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Painful love por Jesica Black

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Capitulo IX: Dime lo que oculta tu pasado.

 

                Kardia había acompañado a Dégel a su casa muy a su pesar, no quería llegar con el noble hijo del rey de Atenas, el señor Antares, a su casa y que todos los vecinos comenzaran a cuchichear. Aun así no pudo detenerlo en lo absoluto. Mientras caminaba, Kardia pudo notar aquella decoloración en las raíces de su amante, podía notar absolutamente todo, inclusive el tono blanco de su piel y lo delgado de su cuello y cuerpo, además de aquella cintura privilegiada.
Entraron a la casa y el mayor se sentó para seguir observando el andar del menor por todo el lugar, sonriendo y meneando esa hermosa melena. Le encantaba Dégel y cada centímetro de su piel.

–¿Puedo preguntarte algo? –cuestionó el peliazul, Dégel giró su cuerpo para mirarlo completamente–. ¿Por qué tu cabello tiene diferentes tonos de verde?

–¿No lo sabes? Me tiño….–sonrió, Kardia se sorprendió.

–Yo también…. ¿Cuál es tu color de cabello? –preguntó curioso, Dégel nuevamente sonrió, esta vez, más coqueto.

–Rubio.

–¡Yo también! –Kardia estaba realmente sorprendido, no por el hecho de saber que su amante se teñía el cabello, pues él hacía lo mismo, pero que ambos hayan elegido colores tan llamativos le resultaba curioso–. ¿Así que tienes parientes rubios?

–En realidad no…–esta vez ambos dudaron, Dégel se sentó como pudo en la silla y comenzó a pensar–. Mis padres son de cabello rojo los dos, al igual que mi hermano, soy el único rubio de mi familia.

–Eso es realmente extraño, además que te hayan dado a luz siendo tan grandes, pensé que a esa edad tu mamá ya no tendría óvulos que fecundar –Dégel le echa una mirada asesina a Kardia y este comienza a reír–. Tranquilo….

–Ahora que me lo dices, nunca me he parecido mucho a mis padres….–suspira–. Pero si me parecía demasiado a Krest, es más, él escogió mi nombre.

–¿En serio? –Preguntó arqueando una ceja–. No lo sabía.

–Bueno, no es algo de lo que suelo hablar a menudo –sonrió–. Cuando era pequeño, todos resaltaban que tenía los ojos iguales a los de Krest, eso me hacía sentir orgulloso realmente. Él me trataba como si fuera un hijo, a menudo dormía en casa de mi hermano junto a mi sobrino y me inculcó el amor por la lectura.

–Ojala mi padre me hubiera puesto a leer libros, probablemente no sería un don nadie como ahora –bufó molesto, tomó un mechón de cabello de Dégel–. Me gustaría verte rubio ¿podrías hacerlo por mí?

–¿Decolorarme todo? En realidad en unos días tal vez la tintura se vaya sino me pongo color ahora mismo…. –suspira–. No me gusta el rubio, siempre lo rechacé.

–Yo también, me recuerda a papá.

–Pero tampoco quise el rojo de Krest, también lo rechazaba por alguna razón –Kardia le sonrió de costado y lo mira con elegancia.

–¿Tienes alguna foto del amante de papá? –El joven asiste y se levanta de la silla para ir a buscar el álbum que tenía Camus en su cuarto y mostrárselo a su compañero, en cada una de las fotos aparecía Krest junto a los dos niños–. Este rubio de aquí soy yo.

–Wooo….el parecido es increíble…. –Kardia se quedó mirando una foto en particular–. Espera….

–¿Qué sucede?

–Me dirás tonto, pero…..el parecido es realmente monstruoso….aunque…–intenta observar mejor la imagen pasándole el dedo–. El cabello.

–¿El cabello?

–Es igual…. –Kardia levanta la mirada para ver a Dégel directamente a los ojos–. Eres igual a él.

–¿A quién? ¿A Krest?

–No…..–suspiró y continuó–. A mi padre.

 

                El silencio se hizo esclavo de ambos mientras seguían mirando las fotos, Kardia intentó buscar algunas de antes que naciera Dégel pero no había, y las pocas que encontraron, Krest tenía al menos quince años o catorce. Se rascó la cabeza con duda, realmente le comenzaba a picar con estas cuestiones. Recordó lo poco que había escuchado y Dégel le comentó sobre la fiesta en el cual habían participado tanto Aeneas como Krest.

–¿Es posible que Krest estuviera…..esperándote? –preguntó Kardia bastante confundido.

–Eso no es razonable y científico ¿o sí?

–Bueno, últimamente…..hace veinte años, empezaron a…..bueno a haber extraños casos….–miró y negó con la cabeza–. Imposible, si tú eras hijo de Aeneas y Krest, seguramente Krest se lo hubiera dicho a mi padre inmediatamente.

–Tienes razón, jamás podría ser hijo de Krest….así que ignoremos eso –cierra el álbum de fotos–. ¿Quieres té?

–Quiero otra cosa –sonrió de costado con lascivia.

–Esa ‘otra cosa’ tendrá que esperar hasta la noche….mientras tanto ¿té o café?

–Café.

 

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                Sage se sentó en su silla y dejó las fotos que había descolgado en su escritorio, le pidió a los compañeros de Camus que ayudaran a quitar todas y cada una de las impresiones mientras bufaba de molestia. ¿Qué haría con esos chicos? Levantó la mirada e hizo entrar a Camus, quien tiraba patadas voladoras a Milo, que se encontraba atrás y le insultaba, aun bastante cabreado, pero Sysifo le tomaba de los brazos intentando pegadole a su cuerpo para que evitara golpear al rubio. Dokoh traía a Milo también agarrado de las manos.

 

–Bien….tranquilo Diamond –susurró Sage levantándose, Camus estaba llorando, sus ojos se encontraban rojos y no era para menos–. Diamond, debido a ésto, te sugiero que no vengas a clases en unos días por tu seguridad, creo que no le haría bien a nadie seguir recibiendo las miradas de todos cuando algo así pasa, no te preocupes, tus compañeros te entregaran las tareas y no te computaremos las faltas.

–Gra…Gracias señor –susurró Camus cabizbajo, aun repleto de ira.

–Bien, toma –le extendió un papel que el pelirrojo tomó–. Es un viejo conocido, Shion Ariano, él es Psicólogo infanto-juvenil y te ayudará a superar este gran trauma….las sesiones están bajo nuestra cuenta, así que ve con calma. Puedes retirarte.

–S-si señor…–murmuró, miró a Milo con odio y se fue azotando la puerta.

–Milo…

–¡Yo no fui! Se lo juro que no fui….

–¿Tú tomaste las fotos? –preguntó, le observó tan fuerte que Milo no le quedó otra que asistir–. Tú tuviste sexo con ese chico ¿verdad?

–Si pero…

–Pero nada, lo expusiste sacándole las fotos, me da igual si no fuiste tú quien puso todas esas impresiones por toda la escuela, hallaré a los culpables pero tú provocaste ésto…

–¡Fueron Saga y Kanon! Ellos hicieron este show adrede…

–¿Saga y Kanon? ¿Tus amigos? ¿A los que sueles defender tajantemente? –Milo cerró los ojos, estaba a punto de largarse a llorar pero sabía que sus lágrimas no aliviarían la ira de Sage–. Lo siento Milo, quedas suspendido hasta nuevo aviso.

–¿QUE?

–Hablaré con tu tutor legal, que debe ser tu padre ¿no es así? –preguntó buscando en los archivos.

–¡No por favor, no llame a mi padre! –imploró–. No quiero….

–¿Por qué no?

–Él…..él no me ama, director –susurró cortante, triste, con los ojos bajos–. Él nunca me amó, yo….quiero intentar ser mejor hijo con él para que me muestre ese amor que no obtengo.

–¿Y crees que sacándole fotos a un adolescente y mandándola a amigos vas a obtener el amor de tu padre? –Milo niega con la cabeza–. Milo, esas fotos no fueron sola a los celulares de tus amigos o a la impresora de donde salieron las hojas, alguien tuvo que apretar el botón y mandarlas, alguien tuvo que sacarlas y si tú estabas con él, no creo que un fantasma las haya sacado con tu celular.

–Por favor, no llame a mi padre….–rogó, Sage negó con la cabeza.

–Lo siento hijo, no puedo ayudarte….

–¡Yo no lo hice! Se lo juro, no quiero lastimar a Camus–Sage saca de su archivero una ficha.

–A ver….déjame leerte ésto –utiliza sus lentes para ver mejor–. Según tus compañeros de curso, haz golpeado a Camus en la calle, le haz pegado un chicle en el cabello, haz abusado de él física y psíquicamente en clases de gimnasia ¿sigo o es suficiente para ti?

–Y-Yo…..

–Lo siento Milo, todo está en tu contra esta vez…. –Milo suspira–. Llamaré a tus padres.

 

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                Dégel y Kardia se miraban intensamente mientras el silencio reinaba en la pequeña habitación que servía de cocina y comedor en la casa del primero. Kardia se reclinó suavemente en la mesada al lado del horno (con una taza de café en la mano, bebiendo esporádicamente) y Dégel estaba sentado en una silla, tamborillando con sus dedos en la mesa.  Intentaban por alguna razón buscar sus puntos débiles y fuertes. Fue en ese momento que el peliazul abrió su boca para comentar algo que la puerta se abre y ambos giran para ver a la mata de cabello rojizo que se acercó a gran velocidad, en una agonía de llanto.

Dégel se alertó cuando observó que Camus dejó su mochila en la mesa redonda, se sentó en la silla y se desparramó en la mesa para llorar, cubriéndose con los brazos (donde apoyaba su rostro) y solamente se escuchaba un sollozo bajito.

–¡Ca-Camus! ¿Qué te pasó? –preguntó Dégel, ignorando completamente que Kardia estaba allí, se acercó a su sobrino y le acarició la espalda.

–¡To…Todo…..es-esto….es….es…! –no podía siquiera hablar, el llanto le estaba ahogando, Dégel no sabía qué hacer, por lo que siguió con aquellos movimientos de sus manos por la espalda y cabello.

–¿No deberías estar en el colegio? ¿Te pasó algo en el colegio? –El chico asiste, dado que su garganta no puede expresar nada más–. ¿Te hicieron algo? ¿Te lastimaron? –nuevamente Camus asiste–. ¿Dónde? ¿Dónde tienes golpes? –preguntó, el menor incorpora la cabeza y con su mano se toca el pecho.

–A-acá….en…en el corazón…–susurró, Dégel suspira y abraza dulcemente a su sobrino.

–Ya está mi niño….ya está, desahógate corazón, desahógate….–murmuró muy cerca del oído. Camus lloró todo lo que pudo, para luego intentar calmarse y poder hablar de corrido–. Cuéntame ¿qué pasó?

–Y-Yo…..yo confié en alguien…..no debí confiar…–susurró, intentando acompasar su respiración–. Él…él me engañó ¡Hay fotos mías por todo el colegio! ¡Soy la puta de primer año! –sollozó, en un quejido de dolor, Kardia por primera vez hizo un gesto frunciendo el ceño.

–¿Cómo es eso? –preguntó Dégel dudando, Camus respiró hondo para poder hablar mejor y explicarse.

–Yo….aaah, tuve sexo con un compañero –el tío se sorprendió.

–¿Sexo? ¡Camus, tienes quince años! –se alertó.

–Sí, lo sé, lo siento…–miró para otro lado–. La cuestión no es esa…..este chico me tomó fotos, en situaciones vergonzosas….y….las imprimió y…..y…. –nuevamente su respiración se vuelve dificultosa y sus ojos comienzan a lagrimear, el peliverde no sabe qué hacer.

–¿Te avergonzaron en el colegio? –una tercera voz se escuchó en la sala y por primera vez Camus vio al joven que se encontraba reclinado en la mesada, esta vez se acercó más a él.

–¿Quién es él? –preguntó Camus señalándolo mientras miraba a su tío.

–Es un amigo mío –murmuró, no quería tirarle todas las noticias de una, por lo que empezó tratándolo de amigo. Kardia frunció el ceño pero no dijo nada.

–Hm, sí, me avergonzaron –asistió el pelirrojo.

–Te contaré una historia de un muchacho que nació sin amor –se sienta frente a Camus y extiende sus brazos, el pelirrojo no sabe qué hacer pero prácticamente por inercia se las toma fuertemente, sintiendo la suavidad de las manos ajenas–. Esto pasó hace tantos años que apenas puedo recordar. Había un chico…. –miro a Dégel de reojo quien estaba asombrado–. De unos catorce años, se valía por sí mismo, era feliz dentro de sus posibilidades, tenía un hermanito y aunque la puta de su madre no lo quería…

–Kardia, el vocabulario…..–regañó, Kardia resopló pero continuó.

–Aunque la mala de su madre no lo quería y su padre no le prestaba atención, él era feliz con su hermanito pequeño. No tenía muchos amigos, solo un par contado con las manos…. –sonrió–. Pero era feliz….

–¿Y…y qué pasó? –preguntó el pelirrojo, Kardia apretó más fuerte las manos níveas en apoyo.

–Un día, un amigo….al que llamaremos con la inicial U…–le echó un vistazo a Dégel y volvió–. Le invitó a la torre de la diosa Nike a observar los paisajes, obviamente este chico aceptó y fue con él. Todo parecía normal, hasta que el joven U le dijo al protagonista que no soportaría más su presencia, que el padre (del protagonista)  estaba comiéndose al mundo y dejó sin empleo a su padre, un escritor de mala muerte…..

–¡Eso es injusto!

–La vida es injusta mi querido pelirrojo –Camus sintió que era Milo el que le hablaba ante esta expresión, se ruborizó, pero Kardia continuó.

–Él había…..contratado a unos matones, creo que ni siquiera fue por dinero, era goce personal. Y….el protagonista fue humillado, golpeado….y hasta…. –se apretó los labios, Dégel  no daba crédito a lo que oía–. Fue tocado por esos infelices, fotografiado y las fotos se esparcieron por todo el colegio….no era el mismo que el tuyo….pero era un colegio para ricos.

–Entonces….ese chico…

–Sufrió la misma humillación que tú –susurró, Camus mira a Dégel quien estaba impactado por la confesión–. Ese niño era yo…

–¿Tú…?

–Escucha, te conté esta historia no para que te compadezcas de mi ¡quita esa cara! –Kardia le sonrió y Camus le devolvió la sonrisa–. Yo, a diferencia de lo que quiero que hagas tú, me convertí en una persona horrible….comencé a maltratar a la gente porque desconfiaba de todos….aun de tu bello tío…–Dégel baja la vista y se sonroja un poco de la vergüenza–. Le he maltratado por ésto, no quiero que te trasformes en mí. Se nota que eres un chico fuerte, lindo….brillante…. –Kardia se levanta de la silla desprendiendo sus manos–. Lucha para superarlo, no te vuelvas como yo.

–Se…señor….–murmuró Camus, Kardia extendió sus brazos.

–Dame un abrazo…. –el pelirrojo se levantó de sobresalto y se le abrazó, Dégel miraba la escena aun con asombro mientras Kardia se aferraba al sobrino.

–Ahora ve a bañarte, no quiero una lágrima en tu joven rostro…. –le acarició el cabello, Camus afirma y sale corriendo al baño.

–¿Qué…..qué fue todo eso? –preguntó Dégel, no salía de su asombro ¿Kardia estaba siendo gentil con su sobrino?

–¿Acaso no te gusta mi yo gentil? –Sonríe acercándose un poco–. Que me guste el sexo fuerte no significa que todo el tiempo sea un hijo de puta, tengo mi corazón ardiente.

–Kardia…en serio… ¿en serio Unity te hizo eso? –preguntó, por primera vez Antares cambió la expresión a una de completa seriedad y afirma–. Dios mío, mi pobre bebé…–le abrazó, Kardia por primera vez sintió que algo había dentro de él que le permitía sentir calor ¿qué cosa era?

–Me…me siento algo avergonzado, como si fuera un niño, pero me gusta –envolvió sus brazos en la cintura del peliverde y lo aferró a él.

–Sufriste tanto…..pobre de ti….

–Te dije que no era tan malo como parecía, te dije que ellos no eran tan buenos como creías –murmuró y se separó un poco para ver el rostro de Dégel–. Ahora lo sabes, lamento decírtelo así, no pensaba decirlo, pero cuando vi a tu sobrinito, el pelirrojo…

–Camus.

–Me gusta llamarlo pelirrojo, aunque tengo un nuevo apodo para él, zanahoria.

–Dile Camus –frunce el ceño.

–Ok, ok….Camus…. –suspiró–. Cuando vi a Camus tan herido por esa situación, me di cuenta que tenía que contarle lo que puede pasar con él si acumula bronca y odio en su interior. Si al menos hubiera tenido un mejor padre y un buen psicólogo, probablemente lo hubiera superado.

–Seguramente…. –mira el reloj–. Debo ir a la facultad…..

–Ok, me quedo a cuidar a Camus.

–Ni de broma, no te dejaré con un adolescente sexualmente activo solo en la casa, vendrás conmigo.

–¿Eh? ¿Piensas que me voy a tirar al niño? Estás de broma….–Dégel cruza los brazos y le mira–. Ese es el viejo Kardia, el nuevo Kardia sólo quiere tu culo.

–Pues el viejo y el nuevo Kardia se irán conmigo…. ¿de acuerdo? –Kardia refunfuña pero asiste y toma su chaqueta.

–¡Camus, me iré a la facultad….ve a comprar al supermercado y haz tu comida! ¿De acuerdo? –Camus afirma y Dégel se puede ir de allí, arrastrando consigo a un Kardia que le dice no violará a su sobrino, pero Dégel aún no confía demasiado en su amante.

 

Continuará.

Notas finales:

 

Bueno, antes que nada quiero decirles que terminé el capítulo 12 y esto parece tener menos de 20 capítulos (creo que quince o menos no sé). Bueno espero les guste, el próximo capítulo se devela algo terrible, espero les guste.

¡GRACIAS POR SUS COMENTARIOS, LOS AMO! 


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