Pasaron unos días desde que Diedrich había recibido la invitación de bodas de su amante que figuraba públicamente como mejor amigo o aliado, con tristeza decidió resignarse y continuar su vida, aunque su secreta relación no tenía un final definitivo, hasta el momento aun sabiendo de la relación formal con su prometida, ellos seguían viéndose, pero la última vez que cuando se despidieron acordaron darse cierta distancia, el alemán estaba en su despacho mirando por la ventana pensaba en el último cálido beso que le había regalado Vincent al despedirse unas dos semanas atrás, sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el teléfono sonó.
-Amo... tiene una llamada de Londres. Advertía con amabilidad un viejo mayordomo de la mansión del alemán, señalando el teléfono que estaba en el despacho.
-¿Es Phantomhive? Cuestionaba con seriedad Diedrich, mirando con disimulo el teléfono, internamente se debatía por responder o no la llamada.
-Sí, señor... Decía el mayordomo ante la pregunta de su amo, quien con un suspiro de resignación no tuvo más opción que aceptarla.
-Atenderé la llamada... Murmuró con recelo acercándose al teléfono, el mayordomo con una reverencia salía del despacho.
-Buenos días... Diedrich. Fue el saludo que le daba un poco nervioso Vincent, pero que sin duda escuchar esa voz emocionaba al alemán aunque tratara de disimularlo.
-Quedamos en no hablarnos por unos días, Respondió con frialdad el alemán aparentando que aquella persona que le llamaba no le afectaba.
-Ya pasaron algunos días. Dijo Vincent con una pequeña sonrisa la cual percibió Diedrich, que no pudo evitar fruncir el ceño y apretar el puño en señal de que no podía resistirse al galante londinense.
-¡Eres tan molesto! Murmuró con molestia al sentir como su ser frio parecía ceder ante los encantos de su amante, aun cuando solo lo escuchaba, podía sentir como su corazón parecía acelerarse, los dos se quedaron en silencio por unos segundos.
-Si llamaste para preguntar si recibí tu carta con la invitación de tu boda, pues la respuesta es más que obvia. Aclaraba con sarcasmo y molestia recordando el motivo de su alejamiento momentáneo.
-Lo siento, sabias que eso pasaría, no seas tan duro conmigo. Se justificaba con evidente tristeza Vincent muy palpable en su tono de voz, eso hizo remover al alemán que cerraba los ojos con pena.
-Sabes que no me gusta hablar de este tema por teléfono. ¿Para qué llamaste? Dijo fríamente evitando caer en el sentimentalismo de tristeza de la llamada
-¿Vas a venir a Londres, la próxima semana? Preguntó con seriedad Vincent aun cuando su orgullo le dolía al hacer esa pregunta que era más una petición desesperada por tener cerca a su amante, tenía que hacerlo, el alemán con una imperceptible sonrisa escuchaba atento esa pregunta.
-¿Me extrañas Phantomhive? Cuestionaba con evidente jactancia ante esa petición, no podía negar que estaba enamorado de su amigo, el solo imaginarse que estaba sonrojado y molesto al otro lado del teléfono, lo hacia sonreír como ya no lo había hecho en muchos días.
-como tú lo has dicho no podemos hablar de eso por teléfono. Hablaba Vincent disimulando su vergüenza ante la pregunta de su amigo.
-Solo di sí o no. De tu respuesta depende mi respuesta a tu pregunta. Se refería con sagacidad el alemán, esperando ansioso la respuesta positiva del que le llamaba, pasaron varios segundos y solo se escuchaba el respirar de ambos.
-Espero que mi si sea un si también tuyo. Dijo resignado pero esperanzado el londinense que avergonzado respondía.
-Nos vemos la próxima semana. Dijo Diedrich y los dos a la vez colgaron el teléfono de inmediato cortando la llamada, sin entrar en más detalles, los dos siendo orgullosos no podían rendirse a ese profundo sentimiento de amor, cediendo en reunirse en unos días.
Pasaron algunos días se veía a Vincent de muy buen humor, ya que últimamente no era el mismo alegre conde, algo bueno pasaría ese día por su evidente alegría.
-buenas tardes… Phantomhive. Se escuchaba el serio saludo de un hombre de cabellos negros que entraba al despacho del conde, que con una sonrisa recibía gustoso a su visitante.
-Buenas tardes… Decía Vincent que conteniendo su emoción le saludaba,
-Tanaka, prepara unos bocadillos para nuestro invitado. Ordenaba con amabilidad Vincent mientras se acercaba para estrechar la mano de su amigo, y el mayordomo con diligencia se dirigía a la cocina a preparar lo ordenado por su amo. Cuando los dos apuestos caballeros escucharon que la puerta se cerraba, sus manos que iban a estrecharse se halaban para sí, juntando sus cuerpos y sin perder más tiempo el conde besaba apasionadamente al alemán, que ansioso recibía tan efusivo recibimiento, no había duda ambos se habían extrañado y ese beso era prueba de ello, cuando los dos quedaron sin aliento se separaron levemente sonrojados no dejaban de verse fijamente.
-Phantomhive, tan efusivo como siempre, Susurraba sobre los labios de su amante el alemán sintiendo ese el respirar agitado de su amado.
-Y tu tan frio como siempre. Respondió burlonamente Vincent con una sonrisa, delineando con su dedo esos labios que segundos atrás lo habían besado,
-Deja que tu mayordomo traiga los bocadillos y seguimos. Alegaba sabiamente Diedrich ya que los dos estaban dispuestos a seguir en su amoroso reencuentro en ese despacho que era testigo de sus entregas clandestinas, pero recordaron que pronto regresaría Tanaka con los bocadillos favoritos de Diedrich, separándose se sentaban cada cual en su asiento, iniciando una conversación formal como las que aparentaban ante la mirada de los demás. A los pocos minutos entraba Tanaka con ese pedido del conde dejándoles servidos salía, dejándolos solos como era costumbre.
-Así que dentro de dos semanas te casas… Dijo con seriedad Diedrich sorprendiendo un poco a su acompañante que sentado frente a él desviaba la mirada pues esa una realidad inevitable.
-¿Por qué debemos hablar de eso ahora? Refutaba con evidente molestia Vincent.
-Si no es ahora… ¿Cuándo? Aclaraba el alemán con frialdad, haciendo que el otro se quedará pensativo y ambos se quedaron callados.
-Prácticamente tu eres el que me obligaste a pautar una fecha, ahora ¿Qué te molesta? Decía con enojo Vincent mirando mal a su amante que serio lo miraba tambien.
-Yo no te obligué, solo te hice ver lo que es correcto de hacer. Se justificaba el alemán con aparente seriedad y firmeza en sus palabras.
-Además Rachel es una buena y hermosa mujer, no podías haber escogida una esposa mejor, hasta me agrada. Seguía diciendo trayendo a su memoria la imagen de la mujer que prácticamente le quitaba a quien amaba, pero no podía odiarla no podía haber otra mujer a la que le hubiera podido cederle a Vincent.
-Cómo puedes decirlo así… Murmuró dolido Vincent pues a pesar que él amaba a Diedrich sentía afecto por su prometida que en poco tiempo de conocerla había llegado a quererla y respetarla.
-Lo siento… Se disculpaba Diedrich viendo lo afectado que estaba Vincent, pues parecía muy confundido.
-Me provoca lanzarte todos estos sanduches a la cara, cuando te pones pesado. Amenazaba con molestia Vincent viendo los queridos aperitivos de su amante.
-Los sanduches no tienen la culpa de nuestras idioteces. Advertía serio Diedrich al ver amenazados a sus bocadillos y rápidamente los agarraba a todos para comérselos. Vincent al ver esa escena solo se echó a reír, levantándose de su asiento se acercaba a su amante, quien notando que sus intenciones eran otras y no lanzarle sanduches, dejaba todos los bocadillos en su lugar, recibiendo a Vincent entre sus brazos.
-No sabes cómo te extrañé… Murmuraba seductoramente Vincent acomodándose sobre las piernas de su amado quien sentado lo acogía dulcemente, abrazándose con firmeza, sus labios de nuevo se juntaron en un desesperado y ansioso beso. En ese silencioso despacho sería una muda testigo de esa entrega de amor con algo de desespero, cuando fueron interrumpidos por la puerta que parecía lentamente abrirse.