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El cielo está en tus ojos por Zeny

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Notas del capitulo:

A/N: ¿Más vale tarde que nunca, no? xD


Disclaimer: Naruto no me pertenece.

Capítulo 8

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_ ¡Corran, corran!

_ Estás seguro de que es por aquí, Konohamaru-kun? – preguntó una voz femenina y sin aliento.

_ ¡Estoy seguro! ¡Mis fuentes son incuestionables!

En efecto, esa bola de cristal que tenía su abuelo era irrefutable.

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El otoño envolvía el crepúsculo. Ni calor ni frío, ni invierno ni verano; era de esos días en el que el viento soplaba, fresco o húmedo dependiendo del momento o del lugar, y revolvía las hojas caídas, arrastrándolas lejos del árbol del que habían descendido. La puesta del sol bañaba todo lo visible con un halo de luz amarillento y naranja, mientras al otro lado del firmamento comenzaba a alzarse una redonda luna llena.

Las hojas marchitas volaron sobre la calle frente a un establecimiento que rebosaba de ruido, risas y charlas.

_ ¿Y eso que estás usando otra ropa?

 El rubio soltó una corta risita y se sobó la nuca.

_ Hehe, este fue el regalo de Sakura-chan. – le contestó el rubio a Kiba, quien se había sorprendido en demasía al notar que, para variar, Naruto había asistido a su propia fiesta de cumpleaños vistiendo un nuevo conjunto.

_ Se ve bastante bien. – cumplimentó Chouji e inmediatamente engulló uno de los trozos de carne a la parrilla que tenían sobre la mesa junto con los demás platos que armaban el banquete.

_ Los cambios son buenos de vez en cuando. – asintió Neji.

En lugar de los pantalones de chándal estaban unos shorts negros que terminaban por debajo de la rodilla y dejaban a la vista las fuertes pantorrillas de rubio. La chamarra era parecida a la anterior, con la diferencia de que la combinación de negro y naranja estaba dispuesta de forma diferente y que tenía una capucha que actualmente reposaba en la espalda del rubio. Al contrario que su anterior ropa, esta dejaba a la vista su bronceado cuello y parte de la tela de la camiseta de malla.

_ Sí, la otra ropa ya empezaba a apestar. – dijo Kiba al cumpleañero.

_ ¿¡A quién le llamas apestoso, perro pulgoso!? – prefirió el rubio con cierto enojo, enfurruñado.

_ Parece que Sakura nos ganó a todos con los regalos, ¿eh? –  dijo Shikamaru con ironía. Las mesas estaban pegadas las unas a las otras para formar una mesa más grande, y todos estaban sentados alrededor. El restaurante había sido reservado para ellos ese día, y Naruto se sentía contento de estar en la compañía de sus amigos.

_ Lo cierto es que yo la acompañé a comprarlo. – añadió Ino con cierto orgullo. Luego se acercó con una sonrisa sugerente - Ya eres mayor de edad, Naruto. ¿Vas a comenzar a explorar el mundo de los adultos?

_ Es cierto. – asintió Shikamaru con media sonrisa. Aunque conociendo a Naruto, el genio Nara intuía que el rubio no pensaría demasiado en romper los tres tabús del shinobi; de seguro seguiría siendo el mismo de siempre. – Pero conociéndote, seguirás siendo el mismo de siempre no importa cuánto envejezcas. – sonrió de lado.

El rubio sonrió algo abochornado. Abrió la boca para responder, pero una voz se le adelantó.

_ Leí en un libro que comprarle ropa a una persona significa que quieres quitársela después…Es como una invitación a tener sexo.

_ ¡Hahahahahahaha! – el Inuzuka no pudo contener sus carcajadas.

A tres segundos de silencio le siguieron las risitas de todos los de la mesa.

_ ¡Sai! – exclamó el rubio con las cejas rubias tan arqueadas que se perdían dentro del protector de la frente, una mezcla de pánico y enojo en su rostro – ¡No se te ocurra decirle eso a Sakura-chan!! ¡Me va a querer matar-tebayo!

El grupo de infantes encabezado por Konohamaru, Moegi y Udon arribó al restaurante y abrieron la puerta de par en par con un estruendo.

_  ¡Naruto-ni-chan!

Naruto se dio la vuelta. Tenía metido en la boca su tenedor y se notaba que había estado comiendo pastel por los restos de merengue que había sobre su labio superior y la comisura de su barbilla. El rubio sonrió ampliamente y se acercó al grupo de niños que habían gritado  su nombre.

_ ¡Feliz cumpleaños! - Cantaron a coro con todo el galio que podían convocar sus jóvenes pulmones, que era mucho. El rubio lanzó una carcajada de alegría al aire y se acercó a ellos.

_ ¡Hey, chicos!

_Naruto-nii-chan! ¡Felicidades! - como buen rival-aprendiz, Konohamaru se adelantó a todos los demás que querían entregar su regalo de primero y le dio a Naruto un paquete envuelto en papel de regalo verde.

Pronto los demás los siguieron y Naruto se vio forzado a cargar las cajitas y más cajitas de distintos colores, todas con algún lazo o dos. El rubio rió contagiado de más por el ánimo y la algarabía de los más pequeños.

_ ¡Gracias, chicos! – gritó con alegría, y la única respuesta a su feliz agradecimiento fue un mar de contentas sonrisas.

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Se cohibió un tanto. No estaba acostumbrado a andar entre multitudes de gentes, mucho menos a participar de eventos tan lúdicos como eran las fiestas o algún tipo de celebración. Esa etapa de su vida había quedado encerrada en el pasado, hacía cinco años.

A su favor estaba esa habilidad de esconder sus sentimientos y parecer indiferente. Y el hecho era, que se sentía algo nervioso por lo que iba a hacer. Nunca había regalado nada a nadie fuera de sus difuntos familiares; y nunca había tenido a alguien preciado para él con el que no compartiera apellido.

La caja pesaba un poco en sus manos, y Sasuke la aferró por los lados conteniendo las ganas de apretar los puños.

Preciado…

¿Naruto era preciado para él?

La respuesta le era tan obvia en ese momento. No había ningún atisbo de confusión en su mente. Sasuke era honesto consigo mismo sobre sus sentimientos, y a pesar de negarlo en ocasiones, porque su orgullo a veces era más fuerte que los latidos acelerados de su corazón, esta vez no había forma de escapar a la afirmación. Pero…

Es solo idiota.

Es solo un amigo.

…Solo eso.

Esa contradicción estaría enarbolada en su cabeza.  La otra parte de su mente, aquella que se aferraba con uñas y dientes a la promesa de venganza del pasado no lo dejaba aceptarlo completamente. Porque aceptarlo implicaría cambiar tantas cosas en su vida, en su propósito…

La verdad le pesaba en el corazón como esa caja en sus manos.

Dio un paso hacia la puerta y se forzó a dejar de pensar en eso.

 

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Konohamaru le lanzó un dango al rubio de ojos azules en la cabeza.

_ ¡Heeeh! ¡Vaya reflejos, Naruto-ni-chan!

_ ¿Por cuántos va ya? – preguntó Kiba burlón – ¿Treinta?

De los niños que habían ido a ver a Naruto, solo Konohamaru se había quedado hasta tarde, pues lo otros traviesos pequeñajos junto a Moegi y Udon habían tenido que volver a sus casas con sus familias.

_ ¡Eso no ha sido nada! ¡Vuelve a hacerlo-tebayo! ¡Vamos!

Konohamaru lo miró algo escéptico, y los demás se rieron discretamente. Era el tercer dango que golpeaba la cara de Naruto y aun el rubio no acertaba a agarrarlo con la boca y tragárselo. Debían haber sabido mejor que desafiar a Naruto a hacer algo. Su persistencia no le permitiría parar hasta que lo lograra.

_ ¿Quién quiere más carne? – preguntó Ino.

_ ¡Yo quiero!

_ ¡Chouji, deja comer a los demás también!

El castaño en cuestión hizo un puchero y sorbió un poco del refresco que tenía en su mano. Shikamaru le palmeó la espalda y le dedicó una pequeña sonrisa amistosa y algo cansada; no importaba la ocasión, Shikamaru siempre parecía como si en cualquier momento fuera a tirarse sobre la superficie plana más cercana para echarse una siesta.

_Toma, yo ya estoy lleno. – El de coleta le tendió su plato y el rostro del chico regordete se iluminó con una sonrisa.

_ ¡Gracias, Shika! – Y procedió a zampárselo.

_ ¡¡¡LO LOGRÉ TEBAYO!!! – clamó una voz jovial y victoriosa. Los demás aplaudieron, y el  rubio pretendió hacer una reverencia como si fuese un afamado mago que acaba de realizar el mejor de los trucos.

_ En el sexto intento.  Qué torpe eres. – completó Sai, sin desprenderse de su exasperante sonrisa. Su forma de ser le hacía a los otros preguntarse si profería esos comentarios a propósito o no. Sobre todo porque el 70 % de la gente a la que se dirigía sentía la necesidad de machacarle la cara con un puñetazo. Sai no entendía nada de eso, pues él solo decía lo que pensaba y su intención era ayudar a la gente. Por eso sentía que debía decirle a Naruto que era un torpe tratando de atrapar dangos con la boca.  Al decirle aquello a la cara su única intención era ayudarle, para que así el rubio se remediara a sí mismo y dejara de ser tan torpe.

Ayudar. Le había costado aprender ese concepto; mas después de leer una decena de libros, por fin lo había entendido. A los amigos se ayuda, como a Sakura o a Naruto. Es algo que debe hacerse desinteresadamente. A los extraños se ayuda también, había leído eso. Por tal razón le había alcanzado aquel libro a ese niño pelinegro que había visto en la biblioteca y ahora se dirigía hacia ellos…

Qué pequeña es Konoha, pensó curioso.

_ ¡Sai! ¡Te voy a matar, maldito! – Naruto se iba a lanzar a darle un merecido puñetazo, pero se detuvo como estatua cuando captó cierta figura en su visión periférica. Sus ojos se cruzaron y hubo un instante de reconocimiento en sus miradas. Azul y negro, ambos con un brillo y una oscuridad única.

_ Oh, el chico de la biblioteca. – dijo Sai.  Kiba, Shikamaru, Chouji, Ino y los demás miraron a ambos pelinegros con cierto desconcierto.

_ ¿Y ese quién es?

_ Debe ser otro de los niños con los que juega Naruto. – cuchicheó la rubia a sus compañeros de equipo, quienes compusieron una pose pensativa.

_ Mah, Naruto es amigo de todos los niños de Konoha, no es para sorprenderse. – afirmó como si nada el pelicastaño, y algunos asintieron concordando. Shikamaru, en cambio,  estrechó ligeramente los ojos, su mirada cansada tornándose improvistamente de un reflejo calculador que casi nadie pudo percibir.

_ No me parece…

_  ¡¿Sasuke!? – Naruto tenía una graciosa y casi adorable expresión de incredulidad en su rostro.

_Estoy de paso. – afirmó con ademán indiferente el chico pelinegro. El comentario del tipo de las marcas rojas en las mejillas le irritó un poco, pero decidió olvidarlo. Sin prestarle más de medio segundo de atención a los demás, se adelantó hacia el rubio y extendió sus brazos. Una caja marrón fue puesta delante de la nariz del rubio, quien parpadeó algo desconcertado.

_ ¿Eh?

_Feliz cumpleaños, idiota.

Como un autómata Naruto tomó la caja, y por inercia se quedó mirándolo con la boca ligeramente abierta. Bajó la vista hacia la superficie de la caja. No había tarjeta, ni lazo, ni nada. ¿Qué era eso? No era un regalo… ¿verdad? Porque por alguna razón, la posibilidad de que fuera un regalo hacía que su corazón palpitara muy rápido, y Naruto no sabía si era a causa de miedo o emoción. O las dos cosas juntas. O algo totalmente diferente.

Ni él mismo se entendía.

Volvió a mirar esos ojos oscuros, misteriosos e inescrutables.

_ Dentro de la caja están las instrucciones. – esbozó una sonrisa de lado que Naruto no pudo dejar de contemplar – Espero que no la dejes morir demasiado pronto, con lo torpe que eres.

Naruto se quedó en blanco.

_ ¡¿Me regalaste una mascota?! – preguntó con su voz casi rozando la histeria.

_ ¡No, idiota! – resopló Sasuke. En vez de dar rienda suelta a su irritación por encontrarse en ese lugar y ser observado por esa gente como si se tratara de la atracción de la fiesta, bajo la voz y susurró, solo para que el rubio lo escuchara. – Es una planta.

Le hubiera gustado dársela en un lugar menos abarrotado, con menos pares de ojos interesados en su conversación. El símbolo de la camiseta azul que llevaba no pasaba desapercibido para nadie.

Los ojos azules se quedaron fijos en el rostro de Sasuke, sorprendidos. Quería gritarle que era un mocoso maleducado, pero su asombro pudo más que sus ganas de devolverle el insulto-apodo de siempre.

_ ¿Una…planta?

_ Asegúrate de cuidarla bien.  – Sin más, se dio la vuelta y se despidió con la mano, mientras metía la otra en su bolsillo. Los amigos de Naruto lo siguieron con la vista hasta que desapareció tras la puerta.

_ ¿Qué es, qué es? – preguntó Ino con interés después de acercarse al rubio - ¿Es un regalo?

_ ¿Eso es obvio, no? Es su cumpleaños. No hay que ser Shikamaru para darse cuenta. – dijo Chouji.

_ Hum…

Los demás rodearon a Naruto mientras este quitaba la tapa de la cara y contemplaba lo que aún tenía duda de que fuera un regalo. Más aún porque veía de Sasuke, la persona que menos esperaba que le diera algo en ese día.

Una maceta con tierra y una pequeña plantica en el cetro acaparó su vista. Su mente quedó en blanco por un segundo.  ¿Cómo Sasuke se había  enterado de que era su cumpleaños? No se lo había dicho…No porque no quisiera, sino porque si siquiera se había acordado de hacerlo.

Junto a la maceta había una hoja de papel doblada cuidadosamente, que sacó y desdobló con lentitud. Ino, Shikamaru, Konohamaru, Tenten y Chouji se pusieron detrás del rubio con visible interés y desfachatada curiosidad.

_¿ Eres amigo de Uchiha también, Naruto-ni-chan?

La mención del apellido del legendario clan pareció sacar al rubio de su estupor, quien cerró la nota inmediatamente y se giró para encarar a sus amigos sospechosamente.

_ ¿Y ustedes qué hacen, eh? – estrechó los ojos y se guardó la nota en el bolsillo. Los demás fingieron inocencia, y por qué no, demencia. A excepción de Shikamaru, que simplemente se encogió de hombros y fue a sentarse de nuevo.

_ Hehe…Te estábamos quitando un pelo de tu chamarra nueva. – rió la rubia nerviosamente, y sacudió la espalda del rubio como si estuviera quitándole polvo.

Naruto tapó la planta y colocó la caja con cuidado sobre la mesa que alojaba los presentes que había recibido ese día. La mirada perdida de sus ojos azules dejaba entrever las cavilaciones que se llevaban a cabo en su mente. Pensamientos confusos, algo revueltos. ¿Titubeaba acaso el Uzumaki  Naruto? Miró la puerta del restaurante: la figura de Sasuke y el símbolo Uchiha en su espalda aparecieron en su mente como una imagen repetida en varios momentos en del cercano pasado.

_ ¡Naruto-nii-chan, apuesto a que no puedes atrapar tres dangos a la vez!

Se giró hacia la voz que había lanzado el desafío componiendo una enorme sonrisa.

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Le pareció sentir una especie de vértigo, pero probablemente fue solo su imaginación. A sus espaldas estaba aquel ruidoso restaurante que por alguna razón se había aquietado un poco. No escuchaba la voz del rubio; todo lo que podía percibir eran discretos murmullos que no llegaba a entender. No le importaban, de todos modos. Había hecho lo que había querido, ahora se marcharía de ahí, de vuelta a su rutina nocturna.

Le quedaban varios pergaminos que leer, y mientras Naruto celebrara su cumpleaños con sus amigos, él pensaría sobre cierto asunto importante.

¿Debería ir? O…

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A veces es mejor enfocarse en tareas simples y no penar en nada. Permanecer con la mente en blanco mientras el cuerpo obedece las órdenes absolutas y escuetas q envía el cerebro a cada fibra, cada nervio, cada músculo.

La parte inconsciente, sin embargo, que abarcaba la inabarcable imaginación y algunos otros secretos insondables se rebelaba contra el mandamiento de su mente consciente y su pretencioso absolutismo. La rutina acostumbrada de cortar vegetales no era suficiente para espantar los recuerdos recientes. Hasta él se daba cuenta de que había sido un poco brusco con Naruto al darle el regalo, tan seco y escueto como su mente trataba de ser. La verdad era que hubiera deseado quedarse un poco más, hablarle... o solo tenerlo en frente y sentir su presencia. Era "algo" agradable.

Aunque  no era para tanto.

Su presencia era cálida, incluso algo atrayente.... como si Naruto fuese un imán que lo forzara a acercarse. Pero el ambiente y aquel restaurante apilado con rostros desconocidos lo había hecho desistir hasta de hacerle saber al rubio idiota el significado de su regalo. Se limitaría a callar y nunca mencionarlo.

Una parte de él, aquella parte rebelde que adoraba el azul de esos ojos se negaba a zanjar el asunto de esa forma.

_ ¿Aún no has comido?

Esa presencia... A su espalda, emanando aquel calor regocijante.

Pudo sentir la respiración del rubio en su cabeza, en su cabello. Puso el cuchillo sobre la tabla de madera junto a los vegetales picados, y se giró.

_ ¿Qué haces aquí?

Había estado a punto de sacar algo del refrigerador, y se había quedado con la mano en la puerta sin moverse. Sin ser capaz de hacerlo. Había pensado antes en hacer algo sobre la actitud del rubio. No quería permitirle entrar más a su apartamento de esa manera…Aun cuando esas sorpresas que le erizaban el vello de la nuca terminaran siendo extrañamente agradables. Podía sentir la leve brisa que escapaba de la nariz y la boca de la presencia a su espalda, que a pesar de la molesta cercanía, no había hecho nada para apartarse. Sasuke tampoco había hecho nada. Se le había quedado la mente en blanco y los brazos tiesos.

_ ¿Pensabas que te iba dejar marcharte así como así? Eres un poco idiota, mocoso.

Los insultos tenían una característica catalizadora que removía al parecer el shock y activaba el cerebro, pues la palabra “idiota”, que solía ser el insulto por excelencia hacia el rubio dirigida hacia él lo hizo fruncir el ceño y darle un codazo.

No reacciones, maldita sea.

_ ¡Auu! ¡Mocoso! ¿Ni porque es mi cumpleaños, eh?!

Sasuke se dio la vuelta rápidamente y se cruzó de brazos. Lo escrutó con ojos entrecerrados, su rostro serio y el ceño fruncido. ¿Por qué estaba Naruto ahí? ¿No debería estar de fiesta con sus amigos?

Ante la exigente pregunta del pelinegro, Naruto esbozó una sonrisa. Lo miró a los ojos.

_Feliz Cumpleaños.

_ …

De seguro el muy idiota se había tropezado en el camino a su apartamento. O tal vez con ese truquito que hacía para teletransportarse se había dejado atrás las neuronas.

_Baka, mi cumpleaños fue en julio.

_ Nunca es tarde para decirlo, ¿sabes?

_ …

¿En eso estaba pensando Naruto?

_ Pensé… - Cuando Naruto hablaba bajo, su voz se enronquecía levemente. Era un murmullo agradable y entendible que lograba abarcar toda la atención de Sasuke. - Por ese entonces  no te conocía, y como eres tan amargado, seguro que no celebraste tu cumpleaños. – había bajado la vista y tenía una extraña sonrisa en su rostro. – Me hubiera gustado celebrarlo contigo… - alzó la mirada y le tendió una bolsa. – Así que…Feliz Cumpleaños atrasado, mocoso.

Naruto contempló la cara del niño en frente suyo. La seriedad y el escepticismo de antes habían sido opacados por la sorpresa y la confusión que ahora eran notables en su rostro de cremosa palidez. ¿Qué estaría pasando por esa cabecita? Había momentos en los que entendía lo que Sasuke sentía; otros, como este, lo dejaba confuso y ligeramente nervioso ¿Nervioso? No sabía por qué se sentía  así.  No solía pensar mucho las cosas antes de hacerlas. Lo suyo, como todos los que lo conocían sabían, era actuar con el impulso del momento.

Sasuke bajó la mirada.

_ Mi padres solía cultivarlas en el jardín. – murmuró el pelinegro.

Naruto ladeó la cabeza levemente indicando que no comprendía a qué se refería, pero se abstuvo de decir nada más. Quería escuchar a Sasuke.

_ Creo que era una de las pocas veces en las que mi padre no se veía tan serio…Y parecía…feliz, mientras las sembraba con mi madre.

Parecía que Sasuke estuviera hablando para sí mismo. El rubio se inclinó un poco hacia delante, queriendo oír bien las palabras que murmuraba. Era como si en esos breves instantes en los que había apartado su mirada y entrecerrado sus ojos oscuros el chico hubiera viajado al pasado.

_ Siempre que veo alguna, me acuerdo…de ellos.

Naruto sonrió de oreja a oreja. El pecho se le inundó de un calor agradable, como la sensación de las aguas termales bañando su piel.

_Hehe…así que soy especial para ti, ¿eh?

Mientras decía esto, Naruto se acercó más pensando que la cercanía haría sentir incómodo al chico y así lograría fastidiarlo.  No importaba que los años pasaran, Naruto seguiría siendo el mismo malandrín juguetón de siempre al que le encantaba gastar bromas. Y resultaba que para Naruto, Sasuke era muy fastidiable.

Que esa palabra no existiera no era ningún problema para él.

_ …

Las mejillas de Sasuke se tornaron de un color sonrosado que a Naruto le agradó, por alguna extrañísima razón. Tal vez no era eso, sino el hecho de que le hacía inexplicablemente feliz el que Sasuke le hubiera dado semejante regalo. El rubio no sabía mucho sobre su propia familia, y había conocido a sus padres por intervalos de tiempos tan cortos que no se podrían llamar convivencia; pero estaba completamente seguro que era algo especial para Sasuke, un recuerdo que atesoraba.

_ Yo sabía que en el fondo, muy en el fondo de tu corazón amargado eras muy ador- ¡Auch!

_ Quítate del medio, idiota.

_ ¡Hey, no me golpees!

_ ¡Hum!

_ ¡Nada de “hum”! ¡Se supone que es mi cumpleaños! ¡Hónrame y llámame Naruto-sama!

_ Ni en tus sueños, idiota.

_ Pff. Tomatito-chan es un amargado. – Sasuke le dedicó una mirada asesina. Aún estaba ruborizado y para el rubio,  su rostro se veía gracioso y lindo.

El pelinegro examinó el contenido de la bolsa que le había dado Naruto.

_ …

Eran tomates. Rojos, redondos y grandes tomates. Y cada uno le pertenecía a él.

Sabía que si levantaba la vista Naruto se burlaría de su cara, así que le dio la espalda  y procedió a guardarlos en el refrigerador. Sentía calor en su cara y posiblemente en sus orejas también. Era a la vez tan agradable como vergonzoso.

Más que nada, lo hacía querer sonreír.

_ …Gracias. – susurró mientras ordenaba los tomates.

El rubio sonrió de oreja a oreja con los cachetes rojos de dicha.

_ De nada, mocoso.

¿Dicha? Sí. Se sentía dichoso de que Sasuke, aunque tratara de escondérselo, se sintiera bien.

_ ¡Bueno! Pensé que como era tarde sería mejor comer algo rápido. – dijo Naruto muy satisfecho de sí mismo. A le vez que hablaba fue colocando el contenido de las bolsas en la mesa.  – Había muuuucha comida, así que traje un poco para los dos.  ¡Tenemos carne,… onigiris y ramen!

Sasuke bufó y procedió a sacar agua y jugo de la nevera, para acompañar la comida. Tomó vasos, platos y palillos de la encimera de la cocina y lo puso todo en la mesa. Naruto se sentó también, impaciente por empezar a comer.

_ ¿No comiste en tu fiesta? – preguntó el pelinegro con una ceja alzada. Su rostro había vuelto a su acostumbrada tranquilidad algo estoica, pero el sentimiento de antes aún no desaparecía de sus ojos.

_ Ya tengo hambre otra vez-tebayo. – contestó con un puchero. Eso era verdad. Su otra razón era que le gustaba comer acompañado de Sasuke.

Los ojos oscuros lo miraron con aburrimiento. Sasuke suspiró.

_ Itadakimasu.

_ ¡Itadakimasu!

La carne estaba todavía caliente, y los onigiris también. Naruto observó con detenimiento la manera en la que Sasuke comía. Parecía hacer cada movimiento con una elegancia natural que seguramente había aprendido desde pequeño. Lo primero que el pelinegro se llevó a la boca fue una bola de arroz, y sus hombros parecieron relajarse cuando dio el primer bocado.

¿Le gustan?, se preguntó curioso el rubio.

Naruto quitó el papel metálico del bol de ramen  que se había traído de la fiesta y comenzó a devorarlo con lentitud, pues  su atención estaba mayormente en el rostro pálido frente a él. Sasuke se veía realmente tranquilo cuando comía, pensó. Era como si dejara caer esa armadura invisible que llevaba siempre.

Hmm…me pregunto…

_ ¡Hey, Sasuke! Vas a comer pastel, ¿verdad?

_No me gusta, ya te lo dije.

_ ¡Y yo te dije que es imposible que no te gusten los pasteles-tebayo! ¡Anda! Estamos celebrando nuestros cumpleaños. Solo un pedacito – instó el rubio mientras picaba un pedazo de pastel… con las manos. – Vamos, di “Aaah”.

_... – Sasuke no se movió del lugar y mantuvo la boca cerrada, por si acaso.

_ ¡Aaanda! ¡Abre la boca! – Naruto le acercó sus dedos con el trozo de pastel, y el pelinegro se echó un poco hacia atrás. – Ábrela-tebayooo.

_No. – murmuró entre dientes.

_ ¡Solo un poquito! – lo volvió a acercar, y Sasuke volvió a echarse hacia atrás.

La mano de Sasuke apartó la del rubio sin mucha brusquedad. Le lanzó una mirada de ceño fruncido con un tic en su fina ceja izquierda.

_Déjame comer en paz, idiota.

_Pfff, mocoso amargado. – rezongó el rubio haciendo un puchero. Con total descuido entonces se comió el pedazo de pastel él mismo.

Sasuke vio como después se limpió los dedos embarrados de merengue con la lengua. Sus ojos negros captaron el movimiento con precisión, tanto que segundos después se preguntó si no había activado el sharingan deliberadamente.

Esperaba por su bien que no.

_...Idiota insistente.

_ ¡Soy persistente! – exclamó muy orgulloso de sí mismo Naruto, y Sasuke lo miró con una gotita en la sien. Al parecer creía que era una buena cualidad.

Aunque, de cierta manera, sí lo era. No sabía que hubiera sido de su… “relación”, si no fuera por esa exuberante característica.

_ Hm. – una pequeña sonrisa adornó los labios de Sasuke, y Naruto la contempló con alegría.

Tiene una sonrisa que… Oh, ¡se distrajo!

 En un movimiento rápido, untó sus dedos con el merengue de uno de los pasteles y embarró la barbilla pálida y los rosados labios.

_ ¡Qué demonios--mh!?

_ ¡Hahaha! ¡Lo probaste!

El dulzor del merengue sorprendió a Sasuke. Pero la sensación que definitivamente no desapareció fue la de esos dedos tocando sus labios. Estaba seguro que en el futuro no sería capaz de olvidarla, y posiblemente la reviviría cada vez que lo recordara.

Maldito rubio que le alteraba el cerebro de esa manera. Escondió su vergüenza con un gesto molesto y lo miró con las cejas juntas y arrugadas.

_Tsk, ¡descerebrado! –  con prisa trató de limpiarse y:

Le arrojó a la cara lo primero que su mano encontró.

_ ¡Ay! Oye, ¡no me tires bolas de arroz-tebayo!

_Cállate, idiota, ¡y déjame comer en paz!

Unos fideos cayeron en la cabeza de Sasuke, sobre su cuidado y limpio, recién lavado cabello. Porque daba la casualidad que Sasuke se había duchado minutos antes de que llegara Naruto.

_ ¡Haha! Te lo merecías por- ! ¡Hey!

Sasuke se puso de pie y le echó el vaso de zumo de naranja casi helado sobre la cabeza. Naruto se estremeció del frío .El jugo se deslizó entre sus cabellos dorados y húmedos hasta su frente, cayó por sus sienes y sus mejillas hasta que unas gotas se desvanecieron en la tela oscura de la ropa del rubio. Los ojos azules miraron a Sasuke acusadoramente.

_ ¡Mocoso!

_ ¡Idiota!

_ ¡Mocoso!

_ ¡Idiota!

Pedazos de carne, de pastel y bolas de arroz fueron arrojados con la rapidez y la precisión de unos ninjas bien entrenados.

_ ¡Agh, idiota! ¡Deja de arrojarme comida!

_ ¡Me detendré cuando tú lo hagas, mocoso creído!

Fideos… sopa… Un plato…

_ ¡Wuoh! ¡Oye, eso no era comida!

_Pero te hubiera golpeado de todas formas, ¿verdad?

Esa sonrisa arrogante y ladina le daban unas ganas a Naruto de…

_ ¡Serás -!

_Oi-  ¡idiota!

Naruto rodeó la mesa hasta estar en frente de Sasuke – los dos se habían puesto de pie – y le restregó lo que quedaba de pastel en la cara.

_...

_ ¡Pfff! ¡Lo sabía, Sasuke, en el fondo eres muy dulce, HAHAHAHAHA!

Los hombros y los brazos de Sasuke empezaron a temblar de ira, rígidos y con ganas de golpear algo. Concretamente, la cara de cierto rubio. Su figura pareció rodearse de un aura oscura que hizo a Naruto dudar por un momento si había hecho bien en presentarle a Sasuke la dulzura del mundo. Literalmente.

_ ¡Te voy a matar!

_ ¡Woahh! ¡Cálmate-tebayo!

El endemoniado pelinegro lo persiguió alrededor de la mesa, por aquí y por allá, cambiando la dirección de vez en cuando, hasta que se dio cuenta de que era realmente estúpido estar dando vueltas en el mismo lugar. Sasuke gruñó de frustración y le lanzó una mirada asesina a la sonriente, divertida y molestamente desafiante cara de Naruto. Entonces de un salto se paró en la mesa, pisando platos, palillos y quién sabe qué más,  y se impulsó flexionando sus piernas hasta lanzarse sobre el rubio y derribarlo en el suelo con su peso.

_  ¡Agh!

_ ¡Eres demasiado infantil para ser mayor que yo! – le tiró de la nariz. Fuerte.

_ ¡AAAYY! ¡Ayayayayay, Sass-kee, ¡sueeeta mi pobe nariz tebajjjho! – a Naruto le salió una voz como la de un cerdo o un pato ronco, tan aguda y rara--tan graciosa, que de un manera muy sádica hizo que el pelinegro quisiera apretarla y halarla aún más. Pobre nariz.

_ ¡Si te digo que no me gusta lo dulce, pues no me gusta y punto!

No le soltó la nariz, y hay que decir que su rostro seguía sucio con merengue, arroz y salsa, y su cabello tenía un par de fideos todavía colgando. Naruto estaba en una situación similar, con el rostro pegajoso y la ropa manchada. Su cabello parecía un descuidado nido con arroz y pastel.

¡Vaal-le, vaal-le, yia entjendííí-tebajjoo! – rogó el rubio a la vez que manoteaba tratando de liberar su miserable nariz - ¡Heeh no lo haggo máááhg, no lo haggAyyy,  ¡no meh la tuerggzas, ´soo duejjle! ¡Me la quiegres arrahn-caggr o quééh!?

_ ¡Si vuelves a hacer eso, te tiraré de las orejas hasta que me harte!

Dios, Sasuke no se reconocía. ¿Quién hubiera pensado que podría llegar a ser tan...eeh…impulsivo?

_ ¡Eee-thá behn-tebajjjo! – lloriqueó infantilmente – ¡Juelta mi pobeeh najii!

_Hm. Más te vale, idiota.

Liberó la nariz colorada del rubio y lo miró con suficiencia mientras este se sobaba. Se lo tenía merecido, pensó satisfecho.

_Qué cruel eres-tebayo… - se quejó el otro, y Sasuke se dio cuenta.

Se dio cuenta de que estaba sentado encima de Naruto, en su abdomen, con el rubio tirado en el piso de la cocina. De reojo vio que había comida también en el suelo, y mentalmente se regañó por dejarse llevar. Tendría que ponerse a limpiar…

_ ¿Por qué mi nariz?

_¿Por qué mi cabello? – preguntó irónicamente el pelinegro.

_Hehe, es que se me hace gracioso. Está parado al final, como si no tuviera gravedad. ¡Nunca he visto un cabello así-tebayo!

_...Hm. – un ligero tinte carmín cubrió las mejillas de Sasuke, hecho que trató de disimular inmediatamente con una sonrisa de lado. – Yo no soy el único que tiene una característica rara – le señaló sus mejillas.

_ ¿Estas? Ah, nací con ellas. – dijo con una pequeña sonrisa y se quedó en silencio. Sasuke no sabía si iba a continuar hablando o no, así que no dijo nada. En unos segundos, Naruto cerró los ojos y se quedó en el piso recostado – Como estuve en el vientre de mi mamá cuando ella era jinchuriki, el chakra de Kurama—Kyubi, debió tener algo que ver. Eso creo…

Se quedó mirando el rostro relajado de Naruto. Era la segunda vez que lo veía con una expresión como esa. Tenía que admitirlo…Le gustaba tanto como su sonrisa… Las facciones del rubio quedaban un poco más suavizadas, y se podían observar sus rasgos con más detenimiento: su nariz era perfilada, aunque algo tosca; las cejas no eran ni gruesas  ni finas, y se veían algo descuidadas. Las pestañas doradas tampoco eran muy largas, pero acariciaban el rostro del rubio al tener los párpados cerrados y Sasuke no podía dejar de contemplarlo. Su mirada siguió explorando, hasta llegar a esos…carnosos…labios.

Debió quedarse ensimismado o algo parecido, porque se sintió agitado de improvisto. A la vista de sus ojos entornados, los labios de Naruto parecían hipnotizarlo. Y esos labios estaban ahora ligeramente curvados hacia arriba, en una pequeña sonrisa.

Entreabrió la boca sin darse cuenta.

_Haah, me siento cansado…y sucio, hehehe. ¿Puedo bañarme aquí, Sasuk-Agh! 

_Tsk!

Sin prestar mucha atención el rubio se había empezado incorporar y había hecho que sus frentes chocaran. Sasuke sintió un grano de arroz pegarse a su pestaña izquierda y parpadeó repetidas veces para quitarlo. Se quedó petrificado,  con los ojos abiertos desmesuradamente.

 ¿Qué…?

Pero ya había sucedido, y fue imposible para Sasuke echarse hacia atrás y separarse de esos cálidos y suaves labios. Presionó su boca con los ojos cerrados, sus manos torpemente aferrando la ropa de Naruto. No estaba pensado, porque si un solo pensamiento  se hubiera cruzado por su cabeza en ese momento probablemente estaría planeando ya su propio funeral; su cuerpo y su mente estaban solamente enfocados en el eléctrico contacto y en las súbitas corrientes que relampaguearon sobre su cuerpo. Su boca, osada y ansiosa por más, se movió soltando un corto jadeo. Su respiración estaba descontrolada, su pulso martilleaba en su cuello, en sus sienes, en su pecho. Escuchó el jadeo ahogado de Naruto, y por instinto decidió probar con algo más que sus labios esa boca entreabierta. Su lengua acarició con ansiedad el caliente interior; el sabor lo sorprendió y sintió un delicioso vuelco en el estómago. La sensación era maravillosa.

Su gemido excitado y plagado de una desconocida necesidad quedó atrapado dentro de la húmeda caverna. Pero escucharse a sí mismo fue lo que lo sacó del ensimismamiento.

Naruto le devolvía la mirada estupefacta con una cercanía casi imposible.

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Notas finales:

A/N: ¡Fiuuuuu! ¿Cuántas semanas han sido? Porque no llevo la cuenta xDU Lo siento mucho, estuve algo ocupada y con poco tiempo libre. (Incluso no pude contestar la mayoría de los reviews  ;_;) Sé que no es excusa, pero me disculpo igual.  De todas formas, espero que este capi les haya gustado y haya compensado la espera : 3


¡Acepto vuestros reviews con los brazos abiertos!


 ¡Nos leemos pronto!


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