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Calamidad del Porvenir por ArasinyaT

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Notas del capitulo:

Ojala les guste, traté de mejorar ortografía y redacción. Espero ir mejorando para que quede bien para mi y para ustedes las lectoras

 

Pasaron unas semanas desde que le había contado todo a Itachi. Desde ese momento su novio parecía estar más ocupado y ya no pasaban tanto tiempo como antes, presentía que estaba tratando de indagar más sobre aquel asunto que los agobiaba. Al momento se sentía tan intranquilo por la seguridad de Itachi, le aterrorizaba saber que Madara podía enterarse de que había revelado su secreto y que pudiese tomar acciones en su contra, pero sobre todo con Itachi, eso era lo que más temía.

Pein lo había llamado unas veces para acordar de juntarse nuevamente, aunque se excusaba diciéndole que se encontraba ocupado. No quería arriesgarse a que Itachi supiera que se juntaría con él y que tomase participación en el supuesto plan que tenían para liberar a Zabuza. Por otro lado Itachi casi ni hablaba del tema y solamente le decía que Madara era la peor escoria y que no dejaría que se acercara para hacerle más daño, pero nunca le decía algo más allá como el crimen que cometió su tío y cada vez que quería hablar de eso Itachi cambiaba el tema o simplemente le decía que no se preocupara ¿Pero cómo quería que no se preocupara? Madara era capaz de cosas terribles e Itachi podía estar en peligro  en este mismo momento, porque ya estaba tomando cartas en al asunto.

Presentía algo malo e inconscientemente tocó que el collar que le había dado Itachi. Recordó esa vez que fueron a la playa como parte de su cumpleaños. Antes de volver el auto se había descompuesto, afortunadamente estaban en el pueblo y había un mecánico cerca justo a la entrada del bosque. Itachi se había quedado con el mecánico tratando de arreglar el auto mientras que él quiso caminar y se internó en el bosque.

Flashback

El bosque era un lugar tan placido y hermoso, el verdor que lo cubría brillaba a la luz del sol y los pájaros cantaban una armoniosa canción. Siguió caminando hasta que se topó con una anciana que había caído al suelo y junto a ella una canasta desparramada de hierbas. Corrió a ayudarla para que pudiera levantarse, se notaba que tenía mucha edad por su apariencia, además le costaba trabajo moverse así que también recogió sus hierbas y tomó su canasta.

 —Puedo acompañarla hasta su hogar si lo desea. —Sugirió Deidara al ver que la señora estaba un poco coja.

—Gracias, parece que necesitaré tu ayuda. —Le dijo la anciana sonriente. —Eres un buen chico.

La casa de la anciana estaba cerca, en medio del bosque, junto a un gran árbol  y la pequeña y modesta infraestructura llegaba a  parecer parte de ella. Entró con ella y en el interior había un sinfín de  velas e imágenes religiosas además objetos muy antiguos y rústicos.

—Puedes sentarte. —Deidara tomó asiento en las sillas del pequeño comedor dejando la canasta con hierbas sobre la mesa. —¿Cuál es tu nombre?

—Mi nombre es Deidara ¿y el suyo? —Preguntó a la anciana que estaba tomando asiento frente a él.

—Es un hermoso nombre…, el mío fue olvidado hace mucho pero las personas que saben de mí me dicen de muchas maneras sin saber mi verdadero nombre.

Deidara estaba más que extrañado por la respuesta de la mujer, sin saber que decir tomó nerviosamente su collar que traía bajo la camisa sin mangas dejándolo a la vista y miró para todos lados. Había una extraña atmosfera, no mala, sino especial y mágica podría decirse.

Esa piedra es muy especial. Dijo la anciana refiriéndose al collar que llevaba. —¿Quién te la  ha dado?

—Fue mi novio quien me la regalo. —Sonrió pensando en Itachi.

—¿Puedo tocarla? —Deidara asintió, iba a sacársela para pasársela pero la anciana lo interrumpió. —No te la quites, solo alargaré mis brazos para llegar hasta ella.

La anciana toco la brillante piedra con sus manos temblorosas y cerró sus ojos. Estuvo unos segundos así como si tratara de concentrarse en algo y luego se alejó volviendo a su lugar.

—Se nota el amor entre ustedes. —Sonrió la anciana cálidamente. —Y ese amor entre ustedes es tan puro y verdadero…Además se nota en tu mirada.

—Nos amamos mucho. —Susurró Deidara sonrojado.

—Los que me conocen dicen que soy una bruja y no lo niego.

La anciana lo analizaba con su sabia mirada, luego se levantó para prender unas velas y unos inciensos y volver a sentarse donde mismo. Deidara estaba cada vez más confundido, nunca fue un ferviente creyente pero sabía que existían cosas inexplicables en el mundo y en la vida.

—Pásame tus manos. —Deidara le obedeció con confianza.

Las manos de ella tomaron las suyas por sobre la mesa. La anciana bajó la cabeza con los ojos cerrados murmurando cosas inentendibles. Quedaron en esa posición por varios minutos con el penetrante aroma del incienso calando su olfato. Luego ella abrió sus ojos para observar las palmas de sus manos. Deidara se preocupó cuando vio unas lágrimas recorrer el rostro de la mujer.

—Dios… —Murmuró finalmente la anciana dejando de tomar sus manos. —Lo siento, siento un dolor aproximarse y oscuridad, mucha oscuridad…

—¿A qué se refiere? —Deidara estaba confundido por la actitud de la anciana y sobre todo por sus palabras.

—Mi niño, tienes que cuidarte mucho. —Los rasgos de la anciana mostraban conmoción. —Tendrás que ser muy fuerte y mucho pero aun así el sufrimiento estará dentro de ti.

Fin Flashback

Luego de eso había Itachi lo había llamado a su celular preguntándole donde estaba porque el auto y la anciana le dijo que fuera con su novio. Ella seguía diciendo que tuviera cuidado y luego lo despidió, así que se fue para volver con Itachi.

Su mente volvió al presente cuando sintió su celular sonar fuertemente. Hurgó entre las cosas de su bolso buscando al dichoso aparato. En la pantalla salía el nombre de Pein, supuso que quería que se juntaran de nuevo pero iba a contestarle de todos modos para rechazar la invitación.

—Hola Pein. —Habló tomando asiento en una de las bancas de la entrada de su facultad. Recién había salido de clases.

—Deidara, mira atrás tuyo. —Le dijo al otro lado de la línea. Confundido Deidara se dio vuelta para encontrarse con el mismo Pein haciéndole señas con su teléfono en la mano.

 —Voy para allá. —Dijo Deidara antes de cortar.

Recordó que le había mencionado que estudiaba en esta universidad pero de todos modos era extraño que Pein estuviera allí.

—Hola Deidara. —Saludó Pein y Deidara correspondió el saludo. —Iba pasando por aquí y me acorde de que estudiabas acá, así que vine a verte porque tengo buenas noticias.

—¿Si? —Lo miró intrigado.

—Zabuza está libre.

—¿Qué cosa? —Deidara necesito escuchar las palabras otra vez y Pein se las repitió, juraba haber escuchado mal la primera vez pero al final no estaba equivocado. Estaba más que sorprendido, un montón de preguntas se cruzaron por su cabeza ¿Cómo lo había conseguido?

—Vaya que estas sorprendido. —Dijo Pein al observar la cara de incrédulo que traía el rubio. —Te contaré todo, ven conmigo y así te explicaré mejor además pasaremos a ver a Zabuza, él estaba preguntando por ti.

Deidara lo siguió sin vacilar hasta un auto un poco viejo. Durante el trayecto Pein fue aclarando cada una de sus dudas. Habían logrado idear un plan junto a otros presos para que Zabuza escapara de la cárcel, y justo hoy en medio de la madrugada habían logrado su cometido pero debido a la gravedad del hecho tuvieron que esconderlo para que no fuera capturado nuevamente ya que las autoridades estaban comenzando a moverse y reforzando la búsqueda de los presos.

Miró con pánico a Pein ¿Qué sucedería si estaba allí y de repente llegaba la policía? Le daba terror pensar en meterse en hechos tan graves como estos, Pein intuyendo lo que pensaba trato de calmarlo diciendo que todo estaba muy bien resguardado y que la policía no los atraparían.

Llegaron a las afueras de la ciudad en un sector no muy bueno. Pein se estaciono frente a un taller mecánico y supuso que Zabuza estaría escondido ahí. Ingreso con él al lugar, todo parecía ir normal como cualquier taller mecánico que estaba funcionando. Pein saludaba a los trabajadores que miraban con extrañeza a su rubio acompañante. Ingresaron a un pequeño cuarto y luego movió una alfombra, las tablas del piso parecían formar una puerta en el suelo. Pein la abrió y pudo ver una escalera que llevaba abajo.

Deidara bajo al último un poco nervioso de encontrarse con Zabuza, quien fue al primero en ver cuando topo el suelo del escondido cuarto. Pudo reconocer al doncel que había estado junto con Pein la primera vez que se vieron, si mal no recordaba su nombre era Haku; estaba sentando en las piernas de Zabuza quien le otorgaba descaradas caricias.

Se dio cuenta de otra persona más a quien no conocía, constaba de pelo verde y unos ojos de tonos amarillentos. Pein le indicó que pasara a tomar asiento en una de las sillas mientras él se ponía a su lado, Zabuza y Haku estaban al frente mientras que el otro hombre estaba al lado de Deidara.

Observó su alrededor; todo estaba iluminado por luz de las ampolletas, las paredes se notaban oscuras así como el suelo, habían unos pocos muebles y una cama donde supuso que era donde Zabuza dormía.

—Me llamo Zetsu. —Le dijo aquel hombre de cabello verde.

—Deidara. —Respondió presentándose ante él.

—Lo sé. —Sonrió Zetsu.

Justo en ese instante Zabuza se estaba parando de su asiento dejando a un lado al otro doncel, se acercó hacia donde estaba sentado y Deidara ocultó su nerviosismo exitosamente. El sujeto le ocasionaba pavor, su aspecto era totalmente rudo y además su primer encuentro no fue para nada grato. 

—Deidara. —Zabuza le extendió una mano a lo que Deidara dudoso la tomó. —Gracias por querer ayudar.

—Tenía que hacerlo. —Le dijo con una sonrisa.

Zabuza volvió a su asiento junto con Haku, este último le dirigió una mirada de molestia pero hizo caso omiso de eso.

—Deidara, necesitamos tu ayuda con algo. —Habló Pein esta vez. — Tú tienes cierta cercanía con Madara, después de todos vives en el mismo techo que la familia Uchiha por eso serias indicado para acercarte a él y sacar su confesión grabada.

—¿A-acercarme a Madara? —Se puso pálido con tan solo imaginar estar cerca de ese hombre.

—¿Pasa algo con él? —Preguntó Pein.

—Es solo que no lo he visto hace tiempo. —Susurró recordando la última vez que lo vio y el regalo que le mando.

—Si te preocupa algo dímelo. —Le dijo Pein.

—No es nada, claro que lo haré. —Sonrió para relajar al otro.

 —Pues sí, que la princesita educada ayude en algo. —Comentó Haku sentado en las piernas de Zabuza.

—No es que sea una “princesita”, solo tengo clase y es algo innato que no tiene nada que ver con el dinero. —Deidara respondió ameno y triunfante.

Se hizo un silencio que luego fue cortado por las carcajadas de Zetsu, incluso a Zabuza pareció soltar una pequeña risa lo que provocó el enojo de Haku.

—Donceles. —Dijo Zabuza como explicando, y trato de besar dos veces a Haku, siendo la tercera la vencida, a pesar de que el doncel se había enojado pareció rendirse ante su hombre.

Después de aquello Pein fue a mostrarle unos documentos a Zabuza mientras Deidara se unía en una conversación banal junto con Zetsu.

Pein lo fue a dejar cerca de la mansión preocupándose de que nadie lo viera, lo bueno era que Itachi estaba en la empresa con su padre pero lo malo de eso era que podía encontrarse con Madara. No quería imaginar qué pasaría por la mente de Itachi al ver a su tío.

Al pisar un pie en la mansión Sasuke lo recibió inmediatamente.

—¿Qué pasa Sasuke? —Le preguntó al notar una actitud nerviosa por su parte.

—Hay un gran lío en la empresa. —Sasuke estaba buscando las llaves de su auto. —Algo sobre una fracturación de cuentas, además ese preso el que mató a mi tío ¿recuerdas? pues el escapó. Voy ahora mismo para allá ¿Me acompañas?

—Por su puesto. —Deidara se sintió incomodo por lo de Zabuza. Por otro lado, en relación a la empresa sabía que trataban eran asuntos delicados. A pesar de que podría encontrarse con Madara quiso acompañar de todos modos a Sasuke y además podría ver a Itachi.

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Llegaron afuera de la sala de reuniones, Sasuke entró y justo en ese momento iba saliendo Itachi por lo que Deidara se acercó a él saludándolo con un tierno beso mientras el otro lo correspondía y lo abrazaba.

—¿Qué ha pasado? —Dijo Deidara.

—Irregularidades dentro de la empresa. No te preocupes, lo solucionaremos. —Sonrió para luego juntar sus labios nuevamente acariciando las sonrosadas mejillas del rubio.

—¿Esta aquí? —Itachi supo que se refería a Madara.

—Si.

—No hagas nada por favor. —Deidara lo miro con sus ojos cristalinos.

—No te preocupes por eso, mi amor. —Itachi lo abrazo más fuerte y beso sus rubias hebras y frente. —Pero supe que Zabuza escapó.

—Itachi, papá te está llamando. —Dijo Sasuke al salir de la sala interrumpiendo la conversación.

—Ve. —Deidara le dio a Itachi un casto beso en su mejilla. —Iré a la cafetería a tomar algo y después volveré.

—Me llamas por cualquier cosa. —Le dijo Itachi antes de volver a la reunión.

Deidara fue caminando tranquilamente a la cafetería aunque un poco preocupado por que supiera lo de Zabuza, de todos modos Itachi debía de estar muy ocupado por la empresa, y es que a pesar de que toavía no se graduara, él siempre ayudaba y tomaba parte, al igual como Sasuke lo estaba haciendo al comenzar su año universitario.

Los Uchihas tenían un Holding del cual controlaban varias empresas constando un gran poder en el mercado. Deidara supuso que deberían tener mucho trabajo ahora con este tema ya que tendrían que indagar a cada una de las empresas.

Al entrar a la cafetería pidió un cappuccino y se lo tomó calmadamente sentado en una de las mesas. Revisó su teléfono al ver que Itachi le había mandado un mensaje informándole que estaba junto a su padre en la oficina de este. Terminó su cappuccino y fue inmediatamente al ascensor para subir al piso donde se encontraba la oficina de Fugaku.

Caminaba por el extenso pasillo cuando sintió un fuerte agarre en su brazo que lo tiraba hasta una oficina.

—Desgraciado. —Dijo Deidara al ver que se trataba de Madara, este cerró la puerta de la oficina con llave.

—Mi amor. —Respondió sínicamente el otro.

Deidara retrocedió unos pasos hasta chocar con el escritorio. Le aterraba estar solo con él y más ahora, Madara comenzaba a acercarse sin dejar de mirarlo con maldad. Lo dejó arrinconado entre el escritorio y su cuerpo, posando sus manos a cada lado del mueble.

—Déjame en paz. —Le dijo hastiado. Ya estaba cansado de esa situación, de encontrarse con él, del peligro que transmitía y de los malos recuerdos que venían a su mente. Una lágrima traicionera escurrió por su mejilla.

—Nunca, porque eres solo mío. —Madara acercó su rostro para lamer la lágrima de su mejilla y a pesar de que Deidara había tratado de correr su rostro, lo pudo lograr de todas formas.

—Itachi está aquí. —Él podría venir en cualquier momento y salvarlo nuevamente de ese hombre, necesitaba creer eso.

—Ese noviecito tuyo no podrá estar contigo siempre. —Madara tomó su mentón fuertemente obligándolo a mirarlo, su rostro estaba tan cerca que podía sentir su respiración. —Sé que le dijiste nuestro secretito y ya sabes lo que haré.

No podía creerlo, no cabía en su mente, sentía que era una pesadilla algo irreal. Madara no podía saberlo, no debía de ningún modo. Ahora sí que estaba en peligro y no tenía idea de que hacer, se sentía tan desesperado e indefenso ante ese hombre. Sus piernas comenzaron a flaquear, comenzaba a sudar frio y sus manos temblaban.

—N-no. —Fue lo único que pudo decir.

—Ahora tendré que matar a mi sobrinito, y será tu culpa. Después de todo tu decidiste abrir tu boquita. —Le dijo mientras llevaba una mano a su espalda para acariciarla. —¿Acaso tendré que matarte para que no hables más?

—A Itachi no, a él no. —Susurraba mientras se dejaba caer sentado en el suelo y con la mirada nublada, olvidando por un minuto la presencia de Madara. Lo único que quería era a Itachi a salvo, no podría soportar que nada malo le pasara. 

—No me gusta verte triste mi cielito. —Madara se agachó para ponerse a su altura y acariciar sus cabellos. A Deidara no le importó que lo tocara, solo pensaba en su amor, en su Itachi. —Te tengo una solución ¿Qué te parece?

—¿Qué? —Deidara miró a Madara confundido ¿Qué es lo que pretendía?

—Es muy simple. —Dijo acariciando sus labios con un dedo. —Te acuestas conmigo con toda tu voluntad y desvío las investigaciones que está haciendo mi sobrino, además veré como controlarlo sin hacerle daño.

Soltó una pequeña risa, la situación llegaba a ser graciosa ¿Cómo podía tener tanto descaro? Ese hombre era un maldito con todas sus letras, quería aprovecharse de él ¿Acaso podría llegar a dejarse? ¿Sería capaz de soportarlo profanando su cuerpo?

Dejo de reírse para volver a la amargada realidad, sería capaz de todo con tal de tener a Itachi a salvo, no le importaría ensuciarse aun si era con el sujeto de sus pesadillas. No quería hacerlo de ningún modo pero lo debía hacer, Itachi era su prioridad aun si sufría, con tal de que él estuviera bien su alma estaría tranquila.

—Y bien ¿Qué dices? —Volvió a consultarle.

—¿Cómo puedo confiar en ti? —Las dudas le atacaban, un hombre como Madara ¿Sería capaz de cumplir con su palabra?

—Porque si no lo haces. —Sujetó sus mejillas con rudeza haciendo presión con sus dedos. —Tu queridito morirá.

Las palabras furiosas de Madara retumbaron en su cabeza. El miedo lo infundo, aceptaría su propuesta y Madara sabía que así sería.

—Está bien. —Susurró derrotado.

—Sí que lo amas. Pero haré que me ames a mí, ya verás. —Comentó Madara divertido. —Por ahora quiero un beso como adelanto.

Madara rompió la distancia acercándose a los labios del doncel logrando unirlos sin su oposición. Se deleitó con el suave contacto que le otorgaban los rosados y carnosos labios del menor, los besó con desesperación pero al ver que no estaba cooperando, enfurecido tomó su cabellera con brusquedad.

—Recuerda que si no cooperas tu noviecito sufrirá las consecuencias. —Madara dejó de tirar el cabello del rubio cuando este poso una de sus manos sobre su mejilla.  

Resignado Deidara decidió acercarse al mayor. Se sentía sucio y denigrado pero esa era la única solución y lo haría a pesar de estar contra su voluntad. Unió nuevamente sus labios con los del mayor, abriendo su boca y dejando que explorara su cavidad, trataba de pensar que era Itachi quien lo estaba haciendo, pero ese tacto se sentía tan diferente al de él.

Parecía que Madara quería comérselo, lo besaba con tanta lujuria y desesperación que a duras penas le correspondía. Soltó un gemido cuando sintió a Madara atrapar su trasero con un agarre hambriento y descarado.

Su celular comenzó a sonar, Madara se molestó por la interrupción pero dejo que contestara. Era Itachi, sintió un nudo en su garganta, lo estaba engañando con su peor enemigo. Temeroso contestó y se incorporó para ponerse de pie igual que Madara.

—¿Ita?

—¿Dónde estás? ¿Estás bien?

—Sí, estaba en el baño, ahora mismo voy para la oficina de tu padre.

—Te espero. —Dijo antes de cortar la llamada.

Madara lo siguió mirando con lujuria, se acercó relamiendo sus labios y lo abrazó de la cintura apoyando su mentón sobre su hombro.

—Anda con tu novio. —Le dijo. —Luego tendremos nuestro momento. —Lamió su oreja con lasciva.

Deidara no le respondió, no tenía ganas de nada, estaba derrotado. Solo salió de esa maldita oficina para acudir a los brazos de su amado para que lo besara y así pudiera borrar los rastros de Madara.

Tocó la puerta de la oficina de Fugaku, Itachi fue quien le abrió e inmediatamente sus instintos fueron abrazarlo y besarlo. El moreno un poco sorprendido lo correspondió haciéndolo pasar al interior. Saludó a Fugaku y vio a Sasuke que estaba sentado en uno de los sofás.

—Estás pálido. —Dijo Itachi palpando su frente. —¿Te sientes mal? ¿Quieres que te lleve al hospital?

—No es nada. —Se sentó al frente de Sasuke. —¿Cómo va todo?

—Solo hay problemas y más problemas. —Hablo Fugaku desde su escritorio. —Pero lo solucionaremos como buenos Uchihas que somos.

—Así es. —Añadió Sasuke.

—Padre llevaré a Deidara a casa y luego volveré. —Itachi se acercó a Deidara para ayudarlo a pararse.

—Ve tranquilo. —Contestó Fugaku. —Cuídate Deidara.

—Gracias, nos vemos. —Dijo para despedirse y salir junto a Itachi tomados de la mano.

Cuando llegaron a la casa subieron inmediatamente a la habitación de Deidara. Se recostaron juntos en la cama para descansar por un momento entre caricias y mimos.

—Te amo. —Dijo Deidara recostado de lado observando los bellos ojos negros de su amor.

—Y yo te amo a ti. —Itachi acarició suavemente su mejilla.

Deidara se acercó más a Itachi, colocando su cabeza en el fuerte pecho del moreno. Cerró sus ojos disfrutando las agradables sensaciones que le entregaba su amado. Lo único que quería era ser feliz junto a Itachi, que nada los perturbara pero no era así. Madara no los dejaría en paz pero su amor era tan fuerte que ni él ni nadie podrían romperlo. Siempre se amarían a pesar de cualquier situación e impedimento sus corazones les pertenecían el uno al otro.

—¿Lo viste? —Preguntó Itachi. —A Madara.

—Solo lo vi de lejos, y él también me vio. —Mintió con remordimiento, siempre se sentía culpable cuando le mentía.

—Por eso estabas pálido.

—Sí, fue por eso. —Volvió a mentir.

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Sus padres lo llamaron esa mañana para informarle que estarían muy pronto en Japón, ya casi todo estaba listo para que volvieran, por fin podría verles a ellos y a su hermano. Por otra parte no estaba tan contento de tener que separarse de Itachi, amaba dormir todas las noches con él, y despertar estando él a su lado.

Había salido con Mikoto esa mañana a comprar ropa, se divirtieron mucho. Ella quería despejarse un momento con todo el enrollo del Holding, después iría a acompañar a su marido que a pesar de que era fin de semana seguía trabajando en su oficina.

Fugaku había venido de todos modos a trabajar trayendo consigo a sus hijos que le estaban acompañando esa mañana. A pesar de todos los problemas disfrutaron amenamente del almuerzo, esa familia sabía sobrellevar todo y eran tan unidos al igual que su propia familia. 

Al final todos los hombres volvieron con Fugaku para trabajar y Mikoto iría un rato para su ONG. Deidara saldría un rato con algunos de sus compañeros con quienes habían formado amistad, y ya le habían pedido perdón por malpensar su relación con Sasori.

Fueron al cine y después pasearon por varias exposiciones. Estuvo casi toda la tarde con ellos y luego volvió a la mansión, Mikoto había sido la única en llegar por lo que se quedó con ella conversando un buen rato.

Recibió una llamada, se excusó con Mikoto por un momento y fue a su habitación para contestarla con tranquilidad además no podía estar en presencia de nadie para hablar con él.

—Mi cielito. —Dijo melosamente Madara al otro lado de la línea.

 —¿Qué quieres?

—Te vendré a buscar al atardecer, así que prepárate. —Deidara sentía que los nervios lo comían. —Inventa algo y di que llegaras en la madrugada. Te mandaré un mensaje cuando para que sepas donde te estaré esperando.

—Bueno. —Dijo por último Deidara antes de cortar la llamada.

Suspiró pesadamente, tendría que preparar su mente para lo que vendría. Solo el hecho de pensar en  ese sujeto encima suyo le daba nauseas, quería estar solo asimilando todo lo que ocurriría pero tenía que bajar para avisar a Mikoto que saldría dentro de un rato, algo inventaría.

—Mikoto. —La llamó al entrar a la sala.

—¿Qué pasa cariño?

—Saldré luego, me llamó un compañero con quien tengo que terminar un trabajo para el lunes ya que tuvo un percance y no podrá mañana. —Inventó.

—Está bien. —Le respondió con una sonrisa.

—Me iré a arreglar y le avisaré a Itachi.

 Pensó bien en las palabras que le diría, repitió las oraciones una y otra vez, esperaba que le creyera porque Itachi siempre sospechaba cuando le mentía. Marcó su numeró y espero a que le contestara, los nervios lo dominaban mientras escuchaba el ritmo del marcado.

—Itachi, mi amor. —Dijo cuando al fin le contestaba.

—Mi amor ¿Qué pasa?

—Nada, solo te quería avisar que saldré nuevamente y quizá llegue en la madrugada.

—¿A dónde vas?

—Iré donde ese chico el de cabello azul que estaba en mi cumpleaños. Tenemos que entregar el lunes y mañana él no puede así que por eso iré ahora.

—¿Quieres que te vaya a buscar a la vuelta?

—No. —Le dijo nervioso. —No te preocupes, él me irá a dejar o pediré un taxi…, tú solo descansa, hoy trabajaste mucho.

—Cuídate mucho. —Deidara sintió remordimiento. —Te amo.

—Y yo te amo más que mi vida. —Le dijo para despedirse. Sin querer lágrimas se acoplaron en sus ojos nublando su visión, dejó que corrieran por su rostro y después se las limpió.

Llevó su mano hasta el collar que le había regalado Itachi, no podía dejar de pensar en él. Fue hasta la habitación de él, quería sentir su espacio, su olor…Al entrar vio una camisa que estaba sobre el respaldo de una silla, la tomó en sus manos y la llevó hasta su rostro para inspirar su cautivante aroma, el que desprendía Itachi.

Se dejó caer en la cama y se abrazó a la almohada para inspirar desde allí su aroma. Lo único que quería era tener a Itachi junto a él, llenándole de besos y caricias, de sus palabras dulces y promesas para toda la vida.

No fue consciente de cuánto tiempo paso estando en la cama pensando en Itachi. Dirigió su vista al balcón y observó como el sol se estaba poniendo, una vibración de su celular hizo saber que Madara ya debía estar cerca. Leyó el mensaje y fue a su habitación, Madara estaba unas dos calles más arriba esperándolo. Fue hasta su habitación para buscar una chaqueta y bajó para despedirse de Mikoto.

Caminó las calles con pesar, divisó el auto del azabache y subió. Madara lo recibió con un beso en la mejilla  y una sonrisa triunfante.

—Lo pasaremos muy bien. —Madara se lo comía con la mirada.

Fueron hasta su hogar, Madara iba diciendo que disfrutarían en su propia cama como siempre lo quiso, ahora lo tenía en sus manos. Al llegar Madara lo llevó hasta su amplía recamara, y lo hizo sentarse en el sofá que había allí mientras él servía un buen vino en finas copas.

Deidara recibió la copa y se la tomó inmediatamente, pensaba que si se embriagaba podría sobrellevar mejor la situación. Al terminar se sirvió más para comenzar a tomarla, ya sentía el vino ir a su cabeza mareándolo un poco, estaba bebiendo muy rápido.

—¿Quieres emborracharte? —Le dijo Madara divertido. —Está bien, no tengo ningún problema. —Le sirvió más vino.

Siguió tomando todo lo que le servía, ya estaba ebrio. Madara se acercó posando sus labios sobre los suyos, lo correspondió lento a diferencia del desesperado ritmo que imponía el azabache. Las caricias que le eran otorgadas subían de tono, sentía que lo agarraba por todos lados. Lo besaba una y otra vez, creía que se ahogaría, casi ni lo dejaba respirar entre sus besos.

 Su ropa a la vez estaba siendo tironeada bruscamente por Madara, parecía impaciente por tenerlo desnudo y a su merced. Cuando lo logró acarició su piel desnuda sin cesar mientras lo contemplaba lleno de lujuria y excitación. Lo tomó en brazos y se lo llevó a la cama colocándose encima y comenzó a atacar sus rosados pezones con lamidas y succiones.

Deidara seguía trayendo el collar, con su pesar se lo sacó y lo dejó a un lado sobre la mesita de noche. No podía hacer eso con el hermoso regalo que le había dado Itachi pensando en él, Madara lo observó con una cínica sonrisa y esta vez atacó su cuello con gula.

Madara ya no aguantaba más y terminó por sacarse toda la ropa. Su sexo alzado y excitado, se exhibía sin tapujos provocando un violento sonrojo en el rostro de Deidara.

—¿La extrañabas? —Madara señaló su gran hombría. —Esta vez estará en tu rico culito.

Lo atacó nuevamente con besos y caricias obscenas. Se restregaba ardoroso contra su cuerpo, aferrando sus dedos en su piel, lo que provocaría futuros moretones. Deidara solo se dejaba hacer, además estando en su estado, su cuerpo se sentía un poco anestesiado y ni siquiera se molestaba en detener al azabache que tenía encima.

De pronto notó un peso menos y se percató de que Madara estaba rebuscando algo en los cajones. Traía una botellita de lo que supuso que era un lubricante y volvió a meterse en la cama para tomarlo y colocarlo boca abajo. Se aferró a una almohada mientras sentía como el azabache trataba de separar sus nalgas para tener su entrada a la vista y así comenzar a prepararlo.

Madara completamente excitado por aquella escena, estrujó las voluptuosas y respingadas nalgas hincando sus dedos en la suave piel. Dio un lamida en lo rosada entrada para después comenzar una serie de ellas mientras untaba tres de sus dedos en el lubricante. Deslizó el primer dedo en su interior provocando un pequeño respingo en Deidara a causa de la intromisión, así siguió con los otros dos logrando dilatar la entrada con la continua estrechez que atrapaban sus dedos pero que gracias al lubricante podía moverlos fácilmente.

Una vez terminado, Deidara fue girado bruscamente por Madara, sabía lo que vendría a continuación.

 —Serás mío. —Lo abrió de piernas, se puso entre ellas y de una fuerte estocada lo penetró. —Mío.

Un grito escapo desde la garganta de Deidara junto con lágrimas que se acumulaban en sus ojos y se escurrían por sus mejillas. No fue tanto el dolor físico, sino que fue su dolor emocional..., la miseria que lo envolvía. Que ese sujeto se adentrara en su interior, marcándolo, lo hacía sentirse tan doblegado y desecho.

Las penetraciones no se hicieron esperar, Madara gozaba con el exquisito cuerpo del menor, lo tenía a su merced. Se abrazó al cuerpo y ocultó su rostro entre el hombro y su cuello para aspirar el afrodisiaco aroma que este desprendía.

Deidara solo miraba al techo, sintiendo como Madara mecía contra él, entrando y saliendo cada vez más rápido, sacándole gemidos solo por el movimiento. 

Madara se acomodó para observar el rostro sonrojado de Deidara, sus ojos estaban entrecerrados y de su boca entreabierta salían suaves gemidos. La lujuria y el placer lo consumían llevando las embestidas a un nivel de salvajismo.

—¡Ah!..., tienes un culito muy rico. —Decía Madara entre jadeos.

El rostro de Deidara se contorsionó, la fuerza que ejercía el azabache era descontrolada logrando que su cuerpo sufriera daños sobre todo en su entrada. Con Itachi siempre tenían noches de locura y salvajismo pero él nunca lo dañaba, siempre le daba placer.

Para su fortuna, Madara no demoró más y se corrió dentro. Deidara sintió la sustancia ensuciar y machar su interior, una lagrima traicionera escapó de una de sus orbes… Ya estaba, se había acostado con ese hombre.

Madara exhausto cayó encima de Deidara, apoyó su rostro en su pecho regularizando su respiración aun con la deliciosa sensación del espectacular orgasmo que había experimentado.

 —Sí que ha estado bueno. —Madara se acercó a su rostro para besarlo con violencia. —Lo repetiremos muchas veces más, pero ahora tengo que ir a dejarte. —Le dijo antes de pararse y comenzar a vestirse.

Con pesadez, Deidara estuvo dispuesto hacer lo mismo. Lo primero que busco fue su collar e irremediablemente la culpa lo carcomió, no había dejado de pensar en él todo ese rato. Con movimientos lentos y torpes se lo colocó para después buscar su ropa y vestirse, Madara lo quiso ayudar y entre besos, toqueteos y agarrones terminó por colocarle todas sus prendas.

—Vamos. —Se dirigió al auto con Madara para ir rumbo a la mansión.

Su cuerpo estaba tan cansado y su mente ida que ni siquiera se había dado cuenta cuando llegaron y Madara tuvo que avisarle.

—Espero que cumplas con tu palabra. —Dijo al bajarse. —Yo cumplí con la mía. —Cerró la puerta del auto y se dirigió a la mansión, Madara lo había dejado dos casas antes.

Buscó las llaves con torpeza, todavía estaba embriagado, y con paciencia entró a la mansión. Adentro, en la entrada, tropezó con un jarrón pero afortunadamente lo pudo agarrar para que no se cayera, aunque de todos modos hizo un poco de ruido. Fue caminando un poco más y se percató de que la luz de la sala estaba prendida. Itachi estaba allí sentado observándolo.

—¿Itachi? —El aludido se acercó.

—¿Dónde estabas? —Preguntó serio y enojado.

—Ya te dije, estaba haciendo un trabajo. —Dijo con un poco de dificultad por la borrachera.

—¿Por qué hueles a alcohol? ¿Estás ebrio? —Ya se había dado cuenta de su estado, lo notó apenas lo vio entrar.

—Ah…, Itachi, solo tomamos algo después de terminar. —Deidara se dirigió a su habitación, no quería discutir ahí, además nunca se imaginó que Itachi estaría esperándolo y que lo vería en esas condiciones.

Se sentó en la cama sacándose la chaqueta que traía encima, Itachi llegó y se paró frente a él.

—¿Qué? —Dijo Deidara ya enojado.

—¿Por qué mientes? Llamé a tu celular y no contestaste, después llamé a tu supuesto compañero y me dijo que no estabas con él.

Deidara quedó estupefacto, nunca se preocupó de llamar a su compañero para que lo encubriera y es que no imaginó estar en esa situación. Itachi descubrió que le mentía y no sabía cómo arreglarlo.

—¿Qué es eso? —Itachi apuntó al cuello descubierto de Deidara y se acercó para comenzar a inspeccionar.

—Tú me las hiciste ayer. —Empujo débilmente a Itachi para que no siguiera buscando y se tapó con su cabello.

—Hoy no estaban, así que no me mientas. —Le dijo con furia y lo agarró fuertemente del brazo para pararlo. —¿Con quién estabas? ¿Quién te lo hizo?

Itachi estaba muy enojado y Deidara sintió miedo y remordimiento. Itachi parecía tan lastimado y desilusionado.

—N-nadie. —Su voz se puso temblorosa.

—¿Quién fue? ¿Con quién te revolcaste? —Itachi lo apretaba con más fuerza. —¿Acaso fue con tu maestro ese? ¿Con ese chico amigo de Zabuza? ¿O con el mismo Zabuza?

—¡No! —No aguanto las lágrimas y termino llorando. —Yo te amo. —Le dijo débil sin parar de derramar lágrimas.

—¿A si? ¿Entonces por qué me engañas? —Lo besó con rabia. —¿Con cuántos más te acuestas?

—¡Basta! —Exclamó soltándose del agarre para propinarle una fuerte bofetada que llego a dar vuelta la cara de Itachi. —Déjame solo.

No quiso esperar la reacción de Itachi, que pareció estupefacto por el golpe que le había propinado. Llegó hasta el baño y cerró la puerta con pestillo, el cuarto se inundó de sus sollozos y lágrimas. Se sentía terrible, con lo que tuvo que hacer, con la decepción que le produjo a Itachi. Estaba impotente, y las palabras que le dijo lo dañaron, Itachi desconfiaba de él quizá pensaba que era una sucia ramera. Todo lo que hizo fue por él, se dejó usar solo para tenerlo a salvo y no podía decírselo, no podía porque si lo hacía Itachi tenía más razones para enfrentarse a Madara y no quería arriesgar nada.

¿Dejaría que Itachi lo dejara de amar? ¿Qué pensara que lo había engañado con otro por querer? Sintió un irreparable nudo en la garganta y le entraron unas fuertes ganas de vomitar, se acercó al escusado y expulsó todo el alcohol que había ingerido. Se quedó un momento apoyado en el escusado, cuidando de que hubiera expulsado todo lo que tenía que expulsar. Cuando ya no quedaba más tiró la cadena, se levantó para abrir la llave de la ducha y desvestirse.

Se miró en el espejo, su cuerpo marcado y con algunos moretones, su rostro demacrado por la tristeza. Volvió a llorar con fuerzas, bajo el chorro de agua se sentó abrazando sus piernas y escondiendo su rostro entre sus rodillas. Quería que el agua se llevara toda la suciedad de su cuerpo, quería que las marcas desaparecieran y que el recuerdo se esfumara.

Sus lágrimas se confundían con el agua de la ducha y el sonido del agua se confundía con sus sollozos y lamentos. Limpió su cuerpo y su cabello, se sentía tan sucio…

Cerró la llave que daba el agua y salió de la ducha; secó su cuerpo con una toalla, estrujó su cabello con ella y se cubrió con una bata. Tomo el collar que se había sacado para ducharse y salió del baño.

Itachi ya no estaba allí, se preguntaba si estaría llorando por él. Observó el collar en su mano y se lo puso acariciando con sus yemas la hermosa piedra. Ni siquiera se molestó en sacarse la bata y se metió a la cama abrazándose a la almohada, pero a quien quería abrazar era a Itachi. La cama estaba tan fría sin él, sin su calidez, sin sus caricias y besos. Nunca pensó que sufriría tanto por alguien ni siquiera sabía que podía llegar a amar tanto pero con Itachi todo fue posible, él logro que sintiera cosas como nunca antes. El paraíso estaba en él y ahora se le escapaba como arena entre los dedos y las lágrimas incontrolables lo ahogaban para matarlo.

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Había llorado toda la noche, solo durmió un poco y tuvo horribles pesadillas que lo perturbaron y no lo dejaron descansar. Ya era de día y no podía seguir durmiendo pero no quería salir de la habitación, así que fue hasta el sofá y se sentó de lado recogiendo sus piernas y abrazándolas.  Tenía miedo de salir y encontrarse con Itachi, de la forma en que lo pudiera mirar, de lo que diría o pudiera hacer.

Estuvo en esa posición por mucho rato, había estado tan sumido en sus pensamientos que ni noto que estaban tocando la puerta ni que era Sasuke quien había entrado para verlo.

—¿Deidara? —Se acercó hasta el rubio. —¿Estas bien?

Deidara no le contestó ni dirigió su vista a él.

—¿Qué ha pasado? No estas con Itachi y no has bajado a desayunar.

—No tengo hambre. —Dijo con voz débil.

—¿Pelearon? —Preguntó al notar las ojeras y el rostro demacrado del rubio.

—Sí.

Sasuke se dio cuenta de que no estaba bien y quería estar solo. Se fue dejándolo ahí y Deidara volvió a sumirse en sus pensamientos, y de pronto se sobresaltó al escuchar su celular. Era Madara, no quería contestarle pero lo hizo de todos modos y de malas ganas.

—¿Aló? —Contestó con voz molesta.

—¿Por qué tan enojado? —Preguntó con falsa preocupación.

—No pasa nada.

—Como sea, he decidido que por el bien de Itachi debes romper con él.

—¿Cómo dices? —Apretó el teléfono temblando ligeramente. —¿Cómo se te ocurre?

—Haz lo que digo. —Dijo con seriedad y Deidara calló, a veces tenía miedo de esa actitud, sabía que no estaba jugando. —Espero enterarme muy luego de esta ruptura.

—Espero que mueras. —Prefirió no proseguir y cortó la llamada.

Se sentía tan furioso que lanzó todos los cojines del sofá al suelo y se dejó caer sentado esa vez en el suelo con sus manos a cada lado de su cabeza pensando una y otra vez en Itachi. Lo amaba demasiado como para dejarlo ir, se moriría sin él pero no quería que nada le pasara, quería verlo a salvo y él lo metió en esto. Iba a sufrir tanto que no lo iba a soportar, pudo lidiar con tantas cosas pero esto era diferente, una sensación más profunda y dolorosa.

—Deidara, cariño. —Mikoto había entrado en su habitación y preocupada se acercó a él. —¿Qué pasa?

—Nada. —Habló con voz quebrada. —Solo estoy cansado.

—Me entere de que peleaste con Itachi. —Le dijo con voz dulce poniéndose a su altura. —No te desanimes tanto, se arreglaran.

—Tienes razón. —No sería así…Le dedicó una sonrisa forzada y se reincorporó.

—Ahora vamos a almorzar, arréglate. —Le acarició su mejilla. —No me gusta verte triste.

Deidara solo siguió sonriéndole hasta que se fue. Se arregló para bajar, volvió a mirarse al espejo una vez más centrándose en su rostro, sus ojos estaban algo hinchados y unas ojeras lo decoraban, así que se puso un poco de maquillaje para simular y bajó.

Cuando entró al comedor no vio rastros de Itachi y se preocupó, los demás ya estaban ahí y Sasuke fue quien le dijo que no había querido salir de su habitación. Nadie menciono el tema y solo se dispusieron a comer, apenas probo bocado y es que no tenía ganas de comer.

—Deidara, come un poco más. —Le dijo Mikoto dulcemente. —No has comido nada.

—No es necesario, no tengo hambre. —Siguió —Si me permiten, me retirare de la mesa.

—Puedes ir. —Mikoto lo miraba preocupada.

Se giró, dio unos cuantos pasos y abruptamente se detuvo al ver que Itachi había llegado de improviso y ahora estaba frente a él.

—Vamos. —Le dijo agarrando su muñeca con fuerza y llevándolo hasta su habitación.

—¡Itachi! —Escuchó a Fugaku exclamar  debido a la actitud impropia de su hijo.

Al final habían ido hasta la habitación del rubio, Itachi cerró la puerta tras de sí y se acercó peligrosamente a Deidara quien solo retrocedió hasta caer sentado en el sofá. Itachi parecía fuera de sus cabales.

—¿Ahora me vas a decir? —Habló el moreno.

—No. —Dijo suave, y de pronto recordó las palabras de Madara. Tenía que romper con él

—¿Por qué me haces esto? —Le dijo un poco más calmado.

—Está bien, si lo hice. —Deidara se atrevió a decirle, más bien mentirle. Luego se formó un silencio sepulcral.

—¿Qué dices? —Itachi lo miró desconcertado.

—Te engañe. —Se levantó y le hizo frente a Itachi a pesar de que su corazón se rompía en mil pedazos por lo que le estaba haciendo.

—No lo puedo creer.

—Pues es verdad. —Cruzó sus brazos enterrando sus dedos en su piel. —Te traicione.

—¡¿Por qué lo hiciste?! —Le gritó tomándolo de ambos lados y comenzando a sacudirlo. —¡¿Con quién fue?!... ¿Con cuántos más?

—¡Basta Itachi! —Logró soltarse de su agarre y lo empujó. —Se acabó. —Sus propias palabras lo dañaban tanto como las de su amado y sus suposiciones.

—Tienes razón, esto se acabó. —Deidara podía notar que Itachi estaba destrozado por dentro. —Solo una cosa más… Todas esas palabras y promesas ¿Eran mentiras? ¿Me amaste?

—Por favor vete. —Cayó rendido en el sofá con sus dos manos sobre sus oídos y con la mirada gacha,  no se atrevía mirar a Itachi. Sentía que se derrumbaba. —No quiero más, no quiero más. —Repetía en voz baja.

Itachi se marchó abriendo bruscamente la puerta. Deidara pensó que iría a su habitación pero al ver que tomaba el otro camino se preocupó y decidió seguirlo.

—¡Itachi! —Exclamó su nombre persiguiéndolo por las escaleras. — ¿A dónde vas? ¡Itachi!

Los demás aún estaban en el comedor y por los gritos fueron hasta la entrada principal viendo a Deidara ir tras Itachi. Sasuke fue el primero en reaccionar e ir donde su hermano que en ese momento ya había salido del interior de la mansión.

—Itachi, por favor…—Susurró Deidara viendo como el moreno entraba en su auto.

—¡Itachi vuelve! —Fugaku ya había llegado junto a una angustiada Mikoto.

—¡No conduzcas así! —Exclamó Sasuke para su hermano, pero era demasiado tarde, Itachi salió disparado en su auto.

Sasuke no se quedó así y fue en su propio auto para seguir a su hermano. Deidara con el corazón en la mano y al borde del llanto corrió al interior de la mansión para refugiarse en su habitación. Se dejó caer en el suelo, en el borde de la cama observando a la nada, creía que iba a explotar por dentro pero se contenía, no se movía y apenas respiraba, solo mostraba una mueca de dolor en su rostro.

Mikoto fue hasta el cuarto encontrándose con Deidara sentado en el suelo respaldado por la cama. Caminó unos pasos hasta quedarse a su lado y colocarse a su altura, observó como tenía la mirada perdida y le tomó la mano, aun así no la miró.

—Deidara ¿Qué ha pasado? —Quiso saber cómo una madre preocupada por sus hijos.

—Rompimos. —Respondió con la voz débil. —Lo nuestro se terminó.

—Pero ¿Por qué? —Mikoto estaba confundida, ellos se amaban tanto que esta ruptura inminente era sumamente extraña.

—Ahora yo seguiré con mi vida. —Añadió siguiendo su mirada a la nada, solo estaba la imagen que tenía en su mente, el rostro de su Itachi. —Seguiré viendo por él, preocupado por él, pensando en él… porque lo amo. —Su voz se quebró y estalló en sollozos de dolor.

—No llores cariño. —Le dijo Mikoto consolándolo mientras lo abrazaba y acariciaba su cabello.

—Lo amo, tanto, lo amo, lo amo. —Se aferró a la mujer. —Amo a Itachi, moriría por él.

— Y él te ama. —Mikoto tomó su rostro obligándolo a mirarla. — Deidara mi hijo te ama.

Trato de regularizar su respiración y calmar sus sollozos. Cuando lo consiguió se separó de la mujer y limpió sus lágrimas.

—¿Quieres que me quede contigo?

—No, gracias. —Le costó sonreír. —Quiero estar solo.

Mikoto volvió a comunicarle su preocupación antes de irse. Deidara se dirigió hasta el enorme peluche de panda que le había regalado Itachi y se abrazó a él, recordando los hermosos días que había tenido con Itachi. Se sentía terrible por hacerlo sufrir pero si no Madara haría algo en su contra y eso no lo soportaría. Itachi debía estar a salvo y siempre velaría por eso porque lo amaba con furor y como un fuego ardiente que estallaba en su corazón.

Notas finales:

Me dio pena hacer que Ita y Dei rompieran :( pero es una parte que debía de hacerse, luego se veran más de estas consecuencias pero lo que esta claro es que se aman a pesar de todo y lo harán por siempre.

Con lo de Madara, también me costo tomar esa decisión y hacer pasar eso a Dei, por otro lado me imaginé todo y trate de ponerme en su lugar, no se si sea tanto violación por que no fue forzado en el momento concreto, pero por otro lado Deidara si se vio obligado a hacerlo pensando en salvar a Itachi y yo creo que fue tan desvastado como en uno de esos casos.

Otra cosa es con Haku jajaja creo que lo puse muy pesado, no tengo nada en contra de él, me encanta pero necesitaba un poco de esa actitud.

Bueno, nos vemos en el siguiente y aparecerá Naruto y su familia.

Saludos y cualquier duda háganmela saber.


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