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"The baddest female" por Pik

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 Desperté algo cansada. Apenas había dormido pensando en todo lo ocurrido aquella noche y estaba agotada. A eso de las diez de la mañana decidí levantarme de la cama y al coger el móvil descubrí nueve llamadas perdidas y cuatro mensajes, todos de Minzy.

-Minzy... -murmuré con la voz ronca tras marcar su número.

-¿Estás bien Dara? -su voz sonaba preocupada.

-Sí...

-Te fuiste sin decir nada. Chaerin dijo que te había acompañado a casa porque te encontrabas mal.

-Sí -recordé la noche anterior una vez mas y se me revolvió el estómago- Ya estoy bien.

-Menos mal...

La línea se quedó en silencio unos segundos.

-Te noto rara -volvió a hablar.

Me senté en la cama y sentí un enorme peso en el pecho, los ojos se me llenaron de lágrimas.

-No es nada -me tembló la voz.

-Dara...

-Estoy bien -insistí mirando al techo, intentando que las lágrimas no cayeran.

-¿Quieres... que nos veamos?

Me quedé unos segundos en silencio, mientras las lágrimas volvían a caer por mis mejillas.

-Sí, por favor.

 

A eso de las once, Minzy apareció en mi casa. En cuanto le abrí la puerta me lancé a sus brazos para abrazarla. Subimos a mi habitación, entonces lloré de nuevo, esta vez sobre sus piernas.

-Dara... ¿Qué pasó anoche? -dijo mientras acariciaba mi pelo.

Me senté en la cama con las piernas cruzadas, delante de ella. Me retiré el pelo que caía sobre mi cara y me limpié las lágrimas. Acto seguido, le conté todos y cada uno de los detalles de la noche anterior.

-Joder... Ven aquí -murmuró volviéndome a abrazar cuando terminé de relatar mi noche.

-No se lo cuentes a nadie... por favor.

-Está bien. Está bien...

Pasó la mañana en mi casa, intentando animarme.

…............................................................................................................................................................

 

Entré en clase cogida de la mano de Minzy. Al final de la clase vi a Chaerin y Bom hablando. La expresión de la rubia cambió en cuanto me vio entrar, sus ojos pasearon por todo mi cuerpo, parando en mis ojos, posiblemente buscando restos de lágrimas. Le sonreí sin ganas, simplemente para demostrarle que estaba bien. Ella me devolvió la sonrisa, la suya no parecía forzada, parecía de satisfacción. Bajó la mirada aún con la sonrisa en la boca, negó con la cabeza y volvió a mirar a Bom.

La clase pasó rápida, agradecí que Ji Yong no hubiera venido a clase.

Cuando el timbre para volver a casa sonó, recordé que en la mochila tenía la chaqueta de Chaerin, pero ella ya había salido de clase. Le dije a Minzy que me adelantaría y corrí por los pasillos para ver si la alcanzaba. Al salir me quedé paralizada; de pie junto a la puerta estaba Ji Yong, apoyado en la pared, con un moratón en todo el ojo. Entonces Chaerin pasó por su lado ignorándolo, a lo que él le cogió del brazo y la sacó del colegio arrastrándola. Ella forcejeaba con él mientras Bom golpeaba la espalda de Ji Yong. Finalmente, el chico le gritó algo a Bom y esta se quedó en el sitio, Chaerin le hizo un gesto con la mano, indicándole que volviera a casa.

Con un nudo en la garganta seguí a ambos por las calles, siempre caminando por el lado donde hubiera algo donde esconderme si alguno se giraba. Entonces giraron una esquina y les perdí de vista. Maldije entre dientes mientras les buscaba con la mirada. Aquella calle estaba llena de casas individuales, como mi urbanización, y entre estas casas, callejones.

Me quedé de pie en la entrada de la calle, era enorme, como de un kilómetro recto. No podían estar muy lejos, no habían corrido tanto... Pasé unos minutos así, de pie, intentando pensar por donde se podían haber metido cuando de repente, un grito rasgó el silencio. La piel se me erizó cuando reconocí aquella voz femenina y comencé a correr por la calle, sin saber exactamente de donde había salido el grito.

Tras varios segundos corriendo, que a mí me parecieron horas, vi a Ji Yong salir de uno de los callejones. Me escondí detrás de un coche hasta que se fue y sin pensármelo dos veces, corrí hacia el callejón de donde había salido. Dentro, al fondo, Chaerin estaba tirada en el suelo, de espaldas a mí. Su costado se elevaba lentamente, mostrando su respiración dificultosa. Me arrodillé detrás de ella y cogiéndole del hombro, la tumbé boca arriba en el suelo.

-Chaerin... -murmuré al ver su estado.

Respiraba con la boca entreabierta y tenía los ojos cerrados. Su ojo derecho mostraba un feo moratón, su labio inferior estaba ligeramente partido y en el pómulo derecho había un corte provocado por un puñetazo.

-Chaerin por favor, di algo -sentí como las lágrimas se acumulaban en mis ojos.

-¿Dara..? -murmuró levantando la mano, acariciando mi mejilla.

-Sí, soy yo... Lo siento mucho.

-¿Por qué?

-Por mi culpa te ha pegado una paliza.

Aquello le hizo sonreír.

-No es tu culpa.

Bajé la mirada para descubrir que su mano derecha tenía los nudillos rojos y con sangre ligeramente seca.

-¿Vives cerca? -pregunté.

-En la manzana de al lado...

-Tengo que curarte...

Le ayudé a levantarse y llegamos a una de las casas individuales exactamente igual que las demás.

-Es aquí... -sacó las llaves y abrió- Pero no hace falta que me cures.

-Sí hace falta, todo eso es por mi culpa.

-No vuelvas a decir que es tu culpa.

-De acuerdo... Pero al menos déjame curarte...

Tras unos segundos mirándome accedió a dejarme entrar.

-En la cocina hay un botiquín -dijo sentándose en una silla del comedor.

Corrí hacia donde me había señalado y tras mirar en varios cajones, vi una bolsa de tela con una cruz roja sobre esta y lo cogí. Me senté en frente de ella y miré a ambos lados.

-¿No hay nadie en casa? -pregunté.

-Mis padres están trabajando.

-¿No tienes hermanos?

No se porqué aquella pregunta pareció molestarle. Bajó la mirada y relajó los hombros.

-No.

Decidí no volver a preguntar. Rebusqué en la bolsa, sacando todo lo que había dentro y me puse manos a la obra. Coloqué una tirita de puntos sobre el corte del labio. A continuación limpié las heridas del pómulo y los nudillos mientras observaba un tanto divertida sus gestos; puse antiséptico en la herida del pómulo y lo cubrí con una gasa.

-Eres buena curando heridas... -murmuró mientras vendaba sus nudillos.

-Hice un cursillo de primeros auxilios hace dos años.

Cuando acabé fue a levantarse para dejar el botiquín en su sitio pero hizo una mueca de dolor, se llevó la mano a las costillas y se volvió a sentar.

-¿Estás bien? -pregunté preocupada.

Chaerin se levantó la camiseta, dejando ver un enorme moratón en la zona de las costillas.

-Túmbate en el sofá -le dije buscando alguna pomada.

Se levantó a duras penas, se quitó la camiseta y se tumbó en el sofá. Me quedé sin respiración cuando la vi quitarse la camiseta, aún así me senté en la mesita que había enfrente del sofá y apliqué poco a poco la pomada por sus costillas. Mi mano recorría su cuerpo pasando desde su abdomen hasta sus caderas, pasando por su costado, que era donde se encontraba el golpe más fuerte.

-El moratón está en el costado, no en el abdomen... -murmuró sin dejar de mirar mi mano.

-L-lo siento -volví a masajear el costado, avergonzada.

-Era una broma... -sonrió.

Bajé la cabeza y alejé la mano de su cuerpo, me dirigí a la cocina, guardé el botiquín y me lavé las manos. Luego volví a sentarme enfrente de ella.

-¿Te duele algo más? -pregunté.

-No.

Asentí y me levanté de la silla, recogí mi mochila del suelo e iba a dirigirme a la puerta cuando me cogió del brazo. Me giré para ver como se levantó a duras penas.

-Gracias -dijo con una media sonrisa.

-No ha sido nada, tú me salvaste el sábado.

Entonces me sorprendí cuando me abrazó, sentí su corazón sobre el mío y aquello me tranquilizó. Se acercó a mí y depositó un suave beso en mi mejilla.

-Gracias -susurró cerca de mi oído.

Coloqué las manos en sus hombros y se alejó poco a poco de mí, entonces sentí su aliento sobre mis labios, estaba demasiado cerca. Chaerin no apartaba la mirada de mi labios y sentí como mi corazón se aceleró, muriéndome de ganas de besarle. Entonces me di cuenta de lo que acababa de pensar. ¿Quería besar a Chaerin? Sabía perfectamente la respuesta, aún así no entendí el por qué.

-Debería irme... -murmuré alejándome de ella y colocándome la mochila.

Observé de reojo como se sonrojó y miró hacia otro lado. Creo que nunca olvidaré a Chaerin sonrojada.

-Adiós... -susurré lo suficientemente alto como para que me escuchara, saliendo de la casa.


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