POV ¿?
Es el primer fin de semana sin instituto. Tengo que admitir que las cosas han sido algo complicadas. Nueva ciudad, nueva casa, nuevo instituto, nuevos maestros, nuevos compañeros, nuevas amistades... Nuevos sentimientos. Tengo que admitir que nunca antes había sentido algo tan fuerte que hiciera latir mi corazón. Había leído del amor antes, pero nunca imagine que fuera algo tan espectacular. Claro, es un amor no correspondido, sin embargo, eso no impedirá que luche por él.
Al principio... me sentí nervioso de que fuera algo incorrecto. Es decir, dos hombres enamorados << ¡qué pecado tan grande! ¿¡Qué dirían mis padres!? >> A pesar de eso, no me importó guardar ese amor en mi corazón.
Camino por la ruta rumbo a la casa del dueño de mi corazón. El día es perfecto para hacer un picnic, ir a jugar algo de tenis, fútbol o basquetbol. Con una playera blanca y un pants de yoga gris, de tela liviana; llego a la casa Scorpio. Presiono el botón rojo del timbre y al ver que la luz roja ha encendido, saludo.
- Buen día ¿se encuentra Milo? -Sonrío como si la persona al otro lado del parlante pudiera verme.
- ¿De parte de quién? -La voz de la señora Scorpio no se hace esperar.
- Un compañero del instituto. Quedamos en que vendría hoy.
Mi corazón late fuertemente de nerviosismo tras escuchar un "En seguida voy". Es la primera vez que veré a la mamá de Milo, debo de dar una buena impresión. Mis manos sostienen con firmeza la cesta que he preparado con algunos bocadillos.
- ¡Pero qué joven tan galán! Debes de ser el estudiante extranjero del que Milo ha hablado. - Me ruborizo ante el halago mientras como una de las galletas que ha traído. - Milo no tarda en regresar. Fue a buscar a su amigo, Aioria; tengo entendido que los acompañaría.
- Milo ha hablado sobre mí, ¿eh? -Dejo salir mis pensamientos.
- Sí, sí. Tengo que agradecerte, ya que él no estaba muy contento con el estudiar en el Instituto de Derecho. Ha cambiado mucho de hace unos meses para acá. - Hace una pausa como si recordase algo doloroso. - Él había caído en una depresión muy grande debido a que un amigo muy querido tuvo que mudarse al extranjero y nunca más supo de él. Ahora, lo he visto sonreír nuevamente. Eso es gracias a ti.
Las campanillas puestas en la puerta de entrada suenan anunciando que alguien acaba de llegar. Tal y como pensé, Milo se encontraba con una sonrisa agitada.
- Perdón. Aioria no podrá acompañarnos, le ha salido una cita de estudio de lenguaje extranjero a último minuto. - Toma asiento junto a su madre.
- ¡Oh! A todo esto, aún no sé tu nombre. - Exclama apenada dirigiéndose a mí.
- Es mi culpa por no presentarlos. - Se adelanta Milo al hablar. - Mamá él es Aphrodite. Aphrodite ella es mi madre, Kardia. - Seguido de eso estrecho la cálida mano de la madre de Milo quien devuelve el gesto con una sonrisa.
Tras despedirnos de la madre de Milo, caminamos por toda la ciudad buscando un parque disponible para jugar basketball y comer. Por lo visto, todos los parques que hemos pasado se encontraban bandas de distintos centros educativos practicando para la ceremonia de clausura o bien, simplemente se encontraban cerrados.
- Me duelen los pies... - Susurro más para mí que para otras personas.
- Ya casi llegamos, mira. Ese parque se parece tranquilo. Pero, la cancha de deportes no es tan grande. - Tuerce sus labios en un gesto que dice "no hay de otra".
Caminamos por un sendero que conduce a un área verde muy linda, por lo que he escuchado de parte de Milo. Al parecer ha estado acá con anterioridad. Animado, veo su rostro. Una expresión de melancolía se refleja en él, queriendo ser ocultada por una sonrisa a medias. << ¿Ocurre algo malo? No he dicho nada que lo haga sentir triste, ¿o si? >> Busco su mano y la tomo, entrelazando nuestros dedos; haciéndole saber que pase lo que pase estaré con él. Fija su mirada en mí, luego ve nuestras manos juntas, regresando a penetrar profundo en mis ojos. Con una ojeada de rechazo, alza una ceja viendo hacia adelante, como si buscara un todo en la nada. Sin embargo, su mano sostiene más firmemente la mía. Eso me hace muy feliz.
- ¡Mira este lugar es perfecto! - Exclamo al llegar a un pequeño claro rodeado de algunos árboles y arbustos frente a un lago artificial.
- Supongo que si... - Cabizbajo, suelta mi mano; sentándose de una sobre el césped.
Me apresuro a sacar la manta del cesto, para que pueda sentarse sobre algo limpio. Procedo a preparar los bocadillos de una vez.
- ¿Por qué no te sientas acá? - Pregunto con tono bajo. Me siento preocupado por él. Rápidamente, toma asiento al otro lado de la manta sin dirigirme la palabra. - ¿Sucede algo? - Cuestiono al fin.
- ¿A qué te refieres?
- Bueno, has estado algo raro. ¿Hice algo malo? ¿Dije algo inapropiado? - Exteriorizo mis dudas.
Vuelve a mirarme como si buscase alguna respuesta. Tras unos minutos en silencio decide quedarse callado, negando con la cabeza lo que le he cuestionado.
- Entiendo. ¿Puedo ayudarte en algo?
Desliza su cuerpo para estar a mi lado, recostando su cabeza en mis piernas extendidas.
- Sabes... En el poco tiempo que llevo de conocerte te he ganado mucha confianza; así que creo puedo contarte esto. Porque, eres mi amigo después de todo. - "Eres mi amigo" , sus palabras fueron con filo directo a mi corazón. - Este lugar me trae lindos recuerdos... - Hace una pausa en su narración para suspirar pesadamente. - Acá tuve mi primer beso con Camus, mi novio... ex novio. No tengo idea de lo que somos ahora. - Mis ojos se abren con cada palabra dicha. Nunca antes había oído de ese tal Camus, pero estoy seguro que es la persona de la cual la madre de Milo me habló. Así que Milo tuvo un novio. - Tengo buenos recuerdos... Buenos, pero dolorosos. - Cierra sus ojos tratando de que no viese como estos se han tornado llorosos.
A través de sus párpados que permanecen cerrados con fuerza puedo ver a través de su alma, su mirada le delata, << Él aun lo ama. >> Sin embargo, el pensar que él es homosexual ya me da una gran esperanza para arriesgarme. Mi cuerpo actúa por instinto o deseo, acercando mi rostro rumbo al suyo, melancólico. Aprovechando sus labios semi abiertos, deposito un beso. Un muy anhelado beso para mí.
<< No me importa si ama a alguien más, mientras quiera estar a mi lado. Seguiré siendo nada más y nada menos que un simple sustituto, estoy bien con eso. >>
Los días pasaron, volviéndose meses. Hundiéndome en el tonto pensamiento de conformación. Como de costumbre, la mañana de los sábados; despierto en la amplia cama de mi solitaria habitación, en mi solitaria casa. Mis padres se encuentran en un viaje de negocios, como de costumbre. Respiro profundamente al sentarme, sintiendo un dolor en mi trasero debido a la fricción del sexo salvaje sin descanso la noche previa. Las esposas junto con las prendas, tiradas en el suelo. Volteo a mi derecha para ver a mi acompañante quien yace aun dormido a mi lado, repitiendo ese nombre sin cesar; arrancándome lágrimas silenciosas que consumen mi alma sin poder siquiera replicar, pues a su lado soy la nada. "Camus".