Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Terapia amorosa por Ichigosan

[Reviews - 84]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Buenas noches lectores!! Quiero agradecerles por los lindos comentarios en el primer capítulo. Me agrada ver que hubo una buena repercusión. Espero que este también sea de su disfrute. :)

Izaya caminaba por las calles de Ikebukuro buscando algo con qué entretenerse. La noche era cálida y pacífica. Pero de repente, la calma se vio interrumpida por una presencia que apareció frente a él casi como por arte de magia.

–Shizu-chan... ¿No es un poco tarde para andar peleando?

–No vine a pelear –dijo con voz fría acercándose a él-. Ya no puedo resistirme más.

–¿De qué hab…?

No pudo seguir hablando debido a que sus labios fueron sellados con los del rubio en un violento contacto. Sus ojos rojos se abrieron de par en par sin poder concebir lo que estaba pasando. Trató de separarse de él para pedir una explicación, pero el barman no se lo permitió. Por el contrario, ejerció más fuerza en su agarre llevándolo contra la pared.

El beso fue aumentando su voracidad e Izaya ya no se resistía. Se sentía embriagado por la maravillosa sensación de esa húmeda lengua en contacto con la suya. Y antes de que pudiera darse cuenta, los pantalones de ambos ya estaban bajos y las piernas del informante alrededor de la cadera del rubio.

–S-Shizu-chan… E-Espera, no podemos a-aquí…

–Lo siento –gruñó contra la piel de su cuello para luego morderlo-. Pero ya no puedo esperar. Quiero hacerte mío.

De una sola embestida Shizuo entró sin rodeos dentro del interior del azabache. La calidez de la intromisión estremecía cada fibra nerviosa del cuerpo de Izaya, quien solo pudo aferrarse con fuerza a su compañero mientras era embestido con intensidad.

–¡Ahh, mmh ahh! ¡Shizu…Shizu-chan!

–Vamos… Gime más. Gime para mí –susurrando en su oído-. Izaya…

–¡¡AAH!! Shi-Shizu-chan… ¡te amo! ¡TE AMO!

Un estruendoso sonido rompió el clima del momento. Era un incesante timbre que taladraba los sesos… ¿Qué demonios era eso? Ah sí, el despertador…

Pesadamente el informante abrió sus ojos, dándose cuenta que había sido víctima de otra de sus fantasías que se sentían tan reales, o por lo menos así lo sentía su ahora erecto miembro.

Como era rutina cada mañana, lo primero que hizo antes de comenzar su día fue ir hasta el baño a solucionar su problemita, acompañando la tarea con las frescas imágenes de su reciente sueño.

–Soy tan patético que me doy pena… –se dijo a sí mismo al momento en que acababa en su propia mano.

------------------------------------------

Una agradable tarde asolaba a Ikebukuro, generando buen humor entre sus residentes. Salvo obviamente, en uno que no paraba de rechinar sus dientes observando una escena que no le agradaba en lo más mínimo.

Ahí se encontraba Izaya desde la terraza de un edificio, viendo como un grupo de pubertas rodeaba a su Shizu-chan para agradecerle el gentil gesto que tuvo de devolver una cartera que se le había caído a una de las chicas.

“¿Qué necesidad de tanto palabrerío? Díganle gracias y ya. ¡Aléjense de él zorras!” decía para sus adentros el azabache.

El rubio escuchaba educadamente las palabras de las jovencitas sin darle mucha importancia realmente. Presentía el aroma de Izaya cerca y eso lo distraía de ponerles atención a las jóvenes. ¿Acaso lo estaría espiando? ¿Se había arrepentido de su rendición?

Una llamada a su celular fue la excusa perfecta para que Shizuo se despidiera cordialmente de las muchachas y fuera a un área menos ruidosa para hablar.

Era su jefe. Al parecer unos deudores habían reunido el dinero que debían finalmente, pero a la hora de hacer la transacción un grupo de ladrones enviados por un tal “Yukino” intervinieron llevándose todo el efectivo. Era de urgencia encontrar el paradero de éste hombre y sus secuaces para recuperar el dinero.

–¡Pero como se supone que lo encuentre si no me dices más que su nombre! –protestó el rubio.

–No sabemos nada más de él. Simplemente que se llama Yukino y tiene mucha gente bajo su control, por lo cual hay que tener cuidado.

–De acuerdo –suspiró-. De alguna manera encontraré al tal Yukino. Adiós.

Sin decir más cortó la llamada volviendo a guardar el celular en su bolsillo. Encendió un cigarrillo para relajarse.

–Como demonios encontraré a este tipo –se dijo a sí mismo.

–Yo puedo ayudarte si quieres –dijo una voz desde las alturas.

Shizuo levantó la vista y allí se encontró con Izaya, sentado en uno de los balcones del callejón donde estaban. No es que su presencia le sorprendiera, al contrario la sentía cerca, pero sí le sorprendió la propuesta.

–¿Ayudarme?

–¿Te olvidas de que soy un informante?

–¿Tú sabes dónde encontrar al tal Yukino?

–Yuki-chan es un fiel cliente mío. Por supuesto que se dónde encontrarlo. Tiene un escondite secreto donde se refugia custodiado por decenas de sus matones y donde guarda todas sus fortunas robadas ­–dijo alegremente saltando hasta quedar frente a él.

–¿Y por qué diablos ibas tu a ayudarme?

–Ya te lo dije Shizu-chan, no voy a seguir peleando contigo. Además, informar es mi trabajo ­–“No puedo decirte que es mi oportunidad para empezar a acercarme a ti desde un nuevo camino, para que no me veas como tu enemigo”.

–De cualquier manera, me dijeron que tus “servicios” son bastante caros y no tengo dinero suficiente como para…

–No voy a cobrarte –lo interrumpió.

–… Primero te rindes. Ahora me ofreces ayuda y no me cobras por tu trabajo ¿Qué demonios te traes entre manos pulga?

–¡N-No estoy tramando nada!

–¿Entonces qué diablos te sucede?

–Es solo que…Yo no…no quiero que me odies –dijo con un hilo de voz.

–¿Eh? ¿Qué fue eso?

No era que no había escuchado, pero a Shizuo le parecieron tan extrañas las palabras del informante que no era capaz de entenderlas.

–Nada importante –evadiendo el tema-. ¿Quieres que te ayude o no?

–…Supongo que no tengo otra opción –suspiró-. ¿Dónde tengo que ir?

–Verás… La ubicación del lugar es súper secreta y solo yo fuera de su legión de asesinos sabe dónde queda, de manera que si te digo y tú vas… me delatarías.

–¿¡Entonces no vas a decirme!?

–Voy a guiarte hasta allí, menso.

–No me digas menso, pulga.

–No me digas pulga, bestia.

–¿Quieres que te de un puñetazo?

–Tranquilo, tranquilo ¿no te das cuenta que estoy de tu parte?

–De acuerdo –suspiró-. Andando.

–Hay otra cosa más… –dijo echando a andar seguido del rubio.

–¿Qué?

–No podrás hacer las cosas a tu estilo.

–¿De qué diablos hablas?

–Te explicaré. Imagínate la fortaleza como una cebolla.

–¿Cebolla?

–Sí, cebolla. Una cebolla tiene muchas capas, esto es más o menos así. Habrá que pasar por muchas “capas” de guardias que protegen el lugar, y si tú llegas y empiezas a armar un alboroto los guardias advertirán a los demás y para cuando llegues al centro Yuki-chan ya se habrá ido con toda su fortuna.

–¿Entonces que se supone que debo hacer?

 –Entrar de incognito, claro.

–¿¡Y cómo hago eso!? No conozco el lugar.

–Pero yo sí –canturreó.

–¿Eres consciente de que voy a destrozar a este tipo con mis propias manos?

–Sip.

–¿Entonces por qué me ayudas tanto? ¿No es tu cliente?

–Sí pero hay cuestiones “personales” que tengo con él, no es la gran cosa pero no es de mis clientes preferidos. Así que dime ¿aceptas mi ayuda o no?

–Mmh…

–Haremos las cosas a mi modo.

–Ya sé. Ya sé. De acuerdo.

--------------------------------------

Llegaron sin problemas hasta el escondite de Yukino, un desarmadero abandonado perfectamente camuflado como basurero, por lo cual nadie sospecharía de la gran fortuna que guardaba dentro.

Con sigilo y mucha cautela, Shizuo e Izaya se fueron escabullendo dentro, burlando a los guardias que ni se percataban de sus presencias gracias al perfecto conocimiento del informante acerca del lugar.

Ya habían llegado hasta el centro de la fortaleza sin ser vistos. No era más que un sucio galpón en medio de todo ese desmadre de chatarra, pero según el azabache allí se encontraba la persona a quien buscaban.

Entraron por una ventana trasera, ocultándose tras unas cajas selladas frente al despacho donde se encontraba el mafioso.

–Tu dinero se encuentra en una de estas cajas –dijo el informante en susurro.

–¿Por qué están en cajas? –en igual tono.

–Yuki-chan empaqueta sus tesoros robados para que los lleven de aquí a un lugar más seguro, si llega el camión que los transporta y se los lleva será imposible recuperarlo.

–Maldito ladrón ­–gruñó.

–Deja de perder el tiempo y empecemos a buscar.

Con mucho cuidado de no hacer ruido ambos empezaron a abrir las cajas en busca del dinero que según había dicho Tom-san estaba en un maletín negro. Había una increíble cantidad de joyas, vasijas finas, chequeras completas y hasta galones de oro entre las mercancías robadas, pero sin señales del dichoso maletín.

De repente la puerta del despacho se abrió, y de allí salió un hombre robusto fumando un abano y con una pistola en su mano.

–¿Quién anda ahí? –vociferó.

–Tú sigue. Yo lo distraigo –dijo por lo bajo el azabache.

–¡Espera…!

Shizuo trató de detenerlo, era peligroso mostrarse así como así frente al sujeto, pero antes de poder hacer algo Izaya ya se había presentado frente al mafioso.

–¡Yuki-chan! ¿Así recibes a las visitas?

–Oh… Izaya, eres tú ­–riendo roncamente-. ¿Por qué nadie me avisó que venías?

–Quería que fuera una sorpresa –canturreó-. Tus guardias son muy fáciles de burlar. O yo soy demasiado bueno, no estoy seguro.

–Eres único, de eso no hay duda ­–dijo lanzándole una mirada lasciva.

Shizuo estaba concentrado en la búsqueda del maletín, pero no por eso dejaba de poner atención al escenario frente suyo que se le hacía tan extraño. ¿Por qué tanta familiaridad? ¿Y por qué ese tipo miraba tan insistentemente a Izaya?

–Y dime… ¿A qué debo tu visita? ¿Acaso viniste a aceptar mi propuesta de la otra vez? –dijo acercándose peligrosamente.

–Ah, tu propuesta –pensativo-. Aun lo estoy considerando.

–¿Aun? Oh vamos Izaya, eres un chico inteligente. Sabes que es muy conveniente aceptar convertirte en mi juguetito sexual –dijo rodeando su cintura.

Tan sorprendido quedó el rubio tres esas palabras que accidentalmente tumbó una caja, haciendo un ruido lo suficientemente fuerte como para llegar a oídos del mafioso.

–¿Qué demonios fue eso? –mirando hacia el lugar de donde provino el ruido.

Yukino se separó del azabache encaminándose hasta el montón de cajas tras el cual se ocultaba Shizuo. No sería problemático pues el barman simplemente lo golpearía hasta matarlo, pero si eso ocasionaba que sus guardias se percataran de que algo sucedía, tendrían un gran problema. Pues aunque se tratara del hombre más fuerte de Ikebukuro, no era cosa fácil enfrentarse a decenas y decenas de asesinos profesionales.

–¡Oye Yuki-chan! –rodeó su cuello, atrayéndolo a él nuevamente-. No ignores a tu nuevo juguete.

La lujuria del hombre era más poderosa que el interés por saber de dónde provino la intromisión, por lo cual rápidamente olvidó el asunto enfocándose nuevamente en Izaya, quien sin que Yukino se percatara le hacía señas a Shizuo con su mano para que se apresurara.

–¿Así que has aceptado? –llevándolo contra la pared.

–Ah…bueno. Digamos que puede ser… –estaba nervioso, pero tenía que ocultarlo. No podía permitir que Yukino encontrara a Shizuo.

–Bueno, puedo tratar de convencerte ¿no? –acercándose a sus labios.

–¡N-No! Digo… no, no es necesario.

–Para mí sí es necesario. Hace mucho tiempo quiero hacer esto.

Con violencia el mafioso atacó los labios de Izaya quien se resistió de forma inmediata, pero no pudo con él.

–¡Suéltame idiota! ¿Quién te crees que eres para tocarme?

–Tu nuevo dueño, mascotita –clavando su rodilla en la entrepierna de Izaya.

Ese accionar había logrado dejar escapar un pequeño gemido que engrandeció la sorna de Yukino y que fue la gota que derramó el vaso para Shizuo.

–Oye, suéltalo –dijo apareciendo tras el mafioso.

–¿¡De dónde diablos saliste tú!?

–¡Te dije que lo soltaras! –antes de que el hombre pudiera contestar, Shizuo lo había aventado contra la pared contraria.

–¡No! ¡Ahora sabrán que estamos aquí! –advirtió el informante al oír a los guardias acercarse atraídos por el estruendoso golpe.

–Entonces es hora de irnos.

Sin permitirle una respuesta, el rubio tomó a Izaya del brazo arrastrándolo fuera del lugar. Rápidamente estaban siendo perseguidos por innumerables hombres. Shizuo se detuvo para hacerles frente, pero fue entonces el menor quien lo arrastró a las corridas diciéndole que no tenía sentido pelear.

Corrieron, corrieron y corrieron hasta casi las afueras de Ikebukuro, donde finalmente los perdieron y pudieron respirar tranquilos.

–¡Nunca corrí tanto en mi vida! –se quejó Izaya.

–Si me hubieses dejado pelear… no hubiéramos tenido que… escapar –replicó el rubio tratando de recuperar el aire.

–En fin, ¿dónde está el maletín?

–No lo encontré.

–¿¡Qué!? ¿Por qué no seguiste buscando? ¡Quedaban pocas cajas por revisar!

–Ya cállate. Si perdía más tiempo buscando ese pervertido iba a terminar violándote.

Los ojos rojizos del informante se abrieron sorprendidos tras esas palabras.

–¿A-Acaso dejaste de hacer tu trabajo… por mí?

–¡Pues claro! No sé desde cuando eres tan inútil como para no defenderte, pero al ver que no ibas a hacer nada tuve que actuar.

–¡Oye no es que no me defendiera, pero me tomó por sorpresa! Ya sabía que ese tipo tenía intensiones sucias conmigo, pero no creí que se atrevería a hacer algo así.

–¿Es por esas intenciones sucias que me dijiste que tenías “cuestiones personales” con él?

–…Sí. Aunque no esperaba que te enteraras de cuáles eran esas cuestiones.

–¿Por qué? ¿No querías que supiera que eres la mascotita sumisa de los yakuzas? –dijo burlón.

–¡O-Oye yo no soy la mascota de nadie idiota! –gritó enrojecido.

–No resistes ni una bromita, que susceptible eres pulga –encendió un cigarrillo-. De cualquier manera, espero que si alguna vez te encuentras en una situación similar te defiendas y no lo dejes llegar más lejos.

–Como si a ti te importara lo que me pase.

–Aunque se trate de ti, no me gusta cuando las personas se aprovechan de otros, como por ejemplo sexualmente. Esa gente me da asco.

–¿Por eso interviniste?

–¡Pues claro! No iba a quedarme viendo cómo te violaban. Nadie merece eso –lo miró fijamente-. Así que no permitas que nadie te toque sin tu permiso.

El azabache no supo si realmente percibió preocupación en esas palabras o fue lo que su enamorada mente le hizo creer, pero fuera lo que fuera, no pudo hacer más que asentir y tratar de ocultar el sonrojo que lo invadía.

–Gracias por ayudarme esta noche.

–No es nada… De cualquier manera no pudiste recuperar el dinero.

–No, pero tengo esto ­–sacó de su chaleco un galón de oro bajo la sorprendida mirada de Izaya-. Quizás cubra lo que había dentro del maletín.

–Me alegro –rió bajo.

–Oye… ­–buscó la mirada del azabache-. No sé a qué se debe este repentino cambio en ti, pero me resultas menos insufrible ahora.

–¿Se supone que eso es un cumplido? ¿No puedes esforzarte un poco más? Casi fui violado por ayudarte.

–Tienes razón ­–sonrió, dejando anonadado a Izaya-. Me agradas, pulga.

–…

–¿Por qué tu rostro está rojo?

–¡N-No está rojo! ¡Ves mal!

La luna ya estaba alta en el cielo nocturno de Ikebukuro mientras los dos hombres llevaban adelante esa extraña conversación de la cual una nueva y mejor relación entre ambos nacía.

Esa noche, Izaya durmió con una sonrisa en su rostro como pocas veces antes. Quizás fuese algo muy insignificante lo ocurrido, pero él se sentía más cerca de su amado Shizu-chan, y eso lo hacía feliz.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).