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Interés personal. por Minene Sutcliff

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Notas del capitulo:

¡Por favor, lean las notas finales!

Les agradecería su más sincera opinión.

-Namie, a pesar de ser tan organizada y seria ¿Por qué siempre olvidas cosas? – Dijo al intercomunicador que revelaba la cara de su secretaria del otro lado de la puerta.

-Deja de parlotear y abre la puerta – Fue todo lo que respondió la mujer.

Sin más que decir lo hizo, después de todo no estaba haciendo nada importante y podría cobrarle el favor luego… Pero no quería hablar con ella ahora, así que se dio la vuelta alejándose de la puerta.

La oficina de ella quedaba en el segundo piso, tardaría al menos unos 5 minutos en subir, buscar lo que sea que busque y salir, por eso se sorprendió al oír inmediatamente la puerta cerrarse y ningún paso después.

-¿Namie? – Lo más probable, pensó Izaya, es que haya tenido que irse o el objeto esté cerca de la puerta, pero ¿Qué tan cerca podría ser?

-Ella me dejó pasar. Seguramente no me hubieras hecho caso – Explicó Shizuo mientras dejaba sus zapatos al lado de la puerta. – Ni siquiera me respondiste un mensaje ¿Es una broma o hice algo serio? Si es una broma, te mato.

Ya no había nada que hacer. Shizuo estaba ahí e Izaya tendría que enfrentarlo. No es que no le salgan las palabras, o que escaparan de su absoluto control. Él era consciente de todo sobre sí mismo, desde sus defectos hasta sus virtudes. Sin embargo, sólo pensar en Shizuo desequilibraba su control. Es bien sabido por todos que el rubio es una de las cosas que no puede controlar.

-¡Shizu-chan! Qué alegría verte ¿Qué te trae por aquí esta noche? – Comentó Izaya mientras se acercaba al rubio, saltando alegremente.

-Para ya con esta mierda. Te estoy hablando en serio – Era un gran contraste el que se veía ahora. Izaya con una gran sonrisa y Shizuo con su usual indiferencia, rozando el fastidio.

Viendo tal decisión Orihara volvió a su comportamiento normal e intentó hablar con el lado amable del rubio.

-Oye, ¿podemos pasarlo por alto? Es algo que no quiero hablar. Además no es importante – A pesar de haber intentado con todo su lado tierno esto no hizo efecto alguno en Shizuo, quien esta vez tenía su objetivo bien definido.

Al notar sus movimientos, Izaya consideró más oportuno el hecho de aumentar la distancia entre el mayor y él. Haciendo uso de sus habilidades de parkour*3 logró interponer una mesa y unas cuantas sillas… las cuales Shizuo apartó como si de un juguete se tratara.

-Explícamelo – Exigió Shizuo. No le perdonaría nunca el haber actuado de esa manera, hizo que ese evento se repitiera en su mente y no pudo sacar a Izaya de sus memorias, cumpliendo con torpeza su trabajo.

La hora había llegado, Izaya se encontraba acorralado contra la barra de la cocina y Shizuo. Al notarlo, Heiwajima sonrió.

Para Izaya, esto recién había comenzado.

Saltando sobre quién sabe qué, el pelinegro logró llegar otra vez a la puerta e iba a cruzarla.

Si algo había aprendido Izaya Orihara era a nunca subestimar al rubio. Aunque son las prisas del momento, lo olvido por unos segundos.

Segundos clave, recordaría después.

Shizuo, quien también había aprendido algo de su oponente, aprovechó ese escaso tiempo y agarró con la guardia baja al intrépido informante.

-¡Ya entendí! ¡Lo entendí! ¡Suéltame, ahora! – Las muñecas del menor estaban entre una de las manos ajenas, y eran posicionadas sobre su cabeza. El espíritu de lucha lo abandonó, tarde o temprano deberían hablar.

-No te creo, pulga. Seguramente intentaras escaparte cuando te suelte – Ese no era el problema ahora. La posición en la que se encontraban avergonzaba a Izaya, pero jamás lo admitiría.

-No. Te lo voy a explicar – Respondió en un susurro. Bajó la cabeza tímidamente, pensó Shizuo. La verdad era que Orihara trataba de esconder una sonrisa retorcida, ya sabía cómo terminaría esto.

- Bueno… - Si bien lo soltó, el pelinegro seguía acorralado contra la pared. Es lo más libre que me va a dejar, pensó. Cuando levantó la cabeza para retomar el contacto visual, se hizo más consiente de la altura que los separaba.

-¿Y bien? – La paciencia no era una virtud de Shizuo. Luego de soltar a Izaya, muy en contra de su voluntad, éste se había quedado mirándolo en silencio.

-Siempre que estamos juntos te llaman y te vas. Me molesta – Soltó Izaya sin ningún tono en particular.

-Es mi trabajo, lo sabes. Nunca te había molestado. No te creo, sé que no es eso – El mayor reprimía el impulso de tirarse sobre el otro, tenerlo tan cerca y sólo hablar parecía pecado. Pero primero lo primero, hablar sobre eso era más importante.

-Lo que me molesta es que te llame ese tipo. Qué casualidad que siempre te llame cuando estamos juntos ¿No tiene nada más que hacer? Seguro lo hace apropósito, y tú siempre vas – El silencio reinaba en el ambiente. La mirada firme del pelinegro se enfrentaba a la atónita de Heiwajima.

-¿Tom-san? ¿Qué tiene que ver? Es mi jefe, obviamente siempre me va a llamar… esto es estúpido, Izaya. No te entiendo – Y en verdad no lo hacía. Shizuo era simple en casi todos los aspectos. No le buscaba doble sentido a las cosas, nunca se enteraba de nada que no le importara y, a veces, si lo hacía lo olvidaba casi de inmediato. Por eso es que comprendía a Izaya muy pocas veces.

-Por supuesto  – Habiendo terminado el asunto, Orihara se apartó y sarcásticamente agregó:

-Claro, tu jefe… –

-¿Qué significa eso? – Evidentemente Shizuo logró oírlo, aunque a Izaya no le importaba ahora. – Izaya, te estoy hablando – Este juego no iba para ningún lado y empezaba a molestar al rubio, quien se sentía impotente por no comprender el verdadero significado de esto. Izaya lo sabía y a pesar de eso no quería aclarar sus dudas. Pero ciertamente, Shizuo es una de las cosas que no puede controlar…

-¡Baja el sillón! ¡Ahora! – Aquél con traje de barman había llegado al límite con respecto a la paciencia. Por eso había tomado lo que tenía al alcance, y cuando iba a tirarlo por la ventana más cercana el pelinegro le gritó. Eso no era lo que quería escuchar, así que no iba a detenerse.

-¡Oye! ¡No armes un escándalo! – Las órdenes de Izaya no causaban ningún efecto en él. Orihara tuvo que apelar a su último recurso.

-Vale, te lo diré claro: Sí, me molesta que ese te llame. Pero es porque tú siempre vas con él aun cuando estás conmigo ¡Yo soy más importante! ¡No me ignores, idiota! – Si la pura verdad no funcionaba se daría por vencido. No existen muchas personas en Ikebukuro con la fuerza de Shizuo Heiwajima, así que uniendo cabos, cualquier idiota con dos dedos de frente*4 encontraría la conexión. E Izaya no quería que cualquiera sepa donde vive.

Para su fortuna, sirvió. El mayor dejo el sillón donde estaba y sonrió. Las cosas por su nombre, pensó.

-Izaya, eso suena como celos, pero tú no serias tan irracional – Si bien lo decía de forma indiferente, por dentro disfrutaba este momento. Y lo recordaría como una de las pocas veces en las que el famoso informante, mente maestra de Ikebukuro, mostraba su lado humano.

-¿Y qué vas a hacer si lo es? – Incluso en estas circunstancias, Orihara nunca mostraba pudor.

-Podría hacer muchas cosas… Como vender la información – Sus miradas se encontraron nuevamente y ellos acortaban la distancia entre sus cuerpos. Cada paso era una declaración de guerra. En la guerra y el amor todo lo vale, entonces ¿por qué son tan diferentes? Ellos ya no veían diferencia.

-Oh, Shizu-chan ¿estás seguro que quieres que alguien más lo sepa? – El que diera el próximo paso podría tocar al otro sin siquiera levantar la mano.

-No, no quiero – Sí, al final, todo termino como quería Izaya.

 

A la mañana siguiente, Heiwajima Shizuo despertó con un extraño peso sobre él. Era Izaya Orihara quien dormía muy cómodamente en su pecho desnudo. Una infantil sonrisa se dibujó en su rostro al recordar la pasada noche y todo lo que hicieron. Incluso ahora, mientras recordaba a Izaya, una indescriptible sensación de felicidad florecía en su interior. Si bien era una mera ilusión, se sentía el hombre más afortunado del mundo. Tenía a la persona que más amaba durmiendo sobre sí luego de una muy entretenidanoche.

Era temprano, pero debía levantarse para ir a trabajar. Las cuentas no se cobran solas, pensó. Se levantó con cuidado y beso el cuello de Izaya, quien estremeciéndose levemente volteó para el otro lado. Reprimió las ganas de morderlo a su antojo, no quería despertarlo con lo lindo que se veía así.

 

Horas después, en alguna cafetería de Ikebukuro.

Shizuo miró sorprendido a su jefe, mientras esperaba una confirmación de lo que acababa de oír.

-Ciertamente él es muy posesivo contigo. Si bien no es la primera vez que lo hace, si fue la más extraña. Ya te dije que fue a las 5 de la madrugada – El rubio dejó la taza que momentos antes pensaba en llevarse a la boca, mientras escuchaba lo que decía Tom – Fue una conversación extraña…

Ese mismo día, a las 5 de la mañana.

-¿Shizuo?

-Por favor, no molestes nunca más a Shizu-chan~

-¿Qué?

-¡Muérete! ¡Él es míoo~!

-¿Izaya?

-¡Muere! ¡Muere! ¡Shizu-chan es mío y no te lo doy! –

*-*

-Luego colgó. Obviamente fue él. Lo más extraño es que lo dijo muy alegremente, lo que me dio escalofríos. Si a ti te parece raro, imagínate cómo me sentí yo – Tom volvía a estremecerse por la forma infantil pero dominante en la que Izaya había gritado “¡Muere!” si antes lo evitaba, ahora ni siquiera quería hablar del tema.

El rubio creía que era algo que Izaya haría, sin embargo no terminaba de creerlo. Ya hablarían los dos sobre esto.

-Ese idiota… - Susurró Heiwajima Shizuo, mientras ocultaba una traviesa sonrisa tras su taza de café ¿Acaso Tom había dicho que no era la primera vez?

Del otro lado de la calle, un pelinegro observaba la conversación que mantenían los dos sujetos. Porque, claro, a Izaya Orihara no se le escapaba nada, y menos si eso era de su interés personal.

Notas finales:

*3 Creo que todos acá sabemos qué es el parkour, en caso de no saberlo es, en simples palabras,  esa habilidad que tiene Izaya de saltar por todos lados rápidamente y colgarse, etc. Lo que quiero destacar con este punto es el hecho de que: BITCHES, IZAYA SABE PARKOUR. Es una de sus más grandes habilidades ¿podría alguien, por favor, tenerlo en cuenta? El hecho de que pongan a Izaya como un uke que es FÁCIL y lindo es ridículo. El tipo puede defenderse increíblemente y tiene un carácter que no se deja controlar POR N-A-D-I-E. Si él le vende a Shizuo la ilusión de que lo pueda controlar, es sólo por “amor” (y no sé si se notó, pero dejé una duda sobre eso) pero todo lo que Shizuo “puede hacerle” es simplemente por Izaya lo permite.

Sobre la duda del amor: AMO EL SHIZAYA pero, hablando de forma realista, nadie puede saber lo que piensa Izaya y mucho menos estar seguro de ello, es por eso que Shizuo duda en su corazón.

Pero en mi historia, los dos se aman mutuamente. Vamos, que la tristeza no me gusta.

*4 Dos dedos de frente: Antiguamente se creía que el tamaño de la frente equivalía a mayor inteligencia. Mientras más frente, mayor seria el conocimiento. Por eso es la medida de los dos dedos, si la frente es chica el sujeto es un idiota ¿imaginan un tipo con la frente del tamaño de dos dedos? No se me ocurría otra expresión mejor…

 

Nos leemos en otro fic ;)


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