La relación entre Akashi y Furihata era un tanto rara:
Semanalmente se mandaban cartas, (cada viernes la carta tenía que llegar antes de las 10:30 del domingo) contando lo más respresentativo sobre cada día de la semana. Akashi dijo que necesitaba mejorar su caligrafía porque tenía una letra que parecía nuevo idioma, hasta que no mostrara un rendimiento óptimo, no se mandarían mensajes por el celular o correo.
Y cada último día de mes, le mandaba un libro para alejarlo de los videojuegos y arcades con sus amigos. Tenía que entregar un reporte de 14 cuartillas al terminar de leerlo. A mano, por supuesto. Pobre de él si Akashi descubría que plagió alguna página o ensayo para mandarle a tiempo el reporte…
Y lo obligó a dormir a las 11, a más tardar a las 11:30, para rendir lo suficiente en las clases y durante las prácticas.
A veces, más que novios, sentía que era un profesor particular. O una mamá.
Aun así, era grato recibir sus cartas preguntándole cómo estuvo su semana o si había dejado de comer golosinas (que también le obligó a dejar)
-Creo que es muy romántico- le confesó en una de sus citas, cuando le preguntó si le molestaba que cuidara de él con ese tipo de atenciones–a su manera…
-Te equivocas, romántico no tiene la connotación que tú crees.-le cortó Akashi- Romántico es Frankenstein. Los paisajes obscuros… eso es romántico. En el año…
Siempre recordaba esa plática. Aprendió más sobre el periodo con él que en clases.
Con todos esos recuerdos en mente, estaba un poco inseguro de aceptar la propuesta.
Por eso no espero que al día siguiente después del ofrecimiento al abrir la puerta se encontrara con Akashi con una flor en la mano, sintió que podía explotar de vergüenza. Eso era muy romant… detallista de su parte. Lo invitó a pasar para desayunar.
-Lo siento. Sé que te sigue costando trabajo tratarme, pero no quiero que por eso te cierres.-la semana no había resultado fructífera para él apenas y habían conversado entre ellos, no sabían cómo iniciar la plática- Tampoco quiero presionarte...
-No quiero acostumbrarme a ti y que al día siguiente seas otro. Sé que no puedo pedirte que cambies a voluntad propia pero…
-Lo sé.
Pasaron bastante tiempo callados.
-Sabes he pensado en tomar terapia, no hay una certeza de cuando termine el tratamiento ya que es un proceso largo pero si tú estás de acuerdo podría esperarte hasta que logre estabilizarme un poco y…
-Quiero ir contigo.- sin pensarlo Furihata aceptó, pensando en que si esa terapia funcionaba Akashi podría regresar-A todas las sesiones que tengas.
Ver los ánimos del chico le enterneció, al menos era una forma de acercarse a él ¿cierto?
-¿Y si él de verdad no vuelve?-susurró el castaño un poco espantado-No…
Ya lo veremos.
Pensó para sí mismo Akashi.
Desde entonces, sin falta, Kouki lo acompañaba a su terapia una vez cada semana. Todo el dinero de su mesada era destinado al boleto de viaje. Al principio pudo arreglárselas el primer mes, pero después de saber que las terapias tomarían más tiempo del esperado decidió conseguir un empleo de medio tiempo. Bueno tres.
Lunes y viernes ayudaba en una panadería, martes y jueves en una conbini cerca de la escuela, miércoles, sábado y domingo en el Maji: lo bueno de estos trabajos es que la comida estaba incluida por lo cual no haría gastos extra.
Añadiendo por supuesto, los entrenamientos.
Quizás para él no era demasiado, después de todo tenía una buena razón para hacerlo. En cambio para sus compañeros de equipo, quienes veían al pobre chico siempre en prisas, le preocupara que cayera enfermo o le diera una crisis nerviosa.
Le plantearon ayudarlo económicamente, a lo cual el chico se negó, alegando que apreciaba el gesto pero no dependería de su ayuda para salir adelante.
En sus ratos libres hacía la tarea, toda la que le permitían en la hora de la comida, regresaba a casa sólo a ducharse y dormir.
Realmente no le molestaba hacer esos trabajos o desvelarse para estudiar.
Todo lo hacía con la esperanza de poder verlo. A él.
Akashi por su cuenta tenía otros planes.
El propósito de la terapia era que Furihata pudiera acercarse al chico (quien no presenciaba la sesión, esperándolo en la sala de espera) y dejara de tenerle miedo para que gradualmente aceptara salir con él de forma natural. Tenía que poner de su parte para “actuar” como el otro Akashi; necesitaba prepararse mentalmente para interpretar ese papel.
El avance no era mucho, pero al menos Furihata ya hablaba más con él, aunque evitaba hablar de sí mismo cuando estaban solos. Descubrió varias cosas con sólo observarlo, algunas minucias que no se había percatado cuando lo veía a través de las memorias con el otro.
A punto de terminar casi cinco meses del tratamiento, sucedió algo inesperado:
-Lo siento, ya no creo poder seguir con esto- le confesó el paciente,apenado, antes de entrar a otra sesión-
-¿La terapia no funciona?- preguntó preocupado el chico castaño- ¿Estás bien?
El pelirrojo lo abrazó fuertemente.
-He hecho mi mejor esfuerzo ¿es que acaso no es suficiente?-Akashi no lo soltaba y tampoco le respondía-¿No soy suficiente para ti?
-Lo siento, de verdad lo siento.
-¿Sei no volverá?-comenzó a sollozar-
¿Qué estaba pasando?