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Corazón de Faraón, estómago de niño. por Cianuron

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Notas del capitulo:

Dicen que las segundas partes siempre son malas, más si llegan 6 años más tarde desde la última actualización.

Incluso desde la ventana polarizada de la parte posterior del auto alcazaba a advertir la mirada inundada en preocupación de su otra parte. Solo cuando notó que se iba convirtiendo en una silueta cada vez más pequeña a medida que se movían en la carretera, redirigió su torso por completo hacia adelante.

Habrán sido las resplandecientes luces desplazándose en sus retinas mientras que observaba la ciudad quedando atrás, o tan solo las ideas y preocupaciones moviéndose en su cabeza, pero se sentía mareado y aturdido. Aunque mientras se encontraba con su luz intentó parecer plenamente confiado, en realidad, no sabía por qué exactamente estaba haciendo eso. Siquiera podía recordar de donde había nacido en primer lugar ese plan. Sin embargo, ahí se encontraba, en la parte posterior del auto de Marik, con Bakura a su lado, confiando en que lo pudieran ayudar.

Rogaba a los dioses no haberse equivocado.

Estaba tan absorto en sus propios pensamientos que ni siquiera había notado que el auto se había detenido en una pequeña estación de servicio. Marik había bajado y solo se encontraban con el albino, zambullidos en los zumbidos de la música que provenía de los parlantes. Cuando su único acompañante dirigió su mirada hacia él a través del espejo retrovisor, éste bajó el volumen y comenzó a hablar.

-No es que siempre haya sido muy reconocido por hablar mucho, su alteza. - comenzó burlonamente. - pero hoy sí que parece que te han comido la lengua los ratones.

Atem ni siquiera lo miró. La atención de sus ojos seguía puesta en la vista de la ventana derecha.

- ¿Llegará el día, Bakura, en el que ni tu ni Marik utilicen el mismo argumento para burlarse de mí? -preguntó con neutralidad.

Bakura hizo una exagerada mueca de sorpresa.

- ¿Y privarnos de lo que más hace divertidas nuestras reuniones? Jamás.

Atem bufó. Si bien hacía ya tiempo desde que las almas habían sido purgadas de su maldad para poder estar al lado de sus hikaris, el toque burlón y pícaro nunca se había ido. Eran tan buena dupla para los chistes y las bromas pesadas (preferentemente hacia el ex monarca) como lo eran cuando la perversidad era el motor que los impulsaba. Ya sea en el bien o en el mal, simplemente estaban destinados a trabajar juntos.

Antes de poder recibir alguna respuesta, la puerta del conductor se abrió y Marik apareció nuevamente, no obstante, no volvió a sentarse en su lugar. En cambio, simplemente se agachó y desde afuera dijo.

-Malas noticias mis compañeros. – comenzó- No hay gasolina. Deberemos dejar el auto aquí y caminar hacia el bar si no quieren empujar a la vuelta, pero no se preocupen, no estamos lejos de nuestro destino.

Y entonces, sin cuestionamiento alguno, los pasajeros bajaron y comenzaron a caminar rumbo a su lugar de encuentro.

 

 

 

Aunque el humo del tabaco, mezclado con el olor a suciedad y humedad, le generó una molestia automática en su nariz cuando ingresó en aquella taberna, agradeció al fin haber llegado. Juntó sus manos y las frotó para calentarlas, devolviéndoles un poco de irrigación y color. Habían caminado durante varios minutos recorriendo prácticamente toda la ciudad en medio de aquella fría noche de invierno. Sus dedos entumecidos del frio ya dolían de tanto juntar su chaqueta negra para crear una barrera contra el viento fresco que les llegaba de frente.

-Menos mal que estábamos cerca, maldito bastardo. - Se animó a hablar primero Bakura, dirigiéndole una mirada cargada de odio al egipcio.

- Es que teníamos que venir aquí. - respondió aquel con un tono que parecía vergonzoso. – Ishizu no me facilitó mucho dinero. Este lugar se ajusta a mi presupuesto…

El ex dueño del anillo milenario solo rio y comenzó a decir algo sobre buscarse un trabajo o algo así. El faraón, no obstante, estaba ocupado analizando el lugar; No había ventanas ni puertas además de la principal. El sitio, iluminado por luces rojas y violetas, era mucho más pequeño de lo que aparentaba desde afuera. A su alrededor se alzaban cuatro paredes negras que tenían la pintura levantada en ciertos espacios, mientras que, en el centro del salón, se encontraba la barra donde se podían apreciar las botellas de distintos tamaños y colores. Subiendo un poco con la mirada se hallaba el listado de bebidas disponibles escrito con tiza y una letra enrevesada y desigual.

La música metálica y pesada estaba demasiado alta, así que cuando los dos yamis comenzaron a hablar entre sí a unos centímetros más alejados de él, no logró escucharlos. Simplemente los siguió detrás mientras caminaban entre las pequeñas mesas en busca de un lugar para ocupar. Casi llegando al fondo de la habitación, donde el bullicio llegaba a apagarse un poco, encontraron una perfecta mesa con tres sillas para poder sentarse.

Una vez que cada uno se encontró en su respectivo lugar, fue Marik quien comenzó a hablar.

-Pues bueno, Atem. - dijo mientras se dejaba caer completamente en el respaldo de su asiento y al mismo tiempo extendía los brazos. - Fue tu idea que nos reunamos hoy aquí…

-Lo de aquí es bastante debatible. - dijo casi entre dientes Bakura, con una mueca de disgusto estampada en el rostro, mientras recorría con sus ojos el lugar.

El egipcio solo le ofreció una rauda mirada y continuó hablando.

-Y no es que desprecie tu presencia… enteramente. - una sonrisa llena de malicia se le dibujó. - pero es raro que salgas sin el pequeño tricolor. Lo que sea que necesites debe ser urgente. - sentenció.

- ¿Qué no puedo simplemente querer pasar un tiempo con ustedes? - dijo con fingida inocencia. - Ahora que todos los problemas han acabado y nuestras diferencias han sido saldadas, quizás hasta podamos conocernos mejor como lo hicieron nuestras luces…

Los oyentes estallaron en risa.

-Por favor, faraón. - le respondió el albino limpiándose las lágrimas de los ojos. - hasta accediste a que nosotros decidiéramos las actividades de hoy. Debes estar jodidamente desesperado para no haber puesto ni una objeción luego de la última vez.

Atem agradeció lo tenue de habitación porque sus mejillas se tiñeron de un rojo vivo al recordar la última salida: Había sido el cumpleaños número dieciocho de Tristán y, como regalo, se les había ocurrido llevarlo a él y a todo el grupo de amigos a un club nocturno lleno de excesos, apuestas y tanto hombres como mujeres en poca ropa. Apenas divisó los bailes altamente eróticos ocurriendo en el escenario principal, llevó una de sus manos hacia los ojos de Yugi y, tan rápido como la luz, lo evacuó del lugar. Mientras que el menor reía, él solo rogaba que el abuelo nunca se enterase que aquel había permitido que su nieto entrase en un lugar así siendo menor de edad.

Para su desdicha, el secreto solo duró tres días sin ser revelado. Resultado: Un niño y un alma milenaria castigados y sin mazos de duelos durante dos semanas.

En ese momento eliminó el recuerdo de su mente y se concentró nuevamente en la situación actual. El plan había sido llevado acabo, ya se encontraba en la arena del duelo, pero ¿Cómo comenzar a confesarse? Sabía muy bien que aquellos dos tenían una muy cercana relación con sus otras partes, por lo que nadie mejor que ellos dos entendería completamente la situación que él estaba atravesando, sin embargo ¿Correspondía contárselos y encima pedirles consejos?

Recorrió con su mirada rápidamente los dos pares de ojos que lo observaban fijamente, casi como buscando una socorrida complicidad. Entrelazó los dedos de sus manos y las apoyo sobre la mesa mientras agachaba la cabeza. Quizás fueron dos segundos los que pasaron, en los cuales en uno dudó y en el otro deseo simplemente pararse y huir del confrontamiento como un completo cobarde, hasta que recordó.

Recordó que ya no tenía nada que perder. Literalmente había abandonado su pasado para construir ese nuevo futuro. Sacrificar su orgullo no era nada a comparación de lo que le estaba ocurriendo producto de los inéditos sentimientos que de su interior habían nacido. No tener ni idea de que hacer, o peor, como afrontar aquel océano de sensaciones no era compatible con el ex monarca al cual le encantaba estar siempre seguro de sus próximos movimientos.

Cerró los ojos y exhaló fuertemente.              

-Está bien. - se rindió al fin. – Se los diré, pero necesito que no empiecen con sus chistes, solo por esta vez.

Esa última oración casi sonó a una súplica. Los oyentes, de manera consecuente, solo se arrimaron más a la mesa y, con toda la atención depositada en el faraón, le dieron el pie para que continúe.

-No podría decir cuando comenzó todo, fue tan repentino, tan esporádico... Ni siquiera me di cuenta hasta aquel día, luego de haber perdido la Batalla Ceremonial, que me encontré de frente a la encrucijada más difícil de toda mi vida. - Levanto ambas palmas de las manos. –. Por un lado, tenía en mis narices aquello por lo que había luchado durante tanto tiempo: Ser y tener lo que me pertenecía. Intentar explicar o detallar el grado de alegría y satisfacción luego de, por fin, haberlo logrado no le hace justicia a efectivamente vivirlo. - una leve sonrisa apareció entre las comisuras de sus labios. – Pero por el otro lado, comprendí la más cruda obviedad: Para conseguirlo enteramente debía sacrificar algo más que un simple rompecabezas milenario.

En ese momento, su mirada se oscureció.

- … ¿Saben lo difícil que es darse cuenta que para alcanzar tu meta más grande debes dejar atrás a la persona más preciada en tu vida? - prosiguió. – Mi mundo entero se derrumbó y junto a él también cayó la ilusión. Cuando me di cuenta que al marcharme no podría compartir mi felicidad con mi otra parte, una sensación nauseabunda y pesada se creó en mi estómago. No quería nada de eso sin que él, mi compañero que codo a codo había hecho lo imposible y más para ayudarme, estuviese ahí siendo la luz entre mi oscuridad. Darle la espalda y marcharme simplemente se sentía como el más alto grado de traición, no solo hacia él, sino hacia mí mismo también.

Tanto los oídos como la vista de Bakura y Marik seguían fielmente al hablante. La atmósfera ya se había creado; Estaban tan inmersos en la narrativa que se sentía como si ellos mismos estuviesen viviendo cada una de las palabras que salían con verborragia y constancia de la boca de aquel.

-Decidí quedarme, eso ya lo saben. Sin embargo, a partir de aquello un ciclo de contemplaciones e interrogantes comenzó a circular en mi cabeza. Si bien comprendía totalmente el motivo, no podía entender de donde había nacido esa necesidad de su presencia, de su compañía. No sabía ni asimilaba qué era lo que me estaba pasando ni cuál había sido el motor que le pedía a mi cuerpo, mente y alma quedarse a su lado…- Hizo una breve pausa seguida de una leve risa sin gracia. – Hasta que lo distinguí. Se presentó ante mi como la más clara y única verdad. Aunque fue todo un proceso, debo admitirlo, ya que nunca había sentido algo así. Una vez que bajé todas las fronteras mentales y acepté que esa conexión, esa química, eran como una simbiosis tácita, pude reconocer lo evidente: Mi corazón le pertenecía.

Había pasado tanto tiempo cultivando ese secreto en su interior que, cuando la última palabra fue por fin pronunciada, se sintió como quitarse un peso de encima. Sin embargo, aunque se sentía mucho más alivianado luego de haber liberado todo aquello, por algún motivo no se animó a devolver la vista al frente. En su lugar, solo se quedó mirando la mesa esperando el sonido de la sorpresa, el disgusto o tal vez ambos emanando de las bocas de sus acompañantes. Ante la faltante de reacción, comenzó a sentir como el calor subía por sus mejillas acompañado por deseo de hacerse más pequeño ¿acaso era vergüenza lo que estaba comenzando a sentir?

Fue entonces Bakura quien, observando a Marik, rompió el silencio.

-Me debes $50.- Celebró con regocijo.

El aludido solo volteó los ojos.

-No cantes victoria todavía. - contestó. - Recuerda que ahora también le debemos $50 por cada uno de nosotros a Tea.

- ¿Tea? - Repitió Atem. - De qué me estoy perdiendo aquí. - Exigió saber mientras presenciaba, incrédulo, la discusión de aquellos.

Una sonrisa amplia y llena de ponzoña burlona inundó el rostro de ambos.

-Pues sabes, Faraón, todos nosotros también nos preguntábamos el porqué de tu estadía, por lo que más temprano que tarde las apuestas comenzaron- explicó el egipcio. – Él había dicho que, debajo de toda esa fachada austera, existía un corazón que se había encariñado con algo de este lugar.

-Por su parte, Tea. - Continuó el albino. - Había apostado a que tu decisión había nacido de algo más profundo que un simple encariñamiento y, por lo visto, sí que acertó.

El tricolor mayor solo resopló con resignación.

- ¿Tan notorio he sido?    

Ambos asintieron.

-Si te hace sentir mejor. –Intentó animar Marik. - Yo sólo había apostado a que tenías un fetiche con los de rostros infantiles. - Atem gruño con fuerza. – Oh, si eso te ofende, no querrás escuchar lo que Kaiba había dicho.

Agradecía estar en conexión con Yugi, ya que, de no ser por su lado piadoso y amable, ya hubiese ideado seis maneras diferentes de aniquilarlo y, aunque sea, hubiese probado dos de estas.

En su lugar solo cerró los ojos y exhaló, desterrando aquellos pensamientos.

-El punto aquí. - Volvió a hablar. – Es que no sé qué hacer con esto. - el énfasis final fue acompañado por un ademan que recorrió su pecho. – Al principio lograba suprimirlo o incluso ignorarlo, pero ahora, ya habiéndolo aceptado, ¡se ha vuelto la tarea más tortuosa! - un halo de cansancio se podía percibir entre esas palabras. – Sin ir muy lejos, hace unos días cuando unas fanáticas no paraban halagarlo y, en mi opinión, ocupar demasiado de su espacio personal sentí como si fuese a explotar. – arrugó la nariz y apretó los puños. - ¿Saben lo complicado que es tener que mantener la calma mientras que por dentro sientes como si…como que quisieras poder…?

- ¿Mandarlas al demonio? – Adivinó Bakura.

-Por decir un eufemismo, sí.

El primero entrecerró los ojos y lo analizó mientras que llevaba su dedo pulgar e índice hacia la barbilla.

-Ya veo, lo entiendo perfectamente. - dijo casi para sí tomando el rol de psicólogo. - Creí que sería algo peor, pero para tu suerte, es bastante fácil de resolver.

Una mochila invisible se desprendió de la espalda del ex monarca para que luego este se irguiese por inercia.

- ¿Ah sí?

- ¡Pues claro que sí, Faraón! - respondió. – Es sencillo: ¡Debes decirle esto mismo que nos has contado y problema resuelto!

Y la mochila volvió a posicionarse, solo que esta vez lo arrastró hasta el séptimo anillo del infierno.

- ¡Es que no puedo! – exclamó lo suficientemente alto como para que la gente a su alrededor voltease a verlo. - ¿Y si no siente lo mismo? O peor ¿Si se disgusta ante mi confesión y decide alejarse? No podría vivir con su rechazo, mucho menos con su ausencia…

- ¿En serio? No dudaste ni un segundo en enfrentarte a Zorc, estando completamente solo, ¿y ahora le temes a la respuesta de un niño? - Interrumpió Marik. Tanto Atem como Bakura lo fulminaron con la mirada. - ¿Qué? - encogió los hombros. - Solo decía…

Antes de poder contestar, algo ocurriendo detrás del ex poseedor del cetro milenario llamó completamente su atención: Allí se encontraba ella, esperando paciente su bebida en la barra. Era una mujer esbelta y con un cabello rubio que, elegantemente lacio, le llegaba hasta la cintura. Incluso desde la distancia en la que se encontraban podía notar que era muy bella, demasiado para estar en un lugar tan de mala muerte como aquel. Era como una rosa solitaria creciendo en el pantano más fangoso.

En lo hermoso de su rostro también podía advertirse un dejo de cansancio y enojo. Molestia para ser más exactos. Se preguntó que podría ser lo estuviese causándole tanto malestar, hasta que lo vio. Era aquel tipo menudo y corto que no paraba de revolotear a su alrededor, hablándole incansablemente sin obtener respuesta alguna por parte de la muchacha más que su la espalda como clara demostración de estar ignorándolo.

El pobre era irremediablemente desagraciado, pensó para sus adentros Atem. Sin embargo, lo que tenía en fealdad también lo poseía en insistencia. A cada rechazo por parte de ella, él con perseverancia y empeño, volvía a intentarlo, pero por el otro lado. La rendición no formaba parte de su diccionario.

Fue bastante cómico durante unos segundos, dado a que el muchacho a duras penas podía coordinar bien sus pasos, hasta que la situación pasó a mayores: Cuando las palabras y el trabajo duro no alcanzaron, el mencionado decidió tomar el siguiente paso y, como si fuese un reflejo, se puso delante de ella, solo que esta vez la tomó de ambos brazos e, impidiéndole movimiento alguno, la acercó hacia él.

Sin darse cuenta, el Faraón ya se había parado y estaba tan listo para ir y hacerle pagar que recién cuando llevo su mano hacia su cinturón notó que no llevaba consigo su mazo. Marik, quien seguía sentado y de espaldas a la situación, giro su torso para ver que estaba ocurriendo. Una vez que lo notó, llevo una de sus manos hacia el antebrazo de Atem y lo detuvo.

-Tranquilo, ángel guardián, está todo bajo control. - dijo sereno. - Al que estás viendo en acción es Daven, es un pobre diablo que pasa la gran parte de la semana bebiendo en este bar.

-Y tú sabes eso porque lo ves desde afuera ¿verdad? –Bromeó Bakura.

Marik le arrojó un bollo de servilleta el cual fue ignorado con agilidad y una fuerte carcajada.

- ¿Y qué tiene que solo sea un borracho? La está molestando. – Gruñó, listo para soltarse de lo único que lo detenía.

-Oh ¿Ella? Es Elina y, créeme cuando te lo digo, sabe defenderse sola. – dijo. - Espera y verás.

A continuación, observaron los tres fijamente al par de extraños. Daven ya estaba listo para romper la barrera invisible que separaba su rostro con el de ella. La rubia, por su parte, extrañamente había tomado una postura seductora y de sus ojos se desprendía un deseo lujurioso. Delicadamente se soltó del sujetar de él y suavemente colocó un brazo alrededor de su cuello mientras que con la otra mano dibujaba círculos sobre el pecho del hombre usando su dedo índice.

Era una escena de cortejo, claro estuvo durante unos segundos, hasta que de repente algo cambió cuando la muchacha frunció el ceño y una sonrisa de medio lado se le dibujó. De donde antes nacía una mirada inocente y dulce, ahora, se encontraba un rostro desbordado en malicia.

Rápido y sin darle mucho tiempo, lo tomó con fuerza por el cuello de la camisa haciendo presión, para luego golpear la frente del otro con su propia cabeza. Con un gran envión subió su rodilla, la cual chocó contra la entrepierna de Daven, logrando que este cayese redondo al piso.

Una vez que lo tuvo derrotado y rendido a sus pies, Elina simplemente se arregló el cabello con las manos y volvió a tomar su lugar, llevando hacia su boca el vaso que la esperaba sobre la barra.

Atem y Bakura quedaron con la mandíbula por el piso.

-Se los dije, nadie se mete con ella. – canturreó Marik.

-Siento algo de lastima por Daven ahora, recibió la paliza de su vida. - confesó el ex monarca.

-De todas formas, ese es el lado malo del alcohol. - dijo el albino. –A uno lo desinhibe tanto que cree poder hacer cualquier cosa.

En ese momento el rostro del egipcio se iluminó tanto que parecía haber presenciado la epifanía de su vida.

- ¡Por todos los dioses! ¿Cómo no lo pensé antes? - llevó una de sus manos hacia la frente. - Demonios, Bakura, eres un genio

-Eso ya lo sé, pero ¿Esta vez por qué? - respondió dudoso.

- ¿Qué no lo ves? – dijo con entusiasmo. – El alcohol desinhibió a Daven haciéndole creer que podría tener chance alguna con Elina: No pensó, simplemente actuó. – observó a sus acompañantes y se paró de su asiento – Síganme, amigos.

Los mencionados intercambiaron una rápida mirada.

- ¿A dónde? - preguntaron al unísono.

- A la barra, pues claro. - dijo y miró al faraón. – El tequila nos espera.

 

 

 

Cuando el hombre fornido y con cara de pocos amigos depositó la tercera ronda de vasos delante del grupo de amigos desde el otro lado de la mesa, ni siquiera se animó a devolverle la mirada. Él simplemente se quedó allí sentado, con los codos apoyados sobre la mesa, mientras ocultaba su cara entre sus manos.

Todo estaba siendo un completo desastre.

 Para comenzar, la primera ronda de tequila, acompañada por todos sus componentes, había llegado y tanto Bakura como Marik habían bebido el contenido en cuestión de segundos.

Atem, por su lado y con movimientos bastante torpes, primero había llevado el pequeño monto de sal depositado en el dorso de su mano hacia su boca, seguido por el contenido trasparente en el vasito de la otra. Sin embargo, una vez que el temprano ardor hizo contacto con su lengua, por instinto, lo escupió logrando manchar tanto su ropa como la mesa delante de él. En el bochorno, solo logró advertir la cara de enojo del bartender mientras que Marik le decía algo de llevarse un limón a la boca o algo así.

La segunda ronda fue bastante parecida. Habían optado por cambiar a un trago de un color ámbar, servido en un vaso notoriamente más grande y amplio que el del anterior brebaje. Esta vez iba a ser más sencillo, pensó cuando notó los 2 hielos flotando. Rápido y sin esperar directivas, llevó el limón y la sal sobrantes a su boca y los empujó dando un gran sorbo de aquello llamado whiskey.

El resultado había sido irreversiblemente el mismo por lo que, mientras Bakura le explicaba que no era así el procedimiento, Marik pedía un vaso de agua para apagar la mezcla rasposa que su compañero había creado en su boca.

Y ahora, allí se encontraba, prácticamente rendido ante la nueva copa que contenía en su interior un líquido de color borgoña. Antes de siquiera olerlo, supo qué era y el desagrado apareció.

Si bien habiendo sido el monarca del antiguo Egipto había tomado vinos, en realidad, no era para nada aficionado de aquella bebida. Es más, simplemente la toleraba por respeto a los viñeros, las costumbres del su atesorado pueblo y, pues claro, para aplacar la sed de sangre de los dioses a través de los frutos del vid. Más allá de eso, de ser por él, no se acercaría jamás a el producto de esa fermentación.

-Me rindo. - dijo al fin. - Esto es imposible, jamás llegaré a tener el grado de confianza que necesito a través de esto. - se quejó apuntando los vasos desplegados sobre la mesa.

Los otros dos yamis a su lado, estando lo suficientemente cerca para notar el desánimo proveniente de su compañero, se regalaron una furtiva mirada. Marik, estando pegado a él, pasó uno de sus brazos por encima sus hombros y, con un fuerte abrazo de comadrería, le dijo.

-Tranquilo, su alteza, alguna solución encontraremos. – Con su otro brazo, intentó buscar su vaso, sin embargo, cuando no encontró contenido, resopló y tomó la copa llena de su amigo. - Ugh ¿Por qué los sirven tan vacíos?

Atem lo miró de medio lado, un poco extrañado y otro poco sorprendido.

- ¿Y tú como puedes seguir tomando? 

El egipcio lo apuntó con la copa.

-Cultura, mi buen amigo, cultura. – dijo y bebió.     

Cerró sus ojos y se ahorró el responderle ya que al fin y al cabo ni siquiera sabía bien qué decir. Solo podía pensar en la situación en la que se había metido y en como en búsqueda de soluciones, irónicamente, solo encontró más frustración ¿Cómo iba a resolver aquella situación?

La respuesta parecía demasiado obvia: Ser valiente y confesarse como el hombre hecho y derecho que era. Debía hacerlo y estar preparado para cualquiera de los escenarios resultantes: Si sus sentimientos eran correspondidos, hasta aguantar la ebriedad de Marik valdría la pena. Por otro lado, si no lo eran, debería atenerse a las consecuencias de sus actos y aceptar el rechazo, incluso si eso significaba alejarse de su otro yo comprendiendo que así deberían ser las cosas.

Si, así sería.

-Parece que aquí la bebida no es para todos. – Dijo una voz femenina a su lado, logrando sacarlo del nudo de pensamientos.

Cuando levantó la mirada, allí se encontraba la rubia de rostro conocido, Elina, sonriéndole ampliamente.

-Hay que disculparlo, ha estado muchos años en abstinencia, todo es muy nuevo para él. - Interrumpió el albino dejando muy al descubierto el doble sentido que, obviamente, Elina no pudo entender. – Bakura. - La saludó desde la otra punta elevando su bebida. – Y este a mi lado, Marik. - le dio un codazo para que se presentara. – quién no beberá más ya que quiero llega entero a mi casa. -dijo y le arrebató su bebida de la mano.

- ¿No quieres que también te llame mamá? - Se quejó. Antes que pudiese recibir una respuesta, se dirigió hacia la nueva integrante. – No hace falta presentaciones entre nosotros, ya nos conocemos bastante, ¿Verdad, Lina? –le sonrió. - Por cierto, menudo show el de hoy.

La rubia sonrió de medio lado, dejando entrever sus dientes.

-Tendré que decirle a Jerry que deje de servirle tanta cerveza a Daven, lo confunde tanto al pobre que creyó que era alguien nueva por aquí. – dijo. - Cuando recupere la conciencia y se dé cuenta que era yo, será el hazmerreír del lugar por un mes entero.

-Y creo que yo iré en segundo puesto si llevamos el conteo de fracasos de esta noche. - acotó casi en murmullo el faraón.

Elina lo miró con una pizca de pena y empatía.

-Sí, lo he visto, por eso he venido al notar que también eras amigo de Rik. – admitió. – Si te hace sentir mejor, Jerry está acostumbrado a esos desastres ocurriendo sobre la barra, la cara mala solo es un decorado extra. - le guiño un ojo. - Además, convengamos que has ido por bebidas muy poco amigables ¿Por qué no pruebas algo más suave?

Esta vez fue Marik quien habló.

-Justamente Lina, estábamos intentado que Atem sintiera los mágicos efectos desinhibitorios del alcohol de la manera más rápida posible.

-Los requeríamos para animarlo a estar tan confiado como Daven contigo hace unos minutos, pero parece que no hay manera de que tolere el proceso. – Continuó Bakura. - Realmente queríamos que actuase así de espontaneo y desenvuelto.

- ¿Hola? Sigo aquí, puedo hablar por mí mismo. – Acotó Atem, sin embargo, fue interrumpido por Marik nuevamente.

-Demonios Bakura, recuérdame que te saque más seguido conmigo, eres un maldito genio. - Dijo con el rostro iluminado.

-Alguien debía ser la mente aquí, ¿no? - fanfarroneó el albino hasta que la duda apareció. - pero ¿Por qué esta vez?

Los tres pares de ojos estaban puestos sobre el ex dueño del cetro milenario el cual, al notar que era el centro de atención, se aclaró la voz y comenzó a explicar.

-Creo que no necesitaremos probar otro trago más, amigos míos, ya que solo queremos que el faraón actué confiado como si estuviese ebrio ¿no?

-No te sigo. - confesó el tricolor.

-Oh por favor, piénsalo. - le contestó. - Si sabes actuar como ebrio, no es necesario que bebas ni un poco. Ahí está la respuesta y solución: Actuar. Finge ebriedad, actúa como si hubieses bebido hasta la última gota y dile todo lo que sientes al pequeño Yugi. Si sale bien, problema resuelto, si sale mal, le echas la culpa al alcohol y sigues como si nada hubiese pasado.

Atem lo meditó durante unos segundos. La idea de su amigo no era para nada mala realmente. Podía simplemente actuar, confesarse y, si no era correspondido, sabía que Yugi pensaría que solamente era algún estúpido monologo en estado de ebriedad. Todo pasaría de largo como si fuese un chiste, una simple anécdota graciosa. Podía soportar el rechazo siempre y cuando pudiese seguir estando a su lado, aunque sea como amigo.

La decisión estaba tomada.

- ¿Y cómo llevaré a cabo tal actuación? - Inquirió.

Los ojos de Marik brillaron.

-Pues bien, primero practicaremos bastante, lo suficiente como para que no levantar sospechas en lo más mínimo. Segundo. - Dijo y observó a Bakura, quien estaba bebiendo de aquella copa robada. - Necesito un motor para que veas de primera mano cómo actuar. - Con un movimiento rápido, le arrebató el trago y bebió hasta casi acabarlo. -  y por último…

No llegó a completar su oración, simplemente hizo un movimiento casi imperceptible con su brazo. Atem recién se dio cuenta de que lo había bañado en vino cuando sintió la tela fría y mojada pegándose en su pecho y el olor a uva subiendo hacia su nariz.

- ¡pero que demo…!

-Los detalles crean credibilidad, su alteza. - Se excusó. Atem solo gruñó logrando que este riese. – Oh y este es solo el comienzo, tengo tantas buenas ideas ¡Ja! Ya verás, nos divertiremos a lo grande hoy…

 

Notas finales:

 

Sinceramente se siente bastante raro ya que literalmente hacia años desde la ultima vez que utilicé esta cuenta ( Es más, debo admitir que tarde en recordar mi usuario y contraseña) y que extraño ¿Verdad? tu si me lees por primera vez atravesaras 6 años de mi vida de un capítulo a otro. Pasarás de mi yo adolescente amante de la escritura ( con MUCHOS errores de ortografía) a mi yo no tan adolescente, redescubriendo ese cariño mucho tiempo mas tarde, en cuestión de un click. Simplemente sorprendente.

Ya estoy divagando, lo sé,por lo que como palabras finales me gustaría decir simplemente ¡Gracias! Gracias por llegar y leerme hasta aquí, espero hayas disfrutado esto tanto como yo disfruté escribiéndolo :)


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