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"The baddest female" por Pik

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 De nuevo delante del armario, de nuevo sin saber que ponerme. Tal y como había estado pensando desde que me había levantado, había quedado con aquella chica pero no habíamos dicho hora. Decidí ir a la misma hora en la que fui el otro día. Mi padre no puso pegas en llevarme en coche hasta la puerta a eso de las nueve de la noche. Mentí diciendo que allí me esperaban DaeSung y los demás; no era plan de contarles que había quedado con una chica que no conocía de nada.

Finalmente, y tras media hora de mirar el armario y probarme ropa, me decidí por unos vaqueros cortos, con calcetines negros hasta la rodilla, mis tan preciadas botas militares negras, y una camiseta de manga larga que me venía algo grande, en color gris con letras en negro.

Me metí en el baño a cinco minutos de las nueve y me miré al espejo. Probé rápidamente varios recogidos, pero al final decidí dejarme el pelo suelto. Nunca me maquillaba, y decidí seguir igual.

Bajé corriendo las escaleras, me despedí de mi madre y salí para encontrarme con mi padre, que me esperaba apoyado en la pared de fuera. Sin mediar palabra nos metimos en el coche y en menos de cinco minutos me dejó en la puerta del pub.

-Pásalo bien -me dijo antes de que saliera del coche.

-Lo haré.

Le di un beso en la mejilla, gesto que me sorprendió hasta a mi misma, bajé del coche y los nervios me invadieron cuando me vi sola. Respiré profundo y entré.

Me movía entre la multitud que bailaba en el centro de la pista, intentando no parecer muy perdida. Miraba hacia todos los lados, algo nerviosa. Entonces un chico poco más mayor que yo se interpuso en mi camino y me miró con una sonrisa de lado.

-¿Estás sola guapa? -me preguntó.

Iba a contestarle alguna grosería cuando escuché una voz por detrás de mi.

-No, está conmigo.

Sentí como alguien me rodeó la cintura con el brazo y me sacó de entre la multitud. Cuando llegamos a uno de los sofás, me giré para ver como la camarera del otro día me sonreía. Me fijé en que llevaba el pelo suelto, llevaba unos vaqueros ajustados, rotos por las rodillas; una camisa a cuadros rojos y negros, y unas zapatillas negras.

-Has aparecido en el momento exacto -le dije sentándome en el sofá, imitándola.

-Te había visto entrar y te estaba siguiendo -sonrió.

-Gracias de todas formas, iba a soltarle una gorda a ese...

-¿Aprovechado? -se me adelantó.

-Sí, se podría llamar así.

-Ven a niñas solas e intentan aprovecharse.

Levanté una ceja y se me escapó un sonido entre una risa y un suspiro.

-¿Me acabas de llamar niña? -dije.

-Para nada.

-Tengo dieciséis años, para tu información.

-Yo dieciocho.

Asentí intentando no parecer muy sorprendida, que era lo que intentaba conseguir.

-Por cierto, no me he presentado. Soy Lydia Paek -sonrió y me tendió una mano.

-Yo soy Sandara Park -estreché su mano.

Sin soltarle levanté la mirada y nuestros ojos se encontraron. Nos quedamos varios segundos mirándonos con una ligera sonrisa en los labios, mientras la música seguía sonando de fondo. Hay que decir que aquella chica era realmente guapa.

-Pensé que no vendrías -soltó, rompiendo el “silencio” que había entre nosotras.

-Te dije que vendría, ¿por qué iba a no hacerlo?

-No se, fui muy directa.

Solté una carcajada apenas audible.

-Llevo pensándolo toda la semana... -me mordí el labio inferior- ¿Esto es una cita?

-Es lo que tú quieras -se encogió de hombros.

De nuevo no supe que decir, nos volvimos a quedar calladas mientras nos mirábamos a los ojos.

-Cuéntame algo de ti. Nunca te he visto por aquí, si no seguro que te recordaría -dijo.

-Me mudé aquí hace cuatro semanas... o cinco -sonreí.

-¿De donde eras?

-Estaba viviendo en Canadá.

-Vaya, yo soy de Los Angeles. Vine a Seul para estudiar.

-¿Qué estás estudiando?

-Bellas artes, una rama especial de artes escénicas. Mi pasión es el baile.

-Vaya... A mi mejor amiga le encanta bailar.

-La carrera es dura. Además que cuesta mucho dinero, y encima tengo que pagar el piso de estudiantes en el que estoy... Ahora mismo tengo dos trabajos.

-Debe ser agotador -sonreí.

-Estoy persiguiendo mi sueño, así que no se hace tan pesado al fin y al cabo.

Asentí sorprendida ante el empeño que aquella chica. Nunca habría imaginado que aquella camarera de pub estaría estudiando y persiguiendo su sueño de ser bailarina.

-Perdona, te estoy aburriendo -soltó una carcajada.

-¡No, no, no! Para nada.

-¿Segura?

-Sí.

-Ahora vengo -dijo tras unos segundos en silencio.

Se levantó del sofá tras darme un suave toque en el muslo. La vi desaparecer entre la multitud, para, después de unos minutos, volver a aparecer con una Coca Cola en una mano y una cerveza en la otra. Se sentó a mi lado y me entregó la Coca Cola.

-Aún te tengo que pagar la del otro día -dije aceptándola.

-Te dije que me bastaba con que vinieras hoy. Además, trabajo aquí, puedo coger las bebidas gratis. Siempre y cuando no me pase.

-Pues gracias entonces.

Di un sorbo de mi refresco ante su atenta mirada, luego ella también bebió de su cerveza. Cuando nos acabamos nuestras respectivas bebidas con alguna que otra conversación absurda de por en medio, me propuso salir a bailar.

Ambas salimos a la pista mientras una canción electrónica hacía retumbar el ambiente. No sabía como bailar aquello, por lo que simplemente comencé a mover los pies al ritmo de la música mientras me reía ocultando mi cara entre mis manos.

La música cambió a una canción igualmente de electrónica, pero mucho más lenta. Sentí como me cogió de las muñecas, apartó mis manos de mi cara y las colocó sobre sus hombros. Ella en cambio rodeó mi cintura con ambas manos. Comenzamos una especie de baile un tanto extraño para mi, simplemente movíamos un poco el cuerpo al son de la música, sin movernos del sitio. Nuestros ojos no perdían detalle de los ojos de la otra. Sus manos hacían que cada vez me pegara más a su cuerpo, hasta que pude sentir su respiración sobre mi nariz. Levanté la cabeza un poco, aquello causó que nuestros labios se rozaran, causándome un escalofrío. Entonces se acercó a mi y me besó dulcemente. Era mi primer beso, pero sus labios eran cuidadosos, como si supiera que de un mal gesto fuera a romperme. Bajé las manos por su espalda, acariciándola por encima de la camisa, mientras ella no soltaba mis caderas.

Cuando el aire comenzó a faltar, me alejé poco a poco de ella. Observé como se mordió el labio inferior, cosa que me tentó a besarle de nuevo. Cuando este segundo beso terminó, me cogió de la mano y me llevó hasta la salida.

-Me estaba agobiando tanta gente -suspiró echándose el pelo hacia atrás.

-A mi también -solté una carcajada, sin saber que ocurriría a continuación.

-¿Quieres volver a entrar?

-No, no...

-¿Y qué quieres hacer?

Aquella pregunta me incomodó, a lo que bajé la mirada.

-Ay, perdón. ¡No quería insinuar nada! -se puso nerviosa y me cogió de los hombros- En serio Sandara, no estaba dando a entender nada, sólo preguntaba...

-No importa, tranquila -sonreí.

Agachó la cabeza de golpe y soltó una carcajada.

-¿Te... te llevo a casa? -preguntó levantando la cabeza de nuevo.

-Está bien.

Caminamos hasta detrás del pub, donde habían varios coches aparcados. Nos acercamos a un Audi blanco. Parpadeé varias veces al ver tal coche.

-Vaya coche... ¿No decías que apenas tenías dinero para pagar el piso de estudiantes? -pregunté dando la vuelta al coche, pasando la mano por la carrocería.

-Un regalo de mi padre -se encogió de hombros.

Ambas entramos al coche, le indiqué donde vivía y en tres minutos estábamos frente a la puerta.

-Es aquí... -dije antes de abrir la puerta.

-Espera -me cogió de la muñeca- ¿te apetecería... ir a cenar conmigo el viernes que viene?

Observé con una sonrisa lo nerviosa que estaba.

-Claro... ¿Una cita?

-Como tú lo veas.

-De acuerdo.

-Salgo de trabajar a las siete... Paso a por ti a las ocho.

-De acuerdo -sonreí.

Me devolvió la sonrisa, entonces bajé la miraba y vi que seguía cogiéndome de la muñeca. Me apoyé en el asiento, me incliné hacia delante y dejé que ella me besara de nuevo en los labios.

-Hasta el viernes -murmuró cuando me alejé un poco de ella.

-Hasta el viernes -repetí como una idiota.

Bajé del coche, cerré la puerta y me despedí con la mano. Ella se quedó allí, con el coche en marcha, esperando que entrara; gesto que me pareció muy tierno. Cuando fui a abrir recordé que no llevaba llaves, así que toqué al timbre y abrió mi madre.

-¿Te habías olvidado las llaves? -preguntó.

-Sí, como he salido con el papá...

-¿Has venido sola? -preguntó asomándose fuera, entonces recordé que Lydia seguía ahí.

-No, me ha traído una... amiga -me giré para mirarle, ella me sonrió, agitó la mano y se fue.

Entré en casa y subí corriendo a mi cuarto. Aún eran las doce de la noche, por lo que me metí en la ducha antes de irme a dormir. Estaba agotada, por lo que pronto caí rendida ante el sueño mientras pasaba mi dedo por mis labios una y otra vez, recordando los labios de Lydia.


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