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Marcos Piñero... el niñero por Charly D

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Notas del capitulo:

Hola a todos, he aquí la continuación de este relato, espero les guste, vamos lentos pero seguros...

¡Gracias!

-Ehm… pues… yo…- diré la verdad, diré la verdad- Yo soy Marcos Piñero… el niñero- oh, oh.

-¿Qué?- la mujer me miraba sumamente confundida

-Pues que soy Marcos Piñero, niñero profesional – lo dije y ya no podía echarme para atrás, total, no se ve tan malo ser el nano.

-Señor mío, eso es imposible- con el dedo levantado la mujer canturreaba- los hombres no pueden ser niñeros- con molestia me dirigía su pesada vista.

-Pues, si puede ser señora mía- dije imitando el tonito que uso- la agencia me mandó- orgullosamente mentiroso contesté.

-E.. eso no es posi… los hombres no… ¿Niñero? Eso nunca ha ocurrido- la mujer continuaba en la puerta viéndome asustada.

-Se lo dije, la seño Estefanía ya no quiso mujeres, por eso pidió un hombre- comentó el señor que la recibió unos minutos antes.

-Pe… pe… pe… pero no… ¡Eso no! ¡Los hombres no son niñeros! Esto es inaudito- visiblemente asustada seguí debatiendo, ya tenía bien pensada mi respuesta para esa ñora con cara de caracol cuando una voz algo juvenil nos interrumpió…

 

-¡Cheeeeeeeela!- un jovencito vestido únicamente con bóxers bajaba la escalera, con el cabello medio ondulado y revuelto, color negro y un cuerpo marcado sin músculos, digno de un adolescente gritaba el nombre de la hermana de mi amiga.

-¡El joven Mariano!- dijo el hombre que estaba junto a la verdadera niñera

-¡Jesús!- asustada nuevamente y sorprendida la mujer expresó.

-Me va a encantar este lugar- dije yo sonriendo, he de parecer un pedófilo… ¡Qué vergüenza debería darme! Pero me la aguanto un rato.

-Bueno señora, ya mejor vámonos ya está el niñero y el señorito no se ve de buen humor y no quiero estar aquí adentro para cuando termine de bajar, así que vámonos- jaló a la anonadada niñera y salió de la casa- Que tenga suerte Marcos, porque la va a necesitar- sin más salió llevándose consigo a la mujer.

 

Luego de unos segundos en los que ese niño semidesnudo bajaba la escalinata mientras se apretaba las sienes se percató de mi presencia.  

-¿Y tú quién eres?- su voz ronca y su cara de “crudo” me decían el pesar que sufría.

-Ehm… yo- me señalé y orgulloso rematé- Soy Marcos Piñero… niñero profesional- debía creérmela ¿no?

-¿Qué tú qué?- me vio con un semblante furioso- ¡Cheeeeeeeeeeeela Tina!- gritó llamando  a la bonachona muchacha- ¡Chela Tinaaaaaaaaaaaaaaa!- su nombre siempre me causo risa, es muy tonto al igual que el de Mago. Dos segundos bastaron para que la aludida llegara casi corriendo.

-Dígame joven Mariano- agitada preguntó.

-¿Me puedes explicar qué es esto?- me señaló, momento… me acaba de decir que soy “esto” ¿qué le pasa a este mocoso exhibicionista, chamaco igualado.

-Él es el…-

-El niñero Chela, soy el nuevo niñero, el que contrató la Fanía esa- me miró asombrada.

-¿Estefanía lo hizo?- el chico preguntó más molesto que antes.

-Ehm… pues yo, joven lo que pasa es que…- Chela no sabía por dónde empezar

-Esa mujer no sabe cuándo rendirse, ni crea que con este mequetrefe intento de hombre va a lograr ganarse a mi papá… y si eres el nuevo niñero más vale que te prepares, vas a conocer el infierno en esta casa…- con cara de que estaba a punto de vomitar me amenazó.

-A ver, a ver chamaquito, mucho mejores y más grandotes me han montado… ¡perdón! Digo me han retado- el inconsciente me traiciona- pero eso no importa, ahora deja a Chela que ella y yo tenemos que ir a la cocina a platicar cosas y chismes de sirvientas, cuando te hayas puesto algo más decente y menos pecaminoso regresas y te servirán el desayuno, ahora, deja que ella y yo hagamos cosas de verduleras… ¡Adiós!- jalé a la sorprendida cocinera y nos encerramos en su lugar de trabajo dejando atrás al malhumorado y poco ebrio niño maleducado.

 

Temblando al mil y sonriendo como simio miraba temeroso a la hermana de Mago…

-¿Y bien Marcos? Estoy esperando una explicación ¿Cómo el niñero? ¿Qué es todo esto?-

-Bueno, mira… ¿por dónde te empiezo a contar?-

-Pues por el principio- dijo seria mientras se cruzaba de brazos.

-Ah pues mira, a mí me despidieron de una tienda de ropa indecente llamada “Vestimos la concha”, mi jefa se enredó con un tipo que está más que bueno…- y entonces me interrumpió

-No tan al principio Marcos, explícame esto que acaba de ocurrir… ¿De dónde sacaste que eres el nuevo niñero?-

-Ah, eso…- reí nervioso- pues, lo saqué de… pues de mi cabeza- le sonreía para lograr que no me corriera, sería el colmo ser despedido dos días seguidos.

-¿Te das cuenta de lo que hiciste? Me pueden despedir-

-Ay manita… no seas díscola con el trabajo, mira que tengo muchas necesidades y como me dijo tu hermana Mago, no sirvo más que para vender calzones a señoras calenturientas, necesito trabajar para mantener a mi familia- debo usar todos mis recursos para convencerla.

-Para empezar, no seas argüendero Marcos, tú no tienes que mantener ninguna familia, y para terminar, ¿no te das cuenta que tu mentira no va a durar nada? La verdadera nana no debe tardar en llegar- me decía con preocupación.

-Pues, eso de la familia, por ahora no la tengo ¿pero te imaginas si me casara con una mujer? La tendría que mantener- le respondí

-Ay ajá… tu eres más gay que la misma bandera arcoíris y mira que esa banderita ya es demasiado maricona-

-Bueno, está bien, pero en verdad necesito el trabajo, si no consigo esto moriré de hambre y en la más absoluta de las miserias… ¡No por favor Chela Tina! ¡No me corras!- dramaticé tanto que hasta una lagrimita me salió.

-Ya… no chilles, pero ¿Y si llega la verdadera niñera?-

-Ah, por esa ruca ni te preocupes, no llegará- contesté feliz y ella me miraba expectante- Bueno, ya llegó pero la corrí con la ayuda del señor de la entrada, le dije que yo era el niñero y pues no le quedó de otra más que irse, claro, antes le dio un ataque de aire, de esos que te dan cuando no te preparan y sin compasión te penetr…- Chela se puso las manos en el pecho sumamente sorprendida- te… te… te penetran el corazón con una terrible mentira… pero bueno, eso no importa, lo realmente importante es que la señora niñera ya se fue y no volverá… o al menos eso espero-

-Ay Marcos, pues a ver hasta dónde llega esto, y si me corren por tu culpa te juro que te mato…- respiró hondo y me miró compasiva- Que sea lo que deba de ser… bienvenido niñero- sonreí y la abracé muy feliz.

-Gracias Chela Tina… muchas gracias-

-Vuelve a decirme así y te patearé en donde no te da el sol- me regañó, pero ¿qué culpa tengo yo que sus padres le pusieran Graciela Ernestina? En fin, no me conviene hacerla rabiar.

-Gracias… gracias…-

-Pues a trabajar nano, que a Mariano no le caíste bien y Silvana no creo que tarde en bajar, te toca atenderlos-

-¿El niñero les sirve de comer?- pregunté sin creerlo

-¿Pues qué pensabas? ¿Qué te ibas a salir al patio a tomar el sol? ese par no se cuida solo y se te va a pagar por cuidarlos, así que úscale, y como no tengo uniforme para hombre no te doy el que le toca a la niñera, pero algo se me ha de ocurrir, mientras vete y tu encárgate del higadito que está sentado en el comedor- tragando saliva y encomendándome a los santos, buda, jebús, los caballeros del zodiaco y demás entidades cósmicas caminé rumbo al comedor.

 

 

Entré como si nada, a mí me enseñaron que el enemigo no debe oler tu miedo, tal vez tu perfume sí, para que lo presumas y se muera de la envidia, pero no el miedo, ese no. Llegué a la mesota de madera  que brillaba bastante y vi que junto al mocoso, que por cierto ya llevaba puestos unos pantaloncillos cortos y una camiseta, estaba una chica, de cabello hasta los hombros, un flequillo y con la pijama de Hello Kitty, esa gata, como odio a esa desgraciada.

-¡Hola a todos!- saludé

-¿Ves? Te dije que era un remedo de hombre el que la tarada de Estefanía contrató-

-No lo puedo creer, ¿hasta este punto llegó con tal de amarrar a papá?- mencionó con su dulce voz, esta niña es un encanto- vaya que es un remedo de hombre- creo que ya no.

-Miren jovenzuelos, se los diré lenta y pausadamente, ¿alguna vez han peleado con gatos por la comida ya que su odiosa madre los dejó afuera por llegar tarde a casa debido a que estaban perdiendo la honra en el asiento trasero de un coche?

-¿Perdiendo qué?- preguntó la niña

-Se nota que eres tonta  Silmbécil…-

-¡Oye no me digas así!- reclamó

-Yo te digo como quiera, por algo soy el hombre de la casa-

-No me digas, no te bañas todos los días y ya te crees el hombre de la casa, primero apréndete a cuidar para que Estefanía no nos mande cosas como esta que tenemos por niñero y luego hablamos-

-¡Ey! Que estoy aquí presente-

-¡Cállate!- me gritaron al unísono y siguieron peleándose.

-¡Conozco una tienda de ropa donde las mujeres se desnudan y se prueban brassieres y pantaletas!- grité

-¿Enserio?- pregutnó Mariano

-¡Qué asco!- expresó Silvana

-Eh, no, solo quería su atención, como les decía si no saben pelear con los gatos por la comida, aún no saben lo que es el duro negocio de la vida, así que aquí nos vamos a comportar y no haremos cosas malas, al menos no ustedes… ¿entendido?-

-¿Qué es eso de perder la honra en el asiento trasero de un coche?- preguntó Silvana

-Ehn… pues… ¿Qué edad tienes mijita chula?- pregunté

-Quince- contestó algo ruborizada

-Bueno, en un par de años más lo sabrás… y si no, pregúntale al exhibicionista de tu hermano, él debe saberlo ya… ¿o no Mariano? ¿Tienes algo que contarle a la clase?- lo encaré

-Yo… yo, po… por supuesto que lo sé- ¡Bingo! Este mocoso es más virgen que el aceite de oliva

-Lo imaginé… castito- dije en voz baja y noté como Mariano se ponía rojo -Esto es lo que haremos, tu mijito chulo, te paras y les servirás a la damita y al damito, que en este caso soy yo, y lo harás de buena gana, con una sonrisa y una excelente actitud si no quieres que hablemos de la virginidad de ciertas personas- lo miré gatunamente, el abrió los ojos y se puso de pie.

-So… so… solo lo haré porque estoy con ánimos… ya vuelvo… tu Silmbécil, no te muevas y tú sirviento no digas una sola palabra- lo vi perderse en la puerta de la cocina.

-Vaya, creo que Mariano se siente mal, nunca había ido a la cocina por su propia comida menos por la mía- dijo la hermana del exhibicionista, la miré asintiendo, es el poder de la castidad, algo que hace mucho yo no conozco… ¡qué puerco soy!-  Aunque, si tú eres como la sirvienta, ¿Por qué comes aquí con nosotros?-

-Ay mijita, de veras, con esa actitud nunca vas a brillar en sociedad, pues como con ustedes porque yo no nací para comer en la cocina, y discúlpame pero yo no soy la sirvienta, yo soy Marcos Piñero, niñero profesional, y los tiempos en los que el nano comía en ese cuartito rodeado de trastes y estufas ya pasó de moda-

-Pero papá nunca ha dejado que las sirvientas coman con nosotros-

-Ay Silvanita, deveras que contigo no se puede, tu papi se ve que es muy anticuado, estamos en el siglo veintiuno, los nanos con cuerpos y personalidades como la mía no comen en la cocina, tu papi debe ser un hombre amargado, grosero, pedante, malhumorado y ancianito con cara de quiero mi cocol-

-No deberías hablar así de mi papá-

-No Silvanita, no le tengas miedo a tu papi, cuando dejes de tener miedo, vas a comenzar a aprender, nosotros los que no les tenemos miedo a nada somos más felices-

-¿Entonces no le tiene miedo a nada caballero?- una voz más gruesa que la de Mariano resonó en el comedor, abrí los ojos desmesuradamente mientras la niña que tenía frente a mi reía divertida- Buenos días… soy Marcelo, el anciano y amargado padre de Silvana-

 

Me levanté como resorte de la silla y volteé para ver al señor de la casa… ¡Vaya! No es un adonis pero no está nada mal… nada, nada mal…

- Ma… Ma… Marcos Piñero… niñero profesional- dije nervioso, sonreí, pero él no se veía nada feliz, y cuando digo nada, es nada…

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer!


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