¡Óyeme niña, no entiendo nada de lo que estás diciendo pero  ¿a qué guerra te refieres, que tiene que ver mi Sebas-chan en todo eso y aquel mocoso que al parecer no está muerto?! —grito Grell sumamente molesto por verse ignorado.

Alessia miro con desconfianza a su alrededor, alzando una ceja para después fulminar con la mirada a su hermano, quien se veía bastante calmado.

—¿Qué hacen aquí esos dioses de la muerte? —encaro aquella mirada carmesí con enfado.

—Ji ji ji eso deberíamos preguntarnos nosotros ¿qué hace aquí un demonio? —pregunto divertido el peli-plata.

Con un gesto de resignación la mujer se recargo en el borde de la ventana y prosiguió a contar rápidamente todo ya que no disponía de micho tiempo.

—Primero que nada Sebastián es el rey del inframundo, y yo soy su prometida. La guerra es entre ángeles y demonios por el control de las almas, por último, ese niño de ahí —señalo a Ciel de manera despreocupada y sin darle demasiada importancia—, no está muerto, su alma es muy especial, y está al borde de colapsar y desaparecer si no se despiertan sus poderes los cuales detendrán esta inútil guerra —miro amenazadoramente a los presentes que mantenían los ojos abiertos ante lo dicho por esa mujer—. Despertare los poderes de este niño y tu Emerick tendrás que llevarlo ante padre quien te explicara mejor la situación.

—¿Por qué haces esto? —exhalo aíre, cuestionando quedamente Sebastián con su mirada fija en ella.

—Porque en cuanto te vi supe que él era alguien especial para ti ¿o me equivoco? —dijo dulcemente abrazando al azabache de manera protectora.

No pudo continuar hablando porque la voz de Will los interrumpió en ese momento, sacándolos de sus mundos y rompiendo el “emotivo” encuentro.

—Más les vale no alterar el equilibrio del mundo humano o se las verán conmigo, incluyendo a las almas ¿entendieron? —refunfuño mirándolos fijo por segundos—. Por otro lado si es un asunto únicamente entre ángeles y demonios nosotros no tenemos nada que ver, así que Grell vámonos —tomo al pelirrojo llevándoselo rastras

—Espérenme ji ji ji —decía Undertaker mientras salía tras ellos dos.

—Mi dulce amor —continuo ella una vez solos—, debo pedirte perdón, ya que me enamore de alguien, pero no me amaron a mí, al contrario, casi me asesina —dijo tristemente mirando al azabache que abría atónito los ojos por lo que escuchaba—. No… no me queda mucho tiempo mi rey; quisiera que al menos tú fueras feliz, por mi y Craig —una ligera tos acompañada de un gemido de dolor le impidieron continuar.

Fue entonces cuando Sebastián le quito la capa con un rápido movimiento, y observo atónito una enorme herida en su pecho al tiempo que sostenía a su hermana entre brazos para evitar que cayera al suelo, observo el cuarto y vio las manchas de sangre dejadas por la morena a su andar, quien en un principio parecía perfectamente bien.

—¿Quién te hizo eso? —pregunto molesto

—Ya no hay tiempo de explicación —se zafo del agarre del moreno y camino hasta Ciel mientras tomaba su verdadera forma, con suavidad se sentó a un lado de él, miro por ultimo a Sebastián— perdóname mi dulce amor —una lagrima rodo por sus blancas mejillas— creo que nuestro compromiso queda anulado —forzó una última sonrisa; acerco su rostro al del pequeño; susurro algo a su oído y una luz blanca les rodeo. 

Continuara~

Notas finales:

Espero que les haya gustado, sin más yo me despido y les deseo un excelente día/tarde/noche. 

Haruka Eastwood 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).