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Memory of Colors por Shana A

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Notas del capitulo:

Comenzamos con una minihistoria dentro de la historia(?)

Las hojas de árboles se comenzaban a marchitar, incluso la más ligera brisa podía hacerlos caer, el ambiente se volvía más frio al pasar los días, el día ya no parecía ser tan largo como antes, la brisa soplaba más fuerte, todo esto indicaba el fin del verano y el inicio del otoño. Caminaba cerca a las hojas secas que se encontraban sobre el suelo, sus distintos colores me hacían sonreír cada vez que caminaba a la escuela.

El inicio del segundo semestre había iniciado como es común a finales de agosto, este año estaba un poco emocionada pues sería mi último año en secundaria, este sería mi último semestre como estudiante de secundaria, el próximo año pasaría a preparatoria. Camino a la escuela decidí cambiar de camino un poco, ya que me iba con tiempo de sobra, decidí pasar por el parque, el cual estaba silencioso por ser de mañana, solo se podía escuchar el suave canto de las aves y apreciar el verdor del lugar, lleno de bancas color blanco para descansar. Al pasar por los juegos para niños vi en el piso un dibujo de varios cuadrados en línea, era el juego de la rayuela. Mire a los lados por si había alguien más, peor estaba sola al parecer, sonreí alegre para empezar a saltar en aquel infantil dibujo, lleno de líneas que en vez de rectas y firmes eran algo curvas y temblorosas, el color de la tiza era desgastado y apenas se podían ver los números, aun así se sentía tan divertido saltar.

– ¡Gane! – dije alegre al llegar al final.

– ¿No estás muy grande para esos juego, Yukiko? – escuche una voz alegre venir detrás de mí, se sonroje al ver que fui descubierta, me voltee para ver a la persona que me hablo.

– ¡Daniela! No es bueno espiar a la gente – le regañe cruzándome de brazos, fingiendo indignación y molestia por su presencia.

Ella solo rio como siempre, se acercó con una alegre sonrisa y me abrazo por los hombros. Ella es Castillo Daniela, mi mejor amiga, su cabello es largo y lacio de un bonito color marrón claro, su tez es clara, sus ojos color marrón claro, pero esto es falso, ya que ella usa lentes de contacto para ocultar su verdadero color de ojos, su contextura es delgada, ella es apenas unos centímetros más alta que yo.

– No te molestes, no te moleste, es una broma, mejor vamos a clases – sonrió ella alegre mientras me abrazaba un poco más fuerte.

– No puedo ir a clases si me sigues abrazando – me queje sin intentar librarme de ella.

– Pues entonces no iremos, ya que quiero seguir abrazando a Yukiko por más tiempo – declaro ella alegre aun abrasándome.

– Vamos Daniela, déjame ir, llegaremos tarde las dos – pedí sonriendo alegre.

– Bueno, pero solo porque Yukiko lo pide – escuche que dijo esto con pesar, realmente le gusta abrazarme mucho, no me molesta en absoluto que lo haga, es mi mejor amiga y me parece un lindo gesto, pero siento que quizás me ve como a un peluche al querer abrazarme tanto.

– En marcha – sonreí alegre para comenzar a caminar, ella caminaba junto a mí, hablábamos sobre cualquier cosa, cualquier tema que surgiera en la conversación.

Al llegar a la escuela me despedí de ella, a pesar de estar en el mismo año, estamos en salones diferentes. Entre en mi salón donde la situación era la habitual, tranquilamente fui a sentarme a mi pupitre.

– Yukiko llegas cinco minutos tarde de tu habitual hora de entrada – hablo con tono calmado una joven que se acercó a mí. Ella es Olsen Stella, es una chica muy bonita, lleva su largo cabello oro pálido suelto o a veces atado en pequeñas coletas, sus ojos son de color azul profundo, su tez es clara asemejándose con una fina porcelana, su figura era esbelta y delicada.

– Lo siento Stella, no volverá a pasar – me disculpe con una pequeña sonrisa.

– Seguro estaba haciendo tijeretazos con Daniela y por eso llego tarde, déjale en paz señorita delegada – escuche como hablaban con burla desde su sitio. Él es Krawler Koichi, un chico atractivo alto, de tez morena, cabello algo alborotado color morado, sus ojos eran de color ámbar, él es un chico de buen ver pero por su actitud burlona no muchos se le acercan, muchas veces dice cosas que no entiendo, como en esta ocasión. Llamaba delegada a Stella porque ella es la delegada de la clase.

– Deberías moderar tu lenguaje mientras estemos en la escuela – escuche como regañaba al otro – No tienes porque disculparte – su mirada ahora se dirigió hacia mí – Solo no quiero que haya tardanzas – explico para irse a su sitio.

– Está bien – respondí antes de que se alejara.

– Koichi deja  de molestarle con cosas que no entiende – logre oír cómo le regañaba.

– Sí no fuera tan idiota no lo haría, pero las dos son estúpidas, una por no darse cuenta y la otra por no decir nada – escuche como le respondía con aburrimiento.

Esta mal oír las conversaciones ajenas, así que mejor me dedique a repasar la lección que tendríamos hoy en clase, concentrándome en esto hasta que llego el profesor de turno para comenzar con la clase.

La clase paso como siempre, no soy especialmente buena en los estudios pero al menos me mantengo sobre el promedio, quien destaca en cuestión académica en mi clase es Stella, ella es realmente lista, además también le va bien en las clases de deportes, no tiene problema con explicarte pero a veces siento que tiene cierto sentimiento de superioridad y como no sonríe mucho, las personas piensan que es una mala persona, yo creo que es buena.

La hora del almuerzo llego, tenía mucha hambre y quería comprar algo rápido en la cafetería antes de que se llene de gente.

– Yukiko olvidaste tu billetera en tu pupitre – me detuve al escuchar a Koichi, era cierto, no la tenía, soy tan torpe a veces.

– Gracias – sonreí alegre para tomarla, pero se sentía liviana, revise dentro y me di cuenta que no tenía nada de dinero, vi a Koichi rápidamente.

– Mi comisión por encontrarla – me saco la lengua de manera burlona mientras me mostraba que en su mano se encontraba el dinero.

– ¡Mi dinero! – me di cuenta con sorpresa.

– No hagas eso – vi como Stella le pegó con un libro a Koichi en la cabeza, él mostro una expresión de molestia por esto.

– Igual se lo iba a devolver, solo le molestaba – me devolvió el dinero Koichi, él hace a veces bromas pesadas pero termina haciendo lo correcto al final, aunque supongo que a Stella no le gustan sus bromas – Vale, ahora cómprame un juego – sonrió con burla y detuvo el golpe del libro de Stella – No hice nada delegada, no estas autorizada para usar la violencia física – meto ambas manos en sus bolsillos, mostrando una sonrisa arrogante y superior antes de irse.

– No deberías dejar que te moleste tan fácilmente – me dijo antes de salir también, yo solo asentí como la cabeza para salir también.

– ¡Yukiko! – escuche como Daniela gritaba mi nombre, al segundo siguiente me abrazaba como siempre – Vamos a la cafetería – sonreía alegre, para mi sorpresa me soltó de inmediato.

– Hola Yukiko – escuche la voz de un chico, parpadee un par de veces al ver a Kaito junto a Daniela. Kaito es un chico de contextura delgada, su altura es promedio, pero aun así es más alto que yo, su tez es blanca, su cabello algo alborotado es negro, y lo más particular de él son sus ojos color rosa.

– Hola Kaito – salude alegre.

– Kaito perdió así que ahora me comprara todo lo que quiero para el almuerzo – explico con una alegre sonrisa Daniela.

– Sí, sí perdí – Kaito solo un suspiro de cansancio – Rayos pensé que ganaría – se revolvió un poco sus cabellos azabaches.

– Eres un novato, no puedes contra mí, ahora al suelo y alábame – Daniela fingió un tono arrogante, esto me causo cierta gracia.

– Salve la gran Daniela – respondió él con sarcasmo y una sonrisa alegre.

– ¿En qué ganaste Daniela? – me entro la curiosidad de esto, Kaito me agrada pero no sabía que era tan cercano a Daniela, ya que pocas veces los he visto hablar juntos, sé que están en el mismo salón también, antes ella nunca hablaba de él, ahora siempre habla de él o de otros alumnos, como es el caso de Aoi, Sachi, Marshall, quien ya no está en secundaria pero aun así parece como si no se hubiera ido; claro está que también habla de su medio hermano Luis o a veces de mi hermano menor Kazehaya, quien va en un año menor  a nosotras, solemos llamarlo Kaze.

– Gane en… – ella no completo la frase, se quedó por algunos segundos en silencio, como si estuviera reflexionando sobre algo.

– Ella me gano al obtener una mejor nota que yo en el examen pasado – intervino rápido Kaito, si era así no entendía por qué Daniela dijo que era un novato.

– Cierto, cierto…. Obtuve un puesto más que él en historia – anuncio alegre.

– Felicidades Daniela – sonreí alegre mientras daba pequeños aplausos para felicitarla.

– Como sea, vamos a comprar de una vez – metió sus manos en los bolsillos Kaito, parecía más relajado.

– Yo quiero ensalada de fruta – anuncio Daniela alegre – ¿Qué vas a querer Yukiko?

– ¿Eh? ¿Yo? – pregunte sin entender.

– Si, pide lo que quieras – me volvió a abrazar por los hombros.

– Pero Kaito te comprara todo lo que quieras a ti, no a mí – explique sin apartarla.

– No importa, está bien – hablo él sonriendo alegre.

– Entonces quiero pan relleno de manjar – pedí alegre.

Al llegar a la cafetería ya estaba llena de alumnos, justo lo que no quería pues siempre había una enorme fila para comprar.

– Esto debe ser una broma – Kaito no sonaba tan animado como siempre.

– Buena suerte perdedor – le animo Daniela dándole una palmada en la espalda.

– Esto apesta – se quejó para ir a formar fila.

– Vamos a una de las mesas – me sonrió alegre para tomar mi mano, yo solo le seguí tranquila hasta llegar a una mesa en donde estaban sentadas Midori y Rikkaru.

Midori es de mi misma edad, están en mí mismo año pero en un distinto salón, ella tiene el cabello marrón hasta un poco por debajo de los hombros, sus ojos son de color verde, me gusta mucho el color de sus ojos, su tez es clara, con respecto a su figura ella tiene una buena pechonalidad mientras yo soy una tabla de planchar. Rikkaru es un dos años menor, está en primero de secundaria, ella es de contextura delgada, su altura es promedio, su tez es blanca, su cabello es marrón pero de un tono diferente al de su hermana, es un poco más claro, ella tiene el cabello largo por lo que suele atárselo en dos coletas, algo que me llama la atención de ella es que normalmente se viste como esas muñecas antiguas victorianas.

– Hola – saludo alegre Midori mientras comía una hamburguesa.

– Hola – saludo con tono seco Rikkaru mientras comía una ensalada de frutas.

– Hola chicas, ¿Cómo las trata la vida? – tomo asiento Daniela, yo también me senté.

– Lo típico, tú debes saberlo – le respondió con tono áspero Rikkaru.

– Realmente no puedo saberlo señorita – respondió Daniela con una sonrisa alegre.

– En ese caso pregúntale a Aoi – se levantó de la mesa – He terminado – dicho esto Rikkaru se fue.

– Lo siento Daniela, mi hermana ha estado últimamente más distante de lo normal estos últimos días – se disculpó Midori antes de soltar un pequeño suspiro.

– Quizás esta bajo mucho estrés – respondió aun alegre Daniela.

– Espero que no le afecte más o para la próxima creo que ya ni nos hablara – Midori no sonaba tan preocupada por esto.

– Deberías tenerle un poco más de consideración a tu hermana – comente – Kaze tampoco es muy comunicativo, pero puedo saber cuándo algo le molesta y si aun así no me lo quiere decir, siempre sé que él cuenta con otros amigos como por ejemplo Luis, él es muy amable y siempre me dice que le tenga paciencia y siempre Kaze vuelve a ser el mismo – sonreí alegre.

– Eso es genial, pero es porque Kaze tiene a Luis – soltó un bufido Midori – No he visto a Rikkaru interactuar con algo más que no sean sus libros, además cada vez más su tono de hablar es como un golpe  directo a la cara cuando hablas con ella.

– Seguro exageras – le animo Daniela.

– Eso espero – ella suspiro antes de darle otra mordida a su hamburguesa.

– ¡Lo hice! – escuche la voz de Kaito, llevaba lo que le pedimos en las manos, pero se veía desaliñado.

– ¿Qué te paso? – pregunte con cierta preocupación.

– Allí dentro… es… horrible – confeso mientras jadeaba.

– Al menos cumpliste, bien hecho – sonrió Daniela alegre para darle un palmada en la espalda.

Una vez terminamos de comer cada uno nos dirigimos a nuestros respectivos salones, pero antes de entrar pase cerca de la máquina expendedora, había contado el dinero que me dio Koichi, había más de lo que yo tenía en mi billetera, así que con ese dinero demás compre dos bebidas, una con sabor a pera y otra con sabor a piña. Al entrar a mi salón deje la bebida con sabor a piña en el pupitre de Koichi, me senté en el mío luego. Koichi cuando entro tomo la bebida como si nada, seguro sabía que capte el mensaje.

– Ahh… odio la piña – escuche que dijo por fin luego de tomar casi la mitad del líquido contenido en la botella de plástico. Quizás debí traer de naranja.

Las clases transcurrieron como de costumbre hasta la hora de salida, salí del salón rumbo a la salida de la escuela, no regreso con Kaze a casa, ya que él normalmente sale con Luis o Sachi, lo cual me alegre mucho al pensar que él tiene amigos.

Mi hogar es como cualquier otro, tengo un padre, una madre y un hermano menor, todos juntos vivimos en una casa de dos pisos, consta con un enorme patio trasero, en el cual se ha construido un lugar en donde se pueda practicar artes marciales, ya que mi familia se dedica a enseñar, mejor dicho mi padre. Cuando era pequeña recuerdo que siempre practicaba allí, siempre estaba sudorosa, mi cabello avellana lo tenía atado en una desastrosa coleta y era poco femenina, pero todo eso cambio al darme cuenta que al chico que me gustaba de pequeña le daba miedo como era.

– ¿Por qué tuve que recordar eso ahora? – susurre mientras caminaba por el pasillo del primer piso, sabía que a esta hora mi padre estaba dando clases, y eso no me entusiasmaba demasiado, ya que si me veía podría hacerme ayudarle y no quiero revivir mis días de infancia, aunque gracias a eso es Kaze quien tiene que ayudar y practicar, aunque debo admitir que él es muy bueno en eso.

Subí al segundo piso para ir directamente a mi cuarto, pero antes de llegar vi que la puerta del cuarto de Kaze estaba abierta, por curiosidad entre, su cuarto era tan ordenado como siempre, sobre el escrito vi un papel que me llamo la atención, me acerque para verlo mejor, era un dibujo, era muy lindo y realista, el dibujo era un cuervo dibujado y pintado con carboncillo.

– Que lindo – no pude evitar decir, mi atención fue desviada cuando sonó mi celular, era un mensaje, un mensaje de Kaze, decía: “1”, eso significaba que volvería en una hora.

Fui al primer piso para avisar a mi padre esto, toque la puerta y entre con cuidado, me acerque a informarle.

– Así que Kazehaya no vendrá sino hasta dentro de una hora… es una lástima, necesito que practiquen con alguien – hablo con cierta pesadez, mi padre es un hombre de mediana edad, tiene el cabello negro azabache pero sus ojos son del mismo color que los míos, avellana.

– Sin duda es una lástima, pero bueno sé que lo resolverás – sonreí alegre. Él me miro durante algunos segundos, yo no entendía porque hacia esto.

– Sí, lo resolveremos – sonrió alegre posando una de sus manos en mi hombro, esto no acaba bien para mí.

– Yo… yo…tengo tarea así que – me tomo del brazo mientras sonreía – Nooooo – intente oponerme pues sabía que quería que le ayudara.

Al final no tuve opción más que aceptar, me cambie a un ropa deportiva y me ate el cabello en una coleta alta para estar más cómoda, dejaría que me vencieran para poder irme rápido.

– ¡Yukiko! – se alarmo la mayoría al verme, supongo que recuerdan lo que paso la última vez que ayude. Fue hace un año, fui obligada a ayudar, pensaba no hacer nada, pero como colmaron mi paciencia los termine dejando a todos inconscientes, supongo que no me controlo cuando me enfado.

– Hola – salude alegre con una sonrisa algo nerviosa.

– ¿Una niña?... Sé que es la hija del maestro pero… – los nuevos comenzaban a tener dudas de mí, no los culpo, mi contextura es delgada, parezco un palito, toda debilucha y cobarde.

– Supongo que es más fuerte de lo que parece – comento otro de los alumnos nuevos.

– Después de todo dicen que las planas son más agresivas – escuche varias risas por este comentario. Muy bien, él estaba en mi lista.

– Solo no tengo que dejarlos lesionados, ¿Verdad? – pregunte a mi padre.

– Exacto, no queremos demandas – me dijo con seriedad, asentí por esto.

No sé cuánto tiempo había pasado exactamente, lo que si sabía era que habían cuerpos a mi alrededor, todos quejándose mientras aún seguían en el suelo, por mi parte, yo estaba sentada sobre el chico que había hecho ese comentario gracioso, doblándole el brazo detrás de la espalda, con su cara contra el suelo.

– Anda repítelo – le exigí mientras él solo se quejaba.

Escuche como alguien carraspeaba la garganta, al ver de dónde provenía eso me di cuenta que Luis y Kaze estaba en la entrada, viendo todo tranquilamente.

– ¿Interrumpimos? – pregunto Luis. Inmediatamente me puse de pie.

– No – dije algo nerviosa.

– Lamento la tardanza – hablo Kaze – Lo siento – se agacho para disculparse con las personas que estaban aún tiradas en el suelo.

– Eso solo me hace sentir peor – susurre con cierta depresión.

– Es tu culpa por no saber controlarte – como siempre Luis fue demasiado directo.

– No la regañes – me defendió con su tono bajo y calmado Kaze – Fue mi culpa por no llegar a tiempo.

– No, no, no – me apresure a negar – No fue tu culpa… solo que debería controlarme mejor… lo siento – me disculpe sincera, ahora me sentía un poco mal por haber dado tal espectáculo – Sería mejor que me fuera – suspire con cansancio.

– Si, es lo mejor – fue nuevamente directo Luis.

Me fui antes de que Luis pudiera decir otro comentario, él me agrada pero a veces quisiera que no fuera tan directo, la verdad duele.

Luego de una larga ducha estaba lista para continuar con mis actividades diarias.

Finalmente llego la noche, estaba muy cansada más que nada por el esfuerzo físico que realice hoy, no suelo hacerlo normalmente así que cuando pasa termino un poco adolorida al día siguiente. A penas me recosté en la cama termine profundamente dormida.

Rojo, fue lo único que podía ver, solo el color rojo escarlata, era un largo e interminable pasillo con solo ese único color presente, mis piernas se movían por si solas, corriendo frenéticamente hacia adelante, no podía controlar mi propio cuerpo, lo único de lo que estaba consiente es que quería salir, quería salir rápido. Al final había un resplandor, pero este era de un color muy oscuro, casi negro.

Abrí los ojos de golpe, el cielo gris inundo mi mirada, busque con ella alguna señal de color en el cielo, pero era inútil lo único que poseía color en ese cielo era una hermosa luna llena color rojo sangre, mi cuerpo estaba echado sobre la tierra dura e infértil, me senté para observar el paisaje, no sabía dónde estaba, no reconocía el lugar, todo estaba en ruinas, tampoco veía signos de que alguna persona estuviera cerca. Me puse de pie con dificultad, fue allí cuando me di cuenta de una gran sombra, detrás de mí había una enorme torre color blanco, no veía la entrada cerca por lo cual camine rodeando la torre en busca de alguna entrada.

Un conejo blanco llamo mi atención, me extrañe de que ese pequeño animal estuviera aquí, decidí seguirlo, quizás a donde iba había alguna señal de vida. Apresuraba el paso cada cierto tiempo, el conejo iba aumentando su velocidad cada vez más, finalmente le perdí de vista cuando se internó en una pequeña estructura que parecía caerse en cualquier momento, yo no entre allí, tenía miedo que colapsara cuando estuviera dentro.

– Lo siento – escuche una débil voz aguda, pero no veía a nadie más a mi alrededor, quizás solo había sido mi imaginación.

Los graznidos grotescos me distrajeron de mis pensamientos, intente adivinar de dónde provenía el sonido que cada vez lo sentía más cercano, finalmente levante mi mirada hacia el cielo, creí alucinar por lo que vi, me talle los ojos y nuevamente levante la mirada, pero no era ninguna ilusión. En el cielo veía a tres mujeres, que tenían alas por brazos, sus piernas estaban llenas de escamas, parecían como unas garras gigantes de ave, todas tenían miradas feroces, bajaron en picada de manera apresurada, lo único que hice fue correr hacia unos escombros intentando ocultarme, me agache con las manos sobre la cabeza y los ojos cerrados, no sabía que más hacer en un momento como ese.

Durante un segundo perduro el silencio, inmediatamente después se escuchó un grito horrible de dolor y nuevamente el silencio, no me atreví a abrir los ojos para averiguar que paso.

– Que fastidio son, de nuevo molestando a los demás – escuche una voz familiar. Abrí los ojos asomándome un poco entre los escombros para comprobar al dueño de aquella voz. Él usaba ropa oscura, destacando una capa que tenía solo un botón que era de color plateado, en este tenía el símbolo de la “S” color rojo escarlata, además de la gran espada color negro que sostenía con su mano derecha. Sus orbes color rosa cruzaron con los míos color avellana, una cálida sonrisa surco su rostro – Que bueno que estas bien Yukiko – sonaba alegre, aun si estaba parado en medio de un charco de sangre, cerca de él estaban los cuerpos de las mujeres tirados, estos no poseían sus cabezas, estas estaban alejadas, mostrando una expresión de horror y dolor combinado.

– Sí… estoy bien… Kaito – fue lo único que pudo salir de mis labios.

Notas finales:

Muchos cambios han pasado(?) :v o quizas no ewe lo descubriran en el proximo capitulo XD

Sorry por subir tarde, me habia olvidado de subir la conti XD


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