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Conociendo a papá por Kaoru Himura

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Habían pasado un par de horas desde que amaneció. Naruto y Killer Bee habían emprendido de nuevo su viaje con los primeros rayos de sol, tras haber descansado y recargado energías durante toda la noche anterior. Después de no haber parado en ningún momento desde que se habían dado cuenta de que Kaoru había desaparecido, se habían quedado profundamente dormidos en cuanto se tumbaron en sus sacos de dormir.


 


En ese momento Naruto estaba concentrado en llegar cuanto antes a su destino mientras recordaba cómo había pasado todo.


 


Flashback


 


Aquel día, Naruto se encontraba preocupado por la pequeña pelirroja. Ésta se había despertado más pálida de lo normal y débil, apenas podía mover un músculo. Naruto pensó que seguramente se destapó por la noche pillando así un resfriado, por lo que dejó que Kaoru descansase en su cama mientras él iba a prepararle algún alimento caliente, aprovechando que Bee estaba entrenando en una zona cercana a su casa.


 


Cuando terminó de preparar lo que según él era una sopa, entró en el cuarto de la niña justo cuando el cuerpo que había entre las sábanas desaparecía en una bola de humo, dejando a Naruto paralizado con la bandeja entre sus manos.


 


 - ¿Pero qué demonios...? - dijo aproximándose rápidamente al lugar donde segundos antes había estado la niña.


 


Dejó la bandeja en la mesita de al lado de la cama y comenzó a levantar las sábanas desesperado provocando una ráfaga de aire que hizo volar una nota. El rubio vio el papel flotando y lo agarró antes de que llegase al suelo, leyendo su contenido. Sin lugar a dudas, las palabras que leía estaban escritas por Kaoru.


 


 - Me voy a conocer a papá. Ya volveré. Te quiero – leyó en voz alta el rubio – P.D: No te enfades.


 


En ese momento, se percató que el cuerpo que había desaparecido era una copia de la pelirroja, por eso parecía que estaba enferma, se estaría quedando sin chakra y antes de llegar a su límite, habría hecho que desapareciese. El rubio sentía cómo le hervía la sangre de rabia e ira arrugando el papel en su mano.


 


 - ¿Que no me enfade? - susurró con voz tétrica - ¡Voy a matarla en cuanto la pille! - gritó encolerizado.


 


Después de eso, Naruto fue a informar a Killer Bee e ir a buscar a la chica.


 


Fin del Flashback


 


 


Mientras recordaba todo eso, Naruto se sintió estúpido por no haberse dado cuenta antes que la verdadera Kaoru se había escapado tres días antes de ese momento. No se explicaba cómo una de sus copias había aguantado durante tanto tiempo y no había desaparecido antes, pero eso ahora no tenía importancia, debía centrarse en llegar a Konoha cuanto antes, deseando que la niña no hubiese podido dar con Sasuke y llevarla de vuelta a casa enseguida.


 


 - Ya estamos cerca – oyó que dijo Bee a su lado.


 - Sí, sólo unos pocos kilómetros más – comentó el rubio.


 


Aceleraron el paso, saltando tan rápido que apenas rozaban las ramas dando la sensación de que estaban volando. Al cabo de una hora, ambos pudieron vislumbrar las grandes puertas que indicaban la entrada a la villa, deteniéndose en uno de los árboles más altos y cercanos a Konoha.


 


 - Ya hemos llegado – habló Bee - ¿cómo te sientes al volver después de tantos años?


 - Extraño y... nostálgico – susurró con una sonrisa melancólica.


 


Bee miró detenidamente a Naruto, fijándose en su mirada triste.


 


 - ¿Estás bien? - preguntó preocupado.


 - Sí – susurró el rubio.


 - Si pretendemos sacarla de la villa sin que nos reconozcan, no podemos pasar por las puertas principales – comentó con la intención de distraer a su amigo.


 - Sígueme, conozco otra forma de entrar – dijo Naruto justo antes de desaparecer siendo seguido por Killer Bee.


 


 


Mientras tanto en casa de los Uchiha, Sasuke terminaba de preparar el desayuno colocando unas tostadas recién hechas junto a los cereales y la leche fresca. En ese instante, la pelirroja entraba por la puerta que al ver la comida abrió la boca para hablar.


 


 - Antes de que digas algo, no, no hay ramen para desayunar, así que siéntate sin protestar – interrumpió el moreno con una mirada perspicaz.


 - Tacaño – dijo por lo bajo la niña con un puchero.


 


Ambos se sentaron uno frente al otro y comenzaron a tomar su desayuno. Kaoru cogió la botella de leche y bebió directamente de ella.


 


 - ¡Oye! ¡Usa el vaso para beber! - le regañó el moreno - ¿Te encuentras bien? - preguntó preocupado al ver que la niña tenía los ojos abiertos de par en par extrañada.


 - Es raro – comentó curiosa mirando el contenido del cristal – cuando bebo la leche de casa, siempre tengo que ir al baño enseguida.


 


El moreno se quedó impresionado sin poder salir de su asombro, pero acto seguido, frunció el ceño malhumorado.


 


''Este dobe no cambiará'', pensó irritado. ''Seguro que le ha estado dando leche caducada. Es un desastre, el usuratonkachi necesita que alguien vaya detrás de él para vigilarlo y cuidarlo''.


 


Tras quitarle la botella de las manos, Sasuke sirvió en cada vaso y continuaron desayunando. El primero en terminar fue el moreno, que se levantó de su asiento llevando los platos sucios al fregadero mientras observaba que su cocina volvía a estar como el primer día.


 


''Por una vez has hecho bien tu trabajo, Kakashi'', meditó Sasuke.


 


El moreno salió de la cocina para ir hacia el baño, pero se detuvo en el camino al observar el desorden que había en el cuarto de la pelirroja. Parecía que había pasado un huracán por allí, toda la ropa que la niña se había comprado la tarde anterior, se hallaba esparcida por todo el suelo y la cama.


 


 - ¡Kaoru Uchiha! - bramó encolerizado Sasuke.


 


La niña casi se atragantó del susto con aquel grito que se pudo escuchar hasta fuera de la vivienda. Se oyeron pasos apresurados aproximándose hacia la cocina haciendo que Kaoru engullera todo lo que le quedaba de desayuno para poder huir a tiempo. Intuía qué podía ser lo que había despertado la bestia interior de su padre y no quiso arriesgarse a que la pillara, pero no fue lo suficientemente rápida.


 


Kaoru se tensó al sentir un aura oscura a su espalda. Se giró lentamente y miró con una sonrisa inocente al mayor.


 


 - ¿Qué ocurre, papá? - preguntó de forma dulce.


 - ¡Ni papá ni nada! ¡¿Se puede saber qué es ese desastre en tu habitación?!


 - Estaba probando una nueva decoración, me han dicho que es lo último que se lleva. ¿No te gusta? - dijo mientras se iba alejando despacio.


 - ¡No me vengas con cuentos! ¡Ve ahora mismo a limpiar tu cuarto! - vociferó.


 - Oblígame – le contestó sacándole la lengua.


 


La pelirroja juntó sus dedos formando un sello y creó varias copias que se escaparon por la ventana de la cocina.


 


 - ¡Atrápame si puedes! - gritaron las copias mientras cada una se alejaba en una dirección diferente.


 


Sasuke activó su sharingan para descubrir cuál de ellas era la original, pero se desconcertó al ver que no estaba entre ninguno de los clones. No sabía cómo pero esa cría se la había jugado, aún así no se rendiría y la encontraría. Se concentró para detectar el chakra de la pelirroja, ignorando el que pertenecía a las copias y cuando lo consiguió, salió disparado tras ella.


 


Al mismo tiempo, en otra parte de Konoha se hallaban Killer Bee y Naruto intentando localizar a la niña también.


 


 - ¿Por dónde quieres comenzar a buscarla? - consultó Bee a Naruto.


 - Será mejor que localicemos su chakra, así no estaremos dando vueltas sin sentido – argumentó el rubio.


 - Buena idea.


 


Ambos se concentraron para rastrear a la pelirroja pero detectaron que su chakra se dividía en cuatro y se encontraban en zonas distintas y alejadas entre ellas.


 


 - Nos dividiremos y cada uno irá a un lugar – ordenó mientras creaba dos clones de sombra.


 


Bee asintió y cada uno desapareció en una dirección diferente. En la calle, Gaara observó cómo esas cuatro figuras cubiertas con túnicas y capuchas se separaban tomando distintos caminos.


 


 - ¿Ocurre algo, Gaara? - preguntó su hermano.


 - Nada – dijo con la vista fija en el punto donde habían estado esos individuos – creo que va a ser una semana interesante.


 


Kankurô lo miró sin entender de qué hablaba por lo que solamente siguió a su hermano pequeño.


 


 


Kaoru seguía saltando entre los tejados huyendo de su padre, se sentía orgullosa por haberle hecho caer en su engaño. Cuando creyó que estaba a salvo, hizo desaparecer a sus clones y continuó su camino pero, de repente, se paró en seco asustada. Aunque mantenía la cabeza agachada, reconoció perfectamente el chakra de la persona que se encontraba delante de ella. Muy lentamente, fue alzando su mirada hasta chocar con unos ojos azules que la miraban furiosos.


 


 - Naru... - murmuró con un hilo de voz.


 - ¡Tú! ¡¿Se puede saber en qué narices pensabas al huir de casa de esa manera?! ¡¿Sabes lo preocupado que me has tenido durante todo este tiempo?! - gritaba colérico Naruto - ¡Te podían haber herido gravemente!


 


La pelirroja empezó a temblar hipando levemente hasta que no aguantó más y rompió a llorar desconsoladamente.


 


 - Lo... siento... - sollozaba mientras se llevaba sus pequeños puños a sus ojos para contener las lágrimas.


 


Unos brazos la envolvieron en un cálido abrazo estrechándola fuertemente contra su cuerpo.


 


 - No vuelvas a asustarme de esa manera – le dijo el rubio suavemente.


 - No lo haré... lo siento.


 


La niña correspondió el abrazo y siguió llorando mientras Naruto acariciaba su espalda con cariño consolándola. Después de varios minutos, la pelirroja logró tranquilizarse y el mayor se separó un poco de ella para tomar su rostro entre sus manos y limpiarle con la yema de sus dedos las lágrimas que adornaban sus mejillas.


 


 - Ahora debemos encontrar a tío Bee y volver a casa – declaró el rubio.


 


Esas palabras le cayeron a Kaoru como un balde de agua fría, su esperanza y oportunidad de juntar a su padre con Naruto desaparecerían si se marchaban ahora.


 


 - ¡No! ¡No podemos irnos ahora! ¡He encontrado a papá! ¡No quiero irme! - gritaba alterada mientras se alejaba de Naruto.


 - Kao, cálmate – intentó razonar con ella.


 - ¡No! ¡No quiero! - seguía chillando volviendo a llorar de impotencia.


 


Pero otra voz a sus espaldas detuvo la pelea entre ambos.


 


 - Naruto... - susurró incrédulo el único poseedor del rinnegan y el sharingan.


 


El portador del Kyûbi se tensó al reconocer esa voz que tantas veces había deseado oír pronunciar su nombre en el pasado. Se giró despacio mientras se levantaba para mirar a los ojos de su mejor amigo.


 


 - Hola, Sasuke – saludó de forma neutral.


 


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