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Calamidad del Porvenir por ArasinyaT

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Notas del capitulo:

Lamento la tardanza, me fui unos días de viaje y no llevé el notebook. 

De todos modos espero que les guste, nos vemos abajo :D

Había pasado unos meses desde esa vez que visitó la cárcel. En ese periodo afortunadamente no había vuelto a ver a Madara y todo parecía ir bien. Se había integrado con facilidad en la universidad y entre sus compañeros, incluso se había vuelto más cercano a su maestro, Sasori.

La familia Uchiha lo trataba como un miembro más de la familia, sus padres siempre llamaban a Fugaku y a Mikoto preguntándoles qué tal se comportaba su retoño y ellos respondían que se comportaba como un ángel. Le había comunicado a su familia sobre su noviazgo, se sorprendieron mucho y lo obligaron a poner el altavoz en presencia de Itachi, sus padres y su hermano hablaban desde la otra línea advirtiéndolo por si lo hacía sufrir o se sobrepasaba con él. Sus padres de todos modos ya se imaginaban  lo que hacían los dos en el mismo techo, Itachi les respondía que amaba a Deidara con toda su alma, y que lo protegería con su vida.

Itachi siempre estaba tan atento a él, lo mimaba, lo llevaba a citas y siempre le traía regalos y flores. A veces cocinaba para Itachi, también le encantaba mimarlo sobre todo con la comida e Itachi siempre le agradecía diciendo que le encantaba cada preparación que le hacía.  

Terminaron durmiendo todas las noches juntos ocupando el dormitorio de Itachi o el suyo. Hacían el amor constantemente, terminarían por practicar todas las posiciones del kamasutra al paso que iban. Nunca se cansarían de sus cuerpos, eran fogosos y estaban llenos de energía. De tanta actividad sexual que tenían, Deidara comenzó a preocuparse de no quedar embarazado, aún era muy joven y término tomando anticonceptivos hormonales, no le gustaba el uso del condón porque no permitían sentir bien a Itachi dentro de él.

Todo iba de maravilla excepto la pesadilla de la que no podía escapar. No se había atrevido a visitar la prisión desde esa vez por miedo, pero en su momento tendría que hacerlo. Por otro lado había estado averiguando sobre la familia de Zabuza pero al parecer no tenía a nadie, además se enteró de que había estado en varios centros de rehabilitación delictual para menores. Parecía que la vida no fue amable con él y las situaciones que enfrento terminaron por consumirlo.

A veces presentía que Itachi sabía en lo que andaba, siempre estaba pendiente de cualquier cosa extraña que dijera en relación a Madara. Sin embargo, casi no nombraban a ese hombre e Itachi no lo hostigaba tanto como antes para que le confesase su secreto, así que por ese lado estaba un poco más tranquilo.

Este día era su cumpleaños número dieciocho, por fin sería mayor de edad. Extrañaría que su familia no estuviera con él pero de todos modos ellos estaban atentos y  lo habían saludado anoche justo a las doce en punto.

Era día viernes por lo que tendría que ir a la universidad de todas maneras, afortunadamente terminaría temprano ya que solo tenía una clase y era con Sasori.

Estaba durmiendo junta a Itachi como de costumbre, ya era hora de levantarse y el moreno había despertado primero para despertarlo a él con besos y caricias.

—Despierta dormilón. —Le habló Itachi al oído cuando depositaba un delicado beso en el lóbulo de su oreja.

El moreno comenzó a hacerle cosquillas por lo que se removió entre sus brazos de para ponerse frente a él sin dejar de soltar risas.

—Feliz Cumpleaños. —Itachi acaricio las suaves mejillas de Deidara observando lo bellos ojos celestes como el cielo.

—Gracias. — Fundieron sus labios en un calmado y dulce beso.

Se ducharon juntos entre más besos y caricias. Al terminar de arreglarse bajaron juntos al comedor donde estaban los demás.

— ¡Feliz Cumpleaños! — Saludó Mikoto al verlo llegar y se dirigió a él para abrazarlo cariñosamente. —Que cumplas muchos más.

—Feliz Cumpleaños. —Se acercó esta vez Sasuke. —Ahora ya no eres un bebe, por fin eres mayor de edad.

—Eres solo meses mayor que yo. —Replicó sacándole la lengua.

— Feliz Cumpleaños Deidara. —Saludó Fugaku con un abrazo.

Después de tomar el desayuno Itachi llevó a Deidara a la universidad como regularmente lo hacía. En  la universidad sus compañeros lo esperaban en la sala y lo saludaron animadamente felicitándolo por su cumpleaños.

Sasori llego saludando a toda la clase y empezaron a trabajar en sus esculturas, Deidara estaba haciendo una de arcilla, ya que le encantaba trabajar en ese material además era su favorito. Sasori como maestro los iba guiando a cada uno, pasando por sus puestos y siempre que llegaba donde Deidara se detenía más de la cuenta.

Al final de la clase cuando ya todos salieron de la sala Sasori se acercó a Deidara y le pidió que se quedara un momento.

—Tus compañeros me comentaron que hace unos días que hoy estarás de cumpleaños. —Dijo su profesor. —Felicidades.

—Muchas gracias Danna. —Lo nombró como ya había comenzado a hacerlo desde un tiempo.

—Te tengo algo. —De su bolsillo saco una pequeña cajita y se la paso. —Toma.

—No tenía que molestarse. —Dijo impresionado.

—Tutéame, estamos en confianza. — Puso sus manos sobre las de Deidara que sostenían la pequeña cajita. —Ábrelo.

Deidara sonrió tímidamente por la cercanía que estaba tomando su Danna, que en ciertas ocasiones se acercaba demás llegando a incomodarlo un poco pero pensaba que solo era una cosa de su mente. Movió sus manos para que su maestro sacara las suyas y poder abrir la cajita, sacó el contenido de adentro, y pudo observar una pequeña figura de un ave esculpida exquisitamente en un cristal con tonos azulados.

—Es precioso.

—Lo vi ayer en una tienda y como me habían comentado que era sería tu cumpleaños te lo quise regalar.

—Me encanto. — Abrazó a Sasori con ganas, estaba muy feliz por su gesto de cariño y es que con el pelirrojo habían logrado entablar una buena relación. —Muchas gracias Danna.

—Lo vi y pensé en ti. —Los ojos color miel observaron intensamente aquellas orbes celestes. Deidara termino sonrojándose por la forma en la que lo miraba.

—Mis compañeros me deben estar esperando. —Dijo para salir del asunto.

Se despidió de su maestro y volvió a agradecer el presente que le había entregado, lo guardó y se encamino a los pastos para encontrarse con los demás. Le hicieron señas a lo lejos y atravesó los demás grupos de estudiantes para llegar hasta ellos y sentarse en el suelo.

—¿Qué quería el profesor? —Preguntó uno de sus compañeros, los demás estaban atentos a su respuesta.

—Solo quería felicitarme.

—Siempre te anda buscando o hace que te quedes solo con él. —Agregó otro. —Pone demasiada atención en ti.

Deidara enfureció por los especuladores comentarios de sus compañeros, sabía que se notaba cierta preferencia de Sasori en él, pero sus compañeros estaban distorsionando el tema.

—¿Qué insinúan? —Exigió una respuesta directa, no quería comentarios a sus espaldas.

—Es lo que se ve. —Contestó su compañero mirando a los demás y encogiéndose de hombros.

Iba a replicar cuando su celular comenzó a sonar, se excusó con los demás y se levantó de donde estaba para alejarse hacia un lugar más apartado y atender la llamada. Sasuke era quien hablaba desde la otra línea pidiéndole que lo esperara en la parada de bus frente a la facultad. Se despidió de los demás y fue a la parada, no pasaron más de unos minutos y Sasuke ya había llegado en su auto.

— ¿A dónde vamos? —Preguntó al ver que el Uchiha iba por otro camino diferente al que los llevaba hacia la mansión.

—Mi madre me llamó para que la ayudara en un asunto en una de las sedes de la fundación y me pidió que te llevara conmigo para que no estuvieras solo en casa.

Hace tiempo que no iba para allá, aprovecharía de pasar tiempo con los pequeños que a veces andaban por ahí, le encantaban los niños. Fantaseó con tener uno con Itachi pero más adelante claro, sonrió como un bobo durante todo el camino imaginando un sinfín de situaciones al formar una familia junto a Itachi.

El lugar al que llegaron era muy pobre; casas pequeñas y descuidadas, calles en mal estado y muros con grafitis por todos lados. Sin embargo había personas reparando el lugar; limpiando las calles, plantando árboles, pintando casas y arreglando construcciones.

Sasuke estacionó el auto dentro de la sede y después bajaron para buscar a Mikoto que estaba en una pequeña oficina revisando cuentas.

Ella los recibió alegre, inmediatamente le pidió ayuda a Sasuke con unas cuentas, ya que tenían que arreglar ciertas finanzas y a Deidara le pidió si podía ayudarlo cuidando a los niños que estaban jugando en el patio mientras se desocupaban.

Se enteró de que eran niños del sector y venían a pasar el rato acá cuando terminaban la escuela, les gustaba venir por lo verde del pasto, los columpios y los otros juegos que había y que a diferencia de otros lados aquellos estaban en buen estado.

Salió al patio y tal como le dijeron habían niños jugando. Se sentó en un banco viendo como jugaban cuando al instante de aparecer uno de los pequeños se acercó a  él y los demás lo siguieron.

— ¿Cómo te llamas? —Preguntó el pequeño mirándolo curioso igual que todos los demás.

— Me llamo Deidara ¿y ustedes? —Los niños se presentaron uno a uno. Le conversaban sobre lo que les gustaba jugar, sobre sus intereses y otras cosas.

Giró su vista y se encontró con Mikoto que estaba en la puerta indicándole que viniera hacia ella, le dijo que tendría que arreglar unos asuntos en el banco y Sasuke la acompañaría. Deidara se quedaría junto con los niños para que vinieran a buscarlo después de que terminaran los trámites.

Se dedicó a jugar con los pequeños, corriendo de acá para allá, escuchando las risas alegres y divertidas. Estuvieron así casi toda la tarde, Mikoto y Sasuke aún no llegaban, iba a llamarlos pero su celular comenzó a sonar primero.

— ¿Aló?

— Deidara, soy yo.

—Ah Itachi, es que no me fije en ver en quien llamaba ¿Qué pasa?

—Iré a buscarte yo, Sasuke y mi madre se van a demorar más de lo previsto.

—Está bien, nos vemos, un beso.

—Un beso para ti también.

Se sentó nuevamente en la banca viendo los niños jugar, no se cansaban para nada, tenían energía de sobra. De pronto vio aparecer a un doncel y un varón por la puerta, parecían ser del barrio. El varón tenía el pelo anaranjado y algunos piercing que adornaban su rostro y el doncel que lo acompañaba era muy lindo, con una piel nívea y un largo cabello negro que contrastaba con su piel, además vestía provocadoramente con sus short muy cortos y un polera que dejaba a la vista todo su abdomen.

—Odio este lugar…, de esos sucios Uchiha —Comentó el doncel que al parecer no se percató que había sido escuchado por el rubio. Se extrañó por el comentario pero se sorprendió cuando lo siguiente que escucho el nombre de Zabuza saliendo de la boca del doncel.

El varón hizo un ademán de hacerlo callar y el doncel acato a regañadientes. Se dirigían a unos niños que al verlos se acercaron corriendo hacia ellos, se disponían a irse pero los niños se dirigieron a Deidara para despedirse de él seguidos de los dos jóvenes que habían notado la presencia del rubio.

—Adiós Deidara. —Los pequeños se despedían dándole un beso en la mejilla.

—Esperen afuera. —Ordenó el doncel para los menores que obedecieron sin chistar.

 Los dos se acercaron al rubio que se había parado del asiento. El doncel se cruzó de brazos examinándolo de arriba abajo mientras que el varón fue más discreto en ese sentido, además fue el primero en hablar.

—Deidara ¿cierto? — Preguntaba el varón y el aludido asintió como respuesta. —Mi nombre es Pein y él es Haku. —Señaló al doncel a su lado.

—Un gusto en conocerlos —Contestó educado a pesar de que el doncel lo miraba con desdén.

— ¿De dónde eres? Se nota que no eres de por acá. —Hablo Pein nuevamente. Iba a responder pero Haku se le adelantó apresuradamente.

— ¿Eres uno de los Uchihas? —Mencionó la última palabra de forma despectiva.

—No somos familiares sanguíneos pero soy como de la familia. —No se dejó intimidar por la mirada desafiante del doncel y la sostuvo impasible ocasionando que el otro se molestara.

—Eres tú el que visito a Zabuza en la cárcel. —Deidara se quedó helado ante las palabras que salían del doncel ¿Cómo es que lo sabía?

Permaneció mudo y sin salir de la impresión; ellos lo sabían. Ahora estaba en problemas.

— ¡Contesta! —Exigió el doncel con la mirada llena de furia.

 — ¡Basta Haku! —Pein comenzaba a molestarse por la prepotente actitud de su acompañante.

— ¿Qué saben de Zabuza? —Quiso saber ya que estaban en el tema sin dejarse intimidar por el doncel.

—Lo conocemos, somos de este mismo barrio. —Explicaba Pein.

— Y ahora mi Zabuza esta tras las rejas por culpa de esos malditos Uchihas. —Interrumpió Haku nuevamente.

— Yo sé que Zabuza es inocente. —Se atrevió a brindarle algo de información, puede que ellos pudieran ayudarlo con el asunto, después de todos parecían ser sus amigos. — Solo es una persona es responsable de todo esto; un Uchiha, pero los demás no lo saben y también están siendo engañados.   

— ¿Y tú como sabes? —Haku no se fiaba para nada.

— Haku, no seas grosero. —Dijo Pein retando al doncel. —Deidara puede ayudarnos con esto.

— No lo creo. —Haku no parecía querer ceder.

— Deidara ¿Te parece si nos juntamos un día? — Pein se dirigió hacia el rubio. — Para hablar con más tranquilidad.

Intercambiaron sus números de teléfono y acordaron de juntarse un día de estos. Iban a despedirse cuando apareció Itachi así que lo hizo rápidamente y corrió donde estaba su novio para arrojarse a sus brazos y besar sus labios con ganas.

—Te extrañe. —Dijo Deidara.

—Y yo a ti. —Lo abrazó aspirando el dulce y embriagante aroma que emanaba. — ¿Quiénes eran esas personas con las que estabas? —Preguntó cuándo ya iban caminando hacía la salida.

—Son de por aquí. —Explicó tratando de no ponerse nervioso. —Charlamos por un rato mientras te esperaba.

Subieron al auto para dirigirse hacia la mansión. En el transcurso Deidara veía como el atardecer estaba dando paso a la noche. Dirigió su vista a Itachi que se encontraba concentrado manejando, observó sus bellas facciones tan delicadas y masculinas a la vez. Dirigió su mano a la mejilla de su amado acariciándola con delicadeza. Itachi poso su propia mano sobre la que tenía Deidara en su mejilla, disfruto del suave y dulce toque que le otorgaba, la separo de su mejilla y la llevó hasta su boca para darle un beso en la palma.

Al llegar a la mansión se impresiono de ver tantos autos estacionados en las calles. Itachi estaciono el auto en el garaje y se dirigieron juntos a la puerta principal de la mansión. Extrañamente las luces estaban apagadas, siguió avanzando con Itachi a su lado y sorpresivamente las luces se encendieron dejando ver a un montón de gente que gritaba: ¡Sorpresa!

Le organizaron una fiesta sorpresa, supuso que fue idea de Itachi y Sasuke por la mirada cómplice que compartieron. No se le había ocurrido que le prepararían algo como eso por lo que se sorprendió, estaba tan abrumado por el tema de Zabuza que no le había dado tanta importancia a su cumpleaños. Agradeció a los presentes y por sobre todo a los planificadores de la fiesta.

Saludó a los invitados uno por uno; estaban sus compañeros, amigos de Sasuke, amigos de Itachi y otra gente que había conocido hace poco. La mansión estaba llena, incluso estaban Fugaku y Mikoto compartiendo.

Todos se dirigieron al patio que estaba arreglado y adornado para la fiesta de cumpleaños. Pusieron música en unos grandes parlantes y comenzaron a repartir bebidas y alcohol, todo el patio estaba iluminado con luces que cambiaban de color además de las altas lámparas de fuego instaladas por todo el patio.

Estaban todos entretenidos gozando de la fiesta y sociabilizando. Deidara se encontraba con Itachi y Shisui quien le contaba divertidas anécdotas que había tenido con su amigo.  Su vista se dirigió hacia un lado y observó graciosamente cómo Sai hacía sus intentos de coquetería con Gaara.

Dejo de mirar a la pareja para girarse hacía un grupo de malabaristas que iban saliendo desde la mansión haciendo varios números; piruetas, malabares que incluían platos chinos e incluso con fuego. Se deleitó con el espectáculo al igual que todos; las acrobacias que eran ejecutadas por los artistas se organizaban generando una bella coreografía.

Para el final del espectáculo ingresaron una gran torta con luces de bengala. Itachi lo llevo hasta ella y todos se acoplaron al alrededor, bajaron la música y esperaron las palabras que iba a recitar Itachi.

 —Deidara. —Tomo ambas manos suyas y sus ojos se encontraron manteniendo la mirada fija el uno al otro. — Deseo los días más felices para ti así como deseo estar por siempre a tu lado… Te amo más que todo en el mundo. —Juntaron sus labios en un beso que fue aplaudido por todos.

— Gracias por todo Itachi…, te amo, eres mi vida  —Susurró a su oído.

Todos le cantaron su cumpleaños, al término sopló las velas del pastel, no sin antes pedir sus tres deseos. Comieron pastel y siguieron con la fiesta, Deidara compartió con todas las personas presentes, divirtiéndose con ellas pero siempre con Itachi a su lado.

La fiesta culmino a altas horas de la madrugada. Itachi se retiró con Deidara al cuarto del primero, al entrar Itachi tapo sus ojos con un pañuelo de seda, le dijo que se quedara quieto mientras buscaba algo. Volvió a él y destapo sus ojos, pudo ver que en sus manos traía una cajita abierta con un collar adentro; constaba de una gran piedra en forma de lagrima, de un eléctrico y brillante celeste con pequeños diamantes alrededor y la cadena que lo sostenía era de platino.

—Itachi, es bellísima. —No salía de la impresión por la bella joya que su novio le estaba regalando.

—La piedra es Turmalina Paraiba,  me recordaron a tus ojos, pero los tuyos son más hermosos y luminosos. —Itachi se puso a sus espaldas para rodearlo y colocar el collar en el fino cuello de su amado. —Cuando te vi por primera vez éramos unos niños, aunque tú eras más pequeño con casi dos años mientras que yo tenía unos seis, te vi a los ojos y ellos me eclipsaron, nunca he visto unos ojos más preciosos que los tuyos y no creo que lo hayan.

—Para mí los tuyos son una verdadera obra de arte. —Le encantaban los ojos de Itachi, más negros que la noche, tan profundos y misteriosos que su alma se cautivaba en ellos.

Se unieron en un demandante beso con sus labios que se fundían en el fuego ardiente de su pasión, pegando sus cuerpos y explorando sus húmedas cavidades. Sus corazones se aceleraban a la par sin que nadie pudiera detenerlos del sentimiento que los embriagaba.

—Dei…  —Suspiró Itachi cuando tuvieron que romper el beso por el aire que les faltaba. — Tenemos que descansar, mañana iremos los dos solos a la playa por el fin de semana largo.

— ¿Verdad?  —Se emocionó por los planes que había hecho su novio.

—Por su puesto.

Decidieron acostarse, se desnudaron como siempre lo hacían ya que les gustaba sentir la piel desnuda del otro. Deidara se acorrucó en el pecho de Itachi quien lo abrazaba para atraerlo más a él. Mañana tendrían que levantarse más temprano pero valía la pena para ir a una pequeña escapada con su amado.

 

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Al despertar se dispusieron en arreglar todo para el viaje, empacaron ropa y todo lo necesario para irse por unos tres días. Itachi había arrendado una pequeña cabaña en el interior de un bosque y cerca de una tranquila playa. A pesar de tener casa en la playa, Itachi decidió que fueran a un lugar más modesto, apartado y de contacto directo con la naturaleza; así estarían los dos solo y nada más que con la perfecta compañía del otro.

Dejaron las cosas en el auto y se subieron para emprender el viaje que según los cálculos duraría un poco más de cinco horas. Itachi fue manejando todo el camino ya que Deidara a pesar de que supiera manejar, aún no contaba con licencia de conducir y preferían no arriesgarse a ser atrapados por la policía.

Afortunadamente el tiempo pasó volando, incluso dentro del auto se entretuvieron escuchando música, observando el bello paisaje y comiendo entre divertidas conversaciones. Lo primero que hicieron al llegar fue ir hasta un pueblo que estaba cerca y comprar víveres para subsistir por unos días. Después de comprar todo lo necesario tomaron un camino que conducía al bosque; al internarse en él, se asombraron por los altos árboles y exorbitante vegetación que brindaban un bello paisaje para admirar.

Llegaron hasta la cabaña que había arrendado Itachi y como decía esta estaba al interior del bosque rodeado solamente de la vasta vegetación. En la entrada de la cabaña se encontraba un anciano que debía ser el arrendatario, bajaron del auto y se dirigieron a él. El anciano les dio la bienvenida y les mostro el lugar para después pasarles las llaves y marcharse.

—Es tan lindo por acá. — Comentó Deidara cuando estaban bajando las cosas del auto para llevarlas hasta la cabaña.

Luego de instalarse, se arreglaron para ir a la playa, Deidara se colocó un pequeño traje de baño y encima se puso sus cortos shorts, una polera sin mangas y unas cómodas sandalias.

Hacía un poco de calor pero la brisa entre las hojas de los arboles refrescaba todo por lo que decidieron ir caminando, además la playa estaba cerca.

El lugar se veía tranquilo y hermoso, el mar sereno se veía tan azul y la arena tan clara y fina que ya quería correr para sentirla bajos sus pies, pero antes fueron hasta un pequeño restaurant que se estaba para comer algo. Había unas pocas personas allí como habían notado en la playa, todo era muy tranquilo y ameno, degustaron la deliciosa comida local y luego fueron a la playa para disfrutar del panorama.

— ¿Por qué tienes que ser tan sexy? —Itachi mordió suavemente el lóbulo de su oreja y acarició sus desnudos muslos. Había dejado la ropa de lado quedándose solamente con el pequeño y sensual bañador de color rojo.

Le encantaba provocar a Itachi ya sea usando ropa provocativa, lencería erótica o simplemente dedicándole miradas, gestos, roces “accidentales” o frases de doble significado. Tenía muchas tácticas que le gustaba emplear en Itachi, hacerlo perder la cordura y romper la impasibilidad tan característica de él que a veces lo sacaba de quicio. Le gustaba sobre todo provocarlo en lugares públicos o cuando estaban cenando, terminaban rápidamente e Itachi lo llevaba inmediatamente a la habitación para poseerlo y reclamarlo como suyo.

—Ayúdame con el bloqueador. —Pidió de manera inocente aunque en el fondo era otra más de sus tentaciones para el Uchiha.

Itachi decidió ayudarlo aun dándose cuenta de las intenciones del atrevido rubio, después se las haría pagar. Su novio siempre hacía de las suyas, lo provocaba hasta hacerlo perder la cabeza pero en ciertas ocasiones nunca se las daba fácil y no le prestaba atención, generando que la frustración del rubio, y bueno, de todos modos al final terminaba sucumbiendo ante las tentaciones de su sensual novio. Siguió con la tarea de colocar el bloqueador en la espalda de Deidara, masajeándola y acariciándola en el proceso; estaba embalsamado con el espectacular cuerpo y la suave piel que poseía y tenía bajo sus manos.

Deidara con sus ojos cerrados estaba más que relajado por las expertas manos que viajaban por toda la extensión de sus hombros, espalda y brazos. El deseo de tener Itachi encima estaba incrementando por lo que sabiamente se apartó de las manos de su novio. Terminó de colocarse bloqueador él solo por el resto de su cuerpo y se dirigió a Itachi.

—Date la vuelta. —Itachi le obedeció y comenzó a untar el bloqueador por toda la espalda y hombros. Le fascinaba los músculos, el fuerte y bello cuerpo que poseía. Itachi hacía mucho deporte y a veces lo acompañaba como acompañaba en ocasiones a Sasuke.

—Yo me encargo del resto. —Dijo Itachi. Deidara lo estaba estimulando como si fuera una droga y la sangre subía a su cerebro siendo bombardeado por insanos pensamientos con Deidara y por el estímulo de  las caricias que le otorgaba con aquellas maravillosas manos.

Se alejó del moreno con una sonrisa de satisfacción y se recostó en la toalla para sentir la calidez de los rayos del sol penetrando su cuerpo. Itachi por su lado terminaba de colocarse el bloqueador y cuando termino se tumbó al lado de su rubio.

No necesitaban intercambiar palabras, la compañía entre ellos era un gusto indescriptible. Itachi había preparado ese viaje como parte de su regalo de cumpleaños, además quería disfrutar a solas con su rubio y en un lugar apartado del que gozar. A pesar de que se veían casi todo el día y yacían en la cama prácticamente todas las noches, quería pegarse una escapada junto a su novio y así estarían las veinticuatro horas del día juntos. Deidara había logrado sacarle el aliento desde la primera vez que lo vio cuando eran pequeños y logró capturar su corazón desde los primeros días en que habían estado viviendo juntos. Su Deidara era una joya brillante que destallaba luz por cualquier parte que pasara, siempre le había llamado la atención desde que era un peculiar niño con su apariencia angelical y su carácter explosivo que a veces ocultaba pero en el interior era como una dinamita. Para él Deidara era un ser mágico que lo embrujo con su azul mirar,  más bello que una ninfa, ni siquiera Afrodita tenía comparación con su belleza.

Deidara giró para llegar a los brazos de su hombre, se acercó a su rostro buscando que sus labios quedaran a la par para después unirlos en un delicado beso. Estuvieron varios minutos abrazados escuchando el sonido relajante del mar y de las pequeñas olas que lamían la arena.

— ¿Vamos al agua? —Pidió Deidara entusiasmado.

Itachi accedió a su petición y es que tenía un plan para desquitarse con todo la provocación que le había hecho. Dejaron sus cosas ahí y les pidieron a una pareja que les cuidara las cosas. Se pararon de ahí y caminaron hacía el agua. Un sujeto que se encontraba más allá piropeo al despampanante trasero del rubio e Itachi como acto reflejo lo agarró de la cintura para hacer saber que él tenía dueño, pero Deidara se escapó de sus manos y corrió al agua moviendo seductoramente sus caderas. Itachi no dudo ni un segundo y siguió al rubio.

Llegaron nadando hasta que la altura del agua llegó un poco más debajo de los hombros de Deidara, y por la altura de Itachi este tenía su pecho al aire. El moreno rodeo su cintura e hizo que sus piernas se ciñeran en torno a las caderas de él, acercaron sus bocas lentamente posando sus labios sobre el otro. Los movieron calmadamente para después intensificar el movimiento con el correr de los segundos. Abrieron sus bocas para adentrarse y buscar un mayor contacto, sus lenguas se hicieron participes, se acariciaron degustando todo a su paso y luchando por quien ostentaba del control.

Se separaron para respirar mirándose fijamente a los ojos, destallando el deseo y la lujuria que se apoderaba de ellos. Un poco más allá vieron una roca que sobresalía del agua, se dirigieron nadando hasta ella. Deidara no topaba el suelo por lo que tuvo que flotar cuando ya llego hasta ella y la rodeo de modo que quedaran dándole la espalda a la playa.

Itachi llego hasta él y lo aprisiono contra su cuerpo, se besaron nuevamente con pasión y deseo. Rodeo nuevamente a Itachi con sus piernas mientras este acariciaba sugerentemente sus muslos. Sus manos nada perezosas recorrían la longitud de la espalda y hombros del moreno, ascendiendo hasta llegar a su nuca y aprisionarla para obtener mayor profundidad en su beso.

 La lujuria los estaba invadiendo hasta el punto de hacerlos delirar. Itachi lo apretó más contra él comenzando a rozarse desesperadamente en busca del placer que les otorgaba el roce de sus miembros.

— ¡Itachi! —Exclamó al sentir como la mano de su novio apresaba su miembro.

—Solo haremos una cosa poca, además tú me provocaste. —Susurró lascivo en su oído.

—Pero en público no. —Replicó.

—Nadie lo notara desde acá. —Dijo antes de atrapar sus labios nuevamente. Deidara se dejó llevar, solo aprovecharían de estar juntos además estaban alejados de los demás y la roca los cubría.

Itachi bajo un poco su bañador como lo hizo con el suyo, junto los dos miembros ya excitados y comenzó a frotarlos entre sí. Un sonoro gemido escapó de la boca de ambos por aquella deliciosa caricia ejercida en sus partes más sensibles. Itachi masturbaba sus miembros lenta y tortuosamente, incrementando de a poco la velocidad de manera que sus cuerpos se arquearan. Las caderas se mecían desesperadamente en busca de más contacto, la fricción entre sus carnes los llevaban a la gloria.

—Aah…, más..., Ita…, más. —Gemía gustoso.

Se besaron con gula acallando los gemidos en la boca del otro. Deidara se aferraba de la espalda de Itachi incrustando sus uñas en ella, a lo que Itachi sintió un pequeño y apetitoso dolor.

Itachi incrementó la rapidez de la masturbación logrando llevarlos al éxtasis. Temblaron por el electrizante placer que carcomía sus cuerpos y las esencias se esparcieron por el agua. Deidara se recargo su mentón sobre el hombro de Itachi aprovechando se aspirar el exquisito aroma masculino que invadía sus sentidos como una droga.

—Este es solo un anticipación de lo que pasará en la noche. —Le dijo Itachi cuando pudo normalizar su respiración.

Deidara le dedico una sonrisa coqueta, depositó un beso en su mejilla mientras acariciaba la otra con su pulgar.

 

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La noche había caído y los dos amantes se encontraban en la cabaña preparando la cena. Habían pasado una excelente tarde en la playa y ahora tenían que recomponer energías para la noche. Ahora mismo un exquisito olor a comida estaba circulando por toda la cabaña atrapando su sentido del olfato, ya estaba casi todo listo para que gozaran de un gran banquete.

Prepararon la mesa y sirvieron la comida para luego pasar a sentarse. Itachi sirvió de un buen vino para acompañar, alzaron sus copas, bebieron de ellas y comenzaron a probar la deliciosa comida que tenían frente a ellos.

Una vez que terminaron se acurrucaron en uno de los sofás, estaban satisfechos además habían comido un montón por lo que regalonearon sentados en el sofá por unos minutos.

— ¿Vamos al muelle? Al parecer había una feria. —Dijo Itachi.

—Vayamos. —Acató Deidara con su cabeza recostada en el pecho del moreno que acariciaba sus cabellos.

Decidieron ir caminando nuevamente, aprovechando el hermoso paisaje iluminado por la gran luna que brillaba en lo alto del cielo y por la multitud de las hermosas estrellas que la acompañaban.

El muelle estaba iluminado con muchas luces y había tiendas por todo lados. Las personas se entretenían paseando por el lugar y los niños reían animadamente disfrutando los juegos. Se acercaron y empezaron a recorrer las tiendas, Itachi lo llevo hasta un puesto donde tenía que tratar de ganarse uno de los peluches ayudado de su puntería.

— ¿Cuál quieres? —Preguntó Itachi.

—El panda gigante. —Dijo al observar todos los peluches, el panda era casi de su porte y parecía el más difícil de alcanzar.

Itachi accedió al reto y después de unos intentos logro su cometido para sorpresa del dueño del puesto que entrego el gran peluche a regañadientes. Deidara beso los labios de su novio en agradecimiento y tomó al panda entre sus brazos impresionándose por lo que pesaba. Siguieron su recorrido disfrutando cada segundo, comieron algodón de azúcar entre los dos para después saborear sus bocas en un dulce beso.

Volvieron a la cabaña solo para llegar a la cama que los esperaba y que ya deseaban ocupar. Dejaron el peluche por un lado y se dirigieron a la habitación entre besos, caricias y tropiezos por el apuro y el desenfreno que los invadía. Sus prendas estaban regadas por todo el piso quedando expuestos ante el otro, Itachi se relamió los labios ante el espectacular cuerpo de su novio y se arrojó como un león a su presa empujándolo contra la cama.

Deidara no se dejó dominar y comenzó un juego de fieras, batallando por quien tenía la dominancia en aquella danza salvaje. Itachi agarró al rubio por detrás aprisionándolo contra su pecho, llevó una mano hasta su miembro y escuchó un gemido por parte del menor lo que incremento su placer generando que su mano viajara por toda la extensión de arriba abajo y así sucesivamente.

Se dejó hacer por la experta mano del Uchiha que se movía grácilmente sobre su mano. Movió sus caderas en busca de más contacto, al parecer su novio lo estaba torturando con aquel lento masaje. Restregó su trasero contra el miembro de Itachi escuchando un gruñido de su procedencia y sorprendiéndolo al sentir como atacaba su cuello con gula.

—Te quiero dentro de mí. —Deidara lo pidió con un tono sensual que volvía loco a Itachi. Se separaron e Itachi hurgo entre el velador donde había dejado el lubricante.

Deidara se recostó boca abajo dejando que Itachi viajara hasta la altura de su trasero, levantó un poco su cadera y dejó que lo prepararan. El moreno separó las respingadas nalgas para dirigir su lengua hasta la rosada entrada, empezó a lamer escuchando los gloriosos suspiros de placer que provenían del menor y que a la vez levantaba sus caderas en busca de más. Empapo de lubricante sus dedos y dirigió el primero al interior presionando hasta lograr que entrara deslizándose por la facilidad del gel, siguió con los otros con suma paciencia pero lo único que quería era entrar en el interior de su amado.

—Métela luego. —Reclamó Deidara que se había puesto impaciente.

Itachi obedeció preparándose para la intromisión, separó las piernas de Deidara a lo que el mismo coopero doblando una de ellas hasta hacer que la rodilla estuviera por la altura de su pecho. La flexibilidad del rubio era tan gratificante a la hora del sexo, además había crecido por todas las sesiones frecuentes que a veces implicaban posiciones complejas.

Las caderas del rubio se levantaron esperando a que lo penetraran. Itachi tomo su gran erección que pedía atención a gritos y la dirigió a la entrada de Deidara metiéndose de una sola estocada. Un grito de éxtasis escapó de los amantes, la unión que los conectaba en alma y cuerpo era la gloria como si tocaran el mismo cielo, los dos juntos meciéndose al compás del placer y del amor que profesaban el uno por el otro.

La mano de Itachi viajo hasta la intimidad de Deidara, la aprisiono entre sus manos para comenzar una suave masturbación al ritmo de las embestidas.

Poco a poco la velocidad iba incrementando así como el deseo salvaje que se apoderaba de ellos. Cambiaron nuevamente de posición, esta vez Itachi lo agarró de las caderas para darlo vuelta quedando frente a frente. Rodeó al moreno con sus piernas y lo mismo hizo con sus brazos para sostenerse de su cuello, lo llevó hasta la pared para empotrarlo mientras atrapaba sus labios con lujuria.

 — ¡Ah! Ita… —Gimió fuertemente al sentir como era invadido otra vez de una sola estocada.

Itachi recorrió sus muslos hasta llegar a su trasero para apretarlo con hambre. Se impulsó para comenzar la serie de embestidas contra la entrada del rubio, la estrechez y calidez que poseía lo embriagaban hasta el punto de hacerlo perder la cordura.  

Los labios de Itachi se posaron sobre su cuello, su lengua empezó a dar deliciosas lamidas sobre su piel y las succiones que le otorgaban no se hicieron esperar dejando marcas que lo reclamaban a él como su dueño.

—Dei…, Dei… —Llamaba Itachi entre jadeos mientras aumentaba el ritmo de las embestidas logrando enardecer ambos cuerpos en el fuego que los envolvía.

Se sentía lleno con su amado dentro de él. Los gemidos no paraban de salir de su garganta, las corrientes de placer atiborraban cada uno de sus sentidos. Sus paredes se abrían gustosas de recibir el viril miembro de Itachi que tocaba su punto máximo de placer.

—Te amo. —Le dijo Itachi mirándolo a los ojos. Repitió las palabras una y otra vez acelerando sus movimientos sintiendo el final cerca al igual que el rubio.

—Aah…Te amo…te amo. — Deidara sintió un espasmo recorrer su cuerpo y el orgasmo llegó junto feroz grito rebosante de placer. Sus músculos se tensaron ocasionando una mayor opresión al pene de Itachi que derramó su esencia en su interior.

 Juntaron sus frentes compartiendo su respiración. Itachi no salía de su interior sintiendo la calidez del líquido recorrer su interior.

—La noche es joven. —Itachi sonrió para luego juntarse en un calmado y sentimental beso.

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Fue un fin de semana espectacular, disfrutaron de paseos, comida y diversión pero sobretodo con su mutua compañía. Ya casi estaban llegando a la mansión, mañana tendrían que volver a la rutina y sus deberes. Al llegar todos los recibieron, los criados se encargaron de llevar el equipaje mientras ellos iban a la sala con los señores y Sasuke para relatar sus pequeñas vacaciones.

—Tremendo peluche que te ha dado mi hermano. —Comentó Sasuke al notar el inmenso oso panda.

— ¿Y cómo lo pasaron? —Fugaku bebió un poco de su café, las temperaturas estaban comenzando a bajar por el otoño que estaba notándose cada vez más.

Relataron todo su viaje, excluyendo claramente sus noches e incluso días llenos de pasión. Siguieron charlando hasta la noche, luego todos se dirigieron a sus respectivas habitaciones ya que el día siguiente era el odiado lunes.

Itachi fue a su habitación para arreglar algo de su equipaje mientras Deidara estaba en el suyo ordenando algunas cosas. Abrió el closet para guardar el sweater que andaba trayendo cuando su vista se fijó en un paquete envuelto de papel de regalo a sus pies. Se extrañó puesto que ya había abierto todos sus regalos incluso los que sus padres le habían mandado, se sentó en el suelo para abrirlo con cierta curiosidad.

En el interior se encontraba una jaula de pájaros, pero el detalle es que estaba hecha de oro puro, finamente construida. En el fondo encontró un pequeño sobre, la abrió y leyó su contenido: “En esta jaula te guardaré solo para mí y no podrás escapar…Madara”. Aún sentado pateó la jaula dejando escapar un corto grito de frustración y arrugando el papel con furia en su mano. No tenía idea de cómo ese sujeto había logrado entrar a la habitación, no se daba por vencido siempre acosándolo. Un escalofrío recorrió su columna al igual que la frustración que comenzaba a sentir. 

—Dei… ¿Qué pasó? —Itachi había llegado a la habitación notando su estado de alteración y el extraño regalo que estaba tirado a un lado. — ¿Qué es eso?

—No es nada. —Se levantó tratando de aminorar el asunto sin darse cuenta de que había dejado caer el arrugado papel.

A los segundos después se reparó en que el papel estaba en el suelo y no lo alcanzó a recoger cuando en un rápido movimiento Itachi lo tomó en sus manos para leer lo que traía escrito.

— ¿Por qué lo querías ocultar? —Dijo Itachi regañándolo, se notaba que estaba rabioso por la situación.

 —No es importante. —Refunfuñó dejándose caer en la cama. —Solo está molestando.

 — ¿Qué no es importante? —Itachi estaba muy molesto. —Sabes perfectamente cómo es Madara…, les preguntaré a mis padres si él estuvo por aquí.

—No Itachi. —Se inclinó hasta Itachi para agarrar su brazo antes de que saliera de la habitación. —No vayas, por favor.

—Deidara…

—Siéntate conmigo. —Lo miró suplicante logrando que Itachi le hiciera caso. —No quise decírtelo para no preocuparte. —Hizo una mueca de lastima la cual ablando el semblante de Itachi. 

—Debes decirme cualquier cosa que suceda. —Recalcó Itachi suspirando pesadamente. —Bien, no diré nada pero averiguaré como es que Madara logro entrar.

—Perdón…—Abrazó a Itachi que correspondió rodeándolo con sus brazos y besando sus rubias hebras.

Se acostaron juntos para dormir acurrucados. Deidara no lograba sacar a Madara de su cabeza pero se reconforto con la compañía de Itachi, no quería pasar malos ratos con él pero tampoco le gustaba hablar del asunto ni que se enfadara. Sabía que lo único que quería era protegerlo pero él también quería dejarlo a salvo de las garras de Madara.

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Salió temprano de clases, Sasuke lo había traído de vuelta puesto que Itachi aún no salía de la universidad. Fue con el Uchiha menor a una cafetería para luego regresar a la mansión, dejó sus cosas en la habitación  y antes de salir escucho su celular sonar. Hurgó entre sus cosas hasta encontrar el dichoso aparato, en la pantalla leyó el nombre de Pein.

— ¿Aló, Pein?

—Hola Deidara, te llamaba para saber si hoy te podías juntar conmigo.

—Claro pero necesito que sea luego.

Pein estuvo de acuerdo, se encontrarían en un rato en el parque que estaba cerca de su facultad. Necesitaba que fuera lo más pronto posible, no quería que Itachi descubriera que había estado en otro lado.

Le avisó a Mikoto que estaría en la casa de uno de sus compañeros pero que volvería pronto, ella le ofreció llevarlo pero no la dejo, tomaría un taxi.

Llegó rápido a su lugar de encuentro, se sentó cerca de la pileta como había acordado y a lo lejos pudo ver cómo Pein venía hacía él.

— ¿Cómo has estado? —Le preguntó Pein.

—Bien, gracias ¿y tú?

—Igualmente. —Tomaron asiento para comenzar la exhaustiva charla.

Se enteró de que Pein conocía a Zabuza desde niño, eran amigos de la infancia y siempre iba a visitarlo a la prisión. Tenían casi la misma edad solo que Pein era un par de años más joven. Supo que Zabuza era un niño muy solitario, no tenía padre y su madre era una prostituta con problemas de drogadicción, ni siquiera ella se ocupaba de su hijo, lo hacía su abuela pero ella murió cuando contaba con siete años. Desde entonces tuvo que cuidarse el mismo, su madre estaba cada vez peor y la muerte pronto tocó la puerta. Apenas iba a la escuela porque comenzó a delinquir para subsistir, se metía en muchos problemas y en ocasiones era atrapado y llevado a centros de rehabilitación para menores una y otra vez. Pein le dijo que trataba de ayudarlo a pesar de que tampoco era una blanca paloma pero Zabuza era peor llegando incluso a involucrarse con la mafia y al parecer por ello conoció a Madara. Se metió en cuestiones de mayor gravedad  y perdió el rastro de su amigo, y después se enteró de que lo habían mandado preso. Pein logró hablar con él en prisión enterándose de la trampa que le habían tendido para inculparlo.

 —Fue Madara. —Dijo Deidara. —Culpó a otro para libarse de lo que él mismo hizo.

— ¿Cómo lo sabes? —Inquirió Pein

—Lo vi. —Relató sus recuerdos, el crimen del que había sido testigo.

Al final Pein le pidió que se juntaran nuevamente en otra oportunidad. Al parecer tenía un plan para liberar a Zabuza y parecía necesitar de su ayuda. Se despidieron, ahora tenía que ir a buscar un taxi así que caminó hasta la calle pero su sorpresa fue grande cuando se encontró con Itachi que lo miraba con los brazos cruzados.

—Itachi… —Susurró sorprendido.

— ¿Quién era él? —Itachi uso su tono autoritario, se aproximó a él.

—…—Se quedó en blanco, no supo que responder, Itachi estaba tan enojado.

—Deidara ¿Quién era él? —Repitió.

—Nadie, solo alguien de la universidad. —Mintió con falso enojo.

—Es el mismo del otro día, cuando te fui a buscar a la fundación y no es de la universidad. —Itachi denotaba enojo en su mirar. — ¿Por qué me mientes?

—Itachi yo no quería… —Deidara se sentía mal por Itachi, parecía tan decepcionado.

—Se muchas cosas, como cuando fuiste a la prisión para ver al asesino de mi tío ¿Qué me ocultas?

Deidara sintió que su presión subía, no quería involucrar a Itachi, no aún. Madara podía enterarse y no quería que nada le pasara. Quiso escapar de ahí, de esa situación porque le lastimaba la mirada de Itachi y odiaba sentir la frustración. Iba a dar media vuelta cuando Itachi lo tomo fuertemente del brazo.

— ¡Itachi! —Exclamó por el brusco agarre.

— Vamos a la mansión, me dirás todo. —A pesar de todo fue con Itachi hasta su auto, sabía que no podía escapar de la situación.

Itachi manejaba sumamente rápido esquivando todos los coches. Fueron inmediatamente hasta la habitación del rubio cerrando la puerta tras de sí. Deidara se sentó en la cama viendo como Itachi tomaba lugar junto a él, esperando una respuesta.

—Vi cuando saliste de la casa la otra vez para tomar un taxi, te seguí en el auto, llegaste a la prisión y espere a que te fueras para preguntarle a los guardias a quien habías visitado. —Deidara estaba desconcertado, había sido hace mucho e Itachi no le había dicho nada además juró que nadie se había percatado de su visita. —Espere pacientemente a que me lo dijeras pero nunca lo hiciste y cuando te vi el otro día con ese tipo de pelo naranja y ese otro doncel te note extraño y me acordé de que ese asesino vivía en ese barrio por lo que debieron haberlo conocido.

— ¡Él no es asesino! —Exclamó sin poder controlarse.

— ¿Qué dices? —Inquirió Itachi con enfado.

—Él no lo hizo, es inocente y fue inculpado injustamente.

Itachi lo observó dudoso y con el ceño fruncido, Deidara se rebatió mentalmente y al final se decidió; le contaría todo.

—Fue Madara… yo lo vi hacerlo cuando era un niño. —Dijo al fin sintiendo poco a poco más liviano logrando hacer desaparecer aquella carga.

Dejó a Itachi estupefacto, quedaron un minuto en silencio y luego Deidara comenzó por relatar y no dejó escapar ningún detalle, le conto absolutamente todas las conversaciones que había escuchado y las que tuvo con Madara esa noche. Contó inclusive como ese sujeto se había atrevido a tocarlo y abusar de él cuando era un niño, indefenso e inocente.

No pudo evitar que unas traviesas lágrimas escaparan de su rostro. Terminó su relato sintiendo el silencio llenar todo el lugar, sabía que Itachi no cabía en todo lo que le había dicho, debía de tener una tormenta en su cabeza después de todo era su propio tío quien mató a su otro tío.

Dudoso acercó su mano hasta la espalda del moreno tratando de reconfortarlo de los pensamientos que no dejaban de circular por su cabeza. Se aproximó un poco más esta vez posando su mano sobre la del Uchiha para tomarla entre las suyas.

—…Itachi. —Deidara logró que lo mirase.

—Estaré contigo. —Lo abrazó protectoramente.

Se tumbaron en la cama bajo las sabanas dispuestos a dormir a pesar de que no lo podían conseguir, estaban demasiado sumidos en sus pensamientos para que estos los dejaran en paz.

—Por favor Itachi, ten cuidado. —Dijo logrando la atención de él. —No quiero que nada te pase.

—Tendré calma. —Besó sus labios. —No te preocupes.

Deidara acaricio el pecho de Itachi, lo miro preocupado ¿Acaso planeaba algo? Sabía que no se quedaría de brazos cruzados, era valiente e inteligente para hacerle frente a su propio tío pero lo que más le preocupaba es que este último era peligroso y mucho. Ni siquiera sabía de qué más cosas era capaz, había matado a su propio hermano ¿Qué tan malvado podría llegar a ser? 

Notas finales:

En este capi quise poner más cosas lindas entre Itachi y Deidara antes de que las cosas se pusieran aún más serias, y bueno después sarán las cosas que iran ocurriendo.

Espero sus reviews y gracias por leer :)


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