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Painful love por Jesica Black

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Capitulo VIII: Atácame.

 

                Como era de esperar, Dégel fue arrastrado hasta la casa de Kardia aun contra su voluntad, aunque durante el camino no se dijeron nada, al detener la motocicleta el menor se quejó con respecto a ello. El peliazul insistía en que no lo trajo amenazado ni mucho menos, que sólo se había subido y se aferró a la cintura del conductor. Era indignante, pero tenía la completa razón de ello.
Abrió la puerta de departamento número ocho en la planta baja de un imponente edificio. Kardia vivía en el centro de la ciudad, su cocina no era muy grande pero se tenía un espacioso living con sillones, una televisión gigante, consolas de video juegos, una biblioteca que el menor miró asombrado, algunas fotos colgadas en las paredes, aunque ninguna de su familia, sólo de paisajes y del mismo Kardia. Caminaron por el pasillo donde había al menos tres habitaciones, una de ellas debería ser el baño principal, pero no tenía idea cuales eran las otras dos. Kardia extendió su mano girando el pomo y abrió la última puerta a la derecha, al ingresar sus ojos quedaron espantados de ver cuerinas, látigos, algunos juguetes sexuales tirados, una correa con tirante de cadenas, algunos disfraces colgados que podrían sonrojar al mismo lucifer.

Dégel dio dos pasos hacia atrás chocando contra el muro, por su parte, su compañero simplemente sonrió. Era obvio que la mitad de las personas que llegaban ahí tuvieran una reacción similar, aunque ninguna había debutado con ello, ni siquiera las prostitutas se rebajaban a tanta humillación, pero Kardia tenía otros planes ese día.

–Tranquilo, Dégel –murmuró mientras se acercaba, su mano se deslizó por las partes bajas del joven muchacho mientras le presionaba contra la pared–. No te lastimaré…..quiero que tú lo hagas.

–¿Hm? –giró suavemente su cabeza, muy poco, para mirar los ojos de Kardia encima de él. Le tomó la mano y empujó suavemente hacia la habitación, cerrando la puerta.

–Sabes que hacer, bebé, demuéstrame lo que eres capaz…. –Kardia se quitaba la camiseta y desprendía la hebilla del cinturón, mientras Dégel continuaba pasmado cerca de la puerta. Una vez que el miembro eréctil del mayor se expuso frente a él, reaccionó.

–Espera un minuto…. –murmuró el joven–. ¿Quieres que yo utilice ésto en ti?

–Exacto,…..

–¿Por qué? –preguntó, Kardia se sienta en la cama mientras se quita los zapatos.

–Por qué deseas hacerlo….

 

                Dégel comenzó a reaccionar lentamente. Kardia quería ser maltratado y él a la vez quería maltratarlo. ¿Ésto era amor? ¿Ésto era sexo? ¿Qué diablos era? No estaba seguro, pero inmediatamente se sacó la playera que llevaba puesta y dispuso a buscar algo, cualquier cosa, que le sirviera, pero por mientras sólo utilizaría las manos.
Bajó sus pantalones de mezclilla  hasta quedar sólo con los bóxer, Kardia ya se había despojado de toda su ropa y se encontraba en la cama, rendido y desnudo. Dégel giró para verlo y estiró sus manos hacia atrás para tomar dos corbatas solamente y se apropió de Kardia, se colocó encima y le ató las manos a los barrotes. En esos momentos podía huir, podía correr de allí y dejarlo solo y caliente, para que se diera cuenta que con él no se jugaba, pero algo se lo impedía y ese algo era su propia excitación.
Le besó  ferozmente mientras enterraba los dedos en la cabellera, un beso húmero, que producía un ruido con la misma intensidad, demostrando que las lenguas se enroscaban en sus bocas; las manos se deslizaban por todo el cuerpo de Kardia mientras su peso estaba dirigido a aplastar el miembro erecto del mayor, produciendo un terrible y angustioso dolor. Se separó un poco y le sonrió mientras comenzó a arañarlo y Kardia frunció el ceño, mientras la boca de Dégel bajaba por el cuello, dejando ligeras mordidas que se fueron intensificando hasta llegar a las tetillas.

Se detuvo allí, bajó un poco más su cuerpo para estar cómodo y las lamió suavemente, las mordió, las succionó logrando que el miembro de su compañero se pusiera más duro. Las uñas se le clavaron en las caderas, cortando aquella capa de piel más fina hasta adentrarse a la carne. Kardia gritó por el dolor producido pero apenas era el comienzo.

–¿Te gusta? –murmuró apartándose del cuerpo.

–M-Me….e-encanta…. –susurró y relamió sus labios, Dégel le atacó nuevamente la boca mientras continuaba rasgando la piel de su cuerpo, haciendo cicatrices, dado que tenía las uñas ligeramente largas.

                Una vez liberado del hechizo oral, fue bajando hasta llegar al vientre, de allí pasó la lengua lentamente y se encontró con el miembro, al cual agarró con dureza y comenzó a succionar violentamente. Los gritos de Kardia se trasformaron en potentes alaridos. Dégel presionaba con sus dedos muy fuertemente la parte baja del mimbro, haciendo que no pudiera liberarse de un posible orgasmo, lo cual producía un sensación terrible mientras era chupado y succionado con tanta habilidad que creía que Dégel tuviera experiencia en ello.
Dejó el miembro un rato, sólo un rato, para levantarse y caminar hasta uno de los estantes, se quitó los bóxer y tomó una botellita con un líquido y la deposito en sus dedos para luego metérselas dentro y fruncir el ceño, era más asqueroso hacérselo él mismo, pero inevitable.

–¡Mírame….mírame Dégel! –Gritó Kardia desde su posición, el muchacho giró la cabeza y los ojos habían cambiado, Dégel tenía la misma mirada que Kardia–. Así me gusta mi amor, ven aquí….papi necesita tu amor.

                Sacó sus dedos de él sólo para utilizar más de aquel líquido, necesitaba abrir bien su entrada para lo que esperaba, porque esta vez no quería sangrar por culpa de ese infeliz.
Una vez preparado tomó el látigo y lo utilizó contra la cama, haciendo palidecer a su compañero, que luego comenzó a reír. Sonrió con él y volvió a unírsele (arrojando el artefacto lejos), esta vez, auto penetrándose con el falo de Kardia, retorciéndose del dolor el también y subiendo y bajando sin siquiera estar acostumbrado. Sus manos se deslizaron por el pecho musculoso de su compañero, mientras las caderas golpeaban contra las suyas y sus ojos se nublaron. Kardia gimoteaba y pedía ser liberado, pues no aguantaba más la lentitud con la cual Dégel manejaba todo, pero éste, seguramente para hacerle sufrir, tardó bastante en desprenderlo; justo cuando una de las manos fue liberada, la otra rompió la corbata de una rajadura y volteó al peliverde con absoluta agilidad, poniendo ambas piernas al costado de su cuerpo y comenzando a embestir violentamente.

Dejo marcas con sus dientes y tironeó del cabello constantemente, aunque quería besarle para también marcarlo allí, ambas manos de Dégel le empujaron la cara y tiró su cabeza hacia atrás.
El sudor se hizo más notorio, se deslizaba contra la piel; Kardia continuaba sus movimientos, era muchísimo más fácil usar lubricante que solamente los dedos, por lo que no podía lastimarle internamente, lo cual hizo que se enfureciera aún más y los golpes en la cadera fueran mucho más fuertes.
El más joven sentía eso, lo sentía muy adentro y comenzaba a tener reacciones en su cuerpo. Una de las manos abandonó el rostro de Kardia para tomar su propia erección y comenzar a masturbarse, mientras de su boca salía un hilo de baba notando que realmente la profundidad que estaba sintiendo en su cuerpo era demasiada para soportarlo.
Las manos del peliazul se apropiaron de las nalgas y se deslizaron dejando su huella, sintió entonces el espasmo en el cuerpo y el joven eyaculó en su propio vientre, aun así el mayor seguía embistiéndolo con violencia, intentando llegar al orgasmo que fue inminente.

Cayó rendido mientras su semen se deslizaba por el trasero de su compañero, y su miembro abandonó flácido el cuerpo. Respiró profundo, sus manos llegaron al cabello largo y verde con facilidad y lo acarició. Aún tenían mucho más que experimentar, y la noche era bastante larga para los dos….

 

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–Aaaah –Camus se levantó rápidamente de la cama y observó que el rubio seguía allí. ¿Qué haría si su tío llegaba a la casa? Buscó el celular y se fijó en los mensajes: “Pasaré la noche con un amigo, tienes comida en el refrigerador. Dégel”. Suspiró.

                Le dolía bastante el cuerpo, sobre todo el cuello y las caderas, Milo a pesar de ser joven era bastante apasionado y no es menos. Sonrió y se le quedó mirando. ¿Por qué? ¿Por qué Milo tenía ese magnetismo que no había experimentado nunca? Es verdad que había tenido una que otra novia y que había llegado a dar un beso a una de ellas, pero nunca hubiera imaginado tener sexo con alguna, ni siquiera con un hombre a pesar que su mejor amigo de la infancia: Isaac, lo acosaba la mayor parte del tiempo por internet.
Se volvió a acostar y una mano pasó por delante de él sonriendo. Giró y vio los ojos celestes de su amigo, casi entorpecidos por la mata de cabello rubio. Se dio la vuelta y fue abrazado en su totalidad para llevárselo al cuerpo. Antares solamente era unos pocos centímetros más alto que él, pero su cuerpo, más oscuro en la tonalidad, era más morrudo y musculoso que el delgado muchacho. Le acarició la espalda y con ella el cabello rojo que comenzaba a enloquecerlo.

–Buen día….

–Es todavía de noche, Milo.

–¡No arruines el clima! –Le besó el cuello con suavidad–. Estás realmente exquisito hoy….

–Milo…me duele el trasero….no tendré sexo nuevamente…. –Milo comenzó a frotarse contra él y notó lo duro que estaba–. No Milo, ni lo intentes….

–¿Qué haré entonces con ésto? –preguntó con una sonrisa. Camus suspira y se quita las sábanas de encima para bajar hasta los muslos.

                Desnudos como estaban los dos, Camus comenzó a practicarle sexo oral. No era un experto en aquello pero lo hacía extremadamente bien, según Milo. Chupaba, lamía, succionaba, era toda una delicia sentir esos labios sobre su miembro. La mano de Milo le jalaba del cabello y lo empujaba más hacia él, intentando meterle todo en esa pequeña boca, pero no se podía y Camus comenzó a sentir arcadas.
Se separó unos momentos y volvió al ataque, estaba vez metió más de Milo en él y succionó más fuerte aun, sintiendo como la dureza se estaba volviendo  flácida y eyaculaba en su boca. Se separó apenas sintió el líquido pero no fue demasiado rápido, su cara quedó completamente manchada de semen. Camus no se había dado cuenta, probablemente porque mantenía los ojos cerrados mientras lo hacía, pero Milo había sacado al menos dos fotos con su celular y se había reído un poco en sus interiores, en forma de juego.
El pelirrojo se alejó e intentaba quitarse la viscosidad, pero el rubio le tomó de la barbilla y esta vez le sacó una foto de frente.

–¿Qué haces? –preguntó Camus.

–Quiero tener de recuerdo ésto…–Milo sonrió y Camus bufó, bastante molesto.

–Pervertido, haz lo que quieras, iré a bañarme……–se intentó levantar pero sus piernas aun no tenían fuerza, no quería imaginarse lo que hubiera sido si nuevamente le atacaba de la manera que le había atacado hacía poco menos de una hora.

–De acuerdo te espero aquí –sonrió, Camus le mira y luego salió tranquilamente de su habitación.

                Inmediatamente toma mejor el celular y comienza a teclear con una sonrisa decorada en su rostro:

Mensaje para Saga, Kanon.

Hola chicos, les envió algunas de las fotos que le prometí Jajajajaja ¿no creen que es lindo? Realmente me lo comí….y creo que me gusta, los veo pronto.

Milo Antares.


Cerró el teléfono celular y miró toda la habitación, los libros, algunos osos de peluche en decoración, una clara fascinación por la nieve o lugares nevados. Sonrió y sintió que estaba enamorándose de él, ¿había hecho bien en enviarle esas imágenes a sus compañeros? Bueno, confiaba en ellos, sabía que no dirían nada….no por nada eran sus mejores amigos.

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                Las uñas se clavaron en la espalda con habilidad mientras sus piernas se enroscaron en las caderas, sintiendo la presión aun en su cuerpo. Dos, tres, cuatro embestidas potentes que le arrancaron alaridos y gemidos. ¿Qué hora era? Pasada las tres o cuatro de la mañana, no habían comido absolutamente nada en toda la noche, pero no tenían hambre, sólo estaban sudando y calientes por el ambiente.
¿Cuántas veces lo habían hecho? No recordaba, se había desmayado cuando sintió el tercer o cuarto orgasmo violento dentro de él, y perdió la consciencia de que pasó con su cuerpo luego, pero ahora, estando despierto y con él dentro suyo, moviéndose de una manera que pensaba le rasgaría la piel nuevamente.
Estaba lleno porque sentía el semen escurrir aun en sus piernas, estaba lleno porque lo sentía en su interior, sentía que cuando se levantara y se bañara, aun así tendría rastros de él en lo profundo de su cuerpo.

Nuevamente eyaculó y quedó tendido sobre él, respirando suavemente, recuperando la compostura.  Miró el reloj de costado y se levantó de encima, el peliverde al fin pudo descansar unos momentos desde que habían comenzado. Tenía el cuerpo rojo, moreteado y mordido, además de estar abierto  y con la mirada cansada, las pupilas dilatadas, el pulso hasta el infinito y las mejillas rojas por la fuerza, además completamente húmero, interna y externamente. Nunca en su vida había imaginado poder resistir a semejante acto sexual.

–¿Qui-qui-eres co-comer a-algo? –susurró Kardia, aunque había recuperado la respiración fácilmente, le costaba modular las palabras. Dégel negó con la cabeza.

                El mayor se arrojó junto a él, bastante exhausto. Sonrió, era la primera vez que alguien resistía tanto hasta dejarlo completamente satisfecho. Antares Kardia estaba COMPLETAMENTE satisfecho. Había hecho lo que quiso con él y aún más de lo que pudiera imaginar, estaba cansado, con su miembro totalmente flácido, había pasado toda la noche y madrugada entrando a ese cuerpo hasta hacerlo vibrar de la emoción, es más, durante unos minutos Dégel se había desmayado de tanta presión y calor que le hizo sentir, pero Kardia acostumbrado al calor, no se desmayó y continuó con su juego hasta hacerle despertar.

–E-esto….debería ser un….re-record

–¿Re….cord? –intentó hablar, pero no podía, se quedaba sin aire.

–Aja…..–suspiró Kardia y cerró los ojos–……Dégel….

–¿S-Si?

–E-estaba pensando –se da la vuelta para mirarlo, Dégel ahora se encontraba boca abajo por el terrible dolor en sus caderas–. Me has prestado el culo demasiadas veces, debes estar….can-cansado, y no te he dado absolutamente nada por esos servicios.

–No quiero nada tuyo…–bufó con desagrado, pero Kardia sonrió.

–Yo quiero dártelo, dile adiós a la casa inmunda que tienes, te mudarás conmigo –dio dos palmadas a los glúteos, cosa que su compañero rechazó con el rostro fruncido.

–No me toques ahí –gruñó–.  No sé….no sé si sabes, pero tengo un adolescente a cargo.

–Sí, ya lo sé, pensé en él –se pone boca arriba y usa sus manos como almohada, flexionándolas debajo de su cabeza–. Por eso mi departamento tiene dos cuartos, éste y otro más justo en frente.

–¿Por qué tienen tantas habitaciones un departamento de soltero?

–Me acabo de mudar hace dos días, en realidad hubo mucha gente ayudándome a dejar la casa así, al tener dinero puedes darte ciertos lujos, le conviene a mi padre que me aleje de él lo antes posible, por lo que no opuso resistencia, le dije: “O me compras un departamento más grande o me instalo a vivir acá” inmediatamente me consiguió ésto……–sonrió, Dégel suspiró cansado.

–Me siento mojado y tengo nauseas –murmuró contra la almohada (Kardia arqueó la ceja con lo último) y luego giró para seguir hablando–. ¿Y por qué te mudaste aquí si tenías otro departamento?

–Sólo era para uno, adrede me mudé a éste con más recamaras para que vinieras a vivir conmigo. Tienes todo lo que necesitas…no deberías trabajar…. –Dégel le mira asustado–. ¿Qué?

–¿Quieres vivir junto a mí? ¿Cómo si fuéramos una pa…?

–No sigas, la palabra me da arcadas –le mira de reojo–. No te amo, lo sabes.

–Sí, me lo dejaste en claro….

–Pero no puedo evitar decir que me gustas, me gusta tu cuerpo, tu trasero….me gusta, me gusta tener sexo contigo y no me ha pasado nunca antes –bostezó–. Por eso te invito a vivir acá….tendrás todos los lujos y comodidades, te ayudaré a pagar la escuela de tu sobrino, esa mitad que no cubre la beca….

–¿Por qué?

–Obvio que por tu cuerpo ¿no? Mientras más resistas más dinero te pagaré.

–¡No soy una prostituta! –Se intentó levantar pero nuevamente le atacó el dolor en sus caderas–. Aaaagh.

–Pues lo eres para mí, aprovecha que gasto mi dinero en ti, jamás hice nada por nadie y menos por una follada, siéntete afortunado. Tu culo es la gloria y tus mamadas son deliciosas.

–¡Vete al infierno, Kardia….aaay! –otra vez intentó incorporarse, pero las piernas le temblaban.

–Yo que tú tendría cuidado de acá a dos días, no creo que puedas sentarse o caminar con comodidad. Lo hicimos muchas veces y muy fuerte…–sonrió–. Estaba pensando –se sienta dejando las sábanas acumulada en sus muslos–. Ya no me sirve meterte el pene, es como muy fácil para ti recepcionarlo. Me gustaría meter un vibrador y luego en conjunto mi miembro….

–¿Estás bromeando, no? –Kardia le mira sonriente–. No estás bromeando….

–Jamás bromeo con esas cosas, mi querido Dégel…. –se le acerca, apartando el cabello y besándole la espalda–. Quiero ver cuánto te abres para mi…..

–Yo…. –susurró–. ¿Puedo también meterte un vibrador….? –Kardia silenció, le miró aturdido y vio una sonrisa en Dégel que le perturbó.

–Claro que sí, bebé….todo lo que quieras…. –se acercó para besarlo, un beso húmedo que se convertía lentamente en más.

                Dégel giró en la cama y Kardia se puso encima de él, la lengua se adentró, haciendo un sonido singular mientras las manos del peliverde se enlazaban en el cuello. Las del mayor se deslizaron por los costados, acariciando la cintura y nuevamente se sintió duro. Dégel definitivamente no podría ESO nuevamente en su cuerpo, por lo que sólo tuvo que conformarse el peliazul con una buena mamada, digna de un Diamond, o al menos eso creía él.

 

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                De repente sintió que todo el mundo lo estaba mirando y riéndose de él, Camus caminaba por los pasillos y notó que el clima no era como el de siempre, la mayoría de los compañeros de otros salones estaban fuera de éstos, algunos miraban unos papeles que tenían en las manos y reían, otros simplemente cuchicheaban. ¿Qué era lo que estaba pasando? Se sintió agobiado cuando un chico lo señaló pero pensó que probablemente era porque comentaban de su cabello rojizo u otro tipo de cosas, no estaba seguro.
Se posicionó en el salón 1-2, intentó abrir la puerta pero ésta fue abierta desde adentro por Aioros, quien le miró con espanto. Inmediatamente iba a saludarlo cuando el chico hablo:

–Lo siento, lo siento Camus –susurró, muy agobiado y al borde del llanto–. No pude, te juro que intenté tirarlas todas, pero ¡No pude!

–Tranquilo, Aioros –susurró Shura desde atrás, saliendo del salón–. Realmente lo sentimos, Camus.

–¿De qué hablas?

–¿No sabes? Está por toda la escuela, en el aula, los salones de profesores, hasta los vestuarios –exclamó el castaño, Aioria al igual que Camus se disponían a entrar al salón.

–Hermano, déjame por favor entrar –pidió el menor, pero Aioros se lo impedía.

–No entiendo que están diciendo, aunque recién pasando por los pasillos hubo varios chicos de años superiores que me miraron, no entiendo por qué…..–el castaño miró a su pareja y luego se hizo a un lado para dejar pasar.

 

                Dentro del aula solamente estaban Shaka y Mu, quienes miraban las paredes estupefactos, Camus no entendió su expresión hasta que se fijó lo que estaba colgado en ellas. Fotos, millones y millones de fotos impresas en papel, esparcidas por toda la institución. No eran fotos comunes, eran fotos de él, es decir, eran fotos de su intimidad. Shaka y Mu se giraron para ver como Camus caminaba hacia ellos con terror, inmediatamente intentaron explicarle a su compañero que ya estaban allí cuando llegaron, que están por toda la escuela inclusive en la dirección y que el director Sage estaba furioso al igual que varios maestros.
Camus se colocó una mano en la boca para no gritar. ¡Estaba desnudo en todas ellas! Inclusive en algunas, realizaba una mamada a un muchacho que no aparecía con el rostro descubierto. Pero ¿cómo? ¿Cómo podía ser posible? Ese era él, reconocía las sábanas de su cuarto….entonces el chico era nada más que Milo.

¡Milo Antares! Giró su cabeza para ver al rubio caminar por los pasillos mirando el celular. ¿Cómo podía ser tan canalla? Inmediatamente y como alma que lleva al diablo salió de su aula para ir a encarar a ese maldito psicópata.

–¡Milo! –Gritó, el silencio fue sepulcral cuando el mayor se dio la vuelta–. ¡ERES UN HIJO DE LA GRANDISIMA PUTA! –nunca había visto a Camus tan furioso y no era para menos.

–¿De qué hablas? –preguntó inocentemente.

–¿Cómo que de qué hablo? ¡TRAICIONASTE MI CONFIANZA! –gruñó, estaba realmente furioso, más que furioso estaba avergonzado, abochornado y repleto de ira.

–No sé de qué mierda hablas….

–¡LAS FOTOS, GRANDISIMO IMBÉCIL! –arqueó una ceja y cruzó los brazos.

–¿Qué fotos? –preguntó, Camus sintió que se burlaban de él.

–¡HIJO DE PUTA! –gritó y se lanzó contra Milo.

 

                Todos, los de primero, segundo y tercer año, comenzaron a vitorear mientras Camus se lanzaba a Milo y volaban patadas y piñas por doquier. Una pelea épica entre dos jóvenes estudiantes. No se mezquinaban los golpes de puño, las patadas, las jaladas de cabello. Camus se sentó encima y comenzó a golpearle el rostro, mientras Milo intentaba protegerse y gritarle que él no ha hecho absolutamente nada y que lo deje en paz.
Entre el tumulto se encontraba Scapio, quien miraba las fotos del sexo entre jóvenes con una perversión inimaginable y disfrutaba de aquella pelea entre amantes, lo más seguro era que el muchacho que acompañaba en las impresiones a Camus era nada más y nada menos que Milo Antares.
La sangre comenzó a aparecer, descendiendo de la nariz del rubio o saliendo de la boca del pelirrojo, pero nadie podía separarlos. Aioros intentó acercarse pero casi voló una piña junto a él y Shura tuvo que agarrarlo por detrás.
Parecía no tener fin la lucha, lo mismo que habían vivido en el sexo, ahora lo vivían con una pelea casi mortal. Camus estaba terriblemente enojado y le quería matar. Sage apareció antes que ocurriera algo peor e imponiendo su voz les llamó la atención:

–¡Diamond, Antares! –gritó, Camus que estaba golpeando a Milo contra el suelo mientras le tomaba del cuello de la camisa, giró para ver al director.

–Di…Director….–susurró, el viejo hizo una señal para que Camus se levantara de encima de su compañero y éste lo hizo rápidamente.

–¡No sé qué le pasa a este chico! –exclamó Milo quitándose la sangre de la nariz con el puño de su camisa.

–¿Cómo que no sabes? ¡Esas fotos me las sacaste tú! –gritó, todos en el pasillo abrieron los ojos, pero Milo no se inmutó.

–No me digas que no lo pasaste bien, gemiste como la puta francesa que eres –Camus iba a atacarlo nuevamente pero Dokoh, quien apareció de repente con el resto de los maestros, lo contuvo.

–¡REPITEME ESO, HIJO DE PUTA! –gruñó, Milo sonrió de costado.

–Que todos sepan que eres la puta más puta del colegio no es mi culpa….–Milo se encontraba agobiado, furioso ¿qué demonios le pasaba a Camus que le atacaba así? Giró su cabeza y vio una de las imágenes en la pared.

–Milo, a la dirección, usted también señor Diamond –aclaró el anciano, Milo abrió sus ojos.

–¡YO NO PUSE ESAS FOTOS AHÍ! ¡YO NO FUI! –gritó con rabia.

–Usted sacó las fotos según el joven Diamond, no creo que nadie más que usted tenga las fotos en su celular ¿o sí? –Milo pestaño y giró hacia Saga y Kanon quienes reían de costado.

–¿Fueron ustedes verdad….? ¡HIJOS DE PUTA! –Inmediatamente Milo fue tomado del brazo por Sysifo–. Pro-profesor….

–El director te ha mandado a la dirección….anda, ve con él….–Milo bufó molesto, Kanon y Saga se rieron entre ellos.

Milo, al fin recibes la cucharada de tu propio veneno….

 

                A Kanon y Saga les agradaba Camus, habían compartido algunas horas estudiando con él durante los primeros días, por lo que no disfrutaron cuando Milo le golpeaba o hacía chistes con él. No obstante, la pensaron antes de exponer a Camus frente a todo el colegio, pero a veces, para matar a un toro, tienes que sacrificar a varias vacas, y aunque no quisiera, tuvieron que hacerlo.

Continuará.

Notas finales:

¡Flor de capitulo! Pienso que Dégel tiene una resistencia digna de un rey jajajaja, no se quejó mucho, aunque me preocupo por su salud. Jajajajajajaja al final Milo no había sido pero Camus cree que sí. Vamos a ver como se la arregla para hacer entender a Camus que todo fue un mal entendido.

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