-Entonces, hoy tenemos examen de inglés, y el lunes que viene... -leyó Minzy pasando las hojas de su agenda.
-El lunes tenemos de historia.
-Joder, es verdad... no me se nada.
-Yo te puedo ayudar -dijo DaeSung apareciendo por detrás de mi amiga, acariciando su hombro.
-¿De verdad? -preguntó sonriente.
-Claro.
Ambos se sonrieron y se dieron un suave beso en los labios. Entonces entró la profesora, acompañada del sonido del timbre.
-Comenzamos.
Todos nos sentamos en nuestros respectivos sitios rápidamente.
-Antes de empezar, recordad que el lunes tenemos examen de historia. Entran los temas cinco, seis y siete. Espero que el fin de semana lo paséis estudiando -miró de reojo a Bom y Chaerin.
La clase se me hizo eterna. La profesora de dedicó a repasar lo que entraba en el examen, cosa que yo me sabía de memoria. Cada vez que me pillaba distraída, me preguntaba cualquier pregunta del temario y sin más, le respondía correctamente, evitando que me pillara.
-Nos veremos el lunes, pasad un buen fin de semana -dijo la profesora recogiendo sus cosas cuando sonó el timbre.
Se escucharon varios murmuros maldiciendo a la profesora y a los exámenes. Yo me encogí de hombros, el temario me lo sabía de memoria, pero tampoco podía quedar con nadie el sábado porque Minzy, DaeSung y SeungRi estarían estudiando, y Top estaba también de exámenes.
Mientras recogía las cosas en mi mochila, Chaerin se acercó a mi y se apoyó en mi mesa, con cara preocupada.
-¿Me harías un favor? -preguntó.
-¿De que se trata?
-Necesito aprobar este examen y no me se nada... ¿Podrías ayudarme?
Me quedé sorprendida al verla tan preocupada por aprobar.
-Claro -dije al fin.
-Genial -sonrió ampliamente- ¿Te parece bien quedar el sábado por la tarde.... en mi casa?
-¿No vas a salir?
-Te he dicho que necesito aprobar.
-De acuerdo... ¿A las cinco?
-Perfecto.
Volvió a sonreír y se echó la mochila a la espalda.
-Nos vemos el sábado -murmuró besando mi mejilla antes de salir corriendo, detrás de Bom.
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Tal y como me esperaba, el viernes por la tarde se me hizo eterno, tirada en la cama con el portátil.
El sábado por la mañana fue aún peor. Aún así, a las cuatro y media salí de casa dirección a casa de Chaerin. A diez minutos de las cinco ya estaba en su puerta. Llamé al timbre y pasados unos segundos abrió una mujer de unos cuarenta años, tenía el pelo castaño y ondulado, ligeramente corto.
-Hola -saludé con una ligera reverencia.
-Buenas tardes, tu debes ser la amiga de Chae Rin ¿verdad?
-Sí. Me llamo Sandara Park.
-Encantada, yo soy la madre de Chaerin.
Esperé a que me diera permiso para entrar hasta que hizo un gesto señalando el interior de la casa. Me despedí de ella y subí en silencio hasta la habitación de la rubia.
-¿Chaerin? -toqué la puerta, abriendo poco a poco.
-Pasa.
Dentro, ella estaba sentada en frente del escritorio, con el libro de historia delante.
-¿Cómo lo llevas? -pregunté acercándome a ella tras cerrar la puerta.
-Fatal... No se me queda nada.
-Intentaré explicártelo de una forma que lo entiendas.
-De acuerdo.
Pasamos tres horas estudiando, repitiendo una y otra vez lo mismo hasta que se le quedaba, buscando información extra en Internet, haciendo resúmenes...
-Chicas... -tocaron a la puerta y entró su madre- Ya es muy tarde, ¿qué tal si bajáis y coméis algo?
-Sí... -murmuró Chaerin estirándose en la silla.
-Sandara, ¿te quieres quedar a cenar? -me miró.
Fui a hablar, pero antes miré a Chaerin, que se encogió de hombros.
-De acuerdo señora Lee.
Bajamos tras ella hasta la cocina, donde su padre nos esperaba con tres pizzas encima de la mesa. Cuando el olor de las pizzas recién hechas entró por mis fosas nasales, mi estómago rugió demasiado alto; entonces recordé que no había comido nada desde el mediodía.
-Buenas noches señor Lee -me dirigí a su padre antes de sentarme.
-Sandara... Siéntate con nosotros -me sonrió.
-Gracias... -muerta de hambre cogí un trozo de pizza- Que aproveche.
Comencé a comer, intentando ser educada, pero me moría tanto de hambre que me acabé una pizza entera yo sola. Chaerin me miraba con una sonrisa, parecía divertirle mi hambre. De vez en cuando soltaba una suave carcajada y le daba un bocado a su trozo.
Después de cenar, su padre comenzó a preguntarnos que tal los estudios. Era un hombre muy serio, al igual que su madre, pero ella era más amable. Entonces recordé lo que me contó Taeyang sobre su hermano fallecido. Busqué con la mirada alguna foto de él, pero solo veía fotos de una preciosa niña con una amplia sonrisa. Era Chaerin, más que obvio.
Tras una hora de cena y charla con sus padres, volvimos a subir a su habitación para dar un último repaso a lo aprendido. Parecía que se le quedaban las cosas rápidamente, me sorprendí ya que en clase no se enteraba y con mis explicaciones sí. Aquello me alegró demasiado.
Por otro lado, mi corazón no había descansado en toda la tarde. Cada roce con su piel, cada contacto visual, cada sonrisa... todo eso había que mi corazón quisiera salirse de mi pecho. Al final acabé por acostumbrarme a aquella sensación, acabando por gustarme el hecho de estar con ella a solas y que no intentara nada...
Aunque, ¿realmente me alegraba de eso último?
Una parte de mí se alegraba de que estuviera cumpliendo y no intentara besarme; otra parte se moría de ganas de volver a saborear aquellos labios que me tenían loca. Aquellos labios que había probado dos o tres veces contadas y pensaba que no iba a ser capaz de vivir sin volver a tenerlos.