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Tras mi verdadero amor por Shuneii

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Notas del capitulo:

Hola nuevamente, les traigo el capítulo No. 4 de esta historia. Gracias por sus comentarios. Me alegra mucho que les guste el fic. Cabe decir que me basé en el año escolar de mi país, eso no afecta el que la historia se dé en Atenas. Iniciamos en enero, semana santa en abril, Vacaciones de medio año en junio (justo ahora) y concluimos en octubre.

Por cierto Leo no cassiopeia, ya te he mandado el dibujo del capítulo 2. 

Bueno sin más que decir. Disfruten ^^

POV MILO

     Han pasado ya dos años y medio desde que Camus se volvió nuestro amigo. Desde ese día las cosas han cambiado mucho. Al principio fue muy frío y algo egoísta; como cuando no nos quiso dar de sus pelminis ese primer día de clases del primer año, pero con el pasar del tiempo fuimos descubriendo una faceta de él que no cualquiera llegaría a conocer. Me siento realmente alegre de que me haya permitido ser su amigo.

     Como sea, vacaciones de medio año ya dieron inicio. Una semana y media solo para descansar, disfrutar y sin pensar en lo absoluto en el instituto.

     Quedamos con Camus y Aioria en juntarnos en mi casa para una tarde de películas solo nosotros tres. Mis padres regresarían mañana por la tarde de su viaje de trabajo a una de las ciudades cercanas, así que tendremos la casa para nosotros solos. Así es, tarde de películas, una ¿pijamada? ¿Pijamada masculina? Una noche nosotros solos, y el desayuno del día siguiente. 

 

     Me despido de mis padres quienes antes de irse me hacen prometerles que la casa estaría en perfectas condiciones para cuando volvieran. Algo que me parece ilógico ¿qué podría hacer con un día que estén fuera? Me refiero a que Camus y Aioria solamente vendrán a pasar la noche para hacerme compañía. No es como si le fuéramos a prender fuego dentro de la casa, en media sala de estar o realizar una fiesta salvaje con chicas en bikini... O mejor Camus en bikini. Digo, no será nada del otro mundo. Solamente, una noche de películas, cena ligera, desayuno y almuerzo del día siguiente y, cada quien a su casa.

      Corro dentro de la casa poniendo todo en su lugar. Arreglo la cocina y dejo listo los paquetes de palomitas de maíz con extra mantequilla para cuando mis queridos amigos lleguen y decidamos qué películas ver. Volviendo a la sala, hago un listado de las películas que deberíamos ver y en qué orden, empezando por las más interesantes seguidas por una que otra comedia y terminando con alguna de terror.

-Con suerte a Camus le dará miedo y me abrazará. - Pensé en voz alta. ¿Qué me ocurre? No es como si me gustara Camus, simplemente él no soporta las cosas de miedo, pareciese un niño pequeño.

     Dejo las películas a un lado. ¿Qué me falta? Películas, palomitas de maíz, la sala está en orden. ¡Cierto! Algunas frazadas para arroparnos, será mejor que traiga de una vez cojines para pasar la noche sin ninguna incomodidad.

     Subo a la habitación de mis padres y tomo todo lo que puedo. Una frazada y cuatro cojines. Serán suficientes para Aioria. Bajé a la sala y lo acomodé. Ahora tendría que asaltar mi habitación.

     Corro a mi próxima parada. En mi habitación tenía una frazada y dos cojines más. Me hace falta una frazada más o de lo contrario tendría que compartir con Camus y brindarle calor a con mi cuerpo. Claro que compartir no es un problema para mi, al contrario, estaría más que encantado. Y de nuevo, Camus se cruza en mi mente. Tal parece que últimamente él llena mis pensamientos, no sé el por qué.

     Abro mi closet, logrando ver una frazada justo hasta abajo del estante frente a mí. A como puedo, trato de sacarla cuidadosamente con una sola mano ya que en la otra sostengo las dos almohadas y la frazada. Pero por lo visto eso no tuvo buenos resultados ya que una fila completa de camisas cayó al suelo y con ellas un libro que dio justo en mi frente. Aquí estabas ¿eh?

      El "álbum de recuerdos, alberga prácticamente toda mi vida. Mis padres lo iniciaron cuando llegué a la casa. Así que la primer fotografía es de mi primer cumpleaños justo el día que me adoptaron. Cuando fui creciendo yo mismo lo seguí llenando con más y más fotografías. Algunas con mis padres, mis primos y abuelos. Luego vendrían las del instituto, en algunas de ellas Aioria hacía su aparición. Los concursos en los que mamá me hacía participar. Siempre quedaba en el puesto de "chico simpatía" o algo por el estilo debido a mi "carisma", al menos eso dice mi madre. También tengo fotografías de mi  graduación del sexto curso. Luego de eso, da inicio la sección de favoritas. Siempre que veo estas fotografías sonrío. Los dos años y medio junto a mis dos mejores amigos. Cualquiera diría que es demasiado cursi tener una cosa así pero para mí es un valioso tesoro. Mis memorias, mis recuerdos.

     El timbre me saca de mis pensamientos anunciando que Aioria y Camus ya han llegado. Tomo el álbum y la frazada, que con algo más que esfuerzo saqué de mi closet hace unos segundos, con mi mano libre e inmediatamente bajo a la sala. Acomodo un poco las cosas colocando el álbum en sobre el sofá, cerrado. 

-¡Vamos Milo, abre la puerta ya! - Escucho los gritos de Aioria desde afuera. No era una persona muy paciente, él timbre ya había sonado unas cinco veces.

-Aioria. ¿Quieres callarte, por favor? - Y la melodiosa voz de Camus tratando de callar a Aioria.

     Ya listo todo decido abrir la puerta sin saber la sorpresiva escena que me tocaría presenciar. Camus cubre la boca a Aioria con ambas manos mientras el otro hace un esfuerzo imposible por gritar sin obtener resultado alguno. Tal es su esfuerzo que sus ojos están cerrados. También logro ver de un lado al pie de la puerta un bolsón aparentemente vacío mientras que del otro lado dos maletines completamente llenos.

-Chicos. ¿Gustan pasar? - Dije en tono burlón llamando su atención. Ninguno de los dos había notado mi presencia puesto que Aioria tenía los ojos cerrados y Camus estaba de espalda hacia mí. 

      Tal como lo sospeché Aioria toma el bolsón y Camus los maletines. Entran en mi casa, Aioria toma asiento en el sofá y Camus simplemente se descansa su peso en una columna cercana.

-Camus... Podría saber ¿por qué traes tanto? - la duda carcomía mi interior ¿acaso Camus planea quedarse acá una semana entera? Para mí, eso es demasiado equipaje para una  "pijamada masculina".

-¿Qué dices? Esto no es mucho. Solo traje un pijama, una camiseta, una playera, unos jeans, calcetines, mis pantuflas, un cepillo dental, dentífrico sabor menta, hilo dental, una almohada, shampoo, acondicionador, un par de sandalias para el baño y mi toalla. - Dice mientras enumera cada cosa mencionada con los dedos de sus manos y toma prestadas los dedos de Aioria para continuar sin interrupciones.

-Espera... ¿Una toalla? ¿To- toalla dices? - Lo miro boquiabierto sin darme cuenta que he hablado en voz alta. Tendré a Camus paseándose por mi casa en toalla

-Planeo bañarme mañana temprano si no te molesta. Es costumbre, sabes.

-Ah... Esta bien muy bien. Perfectamente bien....  

     Logro salir de mis raros pensamientos. También llama mi atención el que Aioria no trajera nada.

-Aioria.... ¿Tú que traes?- En ese aparentemente vacío bolsón.

-Bueno... Mi celular, el cargador y mi león de peluche.

-Cierto, también traigo mi celular, mi cargador, audífonos...- Y así sigue Camus enumerando lo que trae por un momento más.- Espera, ¿qué? Ja, ja, ja. ¿En serio traes un león de peluche?- Da fin a su listado solo para burlarse de Aioria. Si algo aprendí de Camus es que puede llegar a ser una persona que se burla y ríe sin parar, y más de Aioria. Aunque solamente lo haga cuando está con nosotros, el verlo sonreír me hace feliz.

-Si, ¿de que te ríes? Tú traes una almohada con forma de copo de nieve. - Le dice desafiante. Espero esto no se convierta en una batalla de los mil días.

-¿Y tú como sabes eso...?

-Pasaba por tu casa, camino acá cuando tu tía te aventó desde el segundo nivel una almohada mientras gritaba: "CAMUS, LLEVATELA QUE SIN ESTO NO PUEDES DORMIR". La traes en uno de esos maletines. - Dijo eso último fingiendo una voz femenina. 

     Camus se quedó callado y sus mejillas se tornaron rojas. Aioria había dado en el blanco. Este momento era de fotografía. Camus sonrojado, no es algo de todos los días. No es de extrañar que el frío y maduro Camus Aquarium no quisiese mostrar esa parte infantil y ¿cursi?

     Pero, no quería que mis invitados se sientesen mal o pelearan entre ellos, aunque no fuese algo serio, el ambiente ya comienza a sentirse pesado. Así que saco a Aioria conmigo casi obligadamente con la primer excusa que se me ocurre. Aparte, antes de iniciar esta velada al lado de estos dos, deseo con todo corazón poder sacar de mi todos esos raros pensamientos que desde muy temprano han estado rondando mi cabeza. 

     Aunque no lo parezca, Aioria es bueno resolviendo problemas y dando consejos. Quizá el sepa el por qué de mis emociones.

-Camus, espera acá mientras Aioria y yo vamos por los aperitivos. ¿Está bien? Ponte cómodo.

     ¿Qué? No es como si no quisiera que Camus ayude, no es como si quisiera atenderlo. Como ya he dicho, es porque tengo un asunto que arreglar y Aioria es el indicado. No soy bueno en estas cuestiones pero, acepto que es mala idea decirle al mismo Camus que he estado pensando en él últimamente. Además, Camus es muy lindo y no tiene nada de malo que él descanse mientras nosotros hacemos todo el trabajo. <<Perfecto, ahí voy de nuevo.>>

-¡Eso no es justo Milo! - Escucho las replicas de Aioria, pero antes de que pudiera decir más palabras lo llevo conmigo a la cocina. 

     Cierro la puerta detrás de mí, no sin antes echarle un último vistazo a Camus quien me devolvió la mirada con una sonrisa. No había mucho que hacer, solamente poner al microondas las palomitas y servir las gaseosas que aún seguían en el refrigerador.

     Pasados unos cinco minutos ya todo estaba listo. Era momento de regresar a la sala.

-Aioria. - Llamo a secas su nombre para que voltee a verme. Él sirve las bebidas, mientras yo preparo las palomitas de maíz. 

     Sinceramente me he sentido raro desde hace ya algún tiempo, mentiría con decir que todo empezó esta mañana; mas bien, desde que conozco a Camus. Debía hablar con alguien. Algo estaba mal.

-¿Si, Milo? - Termina de llenar el último vaso, guarda el recipiente de gaseosa a media capacidad en el refrigerador, tras eso se acerca un poco, lo que me pone nervioso. Me mira directo, empeorando ese nerviosismo que se refleja en mi rostro con una sonrisa forzada. 

     Me encuentro de perfil a él, y como si desease disfrutar de mi reacción, se acomoda recostando su cabeza sobre su brazo que se encuentra apoyado en el gabinete de cocina con toques de mármol. Ahora me observa desde un bajo perfil, yo le veo de reojo.

-¿Alguna vez has sentido que tu corazón se contrae y late a mil por hora al ver a alguien o tienes ensoñaciones con una persona que es especial para ti? ¿Te importa tanto verle sonreír, saber cómo va su día? ¿Si ha comido bien o está enfermo? - Trato de expresar algo que ni siquiera yo entiendo o creo no entender.

-¿Y quieres hacer todo lo posible para que esa persona sea feliz? - Más que respuesta a mis preguntas, él comienza a cuestionarme.

-Exacto, raro ¿no? - Sonrío cerrando mis ojos y solo así me atrevo a voltear un poco en su dirección.

-Eso, amigo mío, significa que "esa persona" te gusta. Puede que sea más que solo "gustar".

      Luego de eso el sonido del microondas llena la habitación, anunciando que nuestras palomitas de maíz están mas que listas para nuestro goce. De los gabinetes de arribe tomo un gran plato hondo, saco el contenedor de papel del microondas con sumo cuidado y lleno el recipiente. El silencio se ha vuelto incómodo, solo nuestras respiraciones. Siento la mirada de Aioria. Expectante. Esperando mi respuesta a la suya. Mi cerebro maquina todo. Une recuerdos, emociones, pensamientos y demás a lo que mi amigo acaba de decir. <<Eso no puede ser. ¿Gustar? ¿Camus me gusta? ¿Es eso si quiera una opción? Ambos somos hombres...>> Sí, definitivamente algo estaba mal, pero tras esos segundos de silencio pienso que quizá no sea imposible. Tiene lógica.  

-Aioria. Creo que me gusta Camus. - Digo aún sin verle, sin saber estaba exteriorizando mis pensamientos. 

     Y con eso salgo corriendo de la cocina llevando conmigo un gran plato hondo de palomitas de maíz. Fue una confesión muy rápida, aún ni yo logro comprenderlo pero, lo cierto es que me siento mucho mejor.

     Lleguo a la sala y lo que me encuendo me deja boquiabierto. Camus se encuentra viendo mi álbum de fotografías con suma atención. <<Mierda>> Olvidé guardarlo. No es como si fuese algo malo pero si es demasiado cursi.

-En serio, ¿hasta ahora te das cuenta? - Susurra Aioria al lado mío mostrándome una enorme sonrisa. Y hasta ese momento me doy cuenta que esa confesión salió de mis labios.

     ¿Y ahora qué? Camus ya vió mi cursi álbum, Aioria sabe que quizá me guste Camus, estoy completamente sonrojado por todo. Un momento... ¿¡A qué se refiere Aiora co que hasta ahora me doy cuenta!? ¡¿Acaso él ya lo sabía?! ¡¿Acaso el "creo" es un "me gusta definitivo"?!

 

Notas finales:

Bueno, al fín Milo ha aceptado sus sentimientos pero... ¿Camus lo corresponderá?

Espero les haya gustado este capítulo.

Comentarios, sugerencias, peticiones son bienvienidos. Hasta pronto c:


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