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"The baddest female" por Pik

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 Desayunamos en silencio. Las miradas y las sonrisas lo decían todo. Sus ojos recorrían mi cuerpo de arriba a abajo, de vez en cuando se mordía el labio inferior, causando que mi corazón se acelerara.

El sonido de mi móvil desde su habitación rompió toda la magia del ambiente.

-Dime mamá -cogí el móvil tras correr a su habitación.

-¿Pasamos a por ti?

Me quedé en blanco. ¿Cómo sabían donde estaba?

-¡Dara! -escuché a mi madre al otro lado de la línea- Estás en casa de Minzy ¿no?

-Sí, sí -reaccioné- Me acabo de levantar, pasad a por mi en... una hora.

-De acuerdo... Hasta luego.

-Adiós.

Me giré para ver a Chaerin apoyada en el marco de la puerta, mirándome con gesto serio mientras masticaba una tostada.

-¿Tu madre?

-Sí.

-¿Vienen a por ti? ¿Cómo saben que estás aquí?

-No, no... Piensan que estoy en casa de Minzy. Se me olvidó que anoche me dijo que si a las doce no había vuelto le diría a mi madre que dormía en su casa.

-Vaya... -se acercó a mi- Buena cuartada, sois un buen equipo.

-Sí... -murmuré absorta en sus labios entreabiertos, que se encontraban a milímetros de mi boca.

Me besó con una sonrisa al ver mi expresión, pero se alejó rápidamente.

-Vamos, vístete y te llevaré a casa de Minzy -se giró para abrir el armario y sacar unos vaqueros.

Sacudí la cabeza, apartando la mirada de su cuerpo semi desnudo y me vestí corriendo.

 

Bajé de la moto junto con ella y miré el móvil, Minzy había dicho que me esperaría abajo a y media.

-Yo me voy.

Me giré para mirarle y asentí. Me acerqué a ella, rodeé su cuello con los brazos y le besé mientras ella me cogía de la cintura. Entonces escuché un carraspeo por detrás de nosotras y vi a Minzy de pie en la puerta de la casa, con los brazos cruzados, intentando ocultar la sonrisa.

-Mis padres creen que has dormido aquí, más te vale ser silenciosa y no despertarles o tendremos que dar muchas explicaciones -susurró acercándose a nosotras y cogiéndome del brazo.

-Hasta mañana -se despidió Chaerin levantando la mano.

-Hasta mañana -dijimos Minzy y yo a la vez.

Entramos en la casa de puntillas, yo llevaba las botas en la mano y ella iba descalza, aún en pijama. Cuando llegamos a su habitación suspiramos aliviadas, entonces me miró mordiéndose el labio.

-Te has besado con Chaerin... -murmuró llevándose las manos a la boca.

-Yo...

Sentí como mis mejillas volvían a arder. No podía explicarle lo ocurrido aquella noche, no me volvería a mirar con los mismos ojos; pero tampoco quería mentirle.

-Sí, nos hemos besado -respondí finalmente.

-Que fuerte.

Dicho eso se dirigió al armario para cambiarse de ropa. Yo me senté en el borde de su cama y me limité a pensar en todo lo ocurrido desde mi llegada a Corea mientras tenía la mirada perdida.

-Dara, ponte esto -me lanzó una camiseta negra de tirantes.

-¿Por qué?

-Esa camiseta que llevas no es tuya, y sabiendo donde has pasado la noche supongo que es de Chaerin. Y a mi no me gusta el basquet -se encogió de hombros.

Resoplé y me levanté de la cama para quitarme la camiseta, la dejé sobre la silla pero cuando me fui a poner la camiseta negra, Minzy me cogió del brazo y abrió la boca sin apartar la mirada de mi estómago.

-Vale, ahora tienes que explicarme eso.

Entonces, algo asustada, me puse frente al espejo y ahogué un grito. Uno de mis pechos lucía dos chupetones justo por encima del borde del sujetador. Después, justo en mi escote, una nueva marca violácea igual que las de mi pecho, y a partir de esta, cuatro chupetones más bajaban en una fila vertical hasta desaparecer por dentro de mis vaqueros.

-Yo la mato -murmuré sin poder evitarlo, colocándome rápidamente la camiseta.

-Así que ha sido ella... -sonrió.

…............................................................................................................................................................

 

El lunes a primera hora Chaerin llegó cinco minutos tarde. No le castigaron, pero no pude hablar con ella.

A la hora del descanso me levanté y, cogiéndole del brazo, la llevé hasta el cuarto de aseo, encerrándonos en uno de los cubículos individuales.

-¿Qué ocurre? -preguntó cuando eché el pestillo.

-¿Tu ves esto normal? -me levanté la camiseta, dejando ver los siete chupetones que “decoraban” mi pecho y abdomen.

-Vaya... -soltó una suave carcajada que intentó ocultar tapándose la boca con el dorso de la mano- Pensé que no quedaría marca, no los hice tan fuerte.

-¿Qué no quedaría marca..? -fue un intento de grito, dentro de un susurro- Oh, menos mal que no lo hiciste fuerte, si no me habrías arrancado la piel.

Aquello le hizo sonreír, acción que hizo que perdiera la fortaleza que había creado para recriminarle.

-Al menos no toqué tu cuello, que es la zona más visible -rozó los dedos en mi cuello.

-Menos mal... -suspiré, sarcástica.

Volvió a sonreír, mientras se acercaba a mi. Juntó sus labios con los míos, sorprendiéndome, haciendo que cerrara los ojos ante el placer de volver a saborear sus labios. Sus manos bajaron acariciando mi espalda por debajo de la camiseta.

-Tengo que preguntarte algo -susurró alejándose.

-Dime.

-Yo...-se echó el pelo hacia atrás- Ah... que difícil es esto... Dara, ¿quieres salir conmigo?

Mi corazón decidió en ese momento correr una maratón.

-Ser mi novia, y esas cosas... -murmuró bajando la cabeza, avergonzada.

-Chaerin, somos muy diferentes y...

-Te quiero.

Volví a quedarme sin palabras. Aquellas dos palabras me recordaron a la noche que pasé con ella, a mi primera vez. En tan poco tiempo, aquella chica me había hecho sentir lo que nadie había conseguido. Me había enamorado.

-Te lo dije el sábado cuando hicimos el amor y te lo repito ahora -insistió-. Te quiero Sandara Park.

Acaricié su mejilla para luego llevar la mano a su barbilla, levantándole la cabeza para que me mirara. Sus profundos ojos se posaron sobre los míos. Estaba nerviosa y se le notaba. Me acerqué para juntar sus labios con los míos, sin moverlos, simplemente dejándolo en una caricia.

-Te quiero -murmuré notando como mis piernas temblaban.

Sus ojos se agrandaron cuando escuchó mi respuesta. Sonrió y, cogiéndome de la cintura, me levantó en el aire para besarme, mientras yo me apoyaba en sus hombros para no perder el equilibrio.

 

Volvimos a clase a dos minutos de que sonara la alarma de nuevo. Minzy se alegró cuando le conté lo mío con Chaerin, mientras que DaeSung y SeungRi, que estaban enfrente, no salían de su asombro.

Al otro lado de la clase vi a Bom dar un pequeño salto en la silla, riendo, mientras Chaerin se pasaba la mano por el pelo, pidiéndole con gestos que bajara la voz. Paseó la vista por la clase hasta que nuestros ojos se encontraron. Ambas sonreímos casi a la vez, entonces me guiñó un ojo y volvió a su conversación con Bom.

Lee Chae Rin, mi novia. Aquella era una idea que tardó en acomodarse en mi cabeza.


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