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Painful love por Jesica Black

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Antes de leer este capítulo les recomiendo que tomen sus pastillas de la presión/corazón/o similares, puede que se sorprenda. ¡Gracias por su amable atención!

 

Capitulo X: Hijo de Antares

 

                Habían pasado unos días, suficientes para que comenzaran las vacaciones y Camus fuera liberado del colegio, por lo cual Dégel le preguntó a su sobrino si quería ir a visitar a su madre, mientras él visitaría a sus padres. Kardia, que últimamente se había instalado en la casa de los Diamond contra la voluntad del mayor, puso dinero para comprarse un auto y vender la motocicleta, de esa forma los llevaría a la casa en Paris y se embarcaron los tres en un viaje. Kardia manejaba, Dégel era el copiloto y Camus dormía atrás.
No lo quería admitir, pero el mayor de los Antares se estaba comportando como un padre con el pelirrojo, lo había abrigado, mientras cargaba nafta  durante el viaje, con una colcha que él tenía, le preguntaba si quería ir al baño o comer algo y pagaba absolutamente todo. No era mezquino en los lujos, y se había ofrecido (para no incomodar a la familia Diamond) alojarse en un hotel. Dégel le insistió que se quedaran juntos, los tres.

El viaje fue largo y extenuante, pero lograron llegar a la pequeña casa de los Diamond, Kardia sonrió al ver lo acogedora que era y notar a la pareja de ancianos que vivía allí. Se sorprendía de lo grandes que eran a pesar de la edad de Dégel ¿era posible que a los cincuenta o sesenta años pudiera tener esa mujer un hijo? No, no era posible.

–¡Me alegra tanto verte, hijo! Y trajiste un amigo, hola….soy Françoise Diamond, la mamá de Dégel y él es Albert Diamond, su papá.

–Mucho gusto –susurró Kardia dándole la mano.

–Tu cabello, está decolorándose –habló el padre a su hijo Dégel, el cual ya tenía más cabellos rubios que verdes.

–A Kardia le gusta así.

–Kardia….que singular nombre ¿y tú apellido?

–Antares–tanto el hombre como la mujer se sorprendieron y miraron entre si–. ¿Sucede algo?

–No, nada, nada….pasen…. ¿Y Camus?

–Lo dejamos en la clínica con Garnet, quería hablar a solas con ustedes y después visitar la tumba de mi difunto hermano –Dégel se sentó en la silla junto a la mesa, Kardia se reclinó en la pared–. ¿Puedo hacerles una pregunta?

–Claro cariño, la que quieras….

–¿Es Krest mi padre? –ambos ancianos se sorprendieron ante esta cuestión.

–¿Por qué preguntas eso, hijo? –cuestionó Albert, pero Dégel les miró fuertemente.

–Mi cabello, mi fisonomía, todo se parece a Krest, a pesar que ustedes dicen ser mis padres, no hay un solo Diamond con cabello rubio ¿de dónde salí entonces? –Albert miró a su mujer, buscando una solución, pero ésta parecía nerviosa–. Sean sinceros.

–Krest nos pidió que nunca…

–¡KREST ESTA MUERTO! –golpeó la mesa con ira, tanto los dos ancianos como Kardia se asustaron–. ¡Díganme la verdad! ¿Soy o no hijo de Krest?

–Siéntate hijo….déjame contarte la historia –murmuró el hombre mientras tranquilizaba al muchacho–. Cuando tu papá se graduó, fue a esa fiesta de las mil luces….ahí se re-encontró con Aeneas…

–¿Y? –preguntó, Kardia les miró.

–¡El volvió y al poco tiempo se enteró de ti! ¡Nosotros quisimos contarte la verdad pero él no nos dejaba! –Sollozó a gritos su madre, Dégel miró a Kardia, quien estaba tan sorprendido como él y volvió a ver a sus ‘abuelos’–. Krest renegó de la relación que tuvo, se consideró débil por haber sido engañado, pues Antares seguía casado con esa prostituta y no la dejaría para irse con él, Krest lo sabía…..renegó de su estado, de su embarazo, pero no podía renegar de ti porque te amaba.

–¿Por….por qué me negó saber sobre mis padres reales? –preguntó Dégel, estaba furioso pero sus ojos se llenaron de lágrimas.

–No quería que sepas la verdad, que él fue infiel a sus convicciones y su palabra de jamás volver a estar con Aeneas, por más que le amaba –susurró Albert–. Ese hombre nos destrozó la vida, Krest jamás volvió a ser el mismo después de sus dieciséis años, él se volvió solitario, vacío, como si fuera de hielo.

–Pe…pero….

–¡Aeneas le destruyó! ¡Le destruyó y sometió a un niño de quince años! –Gritó la anciana, casi al borde de desfallecer–. No quería Krest saber de él, te entregó a nosotros apenas naciste y nos prometió, nos hizo jurar sobre su tumba, que jamás te contaríamos que eres hijo de Aeneas Antares….–Dégel se paralizó ante la confesión–. Krest te amo tanto, te juro hijo, te amó más de lo que era capaz de soportar…..

–¿Garnet sabía ésto?

–¡Claro que lo sabía! Todos en la familia lo sabíamos, nace un niño rubio….cuando nadie lo es en los Diamond. Por eso comenzamos a hostigarte para que tiñas tu cabello, Krest no soportaba verte rubio porque le recordabas a Aeneas.

–¡Mi padre será todo lo que quieran pero amaba a Krest! –esta vez fue Kardia quien habló y se acercó–. No puedo soportar escuchar todas esas estupideces que dicen.

–Kardia, por favor… .–intentó parar Dégel pero Kardia siguió.

–¡No saben lo mucho que sufrió papá con todo ésto! ¡No tienes idea, no tienen la más puta idea! –se pone agresivo, Dégel se levanta e intenta detenerlo.

–¡Kardia, basta! –empuja levemente, los dos ancianos se quedan mirando sorprendidos–. Lo siento…..pero Kardia es hijo de Aeneas y ha vivido en primera persona el…. –en ese momento detiene su discurso y se toca la cabeza por el dolor.

–¿Qué pasa? –preguntó la anciana levantándose rápidamente, Kardia lo toma en brazos.

–Me…me duele la cabeza solamente, un mareo…. –suspiró–. Gracias por sostenerme Kardia.

–¿No quieres ir al hospital? –preguntó preocupado.

–No, no, estoy bien…..–mira a sus abuelos–. Voy a exhumar el cadáver de Krest para hacer pruebas de ADN…..–ambos ancianos miran horrorizados–. Puedo pedirlo como su hermano y damnificado por sus mentiras, llevará tiempo, pero quiero saber si él es mi padre…–nuevamente se siente mareado y esta vez casi cae encima de Kardia.

–¡Dégel! Te llevaré a un hospital.

–Estoy bien….sólo algo mareado, es todo –susurró-

–Claro que no, hace unos días interrumpiste el sexo por ir a vomitar, ahora ésto, en el viaje no había un minuto que no me pidieras parar para ir al baño… ¡Vamos a un hospital! –Dégel se separó.

–Estoy bien…..

–Bueno……aun así, deberías ir…

–¡Cierra la boca! –Gritó, estaba algo molesto, aún seguía estándolo–. Por favor, Kardia, cierra la boca, no me siento bien y encima las personas que durante años llamé padres ¡me engañaron!

–Escucha hijo…

–¡Soy tu nieto!

–De acuerdo, de acuerdo…nieto, nieto…–susurró Albert–. Escucha Dégel, todo lo que hicimos fue por tu bien ¿qué hubieras preferido? ¿Sabes que tu padre está a miles de kilómetros y que no te vio nunca?

–Mi padre no sabía que existía….

–¡Agradece! Papá sabe que existo yo y me aborreció todo este tiempo –susurró Kardia, Dégel le voltea a ver y suspiró, tal vez el chico tenía razón, tal vez Aeneas tampoco lo quisiera a él.

 

                Pero al menos quería saber que pensaba Antares sobre esta paternidad que nunca le dijo, quería pensar que se lo llevó a la tumba Krest, quería pensar.

 

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                Camus estaba con su madre Garnet, quien aún mantenía una mirada perdida en el horizonte, su cabello oscuro caía por los lados,  muchas veces tapaba su mirada y los ojos claros que adornaban su bello y joven rostro. Camus no sabía que debía sentir por su madre, no es que fuera mala con él ni mucho menos, agradeció siempre tener los padres que tuvo porque le enseñaron tantas cosas en su vida. Se acercó tomándole las manos níveas y ella sonrió al ver a su pequeño junto a ella.

–Camus, que bueno verde…. –susurró la mujer–. Como haz crecido hijo mío….

–Mamá, estoy feliz de verte de nuevo, los abuelos me decían que no estabas muy bien…pero te veo bastante mejor.

–Oh, sí, ellos vienen…..ellos me recuerdan tanto a tu padre –niega con la cabeza–. Nunca entenderé lo que pasó por su cabeza.

–Nadie lo entenderá mamá –sonrió, acarició las manos blancas y suspiró débilmente.

–Te veo angustiado, Camus ¿qué pasa, hijo? –preguntó.

–Nada mamá, no quiero darte problemas.

–Dámelos por favor, dámelos…..aquí casi no puedo hacer nada…. –murmuró acercándose–. Quiero tener un rol de madre contigo hijo, al menos hoy, déjame.

–Pasa que…..–suspira–. Un compañero ha ventilado parte de nuestra intimidad a toda la escuela y ahora soy visto como un….un cualquiera…. –se desprende de su madre para tomar su cabello y hacerse una coleta con él–. Pronto tendré que volver a la escuela y enfrentarme con él, no sé qué haré….

–Eso es muy duro, dulzura….–susurró–. Tu padre solía decir…..el escorpión sale de la cueva nuevamente todos los días –Camus pestanea.

–¿Eh? ¿Disculpa?

–Sí, era un buen hombre…..luces tan bien hijo….–Camus suspira, ahora se daba cuenta que su madre definitivamente no estaba nada bien.

–Mamá, estoy feliz de verte…. –sonrió y se levantó.

–Krest, espera…. –habló la mujer, Camus se detiene–. ¿Por qué? ¿Qué tiene Aeneas Antares que yo no? Tú…..tú has abandonado ya a su hijo.

–¿Qué? –preguntó Camus sorprendido.

–Dégel…..yo estaba ahí cuando se lo entregaste a tus padres…. ¿no?

–¿de qué hablas?

–Yo sé….tú estás con él verdad….Krest….. ¿Estas con Antares?

–Papá está muerto, mamá…

–No estás muerto…..Aeneas te tiene, él te alejó de mi –Camus niega con la cabeza y se retira.

 

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                “Krest…..Krest…..Cuéntanos tu historia, cuéntanos todo lo que ha sufrido en la vida. Déjanos en tus escritos lo que no puedes decir en voz alta. Haz decidido plasmar en este pedazo de papel lo que no podrás hablar, lo que no quieres hablar.
Todo comenzó cuando te enteraste que estabas embarazado, tus ojos no podían más que volverse blancos y tus manos taparon tu boca. Intentaste llorar a viva voz, pues sabías que ese niño no traería alegría a tu hogar;  tus padres y tú odiaban a Aeneas, padre del pequeño, y tu futura esposa tampoco lo hacía.
Cargaste con él ocho meses, de los cuales sufriste, lloraste y moriste pensando en ello. ¡Oh, Krest! Tus lágrimas siempre fueron derramadas por Dégel, tu hijo, tu bastardo, pero a quien amaste tanto que quisiste darle una vida mejor. Tú sabías que dentro de una casa sin amor, no podría sobrevivir el pequeño, que tú estabas tan débil que no lo podías sostener. Por lo que regañaste a tu pedazo de vida, aquel que te alegraba.  Lo diste, para que al menos pudiera sentir el amor y el hogar que tú nunca  podrías darle.
¡Por qué no hiciste lo mismo con Camus! Pues tu pobre hijo tuvo que vivir en un mundo sin amor, aunque no estaba en tu derecho, pues su madre era Garnet. Y ella no aceptaría dar a Camus como diste a Dégel. ¡Oh, Krest, mi joven Krest!  Que lloraste el día que viste el cabello rubio de tu hijo recién nacido y lo abrazaste como a nadie, le besaste, le acariciaste, le sentiste en tus jóvenes veinticuatro años.

–¿Estás seguro? –Dijo tu madre esa vez, mientras te miraba al costado–. ¿Realmente estás seguro que quieres dármelo?

–No existe opción, pues aquí conmigo, no podrá solito afrontar todo este dolor, pensar que no crecerá feliz teniendo a un padre indigno como yo, que también es madre, sólo él y yo, la única familia –se aferró a su hijo como si de su vida se tratarse y lloró, lloró–. No permitiré que él sepa que tuvo esta madre, esta madre que es un hombre, que es un ser inmundo que se acostó con el enemigo y engendró tan hermoso hijo.

–Krest, no te trates así por favor –dijo Albert, su padre, e intentó acallar las lágrimas que alguna vez fueron parte de su hijo.

–¡Es verdad, papá, es verdad y no digas lo contrario! –susurró y apartó al niño de su pecho para verle, estaba allí dormido, con sus verde ojos cerrados y cabello rubio que caía por encima de sus ojos–. Mi niño, por favor, sé feliz….no lastimes ni te lastimes de la forma en que te lastimo yo abandonándote….sabes que lo hago por amor, mi amor a ti es tan grande que no quiero verte a mi lado para que sufras y me veas sufrir. Igual, a pesar de todo, sigo siendo tu hermano y velaré tus sueños.

–¿Quieres que te lo dejemos un poco más?

–¡No! Llévenselo, por favor, sino, no podré dejarlo….–le entrega el niño a su madre–. Por favor, llévalo, y te imploro, quítale cada rastro de Aeneas que tenga, por favor, por favor cuando puedas ponle tinte en el cabello, no soporto ese cabello, no puedo….

–No puedes evitar que se parezca a él…. –habló su padre acariciando la cabeza de su nieto.

–Entonces hazme ciego para que no pueda verlo…. –se tapa los ojos–. No quiero verle y recordar que mi corazón se rompió por culpa de ese infeliz….

–Hijo…por favor….

–No, no….hijo no….hijo no…–baja su mirada–. Déjenme solo….

                No pudiste evitarlo, tu dolor fue más allá de cualquier cosa al igual que tu amor. ¿Tanto tuviste que padecer? ¿Por qué has abandonado a tu hijo? Solo tú sabes por qué y seguramente tenías una razón…..el amor es algo con lo que cualquier criatura debe crecer….traer a un niño al mundo con un padre como tú y otro muy lejos y con su familia, amigos y leyendas tatuadas en papel….no sirve tenerlo contigo para verte llorar las lágrimas de un amor que jamás regresará.”

–“Escritos de un autor mediocre”. Capitulo II: Nacimiento.
 Krest Diamond (8 de febrero de 1996)

 

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–No tenías que acompañarme –dijo Dégel, aun molesto. Kardia venía detrás de él con las manos en el bolsillo.

–¿Te molesta que esté aquí? –preguntó.

–No.

–Entonces me quedaré…..–bufó–. Hace un frío de la puta madre en Francia.

–Estamos en otoño, querido. Si quieres puedes quedarte en el auto….–Kardia niega y continua el camino por entre las tumbas, fija su vista en una muy particular, donde hay una estatua esculpida–. Nunca supimos quien pago por esta estatua, pero ahora siento que debió ser Aeneas.

–Mi papá gastaba dinero siempre en sus amantes, así que no dudo que para el mejor, ¡Rosas!….–sonrió de costado.

–Está muy bien cuidada…y tiene flores nuevas…. ¡Oiga, usted! –Dégel hace una señal al cuidador de tumbas, quien se acerca–. ¿Usted puso estas rosas?

–Claro que sí, mi joven.

–¿De quiénes son? –preguntó–. ¿Quiénes las compró?

–Todas las semanas me pide el gran autor Antares que deposite las rosas más caras aquí y no permita que nadie toque o saquee la tumba….–habla el anciano haciendo una reverencia–. Hay que limpiarla….

–Quiero exhumar el cadáver de mi herma….digo mi padre, quiero hacer una prueba de ADN, ¿dónde debo hablar?

–¿Exhumar? –se pone nervioso–. Disculpe, no puede hacer eso.

–Si puedo….es el cadáver de mi padre y necesito…..

–No creo que sea conveniente, al señor Diamond lo velaron a cajón cerrado…. –murmuró el anciano–. Su cuerpo estaba muy magullado.

–No quiero verlo, sólo quiero  hacer una prueba de ADN….es todo…

–Dégel…..–habló Kardia.

–¿Qué sucede?

–Ahí está el dueño, tal vez deberías hablar con él….–señala a un hombre que camina hacia ellos con elegancia. Dégel inmediatamente vuelve hacia el anciano y al ver su afirmación se dirige hacia él.

 

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–Es difícil mantener un personaje mi amor….–susurró un hombre mientras abría la puerta del cuarto oscuro–. Es tan difícil mantenerlo….

–¿Cuándo vas a parar? –susurró, la luz apenas lo enfocaba, estaba encadenado de pies y manos.

–Nunca…..nunca, nunca, eliminaré a todos los que me separen de ti…

–Eres un monstruo….–murmuró y bajó la mirada, el hombre se acercó y le tomó del mentón.

–¿Por qué? ¿No me amas acaso?

–Te amo más que a mi vida…..pero…… ¿por qué me haces ésto? –susurró mientras levanta las manos jalando de las cadenas. El hombre de cabellos rubios sonríe y le acaricia el rostro.

–Es para que esta vez no te escapes de mí……………….

 

……

 

 

 

Krest Diamond.

 

                Krest Diamond no estaba muerto, que empiece el show de Aeneas Antares, pues el hombre de cabello rubio y ojos celestes se levantó del piso donde estaba su amado y sonrió. El más joven no solamente estaba atado de pies y manos en una oscura habitación, su cabello ya no era corto, sino bastante largo y su piel estaba algo más áspera por los pocos cuidados, a pesar que le alimentaban bien, lo había consumido el no poder ver o saber sobre sus hijos.

–Al fin, nadie le creerá a la loca de tu mujer que estas aquí, nadie te volverá a apartar de mí, jamás…..jamás Krest.

 

 

Continuará.

Notas finales:

¡KREST ESTA VIVO! Jajajajajaja no se esperaban todo ésto ¿verdad? Creo que me dio miedo hasta a mí. Aeneas está tan desquiciado y psicópata (como Saga en Saint Seiya) como sus hijos y parece que los Diamond son susceptibles a ese encanto.

 

Saludos. ¡Dejen comentarios y díganme que les pareció esto! ¿Se lo esperaban? ¿Sobrevivieron a la noticia?


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