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The fox & the crow por Yae

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VIII.- “Precipitado”

 

 

 

Los siguientes días transcurrieron con tortuosa lentitud, como si el tiempo se confabulara para transmitirle la sensación de que este apenas si se movía.

Sus negros ojos se quedaron atentos a la ventana, prendados de las gotas de lluvia que caían chocando contra el cristal de modo constante, esperando tal vez que en medio de toda esa monotonía algo increíble fuese a presentarse allí.

Suspiró.

Era evidente que nada sucedería por ahora, la voz del profesor que impartía la clase le era distante, como un eco sin importancia, permanecía sentado en su pupitre atento más que nada a las ventanas y al grisáceo panorama lluvioso que se presentaba.

Finalmente el timbre sonó y las clases concluyeron pero antes de que los estudiantes pudiesen marcharse debían recoger sus informes ya calificados que elaboraron hace unos días. En una aburrida línea desfilaron delante del escritorio del maestro recogiendo las hojas y recibiendo algún comentario extra por parte de este.

Entonces Itachi se puso de pie, sería el último de la fila, ya con sus libros dentro del maletín que llevaba se acercó a Kakashi quien le sonreía mientras le veía avanzar.

— Debo mejorar mi pedagogía, creía que ibas a quedarte dormido en cualquier momento — el adulto comentó afable entregándole las hojas de papel — como siempre has hecho un trabajo excelente Itachi…

Curioso el pelinegro reviso la portada del informe que elaboró con Naruto para verificar la calificación notando de inmediato que el nombre del rubio había sido tachado, ligeramente desconcertado levanto la mirada para ver atento al profesor.

— Ya lo sé… — el de cabellos plateados suspiró recargándose sobre la silla — pero era más que evidente que Naruto no contribuyó en ese informe.

— No es así, puede que Naruto no redactase nada pero él… — calló un par de segundos antes de continuar — le pido que no haga suposiciones, de todos modos este era un trabajo en equipo.

Kakashi afiló la mirada algo impaciente, ya era demasiado irritante que Naruto estuviese rondando cerca del pelinegro para que además lo usase para aprobar las asignaturas. — De acuerdo — asintió acercándose lo más que su posición sentado en la silla se lo permitía — hagamos un trato.

El más joven entornó la mirada ante el evidente chantaje del que sería objeto.

— El fin de semana, ya que es obvio que no trabajaras… se me hace perfecto el día domingo para reunirnos, solos tu y yo — se puso de pie sonriendo en lo que se le podía apreciar — voy a estar esperándote Itachi y espero en verdad no faltes, — sacó un trozo de papel de uno de sus bolsillos dejándolo sobre el escritorio — créeme hay algo muy importante de lo que debemos hablar y no tiene nada que ver con las solicitudes a la universidad.

La sonrisa de Kakashi se había desvanecido al terminar de hablar, Itachi se mantuvo en silencio sin siquiera mirar al adulto.

— Por la calificación de Naruto no te preocupes, compartirá la misma que tú. Y deberías sugerirle que regrese a clases.

Ante el ultimo enunciado el adulto abandonó el salón cerrando la puerta tras de sí.

Itachi recogió el trozo de papel donde venía escrita una dirección y una hora, guardándola entre sus bolsillos, Kakashi había dicho algo muy cierto, Naruto ya llevaba tres días sin asistir al instituto.

 

A prisas se dirigió a su trabajo tratando de adivinar la razón por la que el rubio hubiese desaparecido tan súbitamente, desde que fue a visitarlo trayéndole las medicinas y lo demás ya no supo nada del irritable muchacho. Una parte de su interior no podía evitar sentirse preocupado por la repentina ausencia pero sin estar del todo seguro de que tan productivo seria ir a buscarle su casa.

 

 

— ¿Itachi-kun?

Se detuvo ante el llamado de una femenina voz conocida.

— Quería… quería preguntarte si has visto a Naruto-kun estos días — algo nerviosa Hinata había interceptado al pelinegro en la puerta de salida.

— No. — Respondió casi de inmediato.

— A… bueno, fui a su casa y Kushina-san me dijo que hace días no iba allí.

Al oírla la preocupación de Itachi solamente se incrementó, seguramente “Kushina” era el nombre de la madre del rubio, — no lo he visto, pero si lo hago le diré que estás buscándolo.

— S-si — la chica asintió apenada dando media vuelta y alejándose a grandes pasos hasta donde una muchacha de cabello rosa la esperaba.

 

 

 

...

 

 

 

 

Suspiró distraído, el tiempo se consumía demasiado lento para la ansiedad que comenzaba a embargarlo, apenas daban las cuatro de la tarde pero Itachi sentía la necesidad de estar buscando al rubio en algún lugar, de cerciorarse que este estuviese bien. Pero ahora se hallaba en su trabajo tras el mostrador esperando a algún cliente.

— Estas muy distraído muchacho — la cansada voz de su anciano jefe le hizo respingar — ayúdame a ordenar la despensa — habló serio dirigiéndose a la parte de atrás del pequeño negocio.

Asintió siguiendo al hombre canoso perdiéndose de nuevo en sus pensamientos, se mordió los labios con ligera angustia, la última vez que estuvo con el rubio este no se veía feliz al encontrarse con su padre, se había marchado enfadado y desde entonces ya no supo nada de él.

— ¡Itachi! ¡Llevo hablando solo más de cinco minutos!

— Disculpe — el pelinegro hizo una pequeña reverencia ante el adulto que le veía con enfado ante la poca atención.

 

— ¿Por qué el escandalo? — La anciana mujer esposa del dueño del negocio se acercó con una bolsa de compras en manos — ¿Por qué le estas gritando a Itachi-san? — le recriminó a su esposo una vez estuvo al lado.

— Lleva la cabeza en las nubes — el hombre se defendió — soñando con quien sabe que… como si estuviera enamorado.

¿Enamorado?

Ante la última palabra Itachi se sintió abochornado como nunca en su vida, como si de nuevo la fiebre quisiera asaltarlo su rostro se llenó de color.

La mujer empezó a reír emocionada, — eso es maravilloso — le sonrió al más joven — desde que Shisui-kun ya no está, siempre te veías muy deprimido… me alegra tanto que ahora ya tengas a alguien a quien querer.

Itachi negó varias veces bajando la mirada, la acogedora alegría que había sentido se hubo esfumado en milésimas al oír el nombre de Shisui, nostálgicos recuerdos se precipitaron en su mente, la imagen de su primo se mantenía nítida acompañada de cientos de emociones apabullantes.

— Lo siento Itachi-san — la anciana se acercó al pelinegro sonriendo ahora con tristeza — no quise que cambiaras tu expresión, te veías tan feliz… no debí mencionar a Shisui-kun.

— No se disculpe — sonrió a fuerzas.

— Voy a pedirte un favor muy especial — ella prosiguió —acabo de ver a Naruto-chan cerca del mercado.

Respingó viendo atentó a la mujer, — ¿a Naruto?

— Si — asintió — se veía muy mal, ya sabes… me preocupa que termine como su madre, Kushina era una buena mujer hasta que su esposo falleció. ¿Por qué no vas y le llevas esto? — Sacó de la bolsa que llevaba un empaque plástico — es ramen, le encanta a Naruto-chan, dile que es de parte mía — la anciana le entregó la comida sonriendo — iría yo, pero no podría ni llevarlo a su casa, hazlo por mi Itachi-san. Solo por el día de hoy te daré la tarde libre.

Itachi se le quedo viendo, el extraño pedido se le hacía muy sospechoso, pero realmente necesitaba ver a Naruto y saber que estaba bien. Así que asintió y disculpándose se fue del lugar.

— ¿A qué estás jugando? — Cuando el muchacho se fue, el anciano habló viendo con cierto enfado a su esposa — ¿estas alentando a esos muchachos?

— Creo que Naruto-chan estaría muy bien con Itachi-san a su lado.

— No está bien — el hombre negó cruzándose de brazos — ambos son chicos, ¿recuerdas lo que paso con Shisui?, ¿quieres que Naruto termine igual si las cosas no salen como imaginas? Ya estás muy vieja para meterte en asuntos así.

— Lo de Shisui… fue diferente — la mujer empezó a toser cubriéndose la boca con una mano — no vayas a comentar estas cosas con nadie, ya sabes cómo es  la gente de este pueblo.

— No voy  a entrometerme, pero tampoco voy a solapar de nuevo a ese chico — con el rugoso ceño fruncido empezó a caminar para entrar en su casa dejando a su esposa sola.

La anciana se quedó observando el gris cielo suspirando con cansancio. — Parece que pronto va a llover de nuevo.

 

 

 

 

 

 

A prisas se dirigió al mercado esperando encontrar a Naruto allí, viendo de un lado a otro buscaba al rubio con la mirada, algo dudoso empezó a preguntarle a las personas que pasaban por el lugar, la mayoría negó sin darle razón.

Sus pasos lentos siguieron llevándole a recorrer los pequeños puestos de verdura y carne repartidos allí, algo decepcionado pensó que seguro el chico de ojos azules ya se habría marchado, pero entones le vio…

Sentado en el piso apoyado contra una pared, con la misma ropa que llevaba desde la última vez, parecía estar durmiendo. Cauto se acercó notando cuando estuvo más cerca que llevaba una botella vacía en manos.

— Naruto — susurró algo decepcionado.

El bronceado rostro del rubio se elevó ante el llamado, tenía ojeras y manchas de lodo por todas partes, — que sorpresa… verte aquí. — Sonrió a medias cubriéndose la boca al hipar.

— ¿Dónde estabas? — el pelinegro se inclinó para quedar a la altura del otro.

— ¿No te lo imaginas? — burlón le enseñó la botella meneando el poquísimo líquido que había dentro.

— Ponte de pie, — la afable y preocupada expresión de Itachi fue sustituida por una de enfado.

— ¿Y eso?

— De prisa — molesto de un tirón en el brazo obligó al otro chico a levantarse.

— ¡Esta bien! — El rubio también le miró enfadado — pero solo lo hago… porque yo quiero — volvió a hipar caminando torpemente en dirección a su casa y tropezando en cada esquina de no ser por Itachi que iba detrás suyo evitando que cayese.

Cuando llegaron a su casa Naruto buscó entre sus bolsillos las llaves que afortunadamente encontró, abriendo la puerta notó de inmediato que no había nadie allí.

— Ya sabía… que no le importaba — refunfuñó caminando sin sacarse los zapatos al entrar. — maldita Kushina.

Itachi se mantuvo en silencio siguiendo al rubio hasta la que parecía la habitación de este, era un cuarto bastante desordenado, con ropa por todas partes, restos de envases de comida instantánea por el piso y envolturas de todo tipo.

El rubio resopló sentándose sobre su futón, no importaba cuantas veces sucediera, siempre le dolía que su madre nunca mostrase interés en lo que le sucediera. Se encogió en hombros resentido con su suerte, podría desaparecer y eso a nadie le afectaría

La expresión en Naruto opacaron el enfado que el pelinegro sentía, dejando de lado lo que traía en manos se acercó quedando de rodillas frente al rubio para verle de frente. — Estaba preocupado.

Lo azules ojos se iluminaron unos segundos al oír ese par de palabras, los bonitos ojos de Itachi le miraban atentos y la suave sonrisa del pelinegro le hicieron sentir un pequeño nudo en el pecho. No era la primera persona que le decía algo así… pero si la primera vez que se sentía feliz por oírlo, sin estar seguro de porqué.

— Je… — le devolvió la sonrisa — la próxima vez voy a decirte donde estoy… ttebayo.

Itachi asintió, se arrepentía enormemente el no haber buscado a Naruto antes, el haber esperado a que Hinata le pusiera al tanto y fue solo con algo de suerte que la muchacha no lo hallara antes, quien sabe… tal vez ella seria quien estaría con Naruto ahora.

Se mordió los labios, conocía esa sensación a la perfección.

Celos.

Tan irracionales e improductivos capaces de hacerte gritar de frustración.

 

 

— Estoy apestando — la voz del rubio rompió el silencio que se hubo formado — tengo que tomar una ducha… — aun algo mareado se puso de pie — espérame aquí, no vayas a irte — acercándose al rostro de Itachi le beso brevemente en los labios.

El pelinegro asintió, viendo como el otro muchacho salía de la habitación perdiéndose entre los pasillos, suspiró cansado cerrando los ojos.

 

 

 

 

Refregó con cuidado toda su piel, lavando su blondo cabello después, no iba a negar que el hecho de que Itachi estuviese preocupado le hizo sentir importante, pero pese a aquello no podía evitar que una rabia desmedida se hiciera presente también… acusando de mentiroso al pelinegro.

Siempre era igual.

Hinata y todas las demás mujeres solían mostrarse preocupadas también, pero tampoco les creía, como si su cerebro le repitiese todo el tiempo que solo era lástima y de allí venia su enfado, de que pudiesen verle con lástima, terminaba gritándoles que no necesitaba la compasión de nadie.

Pero a Itachi no pudo gritarle, aunque solo ahora la terrible urgencia de desmerecer las palabras y la sonrisa del chico se hacía cada vez más intensa. Gritarle y tal vez volver a morderle la lengua, para que ya no pudiese hablar y envolverlo con hermosas palabras y engañosas sonrisas.

— Maldito Itachi — masculló entre dientes retomando su labor de asearse, enjuagándose después para entrar en  el ofuro e intentar relajarse sumergiéndose en el agua tibia. Sabía que era inapropiado el buscar enamorar a Itachi para desquitar su enfado con la vida en el chico después, tratar de aprovecharse de alguien que ciertamente nunca le hizo nada que ameritase tan cuestionables intensiones, se cubrió el rostro con ambas manos inspirando con fuerza.

Cuando quiso sumergirse por completo bajo el agua el terrible color de esta le hizo levantarse de golpe, salió a prisas de la tina viendo espantando como la cristalina agua hace instantes era ahora negra como el alquitrán. Retrocedió viéndose notando aliviado que su cuerpo no estaba manchado con la negra y espesa sustancia, quiso creer que aún estaba ebrio para ver algo así.

— ¡Ya estoy harto! — gritó irritado saliendo del baño apenas cubriéndose con una diminuta toalla sus partes íntimas. Empezaba a creer que el problema con los fantasmas estaba en su casa y de ser así tiempo le faltaría para irse de ese lugar tan rápido como sus pies se lo permitieran.

— ¿Paso algo? — en cuanto entró al cuarto de nuevo, Itachi le interceptó preocupado por haberle oído gritar.

— Nada — refunfuñando quería avanzar pero el pelinegro de pie obstruyéndole el paso lo estaban poniendo de peor humor.

—…

Naruto presionó los dientes impaciente ante la nula reacción del otro, solo estaba allí mirándole fijamente con la cara colorada — Itachi — habló colocando sus manos sobre los hombros del pelilargo — Itachi… — la cara del nombrado se puso algo más roja y el rubio recién cayo en cuenta.

Se miró así mismo apreciándose por completo desnudo ya que al usar sus manos había dejado caer la diminuta toalla que le cubría lo más importante.

— Es… es… — el pelinegro titubeó retrocediendo varios pasos desviando el rostro.

— ¡Maldición! — El otro chasqueó la lengua avergonzado, fue directo a recoger algo de ropa del piso para ponérsela a prisas — Itachi — le llamó una vez que hubo cubierto su desnudez.

— El… ramen, lo mando la anciana para ti — habló rápido desenvolviendo la comida para dejarla sobre el pequeño buró a un lado, aun percibía sus mejillas tibias y se sentía tonto por reaccionar de aquel modo sin que la situación lo ameritase.

— ¿Hn? — con poco interés vio la comida pero esta vez sin pensárselo mucho  se acercó para empezar a comer sentado en el piso, se detuvo después de algunos bocados… si se lo pidiese, ¿Itachi cocinaría para mí?, se preguntó viendo de reojo al pelinegro que también le veía de soslayo, la idea de irse de esa casa y llevarse a Itachi consigo no se le hizo del todo desagradable. Negando un poco se concentró en terminar la comida que aquella viejecita le había mandado.

— ¿Cómo te sientes? — el de cabellos cenizos habló acercándose un poco.

— No creo que quieras una respuesta sencilla — sonrió dejando el envase vacío de comida en el piso de madera al ponerse de pie — y ni si quiera yo sé cómo me siento — a prisas redujo la distancia que los separaba buscando ansioso la boca de Itachi besándolo hasta con violencia para arrinconarlo contra la pared.

El sabor del ramen que Naruto acababa de comer le llegó en cuanto el rubio estampó con fuerza su boca, el poco delicado roce le hizo abrir la boca casi de inmediato recibiendo la fogosa lengua del rubio, había cerrado los ojos disfrutando del contacto, sintiéndose encantado por la sensación pero atento a recibir algún mordisco que no fuese a agradarle.

En esta ocasión el ojiazul se tomó todo el tiempo para grabarse el sabor de la boca de Itachi, pasear sus manos por la espalda del otro, descendiendo hasta que estas se escabulleron entre la ropa palpando al fin la suave y tibia piel que le pertenecía al pelinegro, presionó sus dedos sobre esta arrugando el entrecejo.

Era ideal.

Se acercó lo más que pudo casi aplastando a Itachi contra la pared sin dejar de besarle, incluso apresurando el contacto  casi sofocándose por el calor que empezaba a sentir.

— Na… Na… — un par de balbuceos huyeron de boca del pelilargo al estar cada vez más apabullado, el aire parecía escaparse rápidamente entre el feroz beso y el cuerpo que cada vez le presionaba más contra el muro. Su mano izquierda entonces intentó separar a quien le estaba robando el aliento pero torpe resbaló sujetándose del cinturón de Naruto como si deseara quitarlo.

Y así lo percibió el rubio, que Itachi se hallaba igual de ansioso que él, entonces al fin liberó la boca que tenía prisionera para redirigir sus labios contra el blanco cuello apartando los mechones de cabello como podía, alcanzó a oír un gemido ahogado y se restregó contra el otro rozando sus partes íntimas con desespero. Acercándose lo más que podía, la fricción le estaba llenando de entusiasmo así que buscando intensificar el contacto sus dedos se pasearon por la cremallera de los pantalones del pelinegro aflojándolo.

— Na… Naruto — suspiraba por los besos y caricias, por los roces impúdicos entre sus pelvis que iban cada vez más rápido excitándolo en cada segundo. — Mas… lento — pidió, el rubio se movía casi frenético e Itachi estaba agobiado con por el calor que iba consumiéndolo, arrastrándolo.

Sus blancos incisivos entonces se clavaron en la clavícula expuesta, una y otra vez mordiendo suave para después hacerlo con saña, buscando agredir al pelinegro quien se quejaba entre suspiros ahogados. Naruto ahora utilizaba su mano derecha para acariciar la intimidad del otro sobre la ropa, aprovechando los pequeños espasmos para seguir mordiendo el más mínimo trozo de piel que sus dientes pudiesen alcanzar.

— Me… estas lastimando… — al fin protestó con algo más de convicción utilizando ambas manos para apartarlo de encima y recobrar el aliento.

El rubio quiso inclinarse de nuevo para aprisionar al chico pero esta vez las manos de Itachi se hallaban firmes manteniendo la escasa distancia entre sus torsos.

Naruto detuvo todos sus movimientos al ver los negros ojos atentos, los percibía brillantes pero el pelinegro no lucia muy feliz pese a tener las mejillas pintadas con rojo, — deja de mirarme así.

— Quieres hacerme daño.

Los zarcos ojos titilaron afilando la mirada del rubio ante lo dicho por Itachi, presionó los dientes entre si sintiéndose descubierto, sintiéndose miserable.

— Y la pregunta es… ¿por qué? — los blancos y largos dedos del pelilargo se dirigieron a la boca de Naruto rozando los labios ajenos para palpar las ligerísimas manchas de sangre que allí habían.

Suspiró derrotado al ver las marcas de mordidas en el cuello del Uchiha, como una línea de cardenales se iba formando por el sendero de sus mordiscos con contadas gotas de sangre entre ellas. Y se sintió culpable, el deseo de lastimar se vio reemplazado por el arrepentimiento pero se mordió la lengua antes de pedir disculpas.

— No volverá a suceder — susurró inclinando su rostro para apoyar su frente con la de Itachi — no volverá a suceder… — repitió quedito cerrando los ojos — necesito que me creas.

 

Tóxico.

Esa palabra se paseó por los pensamientos del pelinegro de inmediato, los brazos del ojiazul le rodearon esta vez con cuidado haciéndole ceder en su afán de apartarlo, — te quiero… te quiero Naruto. — murmuró correspondiendo el abrazo olvidándose de la parte racional de su cerebro que parecía alertarle ante aquello, reclamándole haberse precipitado al confesar su sentir.

 

Quiso hacerse de oídos sordos e ignorar las palabras de Itachi como lo hacía siempre, cada vez que una chica le decía algo así, siempre resultaba más sencillo lastimar a alguien obviando cualquier sentimiento de afecto involucrado.

 

El sonido de la puerta principal al abrirse hizo a ambos chicos reaccionar, Naruto fue el primero en apartarse evitando ver a los negros ojos de su acompañante. — Debe ser mi madre, será mejor irnos de aquí.

El pelinegro asintió recuperando la compostura arregló su ropa desalineada.

 

— ¡¿Naruto-chan, aun no estás en casa?! — la voz de Kushina se oía escandalosa y en medio de un constante hipar que hacia evidente el estado en el que llegaba.

 

— Vamos — sin prestar más atención a las incoherencias que su madre decía caminando hasta la sala, salió a prisas tirando del brazo de Itachi.

— ¿Naru-chan? — la mujer apenas alcanzo a ver la espalda de su hijo antes de que este saliera de la casa con alguien al lado.

 

Una vez fuera Itachi se soltó para acomodarse la coleta que sujetaba su cabello y que debido a la situación se había estropeado, el frío viento soplando con fuerza empezaron a calmar el calor acumulado en su entrepierna notando de inmediato que Naruto se hallaba en condiciones similares, lo acontecido hace poco aún le era algo confuso, tal vez de no haber llegado la madre del rubio habrían terminado en la cama…

Y por el momento esa no era una buena idea.

— ¿Vamos a algún lugar en específico? — Habló viéndole de lado — Naruto…

— Hay algo… quiero mostrarte algo — respondió cerrando la chaqueta anaranjada que llevaba sobre el jersey que vestía.

Itachi levantó la vista al oír algunos truenos a lo lejos, el cielo oscurecido con gruesas nubes parecía advertir una copiosa lluvia dentro de poco.

Caminaron en silencio el resto del camino hasta salir del pueblo dirigiéndose a una zona conocida. El lugar exacto donde Naruto le había salvado de caer en el rio ya hace algunas semanas fue donde se detuvieron, Itachi se quedó de pie al filo del desfiladero observando el peligroso y caudaloso rio que se veía en lo profundo.

— ¿Para qué estamos aquí? — preguntó viendo como el rubio se ponía de cuclillas con la mirada atenta al agua que cruzaba abajo.

— Desde la primera vez, sé que desde la primera vez que nos topamos hemos estado viendo cosas… — se aclaró la garganta antes de continuar — cosas que no son normales. Tu y yo, los dos… es casi fantasioso.

— Lo sé — el pelinegro también se inclinó para quedar en la misma postura que el rubio.

— ¿Sabías que mi padre también se suicidó? — sonrió dentro de su gesto de tristeza notando como los negros ojos del otro le miraban fijos.

 

 

*****

 

 

 

 

Notas finales:

 

(:D) Me sorprendí a mí misma, hace mucho que no actualizaba en tan poco tiempo, sé que es más de una semana pero por algo se empieza, espero este capítulo les haya agradado. Muchas gracias por sus lecturas y en especial por sus comentarios que motivan esta historia.

Aun no estoy muy segura de cuantos capítulos vayan a faltar para finalizar esto, estamos entrando a la mitad del fic aproximadamente así que aún queda un buen resto.

Quejas, dudas y sugerencias ya saben dónde hacerlas llegar, cuídense mucho, nos leemos en el siguiente.

Yae.


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