Debo dejarte ir ya, no puedo vivir del recuerdo mientras todos hacen sus vidas, ¿y yo? ¿Dónde quedo? – rio para mis adentros- también hare la mía hasta siempre Takasugi.
Edo en la actualidad
De un lado a otro balanceaba su copa, como si con ello lograra la atención de aquel muchacho de cabellera larga y sedosa.
Katsura-kun eres tan atractivo ¿quieres una copa? – dijo un hombre de no más de 40 años sentado en un taburete.
- Créame que si quisiera un trago me lo serviría solo ¿no cree? – siguió limpiando las copas como si fuera lo más importante en ese momento.
- ¿solo? Porque mejor en compañía de alguien, vamos solo quedamos tú y yo. –
- Lo siento señor, es mi trabajo servir, no relacionarme con la clientela – debe ser así. Han pasado muchos años para arruinarlo ahora.
- Vamos cariño no te hagas de rogar – siseó el hombre y tomó de su corbatín a Katsura rompiendo su espacio personal – más te vale que muevas tu hermoso cuerpo y me sigas.
- Señor, me hará utilizar la fuerza y no quiero, – empujó al hombre – Retírese del bar ¡ahora!
- Te crees la gran cosa Katsura Kotaro, pero no eres más que un pobre diablo que fue dejado de lado por sus amigos, me das pena. – reía el hombre mientras que Katsura, asombrado por lo que dijo boto la copa que secaba.
- Te dijo que te fueras, escoria. – una sonrisa tenebrosa mostraba el pelitplateado desde la entrada– ¿o quieres terminar tu último día aquí?
- Esto no se quedara así – dijo dirigiéndose a Katura- no saben con quién se metieron.
- Basta de parloteo anciano, vete de una jodida vez. – habló Gintoki mientras hurgaba en sus fosas nasales –
Todo quedo en un molesto silencio, Katsura recogía los fragmentos de la copa como si fuera lo más importante en ese momento, mientras que Gintoki bebía de su sake. No habían hablado desde el incidente con aquel hombre impertinente
- No lo puedes olvidar, ¿cierto? – preguntó dejando su vaso de lado
- Eso a ti no te debe importar. –
- Me importas y lo sabes, Zura.
- No es Zura, es Katsura.
- No cambies el tema – Gintoki se acomodó un tanto molesto en su asiento – ha pasado mucho tiempo como para que sigas en lo mismo. Te hará mal.
- Te vuelvo repetir, a ti no te debe importar es más, nunca te importó. – después de largo rato por fin le dedicó la mirada a su “amigo” como se hacía llamar éste – Siempre estuvo solo, estuvimos, nadie supo cómo fue que Ta- –se golpeó mentalmente – que él planeaba alejarse de nosotros, ¡éramos sus amigos, Gintoki! – a cada palabra que pronunciaba iba aumentando su voz. Por otro lado, su amigo miraba inexpresivo.
- Tú te alejaste solo Katsura, de todos. De mí. – El peliblanco acomodó su katana dispuesto a marcharse –
- ¡espera!. Lo lamento. – se dio la vuelta por el taburete para llegar donde Gintoki – esto ha sido difícil. Éramos… camaradas.
- Creo que para ti, Takasugi era algo más – tanteo terreno débil en el pelinegro –
- ¿Qué estás diciendo?
- Eso que escuchaste, te gustaba ¿cierto?
- Qué pasaría si dijese que sí – Kastura bajo su mirada un tanto avergonzado por el rumbo que había tomado la conversación –
- Nada, con el amor es difícil tratar, pero yo te haría olvidar. Te haría olvidarlo.